En el quinto año pasan un par de cosas interesantes… así que decidí separar el mismo año en más de un capítulo. No me gusta amontonar hechos… así que ahí va, la primera parte del quinto año de los merodeadores de Hogwarts.
Capítulo cinco, Los primeros pasos de un año agitado.
Ahí estaban, como siempre, los tres chicos más dedicados a la Transformación de todo el colegio… clandestinamente, claro. Como habían hecho por los últimos dos años casi diariamente, Sirius Black, James Potter y Peter Pettigrew se encontraban en el pasadizo del espejo del cuarto piso, practicando transformaciones.
James y Sirius, los mejores en casi todas las clases, se les hacía relativamente fácil convertir tazas en muñecos plásticos, o plumas en lagartijas… si el hechizo era particularmente difícil, se tardaban un máximo de dos horas. Sirius había llegado a las tres horas de práctica en una ocasión, pero James tenía la ventaja de poseer una varita especial para las transformaciones, por tanto una habilidad excepcional para ese tipo de magia.
Peter, por otra parte… bueno, decir que era menos aventajado sería quedarse corto. El chico, honestamente, rayaba en la incompetencia absoluta. En las cosas más sencillas, como convertir cajas de cerillas en vasos, solían pasar eventos catastróficos… en aquel caso en particular, la caja de cerillas llegó a tomar una textura cercana a la porcelana, pero de alguna manera uno de los fósforos rozó una parte del borde y se encendió, y al contacto con el resto de los fósforos de la caja hubo una explosión bastante desagradable, que le quemó las manos a y la cara a Peter, aparte todo el lado izquierdo de la mejilla de Sirius y buena parte de la espalda de James… los tres tuvieron que usar una poción horriblemente incómoda, hecha por James, ya que no podían ir a la enfermería porque los pondría en evidencia.
Al principio, tanto Sirius como James dudaban muchísimo que Peter lograra algo eventualmente… tampoco estaban muy seguros de si pasaría los T.I.M.O.'s… o si lograría sobrevivir al esfuerzo. Ambos estaban dedicando la mayor parte de su tiempo libre echándole una mano a Peter, que sorprendentemente había resultado ser mejor bajo presión que libre; necesitaba un tutor particular para lograr resultados.
Y los estaba logrando. Después de mucho esfuerzo, había conseguido hacer todas las transformaciones de práctica, e incluso se había convertido en uno de los mejores de la clase en Transformaciones, para sorpresa de sus condiscípulos y orgullo de Sirius y James.
Finalmente, los tres estaban listos para la prueba final… la transformación humana en sí. Los libros recomendaban intentar la transformación total de un solo tiro, pero habían considerado aquello innecesariamente arriesgado, especialmente al averiguar que, en una sesión de tres o cuatro horas podrían lograr la transformación total.
Normalmente, sería un problema poder ocultarse de Remus (que no tenía ni idea de su experimento, por supuesto) por tanto tiempo, pero… ahora que tenía novia nueva tampoco era tan difícil escapársele por un rato.
Los tres se miraron entre sí; luego asintieron y sacaron sus varitas.
- Bueno, chicos, aquí estamos. Cuestión de vida o muerte - dijo James -. Pero… no hay nadie mejor en transfiguración que nosotros en todo Hogwarts.
- Y hemos practicado hasta el agotamiento - dijo Peter.
- Y ha valido la pena, cada segundo - dijo Sirius, más serio que nunca -. Por Remus - añadió, alzando las cejas, con gesto solemne -. A la cuenta de tres. Uno… dos… ¡TRES!
La habitación adquirió un tono azul, gracias a tres hilos de luz que salieron de las varitas de los tres chicos…
Mientras tanto, era más o menos la última tarde con un clima decentemente frío, y la mayoría de los estudiantes estaban en los terrenos del castillo, disfrutando del ligero clima otoñal de aquel sábado…
Y en eso estaban Lily, Bastet y Victrix, sentadas bajo su árbol favorito a orillas del lago. Lily y Bastet hablaban, mientras Victrix estaba recostada en el tronco, con las piernas cruzadas y leyendo un libro, sólo limitándose a hacer comentarios de vez en cuando.
- OK, Bas, te lo ruego. Dame detalles. Llevas tres semanas evadiendo dar información… - dijo Lily, mirando fijamente a Bastet, quien se limitó a sonreír ligeramente.
- Lils tiene razón. Es tu deber como miembro del sexo femenino contarle a tus mejores amigas cómo, cuándo, dónde y por qué empezaste a salir con tu novio - dijo Victrix, seria, mirando a Bastet desde arriba de su libro.
- ¿Entonces estoy obligada a decirles?
- Por supuesto. Está en el manual - dijo Victrix, guiñando el ojo -. Cómo ser mujer y no morir en el intento. Best seller.
Bastet y Lily rieron.
- Se te ocurre cada cosa… - dijo Lily, sonriendo mientras sacudía la cabeza.
- Y ese fuera el caso, y está en el manual, tú nos debes a nosotras detalles de unas cuantas salidas… - dijo Bastet, alzando las cejas. Victrix sacudió la cabeza.
- Es distinto. Para empezar, tendría que empezar a tomar nota de con quién salgo, porque de verdad que pierdo la cuenta - dijo, riendo -. Y, además, tu caso es especial, llevas desde que te conozco enamorada de Remus. Es como si… como si Lily empezara a salir con James - la chica miró a su amiga, alzando las cejas.
- No, querida, estás confundida. A mi no me gusta Potter - dijo. Victrix y Bastet se miraron de manera disimulada, dudándolo mucho -. Creo que el ejemplo que buscabas era si tú salieras con Sirius Black.
Victrix se sonrojó ante la sorpresa del comentario.
- ¿Cómo supis…? - empezó, mirándola. Luego suspiró -. Si, más o menos lo mismo - terminó, en señal de derrota.
- Bueno, bueno¿quieren que les cuente o no? - preguntó Bastet, al ver la sonrisa triunfante de Lily y notar que estaba a punto de empezar a cuestionar a Victrix por finalmente admitir que le gustaba Sirius.
- Definitivamente - dijo Lily, asintiendo.
- Por supuesto - dijo Victrix, con una mirada agradecida. Luego cerró el libro y lo metió en su morral -. ¿A quién engaño? Prefiero un chisme a cualquier libro. Vamos, Bassy…
- Bueno… ¿se acuerdan del trabajo de Defensa contra las Artes Oscuras del mes pasado¿El que era en parejas? - preguntó Bastet.
- ¿El que trataba de signos para reconocer a un hombre lobo? - preguntó Lily. Bastet asintió -. ¿Tú hiciste ese trabajo con Remus, no? - Bastet asintió de nuevo, mientras Victrix soltaba un bufido.
- Debió de haber sido un trabajo muy difícil de hacer…
- Sorprendentemente, no - dijo Bastet, alzando las cejas y sonriendo. Hacía años que las tres habían discutido su total seguridad acerca de la condición de Remus -. Bueno, en todo caso, Remus no tenía idea de que yo sabía… y se puso horriblemente nervioso cuando empezamos a encontrar rasgos parecidos a los suyos. Y bueno… le dije que ya lo sabía. Que lo había sabido desde hacía mucho tiempo y que eso no cambiaba lo que sentía por él.
- ¿Lo dijiste así? - preguntó Lily, maravillada -. Yo nunca me atrevería a decirle algo tan directo a alguien que me gustara tanto.
- Sí Lils, ya sabemos. Sólo pregúntale a James, el pobre tipo está convencido de que lo detestas - dijo Victrix, sonriendo.
- Chico perspicaz - dijo Lily -. No presiones, pretendiente a señora Black.
Aquello calló a Victrix de inmediato, y miró a Bastet, esperando la continuación de la historia.
- El punto es… - prosiguió Bastet -. Que le dije eso… y él pensó lo mismo que pensaste tú, Lils, y me preguntó qué significaba eso… qué quería decir eso de "lo que sentía por él". Y, bueno, yo… no supe que decir, y lo besé - Bastet se sonrojó -. Y… el resto es historia, supongo.
- Eso es adorable, Bassy. E impresionantemente fuera de personalidad, tengo que agregar - dijo Lily, sonriendo -. Nunca pensé que tú, entre todas las personas, harías algo así… suena más como algo que haría Vic - la susodicha negó con la cabeza.
- No te creas, Lils. Nunca me atrevería a hacer algo así… o sea, sí, pero no en esa circunstancia. Es muy diferente besar a alguien que simplemente consideras atractivo que atreverse a decirle a alguien que realmente te gusta lo que sientes por él. De verdad que te admiro mucho por hacerlo, Bassy - dijo Victrix, impresionada.
- Lo que quieres decir es… que tú no le dirías a Sirius que te gusta - dijo Lily, aunque sonaba más como una pregunta que una afirmación.
- Bueno, para empezar por el hecho de que no le hablo desde que corté con Ian… y no pienso hacerlo tampoco hasta que deje de comportarse como un absoluto imbécil - dijo Victrix.
- Eso no fue lo que te pregunté, Vic. ¿Te atreverías a decirle a Sirius que te gusta?
- No, Lily - dijo Victrix, con una mueca de desesperación -. No me atrevería. Le tengo pánico al rechazo. Especialmente considerando que, aunque se porte como un idiota, sé que lo hace para protegerme y detestaría perder esa relación simplemente porque yo tengo el suficiente mal ojo como para enamorarme de mi mejor amigo. Ya, ahí lo tienes. ¿Estás feliz¿O quieres que de paso ponga por escrito y firme un contrato en el que declare que me gusta Sirius Black y que honestamente no me ha importado ningún novio que he tenido gracias a él?
Lily se mordió el labio.
- Lo siento, Vic. Yo sólo… bueno, no sabía que te gustara tanto - dijo, lentamente -. En serio, disculpa. No lo hubiera mencionado si supiera…
- No te preocupes - dijo Victrix, encogiéndose de hombros y volviendo a embotellarse en su libro.
- Hola chicas… - dijo Remus un rato después, rompiendo un silencio incómodo que se había ceñido entre las tres. Le dio un beso a Bastet y se sentó a su lado.
- ¿Dónde estabas? - preguntó Bastet.
- En la sala común, haciendo tarea… sino la hacía ahora, no la terminaba nunca. Los chicos están desaparecidos, lo cual deja la sala común increíblemente silenciosa, así que aproveché - dijo, encogiéndose de hombros.
- ¿Desaparecidos? - preguntó Lily, desconfiada.
- Sí… a veces hacen eso. Los tres se desaparecen por un par de horas y después regresan a la sala común agotados… llevan años haciéndolo - dijo Remus -. No creo que estén haciendo nada demasiado peligroso… - agregó, viendo la cara de Lily.
- Lo dudo - dijo ella.
Remus, Bastet y Lily se quedaron hablando, mientras Victrix seguía concentrada en su libro y sin darle mucha importancia a lo que ellos decían. Después de un rato, un chico se acercó a ellos, sentándose al lado de Lily; era Patrick Patil, el chico de séptimo curso con el que la pelirroja llevaba tres meses saliendo.
Los cuatro se quedaron hablando hasta bien entrada la tarde… Remus, al darse cuenta de la hora, se fue inventando una excusa rápidamente; era noche de luna llena y Patrick, por supuesto, no tenía idea de su condición.
- Vamos, Vic, no puedes estar molesta conmigo todavía… - dijo Lily, volteándose hacia su amiga… abrió mucho los ojos al darse cuenta de que ya no estaba allí -. ¿Cómo…¿En qué momento…?
- Uno pensaría que ya sabe aparecerse - dijo Bastet, impresionada.
- Es imposible aparecerse en el castillo o sus alrededores - dijo Lily, en su mejor pose de sabelotodo insufrible. Patrick rió, luego besándola.
- Pero realmente es genial. Ni me di cuenta cuándo se fue… - dijo él. Bastet y Lily negaron con la cabeza.
- Yo tampoco - dijeron a coro.
- Quizá sea mejor así. Creo que traje a colación un tema que la molestó bastante - dijo Lily, sintiéndose culpable -. Mejor espero a que le mejore el humor… Victrix no es exactamente una persona muy centrada. No es buena idea estar cerca de ella cuando está de mal humor.
Bastet hizo una mueca incómoda; no, definitivamente no era buena idea.
- ¿Crees que esté en la sala común? - preguntó Bastet. Lily se encogió de hombros.
- ¿Vamos a cenar y la buscan después en la torre? - preguntó Patrick. Las dos chicas asintieron, y los tres se dirigieron al Gran Comedor.
Mientras tanto, Victrix estaba, como había pensado Bastet, en su sillón favorito de la sala común… se había escabullido de ellos poco después que el novio de Lily llegara; andar con una pareja ya era lo suficientemente malo… pero estar en medio de dos parejas, y ser la única soltera del grupo era honestamente deprimente.
Así que se había quedado leyendo un rato… no que eso fuera menos deprimente, claro, pero era la única persona en la sala común, así que nadie podría verla en su estado patético estado.
"Patético por decisión", pensó, frunciendo el ceño, como si estuviera discutiendo el asunto consigo misma.
Y era cierto; simplemente no quería salir con nadie en ese momento, no era que le faltaran invitaciones. Quería ordenar sus propios pensamientos antes de entrar en alguna relación… poner sus prioridades en orden.
Claro, aquel razonamiento era un montón de mierda y dependía solo de si cierto chico la invitaba a salir…
Pero aquello no iba a pasar. Así que, por ahora, se iba a comer su propio cuento ficticio y pensaba, honestamente, ordenar sus sentimientos antes de considerar salir con alguien.
Por ahora, pensaba terminar aquel capítulo… pero se le estaban cansando los ojos con una rapidez increíble. ¿Quizá necesitaba lentes?
Era posible… tendría que ir a revisarse los ojos… pero…
Dio un bostezo largo y sonoro, que retumbó en el silencio de la sala común. No le importaba… iba a terminarse el capítulo y después subiría a su dormitorio a dormir un rato…
Para cuando James, Peter y Sirius entraron a la torre de Gryffindor, la chica llevaría al menos cuarenta minutos dormida.
Peter se había quedado en el agujero del retrato, vigilando que nadie entrara, mientras Sirius se quedó en la sala común, jugueteando con su varita, esperando a que James buscara la capa invisible para poder salir del castillo sin ser vistos. Y, claro… ahora era mucho más fácil que los tres entraran en la capa de James.
Sirius soltó una media sonrisa pretenciosa, mientras pensaba en su muy entretenida tarde.
Estaba agotado, y estaba seguro que sus dos amigos también debían estarlo… pero no les importaba. La adrenalina de haberlo logrado, después de dos años de esfuerzos… aquello sacaba todo el cansancio de sus cuerpos. Nada más la idea de, finalmente, poder acompañar a Remus en sus transformaciones era lo suficientemente emocionante para quitarle el sueño a cualquiera.
- ¡Vamos, James! - exclamó Sirius, impaciente, mientras miraba hacia los dormitorios -. ¡Apúrate!
- ¡Ya va, maldita sea¡No consigo la capa! - sonó la voz de James desde los dormitorios casi gritando -. ¿Dónde demonios la dejaste?
- ¡Está ahí! - dijo Sirius, frunciendo el entrecejo -. ¿Buscaste debajo de tu cama, desastre con patas?
- ¡NO SEAS IMBECIL, NO ESTA DEBA…! - la voz de James se apagó de repente. Sirius sonrió, complacido, mientras James salía del dormitorio con cara de malas pulgas, con la capa enrollada en un brazo.
- Grandísimo idiota, ya me querías meter a mi la culpa de haberla perdido - dijo Sirius, alzando las cejas. James gruñó, caminando hacia el agujero del retrato… al mismo tiempo, Sirius sintió movimiento en un sillón, junto con un murmullo casi imperceptible, que lo hizo voltear.
- ¿Vienes o qué? - preguntó James, alzándole las cejas desde el agujero del retrato.
- Todavía no… me acabo de acordar que tengo que hacer algo - dijo Sirius.
- ¿Qué cosa? - preguntó James, receloso.
- ¿Acaso he de decirte cada movimiento que hago? - preguntó Sirius, impaciente -. Con una madre me basta y me sobra, James, ya lo sabes. Espérenme detrás de la estatua de la bruja tuerta en unos cinco minutos, ya voy para allá.
- Bien, de acuerdo… - dijo James, aún desconfiando. Él y Peter salieron de la torre de Gryffindor preguntándose a qué se debía el cambio repentino de Sirius, pero se limitaron a ir al lugar de encuentro.
Sirius, mientras tanto, miraba la figura encogida en el sofá, en posición fetal. Empezaba a hacer un frío terrible en los alrededores del colegio, y los elfos domésticos no habían encendido la chimenea… Victrix se debía estar congelando. Se acercó a ella sigilosamente y rozó una de sus mejillas con su mano.
- A dos minutos de una neumonía - murmuró, preocupado, mientras sacudíala cabeza. Murmuró un hechizo que prendió la chimenea -. Accio cobija…
La frazada de su propia cama voló hacia él. Sirius murmuró un hechizo calentador dirigido al cobertor - un hechizo que había aprendido de su padre mucho antes de entrar a Hogwarts - y luego cubrió a la chica con ella, ajustando la cobija a los bordes de su cuerpo.
Victrix pareció relajarse ante el calor, porque su cuerpo pasó de la posición fetal en la que estaba, a estirar las piernas. Sirius sonrió, mientras cerraba el libro que estaba sobre el estómago de Victrix cuidadosamente y lo ponía en una mesita cercana. Se detuvo a mirarla mejor, sólo un momento…
Era perfecta. No había otra palabra para describirla… su pelo negro esparcido en un cojín, sus pestañas largas y oscuras, su nariz perfilada, la forma de sus mejillas…
Y su boca. Dios, esos labios… pensó Sirius, mirándola detenidamente.
Los mismos que llevaban meses ocupando su pensamiento, sin dejar espacio para nadie más. Siempre, desde el momento que la vio por primera vez, había visto algo, un detalle, que la había separado de todas las demás… pero no se había dado cuenta de que era su boca hasta hacía muy poco tiempo antes. Sus labios perfectamente dibujados, que habían sido su locura por los últimos seis meses…
Desde la tarde en que ella lo había acusado de sobreprotector, la tarde en la que ella había dejado de dirigirle la palabra. Ahí se había dado cuenta: no era cuestión de sobreprotección… eran celos.
Perdió el sentido del tiempo con sólo mirarla... y ella lo había sentido. Después de un rato de ser observada, abrió los ojos lentamente, clavándolos en el chico.
- ¿Sirius? - preguntó en un susurro. Él le sonrió.
- Sí, soy yo… - le dijo Sirius.
- ¿Pasa algo?
- Nada, nada en lo absoluto. Te quedaste dormida, eso es todo - dijo él, guiñándole un ojo. Ella sonrió ligeramente. Está muy dormida para darse cuenta que me está dirigiendo la palabra por primera vez en meses, pensó Sirius -. Vuelve a dormir, Vixie.
Victrix asintió ligeramente con la cabeza.
- Buenas noches, Sirius…
- Buenas noches, pequeña. Nos vemos mañana - dijo él, dándole un beso en la mejilla. La sonrisa de Victrix se hizo más profunda. Para su sorpresa, la chica le dio a él un beso en la mejilla, luego recostándose de nuevo en el cojín.
Sirius rió ligeramente y, al ver que la chica ya había caído profundamente de nuevo, se volvió hacia el retrato y salió de la torre de Gryffindor, encontrándose con sus amigos en el lugar previsto sólo minutos después.
- Dijiste cinco minutos… han pasado quince - dijo James. Sirius volteó los ojos, aburrido.
- Gracias por el dato, Big Ben - comentó, alzando una ceja -. Vamos, vamos, antes de que caiga la noche, para poder hablar con Remus.
Los tres chicos se metieron en la capa de invisibilidad y salieron del castillo.
Un tiempo atrás, James le había preguntado casualmente a Remus cuál era el truco para poder entrar al Sauce Boxeador, y el chico le había dicho, no sin cierto recelo, que era presionar un nudo que había entre varias ramas.
Les sería más fácil de lo que pensaban, con el detalle del alter ego animal de Peter: sorprendentemente, aunque James y Sirius se habían convertido en un ciervo y un perro, respectivamente, el animal en que se había transformado Peter había sido una rata… lo cual significaba que Peter podía simplemente saltar hacia el nudo y parar el movimiento del Sauce Boxeador.
Aunque… seguía siendo raro que Peter se convirtiera en una rata. ¿No habían leído en alguna parte que el animal en el que se transformaban reflejaba la personalidad del mago? Con Sirius y con él mismo tenía algún sentido… Sirius y James eran magos poderosos que poseían ciertos rasgos de sus alter egos animales… Sirius, la lealtad tan característica de los perros y James un cierto pavoneo propio de los ciervos… pero¿qué se suponía que significaba una rata¿No sería algo parecido a inmundicia, suciedad, miedo, deslealtad…?
James sacudió la cabeza, molesto consigo mismo por pensar aquello de su amigo. Peter podía no ser el mago más talentoso que conocía, pero era un buen amigo, de aquello podía estar seguro. Haría cualquier cosa por él, o por Remus, o por Sirius.
Era honestamente horrible pensar tan mal de Peter, aparte de inconsistente. ¿Sólo por una simple teoría de que el animal interno tenía algo que ver con la personalidad? Por favor. Cualquiera se podría hacer un invento parecido.
Antes que se diera cuenta, habían llegado frente al árbol. Miró el cielo; debían ser aproximadamente las seis y cuarto de la tarde. Aún tenían tiempo.
Peter se transformó en su alter ego animal, mientras Sirius escondía la capa de James bajo una roca.
Peter encontró el nudo del Sauce después de sólo unos pocos segundos de buscarlo, lo apretó y los tres entraron por el agujero rápidamente, accesando a un túnel.
Aquél túnel parecía durar kilómetros y kilómetros. Se les hubiera hecho muchísimo más fácil pasar por él en sus formas animales, pero habían acordado entrar como humanos a la Casa de los Gritos, para que Remus no se exaltara al ver de repente a un perro, un ciervo y una rata entrando a su guarida de transformación.
Finalmente, después de lo que se sintió como una media hora gateando por aquél túnel oscuro, los tres chicos llegaron a una puerta... al abrirla, consiguieron a Remus en una sala con muebles rasgados, mirando distraídamente hacia una ventana; el chico no había notado la llegada de sus amigos.
- Pudiste habernos dicho que este túnel era tan largo y tan incómodo… creo que mi túnica está arruinada - comentó Sirius, rompiendo el silencio. Remus se volteó a mirarlos, sobresaltado -. Lástima, me hacia ver incluso más sexy - terminó Sirius, sacudiendo la cabeza mientras veía su túnica, roída y llena de polvo. James y Peter voltearon los ojos.
- ¿Qué hacen aquí… ahora, entre todos los momentos? - preguntó Remus, todavía sorprendido.
- Bueno, habríamos llegado antes, pero Sirius tenía algo que hacer - dijo James -. Y nos tardamos más de la cuenta.
- No seas exagerado, en eso me tardé quince minutos - dijo Sirius, fastidiado de tener que darle explicaciones a James -. En todo caso… amigo, te tenemos excelentes noticias - añadió, mirando a Remus.
- ¿No pueden dármelas más tarde¡Este es más o menos el peor momento posible para decirme nada! Estoy a menos de una hora de mi transformación - dijo Remus, nervioso.
- Genial - dijo James, sonriendo -. Éste es, en realidad, el mejor momento para que te demos nuestras noticias, Remus. ¿Quieres hacer los honores, Sirius?
- Oh, no, Jamsie. Te cedo completamente los derechos de autor de esta historia - dijo el susodicho, sentándose en uno de los sillones roídos de la habitación, Peter tomando asiento cerca de él.
Ambos vieron cómo James ponía a Remus al corriente de sus movimientos de los últimos años… la idea de Sirius, las prácticas larguísimas, el miedo a que Peter no lo lograra y su salida de abajo… todo, hasta llegar a aquella tarde: la finalización de dos años de duro trabajo.
Remus se quedó callado de la impresión una vez James hubo terminado. Sus tres amigos lo miraban: James, orgulloso de sí mismo; Sirius, divertido ante su posible reacción, y Peter simplemente expectante.
- Yo… no puedo creer que hayan tomado un riesgo tan grande… por mi - dijo Remus, cuando finalmente se recuperó del shock.
- Para eso estamos, mi lunático amigo - dijo James, sonriendo -. No fue tan arriesgado de todos modos… hemos hecho bromas muchísimo más peligrosas.
Remus sonrió: nunca admitirían lo mucho que les había costado, él lo sabía, los conocía muy bien.
- Gracias - dijo, simplemente.
- No hay de qué - dijo James, encogiéndose de hombros casualmente, como si le hubiera pasado un pedazo de pastel y no arriesgado su vida por su amigo. Miró a un lado, y frunció el ceño, mitad divertido y mitad seriamente perturbado -. ¿En qué piensas, Sirius? Cargas una cara de estar paseando por Saturno que ni te cuento…
Sirius despertó de un semi trance de un momento, mientras se tocaba la mejilla que le había besado Victrix con un dedo. Sacudió la cabeza.
- No pienso en nada en particular - mintió, de manera tan convincente como cada vez que lo hacía (últimamente, siempre por el mismo motivo).
Pero la atención fue rápidamente desviada de Sirius cuando los cuatro sintieron, casi por premonición, que había caído la noche completamente… desde la ventana que miraba Remus cuando ellos llegaron se veía claramente como una nube se movía, dando espacio a una grande y clarísima luna llena…
Remus empezó a moverse de forma involuntaria, como si estuviera convulsionando. Sirius y James se miraron: era la hora. Ambos se transformaron en animales casi al mismo tiempo.
Peter, por otra parte, se había quedado impresionado viendo la transformación de Remus; tanto, que no notó cuando estuvo completa. El hombre lobo lo miró fijamente, luego poniéndose en posición de ataque… en el momento que iba a dar un salto hacia él, el ciervo se interpuso entre los dos, tirando al hombre lobo al piso. El monumental perro negro le ladró a Peter, casi en desesperación, y éste comprendió, transformándose finalmente.
El ciervo se alejó entonces del licántropo, que se levantó del suelo.
Los cuatro se miraron y se dieron cuenta que entre sonidos de animales se entendían tan perfectamente como si estuvieran hablando en su lengua humana.
Emocionados, los cuatro animales, los cuatro merodeadores, empezaron a hacer planes para aquella noche… y para todas las que vendrían.
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¿Y qué tal¿Comentarios, sugerencias, alabos, tomates en mi cara? Los acepto todos… pero no me culpen si de repente sienten un cruciatus… Sólo bromeo ;)
REVIEW!
