Los personajes Rurouni Kenshin no me pertenecen, simplemente son usados como objeto de diversión (que mal se oye eso jaja)

Una luz entre las sombras
Capítulo 5
Ojos azul hielo

¿Una vaina ha dicho-preguntó Sanosuke

El amable doctor asintió. Ambos miraban el rostro ceniciento de Kenshin, su respiración se había normalizado y pareciese que descansaba dentro de un tranquilo sueño. Genzai suspiró y miró a Sanosuke por el rabillo del ojo.

-Una vaina es alguien que le ayudará a soportar el peso de los asesinatos que comete. Necesita a alguien con quién compartir la carga que doblega su espalda, que tortura su mente y que está lentamente acabando con su alma. Necesita a alguien que haga que su corazón siga latiendo por el puro deseo de vivir -el doctor bajó la mirada y susurró levemente-. Una vaina para una gastada katana

¿Está diciendo que Kenshin necesita una novia? No es por nada, pero va a estar difícil encontrar una mujer que quiera estar al lado de un asesino. ¿No puede ser un perro? Sería mucho más fácil conseguir un perro, ellos no te juzgan por lo que eres, sino por cómo los tratas ¿No sería mejor un perro?

-Un animal no puede expresar lo que siente...

¡Por supuesto que sí! Mueven la colita cuando están felices y ronronean cuando están cómodos...

¿Me dejarías terminar?

-Si

-Como decía: un animal no puede expresar sus sentimientos de la forma que un ser humano lo haría, un animal no puede decir "Te quiero""Te extraño", o "Te amo". Un animal no podría despertar las sensaciones que una simple mirada de cariño causa... y Sanosuke, los perros no ronronean

-El de mi madre lo hacía -refunfuñó el joven sin que el docto anciano pudiera escucharlo

-Debo irme, Sanosuke, tengo algunos asuntos pendientes

-Bien¿Alguna instrucción sobre su cuidado, doc?

-Sea lo que fuese que lo haya puesto en ese estado... no lo hagas de nuevo

-No volveré a mencionar a esa chica. Aunque tal vez investigue de quién estamos hablando...

-Excelente, tal vez exista un punto en el pasado de Himura que no conocemos, un pasado en el que esa chica lo influyó sobremanera y lo que sea que le haya sucedido, marcó para siempre la mente de Himura

-Usted es aquí el doctor, doc

El sabio anciano sonrió, miró nuevamente al pálido Kenshin sobre la cama y se dió la vuelta lentamente y se dirigó hacia la salida del departamento. Sanosuke le dió otra mirada a su amigo y se dió prisa para alcanzar al doctor justo cuando salía al corredor del edificio.

-Un momento, doc. Yo no dispongo del suficiente tiempo como para cuidarlo, podría hacerlo temporalmente, pero...

Genzai se detuvo pensativo. Sagara Sanosuke trabajaba como espía para Katsura y realmente no era un hombre con un horario flexible. Suspiró, eso representaba un problema más.

Kaoru estaba sumida en sus pensamientos cuando el chasquido de una puerta abriéndose la despertó abruptamente. Prestó atención, logrando escuchar con claridad las palabras del hombre de pelo castaño ¿Cuidarlo¿Qué le pasaba a Keiichi? La embargaba una sensación de angustia no saber su estado, los nervios la traicionaron y la indujeron a abrir la puerta rápidamente, sobresaltando al anciano y al joven.

-Doctor Genzai ¿Cómo se encuentra Keiichi¿Qué le ha sucedido?

-Usted entenderá nuestra situación: Battousai no se encuentra estable y el honorable Genzai ha recetado reposo por al menos una semana...

-No necesita darme explicaciones, Katsura -interrupió el joven de mirada fría-. Sólo dígame que hacer

Ambos se encontraban en la oficina de Katsura. Uno de ellos se encontraba de pie ante el escritorio de su jefe, alto y con un porte elegante y atractivo, Shinomori Aoshi era sin duda uno de los pocos hombres de élite de Katsura. Temido y respetado era un espía habilidoso y un espadachín sin par. Pero ésta vez, Katsura no requería ninguna información, tampoco necesitaba de las habilidades de Shinomoriésta vez necesitaba el servivio de un ejecutor.

-No me interrumpa. Yo sé que no trabaja para mí sólo para realizar un asesinato. Pero es muy importante y nadie que no sea usted está mejor calificado para ésta tarea. No puedo dejar que algún novato de primera eché esto a perder.

Shinomori asintió. Katsura era grande, respetado y apreciado por sus hombres. Son pequeños detalles lo que diferencian a un hombre de un tirano y eran ésos detalles lo que hacían de Katsura un buen jefe, respetado por los más débiles y estimado por otros del nivel de Battousai o incluso el joven y frío agente Shinomori. Si había algo notorio en Katsura a simple vista de sus subordinados, era que los trataba cómo personas, no como simples subordinados.

-Confío en tí. Y gracias -Katsura sacó un sobre negro de uno de los cajones de su escritorio de caoba

Shinomori volvió a inclinar la cabeza en señal de asentimiento. Tomó el sobre, lo guardó en uno de los bolsillos y dando la vuelta lentamente salió de la oficina insonorizada. Miró su reloj de pulsera, las cuatro de la tarde. Tenía tiempo de sobra, su trabajo comenzaría pasado el atardecer.

-Doctor Genzai ¿Cómo se encuentra Keiichi¿Qué le ha sucedido?

Sanosuke miraba sorprendido a la joven, no aparentaba tener más de diecinueve años, era bonita y se veía sumamente preocupada por Kenshin. ¿Porqué tanto interés en él? Tal vez fuese una espía, Katsura le había mencionado del comentario de Kenshin acerca de que posiblemente hubiese alguien siguiéndole la pista. Observó a Genzai darle algunas explicaciones algo evasivas a la chica. Si, Keiichi había sufrido decaída, pero ya se encontraba mejor, nada de qué preocuparse. Sanosuke fijó su mirada en el pálido rostro de la joven, parecía no muy convencida de las palabras del anciano médico, lo cual era de esperarse después de su metida de pata gritando a los cuatro vientos que Kenshin estaba loco; hurgó en las profundidades de su mirada azul zafiro y se encontró navegando en el mar de emociones interno de la joven ojiazul, su preocupación era sincera. Y al parecer le gustaba Keiichi. Una enorme sonrisa se extendió en el interior de la mente de Sanosuke cuando una brillante idea se encendió en su cabeza. Una vaina para una gastada katana...

Aoshi se dirigía a su casa caminando lentamente, se detuvo un momento en la entrada a un parque, permitiéndose un momento para mirar las hermosas sakuras que tapizaban de rosa las frondosas copas de los árboles. Era un espectáculo admirable; una pequeña niña recogía del suelo las flores que la brisa había dejado caer, las entrelazaba formando una corona que habría de servir para coronar a la sumamente hermosa y poderosa Hada Princesa de un reino lejano y fántastico dentro del infinito universo de la imaginación de la pequeña.

Pero a él no le importaba en lo más mínimo la dulzura e inocencia que delante de él se paseaban, no le interesaba en lo más mínimo la alegría que se repiraba en el ambiente ni las risas que supuraban el aire; nada de aquello le importaba, en realidad buscaba un lugar silencioso y tranquilo en el cual poder pensar sin ser bruscamente interrumpido por los ecos de aquella calidez. Aunque eso hubiese sido imposible, la frialdad de su corazón se convertía en una muralla infranqueble, incapaz de permitir la entrada a sentimientos ajenos a la indiferencia. Por que él a nada temía... pero tampoco tenía a nadie por quién temer. Estaba solo. Solo en espera de la otra mitad de su alma, la mitad que habría de reanimar su frío corazón.

Apartó su vista de las sakuras y prosiguió con su camino, lento y pausado. Ajeno totalmente al ajetreado mundo que iba y venía, ajeno a las sonrisas que los amigos separados y vueltos a encontrar se regalaban uno al otro, ajeno a las miradas cómplice que las jovencitas se dirigían entre ellas al verlo pasar. Ninguna mujer sería capaz de negar que era bastante atractivo. Alto, de constitución delgado-atlética, cabello negro azabache que caía sobre su rostro dándole un aire masculino y unos terriblemente hipnotizantes ojos verde turquesa sobre una piel aperlada.

Apartó su visión del parque y dió media vuelta en dirección a su casa, unas diez cuadras más allá. Súbitamente, sintió el golpe de algo suave contra su espalda, giró la cabeza para alcanzar a ver una larga trenza negra que caía. Miró hacia abajo; una jovencita de constitución delgada se encontraba sentada en el piso con las piernas abiertas y las manos masajeando su pequeña cabecita negra.

-Ouch... eso dolió. Lo siento mu.. -en el instante en que ella levantó su mirada, se encontró con los ojos azul hielo de él, la profundidad de aquella mirada la impresiono bastante haciendo que un suave tono rosa cubriera sus mejillas-...cho

La chiquilla era muy bonita, con grandes y curiosos ojos verdes, una tez clara como la nieve y aquel cabello de ébano. Por una fracción de segundo pensó que se vería aún más hermosa si dejara su largo y hermoso cabello ondear al aire. Casi a nivel incosciente extendió caballerosamente su mano a la jovencita que lo observaba totalmente ruborizada, ella tomó su mano y él sintió una cálida y desconocida sensación extenderse por su cuerpo.

-Gracias -dijo ella aún anonadadaél miró desde su imponente altura de un metro y ochenta centímetros como ella se incorporaba, era baja de estatura y apenas llegaba un poco más arriba de su vientre.

¿Se encuentra bienél escuchó como su ronca voz salía de su garganta sin tener el control sobre ella, por kami, si ella era sólo una mujer más en el amplio mundo ¿Qué le estaba pasando?

-Sí, gracias... perdóneme, venía corriendo hacia acá y por las prisas no lo ví

-No importa, olvídelo

Ella sonrió y él pensó que jamás había visto una sonrisa tan expresiva y pura como ésa. Ella pareció recordar algo de pronto y se inclinó ligeramente.

¡Oh! Por cierto, soy Misao, Makimachi Misao

¿Misao? Bonito nombre para una bonita chiquilla, Aoshi se preguntó cuántos años tendría. A juzgar por su aparincia delgada y frágil, por su rostro infantil y aquellos ojos inocentes, no pasaría los quince años. Recuperada de la impresión, Misao volvía a esbozar su sonrisa y mostrar la energía en ella que jamás decaía.

Él también se inclinó ligeramente, pero no dijo su nombre. Simplemente la miró detenidamente y dió media vuelta alejándose mientras lanzaba al aire un "Mucho gusto y... adiós".

Misao se quedó con los ojos cuadrados, tenía al hombre de su vida justo delante suyo y ahora lo veía doblar la esquina del parque y alejarse sin siquiera decirle su nombre. Oh, no, eso si que no, no le dejaría ir tan fácilmente. Misao entró corriendo rápidamente al parque, hizo caso omiso a los carteles en donde se leía la leyenda "Favor de no pisar el pasto" y se metió por entre árboles cuyos nombres no conocía. El parque tenía forma de rectángulo, y sólo dos entradas: una en el centro del lado más corto que comunicaba en línea recta con la otra entrada mediante un camino de grava; todo el parque estaba bordeado por una cerca de concreto de aproximadamente dos metros de altura. En segundos Misao alcanzó a ver la barda rosa tras la cual se adivinaba la persona de Aoshi. Recordó su duro entrenamiento diario para hacer realidad su sueño, con determinación tomó impulso y dió un gran salto. Sus manos tocaron la parte superior de la barda, hizo fuerza con ellas e impulsó su cuerpo hacia delante para caer elegantemente unos pasos delante del hombre de ojos azules que la miraba impresionado.

¿Sorprendido, eh-inquirió Misao orgullosa

-Es buena y si, estoy bastante sorprendido -Misao iba a abrir la boca cuando Aoshi la interrumpió-. Ahora debo irme a casa. Hasta luego

Pero Misao no era de las que se rendían fácilmente y Aoshi pronto se dió cuenta de eso. En cuestión de minutos, la alegre jovencita caminaba a su lado mientras platicaba acerca de su familia, sus gustos y cualquier cosa que se le pasara por la cabeza. Aoshi descubrió, para su sorpresa, que encontraba a Misao como una compañía amena, una chica despreocupada y con un amor inmenso a la vida; era la primera vez que una mujer lograba confundir su usualmente tranquila y ordenada mente. Y debía reconocer que esa sensación le gustaba. Caminaba lentamente en tanto que Misao brincoteaba y parloteaba al mismo tiempo.

-Y esa es la historia de mi vida... ¿Porqué tan recitente a decirme su nombre? No es justo, ya le dí el mío

Aoshi se encogió de hombros mientras sonreía internamente. Misao lo miró algo ceñuda y cruzó los brazos.

-Bien... pero insisto en que no es justo

Kami, incluso indignada se veía linda. Aoshi suspiró en cuanto Misao dejó de observarle. En cierta forma le gustaba llevarle la contraria, era una especie de sentimiento liberador. No recordaba cuando había sido la última vez que sentía algo así, talvez por que no lo había sentido nunca ¿Sería eso?

-Misao

Ella giró su cabeza para encontrarse con la profunda mirada zafiro de él. Kami, que bien se oía su nombre pronunciado en esos labios. Decididamente era el hombre más enigmático que había conocido... y también el más atractivo. Le encantaba su mirada, el timbre de su voz, la seguridad y tranquilidad que de él emanaban. Muy bien, estaba decidido, había encontrado a su futuro esposo.

¿Sí-contestó

¿Cuántos años tiene?

‚?Nani-exclamó Misao¡Pero que falta de respeto es ésa¿Acaso no sabe que no debe preguntarle su edad a una dama?

Aoshi curvó sus labios en una ligera sonrisa

-Una dama no saltaría una barda de dos metros, una dama no acosaría a un completo desconocido

-Yo no lo estoy acosando -replicó mientras fruncía el entrecejo

¿No?

-Sólo... sólo... eh... no importa. El punto es que no lo estoy acosando

Misao estaba cruzando sus brazos y miraba en la dirección opuesta a donde él estaba.

-Muy bien, no tiene por que contestar mi pregunta

-Diecisiete

¿Eh?

-Que tengo diecisiete años

-Gracias -Aoshi se asombró, realmente no parecía una chica de diecisiete años, se veía más... tierna

-Bien ¿Ahora me dirá su nombre-Aoshi negó con la cabeza-. Muy bien, señor, respetaré su postura

¿Señor-inquirió desconcertado

-Bueno, en vista de que no sé como se llama, me referiré a usted como señor ¿Ok? Además -Misao le guiñó el ojo, en estos tiempos hay que fomentar el respeto a los más viejos

-No soy tan viejo, Misao

-Pero sí mas viejo que yo.

Llegaron juntos al pie de una gran escalera, estaban en una especie de barrio construido a desnivel. El camino de Aoshi seguía recto en tanto que el de Misao cruzaba las escaleras. Ella suspiró y volteó a mirar a su "acompañante".

-Mi casa está más all� así que me despido ¡Hasta luego, señor!

-Hasta luego, Misao

Ella sonrió y subió los primeros escalones, sin embargo se detuvo y regresó.

¿Pasa algo-preguntó Aoshi

-Prometo que ésta es la última vez que pregunto ¿Porqué no quiere decirme su nombre?

Aoshi la miró largo y tendido, como analizándola y a la vez intentando memorizar todos y cada uno de los hermosos rasgos de su rostro. Suspiró.

-La confianza -la miró a los ojos- no es una virtud que se me dé

Misao lo miró sorprendida.

¿Quiere decir que no confía en mí?

Aoshi le regaló una tierna mirada antes de mirar el cielo azul y comenzar a alejarse.

-No lo digo por tí... sino por mí

Misao lo miró alejarse, pronto su silueta se confundió con la sombra de los árboles y fue imposible para Misao seguirle con la vista. Resignada, dió media vuelta y subió los escalones en dirección a su casa.

El atardecer era hermoso, especialmente si se observaba desde la colina donde su casa estaba construida. Misao suspiró recargada contra la bardita del balconcito de su casa de dos pisos. Le encantaba observar los atardeceres, aquella hermosa mezcla de colores y la sensación que daba el sol de morir para dar paso al oscuro y lóbrego manto aterciopelado de la noche, tapizado de miles de diamantes.

En cuestión de minutos toda Kyoto se iluminó entre destellos dorados y plateados de las luces que adornaban las calles. Misao estiró las piernas y bostezó, daría un paseo nocturno, había pasado el resto de la tarde pensando en aquel alto joven y lo que le dijera al despedirse. Por más que intentaba no podía comprender a que se refería con eso de que no debería confiar en él.

Misao abrió la puerta corrediza de cristal y entró en su recámara. Un cuarto blanco totalmente desarreglado, con ropa tirada por aquí y revistas a medio leer esparcidas por allá. Sorteando los diversos obstáculos logró llegar hasta la puerta de madera. Salió a un pequeño corredor de madera que daba a unas escaleras en forma de caracol. A Misao le encntaban aquellas escaleras. Corrió hacia ellas y con una infantil sonrisa en su rostro se deslizó hacia abajo por el recién encerado barandal. Tocó el suelo del primer piso de su casa mientras reía.

¡Misao-chan-exclamó una voz femenina con tono de reproche

¡O-kaa-san!

-Misao-chan ¿Cuántas veces te he dicho que utilices los escalones?

-Suminasen, o-kaa-san -rió Misao mientras caminaba a la puerta-. Saldré a caminar un rato, no tardo

Su madre le sonrió.

-Cuídate, Misao-chan, te quiero hija

-Hai, yo también te quiero o-kaa-san

Corría bajo el amparo de la noche, moviéndose con una agilidad sorprendente; su gabardina de color claro centelleaba por el reflejo de los brillantes astros de la noche. Su katana al cinto y el brillo apagado en sus ojos. Había pasado la mayor parte de la tarde pensando en ella.

Misao caminaba por las calles tenuemente iluminadas, aspirando el embriagante perfume de la noche, atenta a los susurros nocturnos que contaban leyendas olvidadas y misteriosos secretos. Escuchaba el agudo chirriar de los grillos que la deleitaban con su canto. Observaba el acompasado baile de los árboles mientras sentía el dulce arrullo que en ella producía. Era el hechizo de la vida.

El hombre corría asustado, sabía que había pecado y ahora descubría que la hora de su muerte había llegado. Toda una vida dedicada al narcotráfico traía sus consecuenias... y esas consecuencias pronto le dieron alcance materializadas en el joven de gran habilidad que le perseguía. Vió un estrecho pasillo por el cual se introdujo mientras tropezaba a causa de la torpeza que el miedo le producía, lamentablemente para él, el pasillo que parecía ser su esperanza de vida terminaba en una barda de madera imposible de saltar. El hombre sudó frío cuando sintió las ligeras pisadas del asesino caminar lentamente tras él. Apartó sus ojos desorbitados de la oscura madera y miró aterrorizado al hombre delante de él, alto, delgado y, descubierto a la luz mortecina del farol, de ojos azules. El hombre experimentó una extraña sensación parecida al alivio cuando descubrió que no se trataba del terrible asesino de ojos dorados. Tal vez, solo tal vez, pudiese tener alguna oportunidad de sobrevivir, después de todo, era un hombre reconocido en el sucio mundo de la droga y contaba con una pequeña fortuna. La pequeña esperanza que tenía se iba haciendo cada vez más grande.

Misao caminaba hacia atrás y con los ojos cerrados, intentando guiarse solamente por el sonido del vento. Pisadas apresuradas la hicieron abrir los ojos, un hombre corría a tropezones, tenía el rostro blanco a pesar del cansancio que su rostro mostraba. Misao no pudo aguantar la curiosidad y sigilosamente se dirigió hacia el pasillo sin salida en el que el hombre se había introducido. Nada la hubiese preparado para lo que en segundos atestiguaría.

El asesino de ojos azules se acercaba poco a poco, acabando así con la poca lucidez que al mal hombre le quedaba. Sin ver otra salida, se dejo caer al suelo mientras lagrimas calientes salían de sus ojos.

-Por favor, no me mate, se lo suplico ¡Puedo darle lo que sea, cualquier cosa!

-Levántate -la voz fría resonó por todo el pasillo-. Muere con dignidad

-No... no...

-Akayami Ueda, paga con tu sangre los crímenes que en vida cometiste

Los ojos del hombre reflejaron con espanto las dos kodachis que formaban la katana. Un grito agudo estremeció el silencio el sagrado silencio de la noche. La sangre del cuerpo desgarrado tiñó de rojo el suelo que ella pisaba. La sangre turbia se mezclaba con las lagrimas inconscientes que sus ojos verdes lloraban.

-Ah... -intentó gritar, mas ningún sonido salió de su garganta. Pero sólo eso fue necesario para que el asesino se percatara de su presencia.

Se giró lentamente, recordando las palabras de su jefe "todo testigo debe morir", alzó sus kodachis antes de mirar al intruso y sentir estallar algo dentro de él. La personita que había ocupado sus pensamientos por la tarde se hallaba estática frente a él, mirándolo asustada.

-Mi... sao -susurró débilmente"Todo testigo debe morir, sin importar su condición. Hay que ejecutarlos a ellos también. Eso fue lo que Katsura dijo"

Él, el hombre de quién se había quedado prendada por la tarde, era un asesino. Ahora lo comprendía, podía comprender el significado de sus palabras, eso era lo que había querido decir, que era un asesino. Y, pensó con horror, que lo había visto todo, no podía dejarla con vida. Aterrada con la nueva perspectiva, miró al joven acercarse a ella lentamente, con las ensangrentadas kodachis en sus también ensangrentadas manos. Observó ida, cuando él alzaba una mano, la mataría, la desgarraría como había hecho con ese hombre. Jamás vería un atardecer otra vez... Fue entonces cuando sintió la oscuridad cernirse sobre ella, su mundo de colores se volvió gris y lo último que se llevó consigo antes de que la oscuridad la tragara por completo, fueron aquellos ojos azul hielo que tanto le habían gustado...

-

Continuará...
Actualizado: 04-02-05

Próximo capítulo: La otra mitad de mi alma

Jaja ¡Qué mala soy! jejeje me gustó mucho estecapítulo, me costó un poquito escribirlo por que no estaba segura con respecto al encuentro entre esta parejita, pero al final (y después de mucho pensar) me gustó éste. Jejeje... Había dicho que tenía una sorpresita preparada para Kenshin en este este capítulo, pero como me emocioné con Aoshi y Misao lo dejé para el siguiente. Espero que todo me haya quedado bien, jeje acepto tomatazos, blasfemias y hasta amenazas de muerte por este final, así que pueden deshaogarse dejándome un review...

Por cierto, mis exámenes ya casi empiezan, la mayoría de ellos son una friega así que no tendré mucho tiempo para escribir y por lo tanto me tardaré un poquito más en actualizar... jeje, gomen.

MAKARENA: Gracias por tu apoyo, aquí está ya el capi y también lo que significa lo de la vaina... solo espero que esté bien... nos vemos.

Gaby(Hyatt: Pobrecito, yo lo sé jiji. La ayuda de Kaoru ya viene en camino, en el siguiente capítulo. Jejeje va a ser divertido.

Ania-san¿bkn¿Que significa eso? Mi coeficiente intelectual no alcanza a comprenderlo... jeje pobre Kenshin, tienes razón ha sufrido demasiado (Pero porque lo amo y porque este fic tiene que tener un final feliz va a encontrar la paz que tanto busca) Toda katana necesita una vaina, es verdad. Espero que te haya gustado lo que puse de Aoshi/Misao, si quieres enviar alguna amenaza, adelante... ahí abajo está el botoncito de los reviews jaja Matta ne!

Eleanor Míriel: Me gusta el apellido, Míriel ¿De donde eres?... No te preocupes por los reviews, me halaga saber que alguien lee mi fic y que además le gusta, arigato. Saluditos para tí.

Mikomi Shinomori: Mujer, no debiste haber hecho eso¿Que tal si te mueres? Voy a tener que estar cargando la culpa en mi conciencia... jajaja no te creas, espero que hayas salido bien y que por aguantarte el dolor no vaya a salir nada más... Aunque en cierta forma me halaga que lo hicieras y que me digas que te gusta. Si lo de la vaina hace referencia a las ovas (no las he visto buaaa! pero me he leído algunos resumenes muy detallados) Veo que el efecto del diario funcionó, quiero un gato¡Amo a Motita! Bien, aquí Misao y Aoshi ya se conocieron jeje, y tu que habías dicho que no los "separara" creo que por esto ya me gané mi muerte¿o no? jejeje, tus amenazas no son nada juajua jua pero nos vemos! (Con eso de Aoshi y Misao ya se conocían... creo que me equivoqué un poquito con el sentido de la congujación de los verbos, quería decir que se conocerían, perdón por el malentendido)

Nia-chan: Hola, mujer MIB! jajaja ¡Ahh! Que bueno que te gustó! Sabes que tu opinión es la más importante para mí¿verdad? Realmente me alegra y mucho. jeje che Nia envidiosa, ojala te pongas verde! jaja o peor: que la matrona te despida jajaja. ¿Talento, de donde¿Escribir un libro? Permiteme reír Ja-Ja-Ja (primero deja que termine el fanfic y luego ya hablamos de negocios jeje) Deberías ponerte a terminar el fanfic de Saint Seiya, que me lo cortaste cuando se estaba poniendo interesante ¡Quiero saber que pasa con mi lindo Shun y con su hija!... Perdona si te molestó lo de los niños violados pero a esta mentecita sadomasoquista no se le ocurrió otra cosa, perdón mami. No te preocupes te presento a mis "fans" cuando quieras jajaja. Por supuesto que no pienso dejarlo así, ya me he propuesto algo y pienso llegar hasta el final, sí señor. Jejeje protagonismo reprimido... shhhh... déjame en paz jajaja. Weno gedionda, ahí nos vemos, te quiero, te cuidas, un abrazo!

Yuken: Gracias, me halaga que te haya gustado, en lo de hermanos eh...jjeje pues sí, lo son. Jejeje comparto tu opinión acerca de lo sexy que es Kenshin aunque tambien pobrecito, esta no es la última vez que Sano meterá la pata (Incluso puedo decirte, aquí entre nos, que cuando conozca a Megumi también va a meter la pata jeje) Espero que te haya gustado ese capi, para el sig. capítulo Kenshin y Kaoru ya van a esar juntos, promesa. En realidad el nombre del capi lo saqué de la canción Ice Blue Eyes que canta "Misao" pero me pareció gustó y lo puse. Lo que dices del diario es verdad, aunque la verdad no he conocido a ningún hombre que lleve uno... Matta ne!

MisaoHx: Pues lo de Kenshin es hasta el siguiente y aquí ya tienes la actualización, espero que te guste ¡Arigato!

Eso es todo, gracias a todas.

Karura