Transmisión VI
¿Para qué son los amigos?
-Buenos días, Teniente – saludó Rick a espaldas de Max Sterling, quien se disponía a abordar su Veritech para dar comienzo a su patrullaje matutino.
-¡Buen día, Comandante! – correspondió Max, con un saludo militar.
-Bien Max – dijo Rick, consultando su reloj – tienes exactamente cinco minutos para explicarme lo sucedido el día de ayer.
-Se te ve bien, Rick – repuso Max, sonriéndole con malicia – ¿Tuviste dulces sueños?
-Pues… yo… - se sonrojó Rick Hunter, al tiempo en que reía nerviosamente – Ejemmm… no estamos hablando de mí y no trates de cambiar el tema.
-Vamos, jefe. Toda la Base los vio llegar juntos – aseguró Max, recargándose con los brazos cruzados sobre el fuselaje de su avión – ¿Finalmente dejaron de lado los rodeos y se declararon su amor?
-Algo… algo así – respondió Rick, con la cara tan roja como un tomate –. Lisa y yo hablamos largo rato.
-No demasiado, espero.
-Max… - protestó Rick, buscando donde meter la cabeza –. Bueno ¿Me vas a decir o no lo que sucedió con mi deseo?
-De acuerdo.
Lo que pasó fue lo siguiente, según la versión que Max le dio al Comandante Hunter. Miriya Sterling se encontraba en la planta baja del Puente del SDF-2 justo en el instante en que Rick Hunter entró furioso a la planta alta del Centro de Mando para encarar a la Capitana Hayes y exigirle, de una manera no muy amable, que dejara de entrometerse en su vida amorosa.
-Y mi vida personal,es precisamente eso – espetó Rick, con suficiencia – ¡mi vida personal!
Miriya oyó el resto de la discusión y también la forma en que Lisa abandonó la sala, profundamente dolida por la actitud de su piloto preferido.
-Inmaduro… insolente – musitó Miriya, aguardando a que Rick saliera del área de controles, incrédulo al hecho de que Lisa Hayes estuviese enamorado de él, tal y como se lo había asegurado una de las conejitas del Puente.
Al poco rato Miriya Sterling llegó a casa, resentida con el Comandante Hunter por su descortesía ante una de las mujeres más amables, comprometidas y atentas que había conocido en la vida, y se decidió a darle una lección.
-¿Qué haces, mi amor? – preguntó Max, mirando por encima del hombro de su esposa.
-Un pastel – contestó ella, con naturalidad.
-¿Pastel¿Para quién?
-Para el Comandante Hunter. Me parece que hoy fue su cumpleaños.
-¿De verdad? – inquirió Max, abriendo grande los ojos –. Cielos, creo que lo olvidé por completo.
-No importa – sonrió Miriya, terminando la tarta de color violeta –. Aún no es tarde para que vayas y lo felicites de mi parte. Toma – dijo, extendiéndole el postre – espero que le haga provecho.
Max, obediente a su mujer aunque con cierto recelo, se dirigió a la casa de Rick para entregarle su obsequio de parte de la familia Sterling: "con mucho cariño".
-Lo demás es historia – concluyó Max su relato.
-Sigo sin comprender… - habló Rick, desconcertado – ¿Qué tiene que ver mi deseo con el pastel?
-Miriya no hizo un pastel cualquiera, y me lo confesó cuando volví.
-¿Qué?
-Las Meltrandi utilizaban una sustancia especial para obligar a los soldados Zentraedi a revelar sus secretos cada vez que los hacían sus prisioneros – explicó Max, con tranquilidad –, y lo que hizo Miriya fue vaciar un poco de ese líquido en tu comida.
-¿Qué! – exclamó Rick al sentir como si lo hubieran envenado, llevándose las manos a la garganta - ¿Cómo pudo hacerme eso?
-No es que sea una sustancia mágica que conceda deseos – aclaró Max, haciendo caso omiso de las muecas de Rick –, simplemente se conectó de inmediato con lo que pensaste dado que para eso está hecha. Para obedecer la primer orden que escuche tu cerebro.
-Y el efecto dura veinticuatro horas¿cierto? – preguntó Rick, con un sudor frío recorriendo su frente.
-Así es. Ya no tienes de qué preocuparte, jefe.
-¡Y todo este tiempo lo sabías y no me dijiste nada! – vociferó Rick, haciendo saltar a Max – ¡Max Sterling! – gruñó el piloto – ¡Te voy a…!
-Comandante Hunter – dijo una voz de mujer, a unos metros de distancia – ¿Se puede saber la razón de sus gritos?
-Capitana Hayes – se cuadró Max, con la mano en la sien.
-Max tiene una historia muy divertida que contarte, Lisa – declaró Rick, mirando a su amigo como a un insecto que debía exterminar sin piedad.
-Teniente – repuso, Lisa - ¿podría dejarme a solas con el Comandante?
-Señora, sí señora – respondió Max, dibujando en su rostro una amplia sonrisa –. Con permiso, jefe.
-¿A qué historia te refieres, Hunter? – cuestionó Lisa, al quedar a solas con Rick.
-¿Sabías que tienes amigos poderosos en la Base, Lisa? – inquirió Rick, abrazándola por la cintura.
-¿Amigos poderosos? no sé a qué te refieres – arguyó, con sensualidad.
-Al menos creo que tuve suerte – dijo Rick, acercándose a sus labios – pudo haber sido veneno para ratas en lugar del elixir de la verdad.
-No tengo idea de lo que está hablando, Comandante, pero me gustaría que me lo explicara con más calma esta noche.
-¿Esta noche? – sonrió Rick, sin poder creer su suerte –. Suena bien.
-Hay algo que suena mejor – le susurró Lisa al oído.
-¿Qué? – preguntó él, sujetándola con fuerza y disfrutando del aroma de su perfume.
-Te quiero... – dijo la Capitana Hayes, antes de tomar el rostro de Rick y besarlo cálidamente, sumergiéndose con él en un vertiginoso remolino de emociones.
Desde una esquina lejana, una pareja de esposos observaba en silencio una de las escenas más románticas ocurridas en el SDF-2 y una de las más esperadas por toda la humanidad… de acuerdo, al menos por toda la tripulación.
-Felicidades, señora Sterling – dijo Max, en un murmullo.
-¿Por qué, felicidades?
-Tuviste una buena idea.
-Lo único que quería, era darle su merecido a ese malcriado.
-Y lo hiciste… - apuntó Max, volviendo la vista a la pareja de enamorados que continuaba besándose hasta perder la respiración – le obsequiaste a Rick lo que en el fondo se merece: una gran mujer.
-Bueno… - consintió Miriya, satisfecha – como dicen los humanos ¿para qué son los amigos?
FIN
Gracias por leer, espero les haya gusto... Teniente! gracias por dejarme su review, un honor. Y gracias también a quienes hayan hecho click en "La fuerza de la verdad" para escaparse un rato del mundo.
Emera-chan
