Cruzando el Límite

2. Sayonara my love

Al día siguiente Shuichi despertó al lado de Hiro, la noche había sido larga y melancólica mientras se desahogaba entre suspiros cortados por las bromas de Hiro, su simple compañía le había hecho mucho bien. Se acomodó mejor en la cama, aún cansado como para levantarse, pero en lugar de volver a dormir prefirió distraerse con el perfil de su amigo pelirrojo. ¿Cuántas veces había hecho lo mismo? incluso desde la secundaria, cuando se quedaba a estudiar (o mejor dicho cuando Hiro intentaba que se aprendiera todo lo que no había comprendido en todo un año justo la noche antes del examen final) o cuando simplemente se quedaba a pasar la noche para estar más tiempo con él. Pero ahora era tan diferente, ahora se quedaba con él para que le ayudara a curar su corazón roto por culpa de un rubio de ojos dorados que se cruzó en su camino.

En verdad, Hiro era el amigo perfecto. Siempre estaba allí cuando lo necesitaba, era un apoyo incondicional y adivinaba lo que pensaba con solo mirarle a los ojos. Le daba un nuevo significado a la palabra "te quiero", porque sí, le quería y mucho. Si lo pensaba bien, siempre estaba en su mente, pero desde que conoció a Yuki había decidido pensar cada vez menos en ello. No tenía sentido, Hiro era su amigo, su mejor amigo...era mejor que dejara de pensar tanto...

Quien dijo que el tiempo curaba las heridas tenía razón. Los días pasaron rápido para los dos amigos. Una semana después, la mañana saludó a Hiroshi con más calor del habitual. Tal vez era porque un cuerpo pequeño y suave se hallaba abrazado al suyo. Sonrió para sí mismo, en realidad no le molestaría despertar así todos los días. Se movió lo suficiente para mirar la pequeña sonrisa en los labios de Shuichi mientras dormía, y no pudo evitar darle un cariñoso beso en la frente a su amigo. – Oye niño, despierta – susurró con malicia, mientras el pelirrosa fruncía el seño antes de abrir un ojo con pesadez.

-Yo ya no soy un niño – respondió bostezando y frotándose el ojo cerrado con un puño – no vuelvas a decirme así

-N-I-Ñ-O ¿qué me harás ahora? - Hiro se le acercó sin miedo alguno y sonriendo para después sacarle la lengua a Shuichi, hablándole con voz socarrona

-¡Oye! Yo ya soy todo un hombre ¿sabes? – Y por la forma en como lo hizo, el pelirrojo podría jurar que un gato le había saltado encima y trataba inútilmente de rasguñarle la cara, pero lejos de lastimarlo eso sólo le causaba gracia. Así que pensó en la mejor forma de quitarse a Shu de encima sin lastimarlo

-¡Mira Shuichi, hay una extraterrestre tras de ti! – con una ridícula cara de horror, y enormes y llorosos ojos violetas, un chibi pelirrosa estiró los brazos en el aire, antes de caer al suelo enredado en las sábanas.

Mas tarde en el desayuno seguían riendo, intercambiando sonrisas cómplices después de uno que otro comentario que sólo ellos con su extraño entendimiento y vocabulario desarrollado durante la infinidad de años de conocerse comprendían. Con Shuichi desayunando al lado no se podía tener una comida digamos saludable, así que Hiro decidió abrir una caja de galletas de arándano especiales que se acabaron en un dos por tres.

-¡Hoy es mi día de suerte! –dijo Shuichi con una sonrisa que no era de fiar y estirando la mano como quien no quiere la cosa- ¡la última es mía!

-¿Y quién le puso tu nombre? – por algo era guitarrista, con manos más rápidas se llevó a la boca la deliciosa galleta que el pelirrosa veía con cara de hambre, y que Hiro ignoró con una sonrisa deslumbrante – estaba rica

-Hirooo

-¿Nani?

-¡Eres malo!

-Lo sé

-¡Hiroooo!

-Dime

-Tengo hambre...

-...

-¡Hirooo!

-Pero te comiste más de la mitad del paquete de galletas

-¡Pero no me comí la última!

-¿Y eso que tiene que ver?

-¡La última siempre es la mejor!

-... ... ...– (con cara de incredulidad)

-¡Hirooo!

-Está bien... vamos a la tienda

Condenada hora en que Shuichi aprendió a hacer esa cara de animalito hambriento, porque Hiro no podía contra ella.

Después de ir al supermercado y salir de allí con las galletas y la cara roja de vergüenza porque "accidentalmente" Shuichi había lanzado al piso una torre de frascos de pepinillos por ir bailando Spice marmalade por los pasillos; por fin se iban de regreso a casa. Apenas habían cruzado una calle cuando el pelirrosa divisó un puesto de revistas con una foto de Ryuichi en la portada de una y corrió al ataque para comprarla. Su brazo ya estaba estirado en el aire y tenía los ojitos brillando de emoción cuando en sus narices una chica tomó la que resultó ser la última revista. La chica estaba a punto de pagarla y llevársela a casa con toda la alegría del mundo e ignorando los grititos de frustración del extraño muchacho que reclamaba al vendedor porqué no tenía más de aquel tesoro invaluable.

-¡Te pago el doble si me la das! - chilló Shuichi justo cuando el pelirrojo se paraba a su lado enterándose de lo que sucedía - ¡Vamos, dámela!

-Lo siento, pero he buscado esta revista por toda la ciudad y no se la doy a nadie ni por un millón de yens. – Al parecer la chica estaba tan emocionada por haberla conseguido que ni se había dado cuenta de con quién estaba hablando

-¡Hirooo! – Sus ojitos violetas vieron esperanzados a su amigo como si éste tuviera todas las soluciones el mundo y fuera su superman personal.

El pelirrojo cerró los ojos para meditar un momento las cosas y llegar a una sola conclusión, tendrían que utilizar las viejas mañas de la secundaria (como cuando querían que las chicas les hicieran el favor de copiarles la tarea). Llevó una mano a la mejilla de Shuichi y ante la mirada atónita de la chica que aún sostenía la revista de la discordia y el taquicárdico viejito que la vendía, acercó peligrosamente su rostro al de Shuichi, quien a pesar de haber enrojecido se había dado cuenta de la treta.

-Tranquilo Shuichi-kun – dijo con vos melosa y casi sensual – Si ella no te la quiere dar yo la buscaré por ti por todo Japón si es necesario... no podemos obligarla a hacernos el favor – En ese momento, besó estratégicamente la comisura de los labios del pelirrosa acentuando su sonrojo aún más – A menos, claro está, que la amable señorita decida entregarte la revista y así podríamos seguir con nuestro paseo... – Y para cerrar con broche de oro, abrazó a Shuichi antes de besar tiernamente su cabecita rosada y finalmente dedicarle una sonrisa deslumbrante a la muchacha que estaba totalmente roja hasta las orejas y con una sonrisa bobalicona en la cara.

-¡Oh¡No se molesten! – Inmediatamente estiró los brazos para entregarle a Shuichi su anhelada revista – ¡En realidad no la necesito con tanta urgencia!

El pelirrosa estaba que no cabía en sí de gozo, tomó la revista agradeciéndole a la chica, para después colgarse del cuello de Hiro y darle un fugaz beso en los labios - ¡Gracias Hiro¡Eres el mejor! – le dijo después al oído. Y esta vez fue Hiroshi quien se sonrojó. Shuichi siempre era muy espontáneo y no era nada del otro mundo que alguna vez le robara un beso de aquellos, pero eso no impedía que sintiera mariposas en el estómago siempre que aquello pasaba.

Como si nada hubiera pasado, ambos se fueron triunfantes y sonrientes hacia el departamento de Hiro. Cuando llegaron se dedicaron a comer más galletas y a ojear las páginas de la nueva adquisición de Shuichi. Mientras el pelirrosa veía con enormes y emocionados ojos las páginas con fotos de Ryuichi, el guitarrista se perdió en sus pensamientos.

Los besos robados entre él y Shuichi eran muy naturales desde aquella primera vez... cuando prácticamente eran unos adolescentes perdidos en el mundo. Pero aún así, eso no significaba que no sintiera "nada" cuando los suaves labios de su amigo se posaban en los suyos; no era algo raro, pero tampoco podía decir que se le hacía lo más normal del mundo. Siempre había tenido aquella leve fijación en su mejor amigo, pero cuando lo admitió, el pelirrosa ya se había enamorado de Yuki Eiri. Entonces pasó algo por su mente.

-Hey, Shuichi

-¿Nani? – pasó de leer la revista a una cara de seriedad al ver la expresión de Hiro.

-Ya ha pasado una semana – No era bueno ir con rodeos en ese tema, así que el pelirrojo utilizó todo el tacto que tenía para lanzar la pregunta - ¿Cuándo hablarás con Yuki?

-No lo sé – Shuichi bajó su mirada al suelo mientras jugaba con su dedo haciendo circulitos en el piso. – Creo que iré esta noche

-¿Estás seguro de lo que vas a hacer?

-Si... – Sus ojitos reflejaban la tristeza que le causaba su decisión, pero no había otra solución.

Hiro no sabía si sentirse feliz o asustado, empezaba a dudar de sus sentimientos; pero quería lo mejor para Shuichi. Antes de que la tarde terminara, los dos se encontraban en la sala; abrazados en un entendimiento silencioso de apoyo moral.

Al rededor de las siete de la noche, Yuki Eiri se encontraba bebiendo la octava cerveza del día frente a su computadora portátil y con toda la inspiración del mundo para escribir un drama, en el cual el personaje principal terminaba suicidándose luego de ser abandonado por su amante. Sonrió con ironía, la inspiración le llegaba siempre de maneras extrañas.

El sonido de la puerta cerrándose y los pasos que iban hacia la recámara le obligaron a verificar si en realidad era su koibito el que había llegado por fin.

-Ya era hora de que regresaras – Prendió un cigarrillo mientras se apoyaba en el marco de la puerta del dormitorio, observando la inmutable silueta del pelirrosa frente al ropero.

-No...

-¿Nani? – Aunque fue apenas un susurro, lo había escuchado muy bien. Pero no quería entenderlo.

-No regresé...- el suspiro que salió de sus labios se hizo eterno para el escritor – Sólo vine por mis cosas.

Shuichi comenzó a llenar su mochila anaranjada con sus cosas y aunque sus manos temblaban, no se detuvo.

-¿Qué te sucede baka?

-Yuki, yo te amo y quiero estar contigo- dijo con una voz poco común en él, fuerte y firme aunque estaba a punto de llorar - pero si eso para ti no es suficiente, creo que lo mejor es dejarte tranquilo

Él no le respondió. Nunca sabría si fue porque no tenía nada que decirle o porque estaba demasiado sorprendido con aquella declaración, pero Shuichi se cansó demasiado rápido de esperar una respuesta y trató de salir del cuarto, llevándose en una mochila lo que le pertenecía y la dignidad que le quedaba. Nadie podría comprender la sorpresa que se llevó cuando un par de brazos lo sujetaron con firmeza y algo parecido a la ternura

-Yuki...déjame ir – susurró conteniendo las lágrimas que acudían a sus ojos

-No...- con una respuesta tan simple, nadie creería que era un escritor de novelas románticas. Pero lo era.

-Eiri... por favor, no le tengas miedo a la soledad

-Pero...

-Sé que la pasamos muy bien en la cama, pero yo... yo necesito mucho más que eso para ser feliz – Los brazos a su alrededor lo aprisionaron con mayor fuerza

-No se trata de eso... no quiero que te vayas

-Si no me voy, me moriré... esta relación me está matando

-¿Estas seguro?

-...

-Respóndeme Shuichi

-Si...- A estas alturas las lágrimas corrían libremente por su rostro

El silencio volvió a reinar entre los dos hombres que habían anhelado sin éxito que aquella relación funcionara y ambos estaban destrozados con el final. Después de un par de suspiros al aire, el rubio decidió dejar ir a su mayor tormento y felicidad.

-No te olvides, que a mi manera...yo quería que funcionara – Yuki dijo eso volteando lentamente a Shuichi para que le viera a la cara, y se diera cuenta de que él también estaba llorando.

-Nunca podré comprenderte...- ¿Cómo podría soportar verlo llorar? Todavía lo amaba...pero no como antes. Si ese era el adiós, lo sería con cohetes y luces de colores. Se abrazó al rubio hombre que estaba dejándolo libre, besándolo con ternura y gratitud para darle una última noche que ambos recordarían, junto a las cosas buenas de su tormentosa relación.

Cuando las manos del pelirrosa acariciaron con suavidad su espalda bajo la tela de su camisa negra, Yuki comprendió inmediatamente el mensaje y llenó de besos el cuello de Shuichi, mientras éste desabrochaba los botones para darse paso hacia su blanca piel. No necesitaron abrir los ojos para llegar a la cama, ambos conocían de memoria aquel que había sido su hogar por más de dos años y la cama pareció recibirles compartiendo los sollozos que dejaban escapar en una mezcla de pasión y tristeza. Una vez que la ropa estaba en el suelo, se abrazaron por un momento eterno, para no olvidar el olor y el tacto de sus cuerpos. Ellos parecían perfectos juntos, pero sabían que no lo eran; si fuera tan fácil cerrar los ojos por más tiempo y aparentar que los errores que ambos cometieron nunca ocurrieron...ahora no estarían llorando.

Con un poco más de valor y dispuesto a aprovechar al máximo la última noche que el hermoso muchacho de ojos violetas le regalaba, Yuki se acomodó con suavidad sobre su cuerpo apoyado en sus antebrazos para poder observarle así, desnudo y sonrosado, inocente y entregado. Apoyó su frente contra la de él y sus labios mostraron una pequeña sonrisa; lo extrañaría demasiado...

Con lentitud, fue bajando una mano por la entrepierna de Shuichi, acariciando sus muslos con manos firmes y dedos fríos que le hicieron estremecer. El pelirrosa se sentía morir de ansiedad, esos dedos largos y fríos como todo en el escritor le volvían loco, porque aún le amaba, pero también había comenzado a odiarlo...una lágrima mas salió de sus ojos para rodar por la almohada de su cama...ya no... Nada volvería a ser igual.

Con movimientos llenos de experiencia, el rubio preparó a su futuro ex amante para recibirlo en su interior y luego, con un movimiento felino, se posicionó sobre él por completo. Le gustaba sentir que lo dominaba (aunque en el fondo sabía que no era así). Nuevamente se vieron a los ojos llenos de pasión uno por el otro, deseando que ese momento no tuviera que terminar.

Se besaron con nostalgia, por lo que fue y no volvería a ser. Sus cuerpos se movían encajando como un rompecabezas interminable, encontrando cada segundo una nueva forma de enredarse entre los besos y caricias que iban cubriendo la extensión de su piel. Sus gemidos, profundos y ahogados, llenaban todo a su alrededor haciendo de la habitación un paraíso de placeres, mientras las embestidas se hacían mas fuertes y profundas, era como subir a una montaña rusa fuera de control.

Entre gemidos y susurros se dijeron adiós para siempre.

A la mañana siguiente cuando Yuki despertó, Shuichi ya no estaba allí. Tampoco su ropa, ni su querido tazón. Y en su soledad, el frío escritor de novelas románticas... sólo atinó a prender un cigarrillo y ponerse a llorar...

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Holaaaaaa! Me tardé un poco (ups...) pero el segundo capítulo ya está.

¡Muchísimas gracias por los reviews! Significan mucho para mí y me animan a seguir escribiendo¡espero recibir más! (soy una viciosa XD)

Muchas Gracias:

-Ayaka Usami

-Tiare

-usagi-hk

-AISHITERU-SHUICHI

-Pandora-Sakuma

Femme Greeneyes