Chap 3: La Pasión Incontrolable de Ginny

La Mañana comenzaba a asomarse en la escuela de Magia y Hechicería, los débiles rayos del sol llegaban a la ventana de las alumnas de 6° de Grynffindor, pero el sol se detuvo en un hermoso rostro pálido, que dormía plácidamente, cubierto de pecas cafés, que daban un aire infantil a la que ya era toda una mujer.

Ginny Weasley, que entre sueños le rogaba al sol que se corriera de su cara, buscando resguardo se tapo con la sábana mas cercana, pero el sol cada vez era más intenso y mas directo en dirección a la joven, así que una acalorada pelirroja, tuvo que rendirse, y a regañadientes levantarse de la cama, media somnolienta camino entre las camas de sus compañeras de cuarto al baño, y con una actitud digna de su casa entro directamente a la ducha, dejando que el agua tibia recorriera su cuerpo, lavándose con delicadeza cada zona, masajeando su larga cabellera cobriza, y para terminar su baño se lavo los dientes, enrollándose en una toalla, salió del baño, sonriendo al notar que sus compañeras aun no se levantaban.

Era extraña esta situación, ya que ella siempre era la ultima en levantarse, ya que era demasiado perezosa. Miro hacia la pared mientras comenzaba a encremarse y pensó que realmente era una tonta al notar la hora que era. Ella solamente se había levantando por el maldito sol que no la dejaba dormir, gruñendo, se acerco a su velador, y comprendió que claro como se iban a levantar si eran las 5:40 de la mañana, suspiro dejando el reloj donde estaba, que envidia le daban sus amigas que aun seguían en el mundo de los sueños, mientras ella estaba muerta de frío, bañada, en pie y sin sueño para volver a acostarse.

No le quedo otra opción que vestirse con una ropa cómoda para el dí, lentamente mientras acomodaba su polera se acercó al tocador, viendo su reflejo en un pequeño espejo, con un movimiento casi automático, tomo su varita, apuntando hacia su largo cabello mojado, e hizo un hechizo para que se le secara de un segundo a otro, quedando perfectamente ondulado y largo hasta la cintura, se miro, sonriendo por el resultado y aplico un poco de maquillaje en su rostros, en especial en sus grandes ojos azules, luego se alejo unos centímetros del tocador, mirándose, a ver si todo estaba en su lugar, levantándose en puntillas para mirar su falda:

- Demasiado Larga- dijo, midiéndose la prenda con su mano, y sin dudarlo les dio unas vueltas hacia arriba, dejando ver sus largas y blancas piernas- Ahí si Virginia- se miro de nuevo cerciorándose que todo su aspecto físico estuviera bien, estaba perfecta, sonriendo se acerco al armario saco su bolso, coloco unas cuantas cosas, lo cruzo por su abdomen, y avanzo hacia la puerta, cerrando despacio para no despertar a nadie, y bajo por las escaleras. Ya eran las siete, así que ya habían unos pocos alumnos de 6° y 7° abajo, la pelirroja se detuvo a ver el panel común, viendo se había algún tipo de novedad, al no ver nada, se dio la vuelta, saludo a los chicos, que la devoraban con la mirada, sin ningún tipo de disimulo, y se dirigió al Gran Comedor, avanzando con su caminar pomposo, moviendo de forma exagerada sus caderas, percatándose al avanzar que casi todos los alumnos de la casa de Slytherin estaban ahí, al notarlo, ella levanto mas su cabeza y paso por enfrente de ellos de manera altiva pero sensual, los Slytherin se detenían a mirarla, sonreían de lado, se saboreaban al ver como se movían sus piernas, la miraban como un animal al que hay que comer, a veces le tiraban piropos no del todo agradables, como por ejemplo: ¿Cuanto cobras Weasley?.

Sin tomarlos en cuenta, ya que sabia que aunque ellos la desearan fervientemente, jamás la tendría, se sentó en el lugar de siempre y desayuno plácidamente su liviana ración. El lugar se iba llenando cada vez mas de alumnos con evidente cara de sueño, pronto llegaron sus amigas, que sonriendo se acercaban a Ginny, acomodándose al lado de ella, platicaron un momento, comieron y luego el cuarteto partió a su primera clase, Pociones.

Al llegar, las cuatro se sentaron en los puestos de adelante, conversaron un momento hasta que llego el simpático profesor Snape, con su forma tan particular, como siempre saliendo desde las penumbras, de lo que los alumnos pensaban, debía ser su hogar, con su típica capa negra, caminando lentamente, con una sonrisa de lado, el cabello ahora lacio, limpio y acomodado en una pequeña cola baja. Miraba siempre hacia un punto muerto en el salón, para luego comenzar a hablar, de forma grave y profundo, con ese toque de ironía, marca registrada del treinton:

-Que esperan, saquen sus libros, o acaso ¿Debo mandarles una carta de invitación para que lo hagan?, lean sobre la poción de la Inteligencia, donde todos ustedes tendrían que tomarse una buena dosis- dijo se dio la vuelta, sonriendo tras su mordaz comentario, y comenzó a apuntar las instrucciones de los ingredientes, en esa antigua pizarra.

Ginny abrió su libro, sin prestar atención en el objeto, si no en el hombre que estaba a pocos metros de ella. Sus ojos lo escudriñaban, analizaban cada forma de su cuerpo, su ropa, sus facciones, todo. Hace cuanto ella estaba obsesionada con mirarlo y no parar de hacerlo, honestamente, no sabia, ya había perdido la cuenta, de cuantas veces se había pillado así misma haciendo lo que estaba haciendo ene se preciso instante. Se suponía que a ella le gustaba Harry Potter, siempre había sido así, era como una sentencia que había asumido hace años, pero él estaba preocupado de otros asuntos, como siempre lo veía, sin mirarla como mujer, sino como la hermana de su mejor amigo, y como todos estos años, no la había tomado en cuenta, no se percataba de sus sentimientos, siempre era una mirada de cariño, nunca de amor.

Saliendo de sus cavilaciones, siguió mirando a su profesor, fijándose en especial en su rostro cetrino, su mirada seria, su ceño levemente fruncido, sus labios delgados y opacos, sus gruesas y varoniles cejas:

- ¿Por que siempre es tan duro, tan insensible, tan hosco, tan injusto- pensaba Ginny mientras mordía su lápiz, con desesperación, apretándolo cada vez mas con sus dientes, mientras sus pensamientos eran mas y mas atrevidos, sin dejar de mirarlo, de seguir cada uno de sus gestos- tan misterioso, tan culto, tan hombre?...

Snape termino de escribir la poción, bajando su varita, sintió que alguien lo miraba, estaba de espalda, así que como siempre se dio la vuelta, mirando primero hacia la salida, para luego dirigir su mirada hacia el punto de donde sentía esa fuerte sensación, y se encontró con dos grandes y tiernos ojos azules sumamente conocidos, al posar su mirada en ellos estos rápidamente miraron para otro sitio, acompañados por un rubor excesivo y notoria en la piel tan blanca de su dueña. Snape noto que la muchacha se había sonrojado, su piel y su actitud posterior delataban su nerviosismo, se dio la vuelta, pensando y analizando lo que había visto, su aguda mente tenia ya todo archivado en su disco duro, sonrío, mientras se sentaba en su escritorio, sin parar de pensar en lo que había sucedido, revisando algunos trabajos, y con disimulo, mientras ponía las calificaciones, miro a Ginny, como en todas las clases lo hacia, siempre se robaba su atención, el parecido físico con un antiguo recuerdo era tan evidente, que sentía que podía viajar en el tiempo. Miraba ese pelo, tan largo, tan de fuego, las elegantes facciones de rostro, tenia esa cara de ángel, mezclada con una sensualidad que comenzaba a aflorar en esa etapa de desarrollo, y que decir esas: "Para que negarlo, esas piernas"- sonrío al ver como se mostraban por debajo de la pequeña falda de la muchacha, no podía evitarlo la encontraba hermosa, pero lo que le llamo la atención es que ella también lo mirara, la había descubierto mas de una vez en este ultimo tiempo, la sentía recurrentemente, como sus ojos azules estaban fijos en él, pero no prestando atención a los contenidos de la clase, sino que en él.

Sonriendo nuevamente, como solía hacerlo desde que este juego había comenzado, dejo la pluma en el tintero, tomo una especie de cucharón y se levanto de su silla, había llegado la hora de analizar la tarea de sus pupilos, se dirigió hacia los alumnos, caminando lentamente por el oscuro pasillo, sonriendo, y comenzó a revisar poción por poción, la revolvía, la olía, le miraba el color, saboreándose con los rostros asustados de todos sus alumnos, y por supuesto casi todos fueron regañados por los malos resultados, que siempre le resultaban un insulto hacia su materia de especialidad. Ya llegaba al final de la primera fila (para el última ya que revisaba de atrás para adelante), sabiendo quien estaría ahí. Pasó por el puesto de Ginny, sonrío con una extraña mueca, podríamos decir que era coqueta, miro a la pelirroja de una forma disimulada para el resto, pero significativa para ella, luego "reviso" la poción, pero apenas la miro, solo hizo movimientos sin sentido, luego levanto la cabeza y la miro directamente a los ojos, percatándose de un leve tono rojizo en sus mejillas:

- Esta buena su poción Weasley, puede retirarse- sentencio, mirándola solo un segundo y se dio la vuelta hacia su escritorio.

Ginny quedo impactada, sin escuchar como sus amigas la felicitaban, su mirada estaba perdida en esa túnica negra. Se juro que había visto que él le había dedicado una sonrisa, eso la hacia sentirse bien, pero no sabia por que, luego lo miro con la misma intensidad que hace unos momentos, la atraía tanto, sentía una especie de imán hacia él, se deleitaba solo con ver su andar, ese ser siniestro de cabello oscuro y tez blanca, la volvía loca ese fur fur que hacia su capa, no sabia lo que le estaba pasando, se desconocía a ella misma, mas aun se sorprendía a si misma con esos pensamientos tan osados que tenia hacia su profesor- esa sonrisa, su mirada- pensaba Ginny, aun estática en su lugar, sin escuchar al resto de la clase que comenzaba a pararse para marcharse, al reaccionar, tomo sus cosas y se fue, tropezando con las patas de la mesa, sin dejar de mirar a Severus Snape, que seguía con la vista fija en un papel que estaba reposando en su escritorio.

Ginny se retiro de las mazmorras, mirando a su profesor hasta donde pudo, casi chocando, sin darse cuenta que él de cierta forma, podía notar perfectamente esa actitud, echa una gelatina, desparramada, con unas cosquillas que bajaban y subían por su piel, provocándole una sensación constante de vértigo.

Feliz corrió por el pasillo, caminaba radiante, buscando alcanzar a sus amigas, mirando por todos los rincones, recordando que tenia un trabajo que hacer, que el mundo no se detenía por sus divagaciones sentimentales, necesitaba unos libros, así que decidió ocupar su tiempo en algo productivo, entro a la biblioteca, dejo sus cosas en una de las mesas mas cercanas, y se dispuso a buscar el libro que necesitaba, por esas enormes estanterías:

- Lunas, lunas, donde esta el libro, donde...- miraba la pelirroja, con su dedo subiendo y bajando por los lomos de los antiguos libros, de repente dejo de murmurar para si, ya que escucho una voz que conocía al revés y al derecho, afinando mas su oreja reconoció que era la voz de Harry y la otra la de su hermano Ron, estaban en el mismo estante que ella, pero por el otro lado. Ginny se quedo ahí paralizada, logro mover su cabeza, y pudo ver entre los libros, a los dos jóvenes leones, en especial al de cabellera oscura, al fijar sus ojos, sintió que su propia respiración se cortaba, siempre le pasaba cuando veía a Harry.

Este se veía sumamente angustiado, estaba apoyado sobre unos libros, su rostro estaba sumamente apretado, las gafas en el borde de su nariz, y miraba a Ron fijamente, jugando con sus manos nerviosas, mientras su hermano le ponía una mano en el hombro, tratando de calmarlo:

- Harry no crees que es tiempo de que busques a alguien- sugirió Ron, mientras, sonreía de lado, dándole un apretón en el hombro al chico.

- Tú sabes que no puedo Ron, yo termine con Cho, se que estoy libre, pero no puedo mirar a otra mujer, por que aun la amo- sentencio el muchacho mirando el suelo.

Ginny al escuchar esto sintió una estaca que la atravesaba, tomo aire, agarrándose el pecho, y tratando de caminar lo mas silenciosamente posible, se dirigió hacia su mesa, sentándose bruscamente, con la mirada ida, mientras unas rebeldes lagrimas comenzaban a caer por sus mejillas. Se desplomo encima del escritorio, donde lloro silenciosamente.

Tras pasar un tiempo en una de esas tantas tardes de lunes, Ginny se apresuró en comer, tenia su corazón acelerado, y sabia perfectamente por que, solo quería llegar antes a las clases de pociones, quería verlo, tras los sucesos pasados en la semana, las desilusiones vividas y la actitud que estaba ella tomando frente a cierto personaje, estaba segura de lo que sentía, era algo sumamente lógico de concluir, obviamente era algo errado, pero que mas da, la vida no siempre era justa, solo tenia que ver su situación con Harry para darse cuenta.

Arreglo sus cosas para levantarse de la mesa, dijo algunas excusas a sus amigas y avanzado por el pasillo en dirección a las mazmorras. Quería estar con él a solas, en el camino se detuvo rápidamente, fue al baño, se repaso el maquillaje, se hecho perfume, arreglo su cabello, y se dirigió hacia su destino final, ósea, a las mazmorras.

En silencio abrió la puerta, asomando de a poco su cuerpo, noto que la sala estaba completamente vacía, sonrío para si, y avanzo hacia su habitual puesto, se sentó en los primeros sitios, acomodo su bolso, arreglo su falda, para que se le vieran mas sus piernas, apretó sus mejillas, para sonrosarlas, arreglo su cabello dejando hacia un lado, y se cambio de lugar, para quedar enfrente de su maestro.

Desprevenido Severus sacaba los utensilios que usaría en su próxima clase, mirando el reloj se dio cuenta que aun tena tiempo, así que sacándose su capa, quedándose solo con una camisa, comenzó a tomar todos los frascos necesarios, y sin mirar entro en el aula, con una gran cantidad de recipientes, avanzando con dificultad los dejo en su escritorio, dando la espalda a los asientos de sus alumnos, aun con la cabeza fija en el suelo, se sentó, respirando, tomo uno de los frascos, levantando en algo su cabeza, y pudo ver a través de el una gran cabellera rojiza y se dio cuenta que estaba siendo observado, carraspeo un poco, algo sorprendido, y alzo su cabeza para poder mirar bien a la muchacha:

-Weasley- dijo en un tono normal, seco - ¿Que hace aquí?, faltan 15 minutos para la clase, no sabia que le gustaba tanto Pociones- lanzó lo ultimo con ironía.

- Lo que pasa profesor- mintió Ginny- Es que no tenía nada que hacer, así que preferí venir para acá.

- Ah- dijo Severus con una sonrisa en el rostro, mirando como la muchacha estaba algo nerviosa. Volvió su mirada hacia los frascos y exclamó- Entonces comience a hacer algo productivo Weasley, venga y ayúdeme a ordenar los frascos, no requiere mucho trabajo mental, no se preocupe.

Ginny hizo caso omiso a sus comentarios mordaces, se acerco hacia el escritorio del maestro, se sentó en la silla que estaba cercana a la de él, y jugándose todas sus cartas, se subió la falda disimuladamente, cruzando las piernas de una manera extremadamente coqueta, mostrándolas en todo su esplendor. Lentamente tomo un frasco, y como si todo fuera normal, siguió las instrucciones de Snape, lo etiqueto. Armándose de valor y sacando todo su instinto de mujer, pronuncio con una voz sensual :

- Esta bien así profesor- bajando el frasco a la altura de sus piernas, mostrando la etiqueta.

Severus la miró a sus ojos, y luego bajo por el cuerpo de la muchacha, deteniéndose en el lugar donde estaba depositado aquel frasco, y vio esas hermosas piernas que la joven le estaba mostrando, no era estúpido, sabia que ella se estaba insinuando. Subió su mirada nuevamente y muy despacio se pronuncio:

- Si- dijo Snape mirando a la joven, manteniendo la mirada, para luego entrecerrar los ojos, y volver su vista a las piernas de la muchacha, sonriendo al notar, que ella también lo miraba, y también sonreía. No pudo contener ese impulso que comenzaba a surgir dentro de él, estaba sintiendo mucho calor en todo su cuerpo, y la pelirroja estaba ahí, puesta en bandeja enfrente de él, podía notar el deseo de ella en sus ojos, sin mas se acercó a ella, quedando con su rostro frente al de ella, a escasos milímetros, recibiendo por su nariz un exquisito aroma a flores, cerró los ojos, y lo aspiró con fuerzas, moviendo su rostro, para sentirlo mejor, para llegar cerca de su oreja, acercando su boca le susurro:

- ¿Que pretendes?-

Ginny sonrío, al escuchar como su profesor no se iba con rodeos. Sabia que no estaba dispuesta a perder otra oportunidad, aunque pudiera salir perdiendo aquí, se la iba a jugar, le gustaba este excéntrico hombre, que podía hacer contra ello, solo dar todo. Acercando su boca a la oreja de su profesor le susurro:

- ¿Que quieres que pretenda? – respondió segura, olvidando que él era su profesor, que era mucho mayor que ella, que lo que estaba haciendo no era correcto.

- Muchas cosas- dijo él suavemente, alejándose un poco para poder quedar enfrente de su rostro, para poder mirarla y descifrar las sensaciones de la pelirroja, tomo su rostro, se iba acercando cada vez más, mirando sus ojos y luego su boca, ya no podía evitarlo, la iba a besar, veía como esos labios juveniles se entre abrían para darle acceso a los de él, las distancias ya no existían, las manos de el se adentraban ahora por esa frondosa cabellera de fuego, mientras seguía su camino hacia los rojos y vivos labios de la muchacha.

El ruido los alertó, los pasos de los alumnos através de la escalera se sintieron cada vez mas fuertes, se separaron bruscamente. Las primeras que entraron un poco enfadas fueron unas amigas de Ginny, que la miraron extrañadas a ver el pelo de esta algo desarreglado y su cara absolutamente roja:

- Ginny, ¿Por que te fuiste?, acaso no recuerdas que tenías que hacer el trabajo de Transformaciones- exclamo la primera, mirándola enojada.

- Perdón, tuve una urgencia- dijo Ginny levantándose de la silla donde estaba antes con Snape, que se había levantado, y aun tratando de tomar la compostura miraba a la pelirroja. Ginny voltio su cabeza mirando a Snape coquetamente, tras la frase que había dicho, acomodándose su ropa y su cabello, mientras los alumnos entraban, distraídos hacia sus respectivos asientos:

- Así que no tenias nada que hacer… interesante- susurró Snape pasando por al lado de ella, procurando que solamente Ginny oyera, siguiendo su camino hacia el fondo de la sala, y desapareciendo en la misteriosa puerta que estaba al fondo.

La clase transcurrió de forma normal, excepto para dos personas. Solo faltaban 5 minutos para que terminara la hora de Pociones, la pelirroja, para variar, no tomaba atención ni de sus amigas ni de las palabras que el profesor decía, solo maquinaba que hacer ahora:

- Tengo que hacerlo hoy- pensó Ginny, dándose fuerzas- lo haré- tras esto una sonrisa traviesa comenzó a dibujarse en su rostro, mirando hacia los lados y ver que todo el mundo estaba absorto en su propia tarea, Ginny vio su caldero, y con decisión lo empujo sutilmente con su mano, provocando que toda la poción quedará vertida por el suelo. Todo el mundo quedo mirando, asustados, no queriendo estar en el lugar de Ginny, mientras que cierta persona miraba a la muchacha, el timbre resonó en la sala, y toda la gente comenzaba a desocupar:

- Weasley, tienes 20 puntos menos para tu querida casa, y por supuesto quédate a limpiar todo este desastre- dijo Snape, dedicándole un sonrisa burlesca- Y el resto salgan, o acaso quieren mas tarea –

Todos los alumnos asustados frente a esa proposición, abandonaron la sala. Las amigas de Ginny dándole una sonrisa de apoyo fueron las ultimas en salir, cerrando la puerta. El y Ginny quedaron completamente solos, ambos se miraron por unos segundos:

- Esto era lo que querías- dijo Snape levantándose de su asiento, acercándose un poco a ella y haciendo un movimiento con la varita, selló la puerta.

- Si- dijo Ginny parándose y acercándose sensualmente a él, decidida.

- Entonces…- dijo Snape no aguantando mas, acorto la distancia, la tomo entre sus brazos y la beso apasionadamente, atrapando esa boca inexperta, sintiendo como ella respondía al compás que él marcaba. El calor inundo la sala, y con sus manos apretó a la pelirroja, deslizando sus manos por debajo de la tunica, bajando sus manos por su espalda, tomándola de su cadera, y con mucha fuerza la subía encima de él, sin descuidar esa suave boca, mientras ella respondía su llamado, lo abrazaba, apretaba su camisa, y lo besaba con la misma pasión que él, enrollando sus piernas en la cintura del profesor, atrapándolo, descubriéndolo, con nerviosismo, desabotono el cuello de la camisa y le dio un mordisco a su cuello, subió por el con su lengua y lo mordió en el mentón, subiendo son sus manos por su cuello, soltando su cabello y adentrando sus dedos en su nuca. El entendió lo que quería, apretando sus manos en su cadera, avanzó por el salón, descubriendo la piel de la joven debajo de esa traviesa falda, sintiendo la suavidad de cola, la tomo y saboreo a su deleite, avanzando y la acerco al escritorio, apoyándola en el borde.

El calor los inundaba, Severus sentía como la excitación lo dominaba, sin pensar, con una mano tiro todas las cosas que estaban encima del escritorio, y puso a Ginny encima, sujetándole los brazos y besándola apasionadamente, sin ningún cuidado, llevado por la lujuria, poniendo el peso de su cuerpo sobre el delicado cuerpo de ella. Esta se soltó de las ataduras de sus manos, y lo tomo por el cuello, sentándose, y lo empujo mas hacia ella, buscando esos labios con los que había soñado y comenzaron a besarse sin parar, recorriendo cada rincón de esos labios que volvían a tener vida. Ginny termino aquella labor que había comenzado hace unos minutos, y saco la camisa de su maestro, mirando aquel torso desnudo, firme y esculpido, pasando sus manos por cada relieve, él le desabotono la blusa y comenzó a acariciar esa tersa piel casi tan blanca como la nieve, mirando lo delicado de su ropa interior, pasando su mano sobre la tela, bajando por su estomago, con la vista fija en sus pechos, mientras que ella acariciaba sus perfectos pectorales, se besaban, se abrazaban, y volvían a tocarse.

Ginny ansiosa, boto el cinturón de su profesor, y bajo sus pantalones, recostándose sobre el escritorio, abrió sus piernas, haciéndole espacio a su maestro, apoyando sus pies en la orilla del escritorio, mirándolo fijamente, mordiendo su labio inferior, mientras el se acomodaba entre ella, tomando sus caderas, pudo sentir como su profesor entraba en ella una y otra vez.