Capítulo IX

UNA VERDAD EQUIVOCADA

OSCURIDAD

Te fallé en lo más hondo

tu confianza fue herida

mi vida yace en el fondo

lejos de mi alma querida.

Tus sonrisas verán el hada,

tus rosas, tus mieles: tu luz.

Mi cara oscura verá la nada

sin flores, ni cielos: mi cruz.

Bastará una lágrima en el pozo

para ahondar aún más mi dolor,

tu lanza hechicera acertando con gozo

dónde antaño rebosaba repleto de amor.

Corazón que no late despierto

sólo en sueños recuerdo su son

aún cuando recuerdo tu rostro

aparece borroso, oscuro, sin ton.

Sólo deseo bajar la marea

pudiendo volver a emerger

de ese fondo de oscuridad que golpea

si echas tus anclas a mi merced.

De ti depende que logre mi empeño

liberando tu voz desde tu corazón

despertándome al fin de este mal sueño

con un simple, hermoso y anhelado perdón.

Que mi ego se pierda en el sino

sin retorno posible hacia mí

soy tu siervo y humilde peregrino

que sólo sabe andar junto a ti.

Violant de Bru, 2003

Ya eran como las doce, cerró temprano el consultorio, había atendido todas las consultas, y de hecho, todos habían notado su cambio de humor...

Tenía que llegar pronto a la comida que Sango organizó, con las especificaciones que llegara con su encantadora prometida... ¿por qué no podía dejar de pensar en ella, maldición, tuvo muchos problemas para concentrarse cuando atendía a sus pacientes.

Caminó para el estacionamiento... "No quiero verla" pensaba... "No quiero verla pero estoy aquí" continuó su pensamiento, y como no, si llevaba cerca de diez minutos paseándose de lado a lado en la cera esperando por alguna de las coincidencias... para verla. "Idiota" fue lo último que pensó cuando la vio...la vio abrazada a Bankotzu...

Y unas ganas de llorar lo invadieron, no, ella no... ¿Por qué maldita sea?... Recordó por un instante todo lo vivido... esa vez que cayeron en una fuente por la profundidad del beso que protagonizaban, cuando Kagome le hacía el desayuno y se lo dejaba sobre el cofre de su auto, las muchas veces que discutieron por Bankotzu... ahora tenía fundamentos.

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-Kagome, no tienes que irte... este lugar nunca tuvo tantos clientes desde que llegaste- dijo Bankotzu visiblemente triste.

-Gracias Bankotzu... eres un gran amigo... pero yo no tengo la fuerza para permanecer aquí- y ¿Cómo hacerlo si el ser que mas amaba no confiaba en ella, lo amaba tantísimo, que casi no podía respirar del dolor.

-El no te merece... nunca nadie debe hacer sufrir a una mujer, menos a ti-

-¿Cómo sabes que...?

-Lo veo en tus ojos- Bankotzu interrumpió antes de que ella pudiera terminar su pregunta- Si te amara no te haría llorar... ¿Quieres contarme?- Últimamente todos le hacían esa pregunta, negó con la cabeza, no quería hacerlo de lo contrario lloraría y no quería que Bankotzu se angustiara mas- Bueno, si necesitas algo sólo llámame, siempre contarás con el empleo y mí amistad-

-Lo se... gracias- fue un agradecimiento salido desde el fondo de su corazón.

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Subió a su auto, estaba increíblemente molesto... pero no entendía bien que es lo que pasaba ¿En verdad Kagome no lo amaba, pero entonces todas las cosas que acababa de recordad, todos su s valiosos recuerdos... no significaban nada...

Tal vez debía hablar con ella, debía darle el beneficio de la duda... pero su orgullo, su estúpido orgullo...

Antes de que pudiera arrancar un golpecillo en la ventana lo hizo voltear, era Tsubaki agachada con los primeros botones de la blusa desabrochados, dándole una vista pequeña pero sensual de la ropa interior de encaje que traía y por un momento imagino que era Kagome y una sonrisa se dibujo en su rostro... pero al escuchar la vez de Tsubaki se dio cuenta de que no era ella... su Kagome, su voz era dulce...

-Dr. Lo note algo distraído... le gustaría ir a comer conmigo...- Esa sonrisa de nuevo...

Bueno la reunión de Miroku y Sango sería un poco después de las cuatro así que tal vez podía ir a comer algo con la insistente mujer después de todo, tenía cerca de año y medio trabajando con ella y nunca habían hablado mas de lo necesario.

Llegaron a un restaurante y comieron, no, no quería volver a salir con ella, su platica era tan falsa y banal... extrañaba a Kagome, sus risas, su platica de todo y nada con ella podía ser Inuyasha el hombre normal, no Inuyasha el doctor reconocido y con dinero.

La llevo a su casa, pero en un instante, no supo muy bien como, el aroma de Kagome llegó hasta su olfato, y la vio... sentada en el asiento del copiloto, como siempre con esa enorme sonrisa, provocándolo a besarla, y lo hizo...

Sus lenguas jugaban de manera acompasada, pero había algo extraño en su manera de besar, no era como las anteriores... tal vez... Bankotzu...

Y se separó bruscamente de ella, iba a reclamarle pero... era Tsubaki... ¡Que demonios! Había besado a Tsubaki sin siquiera saberlo, claro, por que el había pensado que era Kagome.

-Lo siento Tsubaki- dijo muy apenado- esto es un error... yo-

-Descuida- interrumpió- yo no diré nada- dijo ella.

El sintió alivio al principio, ¿pero como podía sentir alivio? Si acababa de traicionar a kagome... pero ella también lo había hecho... ¿no?

-Nos veremos mañana en el consultorio-

-Ehm bien, si... descansa, hasta mañana-

Y Tsubaki entró a su casa. Se sirvió una copa de coñac y se la tomo de un solo trago.

-Creo que no fue suficiente la cantidad en su bebida, el efecto pasó muy rápido... la próxima vez no fallaré.

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Manejaba a casa de Miroku, no había podido dejar de pensar en Kagome.

Al llegar la cara de Sango le mostró su preocupación de saber el por que na había llevado a su compañera sentimental.

-Inuyasha ¿En dónde está Kagome?- Inuyasha no respondió. –Oh, no te dijo... esa kagome y su memoria de teflón- continuó con risas... No le dijo... no le dijo ¿Qué?

-Kagome y yo fuimos al centro comercial y se nos hizo tarde, ya sabes platica de mujeres y cuando acordamos era muy noche, yo tenía que volver a casa y cuando pasamos a su trabajo Bankotzu se ofreció a llevarla- Inuyasha de pronto sintió un balde de agua fría- ella al principio no quería pues vez que es tímida pero yo la convencí, no quería que se fuera sola, tal vez por eso no la viste y no le pudiste decir...-

Entonces... ¿Ella no lo engaño?... maldita sea... que imbécil... claro que no ella nunca podría, la conocía mejor que a el mismo... pero si se sintió engañado fue por que en su corazón estaba celoso.

-Ehm, si creo... ay Sango creo que he hecho algo muy malo...-

-¿De que hablas Inuyasha?-

-Pues, ese día... yo vi a Bankotzu llegar con Kagome, no sabía nada de eso y...-

-Dudaste de ella- dijo sango con una notable ira- ¡no puedo creerlo! Ay Inuyasha...

-Lo se... soy un imbécil

-Si- dijeron sango y Miroku al mismo tiempo –Ve a buscarla dijo Miroku con un gesto de mando

-Si-

Y salió de la casa de sus amigos para encontrar el camino hacia ella, debía hacerlo de prisa, por que, el no lo sabía pero... podría ser demasiado tarde...

Fin Cap IX