Lágrimas de hielo 2
Por Khira
III.
El sonido de la televisión le llegaba algo distante pero lo suficientemente alto como para escuchar las noticias al mismo tiempo que fregaba los platos. Terminó de aclarar unos vasos y al ir a colocarlos en la parte de arriba del escurridor, un doloroso pinchazo en su trasero le hizo exclamar un pequeño quejido. Kaede se estaba cobrando bien su ida de olla la noche de su aniversario: una semana de ser él el uke y hacer todas las tareas de la casa fue el 'castigo' que le impuso el kitsune como requisito indispensable para obtener completamente su perdón.
El teléfono empezó a sonar. Sakuragi no se movió pensando que al estar Kaede en el salón lo descolgaría él, pero después de varios tonos empezó a dudarlo.
- Kae! – gritó girándose hacia donde estaba el salón – Coges el teléfono?
Nadie contestó y el teléfono continuaba sonando.
- Kaedeee! – volvió a gritar.
Ninguna respuesta. Sakuragi se secó rápidamente las manos con un trapo y acudió al salón rápidamente. Ahí vio que Rukawa estaba ya completamente dormido en el sofá echando la siesta, ni los molestos tonos del aparato telefónico le habían despertado. Vestido con un bañador y una camiseta sin tirantes, su zorrito se veía adorablemente joven.
Con una mano Sakuragi descolgó el teléfono y con la otra cogió un cojín del otro sofá y se lo aventó a Rukawa en la cara. Pensó que igualmente ni se inmutaría, pero extrañamente el kitsune se despertó y se incorporó un poco en el sofá con cara de pocos amigos. Iba a decirle cuatro cosas pero calló al ver que estaba hablando por teléfono.
- Sí… sí, soy yo… - decía Sakuragi en inglés. De pronto su semblante al principio extrañado se transformó con una alegre sonrisa – En serio…? Cuándo…? Sí, sí, nos va bien… Por supuesto, allí estaremos… Adiós…
- Quién era? – preguntó Rukawa intrigado nada más colgó.
En lugar de contestar, Sakuragi se abalanzó encima suyo en el sofá y le dio un largo y furioso beso en los labios.
- Pero qué pasa? – preguntó el kitsune cada vez más desconcertado cuando se separaron un poco.
- Que tenemos una cita esta tarde con la agencia – explicó Sakuragi sin perder la sonrisa.
- Con que agencia…?
- Con la de adopción.
Rukawa le miró sorprendido. Pero no porque les hubieran dado cita.
- Cuándo te has puesto en contacto con una agencia? – preguntó.
- El lunes. Yohei me consiguió el teléfono. Tiene la sede en Barcelona pero también tiene oficinas en Palma. Nos va perfecto para empezar con el papeleo antes de volver de vacaciones – Sakuragi hablaba rápido y emocionado – Y además la chica con la que hablé, que es la misma que me ha llamado hoy, habla el inglés así que no tendremos ningún problema.
- … - Rukawa no dijo nada.
- Y bien? Qué te parece?
- Un poco repentino… - admitió.
La mirada del pelirrojo se volvió triste al escuchar esas palabras e iba a levantarse del sofá, pero Rukawa, dándose cuenta de que había metido la pata, le estiró de la camisa de manera que el pelirrojo cayó de nuevo sobre él.
- No te pienses lo que no es – dijo casi pegando sus labios a los del rey de los rebotes – Sabes que yo también quiero adoptar, es sólo que me ha pillado un poco de sorpresa, eso es todo…
- De verdad? – preguntó Hanamichi no muy convencido.
- De verdad… A qué hora tenemos cita? – mientras hablaba Kaede iba depositando pequeños besos en las comisuras y en el labio inferior de su koi.
- A las cinco… aahh… - gimió cuando Rukawa dejó sus labios y empezó a lamerle la oreja.
- Entonces aún nos queda un ratito antes de partir…
- Mmm... sí…
Sakuragi inclinó la cabeza y comenzó a morder suavemente el cuello de Rukawa, a la vez que una de sus manos se introducía bajo su camiseta agarrándole fuertemente de la cadera. Pero el moreno en un rápido movimiento le atrapó las piernas con las suyas, rodó sobre si mismo y ambos cayeron del sofá con él encima.
- Teme kitsune… suerte de la alfombra… - se quejó Sakuragi sobándose la nuca.
- Decide, te lo hago en la cama o aquí mismo… - susurró Rukawa lamiendo su barbilla mientras le bajaba un poco los pantalones cortos que llevaba.
- Aquí mismo… - gimió cuando una mano comenzó a acariciar su miembro.
No se lo tuvo que decir dos veces, Rukawa dejó su barbilla y su miembro y le quitó la camiseta. Después le hizo darse la vuelta en el suelo de manera que quedara boca abajo y le quitó también los pantalones. Empezó a besarle la nuca, los hombros y la espalda, mientras dos de sus dedos le preparaban ya introducidos en su entrada. Y unos minutos después ya estaban haciendo el amor en el suelo del salón.
xXx
- Por tu culpa llegaremos tarde… - se quejó Sakuragi mientras adelantaba un Citroen Saxo.
- No he sido yo quien ha querido hacerlo dos veces – replicó Rukawa – Y por favor, no corras tanto.
- Porque tú me has provocado! – exclamó divertido. Volvió al carril derecho, pero inmediatamente adelantó de nuevo, esta vez a un Peugeot 206.
- Hanamichi, por favor, no corras…
Sakuragi dejó de apretar un poco el acelerador al escuchar la voz temblorosa de Rukawa. Aquel tema empezaba a preocuparle de verdad. Habían pasado ya muchos años desde que se sacara el carnet de conducir, y Rukawa, en lugar de acostumbrarse a ir con él y después sacárselo también, cada vez parecía tenerle más miedo a los coches y a las carreteras, intentando siempre que se desplazaran por otros medios, y cuando no era así, se la pasaba en el asiento tenso y pálido todo el trayecto como ahora.
Llegaron al centro de Palma a las cinco menos diez minutos. Aparcaron en el subterráneo de unos grandes almacenes y fueron andando hasta la agencia, situada en una calle peatonal cercana. El edificio por fuera se veía muy viejo y ennegrecido pero por dentro comprobaron que estaba muy bien conservado.
- Hola, buenas tardes… – saludó Sakuragi en español a la chica que estaba en recepción – Tenemos cita con la señorita Catherine…
- Buenas tardes… Me podrían decir sus nombres, por favor? – preguntó la chica.
- Hanamichi Sakuragi y Kaede Rukawa.
La recepcionista tecleó unos segundos en el ordenador, mientras se preguntaba de que le sonaban esos nombres japoneses.
- Por favor, síganme – dijo mientras se levantaba.
La siguieron por el corto pasillo que había a la derecha de la mesa de recepción hasta llegar a una puerta con un letrerito que ponía 'Entrevistas'. Ambos tragaron saliva inconscientemente. La recepcionista tocó suavemente la puerta y al momento se escuchó un 'pasen'.
- Adelante – dijo la chica abriéndoles la puerta.
Sakuragi y Rukawa pasaron al interior del despacho. Era muy pequeño, sólo había una mesa con dos butacas y un par de estanterías. Detrás de la mesa estaba sentada una mujer joven, de ojos claros, con gafas, castaña, con el pelo largo recogido en un moño que le hacía parecer más mayor de lo que era. En cuanto entraron se levantó y les tendió la mano.
- Buenas tardes, soy Catherine – saludó en inglés.
- Buenas tardes, soy Hanamichi Sakuragi – saludó el pelirrojo en el mismo idioma. Hablamos por teléfono.
- Kaede Rukawa.
- Encantada. Siéntense, por favor.
Los tres se sentaron y Catherine abrió una carpeta que tenía sobre la mesa.
- Veamos, según lo que hablamos ustedes están casados desde hace sólo un año… - comentó leyendo unos papeles.
- Sí, pero vivimos juntos desde hace doce – se apresuró a decir Hanamichi.
- …
Los dos basquetbolistas empezaron a ponerse nerviosos con ese silencio, tal parecía que ya no cumplían los requisitos. Catherine dejó los papeles sobre la mesa y se ajustó las gafas con un dedo.
- Ahora es cuando les pregunto por sus respectivos trabajos y sueldos, pero es obvio que ustedes son los mismos Sakuragi y Rukawa que juegan en la ACB…
Ambos asintieron sin sorprenderse de ser reconocidos. A pesar de que en España el baloncesto no gozaba de la misma popularidad que el fútbol, jugadores japoneses no había muchos en ninguna liga.
- Y por lo que sé, tienen la doble nacionalidad, es así? – preguntó Catherine.
- Así es – contestó Sakuragi.
- A partir de que edad quieren adoptar?
- Que tenga entre 2 y unos 5 años, no, Kaede? – el aludido asintió.
- Español?
- Sí.
- Hablan el español?
- Sí – dijeron ambos.
- Entonces por qué prefirieron que la entrevista fuera en inglés?
- Pues… porque nos sentimos más cómodos con ese idioma…
- Y el catalán o mallorquín?
- Ehmm… aún no…
- …
Catherine volvió a ojear sus papeles y los nervios de la pareja aumentaron.
- Supone eso un problema? – preguntó Hanamichi sin poder contenerse – Porque lo estamos aprendiendo…
La mujer alzó la vista sin moverse y escrutó primero al pelirrojo con sus ojos claros y después a Rukawa. Permaneció unos segundos así sin decir nada, poniendo aún más nerviosos a ambos, hasta que volvió a dejar los papeles y cruzó las manos por encima de la mesa.
- Verán, normalmente la primera entrevista es la más larga, hay que conocer todos los datos de la pareja solicitante… - explicó - Nosotros no investigamos por nuestra cuenta sin el permiso de la pareja, sin embargo en este caso, debido a su carácter público, tenemos ya bastantes datos sobre ustedes, datos que aún así me gustaría confirmar…
- A qué datos se refiere? – preguntó Sakuragi sin entender. Rukawa por su parte tuvo un mal presentimiento.
- A su historial clínico – respondió Catherine mirando a Rukawa.
- Qué pasa con nuestro historial clínico? – inquirió el pelirrojo, también empezando a temer algo.
- Que nos lo tienen que facilitar – contestó la castaña.
- Por qué?
- Es la política de la agencia.
- Qué quieren saber? – preguntó Rukawa de pronto.
Catherine se ajustó las gafas de nuevo.
- Hay rumores que dicen que usted intentó suicidarse cuando tenía quince años… y que lo intentó de nuevo hace dos años…
N/A: Hola, primero de todo, perdón por la demora con esta historia… esto me ha pasado por tener más de dos fics en marcha, intentaré que no vuelva a pasar… pero uff, es muy difícil resistirse a empezar a escribir una idea y luego publicarla cuando ya tienes un par de capítulos. Supongo que antes de continuar con este acabaré el otro que tengo en marcha, espero no tardarme tanto. Besos!
