¡Holitas, mis queridísimos lectores! Bueno, pues he aquí otro chap de este fic (uno de los más largos que he escrito hasta ahora…) :P No saben lo apapachador que ha sido recibir todos sus comentarios, de verdad que se los agradezco mucho. ¡Y también por seguir mí historia! Bueno, pero ya me dejo de choros… así que por favor disfruten de este chapi! ;D

Capítulo 8:

El torbellino se perdió en el bosque, haciendo flotar momentáneamente todas las hojas y ramitas que se encontraban en el suelo. Iba más rápido de lo acostumbrado, para dar a su cuerpo trabajo y no tener que pensar: en esos momentos, el parar sería como un aliciente para las cavilaciones que amenazaban con invadir su cerebro si se descuidaba. Pero es que no era la primera vez… muy a su pesar, se vio obligado a pensar que era un necio y un miope, por no querer ver lo que había estado frente a sus narices durante tanto tiempo… Tuvo que detenerse. Pero todo lo que consiguió con esto fue que le pasara un relámpago mental con mucha fuerza, como si su mente no hubiera hecho otra cosa que esperar a que se detuviera para mandarle el mensaje.

"Estúpido… ¡más que estúpido! ¡¿Cómo me fue a pasar eso a mí! ¿Por qué me tuvo que pasar a mi?"

Quizá fue una suerte que esta idea lo hubiera clavado al suelo por la furia y decepción reprimida, pues si no se hubiera agarrado a dar de topes contra algún árbol; sólo para desquitar ese sentimiento de impotencia que lo embargaba poderosamente. Kouga siguió observando la tierra, como si nunca en su vida hubiera visto algo tan interesante. Después, miró al cielo. Regresar con Ginta y Hakaku sin su "premio" sería como admitir la derrota; sería arriesgarse a perder su cariño y respeto; después de todo, él era su comandante, era el ejemplo a seguir, la muestra de poder. Por eso él tenía los fragmentos de Shikon, ¿no? Ni siquiera el mismo Naraku había sido capaz de quitárselos… pero al pensar en Naraku no pudo evitar pensar en la Miko… eso sólo lo ayudó a sentirse más estúpido. ¿Cómo se había dejado engañar por una humana? Una simple humana, ¡lo había engañado a él, al más fuerte de los hombres lobo! Pero, ¿en verdad era culpa de la Miko? Él había hecho lo que ella le había dicho, al pie de la letra. Según las palabras textuales de la sacerdotisa, "al darle un beso, vas a transmitirle todos tus sentimientos, y entonces vas a aclarar su corazón. Sabrá a quién ama en verdad". Y después de todo, había sido cierto, pero había salido totalmente al revés de lo que él había pensado. ¿Ya lo habría previsto la Miko? ¿Sería una aliada de Inu Yasha? Su razón (y su muy buena intuición) desecharon la idea casi de inmediato. Más bien, todo había pasado como tenía que pasar: él ya lo sabía, lo había sabido desde hacía mucho tiempo… pero como siempre, jamás admitió la derrota. Suspiró y miró a su alrededor. Vio un roble especialmente robusto y sin pensarlo mucho fue a sentarse al lado de éste. Se apoyó en su fuerte tronco y siguió pensando (al menos el reflexionar le había quitado las ganas de darse de cabezazos contra un árbol). Derrota… esa palabra venía constantemente a su cabeza, como si quisiera grabársele con fuego en la mente. Había tenido tantas derrotas… el perder a sus amigos a manos de Kagura, el perder a Kagome… el haber perdido tiempo precioso de la búsqueda de Naraku por perseguir esa quimera del amor… Sacudió su cabeza, pues una vez más llegó a ella la palabra "estúpido", y parecía como que quería sacarla con ese gesto. Suspiró de nuevo. Al pensar en todas las peleas que había tenido con aquel perro sarnoso, de nuevo le llegó esa sensación de pérdida de tiempo. Pero, al detenerse a ver esas ocasiones con más calma, se dio cuenta que ya había perdido bastantes veces, solo que su orgullo le negaba verlo así. Y… viéndolo bien, ya había admitido su derrota… la había admitido al decir que permitiría que Inu Yasha "cuidara" de Kagome… lo había hecho por eso, porque aunque su gran orgullo le impidiera reconocerlo, su corazón se lo decía: El "pulgoso" y Kagome estaban enamorados, y él no quería estar en medio. El pensarlo, al menos, le permitió sincerarse consigo mismo. Y era verdad, esos sentimientos dobles, más la búsqueda de Naraku, le tenían los nervios a la miseria. Se preguntó por qué Kagome se habría enamorado de aquel hanyou. Después se preguntó por qué él se había tomado tan en serio lo que sentía por la niña del futuro. Era verdad: él la quería… la quería mucho. Notó otra sensación, casi imperceptible hasta entonces: Un palpitar en los labios muy peculiar. Parecía que ardían de culpa. Y de vergüenza. Era algo que jamás había experimentado, y sin embargo, dio con esa definición casi de inmediato. Se tocó la boca como para tratar de aliviar esa sensación. Detestaba esa impresión, a pesar de que era nueva para él: lo hacía sentir tan vulnerable, y a la vez culpable… Kagome… ¿en verdad la habría perjudicado? No, no lo creía; ella e Inu Yasha estarían juntos, pero… ¿y él? ¿Qué pasaría con él? ¿Seguiría siendo un plato de segunda mesa? ¿Nada más? Él jamás se había preocupado demasiado por el Amor, le parecía cosa de humanos y mujercitas… pero ahora parecía que no había otra cosa que cupiera en su mente. ¿Kagome sería su verdadero amor? ¿O sólo su primer enamoramiento? Sacudió la cabeza de nuevo. Pensar en eso lo hacía sentir como un tarado, o como una niña. Pero esas dos palabritas, "amor" y "enamoramiento", vinieron a relevar a "estúpido" dentro de su mente (una ventaja notable, por lo menos). Y trajeron una andanada de recuerdos, la mayoría acerca de Kagome, pero entre ellos descubrió un par acerca de una persona en la que casi no se molestaba en pensar… Ayame… Sonrió con amargura. Después de todo, él le había hecho a ella casi lo mismo, pero la chica-lobo era tan fuerte que jamás se había echado a llorar… jamás le reclamó…. Y hasta se había hecho amiga de Kagome, y había aceptado sus sentimientos por ella sin quejarse… le había dolido, eso era seguro, pero… Suspiró. A pesar de que la consideraba algo débil, ella había sido mucho más madura que él… Reflexionó un poco más. Quizá si no hubiera conocido a Kagome, Ayame hubiera ido a recordarle de su compromiso, y él hubiera aceptado. Pero después contradijo su pensamiento. Él no era así antes, Kagome lo había… no, reblandecido no era la palabra… suavizado tampoco… ¿quizá "humanizado"? Si. Ella tenía esa cualidad, de poner sentimientos humanos en el corazón de los youkais. Quizá esa era su mayor habilidad. Si no hubiera conocido a Kagome, lo más seguro es que hubiera mandado al demonio a Ayame sin miramientos; hubiera sido mucho más grosero para evitar las burlas de sus entonces numerosas tropas. Entonces no fue tan malo. Pobre Ayame… se merecía mucho más de lo que él le había mostrado… Y, al detenerse en el detalle de que Ayame y Kagome se habían hecho amigas, pensó que si Kagome no hubiera llegado y ellos se hubieran conocido, quizá él e Inu Yasha hubieran tenido otra relación: quizá hubieran sido los mejores amigos (gandayas, pero amigos al fin y al cabo U) o los peores enemigos, pero sin mediar por el término "rivales de amor". Lo peor de este término es que siempre alguien sale perdiendo. Y le había tocado a él. Pero… entre más lo masticaba, notaba que se sentía mejor… si, él quería muchísimo a Kagome… y Kagome era feliz al lado de Inu Yasha. Y lo que Kouga más deseaba en el mundo es que ella estuviera contenta. ¿Por qué no aceptarlo entonces? Ella merecía que la quisieran. Y el pulgoso de seguro la haría feliz. Como participantes de un debate, sus hemisferios cerebrales habían estado luchando; al fin llegaban a un mutuo acuerdo. La dejaría ser. Suspiró de nuevo, profunda, largamente. ¿Qué acaso él no tenía quien lo quisiera? Pero al momento esa idea fue fulminada. Por supuesto que si. Estaban Ginta y Hakaku, que a pesar de todas sus tonterías hacían cualquier cosa por ayudarlo… y sus lobos también, harían lo que fuera por él… y Ayame… a pesar de todo, Ayame aún lo quería… Una sonrisa casi imperceptible apareció en sus labios, que habían ya perdido esa sensación de ardor. Si… Kagome había venido para enseñarle a querer… ahora él podía ser feliz también, teniendo por seguro que jamás estaría solo. Se puso de pie. Notó fuerzas nuevas en sus piernas y brazos: volvía a animarse. Se dispuso a alcanzar a sus compañeros, no sin antes jurarse y perjurarse a si mismo que jamás volvería a pensar en esas mariconadas (aunque casi le dio risa al proponérselo). Los fragmentos brillaron. El torbellino salió disparado hacia la montaña.

-Oye, Ginta…

-¿Mmmh?

-Estoy preocupado por Kouga. Ya se tardó demasiado… ¿¡qué tal si…!

-¡¡¡No te atrevas ni a pensarlo!- le recriminó Ginta a Hakaku con furia, como si hubiera estado a punto de decir una blasfemia.- Kouga es muy listo. Estoy segura de que esa miko no le hizo nada malo. Además, el comandante ha salido de cosas peores.

-Tienes razón…

Parecía como si lo hubieran invocado. Los lobos, que habían aprovechado para tomar un descanso, irguieron sus cabezas. Un torbellino azul se acercaba velozmente. Casi enseguida el comandante Kouga apareció delante de ellos.

-¡Kouga! ¡Estás bien! Por un momento creímos que…- Ginta codeó fuertemente a Hakaku, para que se callara- digo, ajem- corrigió el hombre lobo con sonrisa nerviosa- que bueno que ya llegaste.

-Seh- dijo Kouga mirando al horizonte, como para escoger un buen camino- ya arreglé todo lo que tenía que arreglar. Podemos irnos.

-Y… ¿y la señora Kagome?- preguntó en voz baja Ginta, casi con timidez. Para su sorpresa Kouga no lo volteó a ver con ojos de pistola (que en este caso serían más bien ojos de katana :P), sino que le dijo con tranquilidad, sin dejar de observar el horizonte:

-He decidido dejarla con Inu Yasha. Después de todo, creo que ella no era lo que yo había estado buscando.

Sus amigos lo miraron primero con la boca abierta. Luego, sin cambiar de expresión, se miraron entre si. Al intercambiar miradas se sonrieron. El bueno del comandante…

-Sabes, Kouga… eres más maduro de lo que yo creía- dijo Hakaku con alegría, dándole una palmada en la espalda.

-Si, me sorprendiste, comandante- aseguró Ginta con convicción y una satisfecha sonrisa. Estos comentarios si sacaron al lobo de su tranquila observación.

-¿Cómo que "más de lo que pensaban"? ¿¿¿¿¿Qué acaso creían que yo era un inmaduro?

Ambos negaron vigorosamente, sudando la gota gorda (estilo anime ;D)

-Pero, ¡no! ¡Cómo crees! ¡Si…!

(10 min. después)

-¡Vamos! ¡Tenemos que encontrar a Naraku!

El torbellino salió de nuevo disparado. Los lobos se apresuraron a seguir a su jefe. Ginta y Hakaku cerraban la procesión, con sendos chichones en sus cabezas.

-Para que luego diga que es bien maduro…- susurró Ginta sobándose adolorido el chipote.

-Si…- dijo igualmente adolorido Hakaku- pero… me alegra que al fin haya tomado esa decisión. Ambos hombres lobo se sonrieron con complicidad. Aunque fue todo lo que dijeron al respecto (después de todo, para ellos pensar en eso eran mariconadas también) se entendieron. Al fin la señora Kagome sería feliz y su comandante también.

-¿¡Pero qué diablos esperan! ¡Muévanse!

Ambos miraron a su comandante, tan ceñudo y decidido como siempre. "Qué alivio" pensaron los dos al verlo.

-¡SI!- dijeron al correr tras él, prolongando la última vocal como un aullido.

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¡Bien! ¡Aquí está mi prometido capítulo acerca de Kouga (que sé me quedó algo cursi, pero creo que eso de que haya almíbar en mis historias ya es mi sello personal U)! Sé que a muchos les hubiera gustado que se quedara con Kikyou, pero (ustedes disculparán) creo que ellos no cuadran muy bien como pareja… me agrada más Ayame para él ;P (casi no se nota, ¿verdad? xD) Espero que les haya agradado, y que este tinte azucarado no los harte  ¡Mil gracias a toda la gente linda que lee mi fic! Ya se acerca el final… así que espero que sigan leyendo! Cuídense! Matta ne!