Aquí va el segundo capítulo, es una bomba. WoW.

Majin Lu, si lees mi perfil, verás que coincidimos en esa apreciación acerca de Goten.

Dulce vg, ya ves, ahí tienes tu deseo hecho realidad...

Buffy, realmente Vegeta no se lo tomará demasiado bien, por no decir que se lo tomará fatal. Te doy ese adelanto.

Camii, me alegra verte nuevamente también en este fic, besitos.

Felpa, Ya ves que Raditz ha logrado su objetivo. ¿Ahora qué?.

Shadir, No sabes tu bien en qué camisas se ha metido este muchacho...

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Capítulo 2: Ven a mi...

- Te veré arriba, todos están de fiesta tras tu regreso y celebrando la victoria sobre Freezer... nunca podré agradecerles bastante que te trajeran de vuelta... - Bra se alejó dejando a Raditz completamente enojado en el sótano.

Raditz subió después de unos minutos. La miró de lejos, todos estaban contentos, la música resonaba en y la comida danzaba de parte a parte despareciendo en pocos instantes al ser deborada por los nietos de Vegeta. Bra estaba sonriendo mientras ugaba al parchís, parecía tan feliz, reía, su hija Bura no se separaba ni un instante, seguramente la había extrañado. Vegeta estaba cómico jugando también al parchís con ese tic nervioso en la frente. ¿Había algo que Bura y Bra no pudieran lograr del otrora temible príncipe de los saiyains?. Debía ser hermoso tener hijos, sentir que tienes una familia que te quiere. - Goten... - El ceño de Raditz se turbó al notar como ese miserable estaba abrazándola y la besaba en la mejilla.

- ¿Quieres algo de beber?. -

- Agua con gas, y ¿podrías traerme algunos sandwiches?. - rió algo nerviosa. - Siento como si llevase días sin comer nada. -

Vegeta y Goten tosieron a la vez al escuchar aquello. - Claro, yo también estoy hambriento. -

- Eh papá, yo también quiero... - Añadió Bura.

- Ejem. - Tosió Vegeta.

- Marchando algunos sandwiches para mi suegro preferido. - Se burló Goten cogiendo la tos de indirecta y obteniendo una mirada indiferente del príncipe.

- "Imbecil..." - insultó Raditz mentalmente sonriendo mientras acudía hacia Bra y se sentaba a su lado.

- Tio Raditz, ¿cómo has dormido?. - La niña preguntó con inocencia, haciendo que a Vegeta casi le diera un soponcio.

- BURA. -

- ¿Qué pasa?. - La niña estaba confusa, ahora no sabía si tenía que fingir también con Raditz como si el hubiera estado dormido esos días. ¿Por qué los adultos eran siempre tan complicados?.

- He 'dormido' bien, gracias por tu amabilidad. - Respondió sonriendo un poco y acariciando levemente su cabeza.

- Ops, será mejor que guardemos el parchís, mi papá viene cargado y no se donde va a poner todo eso. - Informó la niña observando divertida un cuerpo del que sólo se veían las piernas y una mole de sandwiches.

Raditz clavó sus ojos en su oponente, el idiota estaba de vuelta y él no se iba a levantar de su asiento para que se quedara al lado de Bra, ella era ahora su compañera y comenzaría a marcar su territorio. Si no había sitio libre no era su problema, él llegó y se sentó allí y nadie lo iba a mover.

Madre e hija guardaron el juego de mesa y Goten dejó la enorme pila de comida sobre la mesita. Sus ojos se clavaron por un segundo en Raditz percatándose algo molesto que había ocupado su asiento. Por un segundo la situación se volvió tensa e incómoda porque Raditz ignoró olímpicamente la presencia de él, y no hizo además de verguenza por haber ocupado su sitio. De repente Goten sonrió y cogiendo a Bra de la cintura la levantó y se sentó poniendo a su esposa sobre sus rodillas mientras la abrazaba. Ella rió mientras que Bura se sonrojó riendo divertida al ver a sus padres actuando como niños y Vegeta dijo algo entre dientes que nadie, ni siquiera Raditz alcanzó a entender, aunque apoyó.

Todos comenzaron a comer sandwiches. Pero cuando Raditz se dispuso a coger uno, el príncipe lo paró en seco. - En la mesa hay más, si quieres comer, traete unos cuantos de allí. -

Raditz apretó los dientes, ¿cómo se atrevía a humillarle de aquella manera?. Antes de que contestase Bra intervino.

- PAPÁ, debería darte verguenza hablar así a nuestros invitados. Raditz, puedes comer cuanto quieras, y si falta, estoy segura de que a papá no le importará levantarse por una vez en su vida y traernos algunos más para todos. -

- ¿Cómo te atreves a hablarme en ese tono, mocosa?. -

- A ver si todos os meteis en vuestro cerebro que Raditz es para mí como un hermano. - El aludido se levantó rabioso. Eso si que era el colmo, su propia compañera renegando de él, diciendo que era como un hermano para ella.

- Gracias Bra, pero será mejor que me marche a casa. - Sin mirarla siquiera ni despedirse de nadie salió de la habitación. Bra miró enojada a su padre antes de salir tras él.

En el jardín...

- RADITZ, ¡espera!. - Ella le paró antes de que alzase el vuelo. - Lo siento... ya sabes como es mi padre... no se lo tengas en cuenta por favor. - El evitó mirarla, no quería que viera sus ojos vidriosos, pero ella se puso delante de él.

- Oh... - Sus ojos azules se abrieron apenados al ver los azabaches luchar por no dejar escapar ninguna lágrima. Dulcemente le abrazó y él se derrumbó de rodillas abrazándola también posesivamente y llorando en su regazo. - ¿Qué te hizo Freezer?. - Preguntó ella llorando también y acariciando suavemente su larga melena negra.

Raditz se forzó a levantarse. No se permitiría realizar tales muestras de debilidad. Era el colmo. Si Vegeta le viera en esa posición seguramente se burlaría de él por el resto de sus días. - ¿Cómo puedes estar casada con un hombre tan mediocre?. - Preguntó venenosamente.

- ¡Raditz, él que estés enojado no significa que tengas que pagarla con Goten, él es un ser noble y bueno. Si le conocieras mejor seríais grandes amigos y... -

- ¿Por qué siempre te empeñas en que todos seamos amigos?. Tu padre nunca será mi amigo, Goten nunca será mi amigo, YO NUNCA SERÉ SU AMIGO. -

- BIEN. - Gritó frenando el discurso. - Pero si eres el mío. - Susurró Bra apenada.

Raditz sonrió levemente y puso su mano en el las mejillas de Bra, ella cerró los ojos un segundo sintiendo de nuevo esa extraña sensación. Él notó eso y bajó sus dedos hasta el cuello, justo al lugar donde él la había mordido al realizar el ritual de apareamiento. Ella casi jadeó al contacto, acortando la distancia de sus cuerpos. Raditz la abrazó firmemente, su aliento torturó la frente de ella bajando lentamente por su rostro.

- BRA. - Gritó Goten elevando su ki y haciendo que el beso destinado a los labios se desviase hasta su mejilla al volver la cara.

- GOTEN. - Gritó ella. - Me has asustado. -

El se aproximó poniéndose entre Raditz y Bra y mirando a su rival con una expresión de odio absoluto. - Pensé que te marchabas. -

- Un invitado no se marcha sin despedirse de su 'hermanita', sería... descortés... ¿no crees?. - Añadió divertido por los celos suscitados. Con total desfachatez abrazó nuevamente a Bra y la besó en la frente entreteniéndose en rozar accidentalmente su cuello con su pulgar, mientras le susurró eróticamente al oido y lo suficientemente bajo como para que no fuera escuchado por nadie más. - Ce la vie mon amour. ('nos veremos mi amor' en francés). - Antes de que Goten dijera nada más, despareció utilizando la super velocidad.

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Esa noche...

Ya estaban en casa y Goten estaba acostando a su hija.

- Papi, que bien que mamá no esté triste. -

Goten asintió. - Claro, mamá es una supermami. ¿eh?. -

- Si... ¿por qué hay que mentirle y decirle que estaba dormida?. -

- Porque... - Goten bajó su mirada. - Mamá no recuerda nada de lo que pasó, y si se acordase estaría muy triste. Es mejor así. ¿Comprendes?. - Habló con suavidad y ternura abrazando a la niña de sus ojos.

- Si, ¿y donde estuvo realmente?. -

- ¿Quieres que te lea un cuento?. - Cambió de tema evitando la pregunta.

- Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. - Exclamó y goten alcanzó un cuento de la librería del cuarto. - Pero antes... ¿dónde estaba mami?. -

(Gota de sudor en la frente de Goten) - Es... Bura, estaba... en... -

- ¿Si?. -

- "Esta niña no va a descansar hasta que se lo diga alguien..." Estaba... pues verás... realmente... "piensa Goten por Dios" en... una convención. -

- ¿Una convención?. - La niña arqueó una ceja. Puede que fuera pequeña pero no era idiota.

- Si, ya sabes como odia tu madre las convenciones. -

- Papá... -

- Bueno. ¿Quieres que te cuente el cuento?. ¿Si... o no?. - Dijo cerrando el libro.

- Si... - La niña le miró de reojo. - "Ya le preguntaré a mi abuelito..." - Enseguida sonrió y se abrazó a su papá, situándose en su regazo, y él comenzó a contarle el cuento de 'El enano saltarín' con una voz dulce y calmada, mientras acariciaba el pelito de la niña.

Después de unos minutos tiernos. Bura se quedó dormida. El la miró unos instantes aún en sus brazos, con ternura, la arropó en la cama y besó su cabeza. - Buenas noches, mi niña. -

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Bra había terminado de ducharse y secarse el pelo. No podía dejar de sentir el olor de Raditz en su piel y eso la estaba enfermando. ¿Es que no podía dejar de pensar en él de 'ese' modo?. ¿Qué pasaba con ella?. Jamás antes le había visto de 'esa' manera, era como su mejor amigo, como su hermao del alma. Era alguien muy importante en su vida, pero no, ella no le consideró nunca del modo erótico que hacía ahora. Era una atracción diabólica que la recorría la espina dorsal cada vez que él apenas la rozaba. ¿Cómo era posible aquello?. Caminó por la habitación absorta en sus pensamientos, soltando su pelo recien seco, que ahora olía maravilloso. Se quitó la bata de baño dispuesta a coger su camisón de noche, cuando unas manos la asieron de la cintura.

- Tenemos muchos round atrasados... - Informó Goten dándole la vuelta y abrazándola.

Bra sonrió. - Chico malo... -

Se besaron y Bra sintió como si su mente gritase de nuevo, pero se obligó a no separarse de Goten, si seguía, seguro que desaparecería esa sensación extraña. Goten bajó lentamente besando su cuello, hasta rozar con sus labios el sitio exacto que Raditz había sellado como suyo. Bra sintió un rechazo tan grande a aquellos besos que su esfuerzo mental por no empujar a Goten era tremendo. Una nueva mortificación. ¿Quizás era su cerebro otra vez jugándole malas pasadas...? tendría que tomar la medicación otra vez, si era el caso, jamás se perdonaría hacer daño a su amado esposo. - Goten... - Susurró suavemente separándose. - ¿Puedes traerme una de 'esas mierdas'? - Goten sabía muy bien a qué se refería, pero se sorprendió porque ella ya no necesitaba, o no debía necesitar el tratamiento. El dragón mágico había eliminado las secuelas de las drogas... ¿o era quizás algo psicológico?. Lo mejor sería consultar con la esposa de Mirai, pero ahora mismo casi mejor darle la pastilla, si la pedía era por algo.

- ¿Cómo te sientes?. -

- Hmp. -

Goten entró en la cama y la abrazó contra su pecho hasta que se quedó dormida. El no pudo dormir, permaneció abrazándola y mirándo su sueño hasta pasadas unas cuentas horas.

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El día siguiente era uno de esos días horribles, en los cuales amanece tan oscuro que parece que no ha ha salido el sol siquiera. Iba a ser lluvioso, el cielo estaba rojizo, anunciando indudablemente una tormenta inminente, los pájaros volaban bajo, los perros ladraban. Goten había dormido apenas 2 horas esa noche, pero debía levantarse para ir a trabajar. Sonrió al mirar a Bra dormida entre sus brazos. ¿Por qué había pensado mal de ella al verla por la noche abrazada a Raditz?. Para ella, él es como un hermano. Había sido un necio. De haber querido estar con Raditz, lo hubiera hecho hacía años atrás, antes de casarse y tener una hija. No tenía sentido ponerse celoso a estas alturas. Además, ella misma le había reconocido días antes de todo el incidente, que era la mujer más feliz del mundo. Que por fin su vida se había enderezado totalmente y sentía que era completa, hermosa y perfecta. Ella le dijo que le amaba, con los ojos emocionados, la noche antes de ser llevaba al pasado de nuevo, y le miró de esa forma extraña que sólo puede denotar un amor inmenso y apasionado. La besó suavemente para no despertarla y fue a la cocina para preparar el desayuno.

Cuando Bra se levantó, encontró a su esposo y su hija en la cocina, la niña estaba ya vestida y preparada para irse al colegio, y Goten estaba también listo para salir, aunque sostenía una bandeja.

- ¿Qué horas es?. - Preguntó alterada ella. - ¿Por qué no me has despertado?. -

- Mami, te hemos preparado esta bandeja de desayuno, tienes que ir a la cama, te la ibamos a llevar al cuarto, era una sorpresaaaaa. - Bura tiró de su madre hasta la habitación.

- Esto no es necesario, seguro que tengo un montón de trabajo atrasado y... -

- No te preocupes, Mirai se ha ofrecido para echarte una mano con los papeleos durante unos días. -

- ¿QUEE?. ¿Cómo se te ha ocurrido tomar esa decisión sin preguntarme?. Yo estoy perfectamente bien y... -

- Tu madre pensó que sería buena idea que tomases unós días de vacaciones. Era una sorpresa. - Goten puso la bandeja sobre la cama y la abrazó. - No te enfades... porque te pones demasiado guapa cuando te enfadas y no se si podré contenerme de tomar yo mismo unos días de vacaciones. - Susurró apenas audiblemente.

- Goteeennn. - Masculló Bra entre dientes mirando de reojo a su hija, que tenía la mano en la boca y se reía pícaramente de la escena.

En realidad no era ninguna sorpresa, ni ninguna idea de Bulma. Goten se levantó de madrugada bastante alterado y sin parar de pensar en por qué Bra le había pedido la medicación, cuando ella la odiaba en extremo. Si se la había pedido era porque debía estar pasándolo muy mal interiormente, de eso no había duda, así que llamó a la esposa de Mirai, que era la psiquiatra que había tratado a Bra todo este tiempo, y le contó lo sucedido. Ella recomendó unos días de descanso, así que Mirai se ofreció para ayudar en la empresa a sabiendas de lo responsable que se había vuelto su hermana con las cuestiones del trabajo.

Goten la besó en el cuello y ella sintió nuevamente esa tortura interior, sin poder contenerse al empujar a su marido lejos haciendo que se estampase contra la pared. Sus ojos se abrieron extrañados por su propia reacción y bajando la mirada, totalmente apenada por lo que estaba sintiendo se metió en la cama dócilmente. Sólo tenía ganas de llorar, pero se contendría delante de Bura, su niña no podía verla así. Goten fingió que no había pasado nada y rió para desmantelar la cara seria de la niña, incapaz de comprender lo que había pasado al igual que él.

- Buen intento... esta vez me lograste sorprender, pero la próxima vez te sorprenderé yo... jajaja. - Rió en pose con la mano detrás mirandod e reojo como Bura levantaba una ceja.

Bra le agradeció interiormente aquella salida. - Veremos... - Sonrió y ahora si que Bura rió también pensando que aquello era un juego de sus papis.

- Cómete el desayuno, pero todo ¿eh?. Voy a llevar a la niña al colegio y... ¿Quieres que llame a Pan para que te haga compañía?. - Sugirió con dulzura.

- NO. - Bra gruñó y frunció el ceño. Ella ya no estaba en 'esa' fase, podía digerir esto. Era una mujer fuerte. - Nos veremos a la hora del almuerzo, y... será mejor que lleves a la niña volando porque se os ha pasado la hora. - Medio sonrió viendo la mueca de Goten al mirar el reloj.

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Los segundos, los minutos pasaban eternos y ella no podía sacar de su cabeza a Raditz. - ¿Por qué te has colado en mi mente de esta manera pensamiento estúpido?. - Se regañó interiormente. - Yo puedo sobrellevar esto, puedo hacerlo... - Pero algo tiraba de ella, era un sentimiento absoluto de necesitar ver a Raditz. - Iré a verle, me enfrentaré con este sentimiento tonto, y volveré a casa, así me libraré de esto. - Error. Ella pensaba que era producto de su mente, y que si se enfrentaba cara a cara con la situación podría acabar con aquellos pensamientos tormentosos.

Se puso su abrigo largo y salió de casa volando. Las nubes estaban aún más rojizas y el día aún más oscuro. La lluvia comenzó a caer torrencialmente empapándola por completo. Pensó en volverse a casa, pero no, tenía que resolver este asunto ahora mismo, no podía vivir mortificandose constantemente con aquellos pensamientos. Además, Raditz estaba sólo en esos momentos, no había ningún ki a su lado, y eso era bastante difícil en un hombre que dormía cada noche bien acompañado y despertaba igual.

La mansión victoriana reformada en la que vivía su 'amigo', se divisó enseguida. Bra llamó a la puerta, y en apenas unos segundos, escuchó los pasos calmados, y su corazón tembló un poco. Luego escuchó el sonido de la cerradura, y casi sintió deseos de marcharse de allí rápidamente. La puerta se abrió. Un rayo iluminó el rostro de Raditz, con sus ojos clavados en ella de un modo totalmente extraño. - Pasa... - No se sorprendió al verla, parecía estar esperándola. Ella caminó dentro. - Se ha ido la luz, así que está todo un poco a escuras. - El sonido de los truenos retumbaba fuera de la casa, y los cristales de las ventanas silbaban agitados por el viento.

- No importa. - Susurró ella. - Quería hablar contigo. -

Raditz la condujo hasta la biblioteca y se sentó en un sofá cómodo que quedaba frente a la chimenea. Una piel de leopardo decoraba el suelo como alfombra. Bra tomó asiento en el sillón de al lado. - ¿Y bien?. - Pinchó él.

- Yo... no podía dejar de pensar... -

- ¿En mi?. - Terminó la frase.

Bra se agitó, pero se obligó a permanecer tranquila. - En Freezer. -

- Ah. -

- ¿Qué te hizo?. - Susurró.

- No creo que lo quieras saber... - Sus ojos se volvieron crueles por un instante y luego se calmaron.

- Si quiero, quiero saberlo. ¿Qué te hizo?. -

Raditz se levantó de su asiento y la levantó cogiendola por los hombros casi violentamente. - No finjas más... -

- ¿Qué?. -

- He notado como me mirabas, como te estremecías cuando te tocaba, puedo oler casi tu escitación ahora mismo... -

- NO. - Ella trató de zafarse pero Raditz la abrazó más fuerte.

- Déjate llevar por la corriente...

embriágate, así...

no te atormentes...

Ven a mi...

el deseo fluye en tí

y es tan ardiente...

que apenas el sentir

se hace perenne...

Ven a mi...-

- No... - Susurró ella débilmente sintiendo que cada célula de su cuerpo le gritaba por ser unida a ese hombre que la sostenía y la recitaba.

- No lo comprendes...

pero todo grita aquí

que te gobierne...

Ven a mi...-

- Raditz... - Susurró pidiendo clemencia, y no encontrándola. - Ah, Raditz... -

- No te resistas a vivir,

deja que intente

hacerte resurgir...

no lo lamentes...

Ven a mi...

Déjate llevar por la corriente... -

Sus labios se besaron ardientemente en el momento preciso que un rayo alcanzaba un arbol cercano partiéndolo en dos mitades y ocasionando un estruendo terrible que hizo retumbar toda la casa.

Raditz la besó con avidez tendiéndola sobre la alfombra y quitándole las ropas mojadas, que hasta el momento ni siquiera habían captado su atención, ni la de ella. No, no iba a desvestirla sin más, le arrancó las ropas rasgándolas en mil pedazos. Sus manos se enredaron en su pelo azul, una de ellas descendió hasta su cadera para afirmarla con más fuerza hacia sí mismo. Las ropas de Raditz volaron rasgadas por el mismo en dirección hacia la chimenea, quemándose en las brasas léntamente. - Ahhh. - Un quejido mútuo se escuchó cuando él entró en ella. Sus manos expertas en las artes del placer la tocaban de un modo tan excitante y sofisticado que si pudiera morirse de delirio, ahora estaría muerta, de seguro. Recorrió sus pechos y tomó uno entre sus labios deleitándose en los gemidos sofocantes de su amante. Nuevamente entró en ella, y comenzó a adquirir un ritmo trepidante. Los rayos y los truenos se hicieorn presentes, constantes, la lluvia se intensíficó como una cascada incesante.

- Pídemelo... - Susurró.

- Ahh, Raditz... - Gimoteó ella apenas.

- He dicho que me lo pidas... - Volvió a susurrar casi amenazadoramente.

- No... ahhh, Raditz.. - El intnsificó el ritmo alabándose mentalmente por tener tanto control y no haber terminado cuando comenzó a sentir el segundo orgasmo de ella.

- PIDEMELO. - Gritó.

- SI, HAZLO. - Gritó llorando incapaz de luchar contra sus sentimientos contradictorios.

Raditz la mordió en ese mismo lugar sin más reservas y ella le imitó mordiéndole también mientras sus cuerpos se convulsionaban por el placer intenso. El árbol partido en dos se desplomó definitivamente en el suelo, cada parte arrojada a un lado distinto y ardiendo aún bajo la lluvia intensa que comenzaba a apagar el incendio. Con un gruñido animal, similar al de su estado Ozaru, Raditz gritó aún con su boca llena de sangre. - AHHHHHHHHHHHHHHRRRHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH. - Y después la besó ardiente y despiadadamente hasta que bra se desmayó en sus brazos.

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Bra despertó sobre la alfombra, Raditz no estaba a su lado, le había dejado una nota. - Envié a recoger tus cosas de casa. Las traerán al medio día, volveré pronto mon amour (mi amor). Tu compañero, Raditz. -

Ella jadeó tocando con miedo la marca de su cuello y lloró amargamente viendo sus propias ropas consumirse entre las brasas de la chimenea. - Nooo... ¿Qué he hecho, Dios mio, qué he hecho?. -

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