Hola, ya estoy aquí otra vez, pido mil perdones por haber tardado tanto, pero se me ha juntado un poco de todo. El cansancio post-exámenes, un fin de semana en la playa, los problemas de fanfiction… Así que os pido que no me miréis con malos ojos por esto, prometo tardar menos en publicar el siguiente capítulo, de verdad.
En primer lugar quiero daros las gracias a todos aquellos que habéis dedicado un rato de vuestro tiempo a leer esto. A aquellos que me habéis dejado review gracias de nuevo, y aquellos que no, por favor dejarme vuestra opinión.
Segundo, quiero dejar claro algo que me ha preguntado más de una persona. ESTO NO ES UN SLASH, no pretende serlo en un futuro, simplemente no cuadra con la historia.
Los review los contestó al final del capítulo y sin más os dejo que continuéis leyendo. Alhana Starbreeze.
Declaimer: Nada de lo que reconozcáis es mío, lo demás si.
Capítulo 2: "Una visita al director"
La gárgola se empezó a mover dejando paso a la escalera, los dos chicos montaron en ella dejando atrás a la subdirectora. Cuando llegaron arriba se encontraron con que el director no estaba solo.
La puerta del despacho estaba entreabierta, no podían ver quienes estaban dentro pero si oír sus voces con total claridad. Ginny hizo el amago de comenzar a hablar, pero la mano del chico de los ojos esmeraldas la frenaron, posándose en sus labios. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la pelirroja. "Pero si ya no sientes nada por él, se puede saber a qué viene ahora esa reacción. Por Dios que no se haya dado cuenta."
Pero el moreno no se había dado cuenta, como no se daba cuenta de que había rodeado a la pelirroja por la cintura en un acto de protección, mientras que escuchaba absorto lo que decían en el interior del despacho.
Albus- Harry no pudo reconocer la voz femenina que acababa de hablar- creo que esto es importante, el chico tiene derecho...
Tendrá derecho a lo que sea pero nosotros no le podemos hacer eso.- Era la fría y distante voz de su profesor de pociones, Severus Snape.
Pero Severus, quizás sea algo que le estropee el presente, pero no hay duda de que lo agradecerá en el futuro.
Tú no lo conoces, yo sí y sé perfectamente como se va a sentir el chico al conocer algo así. Ese chico es especial, no es como los demás y tú tienes que comprenderlo.
No, realmente no lo comprendo, pero nunca pude comprender a ninguno de los Slytherins y mira que lo intenté.- La voz de la mujer desconocida dejaba entrever tristeza, casi resignación.- Así pues me atendré a lo que Albus decida.
Yo creo que Severus tiene razón, no sabemos como esto va afectar a la vida del chico, creo que es mejor esperar, luego, ya veremos lo que haremos.
En ese momento Harry se dirigió hacia la pelirroja.
Creo que lo mejor es que no vayamos ahora, antes de que se enteren de lo que hemos escuchado- susurró- ya conocemos la contraseña, volveremos más tarde.
La pelirroja asintió y siguió a Harry que tiraba de ella acogiéndola de una mano. Una vez salieron del despacho y se encontraron a una distancia prudencial, Ginny soltó con disimulo la mano del moreno. Y aún algo nerviosa se decidió a hablar.
¿De quién hablaban?
No lo sé Ginny, esta claro de que de un Slytherin, pero no sé ni de quién ni por qué, créeme siento mucha curiosidad por saberlo. Pero ahora será mejo que nos alejemos de allí y no hablemos de esto, no vaya a ser que alguien se entere y nos caiga una buena por escuchar tras la puerta. Nos vemos aquí en un par de horas, yo me voy a la biblioteca a hablar con Ron y Hermione, hasta ahora.- El chico salió corriendo dejando a la pelirroja perpleja, ese chico cada día era más raro.
Tras ver como aquel que había sido el chico de sus sueños salía corriendo hacia la biblioteca, Ginny decidió dirigirse a la torre, tenía mucho que estudiar, y para colmo hoy tendría que pasar más tiempo del habitual con Dean, tenía que compensarlo de alguna manera.
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Draco Malfoy salió del comedor a tiempo para no tener que ver como la chica que le había cambiado la vida iba en busca de Potter. Se dirigió con paso ausente y mirada perdida hacia su sala común, debería ponerse a estudiar, no había tocado un libro desde que comenzara aquel curso. No podía. Había perdido toda su capacidad de concentración. Cuando se sentaba delante de los pergaminos acababa mirando ausente a la pared mientras que escribía su nombre cientos de veces, como si de un castigo se tratara. Un castigo que conllevaba falta de sueño, perdida del apetito y hasta acabar con su mascara de frialdad e indiferencia. Un castigo impuesto por un amor imposible, por una chica de rojos cabellos y ojos agua marina, una chica que no se dignaba siquiera a sonreírle.
Viendo las sospechas que levantaba ante sus compañeros su mirada soñadora, decidió que lo mejor sería irse a la biblioteca, al menos así podría buscar un lugar alejado del mundo en el que poder soñar tranquilo, sin acabar con su mascara de chico frío.
Caminaba ausente por los pasillos, cosa que se estaba volviendo demasiado habitual, cuando al cruzar una esquina. POM. Draco cayó al suelo, se había chocado con alguien¿quién sería el idiota que iba caminando por los pasillos sin mirar? Levantó la cabeza para ver al culpable de que su regio trasero se encontrara en el suelo. Lo que vio lo dejó, allí, enmudecido, sin importarle nada más que aquellos ojos aguamarina que le miraban.
Tardó apenas unos segundos en reaccionar, aquella era su oportunidad. Estaban solos en un pasillo desierto, sin Weasley ni Potter. Por algo habría que empezar.
Lo siento, iba despistado.- Dijo sonriendo mientras se levantaba y le tendía una mano a la pelirroja.- Permíteme que te ayude a levantarte.
Las ideas fluían con velocidad por la mente de Ginny. "Los ojos me engañan, este no puede ser Malfoy, él jamás pediría perdón. Este mundo cada vez está más raro." La pelirroja, en un alarde de buena educación, le devolvió la sonrisa al rubio al tiempo que aceptaba su mano.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del heredero de los Malfoy, mientras que un cúmulo de sentimientos y emociones se agolpaban en su mente. "Me ha sonreído, ME HA SONREÍDO, a mí, solo a mí. ?SOY EL HOMBRE MÁS FELIZ DE LA TIERRA! Un momento, el escalofrío. ¿Lo habrá notado? Por Dios no, eso no, no quiero que ahora que he conseguido algo tan grande como una sonrisa todo se venga abajo. Venga Draco reponte, al fin y al cabo aún eres un Malfoy, sonríe, sé amable y procura no enrojecer." El rubio pegó un tirón de la pelirroja para levantarla.
Bueno, creo que tengo que irme- la pelirroja, sin saber por qué, se sentía de repente insegura, tal vez fuera la mirada de aquellos penetrantes ojo grises- Gracias por ayudarme. Y lo siento yo también, iba algo distraída.
Y volviendo a sonreír la prefecta se encaminó de nuevo hacia la torre Gryffindors. Lo que no sabía es que acaba de dejar, en medio de uno de los tantos pasillos de Hogwarts, a un chico que no podía creer su buena estrella al haberse chocado con ella en esa mañana.
Draco Malfoy no se lo podía creer. Ella le había sonreído, a él, y no una vez sino dos. Esas sonrisas eran, única y exclusivamente, para él. Se sentía como en una nube, era el hombre más afortunado del mundo, ella le había sonreído (¿eso no lo había dicho antes?), Había sacado de aquellos ojos, que lo acechaban en sus noches de insomnio, algo más que ese desdén típico de los Gryffindors, aquellos ojos lo habían mirado con gratitud al recibir su ayuda, incluso con simpatía en la despedida.
El chico de los ojos platas desistió de su empeño de estudiar en aquel día, y tras recoger sus libros, olvidados tras el encuentro con la pelirroja, decidió volver a su cuarto. En el camino pensaría una buena excusa que justificara una tarde entera de reclusión voluntaria en el interior de su cama de dosel.
Mientras, y dirigiéndose el lado opuesto del castillo, Ginny Weasley no podía salir de su asombro. ¿De verdad aquel con él que se había chocado en el pasillo de la primera planta era Draco Malfoy¡Pero si aquel chico era conocido por ser el más frío y desagradable de todo el colegio! Lo que se diría un Slytherins por excelencia. De hecho, bajo la opinión mayoritaria de alumnado, solo había en aquel colegio una persona más Slytherin que él, su jefe de casa, Severus Snape.
Pero el chico con el que ella se había chocado no tenía nada que ver con ese chico frío que disfrutaba insultando a todo aquel que se interpusiera en su camino. No, aquel chico había sido dulce y cortés con ella, tenía una expresión que nunca había visto en la cara del rubio. No era esa perpetua cara de superioridad que solía lucir, para nada. Su forma de mirarla le había inspirado casi dulzura. Había sido casi como si uno de esos ángeles de los cuadros muggles, que su padre se empeñaba en enseñarles, la estuviera mirando. "Definitivamente, Gin, necesitas dormir más, el ajetreo de esta noche no te ha sentado nada bien."
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Harry Potter se dirigía presto a la biblioteca, tras haber dejado a la pelirroja en uno de los pasillos colindantes al despacho del director. Necesitaba hablar con Hermione y Ron, tenía que contarles lo que él y Ginny habían escuchado en el despacho de Dumbledore.
Entró casi corriendo por la puerta de la biblioteca, lo que le valió una mirada inquisitoria de parte de la bibliotecaria. Se dirigió directo hacia la mesa del fondo que sus amigos y él solían ocupar cuando iban a estudiar. Y siendo fiel a sus expectativas allí se encontraban sus dos mejores amigos. Hermione, como siempre, se encontraba concentradísima en sus deberes, mientras Ron miraba, como si fuera lo más interesante del mundo, a una pequeña mosca que volaba de aquí para allá. Obviamente él fue el primero en verle.
Harry¿por qué estas tan sofocado¿Qué es lo que te ha dicho Dumbledore- La preocupación se notaba el rostro del pelirrojo, que solía ser bastante sobre-protector con su hermana.
Tranquilo Ron, no he hablado con el director.- Contestó el de los ojos esmeralda, con la respiración aún entrecortada.
Harry, lo que acabas de decir no es nada tranquilizador- inquirió Hermione con su habitual tono pausado¿por qué no has hablado con el director?
Dejadme hablar y os lo explicaré. Ginny y yo llegamos hasta la puerta del despacho, incluso subimos por la gárgola, pero al llegar el director no estaba solo...
Harry relató a sus amigos todo lo que tanto la prefecta de quinto como él había escuchado, tras la puerta del despacho del director.
He quedado con Ginny en algo menos de dos horas para ir a hablar con el director de lo del sueño. ¿Qué pensáis de lo que oímos?
No sé, al menos suena algo extraño.- Hermione parecía pensativa.- Yo también creo que tiene que ser un Slytherin, sino no tiente sentido que Snape salga a su defensa, él nunca haría eso por ninguno de nosotros.
Ese hijo de...
Ron relájate. Que ya sé que aún le debes una detención pero ese nos es el tema que nos incumbe, vayamos a las cosas importantes.- Hermione, como siempre, se desesperaba ante el comportamiento del pelirrojo.
Ron puso cara de pocos amigos, es obvio, que aunque estaba preocupado por su hermana, creía que el injusto castigo de la semana anterior era tan importante o más que lo que le pudiera pasar a un estúpido Slytherin.
¿Tanto nos importa lo que le pase a un Slytherin?
Ron- ahora era Harry el desesperado ante el comportamiento de su amigo¿No entiendes que puede que el comportamiento de ese chico puede desnivelar la balanza en esta guerra?
Bueno, bueno, si lo miras de esa forma, puede que haya que empezar a preocuparse por los Slytherins.
No dramaticemos, no hay que preocuparse por todos los Slytherins, solo por uno, y para ello tenemos que averiguar primero quien es.- Dijo Hermione tan pragmática como siempre.
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La mañana era espléndida, el sol resplandecía tras las copas de los árboles del bosque prohibido, y lo más importante, ella estaba allí. Tan solo eran unos minutos los que habían compartido, pero eso había bastado para que su franca sonrisa iluminar el día.
Aún tenía esa mirada clavada en el corazón. Esa forma de mirar que solo ella conocía. Esos ojos, fijos en los suyos, que le hacían estremecer. Tantos recuerdos. Y todos y cada uno de ellos pasaban por su mente con solo vislumbrar su figura.
Recordaba cada una de esas tardes, todos aquellos paseos. Recordaba el olor que la rodeaba, esa mezcla entre vainilla y mar, el tacto de su piel, la suavidad de cada una de sus caricias, el dulce tono de cada palabra que le susurraba al oído.
Lo que daría por volver a aquel tiempo, ya lejano, en el que por única vez en su vida fue feliz.
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Otra vez aquí- se decía Ginny Weasley mientras esperaba en un pasillo cercano al despacho del director.
Por el pasillo el fondo aparecía Harry, con ese toque de preocupación que enturbiaba sus brillantes ojos esmeralda. Intentaba aparentar una fortaleza que no tenía, se mantenía firme y con una falsa alegría, mientras que la tristeza que tenía oculta lo carcomía por dentro. Aparentaba la felicidad que nunca había tenido y brindaba a los demás un apoyo que necesitaba para él.
Pecando del defecto que todos los demás Gryffindors habían tenido antes que él, era soberbio y orgulloso, de esos que piensan que no existen murallas más fuertes que él mismo y que para nada necesitan la ayuda de los demás.
Y se acercaba por aquel pasillo del fondo, terco y regio como un león, aquel chico de ojos tristes, dispuesto a cargarse con aún más problemas y preocupaciones de los que ya tenía.
Entremos- dijo al ver a la pelirroja y girándose hacia la gárgola de piedra pronunció la contraseña - "Caramelos de mora"
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El sol del medio día se colaba por la ventana del despacho de Albus Dumbledore. Albus era un hombre sin edad, cargado por el peso que supone verse al frente de la resistencia ante Voldemort.
Y si fuera poco, había llegado ella para informar de lo que siendo un punto a su favor se podía convertir en el mayor de sus lastres. ¿Qué debía hacer con aquel chico? Tal vez Severus tuviera razón y ellos como Gryffindors no entendieran a los Slytherins. Pero también el chico tenía derecho a conocer, a saber, a elegir. Y tal vez cuando tuviera la oportunidad de ello fuera demasiado tarde.
POM, POM, POM.
Aquellos tres golpes en la puerta habían sacado a hombre de las gafas media luna de su ensimismamiento.
Pasen.- Contestó al tiempo que dos de sus alumnos entraban por la puerta. Eran Harry Potter, su relación parecía haber mejorado tras los sucesos del año anterior, aunque él sabía que aún guardaba algo de resentimiento en su interior; y Ginebra Weasley, la más pequeña de los hijos del flamante nuevo ministro de magia.
Buenos días, señor director.
Buenos días.
Buenos días chicos¿Qué es lo que os trae por aquí?
Harry comenzó su relato, sin más, se plantó ante aquel hombre al que tanto había odiado durante el curso anterior, y soltó todo lo que llevaba dentro. Contó hasta el más mínimo detalle todo lo que había ocurrido en su sueño, todo lo que aquel amago de persona le había dicho a la pequeña Ginny.
La chica de los ojos aguamarina notó como poco a poco las lágrimas se agolpaban en dichos ojos, con cada una de las desgarradoras palabras de su amigo. Y es que el chico había escatimado bastante a la hora de contar detalles la noche anterior.
El hombre de la barba blanca no lograba salir de su asombro. Aquello no era un sueño normal, más bien era una premonición, pero¿qué es lo que estaría tramando Riddle¿Y qué tendría que ver con la pequeña pelirroja? Y los más importante¿qué diría para tranquilizar a los dos adolescentes?
Por un lado Harry no perdonaría que le mintiera, y por otro el chico ya tenía a sus espaldas demasiado peso como para preocuparse por algo que no podría evitar que ocurriera. Luego estaba la pequeña prefecta, sabía que su vida estaba en juego, esa chica no era nada tonta y sabía a la perfección que lo de Harry no era un sueño normal. ¿Cómo tranquilizar a una chica que ha oído de la boca de uno de sus mejores amigos como la torturaban?
Al fin, tras el final del relato que había escuchado atentamente Dumbledore se dispuso a hablar.
No os voy a engañar, ya sois lo suficientemente mayores como para que se os diga la verdad. Aunque también tengo que deciros que no estoy seguro, y que tendré que comentarlo con ciertas personas, especializadas en el tema. Pero creo que lo tuyo no es un sueño normal, sino que se trata de una premonición.
Eso significa- la pequeña de los Weasley tragó saliva antes de continuar- que hagamos lo que hagamos el sueño se hará realidad.
La prefecta temblaba, aunque sentía como en su interior una nueva fuerza emergía, si llegaba ese momento sería fuerte, demostraría que era toda una Gryffindors, y quien fuera al que estaba protegiendo, moriría por él si hiciera falta.
Eso aún no lo sé- el profesor notó como un nuevo brillo emanaba de los ojos agua marina de la chica, como una extraña determinación- tendréis que esperar a que hable con algunas personas, pero lo más seguro es que no podáis hacer nada por impedirlo, aunque sí para solucionarlo.- dijo el profesor mirando significativamente a Harry.
El chico entendió a la perfección lo que su profesor le quería decir, estaba delegando en él la protección de la pelirroja. Si aquello tendría que suceder sucedería, pero estaba claro que él no se iba a quedar de brazos cruzados mientras a la que consideraba casi su hermana estaba sufriendo.
Bueno si eso es todo, creo que es mejor que os vayáis a seguir con vuestras ocupaciones, que ya os comunicaré los avances de mis indagaciones.
Los dos chicos salieron con energías renovadas de la conversación, con más determinación, si cabe, y dispuestos a enfrentase al destino con toda la valentía de un Gryffindors.
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Después de tan ajetreada mañana y tras haberle contado la conversación con el director a sus dos mejores amigos, lo que llevo a Ginny a hacer jurar y perjurar a Ron de que no contaría nada a sus padres. El nuevo ministro era capaz de mandar a un centenar de aurores para que hicieran de escolta a su pequeña niñita. Harry estuvo encantado de haber convocado entrenamiento de Quidditch, eso haría que tanto los Weasley como él se desasieran de toda la tensión acumulada durante las últimas doce horas en el terreno de juego.
Desde que lo hicieran capitán, a comienzos de curso, Harry aún no había podido probar a sus jugadores en juego real. El equipo había cambiado mucho, en primer lugar estaba Ron de portero, que aunque había demostrado el año anterior de que su elección para el puesto era la más adecuada, tan solo había jugado un partido con él, y precisamente el que lo había alzado como ídolo de la hinchada escarlata se lo había perdida.
Por otro lado estaban los golpeadores, que también habían pertenecido al equipo el año anterior, aunque a partir de las polémicas expulsiones por parte de la ya olvidada Dolores Umbrige. No eran todo lo buenos que se podía desear, aunque no habían podido encontrar nada mejor.
En cuanto a las cazadoras, las tres chicas que con anterioridad habían ocupado ese puesto se habían marchado el curso anterior, por lo que hubo que elegir al cuerpo completo. En primer lugar se encontraba Ginny Weasley, que aunque el año anterior había jugado como buscadora, sustituyendo al propio Harry, había demostrado que tenía muchas mejores dotes como cazadora, lo que posiblemente la llevaría a ser una de las mejores, en ese puesto, de la historia de Hogwarts.
Los otros dos puestos de cazadoras los habían ocupado Parvatil Patil que era bastante buena en ese puesto, aunque aun algo reticente ante la posibilidad de romperse una uña intentando que no le quitaran la pelota. El otro puesto lo había ocupado otra chica, Sarah Calister de segundo, de constitución pequeña, casi parecía que se fuese a caer de la escoba cuando la veías en el suelo, pero al montarse en la escoba se transformaba mostrando una determinación y agilidad que Harry pocas veces había visto.
En conclusión no formaban una mal equipo, pero les faltaba algo, y ese algo era que había demasiadas caras nuevas, de aquel glorioso equipo que tras años sin ganar, había elevado a Gryffindors a lo más alto, tan solo quedaba Harry. Les faltaba la experiencia de los que llevan años jugando juntos, de esos que no les hacen falta palabras, los que no actúan como siete magos en lo alto de siete escobas, sino como uno solo, sabiendo lo que cada uno piensa en cada momento.
Y eso es lo que Harry intentaba conseguir con entrenamientos y con horas de diseño de tácticas junto a Hermione, su asistente técnico. Y la verdad ya le quedaba poco tiempo para conseguirlo tan solo quedaban dos semanas para el decisivo partido contra Slytherins.
Vamos chicos, ánimo – gritaba Hermione con su voz amplificada mágicamente.- Sarah acuérdate de que no juegas sola, recordad que somos un equipo.
Hermione le estaba dedicando mucho más tiempo del que tenía a un deporte que ni siquiera le gustaba. Pero como se iba a negar cuando Harry vino suplicándole ayuda.
FLASH BACK
Era uno de los primeros días del curso, el segundo o tal vez el tercero. Hermione se encontraba en su mesa favorita en una esquina de la sala común, en su línea habitual había comenzado ya a hacer resúmenes y esquemas que más adelante la ayudarían a estudiar. En ese momento se abrió la puerta dando paso a un muy agobiado Harry Potter.
Hermione te estaba buscado.- El tono de Harry era demasiado meloso, estaba claro que quería algo, aunque no llevaban suficientes clases como para que viniera a pedirle los deberes.
¿Qué quieres Harry? –Dijo la chica dejando de lado sus apuntes y fijando su atención en el del pelo azabache.
Verás, es que necesito tu ayuda- "Oh, oh..."pensó la chica de los ojos castaños- vengo de hablar con la profesora MacGonagall, y me ha comunicado que quiere que sea el nuevo capitán del equipo de quidditch.
Y se puede saber que tiene que ver eso conmigo.
Que necesito un ayudante técnico, alguien como tú que sepa de estrategia...
FIN DE FLASH BACK
Aún se estaba preguntando como la había conseguido engatusar, pero ya se sabe a lo hecho pecho, así que allí se encontraba pegando gritos en medio de os terrenos del colegio, y dando consejos sobre algo a lo que nunca había jugado. Aunque tras horas de biblioteca había conseguido volverse toda una experta en este deporte, aunque eso sí, siempre desde el suelo, las escobas le seguían sin parecer un medio de transporte seguro.
Desde su humilde punto de vista, el equipo había mejorado mucho en el último mes, aunque claro, aún les quedaba la prueba de fuego, el partido contra Slytherins.
Harry se encontraba relajado y satisfecho, por un lado el sentirse volando lo hacia alejarse de toda preocupación, y por otro veía tremendas mejoras en el equipo. Confiaba en que pudiesen ganar a Slytherins, tal y como habían hecho desde que él llegara al colegio. Al fin y al cabo ello tenían los casi los mismos problemas que ello, su equipo también había cambiado mucho en el último año.
Además, según había oído el nivel de juego del capitán, Draco Malfoy había descendido mucho, se decía que volaba como en una nube y que no atrapaba la snitch aunque pasara con un cartel fosforito por delante de sus narices. Pero ya se sabe tampoco uno puede creer todo lo que dicen las malas lenguas. Y Malfoy era especialista en dar grandes sorpresas.
Llevaban más de dos horas entrenando, a los chicos ya se les veía cansados, pero aún así no protestaba, sabía que si querían ganar la copa este año tendrían que entrenar mucho más. Harry decidió que ya iba siendo hora de volver al castillo, se estaba haciendo de noche, y pronto ni si quiera se distinguirían unos a otros.
Chicos todos a las duchas ya ha sido bastante por hoy, recordad mañana a la misma hora.- necesitaban aprovechar los fines de semana si querían avanzar todo lo que debían.
Todos, a excepción de Hermione y Harry, se marcharon a las duchas. Ellos aún tenían que discutir algunas tácticas.
Aún me pregunto como es que me liaste para esto.
Yo tengo la respuesta, porque eres la mejor amiga que un capitán puede tener.- Contestó Harry mientras la abrazaba, y la levantaba en el aire.
Harry déjame en el suelo inmediatamente, y terminemos pronto que tengo cosas que hacer.
Hermione, hay que ver como eres llega uno haciéndote cariñitos y lo único que le dices es que tienes cosas que hacer.
Harry, deja ya de una vez de decir tonterías, que cuando llegue alguien que yo quiera que me haga cariñitos lo dejaré.- Dijo la chica con sonrisa pícara.- Y ahora a lo que vamos. Yo creo que hemos mejorado mucho en este último mes. Sara aún tiene que acostumbrarse a que no juega sola. Y Parvatil necesita un poco de seguridad en sí misma, creo que deberías hablar con ella.
¿Y qué le digo?
Pues la verdad, que está mejorando mucho, pero que necesita estar un poco más segura de sí misma y perderle el miedo al balón.
¿Por qué no hablas tú con ella? A ti se te dan mucho mejor estas cosas.
Por la simple razón de que tú eres el capitán y no yo, y ellos tienen que confiar en ti. Bueno yo me voy, que tengo deberes que hacer nos vemos para la hora de la cena.- Dijo la chica mientras se encaminaba hacia el castillo.
Harry se encontró solo, sentado en las gradas, decidió que sería mejor esperar a que los chicos salieran, y así hablar con Parvatil, antes de meterse él mismo en las duchas. Se abstrajo durante unos segundos sobre cual sería la mejor táctica para ganar a esos… Slytherins. En ese momento una sombra salió corriendo de entre las gradas, no se podía distinguir muy bien debido a que casi era de noche. Pero al niño que vivió, que ya no era tan niño, le pareció una chica con un largo pelo oscuro¿qué haría allí¿Quién sería?
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La había visto, estaba segura de que la había visto. No se debería haber arriesgado, tendría que haber esperado a que se metiera en los vestuarios, pero se había olvidado la capa y empezaba a hacer demasiado frío. Draco la iba a matar, como se enterara de que Potter la había visto salir huyendo seguro que la mataba. Recodaba sus palabras a la perfección.
FLASH BACK
Mireille¿puedo hablar contigo un momento?
Si claro Draco, dime¿qué quieres?
Verás, supongo que sabrás que nuestro primer partido de la temporada es contra esos estúpidos Gryffindors- la chica asintió¡cómo olvidarlo! El primer partido siempre era leones contra serpientes- Y supongo que también sabrás que el tienen a tres cazadoras nuevas.- La chica volvió a asentir.- Pues resulta que necesito que alguien vaya y los espíe, tenemos que saber cómo son las nuevas cazadoras antes del partido, y tú eres a la única del equipo a la que Potter no conoce.
Ya, él no me conoce, pero te recuerdo que la pequeña de los Weasley está en mi curso y que si me ve sabrá al instante que Slytherins los está espiando.
Mireille, Mireille, resulta que la gracia está en que no te dejes ver, aunque no llegaran a averiguar a qué casa perteneces, Potter no te dejará que absolutamente nadie los vea entrenar, aunque no lo parezca el chico no tiene ni un pelo de tonto.
Bueno, vale, lo haré, pero¿cómo sabré cuando tienen entrenamiento?
El entrenamiento es mañana en la tarde, y muy importante Mireille, no te puedes dejar ver.
Ya lo he entendido Draco, nada de dejarme ver. Bueno, ya hablamos mañana en la noche que tengo cosas que hacer.- Dijo la chica al tiempo que se marchaba.
FIN FLASH BACK
Después de todo lo que Draco le había hecho prometer que no se dejaría ver, ella, tan tonta como siempre, en vez de esperar unos minutos a que Potter se marchara a los vestuarios decidió salir antes de tiempo. Ahora Draco la iba a matar, bueno, si Potter no sabía quien era y ella no le contaba nada al rubio, puede que este nunca se enterara. Hablaría con él tras la cena, solía estar de bastante mejor humor después de comer.
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Tras la cena, la cual ella había tomado bastante tarde, Mireille se decidió en ir a hablar con Draco. Cuando llegó al Gran Comedor y preguntó por él, le dijeron que había dejado la cena a medio comer y había salido volando hacia la sala común.
La chica llegó a la pared falsa y dijo la contraseña con desgana. Al entrar en la sala buscó al rubio con la mirada, no lo encontró. ¿Dónde se haría metido? Decidió subir a su habitación. Era algo que había hecho cientos de veces, Draco y ella eran como hermanos. Sun padres fueron los mejores amigos que pudo haber en Hogwarts y ellos se habían criado prácticamente juntos.
Draco había sido como el hermano mayor que nunca tubo, él la enseñó a volar y a lanzar sus primeras maldiciones, incluso la tomó bajo su protección cuando entró en el colegio. A parte estaba el hecho de la facilidad con que las chicas podían subir a los dormitorios de los chicos.
Llamó a la puerta, pero nadie contestó. Decidió que lo esperaría dentro, en los últimos tiempos Draco no trasnochaba mucho, y eran casi las doce, tendría que estar al volver. Abrió la puerta, fue directamente a la cama del chico, descorrió las cortinas, y se lo encontró allí, llorando.
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Ahora a contestar los reviews:
Aliena: Muchas gracias por leer mi fic, y espero que te siga gustando.
Chiquinkira Bueno como he dicho antes, esto no es un Harry/Draco, ni pretende serlo en un futuro, simplemente no encaja con la historia. A Sabry, que a mi también me gustaría ser Ginny ;-P. Espero que os guste el segundo capítulo,(y se que he tardado demasiado en publicar), y me gustaría que me siguierais mandando vuestra opinión.
Canuto-Frambueza: Como dije arriba esto no es un slash. Me encanta que te haya gustado el fic en general, y me gustaría que me dijeras que es exactamente lo que no te gusta de Ginny, por si se puede mejorar para capítulo venideros. Espero tu opinión de este capítulo, y muchas gracias por dedicarle a esto un rato.
NindeanarionMe alegra mucho que te haya gustado, con los exámenes he hecho lo que he podio, aunque al final han sido otras cosas las que no me han dejado publicar antes, siento mucho haber tardado tanto. En cuanto a Dragonlance, es una reciente adquisición a la lista de libros a los que estoy enganchada (incluyendo Harry Potter). La verdad es que empecé a leer Dragonlance a finales de Noviembre, mis amigos me regalaron la edición de coleccionistas de Crónicas por mi cumpleaños. Después he leído Leyendas, la segunda generación y el jueves pasado terminé con El ocaso de los dragones. Lo que pasa es que la actitud de Alhana encunado Gilthas toma el poder me impactó mucho y por eso decidí tomar su nombre como pseudónimo. Bueno espero tu opinión sobre este capítulo, y sobre todo que te haya gustado.
Una vez contestados los reviews, espero que os haya gustado el capítulo y que me dejéis vuestra opinión. Prometo tardar meno en publicar esta ves. Un beso y hasta la próxima. Alhana.
