Disclaimer: no me pertenece nada. ¿vale¿contentos? Ya lo he dicho.
Warning: estilo literario anárquico y extraño. Aviso que sino entendéis nada es natural, porque nunca releo lo que escribo, o lo borraría, asqueada. Así que…
NABIKI TENDO
Si, yo soy ella.
La Reina de Hielo, una mercenaria sin sentimientos. Sin compasión. Sin personalidad. Simplemente, una mercenaria por dinero.
Y me desprecio por ello. Realmente odio ser así. Odio pedir dinero, odio sacar fotos a Ranma y a Akane y odio venderlas. Lo odio. Remarco: o-d-i-o. No una ligera repulsión, o un remordimiento profundo, seguido de arrepentimiento. Porque no hay arrepentimiento. Sólo odio hacia lo que hago. ¿Qué por qué lo hago entonces? Por mí.
No podía ser de otra manera, claro. Yo soy una egoísta y gélida chantajista sin escrúpulos. ¿Qué se podía esperar de mí?
¿Qué se puede esperar que haga?
Yo mantengo a mi familia, a los invitados permanentes y transitorios, pago las reparaciones del dojo, los caprichos de todo el mundo y además, trato de ahorrar para mandar a Akane y a Ranma a la Universidad, si quieren. Yo hice cuentas hace mucho. Nunca tendré dinero suficiente para pagarme Económicas o Administración y Dirección de Empresas. Y tampoco pude pagarle a Kasumi la carrera de Medicina. Soy un fraude.
Soy una patética imitación de una mercenaria.
Porque una mercenaria real a estas alturas hubiera pagado la carrera de Kasumi, tendría asegurada la suya, la de Akane e incluso podría pagar la de Ranma. Y mi padre no tendría que volver a trabajar. No es que ahora trabaje, tampoco, pero al menos…
Pero seguramente mi insulsa palabrería y desquiciados pensamientos os estén dejando confusos. Bien, empecemos por el principio.
Al principio, mi padre daba clases, mi madre nos cuidaba y las tres pequeñas Tendo correteábamos, libres y despreocupadas, como mariposas. Es un decir, pero bastante aproximado. Mi padre era un hombre fuerte, valiente, trabajador y sonriente. Era un padre cariñoso, aunque podía ser extremadamente severo (si de artes marciales se trataba) y JAMÁS lloraba. Mi madre era la mujer más dulce del mundo, más incluso que Kasumi. Cuidaba a sus tres hijas y las mimaba. De las tres, yo era la que iba a suceder a mi padre en el dojo. Recuerdo mis katas, largas horas dando patadas al aire. Recuerdo que a los diez años, era más ágil que Akane, aunque nunca tanto como Ranma. Y era tan fuerte como Akane lo es ahora. Pero Akane entonces sólo jugaba con Barbies, y Kasumi jugaba con sus amigas y se peleaba, tenía muy mal genio, casi tanto como Akane ahora.
Recuerdo a mi padre sonriéndome la primera vez que derroté a un oponente. Él tenía 20 años. Yo doce. Y le gané. Y mi padre me dijo que estaba orgulloso de mí. Recuerdo que me sentí la niña más afortunada del mundo y corrí a decírselo a las personas cuya opinión valoraba más en el mundo. Mi madre. Kasumi y Akane. Y Kuno. En aquél entonces, Kuno era todavía Tatchi. Mi Tatchi. Porque era mi mejor amigo, era prácticamente seguro que, si no estábamos en casa, estábamos juntos. Y recuerdo que Tatchi sonrió lejanamente y me felicitó con una expresión críptica. Tenía el brazo izquierdo de la camisa manchado de sangre. Le pregunté qué le pasaba. Me dijo que se tropezó y se cayó. Yo le respondí que era tonto, él me respondió que no. Que estaba loco. Y yo le repliqué que sí, por llevar la cabeza afeitada. Recuerdo que se puso rojo de ira y me miró furibundamente. Y entonces dijo lo que más me ha dolido nunca que me diga nadie de fuera de mi familia. Kuno (ya no era más Tatchi) me miró y siseó, empleando un tono bajo y amenazador.
– No te vuelvas a dirigir a mí. No me hables, no me busques. No juegues conmigo. Aquí, y ahora, nuestra amistad ha muerto.
Y mi Tatchi, mi Kuno, me escupió en la cara. A pesar de ser más fuerte que él, no respondí. Estaba tan serio. Era seguro: Tatewaki Kuno y Nabiki Tendo han cerrado una etapa.
Y corrí hacia casa, llorando. Sólo deseaba encontrar a mi madre, arrastrarla a mi habitación y llorar en su regazo porque Kuno me había echado de su vida. Seguro que ella me consolaría, secaría mis lágrimas, me haría un chocolate caliente y después sugeriría algo que haría que Kuno me volviese a aceptar como amiga. Porque veamos, mi padre me quería, pero yo tenía que hacerme fuerte, y llorar por un amigo no estaba permitido. No estaba permitido quejarse del cansancio tras 13 horas de entrenamiento, no estaba permitido llorar, no estaba permitido parar de entrenar si la herida no me dejaba inconsciente. Recuerdo que una vez me hice un esguince, y tuve que entrenar durante 3 horas enteras con el pie matándome de dolor.
Pero entonces tenía a mi madre para consolarme, y a Tatchi, quien durante las dos semanas que permanecí sin entrenar, cargó con mi mochila y mis libros a todas partes. Y conmigo en sus brazos, desde que mi padre no me dejaba usar muletas, y yo no podía caminar. No es que mi padre no me quisiera, no, todo lo contrario. Era el entrenamiento que él había recibido. El entrenamiento SERIO que había recibido. Y al menos no me llevaba por todo el mundo como Genma con Ranma. Porque Genma siempre fue más fanático que mi padre (y peor amueblado mentalmente) de las artes marciales. Ahora que lo pienso, la vida de Ranma ha debido ser un auténtico infierno¿no?
Volvamos a mi vida. Kuno fue mi salvación esas dos semanas. Me llevaba a todas partes a las que quería ir, me dejaba en casa, luego jugaba con Akane correteando por el patio, sustituyéndome a mí en esa tarea, y evitando que me lastimara más sin quererlo. Y después se despedía de mi familia con educación y se marchaba a su casa. Fue dos meses antes de mi primera victoria oficial.
Bueno, tras romper con Kuno, me dirigí a casa (N/A: la línea temporal está alterada a propósito porque así es como se recuerdan las cosas, unas cosas llevan a otras, y éstas no suelen ir en orden cronológico, y quiero que sea lo más parecido a un pensamiento REAL de una persona REAL) y vi a mi padre llorando. A mi hermana Kasumi llorando, abrazada a una Akane también sollozante.
– ¿Qué pasa? – pregunté, viendo la ambulancia. Vi unos hombres introducir en ella una camilla con un cuerpo tapado completamente con una sábana blanca.
Mi padre hizo algo totalmente inesperado. Me abrazó y comenzó a sollozar más fuerte. Y una idea horrible golpeó mi cabeza.
– ¿Y mamá? – mi voz angustiada se elevó a extremos de pitido doloroso.
– Hija. Mamá estaba… enferma… se sintió mal esta tarde…fue a tumbarse… se durmió…
Y no hizo falta decir nada más.
– Papá¿qué la ha matado? – dije fríamente, no terminando de creerlo.
– Cáncer.
– ¿Se podía haber hecho algo?
– No. – respondió el médico del barrio, un anciano cerca ya de la jubilación. – No había nada que hacer. Nada…
El resto es un borrón en mi memoria. Como la última palabra de la voz de aquel hombre: nada. Nada me queda de esos días, nada recuerdo de lo que pasó. Mi siguiente memoria es tres meses después.
Kasumi se había hecho cargo de la casa y había sustituido a nuestra madre en la casa. Con catorce años se convirtió en el fantasma de la esposa de su padre, y en la madre de sus dos hermanas de doce y once años. Cambió su conducta, ahora nunca, nunca se enfadaba. Mi padre se convirtió en un bueno para nada que lloraba cada tres minutos. El dojo había cerrado. Mi hermana Akane pasó de ser una dulce niña a entrenar compulsivamente, sola, sin nadie que le enseñara. Yo abandoné las artes marciales. Y un día oí a Kasumi comentar que no había dinero. Y me convertí en una mercenaria. Sacrifiqué mi honor, lo más preciado para un artemarcialista como yo era, y en el fondo me sigo sintiendo, por dinero. Y Tatchi no estaba a mi lado. Por aquél entonces empezó entonces a entrenar con el kendo de forma compulsiva. Y no nos dirigíamos la palabra. Pero en el fondo, yo no podía lastimarle, no podía abandonarle del todo, siempre le recordaría como una parte muy importante de mi infancia. A él nunca le chantajeaba. Le podía vender cosas, hacer trapicheos con él, pero me negué a extorsionarle. No a él, no a la memoria del niño que había sido mi infancia. No a la sonrisa que me animaba tras un entrenamiento duro. No al niño que me había transportado como si fuera un tesoro por todas partes durante dos semanas, y no al niño que veía cada día más apagado.
Porque, en el fondo, seguía apreciando a Tatchi. Aunque ahora fuera Kuno para mí. Y yo pasara de ser Nabiki-chan a Nabiki Tendo, nombre entero, como trata ahora a la gente. (NA¿alguien se ha dado cuenta de que siempre nombra a la gente por su nombre completo: mi adorada Akane Tendo, el monstruo Ranma Saotome, y tal?)
Cada vez que me llama Nabiki Tendo, en ese tono distante y frío con que se dirige a mí, me sigue doliendo, aunque penséis que ni le concedo importancia.
Porque dolía. Y mi familia tenía que comer, así que me repetía constantemente que dejara a un lado mi orgullo y alimentara a mi familia, vistiera a mis hermanas y mantuviera la casa. Y esa es mi ocupación principal. Y lo hacía bastante bien. No había problemas, todo el mundo comía, la gente me odiaba, yo trataba de ignorar el dolor que me producían las miradas de deprecio y el hecho de que nadie confiara en mí. Kasumi intentaba ver el lado positivo de todo y parecer alegre de forma obsesiva, Akane se convirtió en una firme opositora a cualquier contacto con la raza masculina. Mi padre seguía llorando.
Y yo seguía sola. Pero sin mi honor, sin mi orgullo, sin confiar en nadie ni teniendo nadie en quien confiar. Y manteniendo mi apariencia de chica gélida e impávida ante las desgracias del mundo.
¿Qué un chico se me pone a llorar diciendo que no puede pagarme porque resulta que se ha gastado el dinero en un restaurante carísimo con su novia, en lugar de haberla llevado a una restaurante acogedor, pero más barato, lo que habría hecho que pudiera pagarme? Le ignoro. ¿Acaso sabe él que hace exactamente 5 años y 7 meses que no me doy un capricho¿Qué no voy al cine¿Qué no me voy a una chocolatería y arraso con los bombones¿Acaso lo sabe¿Acaso sabe que toda mi ropa está vieja¿Qué les doy todo mi dinero restante a mis hermanas para que puedan permitirse un capricho¿Qué me importan a mí sus problemas?
Sólo quiero que alguien me vea, me mire y se de cuenta de que estoy ahí, esperando que alguien se acerque a abrazarme, a decirme que todo irá bien, que Kasumi estudiará medicina, yo económicas, que podré pagar la boda de Akane, que mi padre saldrá de su depresión, que el dojo volverá a abrir. Y que todo irá bien, porque no sólo Kasumi y yo mantenemos la familia, sino también me apoyará. Y deseo que alguien se fije en mí, en mi sufrimiento. O que alguien me mire y me sonría, y le digan quien soy y cómo soy y me sonría, a pesar de todo. A alguien a quien no le importe cargar con el mantenimiento económico y moral de una familia.
Pero claro¿quién pide imposibles?
Yo no.
No me puedo permitir ser débil.
Y además, ahora tengo más gastos. Ha llegado Ranma a nuestra vida. Si no fuera suficiente con darles de comer (creedme, la factura de la comida se ha multiplicado por 2'5, es decir, entre el doble y el triple), todas las prometidas de Ranma y sus correspondientes seguidores destrozan el dojo una media de dos veces por semana. Es decir, que más facturas. Y entonces, un día, no pudimos comer más que té. Y me sentí avergonzada. Y entonces Kuno apareció intrigado (sexual o románicamente, según se quiera) en mi hermana y en la forma femenina se Ranma.
Y Kuno se convirtió, sin saberlo, en la salvación de la familia.
Cada vez que hay un gasto extraordinario, fotografío a Ranma y Akane y le vendo las fotos a Kuno. Nunca pido un precio. Tampoco le enseño las fotos. Simplemente, él se acerca a mí, pone una cierta cantidad de dinero en mis manos, agarra sus fotos y se va sin decir nada. Ni siquiera "Nabiki Tendo". Y me siento tan frustrada. Y lo que más me sorprende es que siempre me da lo suficiente como para pagar la factura y sobrarme. Entonces, cuando veo mis beneficios extras y pienso en ellos, guardados en una cuenta bancaria, a la espera de que alguien vaya a la universidad, o un accidente especialmente caro, sonrío. Es en esos momentos cuando recuerdo a mi dulce Tatchi llorando en un rincón, por alguna razón desconocida que me ocultaba, y sonriéndome cuando me veía abrazarle sin hacerle daño (recordemos que yo era muy fuerte).
Y me doy cuenta de algo. Akane sufre, y no confía en mí. Va a Kasumi directamente, o a sus amigas. A veces, incluso, a Ranma. Pobre Ranma, me compadezco de él. Aunque también vendo fotos suyas a sus prometidas. Una vez le vendí una también a Mousse. Creo que la tiene en el centro de una diana, y practica lanzando sus cadenas y demás a la foto.
Mi vida es más complicada ahora. Además de por mantener la familia, tengo que empezar a preocuparme por los tipos que se acercan a mis hermanas, nadie que no pase por mi listón pasará a ellas. Ellas son demasiado dulces e inocentes. Demasiado puras. Demasiado confiadas. Vamos a ver: Akane tiene a todo el instituto tras ella, mi hermana Kasumi, a parte del doctor Tofu, tiene otros varios admiradores, y ambas lo saben. Saben que son deseadas y admiradas. Y me avergüenzo de sentir celos de eso. Porque, que yo sepa, (y lo sé casi todo de casi todo el mundo), no le gusto a Nadie (pero ni como mujer, menos como amiga, ni tan siquiera reconocen conocerme en público).
Gracias a dios, sólo Ranma, y puede que tal vez Ryoga, son capaces de derrotar a Akane peleando. Y ambos son buenos chicos, a pesar de sus peleas, fanfarronerías y demás demostraciones de testosterona adolescente, pero creo, sinceramente, que Ranma es el chico ideal para Akane. Es inteligente, valiente, fuerte, rápido, alegre, nada rencoroso, muy atractivo. Pero es agresivo, la humilla, a veces la hace sufrir, no a propósito, nunca la haría sufrir deseándolo y con premeditación. Es muy poco delicado, y testarudo. Pero sé que no es un pervertido, a pesar de lo que piense la gente. Es un chico tímido y asustadizo cuando se trata de relacionarse con la gente. Le asustan las mujeres, le dan miedo sus prometidas, y cómo los chicos le miran cuando está en su forma de mujer. Sé que teme atarse demasiado, y un día su padre le arranque de este lugar y se lo lleve lejos, para no volver. Pero si Genma se va, Ranma se queda. Él es mi hermano, o casi, y no permito que nada malo le pase a mi familia.
Pero Ranma quiere a Akane, y adora a Kasumi. A mi padre le tiene el mismo respeto que al suyo, que es más bien poco, pero es que mi padre no ha hecho nada para ganárselo. En cuanto a mí… creo que me tiene miedo y desconfía profundamente de mí. Por lo cual no le culpo. Como ya he dicho, me doy asco a mí misma, por fuerte que suene.
Akane está protegida por Ranma. No quedará mucho hasta que se confiesen lo que sienten. Y serán felices. Pero hasta entonces, Ranma no permitirá que nada dañe a mi hermanita. Y estarán bien.
Kasumi… Kasumi dejó de estudiar definitivamente al acabar el instituto. Para cuidar de nosotros. Su sueño fue siempre estudiar medicina, razón por la cual se ha leído casi todos los libros de este tema del doctor Tofu y bastantes de la biblioteca. Pobrecilla. Tan dulce. Tan serena. Tan triste. Juro que ella estudiará medicina, aunque me tenga que buscar otro trabajo para los fines de semana y tenga que empezar a extorsionar en institutos vecinos.
El doctor Tofu y yo mantuvimos hace poco una conversación… ahora la recuerdo con claridad. Le dije que, mientras mi padre se siguiera comportando así, no podía hacerse cargo de Kasumi. El doctor Tofu puso una cara soñadora, feliz en sus pensamientos. Pero no la conservó durante mucho tiempo, porque sus gafas se cayeron al suelo al oír mi pregunta.
– ¿Cuáles son sus intenciones con mi hermana Kasumi?
–Q-Qu-quéeeee?
–Oh, vamos, usted lo sabe, yo lo sé, mi hermana lo sabe, todo Nerima lo sabe…
– ¿Tan obvio soy?
– Digamos que si paseara por la calle con un cartel luminoso que pusiera bien grande "estoy enamorado de Kasumi Tendo" la gente lo vería menos claro que tal y como se comporta.
El doctor Tofu permaneció silencioso durante varios minutos.
– ¿Tengo oportunidades? – preguntó ansioso, yendo directamente al grano, en el modo que creyó que yo preferiría.
– Sí. – respondí secamente.
– ¿Pero…? – siempre hay un pero, una condición cuando se trata de hacer un trato conmigo. Y el joven doctor lo sabe.
– Pero ella tendría que estudiar medicina. Es la única condición que pongo para que alguna vez salga de nuestra casa.
El doctor Tofu me miró con sorpresa.
– Ella siempre niega que nadie sepa de su afición por la medicina.
– Ella siempre olvida que soy una mercenaria con muchos recursos. Y con mucha información.
El doctor Tofu sonrió extrañamente.
– Tal vez tu lado mercenario esté contento ahora.
– Tal vez. O tal vez no – añadí, implicando muchas cosas.
El doctor Tofu sacó una chequera, escribió una cifra y me alargó el cheque.
– Paga la matrícula en la universidad a distancia de Nerima. Es más barata que la Universidad normal y además ella podría seguir ocupándose de la casa, sólo tendría que ir a los exámenes.
Examiné el cheque. Realmente, había habido fotos que Kuno había pagado más caras. Pero claro, Kuno no tenía medida del dinero que gastaba.
– ¿Y a cambio? – inquirí.
– Colaboración en la ardua tarea de sacudirme mi desesperada timidez y que me cuentes sus gustos, esperanzas, lo que TÚ creas necesario que yo conozca, para evitar tocar temas que, sin saberlo, puedan lastimarla de algún modo.
Y yo sonreí, abrí mi portafolios y extraje una carpeta.
– Todo está ahí. Dudas, consideraciones y consultas aparte, planificación de citas y demás, incluidos en el precio.
–Gracias Nabiki. Eres mi mercenaria favorita.
–Soy la única mercenaria que conoce.
– Es verdad, pero no por ello dejas de ser "Nabiki Tendo, al rescate de su familia".
Parpadeé. Mi boca se abrió con sorpresa.
– Yo también conozco tus intenciones Nabiki. Por cierto, deberías dormir más. Te lo digo como médico… y como amigo. Estás ojerosa. Y cansada. Y no te ves saludable, aunque aparentes fortaleza. Hazme caso.
Ahora que lo pienso, Kasumi y el doctor Tofu serán muy felices. ¿Qué por qué no le he escogido a mi hermana un pretendiente más rico y que le pagara la carrera en la mejor universidad? Por la sencilla razón de que el doctor Tofu la hará más feliz, y a ella le cae muy bien el médico. Le admira. Lo sé. Mi trabajo es saberlo todo¿no?
Soun Tendo. Uno Soun Tendo. Uno de los mejores artemarcialistas de la cuidad. Era respetado y admirado. Hoy en día sumido en una profunda depresión, ha dejado de lado la educación de sus hijas, el dojo y todo. Se tira los días sentado en el salón jugando con Genma Saotome. Y llorando. Y no se puede hacer nada por él. Algún día mi padre levantará la cabeza y mirará hacia delante, y volverá a ser el que era. Pero no creo que le pueda ayudar. Tal vez un nieto lo haga, pero no pienso quedarme embarazada para complacerle. También tengo derecho a un cierto egoísmo, y no podemos permitirnos cuidar de un bebé. Muchos gastos añadidos.
Y ahora yo. ¿También tengo derecho a ser feliz, no¿Soy un ser humano o no? Pues entonces. Ya sé que no soy de una belleza semi-silvestre como Akane, o una belleza serena, clásica y dulce como Kasumi. Sé que no soy fea del todo. Pero ¿Cómo saber si resulto atractiva si todo el mundo me odia suficientemente como para verme como un monstruo de 9 piernas y 4 brazos?
El único que se atreve a mirarme a los ojos sigue siendo Tatewaki Kuno. Si ni mis hermanas, ni mi futuro cuñado, ni mi padre, son capaces de mantener mi mirada¿cómo lo hace? Y yo que sé. Pero me da igual, mientras me mire directamente a los ojos y me diga: "buenos días Nabiki…" porque el "Tendo, tenemos un negocio que cancelar" prefiero olvidarlo y sustituirlo por un "chan", en mi imaginación.
Pero no. Para él sólo soy una especie de máquina expendedora de fotos de su idolatrada diosa de la trenza o de su adorada Akane. Es casi obsesivo cómo las persigue. Tal y como es obsesiva su práctica con el kendo.
Espero que no se crea que yo realmente me trago esa trola de no poder ofrecer una resistencia adecuada a Ranma. Vamos. Eso no sé ni como la gente se lo cree. ¿Son ciegos¿No ven que su fuerza es igual a la de Ryoga, y Ryoga siempre pone en un serio aprieto a Ranma? Además, consideremos que él sigue siendo, tantos años después, mi punto débil.
Sí, lo he reconocido. Tatewaki Kuno es mi punto débil. La gente puede pensar que le extorsiono, prácticamente, le robo grandes cantidades de dinero, pero hace mucho tiempo que no hago trapicheos con él. Simplemente se me acerca en el patio, cuando se ha asegurado que nadie nos ve "hacer negocios", y extiende un sobre con dinero. Yo lo tomo, no me molesto en contarlo, y lo guardo. Sé perfectamente que Kuno paga bien. Y que es generoso. Así que no hace falta saber la cantidad de dinero que hay incluido para afirmar que cubrirá los gastos de la reparación. Porque él tiene todavía ese don: llega justo cuando se le necesita, no antes, ni después. Como los héroes, llega, me soluciona el problema de la reparación, la comida, la luz, el gas o la manutención del dojo, y se va, sin exigir un "gracias".
Kuno… Tengo la sensación de que algo le preocupa. De que algo le impide dormir bien, pero no se puede asegurar. Últimamente está más nervioso, más preocupado, y creo que es por Akane y Ranma, seguramente, o por Kodachi. Claro que debe ser difícil dialogar con una familia de locos. Su hermana pequeña está loca, su padre está loco y es un psicópata asegurado, y él… bueno, él… creo que quiere crear la imagen de que está loco, protegiéndose así. Aunque mantiene su honor, dentro de lo que cabe, y, pocos locos hay que sean segundas notas en todo el instituto Furinkan. Claro que él sólo es segundo porque yo soy las notas más altas de Furinkan. Pero me sigue de cerca. ¿Cómo la gente se puede creer que sea tonto con esas notas? Yo, personalmente, creo que conoce perfectamente la maldición de Ranma, pero sólo es una opinión, y él no ha dicho nada que la afirme. Claro que sólo me baso en mi intuición.
¿Alguna vez habéis visto bien al Trueno Azul de Furinkan? Seguramente sólo habréis visto a un estúpido pervertido que se dedica a perseguir a dos chicas y que es constantemente golpeado por ellas. Pero alguna vez¿habéis notado que nadie más parece poder derrotarle¿Y que se levanta todos los días y se enfunda en su disfraz – protección de kendoísta amante de las tradiciones? Yo también llevo un disfraz. Pero el mío es más incómodo.
Kuno es un ser complejo. Parece tonto, pero en realidad es una de las mentes más brillantes de Nerima. De hecho, tengo acceso a su coeficiente de inteligencia (al igual que al coeficiente del resto del colegio), y está en la línea que separa un hombre muy inteligente de uno superdotado. Parece un pervertido, siempre tratando de besar a Akane y a Ranma, pero nadie le ha visto nunca hacerlo. Y siempre, siempre, se detiene antes de juntar los labios, a la espera de que la aludida se recupere del shock suficientemente como para pegarle. Le he visto esperar durante más de tres minutos en una posición forzada e incómoda para él, a que Ranma le asestara un potente puñetazo, en lugar de besarle. Supongo que… pero claro, sólo son suposiciones, no hay evidencias, y todo el mundo negaría esa indecisión que yo creo ver.
Kuno se comporta como un hentai, y se supone que tiene una elevadísima autoestima. Pero no. Nadie que tenga una autoestima tan alta tiene esa expresión de repulsión a sí mismo cuando lo dice.
Kuno se supone que es un chico normal, tirando a feo, y ligeramente enclenque y definitivamente más débil que Ranma o cualquiera de sus oponentes. Pero no. Es un chico de casi dos metros, delgado, pero fuerte y musculado, rostro dulce y masculino, a definitivamente con rasgos de hombre. Voz grave y viril. Manos delicadas y fuertes, capaces de las más sutiles caricias y de sujetar durante horas su bokken (esa espada de bambú). Y los ojos azules más maravillosos que yo haya visto nunca, con un ligero toque grisáceo.
Kuno es hermoso. No guapo, no atractivo. Es hermoso. Es bello. Yo lo sé, pero la gente lo ignora.
Y kuno es suave, agradable y se preocupa por la gente. Ha educado él solo a su hermana, y parece que a sí mismo. Tal vez sea la dura disciplina que se ha impuesto lo que lo ha hecho un poco… raro. Se preocupa enormemente por su hermana, y te aseguro que ningún chico del equipo de kendo se preocupa jamás por un problema, sabiendo que su capitán se lo solucionará. Ayuda a aprobar a los más torpes, colabora con los problemas familiares, resuelve disputas, todo, como un protector permanente de aquellos que le importan.
Pero Kuno siempre estará ahí. Mirándome con esos ojos color cielo de otoño, sonriendo con esa sonrisa enigmática, a la vez triste y a la vez esperanzada, y Kuno seguirá odiándome. Y yo seguiré deseando morir cada vez que le vez esa mueca de disgusto que me tiene reservada sólo a mí.
Y yo me graduaré este año. Con honores. Kuno lo hará, como segundo mejor alumno de la escuela. E irá a una buena universidad, donde conocerá a una dulce chica que le merezca, una que no sea una mercenaria con pensamientos oscuros y una manipuladora fría y corrosiva. Y se enamorará de ella y yo dejaré su vida para siempre. Puede que invite a Akane a la boda, hasta puede que a Ranma, pero se olvidará de Nabiki Tendo, que a la sazón trabajará por las mañanas en un bar, sirviendo comida, y por las tardes en una tienda de ropa. Para pagarle a su hermana pequeña la universidad. Y que por la noche irá a su casa y la limpiará, porque, sinceramente, creo que para entonces, Kasumi ya se habrá casado. Y tendré que sonreír para Akane y para mi padre. Y estaré sola. Porque claro, lo sé. Yo no intereso a nadie, ningún chico ha soñado con salir conmigo ni ha pensado en que puedo tener sentimientos. Y los tengo. Me avergüenzo de lo que soy, y odio en lo que me he convertido. Un ser débil y fracasado, pluriempleado y triste. Y sola. Y estaré sola.
Y estaré triste.
Y Kuno estará con otra. Estudiando derecho. Siendo feliz.
Y yo, seré una fracasada solitaria y egoísta.
La vida, sinceramente, no se me puede presentar mejor. Pero al menos, mi familia estará bien. Kuno estará bien. Y eso es lo que importa.
Sí, eso es lo que importa.
Esta es una serie de dos POV, en principio, aunque claro, en función de los rewiew, publicaré más capítulos o no. Todo depende. Es decir: no rewiews no continuación. Así que si os gusta, ya sabéis. Por cierto: gracias por leer y críticas constructivas siempre son bien recibidas.
Davinci
