"Rurouni Kenshin no me pertenece, sólo me queda esperar a que llegue una carta diciendo que Watsuki-sama me los ha regalado... se vale soñar ¿o no?"
"blabla" diálogo
'blabla' pensamientos
oooooooooooo cambio de escena
Una luz entre las sombras
Capítulo 7
Vaina
"Quiero ir a casa"
Misao intentaba contener las lágrimas que luchaban desesperadamente por salir.
"Quiero... por favor, déjeme ir a casa"
Aoshi miró impasible a Misao, la pobre chica miraba al suelo, su fleco negro cubriendo su rostro, los puños apretados, delgados aunque Aoshi sabía que escondían una fuerza extraordinaria... claro, cualquiera lo habría adivinado después de recibir un puñetazo lleno de odio en la mandíbula. Aunque pareciese que no le importaba en absoluto el sufrir de la chica, la verdad era que por dentro se sentía peor que una cucaracha fumigada. (na: jaja XD)
Había pasado media mañana, desde que Misao despertara y se encontrara con que había sido secuestrada. Y Aoshi se sentía horrible. Misao no le había vuelto a sonreír y si hablaba con él era tan sólo para pedirle que la dejase libre. Y Aoshi se sentía como un cretino. Odiaba verla así, y eso recién lo había descubierto. El encierro no era para ella, Misao era un alma libre y como tal, no debía estar prisionera de esas cuatro paredes, tendría que estar corriendo con el viento, brincoteando y hablando de las bondades de la vida. Aoshi se sorprendió comparándola con una hermosa ave en cautiverio. 'Para protegerte' pensó
Katsura no lo sabía, de otra forma no lo hubiera consentido. 'Todo testigo debe morir' No hubiese podido justificar el cúmulo de sentimientos que invadieron su ser al ver a Misao desmayada en el piso. Lo único que de su parte racional que había podido actuar le dijo que tenía que sacarla de ahí... y eso fue lo que hizo.
"¿Por qué?"
Aoshi levantó la mirada, se había perdido pensando otra vez. Misao le miraba con los ojos húmedos, ojos que hablaban de súplica y desesperación.
"¿Por qué?" -repitió ella con la voz quebrada, controlándose para no llorar- "¿Porqué me mantiene aún con vida¡Lo vi todo y lo sabe¿Qué quiere de mí?"
Aoshi no sabía que decir. Jamás le habían preparado para una situación así... y dudaba que pudiera encontrar algo en los libros.
"¿Porqué no me contesta¿Por qué me tortura de esta forma! -prosiguió, las lagrimas escapando una a una y corriendo por su mejilla. Susurró:- ¿Es que acaso no tiene corazón?" -no pudo controlarse más, los sollozos invadieron el pequeño cuarto donde se encontraban, mas sin embargo Misao fue capaz de levantar su mirada llorosa y fijarla con odio en Aoshi- Es obvio que no
Aoshi resintió la voz cargada de odio de Misao y no pudo soportarlo más. Era demasiado para él.
"Te equivocas" -musitó con una voz ronca, seca. La miró fijamente antes de añadir-"Si te hago esto es justamente porque descubrí que si tengo uno" 'Pequeña ave en cautiverio'
Se levantó y salió, dejando sola a Misao, quien lo miraba sin lograr entender el significado de sus palabras.
Pequeña ave en cautiverio.
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Kaoru miraba a través del cristal empapado; su vista involuntariamente se dirigía a las ventanas del quinto piso, donde Keiichi dormía su sueño profundo. Poco a poco, el edificio iba difuminándose en la distancia, la reciente tempestad que les había azotado amenazaba con durar mucho tiempo. Kaoru suspiró cuando el viejo edificio fue imposible de distinguir e intentó acomodarse en su asiento. Sanosuke desviaba su vista de la calle y la miraba discretamente, y sonreía... con algunas gotitas escurriendo por su rostro.
Por primera vez en su vida, Sano había llegado puntual a recogerla, y justo cuando ambos salían del viejo edificio, la lluvia cayó sobre ellos pesadamente, mojándoles por completo. Así que ahora iban rumbo a la oficina de Katsura disfrazada de casino con una gran probabilidad de pescar una neumonía, empapados como iban en la carcacha de auto de Sanosuke... eso sin contar si llegaban vivos.
Porque a pesar de ser un modelo antiguo, Sanosuke metía pie hasta el fondo, jugando con su vida y la de Kaoru. No importaba que lloviera a cántaros, que el cemento estuviera resbaladizo o que una histérica Kaoru le pidiera que por amor a kami manejara más despacio... o al menos con precaución.
Cinco veces derraparon, cuatro veces gritó Kaoru al creer que chocarían, dos veces la sangre abandonó su rostro al creer que volcarían y sólo una vez cerró sus ojos creyendo que atropellarían a una pareja que intentaba cruzar la calle. Unos minutos después (justo al terminar la quinta derrapada) llegaron a un casino de vista agradable, que, sin embargo (y como es obvio), despertó la suspicacia de Kaoru cuando Sanosuke indicó que ése era el punto de reunión.
"Todo tiene un motivo, pequeña, y pronto lo descubrirás" -dijo Sanosuke al notar su natural renuencia-. "No te dejes engañar por las apariencias" 'Y esto bien que se aplica a Kenshin'
Kaoru miró el edificio mientras Sanosuke se acercaba, extrañamente, despacito. Era de dos pisos, de fachada lisa y sin ventanas, con algunos motivos dorados en las paredes externas, elegantes letras doradas indicaban el nombre del casino, el cuál, debido a la lluvia, Kaoru no alcanzaba a leer. Grandes puertas de metal doradas comunicaban con el interior del mismo.
Sanosuke paró el auto al frente del edificio e indicó a Kaoru que bajara. Ella le miró con algo de desconfianza, pero Sanosuke le sonreía y ella confiaba en él.
"Te alcanzaré en unos segundos, tengo que estacionar esta belleza"
Asintió y bajó del auto. La lluvia no había disminuido ni un ápice y Kaoru se encontró corriendo bajo la lluvia para llegar a las puertas principales, las cuales se encontraban bajo un techo de lona negra y esperar allí a Sanosuke, quien la alcanzó momentos después aun más mojado. Kaoru no pudo evitar soltar una carcajada.
"¿Ah, sí? Pues tú no tampoco te ves muy bien que digamos" -refunfuñó Sano mientras se exprimía su camisa
Kaoru seguía riéndose aun a pesar de su peinado deshecho y sus ropas húmedas y arrugadas, era más gracioso ver el cabello todo desgarbado de Sanosuke que ahora le caía por el rostro, mojado. Él bufó algo molesto y tocó tres veces a la puerta. Kaoru dejó de reír y le miró, nerviosa.
"No te preocupes, pequeña, todo va a salir bien, ya verás" -dijo Sano sonriéndole para tranquilizarla
Kaoru le devolvió la sonrisa y por alguna extraña razón, se sintió segura y reconfortada. Segundos después las puertas del casino fueron abiertas por el doctor Genzai quien saludó cortésmente a Kaoru y reprendió a Sanosuke por haber permitido que ella se empapara.
"Vengan, antes de pasar a ver al señor Katsura les daré algo de ropa seca" -dijo Genzai mientras caminaban por el limpio salón de juegos
"No es necesario, doctor Genzai" -replicó Kaoru, que había estado observando el interior del edificio
"Pero claro que es necesario" -contestó el anciano- "Sería una descortesía de nuestra parte" -y antes de que Kaoru pudiese objetar algo, añadió- "Y como médico, no quiero que vayan a pescar algún resfriado"
Kaoru se rindió y siguió obediente al doctor. Sanosuke iba como Pancho por su casa, silbando bajito sin importarle que sus ropas mojadas chorrearan dejando un rastro de agua en su camino. Kaoru en cambio nunca había entrado en un casino y observaba con atención las mesas forradas de verde, las máquinas tragamonedas, y otros artefactos más en las que noche a noche iban personas que gustaban perder su dinero en apuestas y hechos fortuitos. Al frente se alzaba un escenario de regular tamaño, por la orilla del cual los guió Genzai.
A pesar del ambiente tranquilo y solitario que se respiraba en el casino en esos momentos, Kaoru no podía disfrazar su nerviosismo, no sabía que clase de hombre loco quería hablar con ella y se hubiera negado de no haber sido porque el doctor Genzai y Sanosuke estarían allí, poco les conocía pero inspiraban confianza. Sanosuke la miraba de reojo y sonreía dándole ánimos cada vez que ella volteaba a mirarle. Genzai también notó el nerviosismo y la confusión de la joven.
Momentos después entraban a las habitaciones donde se guardaba el vestuario usado en las presentaciones nocturnas. Genzai se sintió algo incómodo al ver que Kaoru abría los ojos escandalizada al ver la ropa que allí se guardaba... si a eso podía llamársele ropa, ya que apenas y tela tenían.
"Ejem, ejem... eh, esperen buscaré algo de ropa decente" -dijo y se perdió entre la ropa mientras escuchaba a Sanosuke reír
"Es una lástima Jou-chan, sería estupendo verte con una de estas telas encima"
Kaoru lo miró furiosa ¡Cómo se atrevía, si apenas y se conocían! No se lo pensó mucho, cogió un palo de madera que estaba al alcance de su mano y golpeó con él a Sanosuke, que reía de la reacción de la chica.
"¡Pervertido!"
"¡Awww! Espera, espera..."
"Libidino..." -iba a golpearlo por segunda vez cuando la voz de Genzai les interrumpió
"¡Vaya! Hasta que encontré algo"
Ambos jóvenes vieron acercarse al anciano con un montón de ropa en brazos, el cual fue a depositar sobre una mesa algunos pasos más allá de los dos.
"Intenté encontrar algo de ropa adecuada, pero al parecer eso es lo único que no hay aquí" -dijo, mientras separaba la ropa encima de la mesa-. "Así que espero no le moleste usar un kimono, Kaoru-san"
Kaoru miraba sorprendida a Genzai que sostenía un precioso kimono amarillo, con algunos detalles en naranja y obi color lila. Sonrió, el kimono era realmente precioso.
"¡Ahh, que bonito!" -exclamó ella, mientras tomaba la pieza que el doctor le extendía
"Espero que a mí me de algo mas... varonil" -dijo Sano mientras buscaba en vano con la mirada algo para él
"Ah, si Sanosuke, ehmm... tu entenderás que... bueno, aquí sólo actúan mujeres"
Sanosuke dejó de moverse y giraba poco a poco para ver al doctor, con un evidente terror en sus ojos café.
"Lo siento, tendrás que ponerte esto" -dijo Genzai mientras extendía un exótico traje con tanga plateada y larga cola de plumas blancas, un brassiere de lentejuelas brillantes con perlas falsas pintadas de plata y una linda diadema blanca cubierta de diamantes con largas plumas que se elevaban hacia el techo, blancas también.
Lo único que rompía el silencio en aquel cuartito eran las estruendosas e interminables carcajadas de Kaoru, de tan solo imaginarse a Sanosuke vestido con aquello.
"...No voy a ponerme eso"
"Pero Sanosuke" -dijo Kaoru, intentando contener la risa-, "te verías bastante guapo jajajaja"
"No"
"¿Pero Sanosuke, porqué no?"
"¡Por que no voy a sacrificar mi hombría por un maldito resfriado!" -exclamó
"¿Eh¿Cuál hombría?" -inquirió Kaoru, riendo
"Dime una noche y te la mostraré" -contestó Sanosuke, guiñándole un ojo
Kaoru paró de reír y fue a refugiarse rápidamente tras Genzai que ponía los ojos en blanco.
"Aghh... tenías que ser tú" -dijo ella, asomándose por el hombro del anciano que sonreía afablemente
"Está bien, está bien" -murmuró Genzai apartándose de Kaoru y caminando hacia Sanosuke, a quien susurró:- "Era sólo para animar a nuestra invitada, parecía confundida y muy nerviosa ¿No crees?'"
Sanosuke asintió, comprendiendo.
"Toma" -dijo Genzai- "Encontré esto allá atrás"
El anciano le entregó un bulto blanco que Sanosuke rápidamente desplegó rezando porque esta vez no fuera una de las bromitas de Genzai en un esfuerzo por relajar a Kaoru. Porque por nada del mundo podrían hacer que se pusiera algo como eso.
El bulto blanco resultó ser un combinado de dos piezas blancas: pantalones y una camisa, con el kanji de 'malo' en la parte de atrás.
"Si es lo único que hay..." -dijo Sano encogiéndose de hombros
"Kaoru-san, puede cambiarse atrás de aquel biombo. Sanosuke... tu te cambias en aquel cuartito. Denme su ropa y la pondré a secar"
"Oiga, doc ¿Realmente me cree capaz de propasarme con ella?" -inquirió Sanosuke
"Por algo te mando al cuartito¿No crees?"
Sanosuke se fue al cuartito a regañadientes y despotricando en voz baja algo sobre que la senilidad nubla la vista. Kaoru fue tras el biombo y se desnudó, pasando la ropa mojada a Genzai. Sano igual, asegurándose de que la puerta no se abriera de más.
Genzai los dejó cambiándose y salió del cuarto de vestuarios a tender la ropa que le habían dado en un cuarto de al lado. Extendió los pantalones de mezclilla deshilachados y la camisa blanca con un dragón negro de Sanosuke en una mesa y colocó un ventilador al lado. Lo mismo hizo con la falda larga negra y el top morado de Kaoru, en la mesa de al lado.
Cuando entró a los vestuarios, Genzai se encontró a Kaoru tapando su boca con las manos en un intento de sofocar una risita. Y mirando a Sanosuke, entendió porque.
Los pantalones blancos le quedaban cortos. Al igual que las mangas de la camisa. Y Sanosuke parecía un niño grandote con ropa dos tallas más corta.
"Al menos es mejor que la tanga y el brassiere" -musitó Sanosuke, resignado
Cuando les indicó que lo siguieran, Genzai se descubrió pensando en Kaoru como una de sus nietas y en lo guapa que se veía con aquel kimono. Le quedaba perfecto y el obi marcaba su cintura. Se había cepillado el pelo y recogido otra vez en una graciosa coleta alta.
Kaoru y Sanosuke siguieron a Genzai a lo largo de un estrecho corredor que daba algunas vueltas y luego seguía recto. Kaoru había recuperado su sonrisa y no se veía tan nerviosa como antes.
Finalmente llegaron ante una puerta negra. Kaoru pensó que si el doctor Genzai no la hubiese señalado, ella jamás la habría distinguido. Genzai tocó y una voz suave y tranquilizante les indicó que podían pasar.
Así lo hicieron. Kaoru pensaba encontrar una especie de enorme y lujosa sala de conferencias y por eso se sorprendió al entrar a una pequeña oficina minimalista. Adornada con sólo lo necesario para no lucir fría y austera. Algunos estantes, un sencillo escritorio y un sofá que lucía cómodo y confortable. Dos anchas columnas tras el escritorio eran el único elemento del cuarto que le daban un toque diferente.
Un hombre les esperaba sonriendo detrás del escritorio. Los tres se acercaron y Kaoru pudo ver detenidamente al hombre, no era como se lo había imaginado. Ése enfrente suyo, tenía un rostro atractivo y afable, denotando tranquilidad y sabiduría, cabello negro y ojos oscuros, de como treinta y cuatro años, alto y de mediana constitución.
Genzai lo saludó afectuosamente y se sorprendió cuando escuchó a Sanosuke saludarlo con respeto. Ella permaneció un paso atrás, esperando talvez, que aquel misterioso hombre se dirigiera a ella. Kaoru sonrió cuando escuchó a Genzai explicarle porque iban vestidos así, después de la extrañada mirada que él les había dirigido a ella y Sanosuke al entrar.
"Perdóneme, por llamarla tan de improviso y obligarla a venir" -dijo él, después de unos segundos, sentándose en el sofá e invitando a Kaoru y Sanosuke a hacer lo mismo en las sillas dispuestas frente al escritorio; Genzai ocupó un lugar privilegiado junto al hombre
A Kaoru le encantó su voz, la hacía sentirse segura. Que no había amenaza alguna en aquella cita.
"Pude haberme negado" -contestó ella, moviendo la cabeza- "Aunque igual Sanosuke me hubiese traído"
"En ese caso, me alegra que haya venido por su propio pie" -él sonrió y añadió:- "Katsura Kogorou"
"Kamiya Kaoru" -contestó ella- "Aunque eso usted ya lo sabía..."
"Si, ya lo sabía... Y supongo que, en parte, esa es una de las razones que la impulsaron a venir aquí"
Ella asintió y Katsura prosiguió.
"Le prometí respuestas y respuestas le daré. ¿Alguna pregunta?"
"¿Cómo sabe mi nombre y el número de mi celular¿Por qué quería verme?"
Katsura sonrió.
"Es natural su curiosidad: Sanosuke fue quien me facilitó su nombre y su número"
"¿Sanosuke?" -exclamó Kaoru, sorprendida mientras volteaba a verlo. Sanosuke se vio descubierto y miró hacia otra parte, silbando una canción.- "Bien¿Y cómo lo consiguió él?"
"Lo siento, Jou-chan, pero el secreto de un mago es no divulgar el truco" -contestó él, guiñándole un ojo
"Está bien, está bien... entonces conteste mi pregunta y dígame que hago aquí y quién es usted"
"Antes de contestar esas preguntas, debo cuestionarla yo primero... y sabiendo que este será un tema escabroso... ¿Gustaría algo para beber?
"Agua, si es tan amable" -respondió Kaoru. Katsura asintió
"¡Yo quiero un refresco de naranja!" -exclamó Sanosuke
"¿Genzai?" -inquirió Katsura amablemente. El anciano pidió algo de sake- "Bien. Sanosuke, ve por las bebidas y tráeme agua a mí también"
"Ah, pero…" -comenzó a replicar, aunque una elocuente mirada de Katsura bastó para que Sano se incorporara y saliera del cuarto
"Póngase cómoda, señorita Kaoru. Le aseguro que este no será un tema agradable para usted"
Kaoru asintió y se revolvió en su asiento. Algo la ponía muy nerviosa.
"Como dije, necesito cuestionarla primero para poder responder sinceramente a sus preguntas"-Kaoru asintió y Katsura prosiguió-"¿Qué tanto sabe sobre Hanamura Keiichi?"
Kaoru se extrañó bastante.
"¿Pero que tiene que ver Keiichi...?"
"Le aseguro que mucho, señorita Kaoru" -dijo Katsura, interrumpiéndola-"Incluso más de lo que se imagina"
ooooooooooooooooooooooooo
Un extraño hombre sonreía macabramente mientras tomaba sin prisas su martini. Otros dos hombres yacían en sendos charcos de sangre a sus pies, producto, evidentemente, de las balas que atravesaron sus cuerpos ahora inertes. O como él diría, por su incompetencia.
Y el hombre del martini ensanchaba su sonrisa. Después de tanto tiempo, por fin volvía, recuperado y preparado para abatir al hombre que once años atrás le había derrotado. Esta vez venía decidido.
Su reinado de terror se extendería por todo el Japón. Nadie podría detenerlo esta vez.
Nadie.
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Sanosuke ya había vuelto, con dos vasos de cristal, una jarra llena de agua, su refresco de lata y el sake del doctor. Y ahora tomaba asiento, escuchando atentamente los pocos detalles que Kaoru contaba: Cómo había conocido a Keiichi, cómo había averiguado su nombre -mas roja que un tomate, les contó de su intromisión al centro de reforma juvenil- y de cómo Sanosuke le había encargado su cuidado cuando lo de su recaída.
Los tres escuchaban atentamente y Kaoru juraría que escuchó decir a Katsura algo parecido a "Cuando se entere..." justo cuando ella platicaba que lo había seguido.
Katsura asintió cuando Kaoru terminó su relato. Ella sólo conocía una pequeña parte de Kesnhin, podría decirse que 'la máscara' y Katsura se preguntó si sería mucho para ella cuando le desenmascaran. Bebió un poco de agua, respiró y dijo:
"Me temo, señorita Kaoru, que usted sólo conoce un mínimo rasgo de él""
Las miradas se posaron en una confundida Kaoru.
"¿Que dice?" -inquirió ella- "Quiero que me explique bien, eso de Keiichi.."
"Para empezar" -la interrumpió Sanosuke, mirándola a los ojos-, "no se llama Hanamura Keiichi"
"Pero ¿Qué...?"
"Su verdadero nombre es Himura Kenshin" -Kaoru volvió a ser interrumpida por Katsura-. "Y trabaja para mí"
Kaoru decidió guardarse su confusión (la cual iba en aumento cada vez más) y esperar a que alguno de ellos continuara.
"Usted sabe de los peligros que acechan a las inocentes personas que caminan afuera"-prosiguió Katsura-"Ladrones, asesinos, drogas, secuestros, personas y niños que desaparecen misteriosamente"
"¡Son de la Mafia!" -exclamó Kaoru escandalizada. Sanosuke casi se atraganta con la soda que estaba bebiendo
"¿De la Mafia? jajajajajajaaja ¡De la Mafia!" -Sanosuke reía de lo lindo- "Eso si que es gracioso"
Kaoru dedujo, dada la actitud de Sanosuke, que ellos no tenían nada que ver con eso, pero...
"¿Entonces?" -preguntó ella-"¿A qué vienen todas esas palabras? No entiendo a lo que quiere llegar"
"Paciencia, señorita Kaoru, paciencia" -Katsura pausó un momento y continuó:-"Todos los problemas que había mencionado, se derivan de un sólo árbol. Toda organización requiere de un líder quien mueve los hilos de las marionetas y que hace que ecometan delitos con oscuros propósitos ¿Comprende?"
Kaoru asintió.
"Lo que yo busco es una nueva era. Donde las personas puedan vivir a salvo sin preocuparse sin sus pequeños se retrasan un poco en las compras" -Kaoru volvió a asentir, algo estaba un poco más claro, pero ¿Cuál era el papel del pelirrojo en aquella obra?- "Entonces me he propuesto acabar con aquellos delitos y fechorías, y ¿Qué hay que hacer para que un hormiguero se disperse? Acabar con la reina"
Kaoru abrió los ojos cuando una lucecita de entendimiento cruzó su cabeza. ¿Acaso se refería a... asesinar? Katsura continuó:
"Somos una especie de sociedad secreta, administramos justicia por nuestras propias manos cuando la policía es incapaz de hacerlo"
Kaoru estaba sin habla, su mente comenzaba a procesar toda la información.
"Tengo toda una serie de personas a mi mando, cada una con habilidades singulares y diferentes capacidades las cuales facilitan nuestro trabajo"
"Yo, por ejemplo"-dijo Sanosuke mientras daba otro trago a su refresco y se señalaba a sí mismo- "Soy espía, me encargo de reunir la información pertinente para las misiones"
"Y... ¿Keiichi?"-preguntó Kaoru temerosa mientras sostenía con fuerza el vaso con agua
"Kenshin..., es nuestro principal ejecutor"
El vaso que Kaoru sujetaba se resbaló de sus manos, rompiéndose en pedazos al caer al suelo. Genzai apuró un trago de sake y tanto como él, Katsura y Sanosuke prestaron atención a la respuesta de Kaoru. Parecía afectada, pero no alterada.
"Kei..."-Kaoru sacudió la cabeza-"Kenshin... ¿A-asesino?"
Katsura asintió.
"Seguro que has oído hablar de un asesino de las sombras"-dijo Sano, mirándola fijamente
"... ¿Battousai?" -preguntó ella quedamente.
"El mismo" -respondió Sanosuke
"No puedo creerlo" -murmuró ella, cubriendo su boca con sus manos
"Supongo"-dijo Katsura-,"que todo esto contesta su pregunta de acerca de quien soy y que tiene que ver Kenshin conmigo"
"No lo entiendo" -habló Kaoru- "Usted habla acerca de erradicar estos peligros, como robo y homicidio... ¿Suprimiendo asesinatos con otro asesinato?"
"Tendrá que entender señorita Kaoru"-contestó Katsura-"que es la única manera cuando todo lo demás falla. Cuando la policía no puede... lo hacemos nosotros"
"Pero así la violencia jamás acabará"
"Lo hacemos pensando en inocentes que han perdido mucho a causa de lo que estas personas consideran diversión o inversión"
"Supongo," -empezó Kaoru, dubitativa- "que en parte tienen razón" -negó con la cabeza- "Pero aun así no estoy de acuerdo. Violencia genera violencia, matar no resuelve nada. Además ¿Por qué me dicen todo esto¿Que tengo que ver yo...?"
"Esperábamos que lo preguntara, Kaoru-san" -dijo Genzai, inclinándose por sobre el escritorio en dirección a ella- "Ya que usted, si puede con esta carga, podrá ser de gran ayuda. No a nosotros, sino a Kenshin"
"¿Cómo?" -pregunto Kaoru, confundida
"Kenshin es un asesino. Mata sin pensar y sin sentir, eso es un hecho ¿Cómo se siente?"
"Con miedo" -contestó, después de pensar un rato. Hizo una pausa y luego agregó- "Pero yo sólo he visto, vaya, su parte buena, por así decirlo, y aunque ustedes me digan que es un asesino... yo, bueno, talvez por que como ustedes dicen sólo conozco un mínimo rasgo de él, pero, me he dado cuenta de que es muy noble... la forma en que trataba a ese chico en la correccional... me pareció que actuaba justamente y... no sé... no es malo. Kenshin no es malo"
Katsura sonrió, talvez, después de todo, esa chica si fuera quien esperaba.
"Kaoru-san"-empezó Genzai- "Un asesino desgasta su mente con el paso del tiempo, un asesino carga en su espalda el peso de los cuerpos de quienes ha asesinado, llega un momento en que ya no puede soportar los gritos en su cabeza... Y Kenshin es especialmente sensible"
Kaoru no dijo nada ni hizo ningún movimiento. Genzai asintió y continuó.
"El necesita alguien que le ayude a superarse, que alivie el peso que carga. El sufrimiento que lleva dentro, y Kenshin, es... especial. Aunque sus problemas empezaron ya hace tiempo, con pesadillas e incluso pensamientos suicidas" -Genzai suspiró- "Usted escuchó a Sanosuke cuando fui a revisarlo. Kenshin se volvió loco, literalmente, él ya no puede con esto, ha sobrepasado los límites de la cordura. Si vive es porque siente la necesidad de proteger a las personas, aunque no sabemos de donde proviene esta necesidad, pero él necesita a alguien que infunda en él el deseo de vivir por vivir"
Kaoru asintió, parecía consternada.
"Él ya es una gastada katana que no ha encontrado una vaina que le contenga. Kaoru-san, si usted puede aceptar semejante carga... si usted pudiera ser la vaina que él tanto necesita..."
"Yo... me siento mal por él, no pensé que un ser humano pudiese guardar tanto dentro de él, si yo pudiese ayudarle... supongo, creo..., que podría intentarlo"
"Gracias, señorita Kaoru"
"Pero" -Kaoru parecía dudar- "¿Que pasará si no puedo, si no resulto ser esa vaina?"
El rostro de Genzai se ensombreció por un momento, pero rápidamente le sonrió.
"No lo sabemos, Kaoru-san, y espero que no lo sepamos nunca"
"De nuevo le doy las gracias, señorita Kaoru, por su tiempo y comprensión"
Kaoru simplemente asintió, ya no sonreía.
Todos se incorporaron y se estrecharon las manos, despidiéndose. Genzai los acompañó de vuelta al cuarto de vestuario y les devolvió su ropa, ya seca. Nadie dijo nada, ni una sola palabra, hasta que Genzai los encaminó a la puerta y se despidió de ellos con una no tan sincera sonrisa. Sanosuke y Kaoru caminaron juntos hasta la carcacha del primero.
"¿Te llevo a tu casa?" preguntó Sanosuke, observando el rostro serio de Kaoru
"No, gracias" Kaoru negó con la cabeza "Me iré sola, yo... necesito pensar, ha sido algo... inesperado"
Sanosuke asintió, comprensivo.
"Entiendo. Ten cuidado, Jou-chan"
Kaoru esbozó una sonrisa y se alejó pensativa.
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En la oficina de Katsura, un hombre delgado y de rostro pícaro salió de detrás de las dos columnas tras el escritorio de Katsura.
"Esa chica... ¿Estás seguro Katsura? Será como manipular los sentimientos de Himura"
Katsura suspiró y se reclinó en su cómodo sofá.
"Estoy casi seguro, Takasugi, de que ella es quien necesitábamos"
"Pero ¿Y si no?"
Katsura se quedó tieso, una sombra sobrevolando su rostro
"Dime Katsura, Genzai te lo ha dicho, es por eso que se mostraba tan renuente a llamarla ¿Que pasara si no es ella¿Si es la persona equivocada?"
"Entonces... no podría contenerle"
El hombre de nombre Takasugi, abrió grande los ojos al comprender.
"Y entonces ella..."
"Exacto"
Si Kaoru resultaba ser la persona equivocada... entonces nada detendría su destino. No podría contener al demonio Battousai y entonces ella moriría.
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Sanosuke manejaba más despacio que de costumbre, seguía pensando en Kaoru ¿Cómo lo tomaría¿Podría ser ella la vaina que Kenshin necesitaba? Suspiró larga y profundamente. Y eso que Kaoru no sabía la verdadera verdad sobre Kenshin. Katsura lo había dicho, Kenshin se lo confiaría cuando el momento oportuno llegara.
Sanosuke desvió su vista hacia los sobres manila que Katsura le había entregado una vez que Kaoru se hubo ido, el informe y una reseña acerca del citatorio celebrado el día anterior. La reunión había sido antes de mediodía en un bonito y tranquilo restaurante llamado "Hantei" -usaban uno de sus salones privados como exclusiva sala de conferencias- y Kenshin había brillado por su ausencia. Fue después de la reunión y de intentar en vano contactarle, que Katsura había enviado a Sanosuke a su casa tan solo para que le encontrara en un lamentable estado físico y mental.
Se habían tratado temas importantes de los que Battousai tenía que estar informado: el regreso de un enemigo perdido, Makoto Shishio, quién había sido tildado por muerto y sin embargo se había ocultado por once años en las cuevas de lo alto de las montañas recuperándose de sus lesiones y reuniendo y entrenando a un pequeño ejército.
Suspiró y después de pasar bastantes minutos dando vueltas por ahí paró cerca de la entrada de un restaurante de comida rápida. Tanto pensar le había hecho un hueco bastante grande en el estómago. Una pequeña pelota rosada chocó contra su pierna al bajar del carro y entrar al restaurante.
"Ah, ah... ¡Pelota, pelota!" exclamó una tierna niña, chiquita, chimuela y con el corto cabello recogido en dos colitas. Corrió hacia Sanosuke y con una enorme sonrisa extendió los bracitos hacia él "Mi pelota¿Me la da, señor?"
Sanosuke le devolvió la sonrisa y extendió la pelota hacia ella.
"No deberías jugar aquí, es peligroso ¿De acuerdo?" la pequeña sonrió
"¡Sí, señor!"
Sanosuke le revolvió el pelo y le entregó la pelota.
"Anda, y ten cuidado"
"¡Hai!"
Sanosuke observó a la niña correr por la banqueta, abrazando la pelota rosa contra ella. El hombre sonrió y entró en el restaurante de comida rápida. Pediría para llevar.
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Al final, Kaoru había tomado un taxi hasta su departamento. No es que no quisiera la compañía de Sanosuke, sino que quería sentirse sola y poder pensar. Aunque en ese momento tuviera la mente en blanco, se sentía conmocionada y no sabía como actuar. Estaba aún más confundida que antes.
Las calles estaban libres y el tráfico bastante rápido. La voz del chofer la regresó a la realidad y bajo del carro, mientras pagaba el importe. Luego el carro se alejó, dejándola en las puertas del apartamento sintiéndose desnuda y sin protección hacia algo que no alcanzaba a comprender.
Suspiró y entró. Minutos después, entraba silenciosamente al cuarto, sigilosa como un tigre. Recordando todas y cada una de las palabras que dijeran de aquel hombre acostado enfrente suyo. Con sumo cuidado para no molestarle, Kaoru se sentó en el borde de la cama, mirando ese rostro que irradiaba tranquilidad y donde no había rastro de sufrimiento o soledad algunos.
"Es imposible de creer" -susurró-,"nadie lo diría viendo tu rostro, tan apacible, tan tranquilo..."
Kaoru no pudo resistir la tentación de acomodarle algunos mechones de cabello rojo. Kaoru sonrió.
"Yo te ayudaré. Seré tu vaina"
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Sanosuke salió del restaurante, con un paquete envuelto en una bolsa de plástico blanca bajo el brazo y una mueca de fastidio e irritación en su rostro. La chica que le había atendido era realmente tonta. Primero, había confundido el guiso que había pedido con otro de apariencia muuuuy diferente -y encima le había reclamado el no ser más específico-; segundo, le había echado a perder las bolitas de arroz porque las había cogido mal -así que ahora venían totalmente desparramadas dentro del paquete-; tercero, había armado todo un escándalo porque, según ella, el billete con que Sanosuke intentaba pagar era falso, hasta que llegó el dueño del restaurante y le reclamó por no traer puestos sus lentes.
Así que Sanosuke, al salir del restaurante, se llevaba con él las disculpas del señor dueño y las ganas contenidas de decirle todas y cada una de sus verdades a la chica, que para colmo, tenía el cabello teñido de amarillo chinga-pupila.
Cuando salió lo primero que sus ojos captaron fue una pequeña esfera color rosa botando en la banqueta de enfrente... seguida por la niña tierna, chiquita, chimuela y con el cabello recogido en dos colitas que antes se topara con Sanosuke. Éste suspiró resignado, era inútil negociar con un niño.
Caminó hacia su carro y lo que vio reflejado en el vidrio hizo que le saltara el corazón. La pelota rosada se le había escapado de las manos a la niña, rodando por la calle mientras la pequeña brincoteaba alegremente siguiéndola. Sanosuke giró su cabeza y se le paró el corazón: un auto descontrolado iba en dirección a la pequeña.
No lo pensó, tan sólo actuó. El paquete de comida cayó al suelo desparramando su contenido. Sanosuke se había lanzado a la calle, apartando a la niña justo cuando el carro derrapaba al intentar frenar. La niña se golpeó levemente contra el frío cemento de la calle al ser empujada rápidamente. Viva e ilesa.
Aunque no así Sanosuke. El golpe le había dado de lleno. Y ahora yacía en el pavimento, en medio de la sangre y los aterrorizados gritos de los transeúntes.
ooooooooooooooo
Continuará...
Próximo capítulo: El enemigo perdido
Estoy empezando a pensar que este fanfic va estar realmente largo…
Por fin volví, lamento mucho haberme tardado tanto (tres meses… perdón, deveras deveritas), pero hasta hace dos o tres semanas que todo por fin volvió a la normalidad, no mas estrés, no mas exámenes (uff!) y como ahora ya estoy de vacaciones, pues digamos que ahora si tengo tiempo para dedicarme a mis aficiones.
Me esforcé para que este capítulo quedara largo a modo de compensación por hacerlas esperar tanto y espero que así haya sido. Tenía mucho que contar y creo que dejé bastantes cabos sueltos, que (según yo) comenzaran a atarse en el siguiente capítulo (en el que, gracias a que ya lo tengo comenzado, Kenshin por fin abrirá sus ojitos). Batallé algo para escribir la parte Kaoru-Katsura, pues no estaba muy segura si debía soltarle toda la informacion de un tirón o por partes... no sé, como nunca me he enamorado de un hombre y su jefe no me ha mandado llamar para decirme que es el más terrorífico y despiadado de todos los asesinos, pues, no sabía como tenía que actuar Kaoru. Espero que al menos haya quedado creíble... ustedes juzguen.
Espero que les haya gustado, intentaré responder bien a sus reviews por que mi mamá está cocinando albóndigas y el delicioso olor me atonta (Ahh, me encanta como huelen):
Justary-san: Aww… siempre apoyándome, muchas gracias, prometo mas KK a partir del próximo capi y también procuraré que las cosas entre Aoshi y Misao funcionen. Espero de todo corazón que este capi te haya gustado. No pude actualizar pronto porque todo se me vino encima y tenía otras prioridades, pero de ahora en adelante interaré actualizar mínimo decentemente. Gracias por tus palabras y apoyo, hacen que me sienta feliz.
GabyHyatt: Pues sí, se lo dijo todo, batallé bastante para escribir esa parte porque no estaba segura de que tanto debía decirle, pero al final me dije"Si la necesitan como vaina, tendrán que contarle todo" y pues… Intenté imaginarme como actuaría alguien que es secuestrado por un asesino y que antes de eso se había sentido atraída por el mismo… no pude, y espero que esto haya quedado bien. Gracias
Aome Hishoshima: Muchas gracias, espero que sigas por ahí. Perdón por no actualizar tan rápido como desearías…
Mikomi Shinomori: Ahh… ahora de verdad lamento no actualizar antes, gracias por tus palabras me dan ánimos y hacen que me sienta feliz porque hago algo bien :) no podría matar a Misao, creo que después de Kenshin ella es uno de mis personajes favoritos, no podría hacerle eso, no señor. Muchas, muchas gracias por leerme y mandarme esos mensajitos que me animan bastante, Cuidate, te mando un abrazo de oso!
Suki to ka ja nakute: Sep, me encanta dejar en suspense los capítulos (aunque después las pobres lectoras tengan que sufrir por la falta de tiempo de la escritora…) y si, creo mi especialidad es tardarme en actualizar. Muchas gracias por tu review y espero que este capi te guste, Ciao!
Misao HX: Pues, espera el sig capi y podrás ver ya (y po fin) algo de KK. Lo siento, pero gracias por leer estas mis locuras de mujer ociosa jeje
Nia: jejeje nnU este… si, por fin, después de milenios… al menos ya no podrás recriminarme por no actualizar, perdón… Tres meses es mucho, cuando todavía estábamos sufriendo en el regio jejeje Esperare con gusto tus criticas destructivas (admitámoslo, mujer, nomas servimos para eso jaja) bueno, ahí nos vemos al rato, cuídate mucho, animal!
Ghia-Hikari: Y supongo que no cambiaras tu opinión sobre mí, acerca de que si soy mala, con este capi. Las cosas buenas empiezan ya en el próximo capi, cuando mi lindo Kenshin despierte. Ojala me sigas leyendo, si? Ciao!
Matta ne!
Karura Himura
Ver tus sueños rotos... ese es el verdadero infierno
