Disclaimer: Los personajes pertenecen a JK y WB, yo no gano nada escribiendo esto salvo divertirme escribiendo y darles una alternativa a los lectores xD.
Sip, he regresado... y aunque es un capitulo cortito espero que les guste xD reitero mis disculpas a mis lectores por esta demora excesiva de aproximadamente...año y ½ producida por una falta de inspiración notable...
Gracias por sus reviews: Camila, kat basted, AisHKra, lily evans1, Doriathen, Shadir
Y esop.. los dejo...ah si, recuerden que esto es después del 7mo curso y los hechos del 5to y el 6to no me interesa considerarlos (que horrores de libro)
Capítulo V
La habitación estaba sucia, llena de polvo y de excremento de hipogrifo. Ya no sentía el hedor, tenía miedo, siempre tenía miedo, pero esta vez era distinto, no era por él sino por los demás. Y tener a Sirius observándolo fijamente no lo ayudaba.
Había tomado la poción matalobos pero algo le decía que no estaba todo bien, no podía calmarse y eso podía hacerlo aún más peligroso.
Un rayo de luz iluminó un rectángulo en el piso, que lo sobresaltó, miró hacia arriba y vio un tragaluz por el cual se veía el cielo... y la luna... llena. Dirigió una mirada suplicante a Sirius, no quería que se quedara con él esa noche, pero sabía que Black no lo dejaría solo.
Sintió una punzada en la herida que aún no cicatrizaba. Su cuerpo se tensó de forma sobrenatural, sentía un dolor intenso recorriéndolo desde sus extremidades, mientras temblaba violentamente, por última vez intentó que Sirius saliera de ahí. Su cara se alargaba y cubría de pelo al igual que su cuerpo. Los dedos se retorcían hasta convertirse en garras. El licántropo se desperezó estirándose mientras abría y cerraba las fauces, entonces todos oyeron su aullido, terrible y penetrante.
El lobo comenzó a reconocer los objetos a su alrededor, para luego fijar su vista en Sirius que ya había tomado su forma animal. Después de un par de gruñidos decidió que no valía la pena y se dirigió a la puerta, un hechizo lo empujó hacia atrás antes de que pudiera tocarla. Se levantó y se enfrentó a Padfoot sabiendo que era el causante de su encierro.
De repente, Moony abrió las fauces y emitió un sonido que Sirius había escuchado antes solo una vez. Era como una especie de rugido ronco, impropio de un canino, pero también diferente al de los felinos. El lobo pareció desencajar la mandíbula para abrir la boca aún más, y aquel alarido subió de intensidad, envolviendo toda la casa.
Padfoot se acercó al licántropo con cautela, sabiéndolo nervioso e irritable. Pero pronto se arrepintió de ello al verse acorralado por un furioso licántropo, por lo que se enzarzaron en una pelea que terminó con el animago estrellando a Lupin contra una pared, lo cual lo hizo asumir una derrota y se retiró a un rincón a lamerse las heridas.
El perro ladró, como pidiéndole disculpas, y se sentó frente a él simplemente esperando a que el amanecer pudiese aliviar la maldición que pesaba sobre su amigo...
OoOoO
Cuando a los oídos de Severus Snape llegó el estremecedor sonido que produjo el licántropo no pudo hacer otra cosa que arrimarse a la pared y caer al suelo con las manos en los oídos, con el terror reflejado en su cara. Cerró los ojos pero aquello no podía alejarlo, hace mucho que no sentía miedo, hacía mucho tiempo que no perdía el control, desde que era un adolescente.
Ni siquiera se dio cuenta cuando se había detenido, el seguía acurrucado en un rincón murmurando cosas, mientras varios magos se agruparon alrededor.
-Severus – murmuró Bella agachándose a su lado
Snape se levantó desconcertado, no quiso mirar alrededor por orgullo y subió con determinación hacia el segundo piso donde se ubicaba su habitación. En su mente se vaciaron desde aquel recipiente sellado las fugaces imágenes de aquella noche... cuando se había hallado a punto de morir asesinado por el licántropo Remus Lupin. Se vio corriendo a sí mismo por toda la Casa de los Gritos mientras Potter trataba de detener al licántropo lanzando hechizos con su varita.
Se dejó caer en el desvencijado colchón y ahí esperó la llegada del día. Sin soltar su varita por si el imbésil de Black no sabía cuidar al maldito lobo.
OoOoO
Fleur giró la cabeza rápidamente cuando oyó el aullido del licántropo, asustada y con la incertidumbre en la mirada preguntó a Hermione.
-Eso... es un licántropo?
-Sí- respondió la chica cansinamente mientras intentaba abrigarse entre una frazada. Afuera la lluvia había regresado y volvía a caer insistente.
-Pero... quién?
Hermione la miró con poca simpatía, seguramente si la rubia se enteraba de que Remus era un hombre lobo crearía un gran escándalo, y Sirius no dudaría en expulsarla de Grimmauld Place.
-No importa.. no te preocupes, no pasará nada – dijo intentando sonar alentadora
-¿Qué pasa si afuera escuchan?
-No escucharán... Sirius se encargó de silenciar la casa
-¿Quién...
Hermione sopesó las posibilidades, Fleur de todas maneras se daría cuenta al notar la ausencia de Remus, aunque también podía encerrarla en su habitación y dejarla ahí hasta el día siguiente. La castaña optó por la segunda, con un movimiento rápido de varita logró desmayar a la francesa y luego llamó a Tonks quien encantada la ayudo a subirla al cuarto que compartía con otras dos brujas.
OoOoO
Sirius no durmió esa noche, esperó a ver a su amigo en su forma humana nuevamente para retirarse del lugar. Había sido una noche complicada, Remus estaba nervioso, lo que produjo que Padfoot tuviera que enfrentarse a él un par de veces.
Moony estaba ahora tendido en el suelo, con varios rasguños en el cuerpo. Tenía la mirada ida y no parecía tener plena conciencia de lo que ocurría.
Minutos después volvió Sirius para curarlo, poniendo especial cuidado en la herida de bala, siempre había sentido que era su responsabilidad cuidar de sus amigos, especialmente a Remus, que siempre con su aspecto enfermizo merecía todo tipo de atenciones por parte de sus amigos.
OoOoO
Cinco, cinco días habían pasado desde la transformación de Remus, pero aún se sentía débil y enfermo, lo cual no era normal. Sirius se pasaba el día preguntándole como se sentía y Lupin intentaba parecer animado para no preocupar a su amigo, en realidad ni siquiera él estaba seguro de la razón de sus malestares.
La vida se hacía monótona en Grimmauld Place, Alastor Moody estaba completamente concentrado en conseguir armas para la Orden del Fénix. Bellatrix Black se ocupaba de organizar un ataque a los muggles, Bill jugaba solitario, la señora Weasley y Tonks preparaban algo de comida, aunque en realidad Molly intentaba expulsar de ahí a Tonks para no tener que sufrir ningún tipo de accidentes esa noche.
-Sirius... no crees que sería mejor, solo defendernos por el momento. – al parecer Molly había logrado su objetivo.
-¿Por qué?
-Somos pocos... – indicó Tonks mirando a los magos a su alrededor
-Somos suficientes – Bellatrix se opuso a la joven bruja – los muggles no han podido con nosotros antes y no lo van a hacer ahora. Si mi amo...
Sirius volteó su cara hacia ella evaluadoramente y se levantó para retirarse de la cocina, no tenía ánimo de discutir con ella, sabía que su prima nunca dejaría de considerar que Voldemort era la solución a todos los problemas que Dumbledore "había ocasionado" pero estaba acostumbrado a sus discursos y también bastante harto de ellos.
Caminó sin rumbo por el sinfín de habitaciones existentes en esa casa, al final llegó a un salón parecido a una biblioteca pequeña donde encontró a Hermione hojeando un libro. La joven no levantó la mirada hasta que se encontró junto a ella.
-¿Te molesta si...? – preguntó levantando un poco el libro
- No... supongo que no... aunque... – el hombre se agachó para ver la portada y el título del texto.
-¿Humm?
-Espero que no pienses practicar de lo que allí aparezca – ella lo miró sin entenderlo- es un libro de magia negra, como sospecho que son casi todos lo que puedas encontrar en esta casa.
-Ah... yo sólo quería leer un poco – murmuró desilusionada
-Prometo que la próxima vez que vallamos a algún lugar te daré tiempo de recoger libros – Sirius se sorprendió por su propia ocurrencia pero sabía que la mejor amiga de su ahijado podía soportar cualquier cosa, menos estar alejada de un libro – por el momento puedes seguir leyendo estos, supongo que un par de libros no te pueden hacer gran daño.
-Gracias
OoOoO
-¿Qué quieres? – preguntó con hastío sin levantar la vista
-Saber que te pasó el otro día...
-¿Qué día? – Severus Snape sabía perfectamente que era lo que quería Bellatrix, pero no le iba a dar el gusto de humillarlo.
-Sabes, todavía me acuerdo – sonrió maliciosamente y se sentó en sus piernas obligando a mirarlo – cuando estábamos en el colegio...
Snape no dejó notar ninguno de los pensamiento que había en su cabeza. La risa de la mujer lo sacó de sus cavilaciones.
-Tú estabas enamorado de mi...
-¡Qué.. – Severus intentó no pensar en lo que alguna vez sintió por ella, ni en el hecho de que estuviera sobre él. Definitivamente los hombres siempre estarían en desventaja en ese tipo de situaciones.
- Y... tú estabas celoso de los merodeadores...y... te pasabas el día hablando de lo hacía o no Lupin, entonces ¿me vas a decir que te hizo?
El hombre la empujó con fuerza, nunca había conocido a persona más manipuladora, y estaba seguro de que no existía, quizás por eso Voldemort siempre la tuvo en tan alta estima.
-¡Sal de aquí! – gritó intentando controlarse. Con una seca carcajada la mujer de pelo negro salió de la pieza. Su único objetivo era reírse un poco.
OoOoO
Era extraño saber que con solo un par de palabras el podía arreglar el mundo para Sirius, porque si había algo por lo que el animago vivía era para poder estar con Remus y encontrar en él tantas de las cosas que le fueron arrebatadas en su juventud. El licántropo seguía sin aprobar su actual actitud pero tenía la firme convicción de que lo que le faltaba al animago era recobrar su amistad y se propuso recuperar al Sirius Black que merodeaba por el colegio sólo para robar comida, y que solía reír... y hacerlo reír a él también.
Estaba pensando en eso cuando sintió la mano de Tonks sobre su hombro.
-Ya estás mejor – le sonrió y siguió su camino.
Y era extraño saber que con solo tres palabras ella lograba hacerlo creer que era verdad.
