Advertencia: hay un trozo lemmon, si no te gusta puedes saltarlo, yo te aviso de cando empieza y dónde acaba. ;P a los que lo lean, disfrutadlo!
HISTORIAS CRUZADAS
+HANAMICHI+
Todavía no se cómo, el año 1998 ingresé en Shohoku. Los estudios no eran mi fuerte, pero había prometido a mi madre que llegaría a ser un hombre de provecho en esta vida. El problema es que se me daba fatal estudiar, y nunca he entendido porque, pero soy un imán para los problemas. Así que cuando llegué al instituto yo ya tenía mi propio ejército, mi Gundam Sakuragi.
Juntos solíamos salir de pendoneo, nunca hicimos nada de provecho, pero no teníamos más ambición que ser los mejores peleando, y algún día encontrar una chica quizás. En eso yo había hecho mil y un intentos, y hasta esa fecha cincuenta chicas me habían rechazado ya. Pero aunque ellos se burlaban de mi, yo quería tener a alguien que me quisiera, y por eso seguía insistiendo.
Cuando llegamos al instituto conocí a Haruko Akagi. Ella era la chica más dulce que podáis imaginaros. Y pensé, "si alguien puede llegar a quererme tiene que ser ella". Pero como todo en mi vida, eso no fue tan fácil. Ella adoraba el deporte, y para impresionarla me metí en el equipo de baloncesto, dónde su hermano mayor era el capitán. Ahora, recordando esos tiempos, se me hace difícil imaginar mi vida sin el baloncesto. Poco después de conocerla supe que ella estaba coladita por uno de los novatos del equipo: Kaede Rukawa.
Me pasé un año luchando para mejorar en el baloncesto y conseguir que ella dejara de verle sólo a él. Pero no lo conseguí. Al final del primer año solo conseguí que me diera otra calabaza. Encima en el último partido me lesioné la espalda. Muchos pensaron que dejaría el baloncesto. Pero a esas alturas ya no podía.
Demostrándoles una vez más que soy un genio, me recuperé bastante pronto y pude llegar a jugar para el campeonato nacional, en segundo. Al principio no sabía muy bien qué me movía a intentar recuperarme. La chica de mis sueños me dejó claro que sólo quería ser mi amiga, y mi espalda estaba hecha polvo. En el equipo ya tenían a otro genio, Kaede Rukawa. ¿Para que debía recuperarme? Llegué a preguntarme, pero la respuesta era sencilla.:
Para ganarle a él.
Lo que se inició con odio por ser el centro del mundo de Haruko, pronto se convirtió en celos por ser él tan admirado, aunque -no se lo digáis pero...- yo también le admiraba. ¡Joder es que su juego es cochinamente perfecto! Pues eso que en realidad dejé de odiarlo y ya sólo quería ganarle.
Enseguida me di cuenta que tengo un talento natural para este deporte. Soy el genio Sakuragi y tenía que demostrárselo. Pero para mejorar se debe practicar con el mejor, y hasta que mi espalda estuviera recuperada por completo, él mantenía ése titulo, por lo que una tarde le propuse de encontrarnos el sábado en el parque para hacer un uno contra uno.
Desde entonces cada sábado, jugamos juntos hasta quedar rendidos.
Dos años más tarde, aunque estos encuentros siguieran igual, algo había cambiado. Yo había cambiado. Entrenar tantas horas juntos pronto dio sus frutos. En poco más de dos meses todo Kanagawa ya nos conocía como el Dúo Dorado de Shohoku. Nos fuimos conociendo hasta el punto que en la pista sabíamos perfectamente lo que el otro pensaba hacer en cualquier instante, por lo que nuestra compenetración era única. Y eso que ni siquiera nos hablábamos.
Irle conociendo no sólo me sirvió para compenetrarnos mejor que nunca, sino que empezó a crecer en mí un sentimiento de respeto, y una extraña amistad que me desconcertaba. Me tenía confuso. A su lado muchas veces me sentía inferior a él, y eso me llevaba a "odiarle" por ello. Pero no era odio como al principio, era algo distinto, rivalidad, competición, incluso ira. ¿Pero odio? No ya no era odio.
Cuando empezamos a hacernos un poco más conocidos, me encantó que las chicas se acercaran a mi pero pronto me di cuenta que no era a mi a quien querían, ellas querían sólo un espejismo, sólo querían la imagen que tenían de mí, no a mí como persona. Empecé a sentirme acosado. Entonces entendí porqué el Zorro nunca les hacía caso a esas histéricas. Él me contó dónde podía esconderme cuando me sintiera muy agobiado. La terraza era un sitio ideal para ello. Subía hasta allí a menudo, pero sólo me quedaba si él estaba dormido. Cuando estás huyendo, quieres paz, no pelearte más. Aunque me encanta pelear con él, había momentos que necesitaba no hacerlo, y el único modo que conocía era cuando él estaba durmiendo. En esos ratos a su lado me sentía realmente tranquilo. Y fue entonces que me empecé a fijar en él. Cuando dormía y su faz estaba completamente relajada. Era hermoso pensé una tarde. Y desde entonces él empezó a aparecer en mis sueños.
Hacía tiempo que muchas de las cosas que hacía las hacía pensando en él, pero no me había dado cuenta de ello. ¿Me atraía el zorro? Estaba confuso. A menudo me encontraba planeado cosas que me gustaría hacer con él, como si fuéramos realmente amigos, y si iba al cine siempre pensaba si esa película le habría gustado a él, y toda clase de cosas así. Pero nunca antes había pensado tanto en nadie. Ni en mis amigos del gundam, ni si quiera en Haruko.
Ahora ella y yo éramos amigos. Me di cuenta que en realidad yo pensaba tanto o más en Rukawa que ella. Y además, de la misma forma. Sí, es cierto que quería ganarle, pero no era sólo eso. ¿Es que acaso él me gustaba como a ella?
Una noche a principios de verano, justo antes que el segundo curso se terminara, me desperté empapado de sudor, con la respiración acelerada, las mejillas rojas, y con las sábanas mojadas. La imagen de Rukawa desnudo junto a mí, de ése primer sueño erótico con él, me acompañó desde entonces. Tuve que aprender a controlarme, y a disimular, porque cada día le veía en las duchas tras los entrenamientos. Y mi cuerpo había empezado a desearle. Yo, Hanamichi Sakuragi, le deseaba, deseaba a Kaede Rukawa.
No se porqué pero no fue duro de aceptar esa atracción que sentía por él. Lo que me carcomía por dentro era pensar que no tenía ninguna posibilidad de nada con él.
Hasta que el verano entre segundo y tercero, el entrenador Ansai nos apuntó a un campamento de verano de baloncesto para los mejores jugadores del país. A parte de lo mucho que mejoramos allí y de lo bien que me lo pasé, el recuerdo que me quedó más vivo fue el de una conversación que escuché una tarde justo antes de irnos:
Akira Sendoh, hablaba con el chico que me había lesionado en primero. Pero no hablaban de baloncesto, hablaban de chicas. Senoh se hacía el hombre explicándole sus aventuras con admiradoras suyas. Luego empezaron a hablar de si este o aquel tenían novia. Repasaron a todo el campamento. Me enteré de detalles sumamente interesantes de mucho de mis compañeros. Quería saber qué dirían de mi, pero perdió todo el interés cuando dijeron que yo estaba colgado de Haruko, pensé que eran unos idiotas, e iba a marcharme cuando les oí hablar de él. El otro chico le preguntó a Sendoh si sabía si Rukawa tenía novia o algo. Aún en medio de los mejores jugadores del país Rukawa seguía siendo quien más admiradoras tenía después de Sendoh. A Sendoh le dio un ataque de risa, y cuando pudo volver a hablar dijo:
-¡Pero que dices hombre!. ¡Cómo va a tener novia Rukawa si es gay! En todo caso puede que tenga algún novio escondido por allí, pero lo dudo. Es tan arisco que no creo que nadie lo aguante.
¿Que Kaede era gay?. ¿Cómo lo sabía él? Quizá fuera cierto. Eso explicaría porque nunca hacía caso de las chicas que le acosaban. Eso me daba una oportunidad. ¿Pero que tal si eso no era cierto?. ¿Y si me hacía ilusiones y luego resultaba que le gustaban las chicas? No podía ir a preguntárselo para saberlo.
El verano acabó, y empezó el último curso en Shohoku. Cuando el entrenador me nombró capitán me sentí tan emocionado que hasta estuve a punto de abrazar a Kaede con la emoción. Pero me paré a tiempo. No me lo podía creer, por primera vez yo le ganaba en algo a él, yo era el capitán, y él sub-capitán. Siempre pensé que sería al revés, y que una vez más me tocaría ir por detrás de él. Como en todo. Pero no esta vez.
Dirigir los entrenamientos requería mucha dedicación, pero yo tengo energía para ello y mucho más si hiciera falta. Por suerte en la parte técnica Kaede siempre estaba dispuesto a dar las órdenes necesarias, y Haruko era mi nueva ayudante de preparación física, así que me sentía bien con el cargo. Era un poco cómo mirar el equipo desde fuera y intentar arreglar lo que iba mal. Eso me permitía mirarles a todos mientras entrenaban. Y ceo que no tardé en perder ese cuidado que tenía para no mirarle a él tan detenidamente. Ahora lo hacía sin tanto cuidado, y al fin alguien se percató de ello. Aunque no fue él.
Una tarde mientras acompañaba a Haruko a casa, como cada tarde, ella me preguntó.
-¿Hanamichi te has vuelto a enamorar desde que...?- me dijo bajando la cabeza supongo que al recordar el día que me tuvo que decir que no.
-Yo, no..- no sabía que decir- no lo sé.- contesté al final.
Estuvimos un buen rato andando en silencio, y finalmente le pregunté lo que había querido saber desde hacía meses pero nunca me había atrevido a preguntarle.
-¿Haruko, que opinas de los chicos a quienes les gustan otros chicos?
-Hana, por encima de chicos y chicas somos personas. Si en realidad se aman es lo único que importa supongo. – dijo ella.
Cuando el otoño empezó a refrescar, un sábado cuando llegué al parque una chica estaba sentada dibujando en un banco. Kaede me comentó antes de empezar a jugar:
-Esa chica nos observa.
-¿Te ha dicho nada?. ¿Se ha acercado a molestar?- le pregunté yo.
-No- dijo él mirándola.
-¡Pues deja de ser tan paranoico y juega!- y le lancé el balón.
Cuando nosotros paramos ella ya no estaba.
El lunes por la mañana, me crucé con ella por el pasillo. Iba con los del Gundam que me preguntaban dónde había estado el sábado por la tarde. Pero no recuerdo haberla visto más por el instituto. Sólo los sábados. Aunque no le presté mucha atención.
Tras muchos meses de pensarlo estaba casi decidido a decirle lo que sentía a su lado. Quizá me mandara a la mierda, pero no sería la primera vez que me ocurría y además empezaba a pensar que quizá él me correspondiese. Después de todo él fue quien más se preocupó para que me recuperara tras la lesión, y cada sábado entrenaba conmigo, sin faltar ni uno solo. Y a veces le encontraba mirándome. Y no sé, a veces nos entendíamos tan bien, y en realidad a los dos nos gustaba pelear de vez en cuando entre nosotros. Quizá todo eran imaginaciones mías, pero si él me correspondía y yo no le decía nada me sentiría idiota, y si no me correspondía prefería saberlo cuanto antes.
Pero un sábado que yo llegaba tarde la vi acercarse a la cancha, Rukawa jugaba solo, esperándome. Yo la detuve por el brazo.
-No le digas nada cuando está entrenando o se enfadará.- Le dije. Ella se giró.
-Es que debo pedirle disculpas- me dijo, bajando la cabeza un poco cohibida.
-¿Disculpas?- dije entre divertido y sorprendido.
-Sí- dijo sonrojándose levemente- creo que la semana pasada le ofendí.
-Tranquila, dudo que hayas podido hacer nada que le ofenda.- dije yo, pensando en que él no hacía nunca caso de nada de lo que sus admiradoras dijeran.
-Oh, sí que le ofendí, créeme. Creo que herí su orgullo.- me dijo ella.
-¿Y puedo preguntar como lograste hacer eso fuera de una cancha?- dije muy intrigado. No se me ocurría nada que ella pudiera hacer que llamara la atención de Kaede. ¡Y mucho menos que le hiriera el orgullo! Para eso le habría tenido que hacer caso. Eso no iba con él.
-Le di mi opinión sobre vuestros últimos partidos, y creo que no le gustó mucho. ¿No acepta muy bien las malas críticas, verdad?- me preguntó. Ésa chica parecía muy agradable.
-Normalmente no hace caso de lo que la otra gente diga. Somos pocos los que podemos hacerle enfadar con lo que decimos.- esto último más para mi que para ella. Luego callé, y mirándole jugar en la cancha, le dije. –¿Como te llamas?
-Masato, Abigail Masato.
-Muy bien Abigail, haremos una cosa, le transmitiré tus disculpas si lo deseas, pero no es buena idea que le interrumpas ahora. Está enfadado, y además yo hago tarde así que en cuanto me vea se pondrá peor.- Dije pensando en lo duro que iba a jugar él, hoy.
-¿Oh lo siento te retrasé?- preguntó ella apenada.
-No tranquila. ¿Quieres que lo hagamos así?
-Si gracias.- respondió con una leve sonrisa. Era hermosa esa chica.
Entonces me despedí y eché a andar. Pero a los pocos pasos me gritó:
-¡Sakuragi!- me detuve y ella corrió hasta donde yo estaba.
-¿Ocurre algo?- pregunté.
-No, solo, dile que en realidad jugáis muy bien cuando lo hacéis para ganar.- No entendí muy bien el mensaje pero me gustó que hablara en plural, y que no sólo alabara el juego del kitsune como siempre pasaba.
-Gracias -dije rascándome la cabeza y poniéndome un poco rojo por el halago.
-¡Adiós! –Dijo ella y salió corriendo del parque.
Me acerqué a la cancha y Kaede que ya me había visto me esperaba con la pelota en las manos y cara de enfadado..
-Te retrasaste.- me dijo fríamente.
-No fue mi culpa, me entretuvieron por el camino- dije tranquilamente mientras me ajustaba los cordones de las bambas. Estaba acostumbrado a su trato arisco.
-¿Con quien hablabas?. ¿Una nueva fan?- me dijo medio dolido¿medio celoso quizá?
-No sé si es una fan, pero no es mía- y añadí- como siempre.
-¿Que?- dijo él.
-Venía a pedirte disculpas y yo le dije que ya lo haría por ella. Esa pobre muchacha seguramente no merecía el desplante que le habrías hecho.
-¿Disculpas dices?- supongo que no entendía.
-Sí dice que te ofendiste por algo que te dijo. Me gustaría saber cómo lo hizo para cabrearte. Me simpatiza esa muchacha. ¿Sabes qué? Creo que es la misma que viene cada sábado a vernos, así haga frío o llueva.- añadí yo.
-Se llama Masato- dijo él en un susurro.
-¿Así que es cierto que la conoces? – dije. No sabía porque pero no me gustaba la idea que se conocieran. Si era capaz de herir su orgullo, era capaz de llamar su atención, y con lo guapa que era... estaba casi seguro que lo de que Kaede era gay era cierto, pero en ese momento empecé a dudar otra vez, y las fuerzas que había empezado a acumular semanas atrás para declararme se desvanecieron.
-No, en realidad no.- Dijo mirando por donde ella se había ido. –¿Por que te sonrojaste Do'aho?- preguntó -¿Es que todavía no has aprendido a hablar con chicas sin hacerlo?
-Eres un Baka Kitsune. Iba a decirte lo que me dijo, pero ahora si te interesa tendrás que suplicar por ello.- ¿Porque siempre se metía conmigo? Yo no había hecho nada para que me criticara. Ni harto de vino me suplicaría nada ese zorro, ambos lo sabíamos. Así que se quedó con las ganas de saber qué me había dicho esa chica.
Pero a partir de ese día todo fue empezando a torcerse. El último día de exámenes iba hacia el gimnasio cuando vi a Rukawa pelearse con unos de primero. No era habitual que él cediera a las burlas de los demás, y menos si ellos eran menores que él. A palabras necias, oídos sordos me había dicho él una vez. Me acerqué un poco por si necesitaba ayuda, pero él sabe defenderse muy bien. Cuando los hubo azotado a todos le oí decirles:
-Como vuelva a veros metiéndoos con ella, corred antes que os coja.- Luego recogió su bolsa del suelo, y se marchó hacia el gimnasio. ¿A quien estaba protegiendo el Kitsune? Empecé a montarme películas sobre lo que podría haber pasado, pero cada vez eran más increíbles.
Así gasté esa semana, hasta que el sábado cuando me acercaba al parque para ir a encontrarme con él me entretuve porque a medio camino encontré a Fujima. Estuvimos hablando y cuando me di cuenta ya volvía a llegar tarde. Me despedí y me marché corriendo hacía el parque. Pero cuando llegué la pista estaba bacía. Que extraño, pensé. Dejé la bolsa y me fui a buscar agua a la fuente. Con la corrida había entrado en calor, y tenía sed. Iba pensando en que quizá Rukawa había venido y harto de esperar se había marchado. Pero eso no era posible, otras veces había llegado mucho más tarde y él me había esperado igual. ¿Dónde se habría mentido?
Entonces le vi. Parado en medio del camino, abrazando a una chica,… esa chica,… Abigail. Ella lloraba, y él le acariciaba la cabeza. Le soltó el pelo y se lo acomodó. Luego le tendió un pañuelo para que la muchacha se limpiara la cara. Tras hablar un poco, él le tomó le la mano y salieron del parque casi corriendo.
Kaede se había ido con ella. Y se había olvidado de mí. La botella de agua que llevaba en la mano acabada de llenar se me cayó al suelo, y se derramó. Igual que mis lágrimas que empezaron a descender por mis mejillas. Al fin él había resultado no ser como yo creía. ¡Y encima había escogido a esa chica como novia, una chica que para colmo de males me caía bien!
Esa noche la pasé llorando por él. Me sentía tan idiota. Había estado a punto de confesarle a mi mayor rival que me había enamorado de él. Que me gustaba, que mi cuerpo le deseaba. Pero él ya tenía a alguien. Y yo no significaba nada para él. ¿Al fin y al cabo se había olvidado de mí, no? Esa noche me permití llorar por él. Luego por la mañana me prometí no volver a hacerlo jamás. Ya me rompiera el corazón en mil pedazos diminutos, no iba a llorar más por Kaede Rukawa. Para olvidarme de él ese domingo decidí ir a ver la tumba de papá. Hacía mucho que no la limpiaba y seguro que estaba llena de polvo y malas hierbas. Pero desearía no haber tenido esa idea.
Cuando llegué al cementerio, no había nadie. Me gustaba ese sitio. Era soleado, y tranquilo. Me dediqué a limpiar la tumba. Cuando volvía de comprar una flor para papá en la entrada, vi en otra zona del cementerio una figura que reconocería en cualquier lugar del mundo: Kaede Rukawa. Él y esa chica estaban de pie en frente unas tumbas. Él la rodeaba con el brazo, y ella tenía su cabeza en su hombro. La flor me cayó al suelo y los pétalos se separaron. Luego ellos se fueron, y yo me acerqué a ver a quien habían venido a ver. "Toichi Rukawa y Minako Rukawa, hijos, padres y amigos amados", y "Rika Rukawa pequeña alma, amada allá dónde estés". ¿Sus padres y su hermana pequeña?. ¿Él le había hablado de su hermana pequeña a esa chica? Entonces es que lo suyo era serio.
No quería llorar así que corrí a fuera del cementerio. Corría sin saber a dónde iba. Hasta que llegué a la playa. Caminé por la arena mirando las olas. Y cuando pensaba que estaba más calmado los vi sentarse en la arena. Y como él la abrazaba tiernamente.
Dios, él la amaba de verdad. Y yo era un idota con el corazón roto.
Salí corriendo hacia casa de Haruko en busca de consuelo sin pensar en que ella también iba a desmoronarse con la noticia. Pero no fue así.
-¿Hanamichi que te ocurre?- me preguntó ella al verme llegar con los ojos vidriosos. Pero yo no quería derramar una sola lágrima. Me lo había prometido.
-¿Haruko recuerdas que hace algún tiempo te pregunté por los chicos que quieren a otros chicos?- le dije
-Si, y yo te dije que lo importante es el amor que haya entre ellos no si son chicos o chicas.- dijo ella tristemente.
-Me preguntaste si estaba enamorado, y yo te dije que no lo sabía.
-Sí, lo recuerdo- dijo ella animándome a seguir.
-¿Cuando ves al chico que te gusta con otra y te duele es que le amas?
-Posiblemente. Pero mi madre decía que cuando amas a alguien lo que quieres es que sea feliz, ya sea contigo o con otro.
-¿Pero y si yo no quiero eso?. ¿Entonces no le quiero?
-No lo sé Hanamichi, eso sólo lo sabes tú. ¿Quien te ha roto el corazón?- me preguntó abrazándome levemente. Pero no quise contestarle a eso. ¿Para qué hacerla sufrir diciéndole que yo también estaba enamorado del Kitsune? Bastante le dolería saber que él ya tenía novia.
-Nadie. Recuerda que lo tengo roto desde el día que me dijiste que no- bromeé yo
-Hanamichi, no seas cruel. Sabes que eso no es cierto.
-¿El qué no es cierto?- dije yo sonriendo
-Tú no me amas, y lo sabes- me dijo seriamente.
-¿Como que no? Yo te quiero mucho Haruko. Eres muy importante para mi. Eres mi mejor amiga.
-Y tu mi mejor amigo Hanamichi.- Me dijo ella, mientras me abrazaba otra vez.- ¿Quieres quedarte a cenar? Takenori seguro que quiere que le cuentes como va el equipo.
Pero el lunes por la mañana, Kaede llegó al instituto con ella. Todos decían que era su novia. ¡Era obvio, sólo hacía falta verles! Incluso vino a vernos en el entrenamiento.
No es que me cayera mal la chica, es que no podía sufrir la idea que fuera por ella por quien por fin Kaede había abierto su corazón. Yo había pasado los dos últimos meses fantaseando que quizá sería conmigo con quien se abriera por fin, pero sólo había hecho el ridículo.
A todo el equipo les cayó bien esa chica. ¡Y como no, si ella era tan jodidamente perfecta como él! Mi mala leche salió haciéndoles trabajar duramente, muy duramente. Esa tarde volviendo a casa Haruko me dijo:
-No sé porque te cae tan mal esa chica Hanamichi. Parece simpática.
-Creí que precisamente tu la odiarías.- dije sorprendido.- ¿Recuerdas que es la novia de Rukawa?
-Sí. Y eso me hace feliz.
-¿Cómo? No me vengas con eso de que ver feliz a la persona que quieres te hace feliz.
-No es eso. Pero hasta hace poco creí que Rukawa era gay, pero si tiene novia no lo es. Por lo que eso me da una oportunidad.
-Me alegro por ti- le comenté bajando la cabeza para que no me viera el rostro.- Me marcho, ¿vale?. ¿Llegarás bien a casa verdad?
-Sí tranquilo Hanamichi. Hasta mañana.- y ella se fue todavía sonriendo.
Que Kaede no fuera gay era solo malo para mi. Pero era verdad, para ella era una buena noticia. Y yo sabía que debía estar contento por ella, pero era difícil. No quería perder su amistad, pero yo quería que Kaede me amara a mi. Ahora eso ya no era posible, Kaede amaba a esa chica. Se preocupa por ella, no la dejaba sola ni a sol ni a sombra, y ella empezó a hacerse amiga de Haruko. No solo me había robado a mi chico, sino también a mi mejor amiga.
Me odiaba a mi mismo por ser tan mezquino, pero no podía estar cerca suyo sin intentar ofenderla, o humillarla, cosa que era peor, porque así solo conseguía que Kaede la defendiera. Con lo que yo me enfadaba, y peleábamos más fuerte que nunca.
Ése primer sábado cuando llegué al parque vi que ella también había ido. Hasta mis tardes con él me había robado ella. Rompiendo la promesa de no volver a llorar por él, salí del parque con los ojos vidriosos. Cuando llegué a la playa, me derrumbé en la arena, y lloré. Lloré por haber perdido a Kaede. Por haber perdido algo que en realidad nunca tuve. Él nunca había sido mío, y tenía que empezar a aceptarlo.
El segundo trimestre pasó así. Intentando asimilar que otra vez me habían roto el corazón. Pero en el fondo sabía que esa era la primera vez que ocurría de verdad. Incluso los chicos notaron mi bajo estado de ánimo e intentaron lo imposible para volver a verme sonreír.
Pero yo no estaba para sonrisas. Además cada vez que veía a Kaede y a esa chica me ponía enfermo. Pero lo peor era que pasado ese primer fin de semana cuando les vi en el cementerio, o el primer día de clases, desde entonces Kaede parecía estar triste por algo. Tampoco daba en los entrenamientos todo de si. Y no sabía si es que la chica había hecho que perdiera el interés por el deporte, o algo peor había ocurrido. En cuanto me di cuenta de esa tristeza, involuntariamente me preocupé por él.
No quería hacerlo, quería desterrarlo de mi corazón, pero él se empeñaba en permanecer allí, bien atado hasta el fondo de mi alma. Sin yo quererlo me encontraba preocupado por su tristeza, y eso me cabreaba aún más, con lo cual acababa peleándome con él de nuevo. Pero esas peleas ya no eran divertidas. Cada una de ellas me rompía un poco más por dentro.
Pasados los exámenes del segundo trimestre Haruko me invitó a cenar a su casa. Durante ese trimestre nos habíamos distanciado un poco. Supongo que quería preguntarme que había ocurrido. El Gori se marchó a estudiar a casa del cuatro-ojos después de cenar, y cuando ella iba a preguntarme algo el teléfono sonó.
-Hola Haruko, soy Abigail. Acabo de hablar con Kaede.- oí la voz de una chica al otro lado del teléfono.
-¿Y qué, va a venir?- pensé que sería alguna de sus amigas.
-No lo creo. Lo siento, nos hemos peleado, y no creo que mañana quiera siquiera verme.- decía la voz.
-¿Cómo que os habéis peleado?. ¿Qué ha ocurrido?- preguntó Haruko un poco espantada, por lo que empecé a parar atención a la conversación y le pregunté a ella
-¿Quien se ha peleado?
A lo que me respondió tapado el auricular y en un susurro para que la del teléfono no le oyera "Abigail y Rukawa"
-Nada, solo le puse un par de cosas claras, y se enfadó conmigo. Nunca le han gustado mis críticas.- decía mientras tanto Abigail al otro lado de la línea telefónica.
-¿Pero qué le dijiste?- preguntó Haruko.
-Haruko no creo que sea el mejor momento para hablar de esto, creo que no estás sola, y...
Entonces le dije a Haruko:
-Pregúntale dónde está.
-Tranquila, él estará bien. ¿Ha vuelto a casa?- preguntó Haruko.
-Supongo, salió corriendo, no tuve tiempo ni de pedirle perdón.- la voz del teléfono era baja, pero clara.
-Vaya. Tranquila seguro que mañana se le habrá pasado– mientras Haruko se despedía yo recogí mis cosas y tomé la chaqueta.
Luego ella colgó y le dije
-Voy por él.
-¿Pero Hanamichi que dices? Seguro que está en su casa. Además es muy tarde.
-Él estará en la playa, ya lo sabes. Además no es tan tarde para mí. Quédate en casa, prometo llamarte cuando le encuentre.
Antes de irme, me abrazó, y me dijo.
-Ten cuidado.
Salí de casa de los Akagi corriendo. A medio camino se me ocurrió que quizá estuviera en el parque.
-¿Kaede, dónde estás?- dije mientras comprobaba que la cancha estaba bacía.
Luego arranqué a correr otra vez y no paré hasta llegar a la playa. Le vi allí sentado frente al mar. Me acerqué sigilosamente, y oí que lloraba. Ese sollozo me rompió lo poco que quedaba intacto de mi pobre corazón.
-Hola Kitsune- dije con suavidad. Aun así se sobresaltó.
-Lo que me faltaba- me contestó rudamente.
-¿Puedo sentarme?- Le pregunté. Aunque no sabía qué iba a decirle.
-Haz lo que quieras, de todas formas lo harás igual- Estaba claro que no me quería cerca. Pero no podía dejarle llorando allí solo. Además necesitaba preguntarle porque estaba tan triste últimamente. ¿No se suponía que tenía que estar feliz porque tenía novia?
-¿Qué te ocurre zorro?. ¿Te peleaste con la novia?- le dije con un tono de voz que no supe evitar. No quería recriminárselo, pero solo con pensar que lloraba por culpa de ella, me venían ganas de decirle que eso le pasaba por idiota. Por no darse cuenta que yo estaba a su lado y que me gustaba.
-¿Has venido a reírte de mi?- Dioses su voz estaba a puno de quebrarse. ¿Tanto daño le había hecho la chica? Yo no quería afligirlo más. Y por una vez no estaba allí para humillarlo, así que le susurré.
-No.- Luego callamos, y no pude evitar que esta pregunta escapara de mis labios. -¿Tanto la amas?
-La quiero mucho. Abigail es muy importante para mi Do'aho.- Sabía que eso era verdad. Yo les había visto juntos, y en esos momentos parecía que su tristeza desaparecía un poco.
-¿Cómo lo izo?. ¿Cómo consiguió robarte el corazón?- esa pregunta también salió de mis labios sorprendiéndonos a ambos. Yo no quería dejar ver que eso me mataba, pero creo que mi tono de voz rebeló mi tristeza.
-Ella no- vaciló un momento -Abigail no me ha robado el corazón Do'aho, ella..- volvió a detenerse.
-¿Pero no la amas?- pregunté confundido.
-No, no la amo. Le quiero mucho, pero no la amo.- me aclaró. Pero entonces se me hizo claro lo que había pasado. Había usado a esa pobre chica para sacarse de encima a su trupe de histéricas de los pompones, sin estar enamorado de la chica realmente. Aunque eso me alegró un poco porque eso volvía a abrir la posibilidad de que fuera gay, no era mejor. Me indignó pensar que pudiera ser tan mezquino. ¿Pero de que tipo de persona me había enamorado?
-¡Eso es...!. ¿Qué clase de cerdo eres?. ¿Cómo sigues con ella si no la amas?. ¡Eres un cabrón!- dije enfadado y decepcionado a la vez.
-Yo no estoy con ella Do'aho..- intentó explicar.
-¿Cortasteis?. ¿Por eso lloras?- le corté. Estaba ansioso por saber todo lo que había ocurrido porque no entendía nada.
-No Torpe, yo NUNCA he estado con ella- me dijo.
-¿Como que no?. ¡Si yo mismo os he visto!- exclamé. Quizá él había usado a la chica, pero ella no había hecho comedia. ¡No era posible!. ¿No?
-¿Que has visto eh? –dijo enfadado él también- Dime, has visto que la abrazaba, has visto que la protegía – me gritó histérico- ¿pero quizá viste alguna vez que la besara?. ¿O que la tocara?- dijo. Ahora que lo decía no, no les había visto nunca besándose.
-No, pero siempre llegas con ella y te vas con ella. Te espera al acabar el entrenamiento. Coméis juntos en la terraza. Le llevas la bolsa cuando pesa mucho, hasta le sonríes, y ella sí te abraza a ti- mi voz sonaba increíblemente triste, pero la angustia de mi pecho al recordar esas imágenes me cortaba el aire.
-En ese caso, tú sales con la hermana de Akagi desde hace muuuucho tiempo, no?- ¿Me estaba recriminando nada? Y su voz volvía a estar a punto de cortársele por la emoción. ¿Sería que me había equivocado? Que tal si en realidad la hipótesis buena fuera la de principio de curso cuando creí que quizá yo también le gustaba. Tenía miedo de pensar que eso fuera cierto. Pero peor era saber que en realidad era mentira. Y además él tenía razón.
-No- dije en un susurro para que mi voz no se cortara.
Volvimos a quedar callados. Se oía el susurro del mar de fondo, pero estaba demasiado oscuro para distinguir nada en la noche.
-¿Entonces porque lloras?- pregunté por fin pasado un rato. Necesitaba saberlo.
-Es complicado- esa respuesta intentando evitar el tema hizo que mi imaginación volara. ¿Y si me quería después de todo?
-Seguro que no lo es tanto- intenté para que me contara que le ocurría.
-¿A que viene éste repentino interés?- interrogó.
Por fin levantó la cabeza para mirarme a los ojos. Necesitaba saber la verdad de porque estaba tan triste. Sus ojos nunca antes habían sido tan trasparentes, un océano de tristeza azul. Pero luego vi un cambio en ellos, en cuanto me vio a los míos. ¿Podía ser que lo que veía en ellos no fuera recelo, ni odio, ni hastío, ni rabia?. ¿Podía ser que emitieran sorpresa?
Su mirada se suavizó. Instintivamente me acerqué a él. Su rostro estaba a un palmo del mío. Sus ojos me escrutaban el alma, y yo ya me había ahogado en su océano azul oscuro. Unos segundos más tarde empecé a acercarme a él, solo diez centímetros nos separaban. ¿Iba a besarle? Sí. Era la única forma que se me ocurría para comprobar si lo que estaba viendo en sus ojos no era mentira. Mi corazón palpitaba y mi respiración hacía rato que no era acompasada.
Estaba muy nervioso, él cerró los ojos al notar mi mano en su mejilla. No sabía si porque le había gustado o porque le había dado repelús el contacto. Se me cortó la respiración, pero tenía que llegar hasta el final y ver si me quería. Noté su aliento en mi cara, y cuando sus labios rozaban los míos oímos un grito no muy lejano.
-KAAAEEEEDEEEEEE! AYUUUD- Era Abigail.
Instintivamente nos separamos el uno del otro. Él se levantó y salió corriendo hacía el paseo marítimo de dónde venía el grito. Pronto le seguí.
Cuando llegamos a la luz, y vi a Haruko sujetada por esos dos hijos de... pasé al lado de Kaede como alma que lleva el diablo y me lancé contra el chico que sujetaba a Haruko. Lo golpeé hasta que quedó ko. El otro huyó.
Me giré hacia Haruko. Kaede la había desatado. ¿Pero dónde estaba él? Me acerqué a ella, pero antes de poder decirle nada me dijo.
-¡En el callejón, han cogido a Abigail, Kaede ha ido a por ella!. ¡Oh Hanamichi tenía tanto miedo!- luego se lanzó a mis brazos y sólo pude abrazarla e intentar calmar el llanto de la chica.
Quería ir a ayudar a Kaede, pero no podía dejarla sola. Por suerte pronto vi aparecer a Kaede con Abigail en brazos. Ella llevaba las ropas remendadas y sucias y también lloraba. Entonces ella gritó otra vez:
-¡KAEDEE!. ¡Cuidado!- Él la soltó y se giró para enfrentar a su atacante, pero el chico iba armado con una navaja, y Kaede no. La hoja afilada rasgo su brazo derecho.
-¡NOOO!- Gritamos Abigail y yo a la vez.
-¡Hijo de ...!- empezó a gritar al ver la sangre en su brazo.
Él iba a pelear pero no podía permitir que le hicieran más daño así que me lancé sobre el cabecilla antes que Kaede se moviera. La navaja voló lejos, y yo empecé a golpear al muchacho. Estaba completamente fuera de mí. El muchacho desfalleció ante tal avalancha de golpes. Pero yo sólo podía pensar en que casi apuñala a mi Kaede. El chico de mi vida, y ahora que creía que por fin iba a ser mío, él casi lo apuñala.
De pronto noté unos brazos que me rodeaban por detrás cogiendo fuertemente los míos. Y oí su voz en mi oreja.
-Ya es suficiente, por favor- me susurró. Eso tuvo un efecto inmediato. Dejé de golpear al muchacho semi inconsciente en el suelo. Todos quedamos parados. Kaede todavía cogiéndome. Yo no quería que se separara de mí. No habíamos tenido tiempo de reaccionar, cuando las luces y el sonido de una sirena nos hicieron despertar. Haruko había llamado a la policía.
Todo pasó muy deprisa, los de la ambulancia nos curaron las heridas, Haruko se acercó a los agentes y les contó lo que había pasado, luego se llevaron a esos energúmenos, y a nosotros nos llevaron a casa.
-¿Dónde quieren que les deje muchachos?- había preguntado el agente
-A la calle de las cerezas numero veintitrés.- dijo Kaede muy seguro de si mismo.
-¿Y al resto?- preguntó el agente. Pero no nos dio tiempo de contestar.
-Vamos todos juntos.- dijo él con un tono frío que no admitía replicas.
Nadie le contradijo. Subimos los cuatro en la mono-volumen de la policía, Kaede iba abrazando a Abigail que aún tenía rastros de lágrimas en sus mejillas, y Haruko iba sentada a mi lado estrechándome la mano fuertemente. Le pasé el brazo por los hombros en un abrazo protector, y finalmente Haruko empezó a llorar. Lagrimas silenciosas corrían por las mejillas de ambas chicas. Al llegar delante de la casa unifamiliar del kitsune el policía nos dijo a los chicos:
-Han pasado una experiencia horrible. Un poco de té y dormir les irá muy bien. No sean muy duros con ellas.
-Gracias por traernos agente- dijo él fríamente. ¿Pero que nos importaba lo que un poli como él dijera? Luego abrió la puerta y nos acompañó a la sala. –Sentaos, voy a poner agua al fuego.
Medio minuto después volvió y dijo:
-Venid, os daré algo limpio para que podáis cambiaros.- La chicas se levantaron cogidas de la mano y las llevó escaleras arriba. Un rato después volvió a bajar sólo.
Cuando le vi me levanté. Pero él se adelantó y me dijo:
-Toma- me lanzó una camiseta y un pantalón de chándal. -En esa puerta hay un baño. Cámbiate. Quiero hablar con las chicas primero, pero luego...,- bajó la vista y dijo- luego quiero hablar contigo.- Ni siquiera me dio tempo a contestar. Se marchó a la cocina y cerró la puerta. Yo me quedé en la sala estático, luego me metí en el baño y cerré la puerta. Con los dedos en mis labios y luego una sonrisa afloró a mi cara. Me desnudé y me metí bajo el agua tibia. Cuando salía de debajo la ducha oí su voz al otro lado de la puerta:
-Cuando salgas, llama a casa de Haruko, por favor. Yo no tengo el número- eso era mentira, y él sabía que yo lo sabía porque sí que tenía el numero de los Akagi. Saqué el móvil y marqué el número del cuatro-ojos.
-Cuatro-ojos, ponme con Akagi por favor.
"Akagi es Sakuragi, y debe ser importante porque no te llamó gori"
-¿Qué ocurre Hanamichi?. ¿Está bien mi hermana?- la voz de Akagi era ansiosa.
-Si oye, que no estamos en casa. Sólo quería que lo supieras.
-¿Cómo que no estáis en casa?
-Estamos en casa del Kitsune.
-¿En casa de Rukawa?
-Sí, oye es que es un poco largo de explicar, pero podrías venir mañana a buscar a Haruko. Es que no creo que pueda acompañarla a casa.
-¿Qué ha ocurrido?
-Te lo contaremos mañana por la mañana. No te preocupes, todos estamos bien.
-¡Cómo que tranquilo si mi hermana está en casa de Kaede Rukawa, sola, y con vosotros dos!
-La novia de Kaede está aquí también. Oye no te preocupes. ¡Confía un poco más en mi hombre! No vemos mañana por la mañana. Cuelgo que estoy llamando des de móvil y casi no tengo saldo. Adiós.
Y le colgué. "Akagi va a matarme" pensé.
Luego pensé en el kitsune. En que casi lo había besado. En que él había casi respondido. Estaba confundido. Durante dos meses había intentado olvidarle, y ahora...
Me encontré delante del espejo escribiendo lo que sentía estando con él. Quizá al verlo así me ayudara a aclararme.
"Rivalidad""Atracción""Envidia""Deseo""Amistad"
"Compenetración""Inferioridad""Tranquilidad"
"Angustia""Ira"¿Amor?
Estaba muy confuso respecto lo que sentía por él en esos momentos. Pasé un buen rato delante de ese espejo lleno de vaho.
-Sí creo que sí que te amo Kitsune. ¿Pero y tu?- Susurré mientras me acababa de vestir.
Luego salí del baño, y minutos después bajaron las chicas con el pelo mojado, vestidas con ropa de Kaede, cómo yo.
Él tardó poco en salir de la cocina.
-¿Kaede no vas a cambiarte?- le preguntó Abigail, un poco temerosa.
-Cuando acabemos.- dijo él sentándose en una butaca.- Haruko, Hanamichi ha llamado a tu casa para decirle a Akagi que no se preocupara.
-Yo he hablado con él. Mañana por la mañana vendrá a por ti.- añadí, temiendo la paliza que el gori nos daría la mañana siguiente.
-Gracias- dijo muy cohibida.
-¿El abuelo…?- empezó a preguntar Abigail.
-Él sabe que estás aquí.- contestó Kaede.- Aunque yo no se muy bien CÓMO hemos llegado aquí.- añadió mirándola fijamente.
-Kaede, yo...- no sabía que decirle supongo- nunca creí que pudiera pasar nada malo. Lo siento.- añadió bajando la cabeza.
-¿Chicas sois conscientes de lo que pudo haber pasado?- le ayudé- ¿Porqué me seguiste Haruko?
-Yoo- Haruko vacilaba- ¿no podemos hablar después?- me dijo implorando con la mirada que no le hiciera contestar a esa pregunta. No delante de Kaede.
-No- contestó él por mí.- No hablar claro desde el principio fue lo que nos trajo aquí. Así que nadie saldrá hasta que aclaremos todo.
-¿Todo Kaede?- preguntó Abigail con segundas.
-¿Abigail, conoces algún otro significado de la palabra todo?- contestó muy enfadado.
-Muy bien, si se trata de decirlo TODO quizá que empiece por aclarar quien es quien.
-Creo que ya nos conocemos, diría yo- la interrumpí sarcásticamente. Los celos me tenían verde. ¿Por un lado Kaede parecía que si que me amaba, pero por el otro seguía igual con ella?
-Eso es lo que TÚ crees, que no lo que es en realidad- contestó ella también con burla.
-¡Ya basta!- gritó Kaede.- Es verdad él no lo sabe, pero no es culpa suya, así que ya basta los dos. No quiero volver a oír una palabra hostil entre vosotros. Ya no más- nos pidió.
-¿Que ocurre Kitsune?- seguí en tono hiriente. ¿Porque la defendía?. ¿Y que era eso que yo no sabía?- ¿Tus oídos son demasiado sensibles para oír verdades?
-Hanamichi, ya basta.- dijo Haruko con un tono que no me gustó un pelo.
Callé, por respeto a Haruko, pero me quedé sentado mirando de mala manera a esa mocosa. ¡Pero si le sacaba dos años y dos palmos de altura!. ¿Cómo se atrevía a hablarme de ése modo?
-¿Abigail sabrás continuar sin lanzar dagas afiladas por esa boca que tienes?- dijo Kaede. Ese comentario me agradó. ¡Como mínimo no sólo me reñían a mí!
-¡Mira quien habla!- dijo entre dientes.
-¿Decías?- contestó como si no la hubiera oído.
-Nada. – respiró hondo y prosiguió- Como le dije a Haruko hace un rato- se detuvo. Al recordar lo que había sucedido se puso blanca. Yo quería saber qué había ocurrido, pero no hacerlas sufrir más. Supongo que Kaede tampoco, porqué le puso una mano en el hombro como diciéndole que no se preocupara que él estaba allí. - Kaede no es mi novio.- dijo la chica al fin.
-Eso dice él también.- dije yo. Algo en esa historia no encajaba. Y quería saber qué era.
-Do'aho calla.- ¿Por qué siempre me mandaba callarme?
-¿Cómo dos personas que tras dos meses de ser vistos juntos a diario, pueden decir ahora que nunca han sido pareja? Pero se quieren mucho eso sí.- dije mirándome a Kaede al decir lo último. Necesitaba saber que había ocurrido. ¿Si era cierto que no eran novios, que había ocurrido?
-¿Me has oído decir nunca que Abigail era mi novia a caso?- saltó enfadado por el retrecho.
-Cuando nos la presentaste- dije muy seguro de ello.
-Perdona pero cuando Kaede me presentó a todo el equipo, solo dijo: "Ella es Abigail. Abigail estos son…" os presentó a cada uno de vosotros hasta llegar a ti "y por último éste es Hanamichi Sakuragi el capitán." Luego me mandó a las gradas.
-Oí que los del equipo te preguntaban si ella era de verdad tu novia, y tu...- intenté justificar. Pero era verdad, él nunca lo dijo. Eso debería haberme alertado en ése entonces. Me habría evitado muchas lágrimas.
-No les respondí.- dijo exasperado Kaede.
-¡Nunca respondes!. ¿Cómo vamos a saber si quieres decir que si o que no?- le grité. Pero otra vez Haruko intervino.
-¡Oh vamos Hanamichi!. ¿Después de tres años me dirás que no te conoces todos sus gestos?- dijo ella.- Cuando quieres sabes perfectamente bien lo que le pasa por la mente. ¡Sino como explicas vuestro juego, cuando ni siquiera en la cancha os habláis!- en ese momento me di cuenta que ella sabía lo que yo sentía por él. ¿Siempre lo supo?
Así que volví a callar.
-Respecto a tu pegunta...- continuó Abigail- no fuimos nosotros quienes empezamos todo esto. Esos...- calló. Entonces Kaede le tomó la palabra.
-Esos tipos llevan acosando a Abigail desde finales del primer trimestre- explicó. -Por ese entonces nosotros casi ni nos conocíamos.- ante esa afirmación tanto Haruko como yo pusimos cara de no entender, pero él continuó como si nada. -Una tarde los encontré acorralándola a la salida de clases. Cuatro contra uno. Pero ella no se encogió, les izo frente y escapó; ella sola. Luego me acerqué y les "advertí" que no quería verlos acosando a esa chica.- entonces recordé esa tarde yo le había visto pelearse por alguien. ¿Era por ella?- Una semana más tarde iba hacia la cancha del parque cuando oí el grito de un chica. Volvían a ser ellos. Pero esta vez huyeron al verme.
-Ellos decidieron decir a todos que yo era su novia.- intervino ella.- Supongo que pensaron, si es que son capaces de tal cosa, que nos molestaría que algo así fuera de dominio público.
-¿Me estáis diciendo que hasta hace tres meses no os conocíais?- Dije con incredulidad. Los miré a ambos. Parecían sinceros así que más calmado añadí- Supongamos que os creo. ¿Cómo dos desconocidos aceptan seguir el juego de una mentira lanzada la vuelo por unos animales como esos?- ¡Aunque fuera verdad era inverosímil!
-Cuando esa tarde la ayudé por segunda vez, me di cuenta que ella era especial, y…
-Y te enamoraste dije temiéndome lo peor. ¿Me habría equivocado otra vez?
-¡Yo no he dicho eso!- exclamó.
-Pero eso es lo que dicen todos cuando se enamoran "en ese momento me di cuenta que era una persona muy especial".- intenté razonar yo.
-Eres idiota.- me dijo con su usual tono de voz.
-Y tu un cretino, y nadie se ha quejado todavía.- repliqué. Hacía tanto que no nos hablábamos así. Casi lo echaba de menos.
-Hanamichi- volvió a intervenir Haruko- ella era especial porque es su hermana.- Entonces sí que me quedé sin palabras.
-¡Si venga!- dije sin poder creérmelo. Tenía la sensación de estar metido en uno de los culebrones de los que ponen por la tarde- ¿Esto ya es cachondeo, no?- Pero luego les miré. Ambos con el pelo negro, extremadamente liso, los ojos azules, aunque los de ella escondidos detrás de unas gafas que se quitó para que pudiera observarla mejor. Y esa mirada. Solo una persona podía mirarme de ese modo, pero ahora eran dos.
-¡No puede ser!- exclamé. ¿Entonces era verdad? Por eso ellos se querían pero no eran novios. Todo parecía tener más sentido ahora.
-Eso mismo dije yo cuando mi abuelo nos lo contó.- me dijo Abigail volviéndose a poner las gafas.
Entonces, entre preguntas de Haruko y mías, Abigail y Kaede relataros lo que se abuelo les había contado.
Hacía ya más de cincuenta años su abuelo, el señor Masato, se casó con Naoko, una muchacha del pueblo de al lado. Pero ése fue un casamiento arreglado, como era costumbre en ésa época. Ninguno de los dos se casaron enamorados. En realidad él amaba otra mujer. Pero esta debía casarse a su vez con otro hombre. Lo que ése otro hombre no supo nunca es que su querida hija, no era suya, sino del señor Masato el abuelo de Abigail y Kaede. Ésa hija ilegítima era Minako, la madre Kaede. Veinticinco años más tarde esa mujer tuvo a su primogénito. A Kaede. Pero tras eso, su esposo tuvo una trágica enfermedad que le dejó estéril. La madre de Kaede tubo un bebé cuando él tenía tres años, Abigail. Pero Kaede creía que había muerto. Cuando Minako la tuvo, siendo su marido estéril, la familia de él quería echarla. Pero él estaba muy enamorado de ella. Así que les convenció para que ella pudiera quedarse, si daban la pequeña en adopción. Por otro lado la esposa del hijo del señor Masato no podía tener hijos, así que ellos se quedaron la pequeña. Claro que sólo el abuelo, Minako y Sakura, la madre de Mainako y abuela de Kaede, sabían la verdad. Nadie supo nunca que Abigail era ése bebé. Incluso le hicieron un entierro, para taparlo todo. A ella la crió su tío. Pero luego ambas parejas murieron en un accidente de avión, y Kaede quedó a cargo de Sakura, su abuela, y Abigail con su abuelo, el señor Masato. Pero revelar la verdad entonces no era posible. Sakura y Naoko, la esposa del señor Masato, todavía estaban vivas. Naoko no sabía nada de todo eso, y estaba enferma, no podían decírselo entonces. Y el señor Masató creyó que Kaede estaría bien, pues viviría con Sakura.
Pero la abuela murió, unos años más tarde. Y él se quedó solo. Pero Sakura se encargó que nada le faltara, y le prohibió al señor Masato contarles nada. El competente bufete de abogados de la Familia Rukawa, se hizo con la tutela de Kaede, y al abuelo le prohibieron acercarse demasiado a él. Esos hombres debían decirle todo esto al cumplir la mayoría de edad, pero en cuanto Abigail entró al mismo instituto, se destapó el pastel.
-Porque yo me di cuanta de que ella era la viva imagen de mamá. Sólo que mamá no usaba gafas y jamás se recogía el pelo. Por eso esa tarde cuando la vi sin las gafas y con el pelo suelto me asusté. Pensé que estaba viendo un fantasma. Pero luego me di cuenta que ella tenía algo que ver con mi madre. Quizá una hija ilegitima pensé. Una hermanastra, me imaginé. Por eso supe que ella era especial.- dijo Kaede mirándome.
-Nadie más lo sabe.- dijo ella cuando acabaron la explicación- Y preferiría que siguiera sin saberse. Nosotros no deberíamos saberlo, y ese rumor le hace la vida mucho más fácil a todos los chicos del instituto. Empezando por mi hermano.
-No a todos- gesticuló Haruko para Abigail, mirándome a mi. ¡Por favor! ella lo sabía. Sabía que yo lo quería, y ahora que sabíamos la verdad, Kaede volvía a tener muchas posibilidades de ser gay, sobretodo después de la conversación de esa noche. Que por suerte Haruko no había oído. Pensé.
Kaede que no había visto ese comentario, prosiguió.
-Ahora que ya sabemos quien es quien. ¿Podrías explicarme que hacíais los tres en la playa?
-Buscarte- dije yo.
-Saliste de casa corriendo y...- intentó explicar Abigail.
-¿Cómo lo sabían ellos?- le preguntó mirándole directo a los ojos.
-Abigail me llamó– Intervino Haruko, otra vez. -Quería decirme que no vendríais mañana al cine. Al preguntar porqué, ella me dijo que os habíais peleado y que no creía que mañana estuvieras de humor. Me contó que te habías ido corriendo.- explicó Haruko sin levantar la cabeza.
-Yo estaba en casa de Haruko, oí la conversación. Haruko estaba preocupada por ti. Decidí salir a buscarte. No iba a permitir que ellas vagaran por las calles a estas horas.-Dije retocando la verdad más para no herir a Haruko que para que Kaede no se diera cuanta de que me gustaba.- ¿Porque me seguiste? Te dije que te quedaras en casa.- le pregunté a ella suavemente.
-No lo sé. Llamé a Abigail para decirle que no se preocupara, pero no pude. Decidimos salir a buscaros. Recordé que en tu chaqueta había el walkie talkie, cogí el otro y nos encontramos en el muelle.
-¿Llevaba un walkie en el bolsillo?- Pregunté con cara de asombro. Entonces sentí un terrible sentimiento de arrepentimiento, o culpa, o no sé que era. Pero eso quería decir que ella lo había oído todo. ¡No!
-Sí- dijo Haruko sin levantar la cabeza.
-¿Por qué no lo usasteis?- dijo Kaede.
-Lo intentamos, pero no funciona. Podíamos oír lo que decíais, pero vosotros no podíais oírnos.- Añadió ella.
-¿Por qué no vinisteis hacia la arena con nosotros?- preguntó Kaede a Abigail
-No quisimos interrumpir- contestó.
-¿Interrumpir?- dije muy nervioso. ¿No sólo lo oyeron, también se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo entre nosotros? Pobre Haruko. Yo no quería hacerle daño.
-Hablabais sin pegaros por una vez en vuestras vidas.- dijo Haruko con la voz rota.
-Pensamos que quizá estabais arreglando vuestras diferencias- Añadió Abigail al ver que Haruko con los ojos llenos de lágrimas ya no podía decir nada más.
Entonces volví a abrazar a Haruko. Le susurré
-Perdóname. No quería hacerte daño, por eso nunca te lo dije. Lo siento- Y volví a abrazarla. Ella lloraba silenciosamente acurrucada en mi pecho.
Abigail empezó a sollozar, y Kaede la abrazó por detrás.
Luego con mucha suavidad, y ternura las subimos arriba. Las arropamos en la cama de Kaede, y las dejamos allí solas.
-Intentad dormir. Si queréis nada seremos abajo.- le dijo Kaede a Abigail antes de irnos.- Te quiero pequeña.
-Y yo a ti Kaede.- susurró Abigail antes que saliera de la habitación. Y volvimos en silencio a la sala.
El silencio era incomodo. Pero no sabía como reempezar lo que horas antes habíamos dejado a medias. Los dos a la vez dijimos
-Kaede
-Hanamichi
Volvimos a callar por unos instantes, añadí.
-¿Porqué no te das una ducha, y te cambias? Luego hablamos.- Acababa de recordar que no había limpiado el espejo al salir. Si él lo viera, quizá sería más fácil decirle lo que sentía.
Izo que sí con la cabeza y se metió en el baño que antes había usado yo. Me senté a esperar. Cuando oí que cerraba el agua me acerqué a la puerta y pegué una oreja para poder oír mejor.
Le oí pronunciar todas esas palabras.
"Rivalidad""Atracción""Envidia""Deseo""Amistad"
"Compenetración""Inferioridad""Tranquilidad"
"Angustia""Ira"¿Amor?
Pero luego nada. No se movió. No dijo nada más por un buen rato. Quería saber qué estaba haciendo así que giré el pomo de la puerta. Estaba abierta; la empujé. Él estaba parado frente al espejo casi desnudo con sus manos en la boca, leyendo y releyendo las palabras.
Luego suavemente dijo en voz alta:
-¿Que intentas decirme con esto Hanamichi?
-Que estoy confuso.- respondí. Había estado tan absorto, que no me había oído entrar. Estaba justo detrás de él. Se tumbó para enfrentarme de cara, pero yo me sonrojé. Iba medio desnudo. Se sonrojó. Intentó taparse con la toalla, pero sus manos estaban torpes. Yo estaba tan cerca que casi podía sentir su respiración encima de mi, su olor, su calor.
Me acerqué a él un poco más y finalmente posé mis labios en los suyos. Mi corazón tuvo una parada cuando sus manos soltaron la toalla que le cubría dejándole en calzoncillos. Pero él simplemente se quedó allí parado, como una estatua. No se movió. Quizá al fin y al cabo me había equivocado. Me separé, y le dije.
-Me equivoqué. Lo siento. – susurré y me giré muerto de vergüenza para caminar hacia la puerta. Él no me amaba. Gay o no, yo no le gustaba. Ahora sí todo estaba perdido. No había respondido al beso. Las lágrimas purgaban por salir otra vez de mi ojos cuando noté su mano en mi brazo impidiéndome que saliera.
-Si quieres pegarme hazlo rápido, quisiera irme.- le dije con la voz rota, y sin levantar la cabeza para que no viera mis ojos. Pero me tomó la cara con ambas manos y entonces fue él quien me besó. Acercando su cuerpo desnudo al mío, empujándome hasta quedar recostados en la pared. Cuando nos separamos nos quedamos mirando a los ojos.
-Yo no. – me murmuró.
-¿Tú no qué?- pegunté con miedo en la voz. Pensé que iba a decirme que no me quería.
-Que no estoy confuso. Sé muy bien lo que quiero, y de quien lo quiero.
-¿Me amas?- pregunté.
-Sí.- me dijo alto y claro.
-Gracias- le murmuré antes de volver a besarle. ¡Mi sueño se estaba haciendo realidad! No podía creer que por fin esos labios, me estuvieran besando. A mi. Solo a mi. Luego murmuré.
-Yo no,..., no sé,..., - estaba tan nervioso que tartamudeaba. Callé. Respiré hondo y entonces le dije.- Yo no sé si te amo Kaede, pero me gustas. Me gustas mucho. Si pudiéramos simplemente tomárnoslo con calma. Necesito tiempo. Me da miedo equivocarme, hacerte daño, y hacerme daño. Llevo mucho tiempo queriendo decírtelo, pero no sabía cómo, y luego estaba Haruko, yo no quería hacerle daño tampoco. Y cuando creí que por fin te lo podría decir apareció Abigail, y pensé que me había equivocado. Pensé que otra vez me había fijado en la persona equivocada. Y Me daba celos que te preocuparas tanto por ella, y por eso la traté tan mal, y yo lo siento mucho Kaede.- Cuando acabé mis ojos ardían.
-No llores Hanamichi. – me susurró. Mi piernas casi me fallan al oí ese susurro. ¡Él me estaba llamando Hanamichi! Y con ese tono. Temía que en cualquier momento sonaría el despertador como cada mañana.
-Yo no estoy llorando (snif)- dije intentando sonreír.
-¡Ya!- me respondió antes de volver a besarme. –Deja que me vista y vamos al salón- me dijo antes de darme un último beso fugaz y separarme de él.
Esa fue una noche corta. Kaede y yo nos dormimos abrazados en el sofá.
Despertamos con el timbre de la puerta. Era Akagi que venía a por Haruko. Pero ella y Abigail todavía dormían, y no queríamos despertarlas. Akagi estaba preocupado, y lo estuvo más una vez le contamos lo ocurrido la noche anterior.
-Akagi, ella y Abigail hicieron mal en salir solas de noche, pero no la riñas por ello. Ahora más que nunca va a necesitar de tu apoyo.- le dijo Kaede al final.
-¿Qué más ha ocurrido que deba saber?- dijo el Gori.
-Ayer, ella demostró un gran valor. Hizo algo que le llevó a perder algo muy importante para ella, y todo por nosotros.- dijo Kaede. ¿Él también se había dado cuanta?
-Pero ella es fuerte y lo superará. Lo sé, estoy convencido de ello. Pero no va a querer que esté a su lado para ayudarla, así que hazme un favor Akagi, cuídamela mucho, de acuerdo?- añadí otra vez con los ojos anegados. Al verme así Kaede me dio la mano, y yo entrelacé mis dedos con los suyos. Luego nos dimos cuenta que Akagi lo había visto y nos soltamos inmediatamente.
-Desde el día que te lesionaste la espalda en ése último partido Hanamichi, he temido que esto ocurriera.-dijo mirando nuestras manos. Pero no había recriminación en su voz. Solo tristeza. Supongo que él también sabía lo que eso significaba para su hermana.- Os aconsejo que llaméis a Kogure y a Mitsui y habléis con ellos. Os pueden ayudar a sobrellevar los momentos tensos cómo éste en un futuro. No habéis elegido un camino fácil chicos.
En ese momento aparecieron las chicas por la escalera. En cuanto Haruko vio a Akagi empezó a correr y se lanzó a sus brazos llorando. Abigail se acercó a nosotros y Kaede la abrazó suavemente. Despedimos a los Akagi y luego Kaede se llevó a Abigail a la cocina para prepararle algo de desayunar.
-¿Como te encuentras Abigail?- le preguntó mientras le preparaba un zumo de naranja.
-No lo sé. Quisiera borrar toda la noche de ayer.- dijo ella con la voz apagada.
-No toda espero.- le dijo girándose hacia ella, sonriendo al verme parado en la puerta observándoles. Supongo que ella notó en él algo diferente.
-¡Oh!. ¿Kaede que ocurrió anoche?- preguntó. Ella no sabía que yo les espiaba desde la puerta de la cocina.
-Que tenías razón, y después de todo quizá Haruko no es tan boba como aparenta.- dijo.
-Me alegro mucho por ti Kaede.- le contestó. Ella se levantó y le abrazó. Entonces entré en la cocina.
-Abigail- dije para captar su atención. Ella soltó a Kaede y se giró.- Yo... quería pedirte disculpas por lo mal que te he tratado estos días. Mi comportamiento fue...
-¿Imperdonable?. ¿Poco caballeroso?. ¿Desagradable?- me interrumpió ella. La verdad no sabía que contestarle a eso. ¡Esa chica tenía incluso más mala leche que Rukawa!
-Vamos Abigail, no seas tan dura con él. Al fin y al cabo te acaba de pedir disculpas. Y créeme, eso no ocurre a menudo.- no sé muy bien si eso era en mi defensa o en contra mía.
-¡Oye¡Claro que no, porque no suelo equivocarme. ¿Olvidas que soy el genio Sakuragi?-le dije a él. Pero luego le dije a ella- Pero me equivoqué contigo Abigail, y te pido perdón por ello.
Ella me miró como sospesando el veredicto. Luego me izo una seña para que me agachara un poco. Y en la oreja, para que Kaede no lo oyera, me dijo:
-Te perdono, pero como le hagas sufrir demasiado corre antes que te coja.- luego se separó y me preguntó en voz alta- ¿Trato echo?
-No he querido nada más en muuucho tiempo.- dije sonriendo. Era bien claro que esos dos eran hermanos. ¡Pero por otro lado eran tan distintos! Cuando le tendí la mano a Abigail, me la miró y luego me estiró del brazo que le extendía para acercarme a ella, y así abrazarme riendo.
Kaede nos miró y sonrió ante la aceptación de Abigail. Se acercó a nosotros y se abrazó a nosotros haciendo un sándwich con Abigail en medio. La estrujamos un poco y ella empezó a chillar.
-¡Ehh que me aplastáis!
Entonces reí y besé a Kaede.
-¡Ehh!. ¡Que sigo aquí chicos!- dijo ella. Un poco sonrojado me aparté. Y ella se echó a reír.
-¿De que te ríes?- le dije un poco enfadado por el descaro de ella de reírse de mi a mi cara.
-De ti- dijo ella todavía aguantándose la risa por debajo la nariz.
-¡Pero tú eres una descarada!- le dije a la chica.
Ella estalló en carcajadas ante mi enfado.
-Ay es que eres monísimo Hanamichi- consiguió gesticular ella mientras se destornillaba ante nosotros dos. Kaede por su parte no se si estaba a punto de echarse a reír con ella o flipaba tanto como yo.- Ahora entiendo porque a Kaede le gusta hacerte enfadar.
-¡Abigail!- Dijo Kaede ofendido como si su hermana acabara de hacer el peor comentario del mundo. Yo le miré a él con cara de ofendido, y ella riendo aún más, y no pude evitar reír con ella.
-¿Y se puede saber de que te ríes tu Idiota?- dijo con voz fría.
Ese insulto me hizo parar. Le miré a los ojos y le dije
-No soy ningún Idiota.
-Pues te reías como uno- contestó él.
-De ti- contesté serio.- Acababa de recordar algo que Abigail me dijo la tarde que la conocí.
-¡Pero si desde el momento que te la presenté que no le has dirigido la palabra apenas!- dijo él.
-¿Qué?. Esa tarde no, la que hablamos en el parque, ¿te acuerdas?- le dije a la chica.
-Sí, iba a pedirle disculpas a Kaede, pero tu me detuviste. ¿Pero qué te ha hecho reír de lo que te dije?- preguntó ella curiosa.
-Querías disculparte con él por haberle ofendido, y yo no te creí. No pensé que fueras realmente capaz de poder ofenderle. Pero acabas de hacerlo casi tan bien como yo. – dicho eso ambos echamos a reír otra vez al ver su cara de enfado.
Al oírnos, dio media vuelta y salió de la cocina dando un portazo. Con el sonido seco de la puerta Abigail dio un bote y dejó de reír al instante. Al igual que yo. Ella puso enseguida cara de preocupada.
-¿Y si se ha enfadado de verdad? Tenemos que pedirle perdón.- dijo ella dirigiéndose a la puerta.
Yo la paré entes que tocara el pomo.
-Ya voy yo. Si vas tu te va a gritar- abrí y salí de la cocina corriendo.
Alcancé a Kaede al pie de la escalera. Le tomé del hombro. Se que se giró con la firme intención de dame un golpe, pero yo fui más rápido, y le bese. ¿Cuantas veces, en situaciones parecidas, había querido hacer eso mismo? Millones, pero nunca me atreví a besarle. Tras una discusión estúpida cómo esa o me acababa yendo o acabábamos a tortazo limpio. Siempre me pasaba por la mente "si pudiera le besaría y le haría callar con eso". Ahora podía hacerlo, y a él parecía gustarle, porque no se opuso demasiado al principio, y pronto me rodeó la cabeza con una mano para ahondar el beso mientras la otra mano se iba directo a mi espalda para acercarme a él.
Yo no tardé en poner las manos en su espalda, y me acomodé en sus brazos rozando mis partes nobles con las suyas. Un gemido escapó de él, mi cuerpo estaba despertando, y mi mente estaba completamente en blanco. Había soñado con esto mucho tiempo. Pero él era mejor que cualquier sueño. Noté como él también se estaba excitando, pero entonces empezó a suavizar el beso para separarme de él.
Yo estaba sonrojado. No dije nada porque no sabía que hacer. ¿Habría parado porque no quería ir tan deprisa? O quizá primero quería hablar de que teníamos. Al fin y al cabo ése era un paso que no tenía marcha atrás.
-Vamos arriba- me dijo tomándome de la mano. ¿Quizá me había equivocado, y solo quería ir a un lugar más cómodo que la escalera? Ahora que estaba consciente de lo que estábamos a punto de hacer estaba un poco asustado. Yo no sabía si estaba preparado. Momentos antes simplemente me había dejado llevar, pero no había pensado en ello, y estaba nervioso. Pero él parecía tan tranquilo. Ni siquiera tartamudeó, o se puso colorado como yo al invitarme a subir a su habitación.
-Quiero hablar contigo, y Abigail sigue en la cocina, recuerdas?- Me dijo no muy alto para que ella no oyera. Entonces di las gracias por no haber dicho en alto nada de lo que me había cruzado por la mente. Me sentía cómo un completo idiota. Él me tomó de la mano y me arrastró escaleras arriba hasta su habitación. Entramos, y cerró la puerta.
Yo me senté en su cama esperando a que él hiciera algo. Pero parecía que no tenía nada claro, se le veía nervioso, y me puso todavía más nervioso Se quedó en la puerta mirándome durante un buen rato. No sabía que pensaba, y entonces empecé a pensar en lo que había hecho parar en las escaleras. ¿Por qué lo había detenido, no quería hacerlo?. ¿No lo habría hecho por lo que le dije la noche anterior?
-Kaede sé que anoche te dije que quería ir despacio. ¿Pero... no habrás parado por eso, verdad?- le pregunté con miedo.
-¿Qué?- me dijo con la voz un poco aguda por la incredulidad. –¡Claro que no! Pero eso puede esperar. Primero quiero hablar contigo.
-¿De qué?- le pregunté al tiempo que le hacía un gesto para que se acercara a mi sentara es cama a mi lado. Me incomodaba hablar estando uno sentado y el otro de pie. Pero se quedó de pie recostado en la puerta de la habitación.
-De nosotros.- dijo. Luego añadió un poco más dudoso...- Yo ya te dije anoche que te amo.
-Kaede yoo...- ¡Dios!. ¿Antes de hacer nada conmigo esperaba que le dijera que yo también le amaba?
-Hanamichi por favor escúchame un momento. Ya sé que tu no estás seguro, yo te gusto y para mi es suficiente por ahora. No quiero que me digas que me amas hasta estar seguro, no hasta que me lo digas de corazón.- eso me tranquilizó porque realmente no quería decir esas palabras sin sentirlas realmente.
-De acuerdo.- por eso asentí.
-Pero que pueda esperar para eso, no quiere decir que pueda hacerlo por otras cosas.- al decir mi cara se tiñó de carmesí estoy seguro, pero es que estaba haciendo propuestas muy descaradamente. –Si estás pensando en lo que acaba de pasar en la escalera...- mi sonrojo aumentó. Claro que pensaba en lo de las escaleras, y en como hubiéramos acabado de no haberme parado. -No solo me refería a eso. Me refería a establecer un compromiso.
-¿Un compromiso?- eso si me había dejado descolocado. ¿A qué se refería con eso del compromiso?
-Llámalo ser novios, pareja o como quieras, pero necesito saber que entre nosotros hay algo firme pese a todo.- en su voz me pareció percibir cierto miedo.
-Claro que lo hay- le contesté. –Kaede, es cierto que estoy confuso, y tampoco yo quiero decirte que te amo hasta estar seguro de ello, porque no quiero hacerte daño. Pero claro que hay algo serio. Me gustas y quiero tener una relación seria contigo. ¿Kaede quieres ser mi pareja de ahora en adelante?- le pregunté levantándome para quedar a su misma altura.
-Sí- susurró. Quiso besarme pero primero...lentamente se lo impedí poniendo suavemente mi mano en sus labios.
-En cuanto a lo que ha pasado en las escaleras quiero que quede claro una cosa- le dije suavemente, mientras se separaba un poco de mi para poder escucharme. –Anoche te dije que no quería correr, y es cierto, pero te deseo, y no tengo miedo de lo que pueda pasar entre nosotros. Llevo años queriendo probarlo, y ahora sé que quiero que sea contigo, por que te deseo.- acabé susurrándole, mientras le atraía y le besaba.
..··..··..Aquí empieza..··..··
Su boca tibia, era suave mis labios sedientos masajeaban los suyos para abrirlos. Entonces, mi lengua se introdució en su boca buscando el contacto con la suya. Al tiempo mis manos se posaron en su cintura, y luego resbalaron lentamente en una suave caricia hasta su espalda y su culo. Su cuerpo reaccionaba bajo mis manos y me encantaba. Además era muy grato masajear la tersa musculatura de todo su cuerpo. Estaba por completo entregado a esa caricia cuando noté que él colocaba una de sus manos en mi espalda mientras que lentamente la otra se enredaba en mi cabello.
Dejé por un momento esa boca al tiempo que mis manos se introducían en su camiseta. Un escalofrió recorrió su espalda. Su piel ardía. Deliberadamente aproveché el acto reflejo de Kaede de echar la cabeza un poco atrás por el placer de mis caricias en su espalda, para empezar a besarle el cuello. No pudo evitar que un pequeño gemido saliera de él mientras me entregaba por completo a las gratas sensación de tenerle en mis manos.
Pronto su camiseta estorbó, y con más prisas que otra cosa, se la saqué arrojándola al suelo. Aprovechando que nos habíamos separado, le empujé hasta la cama y allí le dejé tumbado, sin camisa, con el pelo revuelto y las mejillas sonrojadas, era la imagen más sugerente que podía imaginar. Lo miré tenía los ojos brillantes y antes de tumbarme sobre él para besarle de nuevo con pasión, me quité la camiseta, para poder sentir su piel contra la mía.
Me tumbé delicadamente encima de él y mis manos aprisionaron las suyas. Mi boca tomó la suya, de dónde no paraban de salir pequeños gemidos. Haciéndome así con el control.
Él gemía de placer por el constante vaivén de mi cuerpo encima del suyo, pero también de frustración pues le tenía completamente inmovilizado. Podía hacer con él lo que quisiera y eso me excitaba todavía más.
Sin soltar sus manos, no fuera que se me escapara, volví a atacar su cuello atraído por su reacción anterior. Y de nuevo Kaede ya no pudo hacer nada para resistirse. Esa sensación de poder sobre él me emborrachó por completo. Mi cuerpo se estremeció igual que el suyo, aun que él no me había tocado todavía. Aproveché para soltarle, con la seguridad que no iba a moverse, y bajar las manos hasta su pantalón, que quería quitar de en medio cuanto antes.
De repente se encontró casi desnudo debajo de mi sin poder moverse, torturado hábilmente por mi boca, y mis manos en su pecho, pezones, ombligo, y vientre. A medida que las caricias iban bajando su respiración fue volviéndose cada vez más irregular. Debajo de los calzoncillos, su pene se encontraba ya erecto y mis caderas hacían espasmódicos movimientos buscando el roce de mis genitales con los suyos. Su espalda se arqueaba involuntariamente para ayudar en el proceso.
Kaede quería que le aliviara, pero yo quería seguir jugando y no hice caso alguno ni de mi excitación ni de la suya, ya muy evidentes, y en vez de sacarle la ropa interior empecé a besarle el vientre, aproximándome a la goma del calzoncillo pero sin tocarla siquiera. Luego, con suavidad, le abrí de piernas y me coloque entre ellas, pero tampoco le toqué. Me dediqué a besarle el interior de las piernas, de forma muy húmeda para excitarle aún más. Hacía rato que había cerrado los ojos, sus manos estaba agarradas a las sábanas.
-Hanamichi- gimió.
Estaba tan caliente que incluso llegué a pensar que se iría sin haberle tocado los genitales, así que le quité la ropa interior. Por unos instantes me quedé observándole. Su cuerpo era hermosamente perfecto. Su blanca piel estaba perlada de sudor, y rosada en las zonas que yo le había tocado. Luego me tumbé de nuevo para poder besarle. Frenéticamente su cadera se movía restregándose contra la mía, mientas yo le ahogaba con un beso. Sin tocarle, ni soltar su boca, me quité los pantalones y la ropa interior. Para por fin poder notar la totalidad de su piel en contacto con la mía.
-¿Tienes frío?- le susurré. Estaba temblando. No podía creer que yo pudiera provocar todo aquello. Me sentía poderoso.
Él solo me contestó con un gemido. Le observaba embelesado, sin acabar de creérmelo, cuando me di cuanta que no era el único que le observaba. ¡Al otro lado de la calle alguien nos miraba por la ventana con unos prismáticos!
-¿Te pone que te miren?- le pregunté a Kaede. Pero creo que no me entendió, y no tenía tiempo para explicárselo tampoco. –A mi no- le dije, y me levanté para correr las cortinas de la ventana.
Sin decir nada más volví a la cama de nuevo, pero esta vez no me tumbé encima de Kaede como antes, en vez de eso subí a la cama y me puse a cuatro gatas detrás de su cabeza.
-¿Hanamichi qué haces?- Me preguntó. Así tumbado al revés, mirándome desconcertado, con cada poro de su cuerpo abiertos de deseo, y todo por mi. Era excitante.
Me incliné y le dije:
-Te beso la frente- y le besé la frente.
-Los labios- e hice otro tanto con ellos, pero esta vez me entretuvo un poco. Era extraño besarnos de ese modo, pues estábamos del revés. A cuatro gatas empecé a deslizarme más encima de él besándole suavemente, casi rozándolo tan solo con mis labios, el cuello, la clavícula,... hasta que su cabeza estaba en mi pecho.
-Beso tus pezones- le susurré y me dediqué a succionarlos, primero uno y después el otro.
Pero por fin él decidió participar tambén. Alzó la cabeza del colchón y apresó mi pezón entre sus labios. Ese contacto me hizo estremecerme de tal modo que casi pierdo las fuerzas y caigo encima suyo. A medida que iba bajando las caricias hasta su abdomen, él hizo otro tanto. Esta vez pero no me entretuve y fui directo a sus genitales.
En el momento en que rocé su glande, gimió:
-¡aahhh!
Sus sonidos me excitaban mucho, y yo también necesitaba que me tocara, e instintivamente empecé a rozarme en su pecho o donde pude delante de él. Para cuando me di cuenta su boca me envolvía de pleno. Todo mi cuerpo se estremeció, me fallaron las fuerzas, y caí recostado en los codos, y así introduciendo todavía más mi pene en su boca. Entonces él empezó a mover su cabeza sacándolo de su boca. Pero lo hizo demasiado lentamente y ejerciendo una suave presión con los labios...
-¡aaaahhhhh!- no pude evitar gemir.
Entonces noté que sus caderas se alzaban buscando alivio.
Así poco a poco, sin prisa pero sin pausa, el uno al otro fuimos incrementando el ritmo de las caricias, los besos, y lamidos en nuestros respectivos miembros.
Su boca alrededor de mi se sentía increíble. Pronto unas pequeñas gotas salieron de su pene con un gemido...
-Ohhh, Hanamichi- estaba a punto de venirse, así que agarré su miembro con la mano, y empecé a masturbarle a una velocidad creciente.
-¡Ahh¡Ahhh¡ahhhhha¡ahaaahahaha!- gemía cada vez más alto.
Estaba como ído y hasta llegó a detener en las caricias que me estaba dando.
-¡Aaaaaahhhhhhhh!- casi gritó al llegar al orgasmo. Pero luego calló. No decía nada, ni se movía y por un momento temí por él, hasta que pude ver la mueca de placer en su rostro. Una de las cosa más eróticas que he visto jamás. Quería dejarle disfrutar, pero yo también necesitaba terminar, y verle tan cargado de erotismo, me encendió todavía más. No pude evitar el balanceo de mis caderas enfrente de su cara.
Volvió a lamerme el pene de arriba a bajo como si de un helado se tratara, en cuanto me vio. Fue entonces que me abandoné por completo a las sensaciones y me tumbé a su lado descansando, me era imposible mantenerme encima suyo por más tiempo sin desplomarme y aplastarle. Así que ahora yo me encontraba debajo y él encima.
Completamente fuera de mi, jadeaba intensamente. Y cuando noté que el líquido pre seminal salía, su mano me envolvió y me masturbó, con presión y velocidad sin poder evitar los graves gemidos que escapaban de mi garganta, a medida que aumentaba la velocidad.
-Ah ¡aah¡aaahhh¡aaahhhh¡aaaahahhh¡aahhhhh¡AAAAAhhhhhh!- acabé gritando mientras expulsaba el semen que se esparció por mi vientre, su mano, y las sábanas.
Como él, me quedé por completo desarmado y exhausto en una sensación de ingravidez por unos instantes. Me tumbé a su lado sonriendo de felicidad, cansado, y sudado. Recuperando mí ritmo cardíaco habitual.
Cerré los ojos pensando en lo increíble que era estar así con Kaede hasta que noté que Kaede se movía. Se colocó cómodamente encima mi piernas y empezó lamerme otra vez, pero esta vez para tragarse toda mi simiente vertida en mi vientre y luego la que quedaba en mi miembro. ¡Mis ojos se abrieron como platos, no podía creer que Kaede se estuviera tragando eso! Pero sus suaves lamidas, lograron que mi pene empezara a endurecerse de nuevo.
No podía negarme, pero se me hacía sumamente extraño lo que él hacía. Luego me hizo doblar las piernas y abrirlas, para tener más fácil acceso a mis testículos primero, y luego me sorprendió más todavía dirigiéndose hacia el ano. Iba a protestar ante ese avance pero por el camino Kaede descubrió un punto que hacía que mi espalda se arqueara profusamente si hacía presión en él. Y se divirtió un rato con ello. Torturándome de modo que mi mente quedaba anulada casi por completo. Aunque no era una tortura demasiado desagradable.
Hasta que decidió seguir la exploración. Para ese entonces mi pene estaba otra vez en pie de guerra. Y el resto de mi cuerpo estaba por completo entregado a las sensaciones que Kaede provocaba en mí. Ahora yo era la presa y él el cazador.
De repente noté una extrañísima sensación. Incomoda sin duda, pero no precisamente dolorosa. Levantó la cabeza y descubrí que el muy bastardo había aprovechando que todavía estaba untado de su propio semen, para lubricar sus dedos y introducir uno en mi ano.
-¡HHHH!. ¿Kaede qué haces?- le dijo sorprendido.
-¿Te molesta?- me preguntó, luego movió ese dedo dentro de mí. Lo que hizo que la sensación de invasión aumentara.
-Es extrañoooooooo- intenté decir, pero su dedo acababa de hacer algo allí dentro que me hizo gritar y arquear la espalda así que siguió "explorado".
Pronto noté que otro dedo me invadía. Un leve quejido salió de mis labios.
-¿Duele?- dijo él un poco preocupado.
-Un poco- confesé.
Entonces detuvo todo movimiento pero yo temía que lo que me dolería más sería cuando intentara salir. Parecía que íbamos a quedarnos así cuando él se incorporó lo suficiente como para meterse mi pene lleno en la boca de nuevo. Me olvidé por unos instantes de los dichosos dedos. Y para cuando me di cuenta estos efectuaban lentos y suaves movimientos dentro de mí. Pasado un rato la sensación ya no era tan molesta, era extraña, pero como mínimo no dolía como al principio. Tampoco podía pensar mucho en el dolor con los labios y la lengua del Kitsune jugando a los chupa chups con mi miembro. Y pronto no eran dos sino tres dedos.
Cuando ya no recordaba los dedos en el culo, se separó de mi pene y me preguntó.
-¿Hanmaichi puedo?
Primero no entendí, luego dudé. Tres dedos no iban a ser lo mismo que su miembro. Entonces empezó a retirarlos, pero algo me hizo moverme volviendo a introducirlos de nuevo en mi, más profundo que las otras veces, y ahogué un gemido.
-Sí Kaede, no salgas de mi...- le susurré. Me había acostumbrado a tener sus dedos allí y ahora quería terminar con esa sensación de sentirme lleno de él.
Pero sacó los dedos, en contra de lo que le había pedido, y de pronto los reemplazó por su miembro erecto de excitación.
Era grande y caliente, y palpitaba. Dolía más que los dedos, como supuse, pero también llenaba más. Kaede se controló a si mismo para entrar despacio y no hacerme daño. Pero duró poco su auto control. Pronto sus caderas empezaron a moverse primero lentamente adentro y a fuera de mí. Así como mis caderas también participaba en esa danza.
Cada embate era un poco más profundo que el anterior, y más fuerte, y más rápido. Su mano voló de nuevo a mi miembro alcanzando un ritmo similar al que llevábamos dentro de mí. Pero íbamos demasiado rápido. Así que alargué mis manos hasta su culo y empecé a guiarle a mi ritmo. Más lento, pero más profundo. Con cada embate él gritaba, y yo también.
Estuvimos así unos momentos, hasta que Kaede gritó:
-¡HA ahha ahah Hannnaaaaaa!
Sus caderas se volvieron espasmódicas, y sus movimientos dejaron de ser controlados. Con un último embate más violento que los demás se derramó dentro de mi y acto seguido yo lo hice en su mano.
Se derrumbó encima de mi. Quedando abrazados. Pude olerle, y sentir que por fin me pertenecía. Allí nos quedamos por muchos minutos, sin siquiera salir de mi.
Ambos respirábamos agitadamente, y nuestros corazones se fueron calmando. Luego salió de mí, y se tumbó a mi lado.
..··..··..Puedes seguir leyendo con tranquilidad..··..··..
-Gracias- me susurró. –Te quiero.
Mi pecho se llenó de un sentimiento indescriptible.
-Lo sé- le contesté consciente que pronto podría decirle lo mismo sin miedo a estarme equivocando.
Quedamos allí abrazados en las sábanas todas removidas y con manchas húmedas.
-Me apetece una ducha Kaede. – le susurré. Estaba increíblemente bien abrazado a él, pero todavía notaba su líquido saliendo de mi, e iba todo embadurnado. Necesitaba sentirme limpio de nuevo.
Él levantó la cabeza de mi pecho y aproveché para invitarle a venir conmigo.
-¿Te bañas conmigo?
Salimos hacia el baño, y nos metimos bajo el chorro de agua tibia.
-Mmmm- susurró cuando el agua le tocó.
Yo también ronroneé con el agua. Estaba con los ojos cerrados y la cabeza directamente debajo del chorro de agua cuando me besó. Esa boca, me volvía loco.
-Kaede, a la próxima quiero saber qué se siente estando arriba.- le dije un poco avergonzado por el atrevimiento.
-Muy bien- dijo sonriendo. Y luego me preguntó –¿Pero te ha gustado estar a bajo?
-Duele un poco, pero vale la pena- admití sonriendo. Luego simplemente le besé.
Salimos del baño, y de nuevo nos vestimos con su ropa.
-Kitsune, tengo hambre- le dije mientras me ponía un par de calcetines.
-Vamos a la cocina. ¿Porqué no avisas a tu casa y te quedas a comer?- me invitó.
Mientras decía esto, iba sacando las sábanas, y haciendo un revoltijo de ropa para lavar, junto con las ropas sucias de él, Abigail y mías de la noche anterior.
Mientras él ponía la lavadora yo llamé a casa.
-¿Mamá?
-Hola Hanamichi ¿dónde dormiste anoche?
-Tranquila mamá, que no me quedé a solas con Haruko.
-Lo se llamé a su casa anoche y no contestasteis.
-Lo siento mamá. Esta noche te contaré que ocurrió.
-¿Debo preocuparme?
-No mamá, tranquila estoy bien. He dormido en casa del Kitsune.
-¡No puedo creerlo!
-Ya lo se mamá, pero todo va perfectamente. ¿Volveré a la hora de cenar, te va bien?
-Si claro cariño. Ves con cuidado, me oyes hijo.
-Lo se mamá. Te quiero, un beso.
-Yo también te quiero hijo, cuídate.
Luego volví a la cocina dónde encontramos a Abigail durmiendo sobre sus brazos, así que intentamos preparar la comida sin hacer ruido.
Cuando ya estábamos acabando ella despertó.
Por suerte no parecía saber qué había ocurrido, ni preguntó por ello, porque yo solo de pensar en lo que acabábamos de hacer me ponía rojo como la grana. No me arrepentía en absoluto, pero me daba vergüenza admitir que me moría de ganas de repetirlo.
Luego comimos, y ella nos pidió dormir otro poco más. Así que subimos arriba y nos tumbamos en la cama recién hecha, y ellos no tardaron en dormirse. Kaede abrazado a mi, y Abigail a su lado acurrucada. Yo me estuve un rato observándolos, hasta que me dormí también.
Cuando los tres despertamos de la siesta, salimos al parque. Era sábado, nosotros dos teníamos muchas ganas de jugar, y Abigail no quiso perdérselo. Antes de salir de casa Kaede le dijo.
-Me fijé que a veces traías una cámara. ¿Quieres que te preste la mía?- Ella puso una cara de felicidad increíble y aceptó rápidamente.
Así partimos.
Esa tarde mientras nosotros jugábamos nos vimos sometidos a una intensa sesión de fotos. Se acercó a nosotros tanto como pudo. Y nos fotografió desde detrás del aro, desde la banda, de atrás... Pero le quedaron muy bien. Y todos estamos seguros que esas no fueron las mejores por la cámara nueva sino por lo que acababa de ocurrir entre nosotros.
..··..··..-y hasta aquí puede contar un menda sobre como acabé prendado de un zorro-..··..··..
OWARI
Sant Vicenç
Desembre 2005
Grissina: Bien, solo queda ya la versión de Haruko. Espero que les haya gustado. ¿Cual de las tres versiones de la historia les ha gustado más de momento?
