DISCLAIMER: Nada es mío, todo es de J.K. Rowling
Notas de la Autora: Acá está, segundo capítulo. Este tiene algo más de humor, ojalá les guste.
Una vez más, esto es Harry/Draco slash (o relación de chico/chico). Estás avisad@...
No Me Mires
"Sombra aquí, sombra allá
maquíllate, maquíllate
Un espejo de cristal
y mírate y mírate"
La puerta se abrió con un crujido agudo y Harry entró a la habitación del cuarto piso. La luz era leve. Había una pequeña silla, una mesita y un sillón que Harry no había visto el día anterior.
- Puedes colocar tus cosas sobre la mesa -vino la voz de Malfoy desde detrás de un mueble cubierto por una sábana blanca- Salgo en un minuto.
Harry expiró con resignación. Dejó su baúl sobre la mesa y se ocupó de mejorar la iluminación. Encantó tres antorchas para que produzcan llamas más intensas. Luego desplegó su caballete y colocó un lienzo nuevo encima.
Malfoy apareció de pronto. Vestía una túnica color azul oscuro, casi negro, con cuello alto abierto hasta el pecho. Desde las botas de cuero hasta la sonrisa de satisfacción bien puesta en el rostro, cada detalle de su imagen vociferaba "Draco Malfoy". Luego, más que caminar, Malfoy flotó a ras del suelo, consciente de lo espectacular de su entrada. Harry casi convulsiona de la ira con la que observaba esa nariz que se alzaba altanera, odiosamente respingada, la misma que segundos después fue a dar directamente...contra el suelo.
Le tomó unos segundos aceptar. Malfoy había tropezado con su propia capa y había dado un clavado estrepitoso hacia el suelo, aterrizando de cara contra el piso.
- Aaau... -se quejó Malfoy con voz quebrantada- ¿Qué pasó?
Harry soltó una estruendosa carcajada. Ver a Malfoy lucirse un segundo y darse un porrazo al siguiente era demasiado.
- Esto es realmente nuevo -se decía a sí mismo Malfoy mientras se sacudía- No recuerdo la última vez que me caí. Esta túnica está muy mal diseñada, cualquier inepto se hubiera dado cuenta...
Se paró derecho y volteó a mirar a Harry confundido.
- Potter, ¿te estás riendo de mí? -preguntó Malfoy.
- Sí... -fue lo único que alcanzó Harry a decir antes de comenzar otra vuelta a reírse.
- Suficiente, será mejor que te vayas tranquilizando -dijo Malfoy despreocupado, como si estuviera despachando a uno de sus criados.
Harry se sintió ligero. Después de unos minutos ya había llegado al estado en el que se estaba riendo de sí mismo. Casi borracho de risa, observó a Malfoy tratar de recuperar algo de su dignidad. Esto empeoró el estado de Harry aún más. Todo era muy gracioso, hasta que Harry vio un brillo distinto en la mirada de Malfoy, seguido por una gran sonrisa sin malicia, realmente genuina. Harry perdió las ganas de reírse.
- Malfoy, ¿qué planeas, por qué estás tan alegre? -preguntó cortante Harry. Su nueva expresión estaba desprovista de toda marca "Malfoy" y ello la hacía la más sorprendente, y sospechosa, que Harry había visto nunca.
- ¿Crees que no puedo estar alegre sin que sea prueba de mi malévola naturaleza? -preguntó Malfoy con un tono de falsa desilusión. Su voz se arrastraba y carecía de interés- Callarte la boca tomó más tiempo de lo que calculé, Potter. Aunque no puedo evitar mencionar lo patéticamente fácil que eres de impresionar. Ah, y no te preocupes, planeo mantenerte saludable por lo menos mientras nuestro acuerdo dure. Hablando de eso, ¿vas a pintar o sólo te vas a dedicar a mirarme con recelo?
Harry se dedicó a mirarlo con recelo unos minutos más, y luego se puso el brazalete que lo ponía en el humor para pintar. Luego observó al que debía ser el objeto de su inspiración.
Malfoy se había sentado en un sillón alto, con la espalda bien derecha, las manos encima de cada brazo de la silla, y la cabeza erguida, erguidísima, digna de un monarca tirano.
- Baja un poco la cabeza -le dictó a Malfoy y éste la bajó mucho-. No, no tanto. Apóyate en el respaldar, abre un poco más los ojos, sume la barriga. -lo último lo añadió con algo de maldad.
-Potter, yo NO tengo barriga -dijo Malfoy indignado, al mismo tiempo que sumía la barriga. Había sido un poco muy entusiasta con las órdenes de Harry y ahora se veía cabizbajo y un poco chueco.
Harry exhaló con exasperación y se acercó a Malfoy. Lo empujó suavemente contra el respaldar. Luego observó sus manos. Eran muy peculiares, había cierta cualidad en ellas que Harry no podía identificar. Cogió una y la puso sobre el regazo del otro chico. Tomó la barbilla de Malfoy y la alzó, sólo un poco.
- Relájate -le susurró a Malfoy, y éste se puso más tenso. El sinvergüenza siempre tenía que darle la contra en algo.
Regresó al lienzo y comenzó a pintar. Ninguno de los dos dijo otra palabra en lo que duró la noche.
* * *
A la hora de la cena, Harry y Malfoy se despidieron, quedando en encontrarse dos días después. Malfoy había tratado de espiar el lienzo de Harry, pero éste había puesto un Hechizo Conciliador sobre toda la pintura. Malfoy había gruñido algunas palabras ininteligibles, y luego de ponerle un hechizo a Harry, según él para limpiar la pintura que tenía encima, la sonrisa casi inocente que había levantado sospechas antes se formó en su rostro. Se adelantó al Gran Salón demasiado alegre.
Harry se revisó los brazos y se tocó el rostro. Al parecer, Malfoy realmente le había lavado las manchas. Sin embargo, Harry pasó todo el camino al comedor preocupado en lo que una mente perversa como la de Malfoy podía perpetuar con un hechizo.
Cuando pasó por las grandes puertas del Gran Salón, ya la mayoría de alumnos estaban en sus mesas. Se dirigió a la mesa de Gryffindor, y con cada paso se definía más una sensación extraña, como que alguien lo estaba observando. Volteó y vio a un grupo de chicos en Ravenclaw que se susurraban y lo señalaban. Poco a poco fue creciendo el murmullo hasta que la mayoría de los estudiantes, y algunos profesores, lo miraban con extrañeza, otros se susurraban al oído y algunos se reían.
Harry buscó en la mesa de los Slytherins a la única persona que podía ser culpable de aquel fenómeno. Draco Malfoy era el centro de atención entre sus amigos, por supuesto, pero esta vez el tema de conversación parecía ser Harry, porque todos lo miraban y se reían. Harry entrecerró los ojos y se sentó en su mesa.
- ¿Qué está pasando? ¿Por qué todo el mundo me está mirando, Ron?- preguntó Harry, a lo que Ron sólo contestó con una explosión de risa, como si se la hubiera estado aguantando. Harry no podía estar más indignado.- ¿Hermione?
- Harry, espera un momento- dijo Hermione con una sonrisa. Encantó su copa llena de jugo de calabaza y se la acercó a Harry.- Un Hechizo Reflector. Mírate, Harry.
Harry frunció el ceño y se acercó al borde de la copa. Miró dentro, y lo que vio causó que una ola de calor se le origine en el estómago y se esparza por su cuerpo hasta las orejas. Toda la pintura que había estado en sus brazos ahora estaba en su cara, pero no sólo eso, Harry ahora tenía ojos y nariz y bigotes de gato. Malfoy había conseguido vengarse de Harry, pintándole la cara como si fuera un niño Muggle en Halloween.
Harry quería molestarse, pero al ver cómo sus amigos se reían de buena gana de su apariencia, tuvo que sonreír. Sobre su hombro volteó a ver a Malfoy, pero este le estaba dedicando una de sus sonrisas encantadoras a un Slytherin. Harry sonrió de nuevo. Él mismo se la había buscado, y había que darle crédito a Malfoy por la creatividad. Hermione por fin consiguió conjurar un hechizo para deshacerse de la "obra de arte", y Harry se puso a comer sus salchichas sin poder dejar de sonreír.
En el próximo capítulo, Malfoy se deshace de su túnica, y Harry va a tener mucho en que pensar...
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