Capítulo III

Visiones

Que más da

Que más da el sol que se pone

O el sol que se levanta,

La luna que nace o la luna que muere

Mucho tiempo, toda mí vida, esperé verte

Surgir entre las nieblas monótonas,

Luz inextinguible, prodigio

Rubio como la llama;

Ahora que te he visto sufro, por que

Igual que aquéllos

No has sido para mí menos brillante,

Menos efímero o menos inaccesible que

El sol y la luna alternados,

Mas yo se lo que digo si ellos comparo,

Por que aún siendo brillante, efímero,

Inaccesible,

Te recuerdo, como el de ambos astros,

Basta para iluminar, tu ausente,

Toda esta niebla que me envuelve.

Luis Cernuda

Se levantó temprano, como casi todos los días, se dio un baño y se vistió, nunca fue bueno para la cocina, recordaba como su nana muchas veces intentó enseñarle a cocinar huevos fritos y siempre terminaba la cocina casi en llamas... tal vez por eso escogió la psicología, era un hombre brillante, amante de la psicología humana y del comportamiento de la mente... era simplemente extraño que creyendo conocer sus emociones, estas le jugarán de una manera tan cruel, se colocó su bata blanca para salir al consultorio, no sin antes pasar a la fonda que estaba frente a los edificios en los que vivía. Pero antes de las 8:30 .a..m., pues de retrasarse un poco mas se toparía con la regordeta señora Kaede que, a pesar de ser simpatiquísima, insistía con su coqueteo extenuante, cosa que a le causaba gracia, sin embargo la mujer era, por demás insistente, siempre terminaba por proponerle algún tipo de invitación subida de tono y eso le causaba mucha gracia, al grado de reír frente a ella o de otro modo comenzar con su frecuente nerviosismo.

Después de desayunar subió a su auto, un auto último modelo, platinado, recibía la vista de muchas chicas, hermosas, pero para él no pasaba del simple coqueteo.

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Abrió la maleta, al ver lo que llevaba recordó como Kouga se la había dado para que huyera lo mas rápido posible mientras él entretenía a Sesshomaru, definitivamente Kouga era un buen hombre...

- La ropa de tu hermana...- suspiró.

Debía encontrar trabajo, sabía que el dinero que traía no duraría más de tres meses, debía pagar entre otras cosas la renta de su cuarto.

Se vistió con un traje verde claro, era lindo, hacia que sus ojos resaltaran más.

El anciano que le había rentado el cuarto le había comentado que un repostero buscaba una cocinera, dicho local se encontraba frente a un consultorio, no sería difícil localizarlo.

- Sr. Myouga ¿cree usted que el repostero sea accesible?... yo nunca he trabajado, pero solía cocinar para mí papá y el siempre me presumía con sus amigos – su rostro entristeció.

- Niña... en verdad debes de aprender a ser mas fuerte... si sabes hacerlo demuéstraselo... ¡anda, que yo desde aquí te mandaré mis buenos deseos!- dijo el anciano, quien, sin tener que analizarlo mucho, poseía una gran sabiduría.

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- Tsubaki mensajes?- dijo haciendo un gesto amable a modo de saludo.

- Buenos días señor Taimaru, llamó el señor Hanik dijo que vendría más temprano

-Gracias-

Entró a su consultorio, se sentó en la silla detrás de su escritorio y vio encima de este una fotografía, eran Miroku y él, el día que se graduaron... una sonrisa cruzó por su cara... si, definitivamente él era su mejor amigo...

Recordó aquella vez que se pusieron totalmente ebrios y fueron a llevar serenata primero a Sango, quien les baño con una cubeta de agua helada, pues, al estar borrachos, sus cantos se asemejaban mas bien a los gritos e algún animal agónico.

Después pasaron a casa de Kikyou quien solo se limito a llamar a Inuyasha por el celular y agradecerle y recomendarle que si algún día quería ofender a alguien... le llevara serenata

Sonrió ante los recuerdos... sus recuerdos.

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- Necesito el trabajo-

- Lo siento, pero sin carta de recomendación no puedo darte el trabajo- dijo el chico, muy atractivo, la miraba encantado... "hermosa" era lo que pasaba por su mente.

- Mire... ya se, tengo una idea- dijo enlazando sus manos tras su espalda baja, acto que a el le causo mucha gracia- Pídame que le cocine un pastel... el que usted quiera... si le gusta me contrata... pero si no...me voy y no lo molesto mas... eso si, ¡me llevo mí pastel!- ambos sonrieron .

- mmmm- la miró, la niña debería necesitar mucho el trabajo pues era hermosa y visiblemente educada, algo debería de haberle pasado- de acuerdo, un pastel 3 leches-

- Muy bien,- el joven se sorprendió ante la convicción de la chica y al cabo de un tiempo, el pastel estaba listo, ambos lo probaron

- Bueno,- dijo sonriente- bienvenida, me llamo Banñostzu-

-Kagome, me llamo Kagome- le dijo sonriente y estirando su mano que el recibió gustoso.

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- Sr. Hanik... usted tiene hijos?- dijo Inuyasha observando al hombre

- Si tengo 3 hijas hermosas... iguales a su madre

- y... ¿piensa abandonarlas?-

- ¡Nunca!- el hombre parecía arrepentido de la acción sin sentido que había cometido meses atrás, debía continuar con las terapias.

-Lo veré la próxima semana es importante que no falte a su tratamiento, estoy por darlo de alta. Por favor pase con mí secretaria.

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- Kagome, debo pedirte un favor-

-Dígame Bankotzu-

- Bueno primero, háblame de tú y segundo se cayó la línea telefónica del local, hay que hacer varios pedidos importantes, todos de harina, esto ya ha pasado- dijo volteándola ver y sonriéndole- ¿podrías ir al consultorio de enfrente y pedir el teléfono?- dijo señalando el edificio frente a la repostería- dile a la secretaria que vas de mí parte-.

-Si señor- dijo con una sonrisa- perdón... Bamkotzu- rectificó.

Y salió del local para cruzar la calle, se sentía feliz, por el momento no había escuchado nada de Sesshomaru y eso le hacía pensar que tal vez el ya había desistido de su intento de poseerla.

Entró al consultorio y lo primero que vio fue a una mujer sentada tras un escritorio.

-Hola- dijo- vine de parte de Bankotzu- no pudo terminar lo que iba a decir pues la secretaria se adelantó.

- Déjeme adivinar... se cayó su línea- dijo con un gesto antipático que a Kagome le disgustó bastante.

- ¿Puedo usar su teléfono?-

-Claro-

-Tsubaki por favor llame a... – y la vio... su pelo negro cayendo por sus hombros ligeramente rizado en las puntas, su piel blanca pero más bien apiñonada, sus ojos grandes...- Kiky...- estuvo a punto de decir, cundo vio sus ojos...- verdes- dijo total y absolutamente perdido.

-¿Perdón?- su voz lo saco de sus pensamientos.

-¿Qué?- dijo casi temblando.

- dijo "verdes"-

-Oh, lo siento, pensé en voz alta- giró su mirada y no vio a la chica- ¿Quién era?- dijo sorprendido de no notar cuando la chica salió del lugar, claro que no lo noto, estaba totalmente perdido en sus pensamientos.

- La nueva empleada de Bankotzu... señor tiene una llamada- dijo ella visiblemente molesta por el interés de él hacia "ella" pues desde el momento en el que entró se dio cuenta del escalofriante parecido de la chica con la mujer que hacia dos años antes había estado a un paso del altar y que había muerto por un golpe en la cabeza... todo un "misterio", sonrió al pensar esto, para ella definitivamente no era un misterio.

- Gracias, ehm, ya va a ser hora de irnos- aún tenía la boca seca por la impresión.

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Llegó a su departamento y se desvistió, se acostó en su cama con un libro, de verdad esos días parecían estar hechos solo para eso: vegetar.

Al cabo de unas horas sus ojos le suplicaban descanso, se estiró un poco, y dejo el libro en un pequeño buró del lado izquierdo de la cama, se acostó nuevamente y se dio cuenta de que lo único que pasaba por su cabeza, era la imagen de la chica que había visto en su consultorio... ¡que demonios! Se reprendía a el mismo por estar pensando cosas que no eran... o ¿si eran? ¿Qué demonios había sido eso? ¿Una visión? Si... una hermosa visión...

Fin Capítulo III

NOTAS:

HOLA! ME ENCANTA QUE ME MANDEN MAILS, ME GUSTARÍA QUE TAMBIÉN PUBLICARAN AQUÍ SUS COMENTARIOS... MUCHAS GRACIAS POR SUS PALABRAS DE ALIENTO

BEXOS Y ABRAXOS

Jimena-chan