Transmisión IV

No hay más ciego…

-¡Con permiso! – dijo Rick exhaltado, corriendo hacia la puerta.

-No, Rick, aguarda – intentó detenerlo Lisa, sin mucho éxito.

Las puertas automáticas se abrieron al paso de Rick, quien salió a toda velocidad para atravesar el pasillo que lo llevaría hasta el hangar en cinco segundos. Un camino que usualmente recorrería en diez minutos si no llevara tanta prisa. Sin embargo, estaba comenzando a asustarse cada vez más cuando alguien le preguntaba algo. Siempre decía la verdad, y eso en últimas instancias no era una buena idea.

-Por Dios¿qué hice? – pensaba Rick, sin detenerse – ¡Le dije que me gustaba y que quería besarla¡No es verdad… no puede ser verdad!

Lisa, atónita, se hundió en el mullido asiento giratorio de su oficina, negándose a creer lo que había oído de labios de Rick.

-¿Le… gusto? – repitió como si el Comandante le hubiese hablado en otro idioma -… no, no es verdad…

Si Rick pensaba que diciendo una mentira tan cruel podría ser absuelto de todas sus majaderías, estaba completamente equivocado, juró Lisa. El vacío en su estómago se tornó agrio y doloroso. Era absurdo que una confesión como la del Comandante le hubiese resultado más infame que saberse despreciada y continuamente rechazada por él.

-Me va a escuchar – sentenció Lisa, tomando su bolso y saliendo de su privador para dirigirse al apartamento de Rick.

Mientras tanto, Rick doblaba el cuerpo para recobrar la respiración luego de una carrera interminable que lo había conducido hasta los pies de su Veritech.

-Que… día… tan… largo – resoplaba Rick, con las manos en las rodillas.

-Comandante Hunter – llamó uno de los técnicos a sus espaldas.

Rick se incorporó con dificultad, respondiéndole con un asentimiento de cabeza.

-Señor, tiene una llamada telefónica.

-¿Yo?... ¿quién es?

-La señorita Linn Minmey, señor. Puede usar la cabina número tres, si gusta.

Ay, no… ahora no… caviló Rick, apretando los ojos. La mujer de la que más deseaba tener noticias o escuchar su voz aunque fuera a través de una fría y lejana llamada telefónica… la chica de sus sueños lo buscaba en el momento más inoportuno de todos.

-De acuerdo – dijo Rick, llenando sus pulmones con aire renovado – iré enseguida. Muchas gracias.

Rick sentía las piernas como rocas y el corazón palpitando en sus oídos. ¿Y si Minmey le preguntaba algo comprometedor¿Y si él le contestaba con la total y absoluta verdad?

-Mantén la boca cerrada – se obligó con determinación al coger el auricular.

-¿Rick? – brincó una aguda vocecita del otro lado de la línea.

-Ho… hola, Minmey – sonrió Rick, forzadamente – ¿Cómo estás?

-Ay, yo muy bien. Con mucho trabajo, ya me conoces. No hemos parado ni un minuto desde que inicio la gira – detalló Minmey con celeridad – todos vienen a verme y ni un solo asiento queda vacío en cada escenario que pisamos. Deberías ver esto, Rick, es maravilloso. Kyle dice que de seguir así, pronto haremos otra película y quizás grabemos un nuevo álbum antes de lo que imaginamos. No puedo esperar para mostrarte las cientos de fotografías que he tomado desde que…

-Minmey – interrumpió Rick, de golpe – Por favor, cállate que me duele la cabeza.

Miseria y terror. Allí estaba de nuevo la gran bocota del Comandante Hunter lista para ajusticiar a su siguiente víctima. Rick estuvo a punto de darse contra la pared al oír el pronunciado silencio que reinó en la comunicación por varios segundos. Minmey iba a odiarlo y eso si no podría soportarlo jamás.

-Minmey, discúlpame… no quise…

-Está bien – consintió ella, extremadamente cortante – veo que no estás de buen humor. Llámame al hotel cuando te sientas mejor.

-No, espera…

-Deberías considerar dejar la milicia, Rick. Has cambiado tanto – suspiró la cantante –. Te has vuelto huraño y enojón, tanto como esa mujer que trabaja contigo. ¿Cómo se llama?

-Lisa – apuntó Rick, en tono defensivo – Lisa Hayes. Y aunque a veces sea una amargada, no me agrada el acento con que lo dices.

-¿Disculpa?

-Además, la mayor parte del tiempo es una persona amable, honesta, responsable y… y…

-¿Y?

Oh, oh… la frase que desfiló por el corazón de Rick en ese momento amenazaba con salir a la superficie y mandarlo directo al infierno de la desolación y el menosprecio de su artista favorita.

-Y ella… ella me… me…

-¿Qué Rick¿Ella qué?

-Mmmmeee… - forcejeó Rick, royéndose los labios por enésima ocasión en ese día -¡Adiós! – alcanzó a decir el piloto, colgando abruptamente.

Camino a casa, Rick Hunter deseó haber tenido el hábito de fumar para desvanecer con el humo, todas sus preocupaciones y malestares.

Que espantoso día y que detestable suerte.

-¿Por qué me está pasando a mí? – se preguntó, abatido.

De pronto, como si una voz hubiese salido en su auxilio para aclararle la mente, recordó la solicitud que hizo a las altas autoridades celestiales con motivo de su cumpleaños número veintitrés.

Juro que a partir de hoy le diré exactamente lo que pienso a todo el mundo.

¿Y para qué, justamente para que nadie sufriera la clase de padecimiento que el soportaba con los secretismos de las mujeres.

-Oh, cielos – se cubrió el rostro con las manos – ¡no puede ser¿es por eso que las dos personas más importantes de mi vida, me quieren matar¿por un estúpido deseo?

-Si no miras por donde pisas, te puedes romper la cara – dijo Lisa Hayes, parada frente a la puerta del Comandante Hunter.

Rick irguió rápidamente la cabeza, sintiendo la acera evaporarse debajo de sus pies.

-Capitana – repuso Rick, sorprendido.

-No estamos en la base ni en una misión, Rick. Me llamo Lisa.

-Lo sé… y me encanta tu nombre.

Lisa no supo si reír o soltarle una bofetada al pobre chico que se llevó las manos a la boca de inmediato. Notó que sus mejillas se tornaban rojas como tomates y decidió no comenzar otra disputa a mitad de la calle.

-¿Podemos… podemos entrar, Rick? Quiero hablar contigo.

Rick negó con la cabeza, temeroso a lo que su boca podría desatar.

-Rick, necesito hablarte – insistió Lisa, molesta - ¿Vas a echarme?

-Es que… Lisa… - contestó Rick, liberando con mucho cuidado cada palabra – te lo ruego… hoy no.

-Rick Hunter, esto es importante.

-Te lo suplico.

-¿Por qué no quieres hablar conmigo? – inquirió con arrebato.

-Porque…

-¿Por qué¡Habla ya!

-¡Porque voy a decirte que te quiero! – reveló Rick, resignándose a mover los labios en contra de su voluntad.

La mujer volvió a sentir una revolución en el estómago, creyendo por unos breves y minúsculos instantes que escuchaba lo que siempre había anhelado oír de Rick Hunter. No obstante, las imágenes de la señorita Macross retornaron a su mente como un látigo flagelante y sacudió la cabeza para dispersar sus falsas esperanzas.

-Tienes razón, Lisa – dimitió Rick – será mejor que hablemos.

-¿Por qué estás diciéndome todo esto, Rick? – preguntó Lisa, estremecida, rogándole con la mirada que no la hiriera más.

-Porque… - respondió el piloto, tomando un gran respiro – bueno… porque creo que… es verdad.

Continuará...


Notas:

¿Como voy? no sean así y dejenme saber su opinión... Un abrazo a quienes de todas formas me leen sin dejarme un review.

Arigato. Ja na!

Emera-chan