Disclaimer: Nada es mío, todo es de J.K. Rowling
Notas de la Autora: Sí, pasó mucho tiempo, demasiado. No me voy a deshacer en disculpas porque eso no va a cambiar el hecho que me demoré meses en terminar este capi a pesar de que les prometí lo terminaría a comienzos de año. Pero a pesar de lo mal que me siento y de la culpabilidad, me consuela pensar que no he abandonado esta historia ni lo pienso hacer, y que lento pero seguro, está llegando a su inevitable conclusión.
Gracias, Tam Alor, oh gran beta de las betas, por revisar con detalle y tanto cariño este capítulo, que me enorgullece (y me avergüenza al mismo tiempo) decir es el primero que ha pasado por beta antes de su publicación. ¡Y ahora, a leer!
Amar Es el Empiece
Pero cuanto más me cura,
al ratito más me escuece,
porque amar es el empiece
de la palabra amargura.
-- Mecano
Los alumnos de regreso en Hogwarts no tardaron en comunicar al resto del colegio el histórico evento en el que Harry Potter aceptó bailar con Draco Malfoy. Pero ninguno reaccionó de manera más desconcertante que Cho Chang. La que había pedido la bendición de Harry para no menos que salir con Draco, la misma que había llorado en sus brazos, la que había puesto su confianza en él. Ella, al escuchar la noticia, había sonreído. Una sonrisa forzada y vacía.
Pareciera que con cada semana que pasaba, Cho era más amable aún. A Harry le preocupaba. Se lo mencionó a Draco un día en una de sus sesiones de pintura, cuando tenía toda la intención de terminar el retrato, y su modelo tenía toda la intención de distraerlo. Ya era la quinta vez que Draco se había pasado la mano por el cuello, pretendiendo estar dándose un masaje. Era la quinta vez que Harry olvidaba el pincel en favor de mirarlo con detenimiento.
Algo que adoraba era el efecto que una de sus miradas podía tener en el otro chico. En un día cualquiera, y aún del peor humor, Draco era innegablemente atractivo. Pero una vez que Harry plantaba sus ojos sobre él, sus músculos faciales se relajaban, de manera que su usual expresión arrogante cambiaba a una más calma. Más tierna. Por supuesto que eso nunca se lo mencionaría so riesgo de morir joven.
Algunas veces, cuando había suerte, podía provocar que Draco perdiera algo de su calculado control. Sonrió al ver que esta era una de esas ocasiones, porque el color había subido un tono en sus mejillas, y soltó una sonrisa salvaje: natural y hermosa.
Dejó el pincel, se limpió las manos en una toalla húmeda y se acercó a él. Draco había ocultado su previo desliz –seguramente no querría que se enterara de que se abochornaba bajo su mirada- con una sonrisa seductora y perfectamente adiestrada. Pero Harry se sabía el truco de memoria, y que no le haría falta más que apartarle el cabello de la frente, o trazar las yemas de los dedos sobre sus mejillas. Realizar cualquier gesto de cariño genuino –lo que resultaba facilísimo- era suficiente para que su actuación se desmorone. Esta vez pasó sus dedos entre sus cabellos. Había descubierto recientemente que ese gesto, por un lado, lo hacía enfadar por el desarreglo que causaba en su peinado, y por el otro le provocaba escalofríos. Draco arrugó la nariz de disgusto mientras sacudía los hombros tratando sin éxito de ocultar su debilidad.
–Te ves precioso cuando te enojas por una trivialidad –señaló Harry con una sonrisa.
–Ya te he dicho que el cuidado de mi cabello es vital, y pensé que te había quedado claro que tus cursilerías son de muy mal gusto y para nada bienvenidas –su tono trataba de ser ácido, pero no ayudó ni su sonrisa ni su mirada embelesada.
–Y yo pensé que te había quedado claro que me importa una calabaza que no aprecies la forma cómo te quiero. Te va a caer igual.
Draco abrió la boca para contestar pero luego exhaló, miró hacia arriba en exasperación y se mostró abochornado. Parecía como si siempre le tomara por sorpresa cuando Harry decía lo que sentía por él. Había comprendido en los meses que habían estado juntos que a Draco no le nacía decírselo, sino más bien se lo demostraba. Como con la manera casi embobada con la que lo estaba mirando en ese preciso momento. Sabía que le gustaba el verde de sus ojos, porque se lo había dicho hacía unas noches, a ruegos insistentes de parte de Harry para que le dijera aunque fuera una cosa que le gustaba de él. Draco lo había mirado incrédulo, como si la respuesta fuera obvia. Como no lo era, dijo "Todo". Y después había enumerado la larga lista que conformaba el todo, hasta que Harry le pidió que por favor no siguiera si deseaba mantenerlo con vida. Draco había reído y Harry sintió cómo por fin su sangre circulaba como era debido, en vez de acumularse en su rostro.
Ahora la víctima del escrutinio era Draco. Y no parecía estarlo tomando mucho mejor que Harry.
-Potter tonto y pezuñiento –fue su respuesta elocuente. Harry lo tomó de la cintura y apretó fuerte.
-¡Qué poco opinas de ti mismo, Malfoy! La gente de la que te enamoras…
-Cállate ya y dame un beso.
Harry no se hizo de rogar. Tomó su rostro y se lo acercó con suavidad, y besó cada curva de su boca, mientras acariciaba cada plano de sus mejillas. Draco se dejó besar, y tal vez algo embriagado, tan sólo atinaba a presionar su cuerpo contra el de Harry, palmas sobre su espalda. Draco era tibio y algo pequeño. Encajaba perfectamente en sus brazos, y olía riquísimo.
-Draco –dijo dándole un beso final en la nariz pecosa.
-¿Qué pasa? –Draco andaba aún risueño por el beso.
-Cho me saca de quicio. No puede ser que después de lo que pasó en el viaje le parezca de lo mejor lo nuestro–se quejó. Draco exhaló.
-Harry, ya hemos hablado de esto. Cho es una chica lindísima que está feliz por nosotros.
-¿Tan linda? –no pudo evitar el tono celoso que se agregó a su voz.
-¿Alguna vez te habían dicho que eres un bobalicón, amor? Ah sí, te lo dije yo ayer, y el día anterior, y el día anterior a ese…
-Está bien, ya capto la idea –Harry sonrió-. Aún así no me gusta cómo te mira, y últimamente la veo en todos lados. Creo que tiene algo entre manos.
Draco lo miró con ojos cansados y tomó sus manos. Besó una por una, cerrando los párpados en señal de profundo cariño.
-¿Entiendes? –Draco lo miró y se sonrojó-. Mira cómo me tienes. ¿Crees que me encanta poner esta cara de idiota cada vez que me miras? No puedo evitarlo. Piensa en hoy, Harry. Nada más importa.
Harry asintió. Aunque nunca entendía por qué Draco insistía en decirle que aprovechara el ahora. Era prácticamente negarle un mañana.
Durante las siguientes semanas Cho se convirtió en su piedra en el zapato. Ella y Draco se saludaban todos los días y conversaban lejos de los oídos de Harry, a una distancia demasiado corta el uno del otro para su gusto. Miraba estos intercambios privados con celo, y observó que Cho comenzaba con un semblante apagado, pero terminaba riendo abiertamente, cortesía de la compañía que Draco le ofrecía tan voluntariamente.
El colmo fue cuando empezaron a practicar Quidditch juntos. Draco decía estarle enseñando algunas tácticas de buscador. A Harry le pareció sospechoso el que alguien tan competitivo como el capitán de Slytherin pudiera compartir su estrategia con un oponente tan fácilmente. Esto no pintaba bien. Había estado así desde hacía tiempo y ya era hora de ponerle el fin.
-Aún no entiendo por qué es que tienes que no sólo aguantarle sus berrinches sino encima darle tutelaje.
Draco se pasó la mano por la cara en un gesto de frustración.
-Las razones por las que pienso que debo hacerlo tan sólo me incumben a mí y a Chang. Debería bastarte con mi palabra.
-Pues no me basta -dijo Harry en voz alta-. Estoy harto de ver a esa chica pavoneándose frente a ti en el Gran Salón, por los corredores y ahora en el campo de Quidditch. ¡Como si yo no existiera!
Draco soltó una carcajada. Sólo logró que Harry se enfadara más.
-Potter, escúchate. Los celos te han sacado de quicio. ¿Cuántas veces más tengo que repetirte que no pasa nada entre ella y yo?
-Ninguna vez más porque acá termina. Vas a tener que dejar de verla si te importa un bledo nuestra relación.
-Tienes que estar bromeando –su sonrisa era divertida. Pero cuando Harry no dijo nada pasó a ser fría-. Esto no lo puedo permitir. Tengo todo el derecho de tener amigos y hacer con ellos lo que me de la gana mientras no te esté descuidando –Una pausa-. Voy a ir a entrenar con Chang, y espero que cuando regrese hayas pensado bien lo que has dicho hoy, y recapacitado –Salió con paso apresurado.
Esto no estaba saliendo como planeado. La víctima aquí era Harry y aún así Draco se las había arreglado para hacerlo sentir culpable. Sin embargo, Draco nunca había sido tan cortante sobre un tema serio. Harry sospechó que se le había pasado un poco la mano y decidió pedir perdón.
Estuvo bastante inquieto las dos horas que duraba la práctica, y faltando diez minutos caminó hacia la cancha para darle el encuentro. Ya no había nadie en el aire, pero la luz de los vestidores estaba prendida, así que se dirigió hacia allí.
Entrando al corredor principal escuchó unas voces que venían de uno de los cuartos. Ya más cerca distinguió claramente la voz de Cho. Parecía estar llorando.
-…que decirte algo muy importante. Nunca había conocido a alguien como tú. En el poco tiempo que hemos estado juntos me has mostrado lo que significa ser amada. Pase lo que pase siempre te guardaré en mi corazón.
Alguien abrió la puerta de un golpazo, descubriendo una escena perturbadora. Más tarde Harry se daría cuenta que ese alguien había sido él mismo, pero en el momento sus sentimientos encontrados se lo impedían.
Draco abrazaba, no, tomaba de la cintura a Cho, y esta tenía la cabeza apoyada en su hombro. Los dos se sobresaltaron al oír la puerta, y una nube de obvia culpabilidad cubrió sus miradas al darse cuenta de quién los había encontrado en medio de ese intercambio íntimo.
Harry nunca olvidaría lo que sintió en ese momento. El acelerado palpitar de su corazón estaba obligándolo a tomar aire demasiado rápido, y el mundo le daba vueltas. Pensó… deseó que su corazón estallara con la presión. Draco no tuvo ni la decencia de alejarse de ella, sino que sólo murmuró un "disculpa, tengo que hablar con él en privado". En ese instante fue que Harry escuchó a su corazón quebrarse, literalmente. Pudo jurar que sentía desparramarse la sangre caliente y pegajosa por las grietas. Un dolor agudo en el pecho era lo único que le aseguraba que aún estaba con vida.
-Harry, ven conmigo –dijo con una voz demasiado calculada, demasiado despreocupada, demasiado ingenua de lo que acababa de suceder. Lo tomó del brazo.
-¡NO! –Harry sacudió su brazo con fuerza-. No me toques –amenazó con una voz irreconocible.
Draco pareció caer en la cuenta de que las cosas estaban peor de lo que parecían porque mantuvo la serenidad, pero dejó caer su cabeza hacia un lado, con lo que Chang dio la vuelta y se escurrió por otra puerta. Era increíble. Hasta se leían la mente, los tortolitos.
-¿Esto es a lo que llamas calmarte, Potter? –murmuró entre dientes.
-¿Cómo puedes osar hablar sobre lo que yo debería o no hacer cuando te has estado… acurrucando con esa pu--
-CUIDADO –un respiro– con lo que dices.
-¡Y para colmo la defiendes! Dime, ¿cuál va a ser tu excusa esta vez? Seguro que estaban intercambiando recetas de cocina. O le estabas enseñando defensa personal. ¿Qué diablos podrías estar haciendo abrazándola como si fuera… -De pronto sintió como si hubiera olvidado sus anteojos, porque el mundo estaba nublado y… ¿húmedo?
El rostro de Draco se ablandó una fracción.
-Harry… por Merlín, no es lo que te imaginas. Somos amigos, Harry. Esa es la razón. Has tenido una infancia fragmentada, incompleta, y tal vez por eso no lo sabes, no lo reconoces.
-No –fue casi una orden-. No vas a echarme la culpa porque tú nunca aprendiste a querer –Draco frunció el ceño, dolido-. Puede que cuando era niño no haya conocido el amor, pero ahora sé lo que se siente, y lo reconozco. Eres tú quien no lo respeta.
-Está bien, está bien –concedió-. Puede que los dos estemos haciendo algo mal. Hablemos, arreglemos las cosas. Pero espera a que te calmes un poco y podemos conversar, ¿de acuerdo?
Harry recordó lo que había sentido desde que Cho invadió sus vidas. Pensó en la cantidad de ocasiones en las que le repitió a Draco que Cho era un problema, y él no lo escuchó. Consideró lo que había sucedido hoy. Cuando ya dolido abrió su corazón aún más para darle otra oportunidad a Draco, y al hacerlo lo único que recibió fue un golpe más fuerte. Ese era el problema: Harry se daba por entero, y aún así no sentía que Draco hiciera lo mismo. Había confiado en él y había salido lastimado.
-Quiero irme.
-¿A la torre Gryffindor? Está bien, debes descansar.
-No –Draco no entendía, no podía saber lo que él significaba para Harry-. Quiero a alguien que me comprenda, a quien le importe lo que siento y lo que necesito.
-Harry… -su voz se quebrantó- Harry, no puedes estar hablando en serio. Ha sido un malentendido, es todo lo que ha sido. Por favor –era la primera vez que lo decía-, te pido que por favor no tomes tu decisión esta noche.
Estaba demasiado nublado como para verlo, y era necesario ver a Draco sobre todo en este momento. Tal vez sería lo último… Harry parpadeó para dejar caer dos lágrimas. No había llorado desde los cuatro años, cuando le dijo a su tía Petunia que la quería, y ella le recomendó que guardara su amor para alguien que lo correspondiera.
Cuando la imagen de Draco estuvo nítida, Harry se vio en él como un espejo. Tal vez las lágrimas no habían mojado sus mejillas, pero sus músculos estaban contraídos en profunda tristeza.
-Perdón. Es muy tarde –dijo Harry. Algo en la expresión de Draco se rompió-. No me busques más.
¡Waaaa! A mi me da más pena que a ustedes este final. Fue muy difícil de escribir. Pero no desesperen, aún queda más historia. No voy a poner lo que pasará en el próximo capi porque… bueno, arruinaría la sorpresa. prometo hacer lo posible por escribir rápidoNota adicional: En respuesta al primer review que me han dejado, quisiera asegurarles que la reseña de la historia sigue vigente. En el próximo capítulo verán por qué, no se me alteren :D
