Capítulo catorce, La apuesta.

La plaga de gripe en el castillo era tal que, aunque era fin de semana de salida a Hogsmeade, casi la mitad de los alumnos habían preferido quedarse descansando en sus respectivas salas comunes. La de Gryffindor, específicamente, estaba llena de gente, cuando solía estar prácticamente vacía en días de visita a Hogsmeade.

Sin embargo, sólo uno de los cuatro merodeadores de Hogwarts se había quedado en el castillo aquella tarde, Sirius Black. Los otros tres estaban perfectamente sanos y no les había molestado en lo absoluto dejarlo solo en la sala común… creía que James se iba a quedar a acompañarlo en su dolor, pero se había ido de todos modos alegando tener una cita, pero negándose a decir con quién.

Diciéndole a sus amigas que tenía trabajo pendiente, Victrix se había quedado en el castillo, aunque más que nada por no querer dejar solo a Sirius.

En ese momento, Victrix estaba sentada en el sofá más cercano a la chimenea, escribiendo algo en un pergamino. Sirius estaba en el suelo debajo de ella, apoyando la cabeza contra sus piernas.

- ¿Cómo te sientes? – preguntó Victrix.

- Más o menos – respondió Sirius, encogiéndose de hombros -. Odio estar enfermo – agregó con tono infantil. Victrix rió suavemente.

- Yo sé, a nadie le gusta – dijo, acariciándole el pelo -. ¿Te tomaste las medicinas… todas? – lo miró con una ceja alzada. Él devolvió el gesto, desafiante.

- Todas – dijo con algo de amargura -. Incluso la que sabe a vómito de leprechaun.

- Romántico – comentó ella. Sirius rió.

- Siempre, preciosa – dijo, guiñándole un ojo. Victrix rodó los ojos, aunque sonriendo -. Y, por cierto… deja de hacerme la tarea. Yo puedo hacerla perfectamente…

- Yo sé que puedes – dijo Victrix, aún escribiendo -. Pero estás enfermo y preferiría que no te esforzaras mucho.

- No es que me sienta mal. Bueno, quizá aparte del sabor que me quedó en la boca gracias a la poción del demonio esa… así que estoy bien, pásame eso – intentó alcanzar el pergamino en el que trabajaba Victrix, pero ella lo apartó, sacándolo de su alcance -. ¡Vixie! - dijo, impaciente.

- No seas necio… – dijo ella -. Me faltan como tres líneas para terminar… además¿cuál es el problema? .¡Querías obligar a James a hacerte el trabajo de todos modos!

- Sí… a James, no a ti – dijo Sirius con expresión cansada -. Siento que estoy abusando del hecho de estar enfermo…

- Eres adorable – dijo Victrix, dirigiéndole una sonrisa dulce -. No lo estás haciendo, de verdad. Sólo quiero hacerte las cosas un poco más fáciles, para que te mejores rápido y después poder yo abusar de ti… repetidamente… y no me refiero precisamente a que me hagas la tarea.

Sirius rió con fuerza y se asomó hacia arriba para darle un beso. Victrix lo empujó suavemente, haciendo que cayera en el suelo de nuevo.

- Oye… - dijo Sirius, frunciendo el ceño.

- Oh, no, aleja tus gérmenes de mi sano cuerpo – dijo Victrix, alzando las cejas y sonriendo. Puso el pergamino encima de la mesita frente al sofá -. Listo, ya tienes lista la tarea de Estudios Mug…

Fue interrumpida a mitad de la frase por Sirius, que la había agarrado por la cintura y jalado hacia él, haciéndola caer en el piso… bueno, no técnicamente en el piso, sino más bien en sus piernas.

- ¡Negarme mi derecho universal a ser besado por mi propia novia!.¿A qué hemos llegado en este mundo? – exclamó Sirius teatralmente.

Victrix rió y lo besó.

- No lo decía en serio, Snuffles – dijo, aún sonriendo -. Podrías tener lepra con viruela draconiana y te besaría de todos modos – terminó, guiñándole un ojo y luego poniéndose de espaldas a él. Sirius rió y la abrazó por la cintura.

- Qué talento tienes para zafarte de problemas, preciosa – dijo, sonriendo, luego besándole el cuello.

- Aprendí del mejor – comentó ella. Estiró la mano, agarró un libro que había dejado la mesita y se le recostó en la espalda a Sirius, abriendo el libro.

- ¿Qué lees?

- La Divina Comedia – dijo Victrix, enseñándole la portada.

- Oh… me encanta ese libro. ¿Por dónde vas?

- Infierno – Sirius le dirigió una sonrisa pretenciosa.

- Romántico – comentó. Ella sonrió y se puso más cómoda, en una posición en la que él pudiera leer también.

Y así se quedaron, abrazados en el suelo frente a la chimenea, ambos leyendo y haciendo comentarios de vez en cuando.

Nadie en la sala común se metía con ellos… la mitad del alumnado (y buena parte de los profesores, gracias a un par de escenas infortunadas alrededor del castillo) ya sabía desde hacía meses que ambos eran pareja. Sus amigos, por otra parte, parecían ser menos perceptivos, exceptuando obviamente las sospechas de Remus y Lily.

Aparte, a ningún Gryffindor le parecía demasiado buena idea molestar al rompe-reglas oficial de Hogwarts, ni a su novia. Ya sabían desde años atrás que no les convenía meterse con los merodeadores ni nada ni nadie a su alrededor.

- ¿Qué hora es? – preguntó Victrix después de un rato.

- Hmm… - Sirius miró su reloj -. ¡MIERDA!

- ¿Ah?.¿Qué pa…? – siguió la vista de Sirius y tuvo que voltearse casi al instante.

Del reloj del animago salía una luz azul muy potente, cegadora.

- ¿Qué demonios…? – preguntó Victrix, pestañeando repetidamente para pasarse la imagen de mundo azul que le había dado aquella vista.

Como si alguien la hubiese cacheteado, Victrix abrió mucho los ojos de repente. Instintivamente, miró hacia abajo y se sacó la cadenita de oro el corazoncito de la túnica… y vio que brillaba con la misma intensidad y color que el reloj del chico.

Sirius la miró, estupefacto, mientras una sonrisa pretenciosa se formaba en los labios de Victrix.

- Te lo dije – dijo, muy lentamente, haciendo mucho énfasis en cada una de las palabras, como si le hablara a un sordo.

Sirius, aunque todavía sinceramente anonadado, no pudo evitar soltar una carcajada.

- Sí, pequeña… ganaste.

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Habían pasado todo el día juntos… y, considerando que nunca habían estado tanto tiempo en la compañía del otro, no les estaba yendo mal en lo absoluto. Muy por el contrario, la cosa les salía casi al natural.

Primero, habían ido a un pequeño café casi a las afueras del pueblo y se habían quedado hablando y riendo. Después Lily había arrastrado a James de compras en Honeydukes, y luego él la había arrastrado a ella a Zonko. Extrañamente, y aunque ninguno de ellos estaría dispuesto a admitirlo en público (ni en privado, ya que estamos) se habían divertido bastante.

Y ahora ya estaba cayendo la noche y llegaban de nuevo al castillo.

- Me estoy congelando – murmuró Lily. James suspiró.

- Por supuesto que te estás congelando, estamos a cinco grados y tú apenas cargas un abrigo – dijo, negando con la cabeza. Lily le dirigió una mirada de corderito degollado que le quitó la expresión molesta de la cara, haciéndolo sonreír.

James se acercó un poco más a Lily y la abrazó.

Estaban parados a orillas del lago, rodeados de una semi oscuridad muy agradable… todavía no había caído la noche por completo, y en el preciso rincón en el que estaban les llegaba el titilar de las velas flotantes del Gran Salón…

Lily miró a su alrededor y sonrió, mientras se acomodaba mejor entre los brazos de James.

- Qué romántico – comentó en voz baja. James rió suavemente.

- Bastante – dijo -. ¿Está funcionando el abrazo como técnica anti-frío o voy a tener que buscarme otra excusa para estar así de cerca de ti?

Lily rió y se apretó incluso más contra su pecho.

- Está funcionando – dijo. Miró hacia arriba para encontrarse con el rostro del chico, que le dirigía una sonrisa espectacular -. James… realmente la pasé muy bien hoy.

- Claro que lo hiciste, un día con James Potter hace feliz a cualquiera – dijo él, guiñándole un ojo. Lily le dio un golpecito en el pecho.

- ¡Potter! – exclamó, actuando molesta. James rió.

- Sólo bromeo, Lil, sólo bromeo – dijo él. Hizo una pausa -. Yo también la pasé muy bien. Viste, después de todo no soy tan malo – su sonrisa se ensanchó.

- No, J, no lo eres. En lo absoluto – dijo Lily, sacudiendo la cabeza -. Se podría decir que todo lo contrario – terminó, con una sonrisa.

Se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla… pero James volteó la cabeza y el beso se vio redirigido a su boca.

Y Lily no opuso ningún tipo de resistencia.

- Y… ¿sigues opinando que la cita fue… exitosa? – preguntó James con voz casi inaudible, después de una larga pausa. Lily lo miró incluso más intensamente.

- La más exitosa de la Historia – dijo. James sonrió y le dio un beso rápido.

En silencio, ambos caminaron por el castillo, agarrados de las manos… sonriendo. No se necesitaba decir nada más, ni una sola palabra.

Fueron directamente a la torre de Gryffindor, saltándose la cena: aunque no habían parado de dar vueltas en todo el día, parecía más apropiado llegar a la sala común.

James estaba más feliz de lo que había estado en mucho tiempo, y a decir verdad lo último que podría pasar por su cabeza en ese momento era saltarse una comida. Ya Sirius, el eterno hambriento, se encargaría de llenarlo hasta la coronilla de alimento más tarde.

James soltó una risita involuntaria al pensar en Sirius.

- ¿Qué pasa? – preguntó Lily, divertida, mientras cruzaban la última esquina para llegar a la entrada de la sala común. James la miró con una sonrisa.

- Que Sirius se va a infartar cuando se entere.

Lily paró de caminar en seco, justo cuando llegaban al retrato de la señora gorda. En un ademán nervioso, soltó la mano de James.

- Acerca de eso… - dijo, enrollándose el cabello frenéticamente -. Digo… sólo… sólo estamos empezando a salir y…

- Cuando tú digas, Lil – dijo James, asintiendo. Claro que no le gustaba la idea de ocultarle aquello a sus amigos, pero si Lily no estaba lista, pues no lo estaba y punto. Ya les diría eventualmente.

Lily suspiró, notablemente más calmada.

James le murmuró "draco dormiens nunquam titillandus" a la señora gorda.

- Gracias por entender – dijo Lily mientras se abría el retrato -. Simplemente pienso que es mejor mantenerlo discreto por un tiem…

- ¡FELICITACIONES! – varias personas gritaron, mientras ambos entraban a la sala común.

Ahí estaban Sirius, Remus, Bastet, Peter y Victrix, con sonrisas de oreja a oreja, justo debajo de un cartel gigante con las letras "JAMES POTTER Y LILY EVANS, FINALMENTE JUNTOS" impresas en él.

James abrió mucho la boca, y Lily se limitó a pestañear.

- Bueno… también podríamos decirles de una vez, digo yo – comentó Lily, alzando las cejas. James soltó una carcajada, mientras ambos se acercaban a sus amigos.

Toda la sala común se había unido a la celebración. Lo que había empezado como una pequeña broma hacia los nuevos enamorados, terminó siendo una fiesta como las que sólo se veían cuando Gryffindor ganaba la copa de quidditch.

- ¡LILY! – Victrix se abalanzó hacia su amiga una vez la emoción principal del momento pasó… cuando ya todos los Gryffindors habían regresado a sus asuntos (en otras palabras, comer como posesos toda la comida que habían robado de las cocinas) Lily le devolvió el abrazo, riendo -. ¡ALELUYA!

- Exagerada… - dijo.

Sirius, mientras tanto, le daba unas palmadas a James en la espalda, con expresión complacida.

- Fantástico, hermano, sería hora – dijo, sonriendo. James lo miraba, incrédulo.

- ¿Cómo… coño… supiste?

- Esa es una excelente pregunta – dijo Remus desde detrás de ambos, asintiendo -. ¿Eres Dios o qué?

- Pues… no había querido decirles nada... pero, sí, soy Dios – dijo Sirius, asintiendo con expresión solemne.

Como si se hubieran puesto de acuerdo, James, Remus y Victrix le dieron golpes a Sirius al mismo tiempo (la chica mucho menos fuerte, por supuesto)

- ¡ACUERDENSE QUE ESTOY ENFERMO! – gritó Sirius. Remus rodó los ojos.

- Llorón – dijo -. Y no contestaste la pregunta… ¿cómo supiste?

Sirius miró a Victrix, que asintió y dirigió una sonrisa a los demás.

- Perdió una apuesta – dijo.

- ¿Disculpa? – preguntó Bastet, frunciendo el ceño. La sonrisa de Victrix se agrandó.

- En primer año… bueno, de hecho, el primer día del primer año… Sirius y yo hicimos una apuesta. Yo decía que James y Lil empezarían a salir juntos antes de que terminara Hogwarts, y Sirius…

- Yo decía que era más probable que los gnomos hicieran una banda pop comunal – dijo Sirius, sonriente. Victrix asintió, riendo.

- Me debes veinte galeones, por cierto.

Sirius suspiró y asintió.

Los demás se los quedaron mirando, impresionados.

- Esa fue una manera muy estúpida de perder dinero – le dijo Remus a Sirius después de una pausa. Éste último asintió.

- No me di cuenta de que había posibilidades de que perdiera hasta mediados del sexto curso – dijo, encogiéndose de hombros. Se volvió a Lily y le guiñó un ojo -. Por otro lado, ahora sí… es fantástico tenerte de cuñada, Lil.

Lily se lo quedó mirando y, finalmente, soltó un suspiro. Ya, qué demonios. Alzó las cejas a Sirius y luego se aferró a un brazo de James.

- Dile que deje de joderme – le dijo, señalando a Sirius. James soltó un bufido.

- Padfoot, deja de joder a Lil.

- Sí, señor – Sirius hizo un saludo militar y se alejó, causando que Lily riera con ganas.

Sólo segundos después, una ráfaga de perfumes mezclados zafó a Lily del brazo de James y la llevó a un rincón: Bastet y Victrix, en sus mejores poses de mejores amigas chismosas, estaban pidiendo cuentas de cómo había sucedido todo.

Después de decidirse a contar la versión larga (viendo que el "pues, nada, salimos, nos besamos, bada bim, bada bum" no había sido lo suficientemente bueno para sus amigas) y pasarse unos buenos diez minutos dando todos los detalles, sus amigas se la quedaron mirando.

- Así que… ¿no querías decirle a nadie todavía? – preguntó Victrix. Lily se encogió de hombros.

- Eventualmente, pues se los hubiera dicho.

- A veces te pareces tanto a mí, Lils – dijo su amiga, alzando las cejas.

- Y que lo digas – murmuró Sirius, que se les había acercado y había oído la última parte del relato. Victrix y Bastet se lo quedaron mirando pero, para alivio de todos, Lily no había escuchado aquello -. Hey, Vixie, se están acabando las provisiones – señaló la mesa donde estaba la comida.

- ¿Expedición a la cocina? – preguntó ella, seria. Sirius asintió, y ella se volvió a sus amigas -. He de buscar alimento para las masas. Volveré pronto.

Ambas sonrieron y se dirigieron hacia donde estaban sus novios, como si hubiesen estado esperando que Victrix se fuera.

Ella chasqueó la lengua, fingiendo desaprobación.

- Pero qué maleducadas – dijo, negando con la cabeza. Bastet rodó los ojos, y Lily le sacó la lengua de manera muy poco ceremoniosa. Victrix soltó una risotada y salió del agujero del retrato con Sirius… que la besó apasionadamente una vez estuvieron fuera de la mira de los demás.

- Lindo – comentó ella, divertida, mientras se dirigían a las cocinas -. E impresionantemente espontáneo.

- Soy un tipo artístico, ya lo sabes – comentó él, con su mejor pose presumida.

Ella asintió, soltando una risita. Aún no eran las once de la noche, así que no era necesario esconderse de las autoridades por estar fuera de la sala común. Llegar al pasillo de las cocinas, por otro lado, era bastante distinto considerando que, técnicamente, los alumnos no deberían robar comida del castillo…

Técnicamente.

Mientras Sirius entraba por la trampilla a las cocinas, Victrix se quedó fuera del retrato, vigilando cualquier posible amenaza, también conocidos como profesores y prefectos. Ahora siempre se veían obligados a hacer aquello, desde que el cuidador había confiscado el Mapa del Merodeador a Peter hacía un par de semanas. Bueno, qué se le iba a hacer… por un par de meses haciendo travesuras sin él no se acababa el mundo. Después de todo ya dejarían Hogwarts atrás en muy poco tiempo.

Y… el tener un poco más de riesgo convertía el salir a merodear en toda una aventura.

Sirius se estaba volviendo loco en las cocinas, haciendo los pedidos más rebuscados a los elfos domésticos, que le daban cuanto pedía de manera muy sumisa, lo cual ponía al chico cada vez de mejor humor.

Al otro lado del cuadro, la historia era ligeramente distinta. Victrix tenía los brazos cruzados, con la espalda apoyada en el cuadro y la varita sobresaliendo de un bolsillo, por si las moscas.

- Son las diez y media de la noche – dijo una voz fría tras ella. Victrix subió la vista y vio a chico alto, de cabello castaño oscuro y ojos verde oliva. Un sexto curso muy atractivo para pertenecer a Slytherin, pero con la misma pose que tenían todos los de la casa. Su rostro le parecía muy familiar.

- Muchas gracias por el dato – dijo ella, después de haberlo examinado, con su mejor tono diplomático.

- ¿Notas la placa? – preguntó el chico, señalando la lámina dorada brillando en su pecho, que lo identificaba como prefecto.

- Sí, muy bonita – dijo Victrix sin inmutarse. Si había algo que le molestara más que un Slytherin, era un Slytherin con alardes de grandeza -. ¿Se supone que debo sentirme intimidada por ella?

- Podrías hacerlo – dijo él, con una media sonrisa -. Cinco puntos menos a Gryffindor por tu insolencia a un prefecto.

Ella alzó una ceja.

- Ya. ¿Vas a seguir quedándoteme mirando? Ya sé que soy sexy, pero rayas en el acoso.

Los ojos del Slytherin brillaron, mientras se metía la mano en un bolsillo para buscar su varita… se lo pensó mejor, al ver que ya Victrix lo apuntaba con la suya.

- No te lo recomiendo. No por alardear, pero las malas lenguas dicen que soy la mejor duelista que se ha visto en Hogwarts en muchos años.

La media sonrisita molesta apareció de nuevo en el rostro del Slytherin, mientras sacaba la mano del bolsillo y la chica bajaba la varita.

- ¿Victrix Sekhmet, asumo? – preguntó él. ¿Dónde he visto a este imbécil antes?, se preguntó ella.

- La misma – dijo.

- Conozco a tu hermana – comentó el chico. Victrix alzó una ceja.

- Eso explica muchas cosas – dijo -. ¿Y tú eres…?

- ¿Abusando un poco de poder, Regulus? – preguntó la voz de Sirius, mientras se ponía al lado de Victrix. Había oído voces desde la cocina y, agarrando la bolsa llena de comida que le habían dado los elfos, había corrido al rescate. Victrix vio la luz: de ahí conocía al Slytherin… era el hermano de Sirius.

Regulus lo miró con expresión molesta.

- ¿Qué coño haces aquí?

- Ejecutar mi derecho como estudiante de caminar por el colegio, zopenco – dijo Sirius, fríamente.

- ¿No te parece un tono demasiado impertinente para ser dirigido a un prefecto, hermanito? – preguntó Regulus, con un brillo extraño en los ojos -. Creo que amerita un…

- ¡Conjunctivitis! – exclamó Sirius, apuntándole con la varita.

- ¡Petrificus totalus! – exclamó Victrix al mismo tiempo.

El resultado: un Regulus Black con los ojos muy hinchados los miraba fijamente, en una mirada que denotaba un odio intenso, sin poder hacer nada.

Victrix y Sirius se miraron, sonriendo y, a forma de "high-fiving" se dieron un beso corto.

Como si lo hubieran acordado, Victrix ubicó la trampilla más cercana (una al lado del pasadizo que daba a las cocinas, no confiaba mucho en los elfos) y la abrió. Sirius hizo levitar el cuerpo de su hermano dentro de ésta, y luego la cerró al murmurar "colloportus"

Divertidos, ambos chicos se devolvieron muy tranquilamente a la torre Gryffindor, como si no hubiera pasado nada.

Y ya se las arreglaría Regulus para salir de allí.

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Bueno… a mí me gustó :D. Me plagié a mi misma, eso sí (tengo un fan fiction de tiempos inmemoriales, Something Stupid, en el que hay una escena terriblemente parecida a la de Lily y James, incluso con los mismos personajes)

Pero sigue siendo un capítulo que me gusta, y lo termino después de muchas angustias por un pequeño problema hogareño (hay un nuevo personaje caminando por mi casa esta semana, lo he llamado Peter… les reto a encontrar la razón de tal nombre :P)

En todo caso, éste es el penúltimo capítulo, ya mañana comienzo con el último, en el que debería tardarme más o menos una semana.

Muchísimas gracias a Gerulita Evans por su review en el capítulo trece, espero que éste también te guste :D

En otra nota... ¡FELIZ DIA DE SAN VALENTIN! Unámonos todos los solteros en una borrachera comunal, para no deprimirnos al ver a las parejitas con sus rosas y sus pendejadas... (sí, cochina envidia¿Y QUE¡tengo derecho!) Bromeo, bromeo... kind of.

Hora del mensaje subliminal:

--Review--Review--Review--Review

Fin del mensaje subliminal ;)

Saludos,

Victoria