Capítulo V
SONRISA...
CON UNA SONRISA...
Con una sonrisa puedo barrer
el dolor de un amigo
cuando el cielo aún está frío
y el sol no encuentra la salida
de una mano amiga
Con una sonrisa puedo comprar
la amistad de mi enemigo,
con tan sólo una palabra
que me acerque en la distancia
de su corazón herido.
Con una sonrisa puedo camuflar
una lágrima perdida,
sedienta de una mano amiga
que te coja, que te abrace
que te llene de coraje.
Con una sonrisa puedo robarte
un beso en un instante,
una caricia sin recelo
un "aún te quiero"
un "te llevo aquí dentro".
Con una sonrisa...
sólo... con una sonrisa.
Creer que a veces nos perdemos en nuestros sentimientos parece ilógico, podríamos decir que casi mágico ¿Qué puede tener una sonrisa, ¿Sólo una gesticulación del rostro? ¿Sólo el impulso de lo agradable?... no una sonrisa encierra un mundo... es la locura de lo cuerdo... es el amor en un corazón sin esperanza... es perdernos en el mar creado por nuestras ilusiones.
-Hola- dijo él muy nervioso, pues tal vez en el momento en que la chica le sonrió estaba totalmente fuera de si y ahora que estaba consiente lo golpearía hasta el cansancio... "soy un ridículo" fue lo que paso por su mente.
-Hola... ¿Eres el enfermero?- Inuyasha sonrió... había olvidado por completo que traía su uniforme de consulta.
-No, no soy el enfermero
- Ah,... pues... ¿Quién eres?-
-Soy... el loco del auto- dijo algo avergonzado, pero al ver que la chica volvía a sonreírle el le correspondió.
-Pues, no pareces estar muy loco- dijo mirándolo a los ojos- Me llamo Kagome y ¿Tú?-
-Soy Inuyasha Taimaru- y ella volvió a ver esos ojos dorados "hermosos" pensó... pero al ver por el espacio de la puerta, que Inuyasha no había cerrado por completo, a Bankotzu, se dio cuenta de la magnitud de la situación, estaba allí en un hospital privado con heridas en el cuerpo y con un hombre que, por su apariencia, era muy respetable.
Los nervios comenzaron a hacer de las suyas en su cuerpo, sus manos comenzaron a temblar y sus ojos humedecieron.
Inuyasha se percató de lo sucedido y sintió una fuerte punzada en el pecho, odiaba ver a una chica llorar y mas si esa chica era hermosa...como Kagome.
-¿Estas bien?- consulto con tristeza audible en su voz
-Y... yo...si...es solo...bueno...- y las lágrimas cayeron finalmente, esas gotas brillantes que corrían por sus mejillas dejaban a Inuyasha con un dolor en el pecho-no se como... voy a pagar esto...- terminó de decir desviando su vista de la de Inuyasha.
-No te preocupes- dijo sentándose en la cama a su lado- yo pagaré, después de todo, si estoy loco- dijo con una sonrisa y ahora era él el nervioso pues cuando la vio voltear hacia el y regalarle una hermosa sonrisa, la sangre que recorría su cuerpo se acelero hasta el punto de casi marearlo.
-No es necesario, Sr. Taimaru, ella es mi empleada, por lo tanto es mí responsabilidad ya que se lastimo en horas de trabajo- dijo Bankotzu. Inuyasha inmediatamente notó el tono celoso con que se lo decía, era increíble como aquella chica, que ninguno de los dos conocía bie, y que de hecho Inuyasha apenas sabía su nombre, fuera capaz de desatar una guerra de celos.
-Insisto- dijo Inuyasha viéndolo de manera fugaz por haber interrumpid ese momento con la chica de hermosos ojos verdes.
- Sr. Taimaru, el Sr. Hanik llamó al móvil... lo espera en su consultorio- comentó la lengua viperina de Tsubaki, pues había estado escuchando todo lo que Inuyasha le decía a "esa chiquilla" y por supuesto, no hay que decirlo, estaba celosa, dándole a Kagome la misma mirada que le dio en el consultorio el día que fue a pedir el teléfono.
-Gracias Tsubaki- dijo el volviendo a mirara a Kagome- ésta es mí tarjeta- le dijo mostrándole un papel pequeño- si necesitas algo, solo llámame.-
-Gracias por sus atenciones Sr.- dijo Bankotzu quien había decidido interrumpir pues la cara de Kagome solo reflejaba el deseo de abrazarse a Inuyasha-
-Adiós- dijo Inuyasha regalándole una vez más una sonrisa
-A- adiós- respondió totalmente atontada por la sonrisa del hombre... el la atropelló y por alguna extraña razón no sentía rabia hacia el, sabia que podían despedirla por su descuido y que todo sería su culpa... pero... que demonios... que hombre...
Salió del cuarto seguido de Bankotzu, ya se conocían pero al verdad es que nunca fueron íntimos ni mucho menos, solo una relación de mera camaradería.
-Sr. Le ruego que me deje pagar los gastos me siento muy apenado por lo que paso- dijo Inuyasha sacando su cartera.
-No se preocupe, Kagome es mí responsabilidad como ya le dije- dijo un poco ofendido pues creía que Inuyasha, al sacar su cartera quería restregarle en la cara que el era un doctor muy reconocido y que podía pagarle hasta un transplante de riñón si se requería.
- Yo la arroye y se que si pago me sentiré un poco menos culpable-
-Mmmmm... está bien... pero, le ruego tengas mas cuidado, pudo haber matado a Kagome. "Que exagerado" pensó, si ni siquiera habían tenido que coserla ni nada solo un golpecillo.
Inuyasha se dirigió a la caja del hospital y estando al punto de llegar sintió una mano posarse en su hombro.
-Hola Miroku ¿Qué haces aquí?-
-¡Que que hago aquí!... casi asesinas a una chica- dijo visiblemente nervioso. Inuyasha rió divertido ante l comentario de su amigo que solo se limitó a realizar una mueca de desentendimiento en su cara para seguir con su diálogo.
-¿Cómo está la chica?-
-Bien, solo unos golpes... nada de que preocuparse-
-Ay amigo... pues ya que me dices que está bien, no puede evitar notar el parecido que tiene con Kikyou... ¿lo notaste?
-No- mintió ¿Por qué demonios todo le hablaba de ella? Parecía que ni un solo día de su vida podría estar en paz y poder sólo vivir con lo que ahora tenía.
-Era bellísima-
Le diré a Sango si sigues con tus comentarios lujuriosos- ambos rieron e Inuyasha finalmente pago la cuenta.
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- ¿Segura que ya te sientes bien?
-Si Bankotzu, solo fue un golpe sin chiste, tenemos que seguir con el trabajo-
-Si tienes razón... Aún hay varios pedidos que hacer, pero te llevo a tu casa sería muy egoísta de mí parte hacerte trabajar sabiendo que acabas de sufrir un trauma- Allí estaba otra vez con sus paranoias.
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Llegó a su casa y vio a su flamante esposa esperándolo con una cena hecha por ella... Otro aniversario juntos y felices, habían tenido muchas peleas, si, pero siempre se habían sabido arreglar, desde que se conocieron sango había ayudado a Miroku a quitar esas desagradables costumbres que tenía... ¿De verdad creía que todas las chicas querían tener un hijo con él? Pues eso es lo que el pensaba antes de tener una relación con Sango, pero cuando el la conoció lo supo: No había mujer en el mundo de la que quisiera un hijo más que de ella.
Se sentó junto a su mujer y cenaron entre pequeños besos y palabras que solo hablaban del inmenso amor que se profesaban, también conversaron sobre el incidente que había ocurrido hacía apenas unas horas, comentaron sobre la chica que hacía pasteles y eso le recordó a sango que debía hacer un encargo sorpresa pues el cumpleaños de Miroku estaba cerca y planeaba hacerle un fiesta.
Habían hablado desde hace mucho de tener hijos, pero las circunstancias por ahora no se lo permitían, sin embargo desde hace unos meses esas circunstancias habían dejado de ser entorpecedores de vida y simplemente habían pasado a un segundo término.
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Cenaba en un restaurante formal pero no demasiado, había tenido un día pesado el señor Hanik parecía haber tenido una recaída pues sus análisis de sangre indicaban que había consumido algún tipo de medicamento, más específico: antidepresivos, tenía que buscar la manera de hacerle ve que hasta que el aceptara que tenía un problema, entonces podría ayudarle.
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-Aquí esta bien Bankotzu, de aquí puedo regresarme a casa...- dijo en un tono divertido pero a la vez fastidiado... ¿Qué ese hombre no podía comprender que era una mujer adulta que sabía cuidarse sola? Bueno esta bien... la arrollaron pero eso no significa que sea una chica boba que anda por ahí sin hacer caso a advertencias y sin pensar lo que puede pasar... ¿O si?... no, no, no, definitivamente no.
-Kagome creo que sería prudente llevarte a casa ya es tarde-
-...Son las 7- dijo ella despidiéndose con la mano- Adiós Bankotzu mañana terminaremos los pedidos- finalizó al fin caminando rápido para que Bankotzu desistiera de su juego "policías y ladrones".
Camino por las calles ciertamente la avenida previa al lugar donde se encontraban los edificios en donde ella rentaba un modesto cuarto era una de las mas transitadas no por que hubiera oficinas si no por que se encontraban la mayoría de los restaurantes de todo tipo: elegantes, no tantos y unos que de plano solo eran para cuando no tienes nada que hacer o para pasarla bien y hacer ruido con los amigos.
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Tomaba café, después de haber terminado su cena, ciertamente ese habito había empezado e la facultad de psicología pues los estudios eran muy pesados además de que el nunca fue el estudiante modelo, ni siquiera dedicado, pero la pasión por su carrera lo hicieron ponerse a raya.
Tal vez ya debería descansar, tal vez rentar una película... si, podría ser, fue sacado de sus pensamientos con una imagen que no creyó volver a ver tan pronto, si no hasta es día siguiente. Era la chica de ojos verdes y de hermosa sonrisa... atravesando la calle.
Dejó el dinero en la mesa, suficiente para liquidar lo que acababa de consumir, y salió, la chica estaba llegando a la acera pero no lo vio, simplemente siguió caminando, hasta que se topó con una enorme figura.
-Que bueno que ya tienes cuidado- dijo el sosteniéndola pues con su choque repentino, había perdido el equilibrio.
Levantó la vista y vio sus ojos dorados, una sonrisa involuntaria se dibujo en su rostro y por ende, se dibujo también en el rostro de él.
-Disculpe, soy torpe- dijo apenada, pues a esas alturas, acababa de darse cuenta que su cuerpo estaba sostenido únicamente por los brazos de él.
-No se preocupe, oiga…- titubeó un poco ¿Por qué se sentía como un niño de secundaria a punto de invitar a una linda chica a tomar un helado? Se sentía en verdad ridículo.- ¿Le gustaría tomar un café?-
-Pues… yo verá…- Pensó en que tal vez sería bueno regresar a casa ahora.
-Oh, lo siento, es verdad, está lastimada-
-No, no es eso, me siento bien… está bien- "supongo que llegar un poco mas tarde no me afectará" fue lo que pensó, además, ni siquiera tenía que pedir permiso…
-Bien, vamos-
Y caminaron de vuelta al restaurante donde el se encontraba anteriormente, al entrar la gente lo volvió a ver con esa mirada con la que muchas veces nos hemos topado… esa mirada de "otra vez tu", sin embrago, no prestó atención a las miradas.
Pidieron ambos un café, en realidad él mas despierto no podía estar, todavía se preguntaba como esa hermosa chica no le había soltado un golpe cuando supo que había sido él el responsable de que pasara por semejante trauma y que además se haya retrasado en su trabajo… Bankotzu se lo dijo.
-Así que… ¿vives con tus padres?- preguntó solo intentando saber algo de la chica.
-¿Tus padres nunca te dijeron que no dieras datos personales a extraños? Él rió abiertamente, la chica no solo era hermosa si no también muy simpática, le recordó la primera vez que salió con Kikyou, que de no haber sido por que ambos traían unas copas de más, seguramente el asusto habría sido por demás aburrido, y en este caso era contrario, pero ¿por qué cuando estaba con ella pensaba en Kikyou? La situación lo estaba estresando un poco.
-Bueno, solo quería saberlo para saber si tengo que ofrecerles disculpas a ellos también.
-No te preocupes… ambos murieron-
No supo que decir en ese momento... ¿Acaso había hecho algo malo?
-Lo siento… yo… no-
-No importa… tu no lo sabias- lo interrumpió, le regalo una sonrisa y sacó su monedero- Debo irme, si no se me hará mas tarde y no me gusta estar solo en la calle tan noche-
-Te llevo-
-No gracias, no me gustaría desviarte- lo dijo aún sin saber en donde vivía el... de hecho lo dijo por mero nerviosismo.
-Pero ni siquiera sabes donde vivo- dijo divertido, como adivinándole el pensamiento- además, no puedo dejar que tan linda dama ande sola- noto el leve sonrojo que se creo en las mejillas de la chica, eso le causo un sentimiento entre ternura y pertenencia, lo que le causaba la chica era demasiado extraño, bueno, las circunstancias en las que se conocieron no son del todo normales…
-Está bien. Dijo ella- Pero solo por que insiste- recalcó con esa sonrisa que Inuyasha estaba empezando a necesitar.
-Háblame de "tu", Kagome-
Y salieron del restaurante, el trayecto a el lugar que Kagome rentaba fue mas bien callado solo algunas preguntas de trabajo y un aleve charla de el gusto de Kagome por ir a vivir ahí… por supuesto, nada a fondo, pues no pretendía aturdirlo con su historia del como debía huir si no seria infeliz para siempre, así que sólo le dijo que le gustaba ese lugar.
Llegaron y ella se despidió con un "gracias, nos vemos" y su sonrisa, al igual que el le dijo "hasta mañana" pues sabía que trabajaba enfrente de donde el laboraba… quería verla de nuevo.
Subió a su cuarto y no hizo caso a preguntas de Myoga sobre el visible raspón en su rodilla ni sus preguntas de la hora de llegada, pues para el era extraño que siendo que la chica siempre llegaba temprano, ahora no lo hiciera. Se metió a bañar y se acostó después de secarse el pelo con una sola cosa en la cabeza… Inuyasha.
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Se mecía en la silla detrás del escritorio en ese cuarto en el que complementaba su trabajo después del consultorio, pero en verdad ni siquiera sabia exactamente que era lo que hacía solo quería verla de nuevo a ella… Kagome.
Fin Cáp V
