Los personajes de Rurouni Kenshin no son míos, sino del gran Nobuhiro Watsuki
Nota: Por un error mío en el capítulo 1, puse a Kenshin diciendo que vivía en Kyoto y a Kaoru que vivía en Tokio, eto... sólo para que sepan: la historia se desarrolla en Kyoto
Una luz entre las sombras
Capítulo 2
Triste historia sin final feliz
Otra vez... lo hice de nuevo. Terminé haciendo aquello que tanto desprecio, aquello por lo que me odio. Una vida interrumpida, una voz ahogada en una garganta, aquella mirada de súplica ignorada. Lo confieso, maté de nuevo. Mi único consuelo es saber que más almas inocentes caminarán aliviadas por las calles de ésta ciudad al saber que un viejo peligro ya no es amenaza. Su alivio es el mío, su tranquilidad mi fuerza, la fuerza que me exhorta a continuar con mi trabajo nocturno.
La cabeza me da vueltas, me siento mareado y confuso, como siempre después de cometer un asesinato. Recuerdo cada detalle de cada asesinato que he planeado y realizado.
Recuerdo el suave plop de la cabeza del narcotraficante al caer al suelo. Recuerdo que me quedé mirando su frío cadáver mientras notaba cómo la cantidad de sangre que manaba de su cuello seccionado se iba reduciendo poco a poco. Recuerdo también el grave grito de los guardias al despertar y encontrar a su señor decapitado. Recuerdo también el largo paseo que tomé, intentando que la brisa de la noche me robara el olor a muerte; las largas horas en el baño, bajo el agua helada para ver si podía deshaserme del olor a sangre impregnado en mi cuerpo...
Es en esos momentos, cuando los recuerdos ensangrentados surcan mi mente despertando remordimientos que por más que intento no apagar, que lo único que me salva de las pesadillas que intentan poblar mi escaso sueño son las ocho píldoras para dormir que tomo casi diariamente y que ya casi no tienen efecto en mí.
Está comenzando a amanecer, desde mi escritorio puedo ver a la perfección la combinación de colores que se mezclan en el eterno y claro firmamento. El sol sale, sus cálidos rayos de se filtran por entre las nubes que aún no se han disipado, creando una hermosa cortina dorada de luz. La naturaleza es realmente prodigiosa.
Las clases con los niños con problemas empiezan en una hora...
(Fragmento del diario de H.K - 22 de junio)
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Kenshin suspiró larga y quedamente, con un dejo de tristeza en él. Encorvado sobre las páginas escritas, contemplaba las letras negras plasmadas en las blancas hojas de su diario. Finalmente no quiso ver más y lo cerró; levantándose y llevando consigo el diario caminó hasta un estante semivacío y lo colocó allí. Observó a su alrededor, si de algo podía sentirse orgulloso era de su pequeña biblioteca, tan apegado era a leer que para él su pequeña biblioteca era una joya. Sonrió satisfecho y salió por la puerta al recibidor.
El humilde hogar de Himura Kenshin constaba de un cuarto departamental dividido en seis habitaciones que él había dispuesto según sus gustos y necesidades: el recibidor, adornado por una mesita de madera y dos sillones no muy cómodos; la cocina, al lado izquierdo del recibidor, equipada con todo lo necesario y siempre rebosante de comida; la biblioteca, del otro lado con una envidiable colección de escritores orientales y occidentales y un modesto escritorio frente a la ventana; un balconcito, al que sólo se podía tener acceso por la puerta de cristal de la cocina y la de la recámara; luego el cuarto principal, la recámara de Kenshin con puertas que daban al recibidor y al balcón y por último un cuartito sin ventanas al que sólo se podía pasar a través de la puerta siempre cerrada con llave situada en la biblioteca y disimulada con una cortina, era el cuarto que Kenshin denominaba como secreto, donde guardaba sus instrumentos de matanza y toda la información que necesitaba para llevar a cabo su trabajo.
Kenshin se vistió rápidamente con el hakama blanco y el gi fucsia que le obligaban a usar en el centro correccional de menores como parte de su uniforme de instructor y envolvió la shinai en un pedazo de tela negra. Luego se dirigió a la cocina, tomó apresuradamente un vaso con jugo de naranja y salió aprisa por la puerta principal en dirección a las escaleras malcuidadas y luego al centro correccional.
Varias veces, mientras caminaba por la banqueta luchando contra el torrente de gente que venía en dirección contraria a la suya (y que le dirigían unas miradas tan expresivas que bien podrían decir "Mira ese metrosexual de gi rosa" y no podrían ser más claros), tuvo la sensación de que alguien lo seguía. Pero cada vez que giraba la cabeza era arrastrado por la constante multitud. Se dió por vencido al quinto intento y decidió que era mejor concentrarse en su camino.
Veinte minutos después, Kenshin se encontraba frente a dos enormes puertas de acero vigiladas por tres guardias obesos y una pequeña torre de vigilancia usualmente vacía. Se acercó y pulsó el botón del intercomunicador, una chillona voz femenina contestó:
-Centro correcional de Tokio ¿Qué desea?
-Soy el instructor de Kendo del grupo C.
-Pase, los guardias le están abriendo la puerta.
Efectivamente las puertas se abrieron, mostrando a los tres guardias con gotitas perladas de sudor en la frente. Kenshin pasó y las puertas volvieron a ser cerradas. (Con algunos puf, puf de los gorditos guardianes). Kenshin rió internamente y se dirigió al dojo designado a él y su pequeño grupo de pubertos.
La correccional fue antaño una cárcel en sus tiempos de esplendor, pero el gobierno había decidido construir otra mejor protegida y el edificio fue destinado para internar a delincuentes menores de edad con el propósito de darles una mejor disciplina y encaminarlos por la senda del bien, sin muchos resultados. Era un enorme edificio construido en círculo flanqueado por gruesas paredes de concreto que terminaban en una espiral de alambre de púas, la torre de vigilancia estaba justo en el centro del patio y tenía vista a todo el lugar. Estaba dividido en tres secciones: A, B y C, cada una de ellas con un mínimo de seis grupos con excepción de la sección C que sólo tenía uno con siete personas. La sección A estaba dedicada a niños culpables de delitos menores, tales como robo y destrucción de particulares; la sección B estaba destinada a adolescentes con delitos con un grado más alto en la gravedad de los hechos, aquí bien podrían entrar los linchamientos y asaltos a mano armada; por último la sección C en donde entraban todos los jóvenes acusados de tortura y homicidio. Kenshin era instructor de esta peligrosa y nada envidiada sección.
La correccional o la dona, como comúnmente era llamada (dada la inusual arquitectura), constaba de tres pisos: el primero y la mitad del segundo para la sección A, la mitad del segundo y casi todo el tercero para la B y dos cuartos para la sección C. Un cuarto estaba guardado para los dormitorios y el más grande había sido adaptado y transformado en un dojo tradicional. Kenshin subió los tres pisos hasta llegar al dojo, asomó la cabeza y al no ver a nadie decidió sentarse en el piso a la espera de la llegada de sus siete alumnos... siete asesinos en potencia puestos bajo la instrucción de un asesino profesional esperando que reaccionaran y cambiaran.
Kenshin no creía que enseñar kendo a una manada de chibi asesinos fuera la manera más de correcta de corregir su conducta, si bien el kendo era un arte que requería de una estricta disciplina también le daba a sus alumnos un arma más con la que cometer más homicidios. Después de todo eso fue exactamente lo que pasó con él.
-¿Hanamura-sensei? -llamó un niño que no aparentaba más de 12 años, pelo café de punta y enormes ojós también color café
Kenshin abrió los ojos. Su atención era requerida.
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Las clases con los niños con problemas empiezan en una hora, debería salir y arreglarme en este momento, pero todavía tengo la sangre fresca en mi mente y codearme con pubertos que se creen la gran cosa por haber asesinado ya no me hará ningún bien. Por otro lado, salir y realizar las actividades que Katsura me asigna para disimular mi verdadera ocupación, me dan la opción de fingir y actuar como un simple mortal, un buen kendoka sin antecedentes que se juzga la vida en una correcional.
Hanamura Keiichi, ése es mi falso nombre, el que la vida pública conoce, un fragmento más de una bien actuada versión oficial. Nadie sabe quién es Himura Kenshin, nadie sabe siquiera que existe, que es él el autor de las matanzas nocturnas. Eso es también un alivio para mí.
(Fragmento del diario de H.K.- 22 de junio)
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-Buenos días, Yahiko-kun -saludó Kenshin con una leve inclinación de cabeza
El niño sonrió complacido.
-Es bueno que alguien aquí no me llame chan -dijo Yahiko alegre
Kenshin devovió una torva sonrisa.
-Tú más que nadie mereces el reconocimiento del kun, eres un chiquillo muy valiente
El rostro de Yahiko se ensombreció.
-Usted es el único que cree eso -dijo secamente mientras evitaba mirar los ojos de su sensei.
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De los siete alumnos que tengo, mi predilecto es Myoujin Yahiko, un huérfano de 14 años de edad. Creo que es el único que no debería estar allí. Es una prueba de que la vida no siempre favorece a los de buen corazón. Una vez alguien dijo que todas las historias tristes tienen un final feliz, hasta dondé sé, la de Yahiko es la excepción. Hela aquí:
Yahiko vivía feliz en casa con su madre, su padre (un veterinario alcohólico) había muerto hacía casi tres años librándolos de los golpes y humillaciones constantes. Una tarde Yahiko enfermó gravemente y su madre tuvo que endeudarse para pagar las costosas medicinas que su hijo (de diez años en ese entonces) necesitaba urgentemente, pero cometió el error de endeudarse con la yakuza de los barrios pobres. Así pues, Yahiko recuperó la salud y por un tiempo, eso estuvo bien. Pero la yakuza quería de vuelta el dinero prestado, dinero que la madre de Yahiko no poseía. No es bueno contradecirlos o cosas malas pasarán. La señora murió asesinada a cuchilladas estando Yahiko espiando por la puerta de su cuarto y mientras las lagrimas corrían silenciosas por su rostro, en silencio juró vengarse del hombre que le había arrebatado lo único que tenía en la vida. Fingiendo ignorancia, Yahiko pidió formar parte de la yakuza, ofreciéndose a pagar la deuda de su madre con el dinero que robaba a comerciantes descuidados. Fue así como se adjudicó la confianza del jefe, llegando a ser uno de sus sirvientes más cercanos. Lo admito, fue una buena estrategia. Como decía, Yahiko esperó una noche en que el jefe estuviera solo, oportunidad que llegó muy pronto. Aprovechando los dotes de ladronzuelo que tenía, Yahiko robó una pistola y se acercó silenciosamente a la espalda del que fuera el asesino de su madre. El disparo le voló el cráneo al hombre... pero también alertó a unos policías que rondaban por ahí. Yahiko fue encontrado culpable de asesinato y delincuencia organizada. Hace tres años de estos acontecimientos y aunque los recuerdos poblan los sueños de Yahiko, él no se arrepiente de haberlo, incluso me ha dicho que lo volvería hacer si alguien que él valorara se encontrara en peligro.
Por eso y mucho más admiro a Yahiko, él fue capaz de tener el coraje para vengar a su ser querido. Yo también hubiese hecho lo mismo, lo diferente conmigo es... que yo aún no he encontrado a mi ser querido.
H.K
22/junio/2002
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-¡Vaya! -se escuchó una voz despectiva-. El "gran" Keiichi está aquí ¿Acaso no te cansas de desperdiciar tu vida enseñando kendo?
Kenshin no se molestó en voltear a ver quién le dirigía la palabra. Conocía bastante bien a todos sus alumnos y Nishiki no era la excepción. Era un adolescente de 17 años, alto y espigado, de cara alargada y llena de asquerosas protuberancias, delgado y con una masa de grasa en sus brazos que él pomposamente llamaba músculos. Había ido a parar allí debido al asesinato de dos hombres y una mujer embarazada a sangre fría, cosa de la que él se enorgullecía. Era un joven engreído, que gustaba de molestar a los más pequeños y de masturbarse todas las noches. Los blancos preferidos de Nishiki eran Keiichi, por su baja estatura, y Yahiko, por su ingenuidad.
Algunas risas estridentes resonaron detrás de Nishiki. Los rostros de Kamatari, Usui, Angi, Satsuchi e Iwanbou se asomaron detrás del de Nishiki con grotescas muecas de burla. Todos, tal vez a excepción de Angi, eran tan desagradables como Nishiki, pero siendo Nishiki el más desagradable de todos era considerado como el jefe. Kamatari era una muchachito de 14 años, escuálido, pálido y delgaducho, de pelo largo hasta los hombros, con inclinaciones sexuales diferentes a lo que se consideraría normal, es decir, gay; poseía una cara fina, como de mujer, y un agudo timbre en su voz, en esos momentos vestía un pantalón blanco acampanado, un top blanco y una camisa rosa abierta con estampados de grandes flores hawaianas en color lila, la única razón por la que no usaba vestidos era por que las autoridades encargadas de la correccional no se lo permitían. Fue sentenciado a varios años en la correccional a causa de una desilución amorosa: el chico con el que Kamatari solía salir, resultó ser heterosexual y la única razón por la que se había involucarado con él fue por perder una apuesta. Al enterarse Kamatari, cayó en una depresión profunda que luego fue reemplazada por una ira indescriptible. Buscó y acosó a su ex-novio hasta la locura para luego, aprovechando una tarde en que se encontraba solo, dejarlo inconsciente, amarrarlo, despertarlo, castrarlo y luego acribillarlo mientras le gritaba todas las maldades que le había hecho. Kenshin le tenía repulsión por que siempre se mostraba muy acaramelado con él.
Usui era, probablemente, el más feo y desagradable después de Nishiki. Medio ciego a causa de una vieja rencilla que había termiando en muerte y en la estadía de Usui en la correccional, había desarrollado bastante bien sus sentidos del oído y tacto. A pesar de a Kenshin le disgustara tratar con él, reconocía que ese chico tenía un talento nato para el kendo.
Después de Yahiko, Angi era el más normal de todos, también internado por vengarse de los asesinos de sus hermanos pequeños. Tenía 17 años, era de complexión robusta y de tez morena. Era serio, frío e indiferente al mundo que lo rodeaba, la única cosa que rondaba su mente eran los felices recuerdos que tenía de cuando sus hermanos aún se encontraban con vida. Pasaba la mayor parte del día rezando, acción que lo había llevado a merecer el sobrenombre de "el monje".
Satsuchi era quizá el más peligroso de toda la banda, de mente ágil y rápida, era maravilloso como estratega. De apariencia grotesca y con la estatura de un niño de 5 años, Satsuchi fue condenado por el asesinato por tortura de dos comerciantes en ruina, ayudado por Iwanbou que también había sido juzgado bajo los mismo cargos. Iwanbou era un gordo, subdesarrollado hombre de veintitantos años internado en la correcional por su retraso mental. Él y Satsuchi eran inseparables, se necesitaban mutuamente.
Todos ellos (a excepción de Angi) rieron la gracia de Nishiki. Yahiko los fulminó con la mirada, mientras apretaba puños y dientes en un intento de contener la ira que sentía, no soportaba que alguien insultara a su Keiichi-sensei. Kenshin se levantó lentamente sin mirarlos e indicó que cada quién tomara sus respectivos lugares, Yahiko corrió a situarse justo enfrente de Kenshin. Los otros lo miraron con expresión de hastío y lentamente caminaron hacia sus lugares.
La clase comenzó normal, sin embargo, al cabo de diez minutos comenzaron los problemas. Nishiki y compañía estaban hartos de tener que desperdiciar dos horas de su tiempo cada sábado. Sólo Yahiko continuaba con sus ejercicios con una determinación casi religiosa, concentrando todas y cada una de sus energías en lograr realizar el movimiento a la perfección.
-Oye, rojito -dijo Nishiki, apoyado sobre la shinai-. ¿Adivina qué? Estoy harto de tí, sí como lo escuchas. De tí, de tu estúpida clase y sobre todo de tu ropa rosa
-No es rosa, Nishi, es fiusha y mí me gusta mucho, se ve taaaaaaan cute -exclamó Kamatari mientras le guiñaba un ojo a Kenshin, quién fingió no verlo
-No seas estúpida, Kamatari -le reclamó Nishiki molesto
Kenshin lo miró fijamente por unos segundos antes de encogerse de hombros y hacer una pequeña observación a los movimientos de Yahiko. Nishiki frunció el entrecejo y miró con enfado la espalda fucsia de Kenshin.
-¡No me des la espalda, Hanamura!
Kenshin no le prestó la más mínima atención y Nishiki, sin pensar por la ira, tomó su shinai y la arrojó con fuerza y precisión hacia el costado de Yahiko, tratando de herirlo gravemente. A continuación todo fue muy rápido, un destello y la shinai que Nishiki había lanzado se encontraba en el piso, partida en dos. Kenshin tenía los ojos cerrados, la shinai en mano después de lanzar un ataque. Yahiko estaba sorprendido... al igual que todos los demás.
-Más vale que comienzes a tomar en serio esta disciplina, Nishiki, no me molesta que me llames rojito o marica, no vale la pana gastar saliva discutiendo con gente que no tiene cerebro como tú. No eres más que un joven mimado, que necesita deseperadamente llamra la atención, si insultarme y humillarme frente a tus amiguitos es una forma de desahogar tu dolor interno, adelante, hazlo; pero esto no significa que vaya a tolerar que le des el mismo trato a uno de mis estudiantes, en especial a Yahiko. Adelante: insúltame, golpéame, humíllame si eso te hace sentir mejor, se supone que estoy aquí para ayudarles.
Kenshin le dirigió una mirada amenazadora y se volteó hacia Yahiko para mostrarle un nuevo movimiento. Una rendija entre la puerta del dojo se cerró lentamente, sin que nadie pudiera verla, al parecer un espectador no invitado se había quedado a presenciar todos los hechos y se marchaba satisfecho.
Kaoru deslizaba la puerta con total discreción se apoyaba en la bardita amarilla por la oxidación que se encontraba en frente de la puerta del improvisado dojo y miraba la puerta, pensativa ella, con sus pensamientos ocupados por el bello pelirrojo.
-Keiichi... -suspiró por lo bajo y con una mirada soñadora en sus enormes ojos azul de mar. La mirada de una mujer enamorada.
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Continuará...
Actualizado: 26-Diciembre-2004 (Quiero desearles a todas un MUY FELIZ Navidad y en todo caso también un buen inicio de año ¿Que les regalaron? Mi querida mami quiso regalarme las primeras dos ovas de Kenshin, pero como no las encontró (más bien no supo cómo buscarlas... por un momento y estuvo a punto de comprar los primeros dos DVD del anime) me dió dinero para que yo solita las buscara ¿Acaso no es ella la mejor? ¡Feliz Navidad 'ma!)
Próximo capítulo: El incidente del gato negro (probablemente, no estoy muy segura pues reescribí el capítulo y aún no lo termino...)
Gomen... pensaba actualizar más temprano pero mi querida computadora se descompuso (de la nada comenzó a hacer un ruido extraño, algo como bruuummm, bruummm) y no pude utilizarla por más de tres semanas (se descompuso uno o dos días después de subir el primer capítulo) y bajo la excusa de "Ya no estás en la escuela, no la necesitas" mi padres se rehusaron a llevarla a revisar (¿Que soy yo sin tecnología? Rnada) Por fin, después de tanto rogar, mi papá accedió a revisarla él mismo (¡Hombres!). Al principio todo se veía normal, nada extraño o fuera de su lugar, yo estaba con que era el ventilador el que provocaba ese ruido, pero mi papá (Como un buen hombre) me dijo que no y que mejor le dejara a él la tarea de averiguarlo... después de unas cuantas medias horas (y de quitar el polvo acumulado con mi secadora de pelo) descubrió que, efectivamente y como yo ya había declarado, era el ventilador el causante de semejante ruido. Ahora lo único que tengo que hacer si vuelve el ruido es golpear con fuerza el ventilador (¿Quién dijo que la violencia no resuelve nada?). Otra cosita, pequeñita, pequeñita: el lunes 20 cumplí 17 años (Yeeeiii!! Un año más cerca de la muerte!!)
Ahora si, a lo que realmente nos importa:
Creo que parte (sino totalmente) de este capítulo es una burla, sobre todo lo referente a los miembros del Juppon-gatana en la correccional, además se me hacen estúpido que siendo asesinos no les den la pena capital y que los manden a una simple correccional, pero me quedé sin ideas y tuve que usar esa como salvavidas. Creo que me emocioné describiendo a Nishiki y a Kamatari risas. Quería un tipo engreído, que se la pasara insultando a todo mundo y sádico, de ahí nació Nishiki (además, a mi parecer, ningún miembro del Juppon-gatana cumple con ese requisito, son demasiado sumisos (a excepción de Usui y talvez Angi) y yo quería un líder (que pudiera ver y que no se la pasara rezando todo el día)). Me pareció que lo mejor era mostrar el diario de Kenshin por partes que se ajustaran mejor según la historia se iba detallando ¿No les parece? Total, no digo que este capítulo apeste pero tampoco que haya sido buenísimo, lo creí necesario para poder escribir el tercero (y también para la aparición de Yahiko, que ya le tengo algo reservado), esperen un poco y ya dirán si estoy en lo cierto.
Por último, quisiera agradecer a todas las personas que se tomaron la molestia de leer mi fic y dejarme un review, fueron como droga para mí (es decir, me pusieron más contenta de lo que habitualmente soy). GRACIAS.
Realmente siento mucho no poder contestar sus reviews en este momento, pero ya no tengo tiempo
De todas formas gracias a Gaby(Hyatt, Kaoru Himura Kiddo, Kaoru-Hino, Hitokiri Himura20 e Isis.
Matta ne! . Karura Himura
