Capítulo X
EQUIVOCACIONES
Poema del regresoVengo del fondo oscuro de una noche implacable,
y contemplo los astros con un gesto de asombro.
Al llegar a tu puerta me confieso culpable,
y una paloma blanca se me posa en el hombro.
Mi corazón humilde se detiene en tu puerta
con la mano extendida como un viejo mendigo;
y tu perro me ladra de alegría en la huerta,
porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.
Al fin creció el rosal aquel que no crecía
y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:
Yo también he cambiado mucho desde aquel día,
pues no tienen estrellas las noches del destierro.
Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;
pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,
mírame dulcemente, sin preguntarme nada,
y sabrás que no he vuelto ... ¡porque estaba contigo!
José Ángel Buesa
Había sido un reverendo imbécil.
Desconfiar de ella... que absurdo.
Manejaba rápido, se pasaba cuanto alto tenía enfrente, tenía que encontrarla, eran como las siete, seguramente seguía en la repostería, al pensar eso le hizo recordar el apasionado abrazo que había protagonizado su mujer y ese individuo, estuvo tentado a frenar, pero no lo hizo.
Sabía que tal vez, si todo era un malentendido, ese abrazo... bueno no sabía ni como interpretado, lo único que sabía era que quería verla y pedirle una disculpa por haberla dejado así la noche anterior.
Llegó a la repostería y se bajó desesperado del auto... quería verla a como diera lugar no le importarían los remilgos de Bankotzu sobre que no se pueden tratar asuntos personales en la hora de trabajo, no, eso de verdad no le importaba.
Entró al local y en lugar de ver a la hermosa joven en el aparador lo vio a él, a Bankotzu...
-¿Puedo ayudarlo en algo Sr. Taimaru?
-Busco a Kagome, se que sabe en donde esta, dígamelo.
-Lo siento, pero a Kagome la quiero mucho, es una gran amiga, me ha pedido que no de información sobre ella, no quiero traicionar su confianza.
-Soy su pareja... necesito encontrarla.
-Lo siento.
Inuyasha lo tomo por el cuello y le dio una mirada desafiante al tiempo que decía:
-Escúchame bien, se lo que sientes por ella, pero ella es mía, es mí mujer, y si entre nosotros paso algo, es asunto nuestro tu no tienes nada que hacer entre nosotros... se que sabes en donde esta... ¡dímelo!
-Ya te lo dije... lo siento pero aunque ella sea tu mujer... es mí amiga... ¿Ya fuiste a su casa?
Inuyashya lo soltó y alió presuroso a su auto, claro... si no estaba aquí estaría en su casa.
Bankotzu se acomodó su ropa, y pensó que tal vez podría alcanzarla, lo enfureció un poco, pero después, pensó en que Kagome partiría en tren, no... ése transporte debía ser siempre puntual, de otra manera habría muchos accidentes...
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Antes de ir a su casa, paso por el mirador donde hace tiempo él le había confesado lo que sentía por ella, ese mirador había sido testigo de innumerables encuentros apasionados, remojo sus labios de tan solo recordar la cálida lengua de Kagome de su manos que jugaban con su cabello y le hacían sentir que estaba vivo...
No estaba allí, un suspiro se le escapó, quería verla ya.
Llegó a su casa y no toco una vez, dos veces, tres pero nadie abría, comenzaba a desesperarse... Hasta que un anciano le abrió
-¿Por qué el escándalo joven? Preguntó
-Buscó a Kagome-
-Llegaste tarde... ella ya se fue-
-Se fue... ¿A-a dónde?- pregunto asustado... ¿acaso estaba apunto de perder otra vez a la persona que mas amaba?
-Dijo que tomaría el tren de las once, pero no me dijo a donde... es extraño no parecía una chica que escondiera algo, mmm, algo muy malo le debió haber pasado-
Y se sintió miserable, claro, había dudado de ella y eso había provocado que ella se marchara, pero faltaban diez para las once, si se apuraba podía verla o en su defecto, acostarse en las vías del tren para que lo arrollará pues no quería vivir, si no era con ella.
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Caminaba lento, seguía llorando un poco, estaba muy cansada, todo era tan apresurado, iría a un lugar en el que nunca había estado... sin él... era eso lo que le asustaba.
-Primera llamada- vio a todos despedirse de sus seres queridos y su corazón gritó de dolor, lo amaba, daría cualquier cosa por él, y él... simplemente no confiaba en ella...
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Corrió por la terminal, la vio parada de espaldas... tan bella, delicada... ella tan suya, caminó lentamente hasta llegar a pocos pasos de ella y aspiró su aroma sin que ella lo viera aún...
Tiernamente,
susurro a tu oído
serenatas de amor,
mientras a Dios pido
borrar la historia
de un viejo dolor.
Venid, vida mía,
busquemos
la llamarada
que aquel día
provoco el brillo
en nuestros ojos,
yo enamorado,
tu enamorada.
Busquémoslo,
no en el lamento
de un pasado,
mas en la oportunidad
de un presente.
Hoy,
acompañados
por el cantar
de un ruiz señor
esperemos juntos
este amanecer.
Tomemonos
de las manos
y dejemos que así
nuestro amor
vuelva a florecer
Pastor Pablo Caballero
A veces pensamos que lo hemos perdido todo, pero cuando lo hacemos, siempre hay algo o alguien que nos hacen pensar lo contrario, lo que perdimos nos hace valorar más lo que tenemos...
Tenía miedo, estaba tras de ella, pero no quería llamar su atención, ¿Y si ella lo rechazaba, además tenía otro sentimiento, además de haber dudado de ella había besado a Tsubaki, Se sentía tan culpable el culpando a su mujer de algo tan bajo y justamente es él el que lo hace... demonios.
Estaba sumergido en sus pensamientos cuando la sintió alejarse un poco más, y entonces se dio cuenta de que la chica había tomado su modesto equipaje que solo constaba de una maleta, y la vio caminar hacía una pequeña ventanilla, seguramente para entregar su boleto.
Corrió detrás de ella y la sujeto del brazo, aprovecho que la señorita de la ventanilla estaba distraída, probablemente revisando su pasaje en el computador, ella al principio no pudo enfocar bien para ver de quien se trataba... pero esa loción... sólo podía ser de él.
Intentó soltarse del agarre, sabía que si lo veía a los ojos no lo soportaría y se lanzaría a sus brazos, así que intento forcejear con él, pero lo único que consiguió fue quedar contra su pecho y de repente se sintió guiada hasta un pequeño inmueble, era mas o menos como un cuarto de servicio donde Inuyasha la metió cerrando la puerta tras de sí.
-¿Qué te pasa Inuyasha? ¡Déjame ir o perderé el tren!-
-No te dejare ir... ¿Crees que voy a renunciar a ti tan fácil?
-¡Suéltame, bueno ¿crees que soy tu juguete para que hagas de mi lo que quieras y cuando quieras?
-No lo eres... Te amo, se que me porte como un idiota...- se quedó unos momentos en silencio vio como Kagome hacía un gesto con su boca, eso lo hizo sonreír levemente, ella también pensaba que era un idiota.- No se que decir... solo que no quiero estar lejos de ti, te amo y no quiero perderte, no desconfiaré nunca mas de ti... se que tu nunca harías algo así...-
-Entonces ¿Por qué dudaste de mí?-
-Por que... me asusté, creí que él sería mejor que yo...- Solo pudo decir eso... por que esa era toda la verdad, de solo imaginarla con Bankotzu... le dolía todo el cuerpo y el alma.
Por eso ese día la había dejado allí y por eso no la había buscado, por que tenía miedo que ella le pudiera rechazar por estar con Bankotzu.
-Tu nunca vas a perderme Inuyasha, te amo tanto- Esa frase le devolvió el aliento, lo sabía, sabía que era ella la única mujer con la que quería vivir.
La miró a los ojos aún sosteniendo el agarre y la besó, al principio fue un beso tierno que expresaba un poco de tristeza, pero después se torno en un beso apasionado demostrándose uno al otro cuanto se extrañaban.
Las manos comenzaron a bailar por todo su cuerpo, sentía un cosquilleo en su nuca y él podía sentir como sus manos deseaban conocerla mas, un ruido los distrajo de su labor.
-Lo siento jóvenes pero no pueden estar aquí- Dijo un conserje que lo miraba con un extraño esbozo de picardía en el rostro, Kagome se sonrojó e Inuyasha solo asintió con una enorme sonrisa... su mujer no lo dejaría.
Iba sentada en el asiento del copiloto, la mano de Inuyasha iba sobre su pierna, no habían hablado, sólo se miraban con ternura y en los altos se daban pequeños besos, sabía que era sólo el principio.
Llegaron al departamento de él, y se bajaron, era la primera vez que ella se encontraba en ese sitio.
El la guió con su mano hasta la puerta y después la tomo en sus brazos, como si fueran un par de recién casados que están dispuestos a estrenar su lecho.
Estaba nerviosa, pero lo amaba y confiaba en él, nada que fuera suyo podría lastimarla.
Y por primera vez en toda su vida supo lo que era amar con su cuerpo y con su alma, cada rose del cuerpo de Inuyasha con el suyo la hacían querer ser parte de el, de su cuerpo, de su alma, de su vida...
Inuyasha por su parte no podía ni siquiera pensar... ¿Hace cuánto tiempo que no hacía esto? ¿Dos años? Intento no recordar que las sensaciones que le había enseñado Kikyou eran muy parecidas a las que en ese momento sentía, pero no quería comparar, Kagome ahora era su presente y sabía que sería su futuro... así lo deseaba.
Se encontraban en la cama, Inuyasha sobre ella, ambos vestidos y agitados, aún tenía las manos tras la espalda de Kagome, cuando comenzó a sentir la necesidad de palpar el cuerpo de Kagome con mayor profundidad, sacó las manos y se incorporó un poco, la miró, de tan sólo mirarla podía sentir fuego puro en el centro de su pantalón, y ella lo notó haciendo que de su cara naciera un tono rojo virginal que hizo a Inuyasha recostarse de nuevo sobre ella para besar esas dulces mejillas. Mientras lo hacía comenzó a sentir las manos de Kagome por su fornido pecho, lo que le hizo jadear, pasó su lengua por su oído mientras sentía como la chica poco a poco iba bajando sus manos hasta llegar a su cintura, donde desfajo su camisa y por fin pudo sentir bajo sus manos la piel de ese hombre tan maravilloso, como cuando te adentras en un terreno desconocido, pero de la mano con ese ser que te protege, nada importa... Sólo el hecho de estar con él... aunque fuera perdidos, pues en el amor es donde puedes encontrar el camino, en su amor, el momento de compartirlo y vivirlo, sentirlo, con el cuerpo y el alma...
Y finalmente al sentir las manos de la mujer que lo tocaban sin tela de por medio, la besó con fiereza, como si de ello dependiera su vida. Por que sabía que así era, el hecho de tocarla lo hacía adentrarse de nuevo a un mundo maravillos, en donde el cuerpo de Kagome era su altar... La mano de Inuyasha bajó hasta la pierna derecha de Kagome, la acarició hasta subir casi por completo su falda y palpar el muslo bajo su mano, sintió como ella gemía débilmente ante el contacto, con un poco de torpeza encontró los pliegues de su ropa interior y pudo sentir que eran de encaje, sonrió, pues a él de verdad le agradaban ese tipo de prendas. Bajó la prenda muy lentamente sintiendo como la piel de Kagome se erizaba ante el contacto, justo como la de él, esa sensación tan gloriosa, pareciera como si fuera la primera vez que lo hacía. Intento hacer del rose en la pierna algo lento, sintiendo como la piel da Kagome y la suya se erizaban, palpando por lugares vírgenes y desconocidos, cual aventurero en el lugar que nadie ha visitado, y del que no querrá irse nunca, pues se ha enamorado.
Comenzó a acariciar su entrepierna de manera muy suave, mientras ella comenzaba a gemir de manera mas abierta pegada a sus labios pero sin besarse, solamente aspirando el aliento de cada uno en sus bocas, mientras Inuyasha sentía como Kagome arqueaba la espalda ante los roces, sintiendo además como su entrepierna comenzaba a humedecer.
La caricia comenzó a hacerse más profunda, acariciando su clítoris con un poco más de fuerza, sintiendo la humedad de mujer que Kagome dejaba salir junto con sus gemidos. Ella detuvo su mano y el la miró a los ojos, esos ojos... por Dios cuanto le gustaban... la necesitaba tanto... percibió de inmediato el temor, pero sabía que no era temor a él o a su cuerpo, era el temor a lo desconocido. Le dio una dulce sonrisa y se incorporó nuevamente sobre sus rodillas quitándose por completo la camisa y desanudando su cinturón, la tomo por la espalda y la hizo girar sobre él, dándole a entender que estaba a su merced, y lo besó, cuando el beso comenzaba a hacerse mas intenso ella se separó, y el gimió necesitado de sus labios y comprendiendo que aunque fuera inexperta, lo haría suplicarle por más y más y más, pues sabía que lo deseaba al igual que él...
Los besos comenzaron a bajar primero por su cuello, hacía su pecho y sus pezones que se endurecieron ante el rose de su lengua cálida, comenzó a dar un masaje circular con su lengua mientras que él comenzaba a gemir de manera desordenada, al principio pensó que podría ganar el juego pero... al verse cercado por la juguetona lengua de la hermosa mujer sobre él se dio cuenta de que no había mucho mas que hacer.
Bajó más hasta su abdomen, definido y duro, pudo sentir cómo el sumía su panza ante el contacto, acarició con la yema de los dedos y por sobre encima del pantalón su miembro que parecía expectante a las caricias de la mujer. De pronto se sintió como si fuera la única mujer que podía darle esas caricias lo que le dio confianza en si misma... algo que había experimentado muy pocas veces, pero ese hombre, la hacía sentirse como toda una mujer... Lo miró... Y entonces no se pudo contener más, se volvió a recostar sobre ella y tiro de su falda y después de su blusa, quedando únicamente con el sujetador, se acercó hasta su pecho y lo desato, nunca había podido hacerlo, definitivamente el creía que esa prenda estaba hecha por una persona que lo quería hacer sufrir, pero esta vez... fue muy fácil.
Comenzó primero con sus pulgares a rozar el contorno de sus senos, sintiendo como ella jadeaba, un poco más fuerte en sus pezones, mientras ella comenzaba a gemir otra vez.
-Ahh Inuyasha ahh ahhh- Y finalmente los besó sintiendo como el aire dentro de su cuerpo se calentaba más- Ahhh- Dejó salir la chica al sentir sus dientes aprisionando su pezón derecho mientras que sentía como uno de los pulgares de Inuyasha acariciaban el otro.
-Ohhh kagome mí amor... ohhh- Dejo escapar mientras sentía como ella movía sus caderas para que él la hiciera suya, mientras seguía con su arduo trabajo en sus pechos... la mano de Kagome bajo ahora hasta el miembro desnudo con toda la intención de tocarlo, pero se detuvo... se asusto ante la vista que tuvo de él, entonces Inuyasha la vio por demás con ternura... insitandola a que lo tacara y finalmente lo hizo.
Pudo sentir la piel suave en sus manos... podía oír a Inuyahsa jadear en su oído palbras que ni el comprendía lo único que lograba distinguirse era el nombre de Kagome...- Kago...me ahhh mas fuerte- le suplicaba a la chica, mientras que sentía como ella accedía a sus peticiones comenzando a gemir ella también, y cuando sentía que nada podría acrecentar el placer que sentía, sintió como el pulgar de Kagome daba un masaje circular en un pequeño y suave pellejo que cubria cual suave tela la punta de su miembro... y no se pudo contener más, la aprisionó contra el con todas las intenciones de hacerla suya... y lo hizo con suma delicadeza, sabiendo que aún así a ella le dolería un poco, sintiendo como ella dejaba salir una lágrima, y al verla con esa sonrisa dulce en sus labios se animó a continuar... después de las molestias preliminares sólo se dejaron llevar por el placer de sus cuerpos, Inuyasha se mecía dentro de ella primero con tranquilidad, sintiendo como ella respondía a sus movimientos hasta que sus cuerpos comenzaron a suplicar por movimientos más rápidos...-Inuyasha ah ahh aahhh,- cada vez más intensos...
Hasta el punto en el que Inuyasha pudo sentir en su erección una humedad aún más caliente que la ya sentida, mientras Kagome gemía descontroladamente, sabía que había llegado a su clímax. Y esa sensación la hizo verlo de otra manera: El hombre que la había hecho mujer con su amor sublime.
Dio una embestida más con mas fuerza y pudo sentir como su miembro se descargaba dentro de ella –Ohhhh Kagome- Entre gemidos que los dejaban exhaustos, por el amor compartido... sentía que no podía amar mas a alguien que a ella que le había dado un regalo hermoso: su cuerpo y su alma.
Se quedaron dormidos él boca abajo con su brazo izquierdo tomando con fuerza la cintura de Kagome, respirando en su espalda, mientras que ella estaba de lado con uno de sus brazos sobre el brazo de Inuyasha que la sostenía, ambos con una ligera sonrisa en el rostro, lo sentían, era ese terreno que acababan de recorrer e que cambiaría sus vidas... y lo agradecían.
Fin Cap X
