Konnichiwa! Luego de mucho tiempo (no exagero) actualicé. Este capítulo es el que más me gusta. Espero que noten lo que esta ocurriendo, que puedan apreciar las cosas nuevas :)
Cree en mí
Por Heleni-Chan
Séptimo Capítulo.
- : Kagome : -
-¿Qué esta pasando Inuyasha?-pregunté asustada. Noté en sus ojos la preocupación mientras no despegaba la vista de la carta luego de quitármela.
-¿Naraku?-dijo sin creerlo.
-¿Kagome? Llevas mucho rato allí-Era mi madre. Me gritaba desde afuera-Esta helado, te vas a resfriar.
-Ya salimos-dije sin fuerzas.
De la nada había comenzando a sentir un fuerte dolor en el vientre.
-¡AY!
Eso logró que Inuyasha saliera de sus pensamientos y concentrara su atención en mí.
-¿Qué pasa?-preguntó asustado.
-No…-El dolor era muy fuerte, me apoye en él. Sentía que el bebe deseaba salir-Llegó…
-¿Qué?-Abrió mucho los ojos. Yo sentía que los míos se llenaban de lágrimas.
-Inu…-Me costaba decir palabra, pero parecía que él no entendía.
-¡Señora Higurashi!-le escuché gritar mientras me doblaba por causa de las contracciones.
Al segundo escuché como la roñosa puerta se abría para dar paso al caminar apresurado de una persona, sin lugar a dudas, de mi madre.
-¿Qué ocurre?-dijo posando una mano sobre mí, algo espantada.
-Mamá…-dije con ganas de apretar fuertemente a alguien-Va… a…
-¡Por Kami!-dijo mientras dibujaba una sonrisa en el rostro.
-¿Qué pasa?-preguntó la voz de Inuyasha sin entender.
-¡Va a nacer!-La voz de mi madre estaba agitada.
-Va… a… ¿nacer?-Dijo Inuyasha un poco conmocionado.
-Ve a buscar el auto ¿Tienes sus cosas dentro?-Inuyasha debió de asistir con la cabeza-bien.
Con la ayuda de mi mamá me enderecé y respiré hondo. Me guió hacia la salida del templo con paso lento. Yo me afirmaba el vientre como si esperara que en cualquier momento mi hijo decidiera salir allí. No tuve que esperar mucho. Un automóvil color azul se estaciono delante de mí.
-Vamos… sigue respirando así-decía mi madre con una sonrisa en el rostro mientras me ayudaba a sentar en el asiento trasero del auto.
-Vayan ustedes, yo voy luego con Souta-dijo cerrando la puerta y dedicándole a Inuyasha una sonrisa tranquilizadora-Calma Inuyasha, todo va a salir bien… dentro de unas horas tendrás a tu hijo enlos brazos.
Inuyasha asistió con la cabeza y echo a andar el automóvil. Yo seguía con mis ejercicios de respiración mientras contaba…
-Uno, dos, uno, dos… ¡Ah! Por favor Inuyasha… ¡apúrate!-Le dije tratando de no parecer muy desesperada, lo cual no dio resultado.
Pero la preocupación de Inuyasha no estaba solo en el volante, también marcaba el número del hospital.
-Soy Inuyasha Taisho, mi esposa Kagome esta apunto de dar a luz…
A los pocos minutos llegamos al hospital y como lo teníamos planeado desde el momento en que supe que estaba embarazada, dos enfermeras nos esperaban junto a una silla de ruedas. Me senté allí y dejé que me llevaran a través de los pasillos. Inuyasha estaba al mi lado, tomando de mi mano mientras yo la apretaba. Me metieron dentro de una habitación y me pidieron ponerme una bata. Yo sonreía mientras veía la cara de Inuyasha. Parecía tan asombrado.
-Todo esta bien-le dije más calmada-ahora estoy tranquila… ¡AY!
-¿Qué tienes?-dijo acercándose y posando sus manos en mi vientre.
-Jejeje… nada, parece que quiere salir de allí-dije tratado de transmitirle calma.
Me acomode en la cama de hospital y al poco rato entro del doctor…
-Hola Kagome-dijo posando una mano sobre mi vientre-Parece que se nos adelantó unos de días.
-: Inuyasha :-
Vi como se llevaban a la mujer que amaba a la sala de parto. Entré sin preguntar si podía, pero antes de que pudiera seguirla completamente una de las mujeres con traje celeste me tomó y me entregó unas prendas iguales a las de ella.
-En esa sala se puede cambiar-dijo señalando una puerta-es necesario, se evitan infecciones.
Luego entró por la misma puerta doble por la que Kagome había pasado. Yo, sin detenerme a pensarlo, entré en la otra sala y me puse el traje. Me sentía un poco estúpido pero no me preocupé, solo quería estar con ella, ver a mi hijo y dejar de sentir esa opresión en el pecho, esa preocupación.
Cuando por fin pude ver a Kagome me sentí aliviado, aunque no había desaparecido la preocupación. Ella, al verme entrar, sonrió y estiró una mano para indicarme que me acercara. Con cuidado me puse a su lado. Estaba muy transpirada, pero no dejaba de sonreír mientras tomaba su mano y la entrelazaba con la mía.
El médico se puse delante de Kagome con una cosa en la boca, las piernas de ella estaban abiertas, formando una "V". El médico estaba preparado
-Muy bien Kagome… cuando sientas la siguiente contracción puja ¿de acuerdo?-dijo con voz tranquila.
Noté que una de las enfermeras tenía en sus manos una manta para recibir al niño. Observe a Kagome, estaba tan linda… y respiraba tan agitadamente. Sonreí pues como siempre me daba cuenta de que había hecho lo correcto al correr tras ella el día de su partida.
-Muy bien…. ¡Puja!
Noté que apretaba fuertemente la mano y vi su rostro.
-Vamos… sigue-le dije tratando de darle ánimo.
Y al momento siguiente ya había pasado… respiraba hondo.
-de nuevo Kagome… ¡Puja!
-NO-dijo haciendo fuerzas, volvió a apretar mi mano.
Miré al médico, no podía ver lo que ocurría en el preciso lugar del nacimiento.
-Eso es, queda poco. Una vez más… -volvió a decir sin apartar la vista de la zona de trabajo.
Kagome gritó, El médico le daba palabras de aliento y yo le susurraba…
-Queda poco, amor… solo un poco más-Y al momento siguiente vi que sonreía.
Se hizo un silencio y, sin poder despegar mi vista de la cara de ella, el llanto de un bebe inundo el lugar.
-¡Excelente Kagome!-dijo el Médico contento-Eres madre de una linda niña.
Vi a mi hija, a mi pequeña en los brazos de la enfermera, la cual la puse sobre una pequeña cama.
-Ve a verla-Kagome volvía a hablar en un pequeño susurro.
Solté su mano y sin poder creerlo me acerque. Dos enfermeras la inspeccionaban.
-Es… es… -Pero no pude terminar la frase. Luego de terminar lo que hacían, una de las mujeres la arropó con una manta y la puso entre mis brazos haciendo que quedara mudo.
-Te amo…-escuché la voz de Kagome desde el otro lado de la sala. Yo no podía sentirme más feliz, más completo, más satisfecho y orgullo.
-: Saya :-
-¡Yaaaaaaaaaaaaaa!
- Con más fuerza.
-¡Yaaaaaaaaa¡Yaaaaa¡Yaaaaaaaa!
-Eso es, un poco de más energía Toshiwa.
-¡Yaaaaaa¡Yaaaaaa!
-No pierdan el ritmo.
-¡Yaaaaaaaaaaaaaa!
-Más arriba esa pierna Kitou
-¡Yaaaaaaaaaa!
- ¡Muy bien, Saya!
-¡Yaaaaaaaaaaaaaaaa!
-Eso es todo.
- ¡JIA! -dijimos todos al unísono
-Bien, tomen asiento-dijo el profesor mientras volvía al centro de la sala y nos miraba juntando sus manos, como si fuera a rezar-Espero que esta clase leshaya llenado el alma. Dejen salir toda aura negativa de sus corazones. Vivan llenos de gracias. La sabiduría esta dentro de cada uno, solo deben encontrarla.
Inclino la cabeza haciendo una reverencia. Todos, los 10 que estaban dentro de la sala, nos inclinamos hacia él respetuosamente.
-¡Bien!-dije luego de que el Sensei Kamiya se había retirado-Me siento muy bien.
-¿Harás algo esta noche?-me preguntó una de mis amigas del Dojo.
-Mmmm-pensé durante un momento, tenía una cena en casa de mi padre, pero no deseaba asistir, aun estaba un poco molesta-No-dije finalmente algo triste
-Genial. Vamos a ir todos juntos a comer Ramen a la casa de Toshiwa-dijo empujándome levemente de forma significativa.
-Ya veo…-enterarme del panorama no me levantó muchos deseos-¿Sabes? recordé que tengo una comida en casa de mi padre.
-¡Oh!-Parecía un poco desilusionada-Te arreglaste con él ¿verdad?
-Sí-respondí sonriendo irónicamente.
La verdad era otra. Hacía dos semanas que no me hablaba con él, me sentía un poco vacía por causa de ello. Al recordar el motivo de la disputa sentí deseos incontrolables de descargar mi rabia.
-Sabes… me quedare un poco más-y me despedí.
Esperé hasta que todos se fueron y me quedé sola en la sala. Tome una vara de bambú y me puse en posición. Golpee fuertemente el aire, causando un sonido de roce. Descargué todo mi enojo ejercitándome.
-¡Yia!- Decía al golpear. Me sentía bien. Era mucho mejor hacer eso que pelear con papá y su estúpida novia.
Al ver la cara de esa mujer sentí más furia, tomé la vara con mucha fuerza, más de la debida, azotándola contra el piso.
-Me parece bien que descargues tu ira de esa forma-levante la cabeza al escuchar la voz y vi parado en la entrada de la sala a al sensei.
-Yo…-dije apenda-Lo siento, no quise romperla.
-¡Oh! No tiene importancia-me dijo mirándome cariñosamente.
Era un hombre ya entrado en edad, tenía una larga barba más un bigote. Era alto y tenía ojos oscuros. Cada vez que lo veía me recordaba a un papa Noel delgado.
-¿Qué es lo que te molesta?-dijo sentándose en el suelo con las piernas cruzadas e indicándome que hiciera lo mismo frente a él.
-No es nada-mentí. No sabía muy bien por qué….
-¿Por nada rompes el material de Dojo?-Me sonrojé al escuchar sus palabras, mas estas no tenían un acento de reproche, sino de entretenido.
-¿Kamiya-sama?-dije lentamente y agachando la cabeza
-Dime-Sonreí al escuchar lo calmada que parecía su voz.
-¿Qué hace usted cuando esta muy molesto?
-Oh… buena pregunta-El miró el techo, pensando-Mmm…
-Disculpe, si no quiere responderme, no… yo no debí-Me sentí un poco avergonzada al hacer esa pregunta, tal vez era demasiado personal.
-No, para nada. Sabes… cuando estoy muy molesto busco a alguien con quien estar-dijo asistiendo con la cabeza.
-¿Sí?-me costaba un poco creerle.
-Claro, necesito llenar con cariño aquel vació producido por la amargura.
Pensé durante un momento sus palabras. Es verdad, si tenía algún problema debía buscar aquello que más me agradaba.
-El estar con aquella persona que quieres te hace sentir que nada en este mundo de afectara mayormente. Todo en este mundo esta en par… tus ojos, tus manos, tus piernas…
-¿Tengo dos corazones?-pregunté levantando una ceja. Eso logro que mi maestro se riera.
-Cuando encuentras a la persona indicada… los corazones se unen y laten juntos-dijo en un susurro.
Me sonrojé al escuchar sus palabras. ¿Entonces mi padre había encontrado su corazón par?
-Debes dejar que aquello que atormenta tu mente no afecte en tu corazón-acompañaba cada palabra señalando el lugar indicado-Tu padre nunca cambiara a la mujer que tuvo a su lado, pero debes permitirle reconstruir aquello que ella se llevo al cielo.
-Pero me es tan difícil-dije tratando de mantener la calma-Esa mujer es… es tan diferente a mi madre.
-Eso es mucho mejor que si lo fuera-dijo sabiamente
Sí, es cierto. Sentí alivio… la angustia había desaparecido. Las palabras del Sensei lograron que yo entendiera lo significativa que era esa mujer para mi padre y el papel que pretendía tomar, uno completamente nuevo, no un reemplazo. Quizás debía darle una oportunidad.
-¿Sabes?-habló luego de un segundo-Tú me recuerdas una leyenda.
-¿Si?-me pareció asombroso.
-Sí ¿Conoces la leyenda de Sango, la exterminadora?-pregunto con mucho énfasis.
Pensé durante un momento. El nombre me sonaba mucho pero no podía recordad a qué. Seguramente lo había escuchado por alguna parte. Pero no… no sabía la leyenda. Negué con la cabeza.
-Pues entonces te la contare-Dijo con una sonrisa en los labios-Sango, vivió hace 500 años, en una de las eras más antiguas de nuestro Japón, donde vivian demonios y moustros. Ella era la última de los exterminadores. Viajó durante mucho tiempo buscando a su hermano muerto por todo elpaís junto a sus amigos.
-¿A su hermano muerto?
-Sí, ella deseaba con todas sus fuerzas encontrarlo pues estaba bajo un horrible maleficio. Estaba muy angustiada, no había forma de quitar la tristeza dentro de su corazón-se detuvo y luego continuó-Bueno, un día conoció a un monje, con el paso del tiempo ella se fue enamorando de él, ese hombre la ayudo a encontrar a su hermano ¿Entiendes?
-No-dije con sinceridad.
-Jajaja… Saya, Sango encontró a su hermano gracias a que el monje llenó su espacio en el corazón. El amor hacia el monje la mantenía en piel y el apoyo de él la ayudaba a seguir adelante. Hubo muchas veces en que se sintió abatida, su fuerza no la ayudaba, ni las técnicas, las batallas aun que fueran ganadas no lograban demostrarle el camino a la felicidad, pero un simple sentimiento logró que ella cumpliera su sueño.
Sonreí algo emocionada.
-Se cuenta que si tu juntas las manos con el hombre que más amas y rodeas esa unión con un rosario color negro, el amor que existe entre la pareja perdurara a través del tiempo-dijo levantándose. Se dirigió a la salida, abrió la puerta corredora, pero se detuvo antes de salir-Incluso después de la muerte.
-¿Él le correspondió?-pregunté rápidamente al ver que se marchaba.
-eso tendrás que averiguarlo tú.
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Entré en uno de los baños, me miré en el espejo y me vi reflejada. Mi cabello café estaba firmemente tomado con un elástico rojo, pequeños mechones a cada lado de la cara que llegaban hasta un poco más debajo de mis orejas, y un flequillo con no cubría toda la frente, dejando un pequeños espacio en medio. Miré también mis ojos los cuales son del mismo color de mi pelo, y arriba delineados con un bello color rosado. Me sonreí a mi misma.
Tomé mis cosas y partí camino a la casa de mi padre, buscando entre las tiendas un rosario color negro.
Fin del séptimo capítulo!
Notaron el papel de Saya? Oo ¿verdad?
Bueno, espero que sí! Besitos a todos, saludos y pongan la fe en lo que más quieran :) (P.C.)
Sa-yo-na-ra
