Último capítulo de… ¿la trilogía del quinto curso? Jeje… Espero que les guste.

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Capítulo siete, El tren de regreso a casa.

Era su último día en Hogwarts como quinto curso… y una verdadera lástima, porque aquel había sido el año más movido e interesante que esa generación había tenido: millones de enfrentamientos entre miembros de las dos casas principales (Gryffindor y Slytherin, por supuesto), una muy reñida copa de quidditch (ganada, por cuarto año consecutivo, por Gryffindor) y miles de chismes increíblemente jugosos que involucraban a cursantes del quinto año… la mayoría acerca de los autodenominados merodeadores y toda su pandilla.

El último de aquellos chismes era la muy divulgada presente relación de la llamada merodeadora postiza, Victrix Sekhmet, con un moreno alto de ojos grises de sexto año de Hufflepuff llamado Joshua McGraw.

Aquello era la noticia caliente de las últimas dos semanas ya que, después de que la chica había rechazado invitaciones a salir de más de una docena de estudiantes de todos los niveles de Hogwarts… el colegio entero había llegado a sospechar que, simplemente, se había hartado de los hombres… aquello no parecía una teoría demasiado increíble, considerando que en los últimos dos años había tenido un historial de salidas que incluía alrededor de quince chicos, de los que parecía aburrirse con una facilidad enorme.

Irónicamente, uno de mejores amigos, Sirius Black, compartía el mismo patrón en cuanto a sus relaciones sentimentales: salía con ellas, se hartaba de ellas después de unas dos semanas, y se deshacía de ellas instantáneamente; a los cuatro días ya estaba saliendo con otra chica increíblemente atractiva, por lo general dejando a la novia anterior o molesta o resentida… pero seguía teniendo de dónde escoger en cuanto a posibles citas, aún contando su reputación de casanova casi intolerablemente cool.

A Victrix le sucedía lo mismo: aunque era famosa por prestarle un grado mínimo de atención al tipo de turno, siempre había algún admirador dispuesto a invitarla a salir. Aparte de ser atractiva y considerablemente talentosa, la chica tenía un ingenio admirable, un sentido del humor delicioso (aunque dedicara muchísimo menos tiempo a hacer bromas pesadas ahora que cuando estaba en los primeros cursos) y la costumbre de terminar siendo buena amiga de los tipos con los que alguna vez había salido… con la excepción de Ian Baum, al que parecía odiar (y él odiarla en retorno) desde que dejaron de salir en el cuarto curso.

Pero el hecho que tuviera novio después de tanto tiempo no era la gran noticia: por primera vez en la vida, a Victrix se la veía realmente interesada en el tipo en cuestión: contrario a los anteriores, cada vez que se veían juntos en los terrenos del colegio, estaban riendo… aquello no es que fuera poco común en la chica (se reía todo el tiempo cuando estaba con sus amigos) pero sí cuando estaba con el chico de turno.

Ahora, sorprendentemente, pasaban todo su tiempo libre juntos. Como ahora.

- Vamos, Vic… ¿qué estás esperando? - preguntaba Joshua, impaciente, pero mirándola con una sonrisa. Lily, Bastet y él estaban esperando a Victrix mientras ella se veía en un espejo gigantesco, en la puerta del castillo. Después de unos cinco minutos, la chica se volteó y los miró sonriendo. Bastet y Lily rodaron los ojos, mientras Joshua sonreía divertido.

- ¿Es necesario que seas tan pretenciosa? - preguntó, mientras caminaban (prácticamente corrían, gracias a la distracción de Victrix) hacia los coches que llevaban hasta la estación de Hogsmeade.

- Psst, mira quien habla - dijo Victrix, alzando las cejas -. Creo conocer a cierto chico que siempre llega tarde a la clase de la primera hora por estarse arreglando el pelo…

- Ah, pero funciona, chiquita, funciona - dijo él, con una sonrisa presumida. Victrix rió por lo bajo, mientras los cuatro se montaban en uno de los carruajes.

Lily y Bastet se miraron, pensando lo mismo por vez número infinita: aquél chico tenía demasiadas cosas en común con otro moreno de ojos claros que conocían.

- Chicas… ¿dónde están Remus y Patrick? - preguntó Victrix una vez en la estación de Hogsmeade, mientras las tres subían al tren (Joshua había ido con sus amigos un rato)

- Remus está con los chicos - dijo Bastet, encogiéndose de hombros -. Y, además, no tengo por qué estar con mi novio todo el tiempo… especialmente después que una de mis mejores amigas casi me asesina por supuesta negligencia - añadió, mirando a Lily, que reía por lo bajo.

- Y, Patrick… bueno, él y yo cortamos la semana pasada, pensé que se los había dicho.

- ¿Qué? - preguntaron Bastet y Victrix al unísono -. ¡No, no lo dijiste¿Qué paso?

- No sé, supongo que realmente no éramos demasiado perfectos uno para el otro - dijo Lily, encogiéndose de hombros -. No era muy serio, a decir verdad.

- ¿Estás bien, entonces? - preguntó Bastet. Lily asintió.

- Totalmente - dijo, sonriendo.

Estuvieron hablando por un buen rato, hasta que apareció Remus en su compartimiento y, después de darle un beso rápido a Bastet, le dijo a Lily que tenían una reunión obligatoria en el vagón de prefectos. La chica se despidió y ambos se fueron, dejando a Victrix y Bastet solas.

- ¿Por qué crees que hayan cortado? - preguntó Bastet. Victrix se encogió de hombros.

- Por lo que dijo Lils, supongo - soltó una risita -. Creo que todavía no se ha dado cuenta conscientemente que le gusta James.

- Dudo que se de cuenta nunca - dijo Bastet -. Creo que le encanta la idea que se ha formado de que el tipo es un bastardo insensible. Y James no ayuda…

- No, no lo hace. Lily estaba realmente molesta el día que empezó a hechizar a Snape… - dijo Victrix, haciendo una mueca -. Aunque, vamos… es Snape. Merece cualquier cosa que le hagan.

- Honestamente no entiendo qué tienen James, Sirius y tú contra ese tipo - dijo Bastet, encogiéndose de hombros.

- Es un pesado maleducado y con alardes de grandeza. Y le encantan las artes oscuras, siempre le han encantado… ¿recuerdas aquel hechizo que intentó lanzarle a Sirius aquella vez? Sirius lo pudo evadir, pero le llegó de lleno a la señora Norris… la pobre gata casi se desangra a morir - dijo Victrix. Frunció el ceño -. ¿Imaginas si le hubiera dado a Sirius? Merlín…

Bastet miró a Victrix por un momento… aunque la chica negara seguir estando enamorada de Sirius, la mera forma como se refería a él la delataba. Victrix alzó una ceja.

- ¿Qué se supone que quiere decir esa mirada?

- ¡Vickie! - llamó una voz desde el corredor. Victrix miró hacia donde salía la voz y sonrió.

- Voy, Josh… - dijo Victrix, parándose y yendo hacia donde estaba él. Bastet se paró también.

- Creo que voy un rato con mi prima, lleva tiempo quejándose de que la tengo olvidada… vuelvo en un rato - dijo Bastet. Victrix asintió y luego se encontró con Joshua en el corredor.

- Chiquita, creo que voy a tener que pasar el resto del viaje en el vagón de prefectos, con la reunión ésta idiota… - dijo él.

- No puedo creer que estoy saliendo con un prefecto… - comentó Victrix, sacudiendo la cabeza.

- Muy graciosa - dijo él, sonriendo -. Ni siquiera te molesta el hecho que vamos a pasar dos horas separados… - comentó, poniéndose una mano en el pecho con expresión dolida. .

- Claro que me molesta cariño, ya sabes que detesto estar lejos de ti - dijo ella, abriendo mucho los ojos y haciendo un puchero. Joshua rió ligeramente, después besándola.

Al otro lado del corredor, Sirius Black miraba la escena, sus ojos chispeando de furia. Sacó la varita con un movimiento rápido, y apuntó a McGraw…

- ¿Vale la pena? - preguntó James detrás de él. Sirius bajó la varita de golpe: por supuesto que valía la pena, pero no iba a hacer aquello frente a su mejor amigo.

- Supongo que no - mintió Sirius, encogiéndose de hombros.

- Invítala a salir y punto, Padfoot, no es que te sea difícil conseguir a cualquier chica que se te antoje - dijo James.

- No seas idiota, no puedo invitarla a salir, es una de mis mejores am… - Sirius se dio cuenta de lo que estaba diciendo -. ¿Invitar a salir a quién, Prongs? - preguntó, en un intento patético de hacerse el desentendido. La risa de James retumbó por el pasillo.

- Eso fue triste, amigo… muy triste - dijo James, aún riendo -. Es casi lindo cómo te enrollas tanto cuando se trata de Victrix.

- Cállate. Tú te pones peor con Evans - dijo Sirius, mientras ambos regresaban a su compartimiento, donde Peter los esperaba. James estaba de demasiado buen humor para que el comentario lo afectara.

- Quizá, pero al menos yo sí me atrevo a invitarla a salir - dijo.

- Y ella te manda a freír espárragos en cada intento - dijo Sirius, alzando las cejas -. Si tu ejemplo es por el que me tengo que regir, prefiero quedarme callado. Salgo mejor a que me pateen el culo mensualmente por considerarme peor opción que el calamar gigante. No, gracias.

- Awwww, nuestro Padfoot está enamorado - dijo James. Sirius se sonrojó, y James rió de nuevo -. Adorable

Sirius lo miraba con ira contenida, aunque indefenso ante el ataque: estaba enamorado, qué se le iba a hacer. Y ella, aparentemente, estaba loca por aquel otro tipo, McGraw.

A tres metros del compartimiento, Victrix estaba en el suyo, con las piernas extendidas y muy concentrada en su lectura.

Estuvo así, sola y en silencio, por un largo rato, aparentemente olvidada por todos. No le molestaba mucho: le gustaba estar sola tanto como estar acompañada. Aunque, claro, el silencio la hacía divagar y recurrir a viejos pensamientos, a sus viejos vicios…

A aquellos ojos azules, que estaba segura que no iba a poder sacarse de la cabeza ni cuando cerraran su sepulcro.

Aunque, por primera vez desde que podía recordar, realmente le gustaba el chico con el que estaba saliendo… seguía sin ser él. Pero, ella también se daba cuenta: se había buscado al tipo más parecido a Sirius que había podido encontrar. Aparte de ser similares físicamente, Joshua era tan bromista como el Gryffindor, igual de encantador… y la trataba igual que él.

Victrix soltó una media sonrisa… aquello era digno de Freud. No sólo era igual de dulce con ella que Sirius, sino que hasta los apodos que le tenía se parecían: mientras Sirius la llamaba Vixie, Joshua le decía Vickie; aparte de que Sirius siempre le había dicho "pequeña", y Joshua se dirigía a ella como "chiquita".

Eran casi iguales. Con la excepción lamentable de los colores distintos de ojos, y el hecho de que podía besar al Hufflepuff, mientras se había quedado con las ganas aquella vez con Sirius.

Aparte de que nada era lo mismo con Sirius desde aquel día. Él la trataba igual, pero ella trataba de alejarse un poco… quería olvidarlo más que cualquier otra cosa en el mundo.

Quizás, si lo lograba, podría enamorarse de Joshua…

- No puedes salir con McGraw - dijo una voz desde la puerta, sacándola de sus pensamientos y sobresaltándola. Alzó la vista de su libro: era Sirius. Victrix se levantó para encararlo, dejando su libro encima del asiento.

- ¿Cómo que no puedo salir con él? No estoy pidiéndote permiso - dijo la chica, alzando una ceja.

- Lo pidas o no lo pidas, no te lo doy. Ese tipo no es bueno para ti - Sirius recorría a su vieja excusa.

- ¡Ay, no¡No esto otra vez! - exclamó Victrix -. ¡No me vengas con ese cuento de "ese tipo no es bueno para ti"¡Ya has gastado esa frase demasiado!

- ¡Es que no lo es! - dijo Sirius a la defensiva, empezando a perder la paciencia -. ¡Es demasiado mayor para ti…!

- No seas imbécil. Me lleva tres meses… acuérdate que yo soy mayor que tú y que sólo estoy en tu generación de Hogwarts porque cumplo años en noviembre - dijo Victrix. Sirius quedó como pez fuera del agua por un momento ante aquel comentario: se le había olvidado por completo.

- Pues… de todos modos. No es lo suficientemente inteligente… - dijo finalmente.

- ¡Es el mejor en todas sus clases¡Lo más seguro es que reciba el premio anual el año que viene!

Sirius maldijo mentalmente… ¿qué tan perfecto podía ser el grandísimo hijo de puta aquel?

- ¡No me importa! - dijo en un tono cercano a un grito, su temperamento ya absolutamente perdido -. ¡No es suficientemente bueno para ti, y punto!

- ¡Deja de sobreprotegerme¡Según tú, nadie es bueno para mí! - exclamó ella, molesta.

- ¡Eso no es cierto¡Sí hay un tipo que te trataría exactamente como lo mereces, y que sería absolutamente perfecto para ti! - dijo Sirius. Se arrepintió de decir aquello instantáneamente.

- ¿Ah, sí? - preguntó Victrix, sorprendida -. Ésa es nueva, tú dándole el visto bueno a alguien. ¿Y quien se supone que es ese tipo, que sería tan puñeteramente bueno para mi¿Y que me trataría como me merezco, según tus propias palabras?

- ¡YO, MALDITA SEA! - rugió Sirius.

Los ojos de Victrix se abrieron de par en par, mientras miraba al chico, incrédula. Él le devolvió la mirada por un momento y luego se decidió: agarró a Victrix de la cintura, la atrajo hacia él suavemente y la besó lenta y apasionadamente.

Después de un par de minutos, Sirius separó su boca de la de ella. Se miraron por otro rato, ambos respirando con dificultad… hasta que él finalmente soltó su cintura y dio un paso hacia atrás.

- Yo… lo lamento - dijo, hablando con la voz queda. Era una mentira: no lo lamentaba en lo absoluto… llevaba años queriendo besarla, y la realidad había sido incluso mejor que todo cuanto había imaginado.

Sin saber qué más decir, se volvió para salir, pero ella lo agarró de un brazo, forzándolo a voltearse.

- Yo no lamento que lo hayas hecho - susurró Victrix. Sirius sonrió, mientras ella rodeaba su cuello con ambos brazos y lo besaba de nuevo, incluso más apasionadamente que antes.

Una vez se hubieron separado, el tren frenó, antes que ninguno pudiera decir nada… habían llegado a la estación nueve y tres cuartos.

- ¡Vic¡Victrix! - llamaba la voz de Bastet desde un corredor lejano.

- ¡PADFOOT¿DONDE DEMONIOS ESTAS? - gritaba Peter desde lejos…

Sin siquiera mirarse de nuevo, ambos empezaron a moverse en direcciones opuestas: Sirius, saliendo del compartimiento para ir al suyo propio y buscar su baúl y Victrix volteándose a buscar su propio baúl. Segundos después, entró Bastet a buscar su equipaje en el compartimiento.

- Vic… ¿qué te pasa¿Estás bien? - preguntó Bastet, mirando a su amiga, preocupada. Estaban bajando del tren en silencio, cosa rarísima en Victrix.

- Yo… - Victrix hizo una pausa, luego decidiéndose a hablar -. Estoy bien, Bassy, no te preocupes.

Siguieron caminando, Victrix aún en silencio… no quería hablar con Bastet, ni con Lily, ni con nadie. Sólo quería besar a Sirius otra vez… y otra… y otra…

Miró alrededor y allí estaba… junto a James y Peter, a unos seis metros de distancia. Estaba callado y caminaba lentamente, con las manos dentro de los bolsillos del pantalón. Sirius subió la vista y la miró en retorno, dedicándole la sonrisa más espectacular que Victrix le hubiera visto: brillante y perfecta. Victrix suspiró al verlo y le devolvió la sonrisa.

Perdieron el contacto visual cuando James arrastró a Sirius hacia la barrera.

- ¡Ah, chiquita¡Ahí estás…! - dijo Joshua, segundos después. Se inclinó para besarla, pero ella volteó el rostro. Joshua frunció el cejo -. ¿Pasa algo?

- No… - Victrix hizo una pausa -. Sí. Josh, no podemos seguir saliendo.

Joshua la miró, sorprendido.

- ¿Qué demonios…¿Qué pasó? Iba todo muy bien… bueno, yo pensé que…

- Es… es complicado - dijo Victrix, cuidando sus palabras -. Pero acaba de suceder algo que… Merlín, lo cambia todo

Victrix lo miró, sin saber qué más decir. Se mordió el labio.

- Lo siento… no quería que terminara así pero…

- No tiene por qué hacerlo, Vickie… - dijo Joshua, aún sorprendido ante la conducta repentina de la chica.

- Sí… sí tiene. Si desperdicio esta oportunidad voy a arrepentirme toda mi vida… y la siguiente - dijo ella, suspirando -. Lo siento, Josh… de verdad lo siento. Este último mes ha sido genial pero… hay cosas en las que tengo que pensar… demasiadas. Tengo una laguna de incoherencias en la cabeza… de verdad lo siento - Victrix hizo una pausa, mientras fruncía el ceño y miraba al suelo -. Espero que no me odies…

- No podría si lo intentara - dijo Joshua. Victrix subió la vista y se lo quedó mirando, aterrorizada de lo que podría estar a punto de decir -. Vickie, yo te am…

- ¡NO LO DIGAS! - gritó Victrix -. No, no, no. ¡NO! No, Josh. No. Yo… ¡ay¡Lo siento! No tienes idea de cuánto.

Victrix se alejó de él tan rápido como pudo, y cruzó la barrera. Se encontró en el andén nueve y tres cuartos de King's Cross un segundo después. Vio a sus padres a lo lejos y sonrió: iría a casa, y pensaría en todo lo que acababa de pasar.

Sí… eso haría. Se calmaría, comería algo de la comida de su madre y organizaría sus ideas.

Y quizás Sirius le escribiría pronto.

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