- Estamos aquí para rezar por el alma de una mujer que fuera... - un sacerdote oficiaba el funeral. Mi progenitor -ese ser repulsivo al que ya no puedo llamar padre-, no había aceptado que enterraran a la anciana en el cementerio del campo, destinado a los campesinos. Tampoco estaba dispuesto a viajar horas con el ataúd hacia la ciudad de su actual domicilio para enterrarla. Así que decidió que la tía descansaría en la ciudad más cercana, la Ciudad de las Estrellas Fugaces.
Aunque esta ciudad era famosa por ser hogar de criminales y mafiosos, el ser repulsivo parecía tener algunos conocidos, supongo que vinculados a su "ocupación". Y tenía un cementerio decente...
Me aburría. Decidí escabullirme de la tediosa ceremonia, nadie se daría cuenta. Heché un último vistazo a Yukime, que parecía muy consternada, y al hombre de pie a su lado, que todavía pretendía llorar y parecer infinitamente angustiado. Una mentira, como su entera persona.
Era un día cálido. El viento tibio levantaba la arena y jugueteaba con las tumbas. No habían demasiadas flores en ellas... parecía un cementerio olvidado. Casi sin darme cuenta llegué al corazón del cementerio, donde una gárgola de grandes proporciones se eriguía sobre una tumba. Me senté a sus pies... Escondí mi cabeza entre mis brazos. Ahora que iba a ser de mí? Aquel hombre que solía llamar padre... No tendría otra opción más que llevarme con él? No creo que le entusiasme la idea. A mí tampoco me hace gracia, ir a un lugar donde no me aprecian en lo absoluto. Si Sanako estuviera aquí sería diferente. Si tan solo supiera donde está ella... Y todo fue por culpa de mi padre... Todo! Siento como mi aura emana furiosamente de mi cuerpo, y repentinamente ya no tengo energía... No me quedan fuerzas... Estoy completamente sola.
- Tienes un poderoso Nen.
Alzo mi cabeza con un sobresalto. De pie, frente a mí, un chico me dirige la palabra. Lo miro sorprendida, pues nunca había escuchado a nadie hablar de Nen, aparte de Sanako.
- Cómo...? Quién eres tú?
- Mi nombre es Kuroro - sus ojos negros tienen un extraño resplandor-. Y tú, cómo te llamas?
- Pa... Pakunoda... Cómo es que...?
- Tu aura se siente a kilómetros... - me respondió casi adivinando mi pregunta-. Eres especialización, cierto? Yo también.
- Sí... Soy especialización... - respondí un tanto dudosa. Este misterioso chico... No parece ser mucho mayor que yo. Quise mirar en su subconsiente, pero no pude. La sensación de que este chico era poderoso me detuvo. Además, sentía una peculiar empatía con él.
- Tienes familia? - preguntó él, en vista de que yo no decía nada.
- ... - vacilé un momento-. Creo que no - dije luego con determinación.
- Entonces te gustaría venir conmigo?
- A dónde?
- A conocer a unas personas. No son muy diferentes de tú y yo. Estoy formando un grupo... - me tendió una mano... la tomé y me ayudó a ponerme en pie.
- Seremos compañeros? - le pregunté mientras nos aléjabamos del cementerio.
- Sí. Aunque ninguno tiene más edad que nosotros, tengo la certeza de que alcanzaremos gran poder - aquel chico de ojos negros me sonrió. - Estupendo - sonreí también. Estaba libre. El pensamiento de poder ser como Sanako-san, grande y fuerte, me hizo sonreír.
Caminando sobre la arena junto a aquel chico, podía sentir el abrazador calor del sol sobre mi cabeza. Sin embargo, caminaba erguida. Finalmente estaría con personas como yo.
That's it. Tercer fic de HxH y primero no dedicado a Kurapika, sino a Pakunoda-san. Según yo, gran personaje con mucha profundidad, aunque al principio no me gustaba mucho, descubrir su lado humano e imaginar su infancia fue interesante.
Muchas gracias a Zote-kun! Compañero y lector de prueba que me ayudó con algunos detalles y el título. Arigatou koi!
