Capítulo quince, El Principio.

Siete años. Ni más ni menos que eso, siete años. Siete años de travesuras, de bromas, de locuras, de horas y horas pasadas en la enfermería, de cientos de horas más pasadas en detención. Siete años de perseguir a (y ser perseguidos por) los Slytherin.

No se sentían como más de siete días.

Sin embargo, a esa misma hora del día siguiente, ya serían graduandos de Hogwarts y estarían camino a sus casas de nuevo.

En el caso de Sirius, ya sentía estar abusando mucho de la hospitalidad de los Potter. Por más que le encantara vivir en la casa de su mejor amigo, aquello ya se estaba poniendo excesivo… y, después de todo, los dueños de la casa eran los padres de James, y no su mejor amigo. Y qué se le iba a hacer, le daba pena con ellos.

Así que acababa de comprarse un apartamento en Hogsmeade. Su tío Alphard, que había sido su mentor durante buena parte de su vida, había muerto hacía unos meses, y le había dejado una buena fortuna… así que se permitió a sí mismo escoger un town house lindísimo de dos pisos que, aunque era pequeño, era bastante acogedor.

Le había costado un mundo poder decirle a James que se mudaba, pero finalmente, después de que lo supo todo el mundo, (Victrix incluso se había ofrecido para hacer las decoraciones) le dijo que se había comprado un apartamento. James se lo tomó muy bien y, aunque le dijo que era un idiota por tener pena con él o con sus padres, lo felicitó, porque sabía que llevaba años queriendo independizarse de cualquier atadura.

Y ya mañana empezaría la mudanza, a lo que llegaran a la estación nueve y tres cuartos.

Ah, pero eso estaba a un día de distancia. Había cosas que hacer antes de salir de Hogwarts.

No se iría silenciosamente de Hogwarts, no señor.

Eso último tenía firma Sirius Black, exclusivo. Ni James, ni Remus, ni Peter tenían nada que ver con aquello. No se los había si quiera mencionado. Y tampoco a Vixie.

Era personal.

Una emboscada total: mañana, a ocho y media de la mañana (la hora que los alumnos empezaban a bajar al Gran Comedor para desayunar y luego movilizarse hacia la estación de Hogsmeade) la sala común de Slytherin quedaría absolutamente inmovilizada. Llevaba siglos planeándolo: había estado los últimos dos meses poniéndole hechizos movibles a las mazmorras hasta que finalmente lo había logrado: con la mención de la frase "motus circumvallavi" y un simple movimiento de varita… las mazmorras serían reubicadas al sexto piso del castillo, y tapeadas automáticamente, dejando a la casa entera atrapados dentro.

Por desgracia, no podía hacerlo permanente… pero le daría suficiente tiempo para mantenerlos ahí por unas doce horas, muchísimo más de lo suficiente para no tener que verlos en todo el recorrido del expreso de Hogwarts…

Sólo Snivellus, su prima Bellatrix y su hermano Regulus (que había logrado salir del pasadizo a mitad de primavera, jurando venganza) verían la firma: Padfoot. Sólo ellos estaban dentro del hechizo de vista selectiva, los demás tendrían que pronunciar un hechizo específico, que no adivinarían nunca. Por tanto, aunque tuvieran la firma de aquello justo bajo sus narices, ningún profesor podría verlo, nunca. Y Snape, Bellatrix y Regulus tendrían que morir de la rabia, y morir callados. Y, aún si los profesores los pudieran ver… ya Sirius estaría graduado, no había nada que podían hacer contra un ex-alumno… y era una ofensa demasiado tonta para si quiera considerar tiempo en Azkaban.

Ah, la vida es bella, pensó Sirius con una sonrisa, mientras se deslizaba hacia la entrada de las mazmorras, metido en la capa de James por si acaso.

Los corredores, el Gran Comedor, las salas comunes, todo el castillo, estaban vacíos. Como último día antes de regresar a casa, aparte de un día veraniego perfecto, todos estaban en los alrededores del lago. Los de séptimo, disfrutando más que el resto, ya que finalmente habían terminado las dos semanas de horror que significaban los E.X.T.A.S.I.S. Ya Sirius se uniría a ellos… primero, el último hechizo corto para asegurar la perfección de su plan maestro.

Oyó un maullido ligero, justo antes de bajar por la escalera hacia los calabozos (la misma en la que Victrix se había roto el labio hacía ya dos años)

Pensando que la señora Norris hacía las de merodeador (cómo odio a esa gata, pensó, molesto) presionó su cuerpo contra la pared junto a él y contuvo la respiración.

Un gato persa, de color gris claro, pasó a su lado elegantemente, con la cola muy arriba. Sirius soltó un suspiro de alivio… esa no era la señora Norris, era Artemis, la gata que él le había regalado a Victrix en su cumpleaños diecisiete.

La gata oyó su suspiro y lo miró directamente. De toda la vida había pensado que los gatos eran los animales más inteligentes… y s siempre había estado seguro de que podían ver a través de las capas invisibles.

- ¿Pero qué haces por aquí, minina? – preguntó en voz muy baja, agachándose. Perdió un poco del secretismo absoluto en el que estaba bajo la capa, pero no había señales de nadie alrededor. La gata ronroneó en respuesta, y Sirius sonrió -. Bueno, me haces la vida más fácil – en el limitado espacio que tenía dentro de la capa, hizo un movimiento con la varita y apareció una rosa roja y un pedacito de pergamino. Escribió algo en él y le puso ambas cosas en la boca a Artemis -. A Vixie¿eh?

Si hubiera pasado alguien por las mazmorras en ese preciso momento, hubiese visto una mano sin dueño pasándole un paquetico a una gata que se veía muy interesada.

Artemis, un minino especialmente brillante, hizo un gesto que parecía ser de asentimiento y se alejó, sosteniendo su paquete.

Sirius se levantó con una sonrisa y se dirigió a donde estaba la sala común de Slytherin.

Mientras tanto, en los alrededores del lago, conversaban tranquilamente los demás. Remus estaba sentado con las piernas extendidas en la grama, con Bastet acostada en sus muslos; James y Lily estaban apoyados contra su árbol preferido, con Peter y Victrix (malhumorada por tener que compartir el mismo espacio que Pettigrew) a su lado.

- Se siente raro¿no? – comentó James de repente, mirando alrededor. Remus asintió.

- Sí… dejar Hogwarts… - dijo, en voz baja -. Siempre me pareció que estábamos tan lejos de irnos…

- Y de repente… bum… te gradúas mañana – dijo Lily, chasqueando los dedos.

- Nada será igual ahora¿verdad? – comentó Peter. A su lado, Victrix rodó los ojos.

- ¿Qué clase de frase es esa, "nada será igual ahora"? – preguntó, fastidiada -. ¿De dónde la sacaste¿Una galletita de la fortuna o una novela rosa?

Los demás se quedaron callados, mientras Peter se la quedaba mirando con odio contenido. Ella lo miró, desafiante, y luego se encogió de hombros y volvió la vista al lago.

- De verdad que podrías no tratarlo como si fuera un trapo o algo por el estilo¿sabes? – le dijo Lily en voz baja, bastante rato después. Los chicos habían ido al campo de quidditch a jugar una última práctica. Victrix se volvió a encoger de hombros, sin mirarla.

- Al menos no voy a tener que verlo todos los días de ahora en adelante – comentó -. Ha llegado el punto en que su mera presencia me pone de mal humor.

- ¿Por qué lo odias tanto¿Qué te ha hecho? – preguntó Bastet, alzando las cejas.

- Bah… no es que me haya hecho nada pero… no me da buena espina. No tiene… personalidad¿me entiendes? – Victrix frunció el ceño -. Es como si estuviera tratando de copiar, siempre, todo lo que hacen James, Sirius y Remus.

- Eres una exagera… - empezó Bastet, pero Victrix había dejado de hacerle caso: su gata, Artemis, se acercaba a ella, con una rosa roja en la boca, atada a un pergamino.

Tanto Bastet como Lily se asomaron para ver mejor, pero Victrix no las dejó ver. Fastidiadas, siguieron hablando una con la otra, mientras Victrix leía la nota: "Feliz graduación, preciosa. Te amo."

Se quedó como embobada, pasándose la rosa por la mejilla distraídamente, mientras miraba hacia el lago…

Lo suficientemente distraída como para que, pasados unos buenos veinte minutos, Lily pudiera ver la nota con toda tranquilidad.

- Oye… - dijo Victrix, al darse cuenta. Lily y Bastet rieron.

- Sabes… esta caligrafía me parece familiar – comentó Lily, mirando la nota, pensativa.

Bastet se le quedó mirando a Victrix, que sintió como si un peso se le fuera de encima. Si reconocía la letra de Sirius, ya todas las sospechas de la pelirroja se verían certificadas, y lo más probable era que pediría cuentas.

Ya desde hacía meses que Sirius y ella habían decidido decirles a todos… pero se habían dado cuenta de que no era fácil meter en una conversación la frase "ah, y por cierto, tengo novio(a) desde hace año y medio y no les había querido decir". Si, como había dicho Sirius aquel día en la playa, si hubieran sabido desde el principio, no habría problema… pero ya que a Victrix le habían dado ataques de desconfianza, ahora la cosa era más difícil.

Lo estaban haciendo poco a poco, como si estuvieran empezando a salir. Por ahora, iban juntos a la fiesta de fin de curso que había organizado Horace Slughorn para aquella noche. Sirius y Victrix habían actuado una escena en la que él la invitaba a ella a falta de mejor compañía, y ella aceptaba por el mismo motivo… pues nada, paso a paso se llegaría.

Pero, si Lily se daba cuenta que era la caligrafía de Sirius, todo sería más fácil. Se lo diría de una vez, y eso abriría las puertas para decírselo oficialmente a James, a Remus y (para su molestia) a Peter.

- ¿No es la letra de Joshua McGraw? – preguntó Lily.

- Sí, es la le… - Victrix hizo una pausa, dándose cuenta de lo que había dicho su amiga -. ¿Cómo?

- ¿Volviste con Joshua? – preguntó Lily, frunciendo el ceño.

- ¡Claro que no! – exclamó Victrix -. ¡Terminamos a principios del sexto curso!

- Querrás decir a finales del quinto – dijo Lily.

- No… después de eso volvimos por un tiempo, pero después cortamos de nuevo – dijo Victrix, lentamente.

- Oh… nunca me habías dicho eso – dijo la pelirroja, haciendo un gesto de indiferencia, aunque se notaba que le molestaba aquello.

Por Merlín que si supieras la de cosas que no te he dicho desde entonces, no me volverías a hablar en años, pensó Victrix. Bastet miraba a sus dos mejores amigas como si aquello se tratara de un partido de tenis.

- ¿Qué ha pasado con Joshua, por cierto¿Has sabido algo de él? – preguntó Bastet, decidiéndose a hablar.

- Sí, seguimos en contacto – dijo Victrix, asintiendo -. Está trabajando en el Departamento de Cooperación Internacional del Ministerio.

- ¿No es ahí donde vas a trabajar tú? – preguntó Lily, alzando las cejas. Victrix no notó el gesto, estando muy concentrada en acariciar a Artemis.

- Sí, ahí mismo… por lo que tengo entendido, incluso vamos a estar en la misma oficina – dijo, encogiéndose de hombros.

- ¿Y eso no sería algo… incómodo? – preguntó Lily. Victrix alzó la cabeza para mirarla.

- Bueno… no para mí… digo, se ha convertido en uno de mis mejores amigos, nos carteamos todo el tiempo – hizo una mueca -. No sé si para él será demasiado cómodo… - Victrix se puso muy roja de repente -. Hace poco me escribió y… y me dijo no me había olvidado. No sé cómo irá a afectar eso el hecho que vayamos a pasar horas juntos en la oficina…

- Hola… ¿alguna idea de dónde están los chicos? – preguntó Sirius, saliendo de quién sabe dónde.

Victrix se quedó helada ante su aparición. Aún no le había dicho que Joshua trabajaba en el mismo lugar donde la habían contratado a ella, y él tampoco sabía (y no se lo hubiera dicho nunca) que el ex-Ravenclaw había dicho aquello. Miró a los ojos de su novio por un momento… él le dirigió una mirada fría, antes de voltear los ojos para mirar a Lily.

- Están en el campo de quidditch – dijo la pelirroja, sin darle mucha importancia. Se volteó a Victrix -. ¿Cuándo te dijo eso?

Su amiga se quedó callada, viendo que Sirius no se movía de su sitio, sino que se quedaba muy tranquilamente ahí parado, escuchando.

- Vamos, Vic¡no puedes decir una cosa así y después dejarla en el aire! – exclamó Lily. Victrix suspiró y volteó la mirada de Sirius para dirigírsela a su amiga.

- Hace un par de semanas.

- ¿Y qué te dijo exactamente?

Ay, Lily, cierra el pico… pensó Victrix, angustiada al ver que Sirius no tenía la más mínima intención de moverse ni un centímetro. Bastet abrió la boca para tratar de sacarla de aquello, pero Sirius se le adelantó:

- Sí, Victrix. ¿Qué dijo McGraw, exactamente? – su voz era la de siempre, jovial y bromista, pero había un brillo en sus ojos que lo hacía ver casi peligroso. Ella le dirigió su mejor cara de póquer.

- Que, a pesar de todo lo que había pasado, yo era la única chica a la que había amado… y a la que seguía amando.

- Qué romántico. Deberían volver – dijo Sirius, el brillo extraño resplandeciendo aún más en sus ojos. Le dirigió una sonrisa a Bastet y Lily -. Voy a buscar a los demás, capaz y que juegue un poco de quidditch también – lo último lo dijo en un murmullo casi inaudible, mientras se volteaba hacia el campo -… no me vendría mal darle un par de batazos a las bludgers.

Y se alejó caminando. Bastet se apresuró a sacarle un tema de conversación a Lily, dejando a Victrix con un sabor amargo en la boca. Acarició los pétalos de la rosa y soltó un suspiro. Ésta no va a ser agradable, pensó, frunciendo el ceño.

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Aunque no se habían hablado desde la pequeña charla frente al lago, hacía más de cuatro horas, ya habían hecho el compromiso de ir juntos a la fiesta del profesor Slughorn… y, aunque no tenía demasiadas ganas de enfrentarse a Victrix en ese momento, una promesa era una promesa.

Olvidando que me mintió y me apuñaló por la espalda, claro; pensó Sirius con amargura, mientras la esperaba en la base de las escaleras de los dormitorios de chicas.

A su lado estaban James y Remus, en sus mejores túnicas de gala, esperando a sus respectivas citas. Peter no estaba invitado: aquello era exclusivo para los miembros del Club Slug, ese invento idiota del profesor de Pociones.

La primera en bajar por las escaleras fue Bastet. Se veía lindísima, con una túnica azul marino, ceñida al busto y suelta más abajo. Cargaba el cabello (castaño casi rubio) recogido en una cola de caballo alta, con mechones saliéndole alrededor de la cola, dándole un toque casual. Remus sonrió al verla, y luego le dio un beso.

Ambos, eternos chicos puntuales, salieron de la torre de Gryffindor al instante, alegando encontrarse con los demás allá.

- Algo me dice que no van directamente a la fiesta – comentó Sirius mirando al agujero del retrato, con un tono pícaro -. Si entiendes lo que quiero decir – agregó, sonriéndole de oreja a oreja a James, quien se limitó a rodar los ojos.

- No, Sirius, no te entiendo. Sueles disimular tus chistes de perversión sexual a un grado tal que nad…

Paró de hablar a media frase, mientras miraba las escaleras con la boca abierta. Sirius contuvo una sonrisa: su mejor amigo parecía un absoluto imbécil. Divertido, siguió su mirada y entendió: Lily, con un vestido verde botella que combinaba perfectamente con sus ojos, (un vestido con un corte de espalda lo bastante pronunciado para verse sexy, pero lo suficientemente discreto para verse elegante) estaba bajando las escaleras con aire señorial, muy lentamente. Su pelo rojo eléctrico, generalmente alborotado, estaba perfectamente liso, recogido en una cola a medio lado, haciéndolo caer en su hombro.

- ¡Ay, Lil, te dije que me esperaras! – exclamó Victrix, bajando por las escaleras detrás de ella… paró en seco al ver a Sirius parado frente a ella.

Los dos se miraron de arriba abajo. Ella, con un vestido rosa strapless, ceñido al cuerpo, el cabello peinado en rulos; él, con su traje azul marino y un mechón de cabello negro cayéndole encima de la ceja derecha.

¿Podría ser más sexy¿Sería… legal?, se preguntó Victrix, mirándolo a los ojos. Consideró decírselo, pero… mala idea. No hasta que hablaran, al menos.

- ¿Nos vamos? – preguntó James, mirando a Sirius y a Victrix con las cejas alzadas. Ambos asintieron, y los cuatro salieron por el agujero del retrato.

Aunque James y Lily hablaban muy animadamente por el camino, Sirius y Victrix se quedaban atrás, bastante callados: él no quería ni mirar en su dirección (Aunque está para comérsela a besos… ¡coño, deja de pensar en eso!) y Victrix no quería decirle nada hasta que estuvieran solos.

Nada más llegaron a la fiesta, se perdieron todos entre la multitud. Victrix miró a ambos lados rápidamente: no conseguía a Sirius por ninguna parte.

- ¿Ya… ya hablaron? – le preguntó la voz de Bastet desde alguna parte. Dio media vuelta y vio a su amiga, alzándole las cejas. Victrix suspiró y sacudió la cabeza.

- No… tengo la impresión de que me está huyen… ¡ahí está! – vio a Sirius sentándose en el bar y diciéndole algo al barman. Suspiró de nuevo -. Deséame suerte, Bassy.

- Buena suerte – dijo su amiga, guiñándole un ojo y regresando con Remus. Victrix se sentó al lado de Sirius.

- Snuffles…

- No.

La había cortado sin siquiera haber dicho nada. Victrix cerró los ojos con fuerza, se mordió el labio, y lo miró de nuevo. Ahora tomaba el primer sorbo de un firewhiskey.

- Josh y yo no…

- Todavía lo llamas Josh, por algo será – comentó Sirius, seco.

- Porque es mi amigo…

- Y supongo que también es porque es tu amigo que te sigues carteando con él – Maldita sea¿así de poco autocontrol me queda?, pensó Sirius, consciente de la manera en la que hablaba. Pero¿a quién engañaba? Le sabía a mierda el autocontrol -. Y también asumo que no me dijiste nada exactamente por eso, porque es tu amigo.

- ¿Puedes dejar de repetir la frase "es tu amigo" como si me estuviera revolcando en una cama con Joshua! – exclamó Victrix, perdiendo su propio autocontrol.

Sirius se pasó las manos por el pelo en un gesto nervioso. Soltó un pequeño suspiro y luego la miró a los ojos.

Eso era. Eso era exactamente lo que se temía, y lo que ella había dicho le había vuelto a poner la imagen en la cabeza. Una imagen completamente imaginada, claro, pero la que probablemente se formaría si viera un boggart en ese momento.

Y Victrix entendió.

- Sirius…

Pero él se levantó de golpe y salió por la puerta trasera. Ella miró alrededor… al ver que nadie la observaba, salió tras él.

Vio a Sirius caminando hacia el Gran Comedor, con las manos en los bolsillos.

- Sirius… Sirius… - llamaba. Él no parecía oírla -. ¡SIRIUS, ESCÚCHAME!

Él se detuvo en seco y se volteó hacia ella. Victrix se adelantó hasta quedar parada a su lado.

- Yo… nunca… te sería infiel. Ya deberías saber eso – dijo ella. Sirius alzó una ceja.

- ¿Y por qué demonios no me habías dicho que seguías en contacto con ese imbécil?

- Porque supuse que ibas a reaccionar exactamente como lo estás haciendo – respondió Victrix, en voz baja -. Es un muy buen amigo, pero ya, nada más.

Sirius se la quedó mirando en silencio. Tenía la impresión de que si decía cualquier cosa se iba a terminar arrepintiendo…

Aparte de que le era horriblemente difícil concentrarse cuando ella se veía así de bella.

- Vamos, Sirius – dijo Victrix, ya algo angustiada ante la falta de respuesta -. Es una simple forma de mantenerse en contacto. Digo, si James y tú se graduaran en años distintos¿no te cartearías tú con él?

- Ya, pero… hay una pequeña diferencia. Yo nunca me he acostado con James – dijo, haciendo una mueca. Ella soltó una risita.

- Sí, Sirius, y le agradezco a Dios por eso todos los días.

Ay… quizá haya empezado a hacer chistes muy pronto, pensó Victrix, mordiéndose el labio. Sirius le dirigió esa mirada fría que ella tanto odiaba verle en el rostro, y se maldijo a sí misma por su falta de seriedad.

- O sea, que sí te acostaste con él – dijo Sirius. Ella alzó las cejas.

- Bueno… cuando salíamos – dijo ella. Y de nuevo, el brillo peligroso en los ojos del chico, que la hizo fruncir el ceño -. Ya va… ¿te molesta el hecho de no haber sido el primero?

- Pudiste habérmelo dicho.

- ¿Ese no es el tipo de cosas que tú deberías… notar? Si Sirius Black, entre todas las personas, no reconoce a una chica que no es virgen es porque deberían dar anatomía femenina en Hogwarts – Victrix alzó una ceja. Sirius la ignoró -. ¿Y con qué derecho preguntas eso¡Tú te acostaste con unas veinte chicas antes de salir conmigo!

- ¡No es lo mismo¡Tú eres una chica!

- No me digas, gracias por la exclusiva – dijo ella sarcásticamente -. Y no te conocía ese rasgo de cerdo machista.

- ¡No soy un cerdo machista! – exclamó Sirius, acercándose peligrosamente al borde de su temperamento -. ¿Sabes? Quizá tu hermana tenía razón y realmente sí te acostaste con la mitad de la población masculina de Hogwarts.

Coño, pensó. Sabía que diría algo de lo que se terminaría arrepintiendo sino se callaba la boca. Y ahí estaba.

Victrix lo miró con los ojos desorbitados, incrédula. No sólo había insinuado que era una puta, sino que de paso aquello era una cita textual de su hermana… ¿por qué demonios él habría de saber lo que su hermana decía de ella?

Y es que, claro, Sirius nunca le había contado de la única conversación que había tenido con Deletrix Sekhmet, en la boda de su prima Narcissa.

Victrix frunció el ceño ligeramente, y se volteó para regresar a la fiesta.

¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea!, pensaba Sirius, viéndola alejarse. Y se metió el orgullo donde no brilla el sol:

- ¡Lo siento! – casi gritó. Ella se limitó a profundizar el ceño fruncido y seguir alejándose -. Te juro por lo más sagrado de mi vida (que, te dejo dicho, eres tú) que no quise decir eso. Sólo… ¡maldita sea, estoy celoso, perdí el control¡El maldito McGraw me hace hervir la sangre, y lo siento, yo sé que tú no has hecho nada!

Finalmente, mientras agarraba el pómulo de la puerta, volteó a mirarlo.

- Sí… sí lo hice. Debí haberte dicho desde un principio que él trabajaba en el Departamento de Cooperación Internacional… lo que pasa es que tenía miedo de cuál sería tu reacción – suspiró -. Ya sabes que ese trabajo lo conseguí porque mis padres quieren que trabaje con ellos… es sólo medio tiempo, porque vamos a estar muy ocupados con la escuela de aurores¿no?

Sirius asintió ligeramente. Él mismo, Victrix y James habían sido aceptados la semana pasada en la escuela de aurores, que empezaría, qué otro día, el primero de septiembre.

- Y es sólo temporal… yo no quiero ser diplomática, quiero…

- Estar a cargo de los asuntos carcelarios – terminó Sirius por ella, asintiendo -. Y serías brillante en el trabajo no habría un solo acusado en Azkaban que se quedara sin oportunidad de juicio.

- Bueno, es sólo una idea por ahora – Victrix sacudió la cabeza -. El punto es… yo no pedí trabajar con Joshua. Pero, si he de ser honesta, tampoco me molesta, porque es alguien en quien tengo confianza.

- McGraw parece tener incluso más confianza en ti de la que tienes tú en él – dijo Sirius con amargura. Hizo una pausa -. ¿Él sabe de nosotros?

- Sí, lo ha sabido desde siempre. Acuérdate que tuve que cortar con él al empezar a salir contigo – dijo Victrix, alzando las cejas -. Como mínimo le debía una explicación…

- ¿Entonces por qué te dijo que te amaba, si sabía que estás con alguien?

Victrix se encogió de hombros.

- No lo sé. Y me parece que no esperaba que yo le dijera que sentía lo mismo. Le dije desde nuestra primera cita en quinto curso que estaba enamorada Sirius Black… de hecho, Joshua supo que te amaba muchísimo antes de que te lo pudiera decir a ti.

Sirius se quedó de piedra ante eso. Y se sintió como un estúpido: realmente había dudado de ella, y le había dicho todo aquello. A Vixie, la única chica que había amado, la que aparentemente también lo había querido a él desde el principio.

Por Merlín que tengo que ser el hombre más imbécil del universo, pensó.

- Lo… lo lamento. Muchísimo. Soy un estúpido, no tenía por qué dudar de ti, discúlpame – balbució. Ella sonrió.

- Ya, no te preocupes. A cualquiera se le salen idioteces de vez en cuando.

- No voy a entender nunca qué haces tú con un imbécil como yo – dijo Sirius, negando con la cabeza. Victrix rió.

- Ya, déjate de inseguridades, que estás empezando a sonar como yo – dijo, divertida -. Y no eres un imbécil, y si vuelves a insultar a mi novio voy a echarte un maleficio encima – Victrix alzó las cejas, seria. Sirius soltó una risotada, de esas suyas que sonaban a ladridos.

- Muy bien, muy bien, procuraré no meterme conmigo – dijo. Se puso serio de repente -. Vixie… ¿prometes que vas a tener cuidado con McGraw?

- Todo el posible Sirius, lo prometo – dijo ella, con una pequeña sonrisa -. Ahora… ¿nos vamos a seguir perdiendo nuestra propia fiesta de graduación? – alzó una ceja.

- De ninguna manera – dijo Sirius, negando con la cabeza. Le abrió la puerta a Victrix -. Después de usted, milady.

- Gracias, mi caballero – dijo ella, con una sonrisa -. Ah, por cierto…

- ¿Sí?

- Te pareces a James Bond con ese traje – Sirius rió -. ¿Y sabes qué más?

- ¿Qué cosa?

- Te amo.

Sirius sonrió, y le dio un beso.

- Y yo a ti, preciosa.

Victrix caminó hacia el salón, y Sirius la siguió. Oyeron una voz tras ellos exclamar en tono triunfal:

- ¡Lo sabía¡Sabía que estabas enamorada de Black!

Victrix miró sobre su hombro y vio a Ian Baum, el Ravenclaw de su promoción con el que había salido en cuarto año. La miraba con una sonrisa pretenciosa, aunque acabara de decir el comentario más obvio desde "el mar está lleno de agua".

- Vete a la mierda, Baum – dijo ella, rodando los ojos. Sirius cerró la puerta tras ambos, y entraron a la fiesta.

Sirius le dirigió una mirada extrañada. Victrix abrió la boca para explicarle la verdadera razón por la que había terminado con aquél tipo después de la copa de quidditch del cuarto curso…

Pero Bastet llegó antes de que pudiera decirle nada y los arrastró al mismo centro de la pista, haciéndolos bailar.

Y no parecieron parar en toda la noche… como se les notaba en la cara y en los pies hinchados a la mañana siguiente.

Sus amigos no se habían metido con ellos en ningún momento de la noche anterior. Veían aquella cita entre Sirius y Victrix como un muy esperado comienzo. Estaba el detalle de que no era un comienzo en absoluto, pero bueno, sólo Bastet sabía eso.

Estaban comiendo su último desayuno como alumnos de Hogwarts, y estaba tan delicioso como siempre. James, Peter y Sirius hablaban muy animadamente mientras comían tostadas, de cómo sería el preparamiento de James y Sirius en la escuela de aurores. Muy cerca de ellos, Remus, Lily, Bastet y Victrix hablaban de cuánto extrañarían Hogwarts.

Era muy temprano: apenas un cuarto para las ocho. Casi nadie había bajado al Gran Comedor aún, pero Sirius había insistido en despertarlos a todos antes, planeando alejarse muy, muy rápidamente del castillo una vez la broma hubiese sido puesta en funcionamiento.

Empezaron a llegar las lechuzas y, para su sorpresa, una de ellas dejó una carta frente a Sirius. Él la abrió, mientras James y Peter seguían conversando, sin hacerle el más mínimo caso al hecho de que Sirius se quedaba muy callado y se ponía más y más pálido mientras iba leyendo la carta.

Cuando la terminó de leer, estaba más blanco que el fantasma de un albino.

Victrix alejó la vista de Lily, con quien estaba hablando, y se asustó al ver el rostro de su novio. Él la miró, con cara de estar muy, muy sorprendido.

- ¿Qué pasa? – susurró ella. Sirius frunció el ceño y le pasó la carta mientras los demás se hallaban muy concentrados en sus respectivas conversaciones.

Victrix tuvo que contenerse para no empezar a reír a todo pulmón mientras la leía:

Señor Sirius Black:

Ha llegado a nuestro conocimiento (por fuentes ajenas a cualquiera en las que se le ocurra pensar, lo más probable) que por un cierto período de tiempo ha estado involucrado en una relación sentimental con nuestra hija, Victrix Sekhmet.

Por ser Victrix extremadamente reservada en casa acerca de sus asuntos del colegio, nos vemos obligados a enviar esta carta sin su permiso, mas esperamos que ella apruebe nuestra invitación formal a usted a cenar en nuestra casa el próximo viernes cinco de junio, a fin de conocerle.

Esperando atentamente su respuesta,

David & Martha Sekhmet.

Sirius miraba a Victrix, expectante. Ella se limitó a encogerse de hombros y sonreír: definitivamente no se esperaba eso.

- No me parece gracioso – susurró él. Ella soltó una risita.

- A mi sí me lo parece, fíjate tú.

Sirius la miró fijamente un momento, mientras ella le devolvía la carta. Volteó el pergamino y garabateó una (torpe) aceptación a la invitación de los señores Sekhmet.

Mientras la lechuza se alejaba con su carta, una alarma sonó desde su reloj. Nadie más la notó (su reloj mágico estaba programado para que las alarmas sólo se escucharan por quien lo llevaba; probablemente la única cosa útil que su madre le había dado en su vida)

Sirius apuntó su varita distraídamente en dirección a las mazmorras.

- Motus circumvallavi – murmuró, sin prestarle mucha atención. Peter y James se le quedaron mirando.

- ¿Qué acabas de hacer? – preguntó Peter.

- Tenemos que irnos de aquí… en este mismo momento – dijo Sirius rápidamente, aunque con la mente en otro lado. James y Peter asintieron, sin entender nada.

Peter caminó disimuladamente hacia la puerta del Gran Comedor, James jaló a Lily y lo siguió. Ante el movimiento repentino, Remus agarró la seña y él y Bastet caminaron tras ellos. Sirius y Victrix fueron los últimos en salir del Gran Comedor.

Mientras se alejaban en los carruajes, notaron cómo de repente había mucho movimiento, de aquí allá, entre todos los profesores. Slughorn daba órdenes hacia todos lados, con gesto de consternación; Flitwick movía la varita de forma frenética; Dumbledore parecía ligeramente divertido, aunque también intentaba hacer un par de contra-hechizos.

El último sonido que les llegó del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería fue la voz de una Minerva McGonagall muy exaltada gritando:

- ¡ESTO TIENE QUE SER OBRA DE SIRIUS BLACK!

Los demás se lo quedaron mirando, impresionados y confusos.

Pero Sirius no lo notó¿cómo podría darse cuenta de cualquier cosa que sucediera a su alrededor?

¿Cómo podía prestarle atención a algo cuando conocería a sus suegros en una semana?

FIN

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Guao. Lo logré. Terminé un Fan Fic. ¿Saben cuántos fan fictions inconclusos he dejado a lo largo de mi vida? o.O La respuesta se acerca a QUE JODE.

Sí, sí, ya sé, la historia en sí todavía no está terminada. A esa le queda mucho, pero que mucho, para rato. Pero la primera parte, sus años de Hogwarts, ya está lista. Que se coman esa las musas, que estaban convencidas de que no iba a poder terminar una historia… estúpidas.

En todo caso… quería agradecer a todos los que en algún momento leyeron la historia y lo dejaron saber. Léase: Delia(que no leyó el primer capítulo en este websitesino mientras yo la miraba fijamente con cara de culo en un ensayo de coro, lo que tuvo que haber sido bien desagradable), Mena, Maji, Kay, Nury, Nany, Lian-Dana, Snuukers, KAT, (para la primera parte del fic, la que dejé olvidada por dos años y medio… jaja, los que no vieron nunca la luz al final del túnel, por así decirlo XD) CaRoLiNa, Gwen-De, Gabriela Luthien Malfoy, alexandra potter, Gerulita Evans, Anfitrite, Saria Black y, de nuevo, a Kay. Y a ella la menciono dos veces porque fue de las que la leyeron al principio, y después se enteró que la había continuado y casi me asesina por no decirle nada. Y este capítulo es un ejemplo perfecto de por qué no te había dicho: se me salen unas cursiladas a veces que da vergüenza que me las lea la gente que me conoce. Pero, me cachaste y te gustó, así que perfecto .

Bueno, me imagino que empezaré a trabajar en el primer capítulo de la secuela entre mañana y pasado. Probablemente actualice pronto, pero hay un par de detalles en la historia en los que me tengo que fijar antes (como el hecho de que aún no tiene nombre… la primera parte tiene nombre, los dos malditos primeros capítulos tienen nombre, pero el puto Fan Fic no lo tiene¿no les parece maravilloso?)

Así que esperen pronto la secuela de El Principio… por ahora llamada Sin Título, por Victoria Guerra. Sólo esperen a que publique cualquier cosa y eso va a ser, porque no tengo más ideas de fan fiction en la cabeza en este momento ;)

¡REVIEEEEEEEEWWWWWWWWWWWWWWWW!

¡E-e-esto es todo amigos!

Saludos, besos y abrazos,

Victoria