Hola a todos de nuevo, veo que nadie me ha dejado su opinión, lo perdonare porque sé que en realidad en el prólogo no se dice nada interesante. Aquí comienza la historia de verdad y me gustaría, por favor, que me dejarais vuestras opiniones, sean positivas o negativas.
Bueno, espero que os guste, desde luego yo lo he escrito con toda mi ilusión, y ya os dejo que lo leáis. Alhana Starbreeze.
Declaimer: Todo lo que reconozcáis pertenece a J. K. Rowling, lo que no es mío.
Capítulo 1: "Pesadilla"
Eran las tres de la mañana cuando Draco Malfoy bajaba del poyete de la ventana en el que había pasado la mayor parte de la noche, sufriendo su ya habitual insomnio. Algo tendría que hacer, hacía al menos un mes que no dormía con normalidad, como siguiera ese ritmo no llegaría a las vacaciones de Navidad. Y toda por aquella estúpida imagen, cómo él, todo un Malfoy podía haber quedado prendado así de una chica como esa. Él que se jactaba de jugar con el amor siendo indemne a él. Desde luego aquel no había sido un buen inicio para su sexto curso en Hogwarts.
FLASH BACK
Draco, como cada año, había llegado a King Cross acompañado por su queridísima madre, Narcissa Malfoy. Todo iba normal, a pesar de lo acontecido a finales del curso anterior cuando su padre fue mandado directamente a Azkaban. Algunos alumnos lo miraban con recelo, pero aquello había sido la tónica habitual durante los cinco años anteriores, con la diferencia de que ahora no sabía si lo miraban así por él o por el hecho de que su padre fuera un mortífago escapado de la prisión mágica de alta seguridad.
Ignorando, como siempre, la mayoría de aquellas miradas, Draco Malfoy se despidió de su madre, delante de la barrera que separaba los andenes nueve y diez. La conversación era la habitual, su madre intercalaba sus típicas preocupaciones de madre con las protestas por tener que compartir la estación con aquellos asquerosos muggles.
Draco cogió su carrito, con su baúl y su adorada lechuza, y se encaminó a la barrera de separación. La atravesó y se encontró el ya familiar Expreso de Hogwarts. Aquel emblemático tren del siglo XIX, rojo brillante (fallo, con lo bien que estaría pintado de verde, pero son las consecuencias de tener un Gryffindors como director) y con el humo que marcaba el camino recorrido. En ese instante Draco suspiró aliviado, al fin estaba en su lugar, alejado de todas esas cosas que lo habían estado preocupando durante el verano.
Subió al tren dispuesto a ocupar su lugar en el vagón de prefectos, recorrió el tren y llegó al confortable lugar que le pertenecía. Aunque allí habría algo que le incomodaría, allí se encontraría con la pesada de su novia: Pansy Parkinson. Pero muy contrario a lo que Draco esperaba, no encontró a Pansy, sino a algo que lo marcaría para el resto de su vida.
Draco abrió la puerta, y lo primero que encontró, allí, justo delante de sus narices y sin que él lo hubiese esperado, fue a la chica más maravillosa que nunca había visto. En un principio, y en su estado de shock, Draco no reconoció a aquella chica. Era casi tal alta como él, que aunque nunca había destacado por su altura, había crecido considerablemente durante ese verano; tenía un brillante cabello pelirrojo y liso que le llegaba a la mitad de la espalda; ese cabello que hacía resaltar esos grandísimos ojos turquesas que adornaban su cara. Todo eso conjugado con la negra túnica del uniforme de Hogwarts. La chica charlaba animadamente con alguien que Draco no vio, debido a que no podía despegar los ojos de la pelirroja, intentando escudriñar su mente en busca de un recuerdo en el que encajar a aquella chica.
Su mente Slytherin comenzó a reaccionar y a pensar con algo más de claridad. Allí sólo había prefectos, por lo tanto solo había chicas de quinto, sexto y séptimo. A las perfectas de sexto las conocía a la perfección, ya que habían sido sus compañeras por seis años. Y una cosa estaba clara esa chica no era ni Pansy, su novia (no caería esa breva), ni la rubia Hanna Abbot, ni la gemela Patil, y desde luego no era la sangre-sucia Granger. Respecto a las de séptimo, aquella chica tenía demasiada cara de niña para pertenecer a ese curso, así como que al menos de vista Draco conocía a las cuatro chicas. Eso solo dejaba a las nuevas prefectas de quinto. ¿A qué casa pertenecería? Och... sería tonto, para averiguar a que casa pertenecía tan solo tenía que mirar el escudo bordado en su túnica.
Draco, haciendo un gran esfuerzo, consiguió salir de su absortamiento para llevar su mirada desde la cara de la chica al emblema de su túnica. Lo que vio en ese instante fue la opción que menos le agradaba. La chica era una Gryffindors. Espera un momento Gryffindors, pelirroja¿con quién estaba hablando? Draco desvió la mirada momentáneamente hacia el interlocutor de la chica para encontrarse con uno de sus mayores enemigos: Ronald Weasley. Para su desgracia (se dice que la ignorancia hace la felicidad) ya sabía quien era aquella maravillosa chica: Ginny Weasley, la menor de los pobretones Weasley, que para más INRI y si no recordaba mal, salía con un Gryffindors de sexto, Dean Thomas y llevaba enamorada desde la más tierna infancia, como bien era sabido por todo Hogwarts, de la persona a la que Draco más odiaba entre todos los alumnos del colegio: Harry Potter.
Lo único que Draco pudo pensar en ese momento fue que debería ir olvidándose de tener algo con la pelirroja, ignoraría su existencia y seguiría adelante con su vida. No sabía lo equivocado que estaba.
FIN DE FLASH BACK
Desde el primer día de clase no había hecho otra cosa mas que seguirla con la mirada. Esperar con ilusión que ella le regalara con una de sus maravillosas sonrisas, que le dedicara una mirada aunque fuera. No pasaba ni un segundo sin que pensara en ella, tenía verdaderas dificultades para conseguir mantener, aunque tan solo fuera un poco, la atención en clase, y allí al menos no estaba ella. Las reuniones de prefectos se convirtieron en horas para contemplarla, aunque siempre de reojo, si Ron Weasley lo descubría mirando a su hermana lo mandaría directo a la enfermería y por una buena temporada. Pasaba las noches viendo su sonrisa, sus ojos y pensando las ganas que tenía de besarla, abrazarla y sentirla cerca.
Su vida se había venido abajo. No dormía, no comía bien¿cómo hacerlo teniendo a unos pocos metros riendo con sus amigos? No podía salir a los terrenos, eso conllevaba verla pasar con su queridísimo novio. En verdad a él también le había cambiado la vida. Draco había cambiado su deporte favorito, ahora en vez de pasar horas fastidiando al trío maravilla, lo pasaba haciéndole la vida imposible a ese idiota de Thomas. Y para disgusto de su padre había tenido que terminar con Pansy, ya que cada vez que la besaba, la abrazaba o tan solo la acariciaba, pensaba en la pelirroja, y aquello era más de lo que él podía soportar.
Tenía que solucionar aquello. Se acercaba el partido de Quidditch entre Slytherin y Gryffindors, y como se suponía que él iba a encontrar la snitch, teniendo la vista fija en una de las cazadoras. Claro que él sabia perfectamente como hacerlo. Tan solo tendría que intimar con la pelirroja, lo cual era casi una misión imposible con Weasley y Potter por allí, en el momento que vieran que se acercara a la chica se le tirarían al cuello. Pero siempre quedaba el casi, y si conseguía que ni Weasley ni Potter lo supieran, pero ¿cómo? Bueno eso tendría que esperar ahora iba a intentar dormir aunque tan solo fueran un par de horas.
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Todo estaba oscuro, un silencio lo envolvía, y lo que era peor, no sabía ni dónde estaba, ni cómo había llegado allí. Aquello era muy extraño, había una espesa niebla que lo rodeaba todo, pero no hacía ni el frío ni la humedad que suelen acompañar a la niebla. El chico de los ojos verdes no conseguía ver más allá de un par de metros, y lo poco que alcanzaba a ver estaba borroso. Se tocó la cara, sí, allí estaban sus gafas, no era él el que veía las cosas borrosas sino esa densa niebla que no dejaba que se definieran los contornos. De pronto escuchó una voz, era una voz de chica, aunque transmitía una gran angustia, Harry se sobresaltó al reconocer la voz:
- No lo haré, nunca lo traicionaré.- La voz que Harry escuchaba era la de Ginny Weasley, en esas pocas palabras su tono de voz había sacado a relucir todo el coraje de los Gryffindors.- Ya me puedes matar que no diré nada.- Se notaba que la chica estaba poniendo sus esfuerzos en que no le temblara la voz, intentaba aparentar ser más fuerte de lo que era.
- Así que eso es lo que quieres, se nota en ti esa estupidez por lo que son famosos los Gryffindors.- Harry también había reconocido esa voz, y los efectos que sufría con cada sílaba que aquella horrible criatura pronunciaba. De pronto empezó a sentir que la cabeza se le partía en dos.- Pequeña, tan solo dime lo que quiero y te dejaré ir.
- Crees que me vas a engañar. No, sé que me vas a matar de todos modos, y lo siento, pero prefiero morir siendo leal a los que quiero que pasar la eternidad sabiendo que te los he vendido.- Realmente Ginny estaba siendo más valiente de lo que Harry esperaba, pero conociendo a Voldemort, y él lo conocía mejor que nadie, la pequeña de los Weasley lo iba a pagar muy caro. Y él sin tan siquiera poder levantarse para ir a ayudarla.
- Así que la pequeña nos ha salido contestona, me recuerdas a alguien, alguien que tenía un pelo tal y como el tuyo, uno que irradiaba fuerza y coraje, y como no me digas lo que quiero vas a acabar como ella.- Harry sabía que hablaba de su madre, que había muerto protegiendo a los que quería.- Así que si no lo vas a hacer por las buenas será por las malas. Crucio.
-Aaaaaaaaah.- Los gritos de Harry y de Ginny se confundieron en el aire.
- Harry, despierta¿qué es lo que te pasa- Harry abrió los ojos para descubrir que estaba en su habitación de la torre Gryffindors en Hogwarts.
- Ginny.- Fue lo único que Harry dijo antes de salir disparado por la puerta de la habitación hacia la escalera que conducía a las habitaciones de las chicas.
Subió los escalones de tres en tres, sabía que estaba totalmente prohibido que los chicos accedieran a aquella parte de la torre, pero también sabía que aquello era cuestión de vida o muerte (parecía que ellos, los escalones, también lo sabían, pues en contra de lo habitual no se convirtieron en la resbaladera que tenían por costumbre). También sabía que no era lo más normal irrumpir en la habitación de cuatro chicas en mitad de la noche, pero necesitaba saber si su amiga, es más casi una hermana para él, se encontraba bien. Su mejor amigo lo seguía con dificultad, aún con la cara blanca tras haber escuchado el nombre de su hermana salir de la boca de Harry.
Harry, tras lo que le había parecido un tiempo interminable, llego a la puerta del cuarto de las chicas de quinto. Entró sin ni siquiera llamar.
- Ginny.- El chico gritó el nombre de la pelirroja, haciendo que las cuatro chicas que allí dormían se despertaran al instante. Mientras tanto su mejor amigo había conseguido llegar hasta la puerta.
¿Harry¿Qué es lo que te pasa¿Has visto la hora que es- La pelirroja no salía de su asombro al ver al chico de los ojos verdes allí de pie gritando su nombre en mitad de la noche. Pero los corazones de los presentes aún tenían que pasar otro sobresalto. En cuanto Harry escuchó la voz de la prefecta se abalanzó hacia ella, la abrazó, levantándola y paseándola en volandas por toda la habitación.
Para cuando esto sucedió toda la torre estaba de pie en el pasillo viendo entre miradas de asombro y envidia como el apuesto chico paseaba en brazos, por toda la habitación, a la afortunada Ginny Weasley.
Por fin Ron salió de su asombro y consiguió reaccionar. Ejerciendo de prefecto y con la ayuda de la siempre atenta Hermione, consiguió disipar a la multitud, mandando a cada uno de los presentes a dormir a sus respectivas habitaciones. Cosa de diez minutos después, Harry había permitido que Ginny posara los pies en el suelo, y tan solo quedaban en la habitación, a parte de unas muy anonadadas chicas de quinto, Hermione, Ron y él.
Decidieron que para aclarar lo ocurrido lo mejor sería que los tres amigos y Ginny bajaran a la sala común. Ron, ejerciendo de nuevo sus poderes de prefecto, mandó a dormir a unas muy decepcionadas amigas de Ginny, que veían escapar la oportunidad de enterarse de lo ocurrido. Dean aún refunfuñaba camino de su habitación, decía algo así como que si un tío entraba en mitad de la noche en la habitación de su novia para pasearla en brazos él tenía derecho a enterarse.
Cuando, al fin, se encontraron solos los cuatro chicos, Ginny fue la primera en hablar. Lo que por otra parte era totalmente lógico, ya que era a ella a la que habían despertado de un grito en mitad de la noche.
- Harry, te doy dos segundos para que me cuentes detalladamente qué leche ha pasado.- Ginny sonó muy firme, lo que unido al sueño que Harry había tenido, le hizo pensar al chico de los ojos verdes que ya no era aquella tímida chica que había rescatado de las profundidades de la cámara de los secretos.
- Eso Harry se puede saber por qué has despertado a toda la torre a base de gritos.- A Hermione parecía que eso de que interrumpieran su sueño no le había hecho ni la más mínima gracia.
Harry les contó detalladamente su sueño, había aprendido que con los sueños es mejor ir con la verdad por delante. Mientras avanzaba en su relato la cara de Ron se iba tornando a un verde un tanto preocupante, Ginny parecía estar manteniendo la calma, pero Harry podía ver como le temblaban las rodillas. Hermione, como sierpe, parecía serena, aunque Harry sabía que los engranajes de su cerebro estaban trabajando al 200. Ella fue la primera en hablar cuado el chico de los ojos verdes calló.
- Creo que deberíamos contárselo al director.
- Yo también lo creo, pero es que son las cuatro de la mañana y no sé dónde encontrar al director a estas horas, lo mejor ser�, que como mañana es sábado, hablemos con MacGonagall para que nos lleve ante él.- Contestó Harry y seguidamente mandó a todos a dormir, mientras él que temía conciliar el sueño, ante la amenaza de nuevas pesadillas se sentaba ante el fuego a leer un libro sobre quidditch.
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Cuando a la mañana siguiente Ginny Weasley se despertó, se encontró a todas sus compañeras esperando expectantes una explicación sobre lo ocurrido la noche anterior. La pelirroja, que no había dormido precisamente bien tras el relato de Harry, no estaba dispuesta a ir prodigando por ahí como Harry Potter la había visto en sueños siendo atacada por Lord Voldemort. Así que sin decir ni una sola palabra, se levantó de la cama y se metió en la ducha, ante la mirada atónita de sus compañeras.
Al salir del cuarto de baño, con su uniforme de Hogwarts y su insignia de prefecta, se encontró a sus amigas en la misma posición que cuando entró media hora antes. La primera en hablar fue Amanda Nelson, que siempre había sido la más atrevida de todas:
- Gin, hablando en nombre de las ocupantes de este dormitorio- desde luego cuando quería Amanda se podía poner muy puesta.- tengo que decirte que a todas nosotras nos gustaría una explicación sobre el hecho de que Harry Potter entrara en esta habitación anoche a las tres de mañana.
- Amy, por Dios, no te pongas tan puesta. De todas maneras no os puedo dar esa explicación que me pedís.- Ginny se dirigía hacia la puerta cuando otra de sus compañeras la interrumpió.
- Pero Gin, reconoce que tenemos derecho a una explicación, uno de los chicos más guapos de Hogwarts entra aquí en medio de la noche gritando tu nombre, para luego sacarte de la cama en brazos y nosotras no tenemos que quedar aquí sin enterarnos de nada.- La que habló en esta ocasión fue Amelia Forest.
- Mia, tienes razón, y si estuviera en mi mano yo te daría una explicación, pero realmente no puedo.
- Bueno, Gin, lo aceptamos, pero dinos la verdad, a que fue un arrebato de amor de Harry hacia ti.- La pelirroja enrojeció hasta la raíz del pelo ante el comentario de Giselle Lacourt.
- Giselle, tienes una imaginación increíble, claro que no fue una declaración de amor de Harry. Bueno si no tenéis más comentarios me marcho, que tengo muchas cosas que hacer.- La chica de los ojos aguamarina salió por la puerta de la habitación con dirección al gran comedor.
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Draco Malfoy se levantó, aquella mañana, ojeroso, tal como había hecho durante todo el primer mes de su sexto año en Hogwarts. Fue directo hacia el cuarto de baño. Una vez duchado y con el pelo engominado volvía a ser el frío Draco que todos conocían, y no aquel vulnerable adolescente de sus noches de insomnio.
Cuando salió hacia la habitación se encontró que Grabbe y Goyle ya se habían ido, cualquiera retrasaba la hora de aquellos dos para el desayuno, y que Theodore Nott y Blaise Zabini aún seguían dormidos, en cualquier otra ocasión los hubiese despertados para no tener que bajar solo al gran comedor, pero hoy le apetecía estar solo.
Bajó a la sala común, donde tampoco estaban ninguna de sus compañeras de sexto, y de allí se encaminó hacia el gran comedor. Cuando entró se dio cuenta que había un gran barullo, sobre todo en al mesa de los leones. Con su tranquilidad habitual caminó hacia su sitio y se sentó. Pensó en preguntarle a Goyle o a Grabbe que qué ocurría, pero luego se acordó que ellos no se enteraban de lo que ocurría a su alrededor aunque pasara con un cartel de neón por delante de sus narices. Observó a su alrededor para ver si encontraba a quien preguntar, a la primera que vio fue a Pansy, posiblemente ella estuviera enterada de todo, pero aún andaba un poco mosqueada con él. Pero para suerte suya un par de asientos más para allá se encontraba Nora Nott, una chica un año menor que él y que seguro que también lo sabría.
- Nora¿puedes venir- Dijo con una de sus más encantadoras sonrisas.
- Si, Draco, dime que quieres.- Contestó la chica acercándose.
- Tú, por casualidad, no sabrás por que hay armado tanto barullo.
- Me ha contado Pansy, que le ha contado Padma Patil, que le ha...
- Nora, al grano, por favor.
- Bueno el caso es que, por lo visto, Potter entró ayer de madrugada, en el cuarto de la pequeña de los Weasley gritando su nombre, para luego sacarla de la cama y pasearla en volandas por toda la habitación.
La cara de Draco cambió por una fracción de segundo, para luego recuperar su frialdad habitual. Cómo se había atrevido ese estúpido cabeza rajada a entrar de esa manera en la habitación de su amada Ginny. Luego recordó que la pequeña de los Weasley tenía novio, que desde luego no era Potter, y que ni muchísimos menos le pertenecía. Lo que lo entristeció para todo el día.
- Muchas gracias Nora.- Dijo dedicándole una sonrisa a la pequeña de los Nott.
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Harry subió hacia la habitación a eso de las siete, se quería dar una ducha antes de bajar a desayunar, no había dormido nada en toda la noche. Quería bajar a desayunar temprano, no tenía ganas de encontrarse a todo el comedor cuchicheando sobre su incursión nocturna en el cuarto de Ginny. Y luego estaba el hecho de que tampoco le hacía mucha gracia encontrarse con Dean, después de la cara con la que se había ido a dormir la noche anterior.
Subió sigilosamente la escalera, abrió la puerta con un cuidado extremo, con suerte podría salir de la habitación antes de que Dean despertara. Pero estaba claro que, como siempre, los problemas le perseguían.
- HARRY JAMES POTTER. - Harry se sobresaltó al escuchar su nombre completo, al entrar en la habitación. - CREO QUE USTED ME DEBE UNA EXPLICACIÓN.- Dean parecía bastante alterado.
- Buenos días Dean.- Dijo Harry tímidamente.- Te veo un poco alterado. Bueno yo es que me iba a duchar, mejor luego hablamos.- Harry cogió su ropa y se metió rápidamente en el cuarto de baño, cerrando la puerta con un hechizo para que nadie le molestara.
- Bueno al menos tendré unos minutos de paz antes de que la ira de Dean caiga sobre mí.
Harry aún escuchaba los gritos de Dean cuando salió de la ducha, se puso su uniforme de Hogwarts y se miró al espejo. Tenía el mismo pelo desordenado de siempre. Intentó, inútilmente, alisarlo un poco, y dándose por vencido salió del cuarto de baño. Lo que se encontró fue a un Dean, ya vestido, que no estaba dispuesto a verlo salir huyendo por el agujero del retrato. A un Neville y a un Seamus quejándose de que no los habían dejado dormir. Y por último a Ron, también vestido, que no pensaba dejar a su mejor amigo solo ante el peligro.
- Dean, de verdad que Harry no tiene, ni quiere nada con mi hermana. Lo de anoche no fue lo que tú piensas.
- Ron, yo no lo entiendo, si fuera yo el que hubiese entrado de esa manera en la habitación de Ginny, ahora mismo estaría colgado de la torre más alta del castillo. Con lo protector que sueles ser con ella y ahora dejas que Harry la despierte y la lleve en brazos en medio de la noche.
- Dean tienes que entender que Harry no ve a Ginny como a una chica, sino como si fuera su hermana pequeña. Conque él entre en la habitación no hay más peligro que conque el que entrara fuera yo.
Aprovechando que Dean estaba discutiendo con Ron, Harry intentó escabullirse por la puerta sin que nadie le viera. Él sabía que si estuviera en el lugar de Dean se comportaría de la misma forma, pero el chico del pelo color paja tenía que entender que Ron tenía razón y que para él Ginny era como su hermana pequeña.
Cuando Harry creía que ya estaba a salvo de la ira del medio rubio, escuchó un grito tras él.
- HARRY POTTER¿A DÓNDE CREES QUE VAS?
- Dean, es que verás es que tengo hambre y me gustaría ir a desayunar. Tu sabes, esa comida que uno hace nada más levantarse.- Harry seguía caminando por la sala común mientras que le decía esto a Dean.
- SÉ PERFECTAMENTE LO QUE ES UN DESAYUNO PERO LO QUE YO QUIERO ES UNA EXPLICACIÓN.- toda la sala común se quedaba mirando al paso de los tres chicos.
- Dean, tranquilízate, yo creo que lo mejor es que comamos tranquilamente y luego hablemos tranquilamente, ya sabes eso de que hablando se entiende la gente.
Los tres chicos salían por el agujero del retrato, ante la expectante mirada de la sala común, cuando un par de chicas bajaban por la otra escalera. La sala común cambió su punto de atención hacia la pelirroja que acababa de poner los pies en la sala. Junto a ella una chica castaña y con el pelo encrespado intentaba poner orden ejerciendo sus poderes de prefecta.
- A ver todo el mundo a lo suyo, esto no es ningún espectáculo. Ya quiero ver a todo el mundo haciendo lo que tenga que hacer.
Temiendo que la prefecta empezara a imponer castigos todos volvieron a lo suyo, mientras, las dos chicas salieron por el agujero del retrato. Trasladando el espectáculo al gran comedor, para desgracia de los presentes.
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Draco estaba triste, se podía ver si tan solo dedicabas unos segundos a observarle y le conocías ligeramente. El problema es que no había demasiada gente que lo conociera lo suficiente como para eso. La mayoría de los habitantes de Hogwarts no veían más allá de esa mascara de frialdad e indiferencia que lo protegía de los demás.
Esa mañana se le veía especialmente triste, aunque la única que lo notó fue Pansy Parkinson. La chica de dorados rizos y ojos celestes, que hasta hacía poco había sido su novia, lo veía ausente, como en otro mundo, uno totalmente desconocido para ella. Sabía perfectamente que ella era la única que se había dado cuenta de la tristeza que llevaba invadiendo al rubio desde hacía ya algunas semanas. Pero al fin y al cabo ella era una Slytherin, y no iba a dejar atrás su orgullo por mucho que le preocupara el aspecto del heredero de los Malfoy. Aquel chico de profundos ojos grises no se merecía ni un simple "hola" de su parte. La había menospreciado y humillado ante todo el colegio, a ella nadie la dejaba y salía impune de ello.
Los pensamientos de Pansy se vieron interrumpidos por un aumento en el ya poco habitual revuelo de aquella mañana. En aquel momento Draco fijaba su vista en la entrada del Gran Comedor y ella siguió aquella dirección. Eran Potter, Weasley y Thomas los que entraban en aquel momento.
- Dean, yo ya no sé como explicarte que yo a Ginny la quiero como a una hermana, y no tengo ningún interés en otro sentido con respecto a ella.- Se notaba la exasperación de él que ya no sabe como decir las cosas para que se le entienda en la voz de Harry.
En ese instante el Comedor calló, exceptuando a un par de suspiros de alivio provocados por las pocas palabras pronunciadas por el chico de los ojos esmeraldas.
- Bueno entonces como explicas lo de anoche.- Contraatacaba Dean, ajeno a la expectación que estaba causando entre sus compañeros.
- Lo de anoche tiene una fácil y lógica explicación.- Todos los presentes aumentaron su atención.- Pero tienes que comprender que hay cosas que no se pueden explicar, por lo menos por ahora.- Un murmullo de decepción acompañó a las palabras de Harry.
- Chicos.- Ron intentaba hacerse escuchar.- Creo que es mejor que nos sentemos, estamos dando el numerito ante todo el Colegio.
Los otro dos Gryffindors miraron a su alrededor, parecía que por primera vez tomaban conciencia de que se encontraban en medio del Gran Comedor. Ambos chicos enrojecieron levemente y se apresuraron el tomar asiento en la mesa de los leones. Ron, con cara de exasperación caminó tras ellos, sentándose junto a Harry.
Al poco el Gran Comedor volvió a su actividad habitual. Pero estaba claro que aquella mañana no estaba dispuesta a dejarlos desayunar con tranquilidad. La puerta se volvió a abrir. Draco sintió como un escalofrío invadía su cuerpo al ver a la recién llegada. Era Ginny Weasley, con su habitual porte de orgullosa Gryffindor, más bella que nunca. La pelirroja venía acompañada por esa sabelotodo de Granger. Al poco Draco reaccionó, no podía dejar que los demás lo vieran ensimismado mientras observaba a la prefecta de Gryffindors.
La pelirroja vio como todo el mundo la miraba al entrar. Parecía que todos estaban intrigados por ver que lugar ocuparía en la mesa, si junto a Thomas o junto a Potter. Se sentía cohibida, observada, y realmente no sabía que hacer. Le apetecía sentarse con Harry, Hermione y su hermano, tenía algunas cosas que hablar con ellos. Por otro lado estaba Dean, si no se sentaba con él, normalmente no lo hacía, posiblemente montaría un numerito. Así que se decidió por la segunda opción. Al menos, de esa manera, acallaría los comentarios del Gran Comedor.
Draco sintió un gran alivio al ver a la pelirroja dirigirse hacia Dean. Él sabía que no era el sitio que ella tomaba habitualmente, pero callaría los comentarios de sus compañeros demostrando que seguía fiel a su novio. Por otro lado, Draco, tenía la sensación de que podría luchar contra Thomas por el amor de la pelirroja, pero que ante Potter sería totalmente inefectivo.
El resto del desayuno transcurrió con tranquilidad. Todos estaban pendientes de algún gesto entre la pelirroja y chico de los ojos esmeralda, pero para desilusión de los presentes ni siquiera se miraron.
Los cuatro Gryffindors esperaron a que el Gran Comedor se quedara vacío, para ello tuvieron que dilatar la primera comida del día hasta el extremo, para reunirse y discutir sobre qué y cómo se lo contarían al director. Ginny, una vez había tranquilizado a su novio y se había despedido de él, se dirigió hacia el lugar que ocupaban su hermano y sus dos mejores amigos.
- Bueno¿qué hacemos¿Vamos ya a hablar con MacGonagall- Dijo Ginny nada más llegar.
- Hemos estado hablando- era Hermione la que hablaba- y creemos que lo mejor es que seáis tú y Harry lo que vayáis a hablar con el director. Al fin y al cabo, ni Ron, ni yo, pintamos nada allí. Harry fue el que tuvo el sueño, y tú la protagonista del mismo.
- Yo también creo que será lo mejor, no creo que nosotros tengamos nada que hacer allí.
- Bueno, pues ya que es así, será mejor que Ginny y yo nos vayamos ya. Espero no encontrar a ningún alumno en los pasillos. No aguantaría otra comida como la de hoy.
Tras las palabras de Harry tanto él como la pelirroja se dirigieron hacia el despacho de la cabeza de la casa de los leones. Ambos estaban nerviosos. Sabían que el asunto era de suma gravedad. Si el sueño de Harry era una visión del futuro la pelirroja se encontraría en peligro, y lo peor de todo es que no sabían el porqué. ¿A quién podría traicionar la pequeña de los Weasley¿Qué sabía ella que la podría en peligro? Bueno, Voldemort podría creer que ella conocía la profecía. Pero no era cierto. Nadie pudo oírla aquel día en el ministerio. ¿Querría Voldemort presionar a la pelirroja para averiguar lo que decía?
- Harry- la voz de Ginny estaba algo temblona¿crees que el sueño era una premonición?
- Realmente no tengo ni la más mínima idea, ya no me fío de mis sueños.- La tristeza invadió la voz del niño que vivió.- Puede que tan solo sea otro de los maltratos psicológicos que Voldemort – un escalofrío recorrió a la pelirroja- tiene para mí. Puede que ahora en vez de matarme quiera volverme loco- bromeó Harry sobre su destino, tan solo espero que no se haga realidad. No te quiero ver sufrir.
- Sé que no lo quieres Harry. Pero si me toca morir por defender a los que quiero, no te preocupes, lo haré.- Ginny aparentaba estar más decidida de lo que realmente estaba.
- Hay una cosa del sueño que no os he contado, porque no me pareció relevante en ese momento.- Harry hizo una pequeña pausa.- Pero esa actitud tuya me lo ha recordado. Voldemort dijo que le recordabas a mi madre.- Hizo una segunda pausa.¿Sabes cómo murió ella?
- Sé que murió protegiéndote.- Ginny vio como las lagrimas empezaban a surcaba las mejillas del moreno.
- Sí, ella murió por darme a mí la vida. Gracias a su magia Voldemort no consiguió matarme cuando era un bebé. Sabes Ginny, cuando un dementor se me acerca lo que veo es a ella, afrentándose a Voldemort. Diciendo lo que tú, que no tenía miedo a la muerte si era por salvar a los que quería. Gin, Voldemort tiene razón, tú te pareces a ella, y eso es algo positivo. Sé que podemos confiar en ti. Eres toda una Gryffindors.
Harry limpiaba disimuladamente las lágrimas de sus mejillas, mientras se acercaba a la puerta del despacho de la profesora de transformaciones. Harry llamó a la puerta con los nudillos, y la voz de la severa profesora contestó:
- Adelante.
Los dos Gryffindors atravesaron el umbral de la puerta. Saludaron respetuosamente a la profesora, y Harry habló.
- Ver�, profesora MacGonagall, es que anoche tuve un sueño que me gustaría comentar con el director. Como no sé como entrar en despacho pensé que lo mejor sería hablar antes con usted para que no llevara ante él.
La profesora no pudo dejar de notar los restos de lágrimas en las mejillas del adolescente. Comprendió a la perfección que tras los sucesos del último verano, lo mejor sería que si el chico había tenido un sueño, lo comentara con Albus. Pero¿qué pintaba allí la pequeña de los Weasley?
- Me hago consciente de su situación señor Potter, pero¿qué pinta en todo esto la señorita Weasley?
- Es que Ginny es la protagonista del sueño, por lo que la afecta directamente. Pensé que sería bueno que ella estuviera presente en la conversación con el director.
- Lo entiendo, y creo que su decisión, señor Potter, es la más adecuada. Ahora, si me hacen el favor de seguirme, les guiaré al despacho del director.
Los dos chicos siguieron a la profesora por un camino que Harry conocía a la perfección. La profesora caminaba con paso firme y decidido. En pocos minutos llegaron a la gárgola que abría paso hacia el despacho del director.
- Caramelos de mora.
La gárgola se empezó a mover dejando paso a la escalera, los dos chicos montaron en ella dejando atrás a la subdirectora. Cuando llegaron arriba se encontraron con que el director no estaba solo.
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Nota: Primero espero que os haya gustado y luego deciros que termino los exámenes el día diez y supongo que el próximo capítulo lo publicare poco después.
