De lo primero que se percató cuando recuperó el sentido fue de los múltiples brillantes castaños que se distinguían entre la oscuridad. Vivos y jóvenes por sus destellos, desbordando emociones y culpa.
Una fuga de luz y los lagos trigueños se rodeaban de caras curiosas, apenadas. Parecía notárseles el corazón entre respiraciones, balbuceos y disculpas quién sabe por qué.
Ah, sí. Ya recordaba el por qué.
Desde el primer momento en que se encontró con un 'tribal' en su – frunció el ceño al pensarlo – supuesto lugar de muerte, hasta los recientes días, había notado que las veces en que se encontraba conciente –online- eran contados con los dedos de su mano derecha, los que su subconsciente afloraba –away- eran contados con un ábaco, pero las veces en que caía inconsciente eran innumerables; cada pisada, cada respiro suponía una pelota de cuero volando por los aires y chocando 'misteriosamente' contra su cabeza, dejándolo aturdido.
Recordó vagamente – y hasta con sorna – aquella vez en que estaba tirado cerca de unos matorrales, mirando el cielo con los ojos cerrados, y escuchando el sonido de la sangre pasar por sus venas. Cuando en una fracción de segundo, el cielo planetario irrumpía fogosamente ante él, los gritos de niños taponaban sus oídos y un palo de madera se acercaba con la misma velocidad que se siente el estar y caer sobre el 'extreme fall'(1), considerando su estado ausente y su brusc encuentro conla realidad.
Desgraciadamente despertó. Los mismos rostros apenados y las disculpas inservibles se oyeron. No aminoraban el dolor de su cuerpo.
Habían pasado tres días y mientras el viento del desierto acariciaba la arena, él estaba perdido en un mar de infinita nada donde el tiempo pasaba como lengüetazos de Ein sobre su plato casi vacío. En la Bebop.
El tiempo se evaporaba entre color y mariposas, su mente atestada de ideas que eran ignoradas, el calor tórrido que se pegoteaba a su piel y su estado de semiinconsciencia le hacían creer que quizás no estaba del todo vivo. Habían pasado casi cuatro semanas ya, que parecían miles, y que en realidad vivía solo unas cuantas.
Una clavada en el lado derecho de la sien le hizo incorporarse y buscar con la vista nebulosa a la imagen rojiza y deforme que creía haber visto antes de caer inconsciente, de nuevo. Los niños robustos le impedían una visión clara, los corrió con la mano.
Ningún ladrido, ninguna voz cantarina. Sólo el silencio de los ojos y el sonido chirriante de la puerta que daba paso a una mujer.
-Comienzo a dudar de tu propia resistencia física
'Ella' – no recordaba su nombre siquiera – se acercó al lugar donde debía estar recostado y le miró con curiosidad.
De repente las cosas perdían su volumen entre neblinas confusas.
Una mano le recostó nuevamente, los pensamientos bailaban ajenos a él, que los miraba y no se preocupaba por unirse a su festín, ni mucho menos. Estaba más pendiente del dolor de cuello que corría de un lado a otro, dejando una sensación cálida.
- …y me dijo que te trajera esto – sacó de su bolsillo una pequeña cajita envuelta y con un olor endiabladamente atrayente.
Sí… él había olido ese aroma antes. Pero sus recuerdos se habían unido a la danza de su pensar y se encontró sólo.
Algo como un 'Ah…?' – que significaba algo como 'que 3e está hablando' – escapó de sus labios e intentó alcanzar el objeto con sus manos.
-Aún sigues allá? – alejó la caja de él y con su dedo le dio piquetes en el ojo, mala costumbre de estos aldeanos, pensó Spike.
De un manotazo apartó la mano trigueña y, con un esfuerzo que no había utilizado antes, la asió hacia abajo y le quitó con fuerza la caja. Era para él, no había dudas respecto a eso.
Le vio fruncir el ceño, acariciar su propia mano y murmurar algo, que destilaba malhumor y resentimiento. Pero él estaba demasiado ocupado mirando la cajita como para fijarse en eso.
De pronto los niños habían desaparecido – entre gritos de 'ella' y miradas asustadas hacia 'él' – aunque podría jurar que más de alguno se vio tentado en quitarle su mal envuelta cajita olorosa.
Se volvió a incorporar – adolorido por el doble esfuerzo – y aspiró hondo el aroma que se filtraba entre los agujeros de la caja. Parecía como si la esencia reconstruyera cada fibra de su cuerpo, olvidándose de las punzadas en el cuello.
Él conocía el aroma y le hacía agua la boca, sus papilas gustativas comenzaban a desesperarse por saber que demonios había dentro. Parece que era comida, más vale que fuera comida.
Con una mano quitó el destartalado envoltorio y se encontró con una caja oscura y bastante familiar. Una sonrisa se escapó de sus labios y se sintió lleno de vida.
Chocolates. Chocolates de la Tierra, comprados específicamente en los alrededores donde habían encontrado a Radical Edward.
Cuando abrió su cajita y encontró dos puestos vacíos en donde deberían haber estado chocolates para él, se sintió relajado y –pese al calor infernal de afuera – se echó un chocolate tras otro a su boca. Sabía que tendría calor al estómago luego, pero ahora sólo importaban los chocolates, que se deshacían al leve contacto de su boca y que le dejaban esa sensación de calidez a lo largo de su esófago.
Entonces sí que Ed y Ein estaban o, en su defecto, habían andado por aquellos lugares, y no estaba loco. Eso era lo que más le reconfortaba.
Estaba listo para unirse a la danza que sus pensamientos y recuerdos mantenían tan vivamente activa, y disgregando a una mariposa brillante se quedó dormido. Esperaba que Diana no estuviese muy enojada.
A su lado, la caja estaba vacía, excepto por cinco chocolates ordenados cuidadosamente en la esquina de la caja.
No pude reprimir un bostezo. Llevo más de cuatro horas sobre el Red Tail y ya me duele un poco el trasero. Ni una pista en las miles de ciudades que he estado preguntado.
…
Bueno, quizás exageré un poco; pero que alguien me diga que recorrer tres ciudades, enteras, es poco. Para mí no, y para Red Tail tampoco, que ya me está pidiendo bencina.
Al menos aquí hay un servicentro, voy al baño, voy por unas golosinas y luego me marcho. Perro muerto. Lo siento! Pero cuando logremos conseguir esa recompensa lo pagaré.
Si no me olvido, claro…
Esquivo unos cuantos tiros y pierdo de vista a los guardias. Son unos incompetentes.
Está bastante nublado por aquí. Se me hace que va a llover, y si eso sucede es más fácil que se nos pierda de vista.
Que va, si ni siquiera le hemos visto.
Me pregunto que tal le estará yendo a Jet, imagino que bien. Él tiene ese sexto sentido que le quedó desde su trabajo en ISSP. Yo sólo tengo esa facilidad para hacer pantallas, salirme con la mía.
A veces pienso que hacíamos un equipo perfecto.
Cada uno por su lado, pero siempre complementándonos.
¿Dónde dejé la caja de los cigarros?
Estoy pensando más de lo necesario últimamente y, a decir verdad, me apesta. Pero las cosas vienen sin que yo las llame; puedo estar en el baño, en la cocina, en el bar y los pensamientos se adentran como un maremoto de ideas que se niegan a volver mar adentro. Y se quedan ahí! Es frustrante.
Suspiro.
Una gotita solitaria sobre el parabrisas.
Dos gotitas solitarias sobre el parabrisas.
Suspiro.
Llueve torrencialmente.
Dejo el Red Tail bajo un toldo de plástico enclenque, pero al menos le protegerá unas cuantas horas.
La gente que antes paseaba despreocupada, ahora se arrima bajo las cornisas de las altas casas antiguas.
Uno que otro precavido se protegía bajo su paraguas, abrazando al cercano.
Mis pasos rebotan entre el piso y el agua. El leve chisporroteo de las gotitas de agua sobre mi cabeza me relaja.
Siento sus miradas sobre mí. Si bien mi vestimenta no es lo más apropiado para el momento, me siento cómoda así.
Desvío mis pasos sobre el medio de la calle hacia el primer bar que se cruza en mi camino. Está lleno de gente, unos bebiendo, otros simplemente resguardándose de la pasajera lluvia que se niega a cesar.
-Desea algo, Señorita?
Le miro, es un anciano que limpia una y otra vez el mismo vaso. Niego con la cabeza.
Miro el lugar, parece no haber ningún sospechoso. O al menos así me lo hace saber él.
-Busca a alguien? Pues aquí sólo viene la gente pueblerina, es muy difícil que no se sepa sobre alguna persona – dejó tranquilo el vaso sobre el mostrador – y si me permite decirlo, usted en una forastera muy atrayente.
Lo miro con aversión, pero seguro que no ha notado mi mirada, pues se ha volteado a atender a uno de los clientes. Sería casi imposible que alguno de estos anticuados sea un hacker capaz de controlar un virus que afecte la red mundial.
Sin embargo, no se pierde nada con preguntar, y ya que estoy aquí…
-Quiero un…vodka, frío.
El viejo se volteó y me miró. Si supiera que quizás le doblo la edad, no me miraría de aquella forma. Así que hazlo rápido viejo.
-entonces… - intenté reentablar la conversación que habíamos roto – se conocen todos aquí, eh?
Y el viejo, como si en su vida hubiese hablado con alguien, me contó la historia completa de cada personaje que vivía en este pueblucho. Al final, me terminé tomando 3 vodkas, un whisky y tres rones con coca-cola, el último ya se me está por terminar.
Definitivamente no podía existir nadie con una conexión más allá de lo formal con la Internet.
Salí sintiéndome derrotada a la calle. El efecto del alcohol, quizás.
Hice caso omiso a las recomendaciones del viejo, que me terminó cayendo bien. Y con un peso enorme sobre mi espalda, me arrastro hasta el Red Tail.
La calle está desierta, voy en medio de la vía y el agua es ahora una cascada inagotable, donde mis pies parecen adheridos a las baldosas.
Mi mirada semicerrada se pierde en el gris de las nubes aglomeradas. Uno que otro goterón se filtra entre mis pestañas y me hace parpadear.
Es hora de volver a la Bebop, ojalámis sentidos noestén taninhibidos con el alcohol, aunque quizás sea mejor así.
¿Y ahora... En dónde habré dejado el Red Tail? O.o
"Llueve sobre la ciudad porque te fuiste
y ya no queda nada más"
(1) Fantasilandia, Santiago, Chile. Algo vagamente parecido al Ascensor del Terror, en Orlando. En las palabras de un mortal (muchas gracias 9-9): "Extreme Fall Te sientan en una silla con un pedazo de arnes que te deja fijo a la misma, te suben a 47 metros de altura y te dejan caer sin contemplaciones o.o La sensacion de estar en semi-caida libre se las cuento, no recomendable para enfermos cardiacos o con problemas cervicales" jjajajajja xD yo me subí, y aunque no la encontré tan terrible (soy resistente :P) el estar arriba, sin saber cuando te van a soltar es lo desesperante. pero bueno, eso sale del caso.
Holaaaaa, jeje quizás me demoré un poquito 9.9 pero me gusta escribir cuando tengo la 'inspiración'. De lo que se me ocurra en el momento es lo que escribo, así que nunca sé para donde va (pero sí donde termina). Así que, espero a que les guste este capítulo, es largo O.o y no sé, juzguen ustedes. a mi ya me dio tuto -.-
Cualquier comentario, duda, lo que sea, dejen su mensaje. Gracias por leer - y más por los rev. :) - y nos vemos luego.
Ciaooooo n-n
