.. .. .. postridie .. .. ..

Al día siguiente en el entrenamiento, había dos muchachos mucho mas serios de lo habitual. Ayako se dio cuenta enseguida, que Ryota estaba ausente, ni siquiera le miraba de reojo como solía hacer. Sólo agachaba la cabeza, y su juego iba de mal en peor. Así que al final del entrenamiento decidió averiguar que ocurría, aprovechando que quería darle las gracias por mandar a Rukawa a por ella la noche anterior. Lo encontró un gesto muy bonito que se preocupara por ella de ese modo, y que prefiriera no cansarla andando a pasar un rato ellos a solas. Aunque eso último, no sabía muy bien porque pero le molestaba soberanamente.

-¿Ryota puedes quedarte un momento?

El se paró pero no dijo nada.

-Ryota, yo quería...

-No hace falta que digas nada Ayako. Se que para ti nunca fui más que un base problemático, pero ya no importa¿verdad?

-¿Ryota de qué..?

-Sólo quería decirte que espero que seas muy feliz. Y que yo..

-¿Pero se puede saber de qué estás hablando?

-De que yo ... Ayako tu siempre serás para mi alguien muy especial. Quizá debí decírtelo antes, pero temía que me rechazaras. Ahora ya da igual. Es demasiado tarde.

-¿Tarde, por qué?

-Ayako, como mínimo podrías no jugar conmigo¿vale? Ya me has roto bastante el corazón como para que te burles más de mi.

-Ryota te juro que no me burlo de ti. Pero es que no se de que me hablas.

-De ti y el amigo de Hanamichi. Podrías habérmelo dicho antes que salías con él¿no?

-¡.¿De mi y de quien?.!

-¡Ai, ya para ¿quieres?.! La enfermera os vio salir juntos del hospital anoche.

-¡Pero si me fui con Rukawa!

-¿Con Rukawa?. ¡Pero si la enfermera me dijo que te habías ido con Yohei!

-Mira a Yohei no le he visto hace tres días. Además no te pongas así al fin y al cabo tú mandaste a otro a recogerme en vez de venir tú.

-¿Qué?. ¿Pero que dices?. ¿crees que haría tal cosa?. ¿Crees que pudiendo acompañarte te habría dejado sola con otro?. ¿Es que me crees estúpido?

-¿Tú no mandaste a nadie?- dijo confundida Ayako.

-¡Claro que no! Pero cuando llegué ya te habías ido por tu cuenta con el moreno.- dijo tristemente Riota.

-¿El moreno?. ¿Que mor...?. ¡El moreno!. ¡Claro!- En ese momento Ayako empezó a atar cabos. Estaba tan emocionada, que siguió su impulso sin pensar primero. Cosa que el llevó a los brazos de un Ryota muy sorprendido, que gustoso aceptó el flamante beso que le estaba regalando.

Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, se separó rápidamente, y salió corriendo sin dar ninguna explicación. Dejando atrás un muchacho muy confundido, con las mejillas ardiendo, y los ojos todavía húmedos.

Antes que nada debía comprobar si estaba en lo cierto. Si ella tenía razón hoy seguro que iría al hospital.

¿Porqué Rukawa iba de noche a visitar al Talenstoso?. ¿No se suponía que eran enemigos, rivales? Pero la enfermera dijo que él estaba muy preocupado. ¿Y además porque se había encerrado aún más en si mismo des de que el pelirrojo había recuperado su buen humor?. ¿Podía ser que saber que Rukawa le visitaba a escondidas fuera lo que le hacía tan sumamente feliz al pelirrojo?. ¿O quizá no lo sabía?. ¿Qué estaba ocurriendo? Eso es lo que Ayako se proponía averiguar cuando entró al hospital.

Ayako habló con la enfermera, y consiguió que la dejara entrar a la habitación de Hanamichi. Allí se quedó a oscuras, esperando.

No había duda alguna, Rukawa era el misterioso moreno que estaba entrando en la habitación, sin percatarse de la presencia de la muchacha. Hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad.

-¿Ayako?

-Rukawa.

El pobre se había quedado paralizado. Miraba a la chica como si fuera un fantasma. Estaba blanco, casi transparente, se sentía descubierto.

-Vayamos a fuera.

Rukawa le siguió.

-No te asustes, hombre que no pasa nada. ¿Porque no nos dijiste que tu también querías verle? Habrías podido venir por las mañanas como nosotros, y hablar con él.

-Él no quiere hablar.

-Es posible, pero aún así,...

-¿Como lo supiste?- aunque una vez dicho se dio cuenta de la estupidez de la pregunta.

-La enfermera me había contado que alguien le venía a ver cada noche. Luego anoche te impedí subir creyendo que venías a por mi, pero hoy Miyagi me contó que él no había mandado a nadie a recogerme.

-Ya veo. ¿Por qué has venido?

-Para saber qué te ocurre.- dijo suavemente la chica.

-A mi no me ocurre nada.- le contestó fría y secamente Rukawa.

-¡Ya, por eso esta última semana has estado aún mas frío y callado! Te has encerrado en ti mismo, y solo has dejado salir agresividad¿verdad? Te has concentrado tanto en lo que hacías que parecía que quisieras olvidar todo lo demás.

-Eso intentaba.

-Pero venir a escondidas... ¿Por qué?

-Porque necesitaba saber que estaba bien.- Rukawa bajó la cabeza, para amagar la mirada.

-¿Y por qué te hundió tanto que él recupera el buen humor Rukawa?

-Porque... ¡que más da!- Volvió a alzar la cabeza para preguntar- El encontró a alguien ¿sabes?

-¿Te refieres a que se ha enamorado?

Kaede hizo que sí con la cabeza.

-¿Y tú cómo lo sabes?- Ayako empezaba a comprender porque Rukawa se comportaba tan extraño. Estaba enamorado y creía no ser correspondido.

Rukawa suspiró y decidió contárselo. Necesitaba hablar con alguien, o se volvería loco¿y quien mejor que Ayako?

-Él me lo ha dicho. Habla en sueños.

-¿Por eso recuperó su buen humor?

-Ahá. Desde que ése... le viene a ver cada día,

-¿Cada día?- repitió la chica.

-Cada día.- dijo muy abatido Rukawa. En parte por eso no iba de día, muy en el fondo tenía miedo de saber quien era ese ser misterioso que había conquistado al pelirrojo.

-¿Como tú?-preguntó ella con picardía.

-Sí, como...-pero no terminó la frase.

-Entra y habla con él.

-No puedo.- lo que Ayako insinuaba le daba miedo, mucho miedo.

-Sí puedes.

-Está durmiendo.- no se le ocurría ninguna excusa más.

Ayako negó con la cabeza. La cara de Rukawa era de pánico.

-Anda ve, debe estar esperando que entres, va no seas tonto.- Ayako le empujó hacía la puerta.

Su corazón se debatía entre dos sentimientos contradictorios. Por un lado deseaba que Hanamichi estuviera de verdad durmiendo, y así no tener que hablar con él, pero por otro lado estaba deseando verle a los ojos para saber si eso que Ayako insinuaba era cierto. El solo pensamiento que la chica pudiera estar equivocada le dava pánico.

Finalmente Rukawa entró a la habitación y prendió la luz.

-¡Ayy, apaga eso zorro!

Apagó la luz.

-¿Por qué no me dijiste que lo sabías?- Preguntó fría y acusadoramente.

-¿Para qué?. ¡Si sólo te he visto depreciar a todos los que han intentado acercarse a ti, desde Haruko a Sendoh!

-¿Sabías lo de Sendoh?- ahora había sorpresa en esa voz.

-¡Oye, quizá me creas estúpido, pero no soy ciego!- dolida recriminación.

-Do'aho, no grites, o me echarán.- le riño.

-Ven, acércate por favor. Quiero darte las gracias.- casi como un susurro. ¿Deseo?. ¿Súplica?

Hanamichi se apartó un poco y Rukawa se sentó en el borde de la cama.

Solo la tenue luz de la luna que entraba por los agujeros de la persiana iluminaba la habitación.

Una mano temblorosa le apartó uno mechón ébano del rostro, y luego unos labios se posaron suavemente en los suyos. Fue su primer beso. Ninguno de los dos sabía muy bien que hacer. Pero la sensación de tener los labios cálidos y húmedos de aquel que amaban encima de los propios les dejó hechizados. No duró más de unos pocos segundos, y al separarse, Hanamichi vio los hermosos ojos azules de Rukawa brillando con la luz de la luna enfrente los suyos.

-Y no me llames Do'aho. No lo soy.

-No, sí lo eres.- Y entonces fue Rukawa quien le beso. Dulce, tiernamente, pero con ansia y devoción.

El corazón de ambos latía fuertemente en sus pechos, y respiraban aceleradamente. Rukawa agradeció haber apagado la luz, porque notaba su cara arder en un tono rosado que hacía mucho no adquiría su blanquecina piel.

Sin decirse nada, Hanamichi se hizo a un lado y Rukawa se tumbó. El pelirrojo lo rodeó por la espalda en un fuerte abrazo, como si temiera que el otro huyera de un momento a otro.

-¿Es verdad lo que dijo Ayako?

-¿El qué?

-Que te habías hecho aún más huraño desde que estoy aquí.

-No lo se, supongo.

-Si lo hubiera sabido, te hubiera dicho algo.

-¿Cómo lo supiste?. ¿Como supiste que venía cada noche?

-Ayer no viniste.

-¿Como lo sabes?

-La mañana que desperté, cuando Cathy...

-¿Cathy?

-La enfermera. Cuando entró para curarme, me dijo que debía hacer reposo para curarme pronto, porque mi amigo estaba preocupado. Primero pensé en Yohei, pero esa tarde cuando llegó la gundam me di cuenta que él no me había traído aquí. Me pasé todo el día intentando averiguar quien había sido. El lunes cuando vino todo el equipo me di cuenta que no estabas, pero por alguna estaña razón tenía la sensación que tu ya habías venido. Los días siguientes me desperté con un aroma grabado en la memoria pero no podía recordar de que lo conocía. Pero en cuanto lo ubiqué, poco a poco fui recordando, lo que había ocurrido. Y cada mañana al despertar la habitación volvía a oler a ti.

-A partir del martes por la noche tus sueños cambiaron.- no era una pregunta sinó una afirmación, cosa que sorprendió un poco al pelirrojo.

-¿Cómo...?

-Hablas en sueños Do'aho.

-Ups¿y tu oíste todo lo que soñaba?- dijo sonrojándose Hanamichi.

-Sólo palabras mayormente inteligibles e incoherentes. Durante el fin de semana sufrías por alguien. Estabas nervioso, querías que esa persona te dejara tranquilo, querías olvidar...- Kaede no sabía si eso le ponía triste o no.

-Quería que vernos cada día dejara de ser una guerra, quería que pelear contigo no fuera la única manera de atraer tu atención, quería ser como tú, ganarte, quería que vieras en mi a un gran jugador, y no una molesta carga para el equipo.

Rukawa se giró quedando cara a cara. Y volvió a besar esos labios carnosos. Era una sensación adictiva. En cuanto más le besaba mas ganas tenía de seguir haciéndolo. Ambos, con las manos temblorosas empezaron a propiciarse caricias. Los dedos enredados al pelo del otro. Sintiendo las manos de quien amaban recorriéndoles la espalda, y unas lenguas empezando tentativas de entrada en terreno ajeno. La respiración volvió a acelerarse, y el uno podía casi sentir el golpeteo del corazón del otro.

Cuando se volvieron a separar, Rukawa agachó la cabeza, y la apoyó en el pecho de Hanamichi.

-Durante una semana los celos me han carcomido, y todo por no decirte la verdad des del principio.

-¿Cual verdad?

-Que me gustas Do'aho. No se como ni porque. Pero des de que te conozco que tengo la sensación de haber despertado y empezado a vivir. Y amo esa sensación; te amo.- Le susurró al oído.

-Kaede...-Su voz se perdió en un susurro. No sabía que responder. Hacía tanto tiempo des de que alguien le había dicho que le quería..., la última persona había sido su abuela antes de morir, y ya hacía tanto de aquello que a penas podía recordarlo.

-¿Si?- Kaede había levantado la cabeza buscando los almendrados del pelirrojo para encontrar en ellos una respuesta, pero sus ojos no se la daban y el pelirrojo seguía mudo. Kaede agachó la cabeza, se separó de la calidez de ese enorme cuerpo que tanto le gustaba, y se dirigió a la puerta.- ¿Si no tenías intención de corresponder, porque dejaste que te lo confesara?- Con esa última pregunta llena de dolor, esperaba obtener un "lo siento me quedé helado y no supe reaccionar",seguido de un "yo también te quiero".

Pero solo obtuvo otro casi inaudible "Kaede yo...". No se quedó para oír el resto de la frase. Se marchó con los ojos llenos de lágrimas, y el corazón en un puño. Pensando que el pelirrojo había jugado con él.

Cuando Hanamichi pudo por fin reaccionar, gritó:

-¡No, espera!. ¡Kaede, espera!-. Intentó levantarse, pero el suero que llevaba en la mano no le dejaba moverse de la cama. Se lo arrancó y salió corriendo detrás de él, como buenamente pudo.

Por suerte lo encontró delante del ascensor apretando el botón de llamada repetida y desesperadamente. Lo cogió del brazo y cuando lo tuvo en frente:

-Yo también te quiero Kaede, por favor no te vayas.

-¿Por qué no contestabas?- le preguntó Rukawa, aún sin levantar la cabeza, para no mostrar las lágrimas que segundos antes pugnaban por salir de sus hermosos ojos azules.

-Porque, yo..., es que no se,... hacía tanto que yo no,..., -tartamudeaba de tan nervioso que estaba- no se me da muy bien decir lo que siento- dijo finalmente con voz triste.

Entonces Hanamichi, levantó la cabeza de Rukawa para que le mirara a los ojos.

-Creí que ya me habías entendido cuando te besé.- Dijo Hanamichi mirándole a los ojos, y poniéndose sumamente colorado. Para evitar que el otro lo viera bajó la cabeza, pero entonces fue Rukawa quien le obligó a mirarle a los ojos para acto seguido volver a besarle. ¡Oh!. ¡Dios! Cuanto más le besaba más seguro estaba que le quería. Esa boca...

Cundo se separaron, Rukawa le dijo.

-Anda Do'aho volvamos a la habitación que cogerás un catarro si sigues paseándote con el culo al aire.- Y sonrió. Una preciosa sonrisa afloró a su rostro al ver a Hanamichi observándose a si mismo para comprobar que realmente con la bata del hospital iba con el culo al aire. "Y que hermoso" pensó Rukawa al verlo. Hanamichi había salido tan deprisa que ni cuenta se había dado.

Los dos se sonrojaron, y tras mirarse de reojo empezaron una carrera hacía la habitación. Pero Hanamichi que aún estaba convaleciente a medio pasillo tubo que parar. Una fuerte punzadaa en el estomago le dobló por la mitad. Se recostó en la pared. Estaba mareado. Todo daba vueltas. La bata empezó a teñirse de rojo por la parte del vientre. Resbaló hasta el suelo. Todo se hacía borroso. Rukawa al ver que se desplomaba, corrió hacía él. Pero el pelirrojo ya había perdido el conocimiento.

-¡NOOOOOOOOOOO!


PoSTRiDie: al día siguiente

Grissina: bien, mi intención era actualizar pasado el último exàmen, pero acabo de ver el programa corto masculino de patinage artístico de los juegos de invierno, y mi patinador favorito ha salido de los primeros así que no lo he podido ver. Ha hecho un programa casi de diez y yo no lo he visto! Estaba ofuscada, necesitaba serenarme antes de ir a dormir, así que he decidido editar este poquito. Espero que os guste.