DISCLAIMER: Nada es mío, todo es de J.K. Rowling
Notas de la Autora: Tercer capítulo. Este es más largo, para compensar el tiempo que me demoré en actualizar.
Una vez más, esto es Harry/Draco slash (o relación de chico/chico). Estás avisad@...
Los significados de las palabras que están seguidas por una estrellita se encuentran en el glosario de peruanismos al final del capítulo.
Una rosa es una rosa
Quise cortar la flor
más tierna del rosal,
pensando que de amor
no me podría pinchar,
y mientras me pinchaba
me enseñó una cosa
que una rosa es una rosa,
es una rosa.
-- Mecano
Harry estiró su brazo derecho en frente y usó la cola de su pincel de referencia contra la figura del modelo. La había retocado múltiples veces y aún había algo que no encajaba en su representación de las manos de Malfoy que estaba poniéndolo nervioso.
-En Slytherin queremos habitaciones individuales, o por lo menos aisladas de las demás casas -continuó Malfoy con el ya familiar tono antipático de cuando se jactaba de la superioridad de los Slytherin-. Pero parece que va a ser difícil porque el propósito del viaje de promoción es derrumbar las barreras entre las casas del último año o algo igual de improductivo.
Harry gruño en respuesta. Desde que Malfoy se aburrió de estar sentado sin moverse durante la segunda semana de pintura, su charla hueca y presumida había incrementado a una velocidad poco saludable. Cuando soltaba la lengua Harry estaba seguro que Malfoy era la persona más aburrida del universo.
Malfoy bajó de su nube y observó a Harry con interés.
-Conozco esa mirada, Potter- dijo con tono sabido-. No valoras tu suerte. Cualquier persona sensata moriría por pasar conmigo la mitad del tiempo que tú y yo pasamos juntos sin tan sólo fuera por disfrutar de mi excelente compañía.
Harry contuvo la sonrisa. Sólo Draco Malfoy podía sonar culto y penosamente equivocado al mismo tiempo. Pero la expresión que ahora lucía Malfoy era exactamente la que Harry quería rescatar en su retrato. El mentón elevado, la mirada aguda, la ceja izquierda algo alzada y la nariz respingada, respingadísima. Harry se sabía esa expresión tan bien que había pasado las últimas tres semanas pintándola en las noches en su sala común, de memoria.
Un Malfoy como Draco debía ser elegante, educado, atractivo pero sobre todo atrevido, temible, odioso. No le había sido difícil terminar el primer bosquejo una vez que separó al Draco del Malfoy. Pero había sido resultado de arduas horas de trabajo, pensando día y noche qué era lo que hacía a Malfoy único y muy independiente de su apellido. Ayudó el hecho de que Harry era obsesivo con los retos, y al parecer obsesivo de descifrar a Malfoy.
- En fin, importa más a dónde vamos que dónde nos quedamos. Como casi eres un Muggle, Potter, seguramente no has escuchado de Shap Ville. Es la capital del Mundo Mágico, ¿sabías? Ahí hay miles de lugares geniales como la Cueva de las Caídas donde dicen que una bruja creó la Caja de Pandora y…
Así era como a Harry le gustaba más ver a Malfoy. Cuando realmente le interesaba un tema se olvidaba de toda la elocuencia marca Malfoy y por fin hablaba como un chico de su edad. Sus ojos brillaban y sonreía como en el primer día, abiertamente y sin reparo. Ese era el Draco sin Malfoy que Harry ahora conocía. Nunca consideró retratar a este porque por alguna razón no sentía que quería compartirlo con el mundo.
- ¿Y algún plan interesante para el viaje, Potter? O mejor aún, ¿algún plancito*?
Harry estaba examinando lo artístico de los brazos desnudos de Malfoy cuando la pregunta lo tomó de sorpresa. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda y sus orejas se calentaron. Malfoy echó la cabeza a un lado, y habló con tono travieso.
-Potter, tal vez no fue buena idea que me dijeras que podía prescindir de la túnica tradicional Malfoy. Desde que llegué has estado un poco distraído, y se me hace que tiene que ver con mi irresistible atractivo…
Harry abrió los ojos muy grande. Era cierto que había estado observando algunas partes de Malfoy más detenidamente que lo usual, desde un punto de vista estrictamente profesional, claro. ¿Es que había sido tan obvio? Todo era culpa de Malfoy. Harry le dijo que ya no necesitaba ponerse la túnica, pero nunca le dijo que se ponga un polo negro tan pegado o unos jeans que le quedaran así de bien. ¿Qué se creía Malfoy usando ropa Muggle después de todo? Era de esperarse que un Slytherin rompiera las reglas fundamentales de sociedad. Malfoy se las había buscado y Harry no tenía que ver con el asunto de ninguna manera. Se concentró en no sonrojarse y buscó alguna manera de cambiar de tema.
- Malfoy, tantas horas frente al espejo te han hecho daño. Lo único que me distrae es el hecho de que tus manos son imposibles de pintar-. Apenas terminó de decirlo, Harry ya se había arrepentido.
Desde el primer día Malfoy había mostrado un interés creciente por ver el retrato sin terminar, seguramente con intención de criticarlo y hacerle pasar un mal rato a Harry. Sólo varios hechizos de seguridad habían podido evitar que logre su cometido. Haberle dicho que Harry tenía dificultades con la pintura era prácticamente habérsela mostrado.
- Estaba bromeando, Potter, a veces eres un poco lento- dijo Malfoy mientras pasaba los dedos por su cabello-. ¿Qué tan difícil puede ser para el gran Harry Potter pintar manos tan modestas como las mías? Tal vez me puedes enseñar exactamente a qué te refieres…
Harry ya no podía encontrar una buena razón por la que seguir guardando el secreto.
- Tus manos son todo menos modestas- le dijo a Malfoy y le señaló que se acerque-. Ven.
Malfoy sonrió como un niño al que le han dejado abrir sus regalos de Navidad. Se acercó tal vez más rápido de lo que hubiera querido mostrar y Harry le dio paso para que se pare frente al caballete. Sus ojos recorrieron el lienzo de arriba abajo y su mirada se fue apagando, su sonrisa volviéndose seria. Echó la cabeza a un lado y volteó a mirar a su lado donde estaba Harry. Entonces le dio una de sus sonrisas encantadoras.
- Potter, esto es genial. Estoy igualito.
- ¿Crees?
- Sí. Pero lo más increíble son los colores, se ven tan bien juntos, y se sienten tan bien. Es difícil de explicar, son emocionantes pero apacibles al mismo tiempo.
- Estoy probando una nueva técnica con colores sensibles. La idea es que los colores cambian según el humor del que los mira. Aún no sé si funciona.
Malfoy miró de nuevo la pintura y los colores tomaron un tono más vivo.
- No entiendo cuál es el problema con mis manos, no están nada mal –dijo después de estirar sus manos junto a las del retrato y compararlas.
Harry tomó la mano derecha de Malfoy y pasó un dedo por la palma.
- La cúspide es más imponente –comenzó a describir Harry. Luego tocó sus dedos y añadió– pero cada uno de tus dedos tiene personalidad propia, cuentan una historia distinta. Tus manos hablan, Malfoy, y no hay otra forma de explicarlo –Harry sonrió para encubrir su incomodidad-. Hasta podría decir que tus manos son tú, pero eso no hace mucho sentido.
Malfoy había escuchado su discurso con algo de curiosidad y su única reacción había sido alzar la ceja derecha. Bajó un poco la cabeza y miró fijamente a Harry, como queriendo decirle algo sin palabras.
Harry pestañeó y luego se dio cuenta con gran pesar que aún sostenía la mano de Malfoy entre las suyas.
- Ah, seguramente la quieres de vuelta –dijo con torpeza mientras empujaba la mano en cuestión contra el pecho de Malfoy–. Acá tienes –dejó la mano y escondió las suyas detrás de su espalda, como si eso lo liberaba de toda culpabilidad.
Malfoy no lo había dejado de mirar. Se fue acercando, poco a poco, mucho, hasta que estaba a centímetros de Harry, quien sintió su corazón acelerarse y la temperatura del cuarto subir de pronto. Entonces Malfoy se inclinó sobre su hombro y Harry sintió su oreja acariciarle la mejilla suavemente y hacerle cosquillas. Cuando Malfoy se enderezó para mirar en los ojos de Harry, le enseñó su dedo índice que acababa de hundir en un tintero.
- Has hecho un trabajo espléndido en lograr verte como un espanto cubierto en pintura–susurró Malfoy y lentamente recorrió el índice manchado por la mandíbula de Harry mientras añadía- pero te faltó aquí.
Harry expiró el último aliento que le quedaba. Malfoy estaba tan cerca que podía sentirlo respirar. Sus ojos eran una combinación de varios tonos de gris, y tenían un anillo color ámbar alrededor de la pupila. Su nariz no era tan respingada como Malfoy la hacía verse. Harry se sorprendió de encontrar algunas pequitas casi invisibles que le daban a su rostro un aire casi inocente. Y su boca, esa que podía pronunciar palabras tan viles, ahora se veía tan dulce. Harry se estaba volviendo loco, detestaba a Malfoy más que nunca pero no podía evitar ser atraído por esos labios, y se sintió caer hacia ellos. Pero antes de tocarlos Malfoy despertó del sueño que lo mantenía inmóvil y dio un paso atrás.
- Me encantaría seguir jugando contigo pero tengo que preparar mi equipaje –dijo con frialdad, dio media vuelta y avanzó hacia la puerta. Paró a medio camino y volteó la cabeza–. Ah, y si vuelves a tratar de besarme, Potter, me voy a asegurar de que te arrepientas de haberlo hecho por el resto de tu vida –. Luego salió del cuarto sin otra palabra.
Harry se quedó mirando la puerta con la boca abierta. Había que ser bien cínico para actuar como si no hubiera sido Malfoy quien lo puso en esa situación, porque de ninguna otra manera Harry hubiera perdido la cabeza como lo había hecho. Pero si alguien era cínico y todos los otros adjetivos negativos que se le ocurrieran, esa persona era Malfoy. De alguna manera había logrado engatusar a Harry para creer que quería besarlo, pero Harry se prometió que eso no volvería a pasar. Debió esperar más de Malfoy que quedarse satisfecho con un retrato. Malfoy quería confundirlo, poner su mundo de cabeza y obligarlo a perder piso.
Harry se dirigió a la torre de Gryffindor con una nueva determinación. Ahora que había descubierto la verdadera naturaleza de sus intenciones, estaba listo para lo que sea que Malfoy le tuviera preparado.
* * *
Para lo que Harry no estaba listo era el que no pase absolutamente nada. Él y Malfoy no habían quedado en encontrarse de nuevo después de ese día, y durante la semana que faltaba para el viaje Harry apenas lo había visto durante clases y en el Gran Salón. Ni siquiera se habían cruzado en las prácticas de Quidditch. Las pocas veces que lo había visto Harry había sacado pecho y mirado a Malfoy con gran suspicacia, pero Malfoy apenas se daba cuenta y en mayor parte de los casos lo había ignorado completamente.
Lo más sorprendente era que todas las demás personas estaban viendo a Malfoy más seguido que nunca. Una noche escuchó a Hermione y Ginny hablando nada menos que de Malfoy.
- A mí también me parece raro que Malfoy esté tan buena gente*. Pero no se puede negar que es un cambio para mejor –dijo Hermione con una sonrisa tonta.
- ¿Un cambio para mejor? Hermione, ahora está relindo* y tú lo sabes. En verdad era una pena que siendo así de bonito era tan antipático. Pero mira cómo desde que se comenzó a portar como un ser humano todas las chicas estás loquitas, loquitas.
- Todas las chicas menos nosotras –aclaró Hermione. Hubo un silencio y después las dos explotaron en carcajadas.
Harry no sabía qué pensar. Todo indicaba que Malfoy estaba haciéndose amigo de todos, menos de él. Obviamente esto lo tenía más confundido, y algo fastidiado. Sabía que Malfoy estaba molesto con él pero no era como para ignorarlo de esa manera.
Harry se mordió el labio. Malfoy lo estaba haciendo de nuevo, estaba haciéndole sentir a Harry exactamente lo que se había prometido evitar. Echó la preocupación a un lado y decidió ignorar el extraño comportamiento de sus amigos en adelante.
* * *
El día del viaje Harry, Ron y Hermione se reunieron con los demás alumnos de sétimo año frente a la puerta principal del castillo. Era temprano y el sol apenas se asomaba por el horizonte. La noche anterior había sido la primera nevada y se respiraba aire fresco de invierno.
Harry miró alrededor. Todos sus compañeros de año estaban usando las casacas* de promoción, porque parte de las reglas del viaje era vestir un atuendo que no muestre preferencia por alguna casa. Su mirada se paseó entre los grupos de personas, que se escuchaban hablar animadamente, y se posó en un grupo especialmente bullicioso. En él Malfoy era el centro de atención y estaba rodeado de varias chicas de distintas casas.
Malfoy estaba hablándole de cerca a una chica muy linda, que resultó ser Cho Chang. Harry se sintió molesto y acalorado. Él no era celoso, pero coquetearle a Cho ya era el colmo. No mejoró nada la situación cuando Malfoy tomó la mano de Cho, la besó y le dedicó una sonrisa más que encantadora.
Harry se abalanzó hacia Malfoy pero una mano firme en el hombro lo mantuvo inmóvil. Al voltear Ron lo miró con desaprobación.
- Déjalo, Harry, por primera vez se está portando como una persona decente. Además ya deberías haber superado lo de Cho.
- ¿De qué hablas? Es Malfoy, Ron. La persona que más odias en el mundo, ¿te acuerdas?
- Todavía lo odio, no te preocupes. Pero tal vez si lo dejamos tranquilo va a seguir portándose como gente.
Harry se dio por vencido. El mundo se había vuelto loco en una semana, era lo único que podía explicarlo. Ron le comenzó a hablar de lo bien que lo pasarían y Harry se distrajo un poco de su preocupación hasta que llegaron los carruajes que los llevarían a la estación de tren. Harry estaba de un mejor humor, y pensó que las cosas no podían ir tan mal, siempre y cuando se mantuviera alejado de Malfoy, y éste no tratara de provocarlo. Pero al ver que Malfoy subía a un coche con Parvati, Hannah y Cho, Harry tuvo el presentimiento de que las cosas no sólo irían mal, sino peor.
Glosario de Peruanismos
buena gente: Simpático, agradable.
casaca: chaqueta cazadora
plancito: Conquista o plan de conquistar a alguien.
relindo: Dos veces lindo ^_^ (argentina)
En el próximo capítulo el viaje, Draco se sale con la suya y Harry lo toma muy, muy mal.
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