¡Holitas!
Bueno, ya lo advertí en el primer capítulo, pero tengo que hacerlo de nuevo jejejeje. Este capítulo es MUY FUERTE, así que si produce algún trauma psicológico a alguien, que no venga a echarme la culpa XDDDD.
Dios, me ha quedado largo ¬¬, pero bueno, aún así me ha gustado mucho escribirlo, y creo que me gusta cómo quedó. Echaba de menos escribir algo fuerte, ya ni me acuerdo cual fue el último lemon que escribí… Pero cuando lo leáis veréis que lo de Open till dawn no es nada en comparación con éste XDDDDD.
De todas formas, creo que debería retirar lo de tortura… Yo más bien diría que hay violencia, pero tanto como tortura… Bueno, mejor me espero a que me comentéis jejejeje. Estoy un poco frustrada con este ff porque se ve que no le gusta mucho a la gente T.T Lo entiendo, porque es muy fuerte, y porque en el primer capítulo me pasé asustando a la peña XDDDDD.
Así que eso, que este capítulo es muy FUERTE. Podéis imaginarlo… un lemon que me ha ocupado casi 15 páginas en word…¬¬
Antes de nada, gracias a Joanne por ayudarme cuando me quedé atascada en la conversación del principio de lo del lemon. Y bueno, quiero dedica este ff a Samantha Bellatrix Evans por ser quien más insistentemente me ha pedido el Bella/James ;-D (aunque el Bella/James va a ser en el siguiente capítulo)
Espero que os guste (Dios, estoy asustada T.T)
CAPÍTULO 2:
Creía que la conocía, pero ahora confirmaba que era aún peor de lo que se había imaginado. No podía creer que fuera capaz de decir aquello poniendo esa cara inocente, era imposible que fuera capaz de decir esas palabras envenenadas escondidas en un susurro dulce y cálido.
Pero ella era capaz de eso y mucho más, como lo estaba demostrando al utilizar su único deseo para asegurarse que nuevas pesadillas acudieran a la mente de Sirius para el resto de sus días en Azkaban.
No podía ser tan retorcida, pero, definitivamente, lo era. Los recuerdos de Sirius comenzaron a revolverse en su conciencia. El hombre, con la mirada fija en su prima, mientras sus ojos no cesaban de llorar, llevó una mano al pecho, sintiendo que de nuevo, aquel recuerdo volvía. Verla allí, sentada en el suelo, mirándole con esa sonrisa de satisfacción, parecía ser feliz, que sólo el hecho de hacerle sufrir hacía que acabar en Azkaban mereciera la pena.
Y sentía unas ganas sobrehumanas de matarla. Sentía que Bellatrix estaba en su derecho de vengarse, pero no de aquella forma cruel, porque por mucho que Bellatrix llorara aquella noche hacía años atrás, sabía que podía haberlo evitado si hubiese querido.
Y ese vacío volvía, el frío apoderándose de su interior. Después de un año en Azkaban, había acabado acostumbrándose a ese efecto que producían los dementores en los presos, pero esta vez, volvía más fuerte, doliéndole.
A lo largo de esos meses, muchos recuerdos terribles habían vuelto en diversas ocasiones. Éste era uno de ellos, de los más habituales, aunque en ese preciso momento, era cuando se convirtió en el peor de todos.
Cuando Bellatrix terminara de contarle lo que había venido a explicarle, la escena de James muriendo acompañaría a ese recuerdo, ambos a la par ostentando la peor de sus memorias. Él no había estado presente, pero estaba seguro de que las palabras de Bellatrix serían claras y precisas, y que su mente se encargaría de hacer el resto, sólo por atormentarle con la imagen de algo que pudo ser evitado.
0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0
Junio de 1978, Hogwarts.
Se nota que a esas alturas de la noche, la fiesta empieza a decaer. Probablemente, la mitad de los alumnos estarán en los jardines, disfrutando de la última noche que pasaremos en Hogwarts. Y lo más raro es que, en esta última noche en que seremos Los Merodeadores, ahora mismo estoy solo. Siempre pensé que pasaríamos la fiesta de graduación juntos hasta el final, pero no, y admito que esperaba divertirme más de lo que lo estoy haciendo. Estoy en un rincón, sentado y bostezando. Puedo ver a Remus hablando con una amiga suya mientras beben y ríen. Peter… hace rato que lo perdí de vista, conociéndole puede que lleve ya horas durmiendo. Y James, hace exactamente cuarenta y siete minutos que se fue a acompañar a Lily a la Torre de Gryffindor. En otras circunstancias, podría imaginar por qué tarda tanto en volver, pero viendo el estado en que Lily se encontraba un rato antes, intuyo que no sería capaz ni de subir dos escalones seguidos sin ayuda. No puedo creer que un par de copas de ponche la hayan dejado tan mal, si es que estas prefectas no aguantan nada, tanto estudio y tanta responsabilidad no debe ser bueno.
Empiezo a tantear la posibilidad de irme a dormir también. Lo sé, es patético, pero más patético sería quedarme dormido en medio del Gran Comedor en plena fiesta de graduación.
Por suerte para mí, cuando ya empiezo a dar escandalosas cabezadas, aparece James. Mi salvación. No tarda en encontrarme, pues el hecho de que esté solo es algo suficientemente impactante como para llamar la atención. Le veo acercarse y, no sé si son ilusiones mías, pero me da la impresión de que está menos sobrio que cuando se marchó.
Y lo noto en cuanto se deja caer en la silla que está a mi lado. Despide un olor intenso a whisky de fuego.
- Deberías ver la que hay montada en la sala común. Mucho mejor que este petardo de fiesta.
- Ya veo, por lo visto corre el whisky de fuego que da gusto.
- ¿Vamos?
- Sí, mejor será, me estoy aburriendo como una ostra.
Al levantarme, noto un ligero mareo que me obliga a centrarme en mantener el equilibrio. Deben haber sido el par de copas que me he tomado mientras esperaba a James, pero no estoy borracho, aún puedo caminar en línea recta y hablar sin que se me trabe la lengua.
James y yo salimos al vestíbulo, subimos un par de tramos de escaleras y cuando llegamos al cuarto piso, en lugar de seguir hacia la Torre de Gryffindor, James toma el corredor contrario.
- ¿No íbamos a la fiesta?- pregunto yo, deseando dejar de subir escaleras.
- Shh.- susurra.- No te lo vas a creer, pero antes cuando subía con Lily vi a Peter y a esa tal Rose Gibbons ir por aquí, e iban muy acaramelados.
- ¡No! ¿En serio?- pregunto riéndome al imaginarme la escena.
- Totalmente, y eso es algo digno de ver ¿no?
- La verdad es que la idea de mirar no es lo que más me atrae en este momento.- digo, frustrado por no poder disfrutar de un fin de fiesta a lo grande como me merezco.
- Peor es nada.
- Supongo.- digo encogiéndome de hombros y siguiendo a James por el pasillo.
Avanzamos unos metros, todo está bastante oscuro, por lo que en seguida podemos distinguir luz a través de las rendijas de una puerta.
- ¡Ajá! Ahí los tenemos.- dice James parándose frente a la puerta.
- Eso es el baño de las chicas.
- ¿Y?
- Que puede ser cualquiera quien esté ahí dentro.
James, por lo visto no tiene mucha intención de escuchar lo que digo, y simplemente se limita a pegar su oído a la puerta, intentando oír algo.
- No se oye nada.
- ¿Porque tal vez no esté ocurriendo nada?- digo yo. El subir tantas escaleras me ha vuelto a provocar mareo y prefiero estar en la sala común que perdiendo el tiempo.
James abre la puerta despacio.
- Entra.
- ¿Por qué yo?
Pero antes de que me responda, me ha dado un empujón y ya estoy dentro.
Intentando no hacer ruido, camino hasta que puedo ver la habitación entera. Y entonces me quedo parado. Oigo el agua correr débilmente y observo que allí está Bellatrix. La garganta se me seca contra mi voluntad. Su mano, mojada por el agua, acaricia su nuca, refrescando su piel. Un cuello estilizado y blanco, perfecto, que puedo ver por primera vez ahora que su largo cabello negro no ondea airado tras discutir conmigo sino que está elegantemente recogido. Se inclina de nuevo a tomar más agua en su mano y la túnica negra y ceñida revelan una figura sensual, una estrecha cintura y unas caderas de vértigo, la exquisita tela se amolda en el gesto a unos muslos bien formados y unas nalgas redondeadas.
Y yo sólo quiero huír de allí, porque la odio y la deseo con toda mi alma.
Oigo la puerta cerrarse tras de mí y ella también lo oye. Alza la cabeza, y en el reflejo que me devuelve el espejo veo, entre el blanco y el negro, sus ojos grises abiertos por la sorpresa, una mirada contrariada, y unos labios entreabiertos y rojo intenso, recién pintados.
Y James en ese instante, ya está junto a mí, y no sé si es por el efecto del alcohol, pero veo que su rostro debe ser muy parecido al mío en ese momento. Ojos destelleantes y respiración inexistente.
- ¿No sabéis que esto es un baño de chicas? No sé cómo os habéis graduado sin ni siquiera saber leer.- dice, girándose hacia nosotros.
Y con esto, la cosa empeora notablemente. Ahora la veo de frente y no puedo apartar mi vista de su escote, que deja ver gran parte de sus delicados hombros, su clavícula marcada, la insinuación de sus pechos…
Veo que James avanza un par de pasos, obnubilado como yo. Las tornas habituales han cambiado, por primera vez, somos nosotros los que estamos nerviosos en presencia de una mujer. Ella, aparte de molesta por nuestra interrupción, más bien diría que lo está por ser nosotros en concreto, no muestra ningún tipo de intranquilidad ni temor.
Porque… ¿debería tener miedo? Porque yo, en esos instantes, tengo miedo de mí mismo. De hecho, dudo tanto de mi autocontrol, que ni se me ocurre pensar en por qué, de repente, James la mira con ojos lascivos.
Veo que ella permanece en el mismo sitio, sin impresionarle que James se acerque. Nunca nos ha tenido miedo, ni siquiera ahora que está a nuestra merced, ni siquiera ahora que, es evidente que apenas respondemos de nuestros actos.
Mientras ella se limita a sonreír, con esa sonrisa de superioridad a la que estoy tan acostumbrado, aún tengo tiempo de pensar con lucidez. A pesar de que no quiero hacer caso a mi conciencia, termino advirtiéndole.
- Será mejor que te vayas, Bellatrix.- digo, y a la vez siento que todo mi interior, todos esos deseos reprimidos, que por un instante habían creído que iban a ser liberados, se revuelven contra mí.
Noto que James se vuelve a mirarme como si acabara de cometer un sacrilegio. Ella, también me mira, fijamente. Esa sonrisa que deseo borrar de su cara ya sea con un beso o con una bofetada.
- ¿Por qué iba a hacerlo?- sus ojos clavados en mí me hacen estremecer. No sé si por saber que sólo me mira ahora a mí y sólo a mí, o porque sé que está cavando su propia tumba.- ¿Acaso veníais buscando intimidad y os he fastidiado el plan?
Pero ¿cómo se atreve a decir eso? ¡Eso! Supongo que está bromeando, pero me doy cuenta de que mis ojos ya se han abierto en exceso y ella ya está satisfecha, porque eso es lo que siempre busca y lo que mejor hace; provocarme.
- No has fastidiado ningún plan, sino todo lo contrario.- dice James.
Definitivamente, James está borracho, ya que su reacción normal habría sido poner el grito en el cielo ante tal insinuación. Está borracho, muy borracho, porque de otro modo no podría entender su actitud. Sé que odia a Bellatrix tanto como yo, que siempre ha deseado darle una buena lección, pero… ¿Y si quizás siempre deseó…? No, no es posible, el único que puede odiarla y desearla soy yo.
- Oh, vaya ¿es que pensáis invitarme a que mire?- ríe.
Y encima se ríe. Por Merlín, que se vaya, ¡que huya!
- Al menos tengo que reconocer que Sirius es una opción mucho mejor que esa sangre sucia.- dice con regocijo.- No sé cómo puedes acostarte con ella sin que te produzca náuseas. Qué asco…
James avanza un par de pasos más, y Bellatrix sigue sin moverse de su sitio. Aunque mi amigo camine con decisión, se tambalea ligeramente.
- Como vuelvas a decir algo de Lily…
Sé que está intentando amenazarla, pero su voz tomada no resulta nada amenazadora. Conozco a Bellatrix y sé lo que va a hacer.
- Sangre sucia, sangre sucia, sangre sucia, sangre sucia…
Exactamente eso.
- Evans es una puta sangre sucia que no merece vivir, lo mismo que Lupin y todo vuestro repugnante grupo. ¿Y qué vas a hacerme ahora? ¿Eh? Si no eres ni capaz de mantenerte en pie. Me dais asco, todos vosotros.
Sé que debería intervenir, porque yo ya la he escuchado tantas veces decir que eso, que ya ni me impresiona, pero James no. Bellatrix se adelanta, parece que por fin ha decidido marcharse, aunque James no se aparta, por lo visto aún no está satisfecho con la discusión. Ella le empuja para apartarlo de su camino y James se tambalea y cae. Dios, está más borracho de lo que pensaba. En otro momento, quizás hubiera dicho o hecho algo por defender a mi amigo, pero ahora lo único que quiero es que Bellatrix se marche cuanto antes, por eso sigo quieto, observando como si nada de aquello fuera conmigo.
- Con un poco de suerte puede que no os vuelva a ver nunca más.- dice Bellatrix.
Esa frase me sacude todo el cuerpo con una oleada ardiente. Puede que tenga razón, fuera de Hogwarts no hay nada que tengamos en común. Tengo ante mí la ocasión perfecta, pero aún así, mi conciencia sigue diciéndome que la deje marchar.
La veo darse la vuelta, al igual que veo que James se levanta del suelo. No sé cómo lo ha hecho, pero parpadeo, entre asustado y excitado, cuando en una fracción de segundo, James la ha alcanzado y se ha abalanzado sobre ella.
Se oye un golpe seco. Bellatrix está en el suelo y James sobre ella, impidiendo que se levante. Mi prima, aunque visiblemente dolida y algo aturdida por el tremendo golpe que se ha llevado en la cabeza, aún tiene el valor de reírse.
- ¿Qué intentas hacer, Potter?- pregunta.
Cree que va a poder librarse fácilmente de él, igual que antes, pero ahora la situación es distinta. James está encima y es más alto y fuerte que ella, aunque forcejea no puede quitárselo de encima.
James no contesta, sabe que la tiene a su merced, no importa que Bellatrix se revuelva debajo porque no puede salir de allí. Una bofetada que resuena en toda la habitación consigue borrar la sonrisa de su cara.
Estoy horrorizado pero muy excitado a la vez. Verla así siempre ha sido uno de mis mayores deseos, doblegada, siendo nosotros los que tenemos el control sobre ella por primera vez.
Sus piernas se mueven, apretadas entre las fuertes piernas de James. Uno de sus zapatos se desprende y rueda unos metros, su pie delicado resbala sobre el suelo de piedra una y otra vez tratando de encontrar un apoyo donde ejercer fuerza contra el cuerpo de mi amigo. La túnica se desliza, sus piernas hermosas a la vista. Deseo que James se aparte de ella para poder verlas en toda su longitud.
- Darte lo que te mereces, no nos vamos a ver nunca más ¿no?- dice James.
Por lo visto, James ha tenido el mismo pensamiento que yo, por eso estoy paralizado. Ya es demasiado tarde, creo, Bellatrix debería haberme hecho caso cuando le di la oportunidad. Veo la mano de James golpearla de nuevo, y la cara de Bellatrix choca con el suelo. En ese instante me está mirando, el golpe le ha partido el labio y está sangrando, mezclándose la sangre con su carmín del mismo color, sólo que éste aún está casi en perfecto estado y la sangre ahora corre por su mentón formando un pequeño charco en el suelo bajo su mejilla. Y me está mirando, y por primera vez veo algo de miedo en sus ojos. No habla, sólo me mira, pero está pidiéndome que haga algo.
Juraría que intenta decirme, con esos ojos lacrimosos por el dolor, que la libere. Pero no sabe que no voy a poder hacerlo. La tengo ahí, frente a mí, y sé que puedo hacer con ella todo lo que quiera, y no puedo soportar el escalofrío que ese pensamiento me produce. Hacer todo lo que quiera…
El otro zapato cae en otra dirección. James, ahora sentado a horcajadas sobre ella, la sujeta de la túnica, incorporándola. Ella le golpea con fuerza, las gafas de James también caen al suelo, su camisa está desgarrada, a lo largo de su cara y su cuello hay profundos arañazos, pero a él no parecen importarle.
- Puto cabrón, te arrepentirás de esto.- dice Bellatrix. Le escupe y la cara de James se mancha por las gotas de su sangre.
- Oh no, no me voy a arrepentir, siempre quise ponerte en tu lugar ¿sabes?
Con una mano la sigue manteniendo alzada, la otra, se posa en su cuello, haciendo presión. Bellatrix tose, escupiendo más sangre de su boca herida. La túnica ahora está arrugada en su cintura ya que sus piernas intentan golpear a James con las rodillas, pero no puede. Me da igual el motivo por el que están abiertas, pero no puedo dejar de mirarlas, el interior de sus muslos, sus exquistas caderas desnudas, esa ropa interior que siempre imaginé…
Comprendo que debo actuar, de lo contrario, a James podría írsele la mano y acabar estrangulándola. Me acerco, aunque quiero y no quiero hacerlo. Cierro un instante los ojos, y mi conciencia habla por última vez, pero ya me es imposible oírla. Puedo hacer lo que quiera con ella… la excitación que eso me produce empieza a dolerme.
Ella me ve, abre los ojos más. No puede decir nada porque la mano de James oprime su garganta y su rostro comienza a ponerse morado.
No sé qué es lo que está pensando sobre mí, pero dudo mucho que sea lo que en esos momentos pasa por mi mente. Odio y deseo juntos son una combinación peligrosa.
El último pensamiento del que soy responsable es que cada vez que me aburro, suceden cosas terribles.
- Déjala, James.- digo, agachándome junto a ellos.
James me mira con incomprensión, aunque me obedece. Tal vez se haya dado cuenta de que ya era suficiente, su cara está cubierta de sangre, mezclándose la suya propia con la de Bellatrix, sangra por la nariz, tiene surcos sanguinolentos por toda la piel visible de su cuerpo.
Esas uñas clavadas en su pecho… me producen celos.
James se aparta del cuerpo de mi prima. En el momento en que la presión sobre su cuello cede, ella tose, aspirando con energía para recuperar todo el aire posible. Aprovecho ese instante para ocupar el lugar que antes ocupaba mi amigo. Ahora soy yo quien está sobre ella, mis piernas son las que se aprietan contra su cuerpo. La miro. Me mira, con una expresión que mi estado no se para a cuestionar. El maquillaje de sus ojos está emborronado, la sangre comienza a secarse sobre su piel y su cuello. La túnica se ha descolocado, dejando por completo desnudos sus hombros, quizás rota en alguna parte. Su cabello está alborotado, ahora precariamente sostenido, algunos mechones han escapado, pegándose a su rostro por el sudor y la sangre, cayendo sobre su nuca y su escote. Y lágrimas negras brotan de sus ojos, el maquillaje mezclado con las lágrimas traza un camino por ambas mejillas y caen hasta su pecho, perdiéndose entre ellos.
No puedo soportarlo. No puedo soportarlo. Mi pecho va a estallar al igual que mi entrepierna. Es mi deseo hecho realidad y sé que me arrepentiré de ello, pero no puedo hacer otra cosa.
Sus ojos me suplican algo, brillantes entre las manchas oscuras que ahora son sus ojos. Bellatrix suplicando… es lo más excitante que podía imaginar. Pero por desgracia para ella, esa noche soy yo quien tiene el control.
Mi mano descarga toda la rabia acumulada con los años sobre su mandíbula. Su rostro gira con violencia. Me duele el puño y no sé si el crujido que he notado eran sus huesos o los míos. Su rostro regresa frente al mío por la inercia del golpe, su boca está entreabierta por el dolor.
Y yo me inclino sobre ella, noto su respiración jadeante, noto cómo se revuelve debajo de mí. Estoy seguro de que ha notado mi excitación rozando su vientre. Acerco mis labios a los suyos y siento sus dedos en mi cabello, agarrándolos con fuerza. Me duele, pero no me importa, con una mano sujeto firmemente su muñeca contra el suelo, intenta clavarme las uñas, no lo consigue.
Mis labios casi rozan los suyos, estoy deseando saborear su sangre, esa que ella tanto ama. Extrañamente no cierra la boca sino que parece estar esperándome.
- Como me muerdas, te dejaré sin dientes.- digo en un susurro que acaricia su piel, el tono es dulce como si fuera una declaración de amor.
Oigo a James reir detrás de mi por mi comentario.
Me doy miedo, esta noche soy un monstruo pero ella tiene toda la culpa. No sé cómo he sido capaz de decir eso, lo que sé es que hoy soy capaz de hacerlo y ella parece haber entendido que digo la verdad, porque beso sus labios, despacio y no intenta evitarlo.
Su cuerpo sigue retorciéndose, pero su boca me deja que la bese. Mi lengua recorre sus labios rojos, su sangre seca se derrite al contacto de mi saliva. Sabe deliciosa, igual que ella. Recorro su mentón, que ahora ya no tiene sangre, sólo la mancha débil que ha dejado mi saliva al limpiarla. Vuelvo a su boca, el contacto de mi lengua con la herida que le ha hecho James, hace que gima por el escozor, pero yo no le hago caso e insisto un poco más, trazando pequeños círculos a su alrededor, disfrutando de su sabor. No me extraña que adore tanto su sangre, es como un manjar divino. La mano que tengo libre acaricia su mejilla. Se retuerce un poco ya que es evidente que le duele, veo que está empezando a formarse un moratón debido a mi bofetada. Sigo acariciándola, besando su mejilla dolorida, su herida, como si así pudiera curarla. Sus dedos siguen tirando de mi cabello, es lógico.
Por fin regreso a sus labios, los delineo con mi lengua, me deleito con la abertura de su boca, despacio, haciendo que poco a poco se vayan abriendo. Siento sus dientes y me aventuro entre ellos. Ahora mismo puede morderme, pero sabe que es mejor que no lo haga. No me gustaría nada tener que dejarla desdentada. Siento su lengua cálida y suave. Presiono aún más mis labios contra los suyos para facilitarme la tarea, y ella abre más la boca, uniendo su lengua a la mía.
Los dos gemimos por el contacto. Sus dedos aflojan la presión en mis cabellos y lentamente se deslizan hasta caer sobre mi espalda. Sus piernas han dejado de moverse y ahora tiemblan sobre el suelo. Un escalofrío me recorre toda la espalda, mis muslos se tensan y mi excitación aumenta.
Mi lengua explora su boca, jugando con la suya, enredadas en un juego apasionado. Ahora ella es la que se introduce en mí, ahora soy yo quien puede morderla, pero soy consciente de que ya con esto le he hecho mucho daño. Humillación es una palabra que Bellatrix jamás se imaginó vivir.
Me besa con suavidad, y yo no logro comprender cómo es capaz de hacerlo así, cómo es capaz de dejar de debatirse bajo mi cuerpo. Imagino que no quiere ser torturada más y se ha rendido, aunque rendición tampoco es una palabra que Bellatrix conozca.
Y yo tampoco estoy en condiciones de preguntarme qué razones son las que mueven a Bellatrix a besarme como lo hace, deleitándose, derritiéndome. Porque ella simplemente está ahí para que yo haga lo que quiera.
La mano que descansa en mi espalda agarra mi camisa, arrugándola para facilitarse el acceso a mi piel. Se interna bajo la tela y me acaricia. Y yo sigo sin comprender nada y sin poder preguntarme nada. Aflojo la presión sobre su muñeca, que hace un rato que ha dejado de luchar, mis dedos, antes violentos, buscan los suyos, y los recibe, entrelazándose con los míos, ambas manos cerrándose entre sí con fuerza.
Mientras seguimos besándonos, mi otra mano busca su cabello, lo acaricia enlazando algunos de sus mechones suaves, descendiendo el contacto por la suave piel de su cuello, su clavícula, sus hombros, sus pechos. Los noto tersarse debajo de mí cuando los rozo sobre el maltrecho vestido. Los rodeo con ternura. La presión de sus uñas clavándose en mi espalda cuando jugueteo con sus pezones endurecidos me vuelve a provocar otra sacudida.
Dejo de besar su boca, aunque me duela hacerlo, porque aún me queda mucho por descubrir de ese cuerpo anhelado. Al separarme de ella, veo que ladea la cabeza, apoyándola sobre la piedra, sus ojos grises están abiertos pero sin mirar a nada en concreto, lo único que demuestra que siguen con vida, son las lágrimas que repiquetean contra el suelo.
Un sentimiento de culpabilidad me golpea de repente. Le he hecho daño, demasiado, creo. Siempre he querido devolverle el sufrimiento que ella me ha hecho pasar, pero al ver su expresión vacía me he dado cuenta de que he traspasado los límites. Ella jamás me haría daño físico, mientras ella está cubierta de sangre y moratones yo estoy intacto.
Aunque sigo odiándola, también sigo deseándola. Desciendo hasta su cuello, besándolo con fuerza, dejándole marcas de pasión en vez de dolor. Mi mano se interna dentro de su vestido, acariciando sus pechos con delicadeza, la piel tensa, su dureza… indican de algún modo que, involuntariamente o no, responden agradecidos a mis atenciones.
Quiero reconfortarla, que esos ojos dejen de estar vacíos para que llameen de pasión, que me supliquen, pero no que la deje marchar, sino que continúe hasta el fin.
Sus dedos aprietan los míos, sus ojos se han cerrado, aunque siguen llorando. Se han cerrado para que no pueda ver que su cuerpo responde, que sus ojos se empiezan a llenar de vida de nuevo.
Su mano deja un recorrido enrojecido sobre la piel de mi espalda, abandona esa parte para alcanzar con suavidad mi trasero. Cuando abro su túnica de un tirón, dejando a la vista su sujetador, su vientre plano y sensual, y aparto la prenda con los dientes, haciendo que sus pechos queden liberados a merced de mis labios, ella se agarra con fuerza a mí, me presiona, hunde los dedos en mi trasero y me acaricia con más fuerza internándose por detrás entre mis muslos.
Siento que voy a estallar, dejo escapar un gemido que choca contra el rosado pezón que tengo entre mis labios, duro por el contacto de mi lengua, la piel de sus pechos ya húmeda de mi saliva y erizada. Redondos, perfectos, aparto mi boca para descansar mi mejilla entre ellos y admirarlos, cubriendo uno con mi mano, deseando que fueran míos para siempre.
Oigo un gemido, pero no proviene ni de Bellatrix ni de mí. Aparto mi vista de esos pechos divinos y observo a James. Los signos de violencia son evidentes, pero veo que se está tocando. Me hace gracia la imagen. Nunca he visto a James masturbarse, pero no puedo culparle, imagino que lo que está viendo es demasiado excitante. Está borracho, no creo que en este momento pueda ser consciente de lo que está haciendo en presencia de otros. De todas formas, todo lo que está ocurriendo esta noche, es absolutamente surrealista. Aunque ahora estoy seguro de que James no pretendía hacer nada más que pegarle a Bellatrix, está claro que lo que ha visto ha despertado su apetito sexual. El alcohol a veces juega esas malas pasadas, supongo.
Me siento en la obligación de invitarle. No porque lo desee, ya que yo deseo a Bellatrix sólo para mí, pero es mi mejor amigo, no puedo dejarle así, tan sólo mirándome. Después de todo, siendo objetivos, si ahora estoy besando a Bellatrix se lo debo a él. Aunque sea por una horrible coincidencia del destino.
Hago un gesto de invitación con la cabeza y James se aproxima a nosotros. En los escasos metros que nos separan ha dejado caer toda la ropa que tenía en el suelo. Ahora está desnudo y con una erección tremenda.
Dios, y yo debo estar aún peor.
Bellatrix, al verle aproximarse, me mira con expresión de horror.
- No. Él no.- dice.
Me sorprendo. Intuyo que a mí me lo está permitiendo porque no le he hecho tanto daño como James.
- No va a pegarte más.- digo.- O los dos o ninguno.
Me mira de nuevo, con la típica expresión con que siempre lo hace. Con suficiencia y altanería.
- Ya que sois tan amables de darme a elegir… Creo que es obvio que ninguno, yo no he buscado nada de esto. Me las pagaréis.- dice.
Y yo estoy aún encima suyo, aún noto su piel palpitante. No puedo permitir que esto acabe así. Llevo una mano a sus muslos, adentrándome por la cara interna de los mismos y la aprieto contra su entrepierna. Sonrío porque, por mucho que esté diciendo lo contrario, puedo mostrarle mi mano mojada por su excitación, y debe estarlo mucho, porque la humedad ha traspasado su ropa interior.
- A mí me parece que esto no dice lo mismo.- digo.
Me levanto y me coloco junto a James. Ella se levanta también, su túnica está destrozada, y con el gesto, su recogido termina desbaratándose, su larga melena ondea sensualmente hasta detenerse, revuelta. Gruñe al ver mi mano brillante, mojada. No quiere dar su brazo a torcer. Veo que se inclina para coger uno de los zapatos, y entonces yo, sabiendo que me mira, llevo la mano hasta mis labios, saboreándola indirectamente.
Es el éxtasis. No puedo dejar que se vaya, mi lengua recorre mi propia mano, con avidez. Necesito ese sabor, directamente de ella, o moriré de un instante a otro.
Bellatrix se estremece al verme hacerlo, jadea levemente y su parpadeo se extiende un par de segundos más de lo que habría sido normal. Sé que sabe que me estoy muriendo por hacerlo, le excita saber que me puede tener entre sus piernas sólo con decir que sí, y ella…lo está deseando aunque no quiera admitirlo.
Recoge un zapato y se lo pone. No, no puede irse. ¿Cómo puede ser capaz de reprimir la excitación que yo sé que la está torturando? De reojo, noto que James observa mi mano con lujuria. Sin pensarlo dos veces, se la ofrezco y ambos la lamemos mirándola a ella.
Bellatrix contiene la respiración. ¿Va a poderse resistir a eso? Lo dudo mucho.
James y yo la observamos con los labios brillantes. Ella cierra los ojos nuevamente, pero en seguida da media vuelta, sin arriesgarse a ir a por el otro zapato que descansa cerca de nosotros.
- ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Decirle a Lestrange que termine la faena porque te hemos puesto cachonda y eres tan cobarde de no continuar hasta el final?- dice James.
Se detiene y se vuelve hacia nosotros.
- ¿Por qué no vas y le dices a la sangre sucia que te gusta follarte a las mujeres después de pegarles? Apuesto a que no lo sabe. Esto no va a quedar así.
- ¡Te he dicho que no hables así de Lily!- grita James.
Veo a mi amigo correr hacia ella. Bellatrix intenta huir, pero con un zapato de tacón menos se le hace dificultoso. Su túnica rota se le desliza cayendo al suelo. Por mucho que intenta escapar, aún estando medio desnuda, James le tiene ventaja y la alcanza antes de que llegue a la puerta.
- Desde luego que esto no va a acabar así.- dice, agarrándola de su larga melena.
Ella patalea, y le alcanza un par de veces, pero aún así James acaba por estamparla contra la encimera de los lavabos. La coge por la cintura, ella sigue pataleando en el aire y con brusquedad la sienta en la fría pieza de mármol. Oigo un crujido. Es el cristal del espejo resquebrajándose. La cabeza de Bellatrix resbala, dejando un rastro de sangre.
Corro hacia él, horrorizado por dos cosas. La primera, porque Bellatrix no se mueve, la segunda, porque creo que James no se ha dado cuenta de lo que acaba de hacer, está más preocupado por deshacerse de las bragas de Bellatrix que por mirar el espejo roto y cubierto de sangre. ¡No puede hacerlo! Le veo levantándola un poco, las bonitas braguitas de mi prima empiezan a deslizarse con brusquedad. ¡No puede quitarme ese privilegio! ¡Me pertenece!
- ¡Imbécil, la has matado!- grito, apartando sus manos de ella.
James se detiene y la observa algo asustado. Bellatrix sigue sin moverse, su torso ahora descansa sobre el mármol. Las manos de mi amigo la sueltan, la ropa interior, a la altura de las rodillas, cae por sí sola ceremoniosamente al suelo.
Y tiene las piernas entreabiertas, y puedo ver su sexo llamándome. Sacudo la cabeza tratando de pensar con claridad, es totalmente insano quedarme extasiado mirándolo, poniéndome aún más caliente si cabe, cuando ella no reacciona. Tengo que hacer algo, pero mi mente y mi cuerpo ponen en primer lugar la idea de follármela en vez de reanimarla.
Me estoy volviendo loco. Cuando me doy cuenta, ya me he desnudado completamente y ni recuerdo haberlo hecho, mis ojos siguen fijos en su sexo y la orden de tirármela se repite una y otra vez en mi cabeza.
Consigo apartar la vista y la poso sobre su pecho, aún sigue con el sujetador puesto aunque torcido. Veo con alegría que respira y veo que James está llenando el lavabo. Sin ninguna delicadeza mete la cabeza de Bellatrix en el agua fría. Unos segundos. Dios, ¡va a ahogarla!
Llego hasta el lavabo, la mano de James suelta el cabello de Bellatrix, y yo le agarro del pelo para sacarle la cabeza del agua. En la parte trasera está la herida que le ha hecho el espejo. Suspiro al ver que no es grave y la saco del agua rápidamente. Ella tose escupiendo agua.
Está viva.
Con ternura la incorporo y la dejo apoyada contra el espejo, como estaba antes, afortunadamente ha dejado de toser y echar agua por la boca. Está recuperando la respiración, como bien puedo ver al ver su pecho agitándose. Sus pechos… dios, están pidiendo a gritos que los libere de esa opresión. Pero no abre los ojos aún, todavía está aturdida por el golpe o por el casi ahogamiento, no lo sé. Lo que sé es que gime. No es una ilusión o una imaginación. Es un gemido profundo y largo.
No logro a entender a qué se debe hasta que busco con la mirada a James que hace un momento estaba a mi lado. Y ahora está entre las piernas de Bellatrix, masturbándose a sí mismo con rapidez.
Maldito traidor…
Bellatrix suspira largamente varias veces al contacto de la lengua de James en su interior. El muy cabrón encima se atreve a abrirle más las piernas para tenerla entera para él solo. ¡No puedo permitir que también me quite ese privilegio!
Me arrodillo junto a James, que sigue masturbándose. Y yo comienzo a hacer lo mismo, estoy tan excitado ante la idea de lo que voy a hacer que ni me importa. Sin dejar de lamerla, James me hace un hueco. Tampoco me importa que nuestras lenguas se encuentren de vez en cuando, porque lo único que me importa es poder saborearla, escucharla gemir y jadear cada vez más fuerte. Entre los dos estamos matándola de placer, jugando con su delicada y ardiente carne, haciendo que su sabor sea cada vez más intenso y más líquido. Mi miembro está durísimo por el ritmo que le impongo y por notar cómo su excitación crece, mi lengua, ahora sola, juega con su clítoris.
Me doy cuenta de que James se ha apartado, cediéndomela cortésmente para mí sólo. Imagino que está claro que la deseaba con todas mis fuerzas. Otro gemido profundo cuando la penetro con la lengua, sus muslos se tensan apretando mi cabeza entre ellos, luego, la sustituyo por mis dedos y mi lengua vuelve a recorrerla entera. Y gime cada vez más, con más fuerza y más rapidez. Su humedad creciendo por segundos, inundándome.
Alzo la vista sin dejar de hacer mi trabajo y veo que me está mirando. Ha vuelto en sí, pero quiere que continúe, que yo continúe, porque sé que conmigo sus gemidos son más fuertes que cuando estaba también James.
Decido dejar de tocarme porque como siga, voy a terminar antes de tiempo. Hago bien, porque en seguida la noto temblar, apretando sus muslos contra mí con más fuerza. Siento las sacudidas de su orgasmo pero no dejo de saborearla. Siento que se mueve, pero no me preocupo en mirar, porque yo voy a seguir ahí hasta que ella deje de estremecerse.
Al fin la presión de sus piernas cede y se relajan, quedando colgadas en la encimera del baño. Satisfecho, me levanto, aunque extrañado por no haberla oído gemir al final, y descubro el motivo por el que no ha podido hacerlo.
James la tiene cogida con fuerza del cabello, en una posición incómoda, la tiene apretada contra él para que no deje de mover sus labios heridos sobre su miembro.
Maldito cabrón…
Le envidio, pero sé que esta noche, yo también voy a ocupar el lugar que disfruta James en ese momento. Veo que la aprieta con tanta fuerza que a ella le resulta difícil. No tardo en pensar que seguro que conmigo será mucho mejor, yo no le apretaré con dureza sino que la apremiaré con dulces caricias, y ella lo hará gustosamente, porque a estas alturas de la noche, empiezo a pensar que siempre deseó hacerlo.
Mi erección me reclama, hoy incluso ver a Bellatrix chupársela a James me parece excitante. Observo de soslayo sus piernas relajadas y su sexo brillante y mojado. Sonrío que al menos, en la parte más importante, voy a ser el primero.
Me tengo que preparar psicológicamente para esto. Coloco mis manos en sus muslos, rozándolos apenas con mis dedos. Aspiro tomando aire, sabiendo que voy a hacer realidad mis sueños. Abro sus piernas con lentitud, acomodándola más al borde del mármol. Esto la dificulta para seguir con James, pero me da absolutamente igual, en ese instante para mí sólo existimos ella y yo.
No opone ninguna resistencia. James me mira, gime y sus dedos tienen el cabello de Bellatrix en un puñado despreocupado, veo en su mirada que me recrimina que por mi culpa no pueda hacerlo bien.
Al cuerno con James. Me importa una mierda. Este privilegio SI va a ser mío.
Presiono su entrada, colocándome, advirtiéndola de lo que voy a hacer. Vuelvo a inspirar y puedo ver que ella me mira. No para de hacer lo que está haciendo, pues sabe que de lo contrario, James podría hacerle daño, pero me mira y me parece intuir una débil sonrisa, aunque sea difícil por las circunstancias.
Sus ojos me suplican. Ahora sé que me están suplicando que lo haga, pero es la misma mirada de antes. Exactamente la misma mirada que tenía cuando James estaba sobre ella, cuando yo creía que quería que la dejase escapar.
Ese pensamiento, ese descubrimiento me llena de energía, de calor, de felicidad. De una sola embestida entro en ella. Y todo es tan perfecto en ese momento que mis fuerzas flaquean. Ambos gemimos, alto y fuerte. Supongo que ha dejado a James por un momento para complacerme con su voz. Mi voz es un rugido salvaje, y su interior es caliente y maravilloso.
Empiezo con lentitud, y todo da vueltas a mi alrededor. Si muriera ahora mismo, no me importaría.
Sagrado, perfecto, divino.
Aumento el ritmo cada vez más, sujetándome a sus caderas con las manos, teniendo que apoyar mi cabeza contra su cuerpo contorsionado, beso a la vez la piel que tengo cerca, sin importarme qué parte de su cuerpo sea, con tal de que sea de ella.
Los jadeos de James parecen venir de muy lejos. No oigo nada, no siento nada que no sea ella. Sólo un grito ronco me hace salir de mi ensimismamiento. Yo sigo cada vez más rápido, más fuerte. Tengo que apartar mi cabeza de su cuerpo porque la noto moverse, incorporarse.
Ahora está sentada normalmente. Yo sigo a lo mío, pero ataco sus pechos, mordiéndolos, besándolos a la vez que ella entrelaza sus dedos en mis cabellos, ahora con dulzura, no con la violencia de antes. Su pecho se agita y de nuevo su respiración es cada vez más audible y más fuerte, más rápida. Alzo la cabeza, siento mi cabello pegado a la cara por el sudor y la veo mirándome de nuevo. Sus ojos siguen emborronados por el maquillaje corrido, su carmín ahora no es más que una mancha que se desliza hacia su mejilla, pero aún así, distingo sus mejillas arreboladas de excitación y placer.
No me importa que sus labios estén manchados por la esencia de James, y los beso. Si hubiese estado lúcido pensaría que era asqueroso, pero ahora lo único que soy capaz de pensar es que si está en la boca de Bellatrix, es divino.
Nos besamos con pasión, nuestros gemidos se ahogan en la boca del otro y por fin llegamos al clímax, juntos, a la vez. Mi cuerpo se sacude con la misma violencia con que el suyo me recibe.
Me quedo jadeando sobre su hombro, exhausto. Ella toma mi mano, que descansa en su pierna y la observa con atención.
- El anillo de los Black.- susurra, sorprendida.
No me da tiempo a contestarle que no sé por qué aún lo llevo, pero parece que le gusta que ese trozo de oro que no significa nada para mí, luzca entre mis dedos. Aunque no quiero salir de su interior, ya que por mí me habría quedado allí eternamente, siento las manos de James apartándome. Me coge y me aparta con la misma brusquedad con que la coge de una pierna y tira de ella. Bellatrix se retuerce una vez más y antes de que resbale del todo por la encimera, James la agarra, nuevamente ella se rebela contra él pataleando y golpeándole. Veo que mi amigo la suelta antes de depositarla en el suelo, haciendo que caiga de rodillas en la dura piedra, y escucho su quejido por el dolor que eso le produce.
Observo la pequeña persecución que se traen. Bellatrix gatea por el suelo tratando de levantarse, y James va detrás. Cuando casi está a punto de conseguir ponerse de pie, él la agarra de un tobillo y hace que caiga de bruces, la arrastra para acercarla aunque ella sigue luchando contra él. Hago un gesto de dolor seguido por un grito de ella al ver cómo en su forcejeo, su tobillo se a torcido peligrosamente en la mano de James, que no cesa de apretarlo con fuerza.
- Imbécil, ¿no has tenido ya suficiente?- dice mi prima, a la par que su tobillo se enrojece.
La admiro. No sé cómo es capaz de actuar así después de todo lo que está pasando. Lo normal sería que o aún continuara luchando contra nosotros con uñas y dientes, o que se hubiera resignado, llorando, inmóvil para que todo acabe cuanto antes. Pero no. Ella es imprevisible. En cada gesto siento la ironía de su orgullo, sé que lo está haciendo por alguna razón. Supongo que tampoco le hemos dejado mucha opción.
James la ha sujetado de nuevo por el pelo, dolorosamente tirante. Ella permanece en el suelo, de rodillas. Sé que el tobillo le duele porque está más hichando que hace unos segundos. Me sorprendo al ver que en nada de tiempo, una nueva erección ha resurgido en James, y me sorprendo al ver que, aprovechando la vulnerabilidad de Bellatrix, ha hecho que permanezca de rodillas y se haya apoyado con las palmas de sus manos en el suelo. Su cabello negro estirado, enredado en los dedos fuertes de mi mejor amigo.
Y sin dudarlo un instante, entra en ella, desde atrás. Bellatrix no se mueve, no se queja, tan sólo su cabello azabache amenazando con romperse por la fuerza en que tira hacia atrás de su cabeza marcada por las huellas de esta noche fatídica.
No grita, no gime, no quiere mostrar nada de lo que siente a James. Mierda. Comienzo a excitarme de nuevo, y sé que es porque conmigo actúa de forma diferente. Parece que conmigo sufre menos.
Me acerco a ellos y ella me mira de soslayo. Definitivamente, creo que el alcohol me está produciendo alucinaciones, porque me parece intuir una sonrisa en sus labios al ver que me coloco frente a ella, arrodillándome hasta que su cara está frente a mi creciente erección.
Es una locura. La parte buena de mi conciencia me dice que ya es suficiente, que no alargue más esta tortura porque me arrepentiré. Pero esta noche no puedo hacerle caso. Es todo demasiado perfecto para dejar que acabe porque sé que no se volverá a dar otra ocasión igual.
Mis ojos vagan de una figura a otra, provocándome pensamientos que no quiero analizar. Mi amigo, mi mejor amigo, introduciéndose en ella con fuertes y salvajes embestidas. Sus ojos están cerrados en una expresión extraña, de placer cercano al borde de la inconsciencia. Sé que Lily se ha borrado de su mente esta noche. Aunque sus dedos enrojecen la blanca piel de Bellatrix al mantenerla sujeta por la cadera, aunque sus dedos se agarran con brutalidad a su suave y largo cabello, sé que su cabeza da vueltas, tambaleándola inconscientemente, su piel de un extraño color pálido. Bellatrix se interpone entre nosotros. Su cuerpo moviéndose involuntariamente por las embestidas de mi amigo. Sus ojos posados en mí, sus labios desdibujados entre el maquillaje y las heridas, me sonríen, parecen reclamarme. Quizás mañana descubra que todo era una alucinación, pero ahora sólo soy capaz de ver que ella me desea, que desea que yo me una a ese juego horrible, que si yo estoy allí, todo es maravilloso.
Ella, sangre de mi sangre, dios, me sonríe, ¿Cómo he llegado a este grado de perversión?
Yo la odio, siempre la he odiado, y siempre he querido devolverle el daño que me ha hecho, pero ¿por qué ahora sólo soy capaz de pensar en satisfacer sus deseos? ¿Por qué ahora, cuando tengo la oportunidad, sólo quiero tenerla para mí sólo como en mis sueños? Debería estar pensando en cómo partirle la cara, en cómo torturarla hasta que no sea capaz de levantarse, pero en cambio, su rostro me mira, veo la gran mancha morada que se extiende a lo largo de su mejilla, producto de mi ira, y sólo deseo reconfortarla, acunarla en mis brazos y pedirle perdón, besarle ese trozo de piel y decirle que no volverá a ocurrir, que yo estaré a su lado para siempre, cuando sus ojos me supliquen como ahora yo estaré allí para satisfacerla.
Me doy cuenta de que llevo parado allí frente a ella unos segundos, porque noto sus manos acariciar mi contorno, deslizar un dedo juguetón por mi pecho, deleitándose en el camino de vello oscuro que traza una línea debajo de mi ombligo. Sus manos acarician mi miembro y yo cierro los ojos, dejando caer mi cabeza hacia atrás, mis propios cabellos rozándome los hombros. Yo no le he dicho nada, no he dicho que lo haga, no la he obligado, tan sólo me he acercado porque ella me lo pedía con la mirada. Suspiro cuando siento sus dedos cerrarse en mi erección y comenzar a moverse, despacio, muy despacio… La piel se me eriza, la sangre me hierve, una oleada de electricidad me recorre el cuerpo entero.
Sigo en mi mundo de fantasía, cuando dejo de notar el vaivén que antes producía el movimiento del cuerpo de James dentro del de Bellatrix. Por un momento pienso que mi amigo ha tenido la delicadeza de dejarnos este momento íntimo para los dos, pero en seguida comprendo que no, ya que noto la frente de Bellatrix golpearme en el bajo vientre, casi haciéndome perder el equilibrio. Suerte que sus dedos aún me sujetan con fuerza. Con fuerza…
Siento su largo cabello caer pesadamente y rozarme las piernas, más aún cuando ella gira bruscamente la cabeza. Su cabello se arremolina contra mis muslos. Ella grita. Abro los ojos para ver qué está ocurriendo. James gime profundamente.
- Gilipollas, ten más cuidado.- protesta Bellatrix con la cara aún contraída por el dolor.- ¿La sangre sucia no te deja que le hagas eso?
James sólo se ríe con tono bobo. Me parece que Bellatrix ha acertado con su comentario, y me parece que James está tan alcoholizado que ha perdido la capacidad de hablar. Después de la primera embestida, de nuevo comienza el vaivén. Veo que la mano que James ha dejado libre al soltar la melena de Bellatrix, se desliza por su espalda, rodeándole la cintura hasta posarse en su vientre y adentrarse en su sexo, acariciándolo mientras la penetra por detrás con un ritmo creciente.
Ella jadea. Aunque al principio le doliera, me da la impresión de que ya ha pasado el dolor, o al menos, eso me parece, porque la veo acercarse a mi miembro con los labios entreabiertos, jadeando débilmente, sintiendo su aliento sobre mi delicada piel, notando sus labios ardientes posarse en mi, recibiéndome, envolviéndome…
Voy a estallar. Siento el contacto de su lengua húmeda y traviesa, me recorre y yo la dejo que haga lo que quiera conmigo. Ni siquiera tengo que moverme, ni siquiera tiene que moverse, porque James ya lo hace por los dos. Cuando mi amigo aumenta el ritmo, ella lo hace también, también lo hacen mis jadeos y mi respiración.
Nunca he sentido algo igual, nadie lo hace mejor que ella, quizás porque es la satisfacción de un deseo realizado. Nunca he deseado tanto que alguien lo haga, como lo es Bellatrix saboreándome con pasión y dulzura.
Por lo que soy capaz de oír y sentir, creo que James va a terminar de un momento a otro, y yo, y ella. El ritmo es cada vez más bestial, siento la respiración agitada de Bellatrix contra mí, aunque sus labios se preocupan más por mí, que responder a las caricias y embestidas de James con placenteros jadeos. Mis dedos la reconfortan, enrededados amorosamente en sus cabellos, y yo, decido abrir los ojos para contemplar el éxtasis.
James grita con los ojos en blanco. Yo grito sientiendo que inundo la garganta de mi prima, mi prima a la que tanto se supone que odio. Y ella, observa el anillo de oro de los Black sobre mi dedo, como si sólo eso fuera capaz de provocarle el orgasmo. Tan sólo los cierra un instante para abandonarse al clímax que, la verdad, no sé si le he provocado yo o James. En seguida los vuelve a abrir, separándose de mí, sin rastro alguno de mi semen en sus labios. Otra cosa que, al parecer, nos diferencia a James y a mí.
James se desploma en el suelo, seguramente exhausto. Bellatrix está delante de mí, levantándose con lentitud y yo no sé qué debo hacer en este momento. ¿Qué hago? ¿Debería disculparme? ¿Debería decirle que la odio y que por eso se merece lo que ha pasado? ¿Debería decirle que tendría que haber hecho caso a mis advertencias? ¿Debería decirle que abandone a Lestrange y que huyamos juntos porque yo sabré hacerla feliz?
Ella recoge todas sus cosas, esparcidas por el suelo, vistiéndose precariamente. James, está en el suelo respirando acompasadamente. Será cabrón… ¡Se duerme y me deja a mí con este plan! Al pasar por su lado, Bellatrix le da un puntapié. Él se mueve, quejándose, pero en seguida se da la vuelta y sigue durmiendo.
Y yo ahí sigo, sin saber qué decir o hacer. Veo que Bellatrix se encamina a la salida, cojeando por su tobillo malherido y bueno, demás marcas que le han quedado esta noche. ¿Se va a ir sin decirme nada?
No puedo soportar la idea de que esta noche quede así, sin saber qué es lo que ha pasado por su mente, qué es lo que ella siente por mí. Antes de que desaparezca de la habitación sin darse la vuelta ni mirarme, me acerco. La detengo agarrándola por el hombro. Ella se vuelve a mirarme y el moratón de su mejilla me duele como si lo tuviera yo en mi propio cuerpo.
- ¿Te…? ¿Te acompaño?- digo.
Soy estúpido.
Como bien me hacen ver sus cejas alzadas y su débil y cansada carcajada irónica de siempre.
- Os arrepentiréis de esto, tú y el asqueroso de Potter.- dice, y acto seguido la veo alejarse por el pasillo, teniendo que apoyarse en la pared.
Cierro la puerta del baño. No quiero verla. Tal y como ya me había advertido mi conciencia hace mucho rato, me siento muy culpable y muy arrepentido. Probablemente me sienta así durante el resto de mi vida. La idea de no volver a verla me aterra, pero más me aterra la idea de verla después de lo que ha ocurrido. ¿Qué demonios ha pasado por su mente mientras todo sucedía? Me llevo las manos a la cabeza, desesperado.
Los ronquidos de James me hacen volver a la realidad de que tendré que despertarle para volver a la habitación, tendré que intentar curarle las heridas para que Lily no sospeche nada mañana. Y entonces… ¿Y si él no recuerda nada? ¿Tendré que cargar yo solo con la responsabilidad de lo que hemos hecho?
Me acerco a James, dispuesto a despertarle para que al menos se vista.
Resignado, sonrío al pensar que, después de todo, para Bellatrix hay una gran diferencia entre James y yo. A él lo ha llamado asqueroso Potter…
0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0oo0
La realidad de Azkaban volvía más cruel que nunca. Ese recuerdo, tan vívido que parecía de ayer mismo… Sabía lo que Bellatrix iba a contarle, y por ese instante, prefirió haber ocupado el lugar de James. Acabaría volviéndose loco allí encerrado, no podría soportar el recuerdo de aquella noche todos y cada uno de los días.
- Estás pálido, Sirius…- dijo Bellatrix, levantándose, de nuevo, esa voz suave y sensual.- ¿Tienes miedo de lo que voy a contarte?
Sirius cerró los ojos, apretando los puños. Sintió el cuerpo de Bellatrix frente a él, aprisionándole contra la pared, su respiración de nuevo contra su piel. Tenía ganas de descargar toda su rabia contra ella, hacer crujir su mandíbula otra vez… No podía hacerlo…Sólo de pensarlo, ya se dibujaba sobre Bellatrix la ilusión de aquel moratón que cubría su mejilla, sólo de pensarlo, volvían a él los deseos de reconfortarla. Aquellos estúpidos deseos que le recordaban que aún ahora, sabiendo que su prima era un monstruo, seguía deseándola.
- Pudiste haber escapado. ¿Por qué no lo hiciste?- reprochó Sirius. Aquella pregunta que le había atormentado durante años sin respuesta.
Sin decir nada más, Bellatrix supo a qué se refería. Apretó más su cuerpo contra el suyo, sintiendo la erección que antes había provocado en Sirius con sus besos y sus caricias.
- Porque yo también te deseaba…- susurró, posando sus labios en su cuello tenso.
Sirius se estremeció, no sólo por el contacto sino por la frustración y la rabia que esa respuesta conllevaba.
- ¿Por qué no lo admitiste cuando todo habría podido tener una solución fácil y normal? ¿Por qué?- gritó Sirius.
- ¿Crees que habría podido admitir que quería acostarme contigo? Contigo… un traidor, alguien indigno de mí… Y ese Potter… Los dos, traidores y excitantes…- susurró Bellatrix al oído.- Soporté el dolor. ¿Sabes? Aún tengo la cicatriz del espejo en la cabeza… Lo soporté porque aquella era la única forma en que vosotros podríais ser superiores a mí, follándome como bestias… Pero ahora soy yo quien tiene el poder sobre vosotros, bueno, sobre ti…, y de una forma más cruel y menos placentera ¿verdad?
Sirius se retorció entre Bellatrix y la pared. No podía creer lo que estaba oyendo.
- Puta…- murmuró Sirius.- Te gustó…
- Oh, sí que me gustó. Mucho. Pero más me gusta ver cómo aún te sigues atormentado por lo que pasó.
- Pudiste haber huído, te lo advertí.
- Muy amable por tu parte.- rió Bellatrix.- ¿Cómo iba a dejar escapar una oportunidad así? Yo siendo vuestra víctima… No sabes la de veces que soñé con eso. La única forma de que…
- ¡Ya me lo has dicho!- exclamó Sirius.- Te odio, Bellatrix, siempre lo he hecho y siempre lo haré.
Bellatrix sonrió. Deslizó su mano a lo largo del torso de Sirius para acariciar su entrepierna.
- Me parece que esto no dice lo mismo.- dijo, con las palabras exactas de aquella noche, sólo que en boca diferente, ahora, en boca de quién tenía el control.
Sirius aguantó la respiración y giró la cabeza, apoyándola contra la pared. Bellatrix era cruel, debía haberlo tenido en cuenta cuando imaginó que aquellas lágrimas que corrían por sus mejillas eran debidas a la impotencia y el sufrimiento.
- Me gustó hacerlo contigo, Sirius.- seguía susurrando en su oído, sabiendo que sus palabras taladraban su mente y su conciencia.- Pero también con Potter… ¿Creías que no me gustó chupársela? Oh, Sirius, deberías saber que mejoró con los años… Me gustó más hacerlo cuando mi varita se clavaba en su carne y veía la muerte acecharle en sus ojos poseídos por el miedo.
La mano de Bellatrix se introdujo debajo de la ropa de Sirius, acariciando sus piernas, cerrándose en su miembro palpitante. Sirius gruñó, maldiciendo para sí mismo que la anatomía masculina actuara de forma independiente sin tener en cuenta las circunstancias. Intentó apartarla de él, pero su mano le acariciaba suavemente. Trató de reprimir un gemido por el contacto de su delicada mano sobre él, de sus movimientos cuidados y hábiles. Hacía tanto tiempo…
- ¡No quiero oírlo!
- Oh sí, lo vas a oír, y harás lo mismo que él, te traicionarás a ti mismo…
Y Sirius en seguida supo a qué se refería, cuando la vio descender hasta colocarse de rodillas frente a él, mirándole con aquello ojos grises, que otra vez, le suplicaban.
Bueno, cualquier duda o comentario será respondida. No sé, yo creo que está todo más o menos claro, pero si alguien tiene alguna duda pos que pregunte ;-D
Al principio pensé poner primero el Bella/James, pero luego pensé que el Sirius/Bella/James quedaba mejor en este capítulo porque así se entiende todo mucho mejor ¿verdad? También pensé que el recuerdo quedaría mejor en primera persona desde el punto de vista de Sirius. Lo que pasa es que es la primera vez que escribo en primera persona y en presente y es súper chungo, la redacción queda algo rara, me parece. Pensé hacerlo así para poder meter también pensamientos de Bella y James en cursiva, pero al final me gustó más hacerlo exclusivamente desde el punto de vista de Sirius.
James… bueno, iba ciego perdido XDDDDD, pero vaya, que no creáis que luego no se acordaba de nada, ya veremos lo que tiene que decir sobre todo esto en el siguiente.
Ya me despido, ¡espero muchos comentarios please! Por eso actualizo tan rápido Amores Perros, porque tengo muchos reviews y me hace sentir que a la gente le gusta y quieren que siga jejejeje. Muchas gracias por sus reviews a: Elenoides, Joanne Distte, Danybel, Samantha Bellatrix Evans, Carly McKinnon, Agus y Moony, April Potter, Lily Dark Black, Marin Black y Mawi.
¡Besitos! Y a ver si termino prontico este ff también. ¡Ya sólo queda un capítulo!
