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"Un Amor Difícil de Entender"
Capitulo 21: Despierta la realidad
El antebrazo le dolía, y era algo que le preocupaba mucho. ¿Acaso era un efecto secundario? Era imposible, no había ninguna razón para aquello. Se había pensado libre de cualquier suceso referente a esa marca que tenia grabada desde el momento en que el mismo había visto – junto con muchos más – la caída definitiva del Señor Oscuro, entonces ¿Qué podría estar causando aquel dolor?. Se sentía acosado, como si le llamaran.
Recorrió su despacho una y otra vez, pensando en el significado de lo que le ocurría y pensando en que habrían pensado los alumnos que lo vieron salir del aula de pociones sin siquiera avisar a donde iba o si regresaría. Ya habían pasado horas desde ese instante y ese dolor persistía, no se iba. Todo se le había juntado tan pronto que pareciese que alguien le estuviera maldiciendo; primero el beso, la confusión, el dolor…
Aun se reprendía a si mismo por haber hecho tal cosa, pero por mas que se lo reprochase, por mas que se lo negase, el sabía que ese beso le había gustado, había disfrutado de los labios de su alumna como nunca pudo haber disfrutado de otros y cuando ella le había concedido la entrada de su lengua, sintió que todo un remolino lo envolvía en sensaciones eléctricas que recorrían todo su cuerpo, incluso llegó a desear que ese beso nunca acabase, pero sabía que no podía ser eterno y tampoco real, por eso fue que el mismo lo detuvo tan repentinamente como lo había comenzado. Era cierto lo que Karasen le había dicho; no era el hecho de que Remus la hubiera besado sino el hecho de no haber sido el. Tenía celos, rabia… siempre que los veía juntos platicando por los pasillos tenía unas ganas de hacer cualquier cosa y separarlos. Se sentía estupido, le reprochaba a Remus el cariño que sentía por esa alumna Ravenclaw, pero ahora ¿Quién se lo iba a reprochar a el?. – soy un tonto -. Se dijo a si mismo al pensar aquello. -¿de que diablos estas hablando? Esa chiquilla no debe acaparar tu vida, no es nada, no es nadie…-.
Se sentó en un sillón y se puso ambas manos en la cara. Quería sacarse esa escena de una vez por todas de la cabeza, y podría lograrlo pero su problema era como sacarse de la piel lo que había sentido. De pronto, una idea se le vino a la cabeza, una idea tan increíble que sacudió la cabeza tratando de sacarla de su mente. El no podía sentir nada por Karasen, era imposible. El, siendo tan mayor, podría ser su padre. – ¡idiota! Es una alumna, nada mas que eso ¿y tu que hiciste? Tratarla como si fuera tu enemiga ¿y luego que? ¡La besaste!…-. Odiaba tanto que su conciencia le hiciera pensar tanto, tener todos esos remordimientos que con tanto esfuerzo trataba de ocultar. Después de todo, el era Severus Snape ¿no? Ese al que tachaban por no conocer mas de dos sentimientos, ese que el mismo se dispuso a ser por siempre para nunca mostrarse débil ante nada. No podía dejar atrás ese papel que por tantos años había tenido – olvídalo, fuiste débil en el momento en que esa chica abrió la puerta de ese salón.- Silencio, solo quería silencio y dejar de pensar en todo eso, no quería aceptarlo. – ella misma se delato ¿te diste cuenta? Aceptó ser ella la chica Lemanchart… ¿por eso la besaste?- ¿Era venganza? ¡¿Qué clase de venganza era esa entonces!...
La puerta del despachó se abrió y por ella se vio entrar a la profesora McGonagal, no parecía muy contenta.
- Severus, Dumbledor ha convocado a una reunión ¿Por qué no has ido? Ya deberías de estar ahí- dijo ella con mirada severa.
- no estaba enterado – Snape seguía sentando en el mismo sillón, sin limitarse a pararse ante la llegada de la subdirectora.
- ¿Qué no estabas….? ¿Cómo…? No importa, ven ahora que ya lo sabes, es urgente, ya hemos suspendido las clases por hoy, es muy importante-
Dicho esto, McGonagal salió azotando la puerta. Seguro tenía mucha prisa para hacer aquello pues normalmente cerraba como cualquier persona lo hubiera hecho si estuviera tranquila. Snape, por su parte, se levantó de donde estaba, tratando de concentrarse solamente en ir a donde los demás profesores para después poder descansar. Así pues, salió de su despacho (aun con aquel malestar en su antebrazo) y se dirigió con paso firme hacia el despacho del director. La gárgola que obstruía la entrada estaba en movimiento cuando el llegó frente a ella. Tuvo que esperar hasta que volviera a bajar para entrar. No esperó mucho y cuando entró por la puerta de roble (que estaba abierta) pudo darse cuenta que él era el único que parecía faltar en la reunión pues solo faltaba una silla por ocuparse entre todas de las que estaba esparcidas por la estancia circular. Ante esto, simplemente caminó hacia la silla y se sentó sin decir ni una sola palabra.
- que bueno que llegas Severus – dijo Dumbledor desde su escritorio – estábamos discutiendo algo sobre cierto suceso extraño ocurrido en el colegio-
- ¿suceso? ¿Qué "suceso" puede ser tan importante como para suspender las clases y reunir a todos los profesores?- preguntó Snape con aire aburrido
- La señorita Fujimori… - respondió Dumbledor como si eso aclarara todas las dudas pero al mirar la expresión de los otros profesores decidió continuar - algo pasó con ella, y parece que está relacionado con Voldemort, Severus ¿no has tenido malestares? –
- Sinceramente no veo el caso de esto, ni siquiera sabemos que es lo que le pasó a Fujimori – dijo despectivamente la profesora de vuelo, Madame Hooch.
- Me sorprendes, no pensé que tu dijeras eso con algo que tiene que ver con Fujimori – esta vez fue Remus quien había hablado, mirando a Hooch como si mirara a alguien que hubiera dicho una gran mentira.
- Y a mi me sorprende que les pueda preocupar tanto lo que a una chiquilla le pueda pasar o lo que pueda hacer… – dijo Snape – por la mañana Fujimori parecía normal – completó.
- Eso fue hace horas Severus, y bien sabes que cualquier cosa puede ocurrir en tan solo un segundo… te lo vuelvo a preguntar: ¿no has tenido malestares?-
Ante la pregunta lo único que hizo Snape, fue mirar hacia otro lado y no pronunciar ni usa sola palabra mas en el transcurso de la reunión. Mientras el tiempo avanzaba, Dumbledor sacaba a discusión el posible regreso de Lord Voldemort, cosa que obviamente no fue de agrado de nadie. – es una broma ¿cierto? – dijo Flitwick, el profesor de encantamientos, pero su única respuesta fue una mirada de parte del director que fue incapaz de responder un "si" o un "no".
El hecho de la sola idea de que su mayor enemigo hubiera retornado una vez mas era casi increíble. pero sin embargo nadie podía asegurarlo, pues no había prueba exacta de aquello.
Al siguiente día el colegio recibió la visita inesperada de una chica francesa ya conocida por algunos. Indra Rimbaud se había presentado con aires de grandeza ante todos los profesores a primeras horas de la mañana en el mismo despacho del director, en donde se estaba llevando a acabo una segunda reunión con los mismos motivos de la anterior.
Pronto Indra fue instalada en una de las torres del castillo, relativamente cerca de la Torre Ravenclaw. Era una lastima que absolutamente nadie supiera lo que realmente tramaba aquella chica. Siendo que la chica sabía lo ultimo acontecido a Karasen, preguntó en donde podría encontrarla; ella aun seguía en la enfermería pues no había despertado. Preparando su mejor actuación, Indra fue a la enfermería, lugar a donde entró con los ojos empapados en lagrimas y con un perfecto acto de drama, haciendo que Ron, Hermione, Ginny, Harry y Cho se apartaran de la cama en donde estaba su amiga recostada para darle permiso de pasar hasta ella a la chica rubia que acababa de entrar reclamando ver a su "amiga", aun que su pequeña dramatización no le duró mucho pues Madame Pomprey se acercó a ella para decirle que se tranquilizara.
- oye… ¿estas bien? – le preguntó Ron
- si, creo… es solo que me parte el corazón tener que ver a la pobre de Karasen en tan penosas condiciones – dijo Indra entre sollozos ahogados por la mano que tenía puesta en la boca.
- Va a estar bien – le dijo Ginny dando suaves golpecitos en la espalda – Karasen es muy fuerte, se va a reponer –
Indra se incorporó de un golpe y se alejó de Ginny
- ¡no me toques!...- después pareció darse cuenta de su pequeño error y volvió a su actuación – es que… es que estoy muy sensible, lo lamento, no quise asustarte-
- no te preocupes, no pasa nada-
No pasó mucho tiempo para que Pomprey les dijera a todos que se marcharan de la enfermería, dándoles como único consuelo el avisarles el momento en que su amiga despertase.
El ambiente estaba muy pesado para ese día, los profesores daban sus clases rápidas e incompletas, inclusive la profesora McGonagal estaba muy alterada pues llegó a bajarle 5 puntos a uno de su casa tan solo por haber tirado sin querer su pluma. No era un día que se podría llamar "normal" y eso estaba claro para todos.
Al final del día Karasen aun no despertaba y los alumnos se paseaban por el castillo sin preocuparse de que Filch les reprendiera. Aparentemente todos los profesores estaban muy ocupados investigando algo pues solo iban de un lado a otro y cada vez que llegaban a encontrarse entre si, intercambiaban unas palabras para después reanudar su caminata (que normalmente terminaba en el despacho del director).
Para las doce de la noche, varios alumnos de diferentes casas habían sido reunidos en el gran comedor, muchos llevaban puesto el pijama y algunos aun tenían el uniforme puesto, ciertamente era algo que no importaba mucho en ese momento.
- no queremos asustar a nadie, pero todos ustedes saben que ustedes son miembros del "ED" – comenzó diciendo McGonagal y todos se miraron entre sí, asintiendo – hace ya dos días sucedió algo en el castillo. Esto nos alertó de un posible regreso de… de Voldemort. Shh silencio todos, se que es bastante increíble pero ciertos hechos; como el ataque de los mortifagos que tuvimos, nos hace pensar que podría ser cierto-
Hubo un barullo por parte de todos los alumnos (generalmente de séptimo año) que desaprobaba aquellas palabras.
- ¡imposible profesora! ¡Muchos de nosotros vimos el momento justo en que Harry lo destruyó! – gritó un chico Ravenclaw
- ¡si! ¡tal vez estén confundiendo los hechos! – propuso otra chica.
Las puertas del Gran Comedor se abrieron dejando entrar a Dumbledor junto con Harry, Hermione, Ron y mas atrás, a Hagrid junto con una confundida Cho.
- no se confunde nada señorita, aun que eso quisiéramos creer – dijo Dumbledor teniendo a Harry tomado de los hombros.
- Pero… ¿Cómo pueden estar seguros, es decir, nadie lo puede asegurar – Harry tuvo k girar la cabeza para decirle eso al director – además… no me ha dolido la cicatriz.
- Eso es por que has roto la conexión que tenías con Voldemort, Harry. Debido a eso, esta vez no podemos saber si estamos en lo correcto o no, pero tengo un presentimiento que no me gusta en nada-
Los que muchos temían era que casi nunca los "presentimientos" de Dumbledor eran equivocados.
Pronto su director les indicó que desde ese momento tendrían que estar precavidos a todo momento, ellos se encargarían de cuidar que en todo el momento el castillo estuviese seguro, y aun mas importante, que los demás alumnos no se enterasen del posible peligro que corrían. La prioridad era actuar normalmente pero mantener en todo momento una posición de guardia, pues Dumbledor pensaba que Voldemort ya podría estar dentro del castillo, aun que débil, y podría atacar en cualquier instante. Lo que nunca supuso fue que en realidad tenía algo de razón con aquello; Indra estaba ya dentro del castillo y ella sería quien se encargaría de bajar las defensas y de acabar de una vez por todas con los estorbos que podrían impedir los planes de su Señor.
- nadie sospecha de nada, ahora me tienen en un cuarto en una torre… pobres estupidos, no tienen idea ni de lo que les espera, tan solo piensan que puedes estar cerca Mi Señor, pero no saben de tus fuerzas - decía Indra mirando hacia un caldero que calentaba con un fuego púrpura
- perfecto, todo marcha a la perfección. Dejaré que esa chiquilla despierte de su hermoso sueño, pero cuando menos se lo esperé su vida se convertirá en la más escalofriante pesadilla que pueda vivir en carne y sentidos… será la perdición de Dumbledor y por fin podré matar a Potter- una voz que provenía del caldero le contestó a la chica que ahora tenía marcada en su rostro una sonrisa maliciosa – Quiero que tu estés ahí cuando despierte, asegúrate de que solo te vea a ti. Dentro de 14 días ve a la enfermería a la media noche y pórtate con ella como tu solo sabes; eres excelente actuando pero un poco exagerada – Indra torció una mueca – contrólate y hazle saber a Fujimori que estas ahí para cuidarla. Sigue con la farsa por lo menos unos días mas, hasta entonces, espera mis ordenes, no hagas nada estupido antes de tiempo-
- como tu digas-
La sustancia que estaba en el caldero tomó un color opaco y el fuego que la calentaba se apagó completamente. Indra, que estaba arrodillada frente al caldero, se dejó caer hacia atrás sobre la alfombra de la estancia.
- pronto, muy pronto...-
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Los días pasaron tan rápido como una snitch pasa volando delante de los ojos de alguien. Esté era el décimo sexto día que Karasen permanecía en la enfermería sin dar alguna señal de querer despertar, lo único que tranquilizaba su condición era ver aquella sonrisa que de vez en cuando se dibujaba en su boca, pero ¿Cómo saber si aquella sonrisa era buena señal? ¿Cuáles eran las imágenes que ocupaban su mente?...
Un hermoso paraje parecía no tener fin, miles de pétalos rosados caían de inmensos árboles con flores, un pequeño lago poco profundo regalaba destellos que provenían de sus aguas. Una inmensa casa de estilo oriental se alzaba en medio de aquella hermosa visión y de su interior se alcanzaban a escuchar las risas de dos mujeres.
La puerta principal de aquella casa se abrió y por ella salieron las poseedoras de las risas. Ambas parecían gemelas; una de un largo cabello castaño y rizado; otra de cabello negro y lacio; sus ojos eran como exactas replicas de las cuales no se podía saber cuales eran los originales.
- mi linda Kara, soy tan feliz de verte así – dijo la de cabello rizado, ya sin reír y mirando tiernamente a la otra.
- es que soy tan feliz madre, ¡por fin puedo estar a tu lado, todo este tiempo ha sido tan hermoso, ¡siento que al fin puedo reír de verdad! ¡soy libre!- Karasen dio un giro con los brazos extendidos al cielo.
Pronto un tercero de unió a la dos mujeres; sus facciones eran las de una persona oriental, sus cabello profundamente negro daba destellos ante los rayos del perfecto sol que hacia.
- ¡padre!- gritó Kara corriendo hacia el para después darle un gran abrazo que al instante fue correspondido por el hombre
- Karasen, tranquila – le dijo el con voz seria pero con una sonrisa
- Lo siento padre, es que no puedo evitarlo – le siguió abrazando, pareciese una niña pequeña que apenas comenzaba a saber lo que era la verdadera felicidad alado de su familia.
- Vengan los dos, vamos al lago, hoy está hermoso- sugirió la madre de Karasen: Oyuki.
Ambos no se hicieron esperar a la llamada de la mujer y la siguieron hasta el lago cercano a ellos cuyas aguas permanecías pacificas y de un color azul hermoso, pétalos rosados cubrían una parte del lago haciéndolo parecer como una alfombra flotante. Irónico lo real que pudo haber sido todo aquello…
- Solo mira todo lo que la naturaleza nos puede dar Kara, esos pétalos de flor de cerezo en su simpleza son tan bellos como la luna en su esplendor- dijo Oyuki observando embelesada los pétalos.
- siempre te ha gustado la naturaleza ¿no es así Oyuki?- comentó el padre de Kara.
- ¡claro! que mejor que este lugar para observarla… mira, Kara, ven aquí y observa conmigo – rodeó a su hija suavemente con un brazo - ¿vez aquel árbol fuerte del otro lado del lago?- Kara asintió con la cabeza – justo debajo de ese árbol fue en donde te di mi preciada flauta- señaló el dije k llevaba su hija.
De pronto una imagen de un madre recostada sobre el pasto y una niña a su lado llorando se cruzó por la vista de Karasen. Cerró los ojos, eso no le gustaba. Luego, casi sin darse cuenta, una lagrima resbaló por su mejilla, avergonzada por ello se separó rápidamente de su madre y ocultó su rostro tras una cortina de su cabello.
- no debes de ponerte así hija – comenzó diciendo su padre después de un silencio prolongado – ahora es como si nada de eso hubiera pasado, estamos todos juntos, eso es lo que importa- diciendo esto posó una mano sobre el hombro de Kara.
- es que, tantos años fueron los que viví aprisionada dentro de mi misma, sin el amor de mis padres y ahora que están a mi lado me parece totalmente irreal… ustedes… estaban muertos-
- no linda, nunca hemos estado muertos, siempre vivimos en tu corazón esperando el momento en poder reunirnos contigo- dijo Oyuki con lágrimas en los ojos. Curiosamente el cielo se comenzó a nublar justo en ese momento.
- El momento en que nos dieras tu perdón- completó Toshiro Fujimori. (N/A)Nombre del padre de Kara)
- Perdón… - susurró Kara - ¿perdón?-
Otra imagen recorrió su mente. Una niña de apenas 6 años estaba arrodillada alado de una cama en donde yacía recostado el cuerpo de su padre - Kara, no puedo irme sin saber que me has perdonado, por favor…-. Aquella imagen parecía tan cruelmente verdadera, como si justo en ese instante ella hubiera estado parada alado de la niña - ¿tú también te vas? ¿Por qué? ¡¿Por qué todos los que están a mi lado se tienen que ir!...¿papá? contesta…- La muerte de su padre, eso era lo que estaba recordando. ¿Cómo pudo ser tan inocente e ingenua como para creer la mentira que ahora estaba viviendo? Se había cegado por completo ante la felicidad de creer que nunca se había separado de su familia y que podía tener una vida plena. En el tiempo que llevaba en ese nuevo mundo lo único que había recibido había sido amor, todo aquel que necesitó en su crecimiento, había recibido tantas atenciones que por fin se sentía especial, parte de algo. Ante esto nunca pensó en lo que antes había vivido, el como nunca había dando a entender su perdón a su padre, el como lamentaba tanto ser ella la que permanecía con vida y no su madre por aquella profecía… Su madre, era tan parecida a ella, se sentía orgullosa de llevar su nombre aun que fuera como secundario.
Levantó la mirada y observo a su madre, estaba muerta y debía de aceptarlo… entonces ¿Qué era todo aquello que le estaba sucediendo? ¿acaso ella también había muerto y se había reunido con sus padres?...
- ¡Di algo niña! – gritó de pronto su padre, sobresaltándola.
- no me grites – dijo Kara, pero su sobresalto fue mayor al escuchar su voz; ya no era la de una chica adolescente, mas bien sonaba como la de una niña pequeña. Miró sus manos; eran pequeñas, al igual que todo su cuerpo. Se había convertido en una niña.
Para mayor horror, vio como su madre caía desvanecida directo al suelo, muerta.
- es tu culpa, ¡por tu culpa ha muerto mi querida Oyuki!- gritó con odio su padre - ¡por ti! ¡si acaso nunca hubieras nacido todo seria diferente!-
- no, no… no es cierto ¡no es cierto!- la ahora pequeña Karasen mantenía sus manos sobre sus orejas tratando de evitar así no escuchar nada.
Pero, sin embargo, ella sabía era cierto lo que él le decía. Si ella no hubiera nacido ahora su madre no estuviera muerta, su padre nunca hubiera sido buscado por los mortifagos y ella no hubiera tenido que sufrir tanto. Se odiaba tanto por eso. Desde que supo sobre lo de la profecía de su familia se sintió tan culpable; ella era la única responsable de la muerte de sus seres queridos. Si al menos ella no estuviera viva, si al menos se alejara de todas las personas a las que estimaba, tal vez… solo tal vez podría evitar su sufrimiento y el de ella misma.
- es una lastima que sigas con vida, ni siquiera tienes una-
- yo no lo pedí…- Kara movía la cabeza de un lado a otro, lentamente.
- Esos que dicen ser tus amigos solo están a tu lado por simple compasión-
- Ellos se me acercaron, tampoco pedí esa amistad-
- Solo fuiste un estorbo para Caroline-
- ¡Fue su decisión cuidar de mi!- gritó Kara un tanto desesperada, como si suplicara a su padre que dejara de hablar sobre aquello.
Fue entonces cuando el cielo ser tornó completamente de un gris pálido y gruesas gotas comenzaron a caer.
Todas aquellas palabras que le decía su padre le tocaba directo al corazón. Ella nunca había querido vivir la vida que le había tocado afrontar, no pidió ser maga, no pidió pertenecer a esa familia… entonces ¿era realmente culpable?
De pronto el cuerpo de Oyuki desapareció y su esposo junto con a el. Un viento fuerte comenzó a soplar y los pétalos rosados de los árboles de cerezo se arremolinaban alrededor de la pequeña Karasen. Se dejó caer sobre el ahora mojado pasto, se abrazaba a si misma para brindarse protección.
Es que no lograba entender nada, ¿Cómo era posible que de un segundo a otro todo hubiera cambiado tan drásticamente? Todo era perfecto…tan perfecto que quiso creer que era real.
Permaneció ahí durante mucho tiempo, realmente era indefinido pero seguro era demasiado por que había estado pensando y pensando sobre todo aquello.
Comenzó a desesperarse, quería salir de ese mundo cuanto antes, ¿pero como salir cuando ni siquiera tenía una idea de cómo había entrado?
La sombra de un hombre a lo lejos le hizo levantar el rostro. La túnica que llevaba puesta estaba completamente empapada y se pegaba a su espalda. Se fue acercando poco a poco a la niña Karasen y se arrodillo ante ella. Por extraño que pareciese, ella no logró reconocer el rostro del hombre, era como si nunca antes lo hubiera visto, pero a la vez sentía que lo conocía de alguna parte…, le inspiraba tranquilidad, pero también temor. De pronto, el hombre cambio su antes serena mirada a una de odio, se levantó de golpe y se remango la tela del brazo izquierdo mostrando así una marca en forma de cráneo humano y una serpiente saliendo de el. La reacción en Karasen fue echarse rápidamente para atrás, dar media vuelta y correr a refugiarse a uno de los árboles que los rodeaban.
- niña tonta, no escaparas – dijo aquel hombre con voz siseante
El mortifago fue caminando a paso lento hacía donde se encontraba la niña y de su túnica sacó una varita la cual apuntó hacia Karasen.
- ¡Avada Kedavra!-
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Una chica rubia iba apresuradamente por los pasillos que conducían hacia la enfermería del colegio. Ese era el día en que Fujimori despertaría y ella sabía que tenía que estar presente ahí cuando eso sucediese. La media noche no tardaría en llegar por lo que debía apresurarse para asegurar que la chica despertase. Pronto estuvo frente a la puerta del susodicho lugar pero no abrió la puerta al escuchar los pasos de alguien dentro.
- "¿Qué diablos…? Se suponía que no habría nadie a esta hora"- pensó la chica pegando la oreja a la puerta para tratar de averiguar quien era la persona que estaba dentro (aparte de Karasen), Madame Pomprey no podía ser, pues ella misma se había asegurado de que no fuera problema en la enfermería… entonces ¿Quién?
Severus Snape, uno de los que no se podría tener sospecha era aquella persona. Estaba caminando alrededor de la cama de la chica Ravenclaw mientras que al mismo tiempo la observaba con detenimiento. Por un momento se sobre saltó al ver como la chica se movía de un lado a otro de la cama, la chica sudaba por lo que con un pañuelo limpiaba su rostro cada vez que esté se llenaba de pequeñas gotas de sudor.
- ¿en que sueñas? ¿Qué te sucede?- se llegó a escuchar le mismo diciendo estas palabras con un tono preocupado y ciertamente fue algo que le sorprendió en el mismo.
No era la primera noche en que iba a observar a la chica, eso ya se había vuelto costumbre a partir de la segunda semana de su inconciencia. Había algo que lo obligaba a ir, tenia la extraña necesidad de saber la condición en la que se encontraba su alumna.
Esta ahí él, observándola, cuando de pronto Karasen comenzó a moverse de un lado a otro de la cama, parecía asustada, sus facciones denotaban temor y angustia. Fue entonces cuando Severus se acercó a la cama y se sentó en una orilla. Bacilo unos segundos antes de poner ambas manos sobre los hombros de la chica. Fue entonces cuando de un momento a otro Karasen dio tal salto que quedó sentada en la cama, con los ojos abiertos como platos mirando los de Snape de una manera casi terrorífica.
Él no supo si fueron minutos o segundos los que permanecieron en esa posición, pero cuando menos se lo esperaba, Karasen se lanzó contra él, abrazándolo y escondiendo su rostro en su pecho, tal y como un niño asustado haría con su padre o madre. El momento ya era demasiado embarazoso como para poder empeorarlo así es que Snape decidió no moverse. En esos instantes tuvo el impulso de corresponder a aquel abrazado para reconfortar a la chica, pero en su mente mantenía una lucha constante para impedir eso, no podía mostrar ninguna clase de afecto con ella, mucho menos después del beso…
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La luz verde se acercaba rápidamente hasta donde ella. No atinó a hacer nada más que cerrar los ojos fuertemente, esperando lo que vendría después. Sintió como si algo la golpeara en el pecho y luego…¿Qué ocurría ahora?.
Karasen se despegó del cuerpo al cual abrazaba, se sorprendió al darse cuenta que se trataba de su profesor de Pociones. Sintió como su rostro se calentaba y agradeció infinitamente que la poca luz de la vela que se encontraba a lado de su cama impidiese ver como su adquiría (seguramente) un tono carmesí en sus mejillas.
- Profesor Snape- fue lo único que logro articular segundos después.
Él, por su parte, trató de mantener la mirada firme y seria. No aprobaba lo que acababa de pasar y ¡no era para mas!... pero no por el hecho del abrazo, sino por el hecho de que a el le hubiera agradado.
- por fin despierta – dijo secamente Snape, queriendo intimidar a la chica, pero mas bien era ella quien lo intimidaba a él, pues permanecía mirándole casi sin parpadear.
- ¿Por qué? – de pronto dijo ella con tono entrecortado – no lo entiendo… ¡¿Por qué!- Karasen se cubrió el rostro con ambas manos – era tan real, no quería que acabara, no quería regresar a la realidad… es tan… tan cruel. Yo nunca debí existir… fui… solo un error- decía ahogando sus palabras
- ¿de que está hablando? ¿Qué le hace decir eso?- ya lo anterior no le importaba mucho en esos momentos a Snape, la forma de hablar de su alumna le preocupaba… ¿le preocupaba?
- De la verdad. Eso es todo, la verdad de lo que nunca debí ser, hubiera preferido que esa maldición hubiera sido real y me hubiera matado, sería mucho mejor para todos si yo no estoy cerca para arruinar sus vidas-
- ¡cállese, no creí que alguien como usted, señorita, pudiera tener el poco cerebro como para que de su boca saliesen esas palabras tan estupidas – le regañó Snape tomándola de los hombros y zarandeándola un poco – creo que su despertar no le ayudó mucho ¿cierto? Habla tonterías nada mas-
- ¡usted no entiende!- como respuesta ante las acciones de Snape, ella hacia fuerza para tratar de separarse de él, aun que ella sabía que era en vano, pues el tenia mucha mas fuerza que ella
- Algo le puedo decir, Fujimori, y es que no me interesa en lo mas mínimo el por que de sus palabras, ahora escuche bien: mas vale que se calme de una vez por todas sino quiere que le obligue a tomar una poción somnífera para que regrese a su lindo sueño de bella durmiente-
Ella no digo nada mas, para ella las palabras de su profesor no tenían sentido, era como si nada le estuviera diciendo. Solo estaba ella ahí, mirando los ojos de él, los de ella se humedecieron pero su mirada permaneció pasiva, entonces, con una de sus manos tocó el rostro de Snape.
- Mi padre, mi madre… los seres a los que mas quise ya no están, ahora solo se que de una persona el amor que siempre quise dar es… ¿Cómo te puedo amar, cuando tu mas dolor me causas? Es ilógico- parecía que sus palabras las pronunciaba sin siquiera saberlo.
Esto sobresaltó al profesor como nunca, una punzada en el corazón le había quitado las palabras, ni siquiera era capaz de apartarse de ella. Realmente no le importaba el porque, pero ahora se notaba a si mismo acercándose poco a poco a la chica … se sentía tan miserable, pero a la vez con un sentimiento de alegría en el corazón ¿Qué era lo que esa niña le había hecho para sentir aquello?.
Sus rostros estaban a escasos centímetros, pero ninguno de los dos se llegaron a encontrar en ningún momento.
- ¡Crucio!-
Snape cayó al suelo retorciéndose por el dolor.
Indra estaba parada en la puerta de la enfermería con varita en mano apuntando hacia el hombre, luego, alzó la vista para ver a Karasen.
- ¡Estupida! ¡mira que enamorarte de un mortifago, que estupida! – su voz se volvió seca – ahora te llevaré con el señor, entonces veremos que es lo que te tiene preparado…-
CONTINUARA!
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Fin del capitulo 21!
Aaaaaah! Lo bueno comienza! Hasta yo me kedé con el ojo cuadrado o.o aaaaaah!
Ok, hay k respirar jeje. Ya ya, se k me han de kerer estar matando por mi gran demora en la publicación de este capitulo. Bien bien, soy culpable, había dejado de escribir por un mucho de tiempo XD gomen!
Pero en fin, no kiero hechar mucho rollo esta vez. La contestación de reviews dejémosla por ahora. Pero aun así se les agradece a todos los k se toman la molestia de dejarme su comentario. Arigatou!
(Hoy es 9 de Febrero del 2006, ya casi sale el libro de HP6 en español!)
