Dos

El timbre volvió a sonar, esta vez fue Kazuki quien fue a abrir. Al regresar lo acompañaba una tímida pero bonita muchacha de piel blanca, ojos oscuros y cabello castaño lacio que le llegaba a media espalda.

-Hola chicos –saludó sonriendo levemente

-Hola Tsubaki –contestaron los otros casi a coro

-Bien, ya podemos irnos –alegó Kazuki más tranquilo

-¿No olvidan algo más? –preguntó Shimano sarcástico- ¿Quizá alguien más está dejando a su novia?

-¡Shimano! –le recriminaron los demás por su imprudencia

-Bueno, vámonos –les dijo Paola a los colombianos- Como te conté de aquí nos iremos por carretera a Yokohama, para hacer algo más divertido el viaje. Ustedes y yo acompañaremos a Kazuki en su automóvil, los demás se distribuirán en los otros

Ambos Aiza asintieron y siguieron a la tropa. Una vez abajo notaron que una vagoneta negra y un jeep blanco descapotable estaban estacionados junto al automóvil de Kazuki. Como había predicho Paola, sus amigos se distribuyeron en los otros dos carros.

-¡Eh, Jun! –lo llamó Matías desde el jeep- ¿Pensás viajar en un auto lleno de nenas?

-¡Cuáles nenas! –reclamaron Saki y Paola ofendidas

Jun dudó un instante, viendo a su hermana y el jeep alternativamente.

-¡Voy! –decidió luego subiéndose en el jeep junto al argentino

-Traidor –murmuró Saki enojada

-Déjalo hacer más amistades –aconsejó Paola- En su lugar tendremos a Furuta

Saki vio al mencionado y éste le dirigió una mirada impenetrable, se notaba que era bastante reservado y callado. Aun así Paola sonrió encantada y le dio a su amigo un beso en la mejilla.

-¡¡Hora de irnos! –exclamó la Wakabayashi divertida una vez que todos estuvieron en su lugar, mientras el techo del automóvil se deslizaba hacia abajo (también era descapotable)- ¡Yokohama, allá vamos!

En el transcurso del viaje, Saki y Paola conversaron de todo lo que les había pasado, sobre todo porque Paola estaba algo (¿Algo? ¡Muy!) curiosa sobre el hermano de Saki, a quien sólo conocía por las fotografías.

-… y el muy tonto no creía que te conocía. Aunque bueno, si ni siquiera conoce a su cuñado –comentaba Saki, algo animada. –Claro que como ahora que te conoce, no sé qué dirá de ti.

-¿Por qué?

-Ya te dije por qué. Es el Rey del Sarcasmo :P.

-Eso lo comprobé yo mismo –dijo Kazuki, mientras conducía. –Dice que no sabe controlar su sarcasmo.

-Eso es cierto…

-Pues ya lo veremos...

Entretanto, en otro auto, todo el mundo hablaba y hablaba, mientras que el chico Aiza se sentía como mosca en leche.

-Debí ir en el otro auto --U –se dijo Jun, confundido.

-¡Pero qué cosas decís! –dijo Matías, dándole una palmada en la espalda– Lo más probable es que ya estarías aburrido con las nenas.

-No le digas así a mi hermana.

-Bah, pero si a ella ya la conozco desde hace mucho, che.

-Pues si tanto la conoces, no le digas así si no quieres que ella te eche al gato encima.

-¿Gato? ¿Cómo puede un simple gato molestarme?

-No conoces a Ta-kun, ¿verdad?

-No.

-Oye, Aiza, ¡únete a la fiesta! –dijo Shimano, pasándole un vaso de plástico lleno de refresco. –No seas un aguafiestas.

-Eh, yo… -y Jun olisqueó cautelosamente el vaso.

-No te preocupes. Los del Toho no tomamos –dijo Darío secamente, pues era el conductor. –No después de lo pasado hace unos años…

-¿Qué dices?

-Es una larga historia –dijo Matías en japonés para que los demás entendieran.

-Ah, ya –Jun dijo, nervioso- ¿Y saben si alguien más vendrá?

-Pues todos los que vamos estamos menos Imai y Naoko, como dijimos antes.

-No… Me refería a Hyuga o Sawada…

-¿Cómo sabes de ellos?

-¿No les contó Saki? Nosotros vivimos en Japón un tiempo, cuando éramos niños. Por eso sé algo.

-Bueno, pues Hyuga-san está en Italia, y no puede venir, y Takeshi no pudo venir porque se le presentó un inconveniente –contó Shimano. –Estás algo informado, ¿eh?

-Sí, supongo… -y sin embargo, un frenazo que Darío dio hizo que se regara el refresco sobre la cabellera de Jun, que quedó hecha un asco. Por supuesto, todos reclamaron el frenazo, pero poco a poco recobraron la calma… Excepto Jun, cuya cola de caballo estaba de punta Oo…

Los tres autos se detuvieron, pues alguien les esperaba.

-¡Naoko! ¡Tiempo sin verte! –dijo Saki, saludando a la amiga de Paola.

-Lo sé. ¿Cuándo llegaste?

-Hoy. ¿Acaso Paola no te dijo que mi hermano y yo íbamos a llegar hoy a Japón?

-Esto… Se me olvidó –admitió la Wakabayashi, sacando la lengua.

-¿Hermano?

-Sí. Jun, ven un instante, ¿sí?

-Claro… -dijo el muchacho, tratando de secar su cabellera con una servilleta. –Mucho gusto. Aiza Jun.

-Imai Naoko… Y esta es mi hija, Misuki.

-¿Hija…?

-Naoko es casada, hermano.

-Eso lo explica.

-¿Qué te pasa? ¿Acaso estás asombrado, o qué? –preguntó Kazuki.

-No… es que todos ustedes son tan locos que ni siquiera sé qué pensar Oo…

Todos se echaron a reír.

-Bueno, como dice el refrán: De músico, poeta y loco todos tenemos un poco –dijo Matías, siempre conciliador.

-Buen punto –respondió Darío, como siempre haciéndose el distante.

-Oigan, ¿alguno de ustedes tiene un poco de agua? –dijo Jun finalmente. –Me cayó refresco encima y tengo el cabello pegajoso… Por culpa del frenazo.

-Yo traigo un poco en esta cantimplora –dijo Koike, solícito. Acto seguido Jun tomó la cantimplora, y soltándose la cola de caballo regó un poco de agua sobre su cabeza.

-Podrías haber esperado a que llegáramos a Yokohama –dijo Paola.

-Y entonces habría un enjambre de abejas persiguiendo mi cabello –replicó el Aiza, mordaz, después de tener su cabello mojado pero limpio, dejándoselo suelto.

-Vaya que tienes cabello largo. Le podrías hacer competencia a Ken, o a ese chico, Sano –dijo Kazuki, silbando.

-Gracias, pero no creo tener el cabello tan largo como ellos.

-Se te olvidó Izawa –agregó Naoko, haciendo que Paola tratara de no reírse.

-No, Juncito les ganó a todos.

-En todo caso, no esperen verlo así por mucho tiempo –dijo Saki. –Él odia tener el cabello suelto.

-Amén, hermana.

-Ni que estuvieras rezando –dijo Darío.

-Significa 'que así sea'. Es una afirmación –respondió el colombiano. -¿O acaso no lo sabías?

-No.

Rato después recogieron a Imai Hiroshi quien saludó cordialmente a Saki antes de sentarse junto a su esposa. Sin embargo, en la segunda y última parada Jun decidió cambiarse de auto, pasándose al de Kazuki.

-¿Qué pasó? ¿No pudiste aguantar más a la bola de deschavetados que son mis amigos?

-Así es… Demasiada locura por un día para mí… -dijo Jun, atándose el cabello ya seco. -¿Cómo haces para aguantarlos, Saki?

-Sencillamente sigue la corriente.

-Ah, ya.

Mientras seguían su camino, Ta-kun estaba apoyando la carita contra la ventana, sus ojitos en espiral.

-Naaa… -dijo desvaídamente, antes de caer en el regazo de Saki.

-¿Ta-kun? ¿Qué te pasa?

-Nana… Nanaaaa…

-El pobre está mareado –dijo Paola, asomándose. –Pobrecito. No debe gustarle mucho andar en auto.

-Es cierto… en el avión iba más cómodo. Lo que pasa es que se marea al ver las cosas pasar demasiado rápido –recordó Jun.

-Pobre gato –dijo Kazuki, sin despegar la mirada del camino. –Un gato que se marea no es buena señal. Sin embargo, ya falta poco para llegar.

-Ojalá sea así, si no quieres que tu auto huela a vómito –dijo Saki. Y justo en esas, tuvo que abrir la ventana y sacar la cabeza del pobre Ta-kun, quien trasbocó, y por suerte nada del vómito quedó dentro.

Claro, los muchachos de los otros autos no se la vieron venir, y al creer que era algo raro y desagradable volando, lo esquivaron como pudieron, aunque casi se estrellaron. Por suerte la pericia de Darío y la de Matsuki evitaron que los autos se mancharan con lo que Ta-kun tuvo que devolver. Sin embargo, Matías, asustado con lo que había pasado, marcó al celular de Paola.

-Paola, ¿qué fue eso?

-¿Qué dices?

-Che, ¿qué fue eso que casi nos da? Casi nos hacés morir.

-Es que Ta-kun se mareó.

-¿Ta-kun?

-El gato de Saki.

-Che, pobrecito, pero a la próxima mejor pará y hacé que el bicho ese devuelva lo que haya comido detrás de una mata.

-Pues a la próxima tú lo llevas.

-¡¡¿¿Qué! ¿Pero cómo me hacés esto?

-Sí. A la próxima tú lo llevas y verás que el pobre no tiene la culpa de marearse cuando va en auto. Adiós –y se colgó la llamada.

-Eh, Matías, ¿qué fue lo que pasó? –preguntó Shimano, la curiosidad haciendo presa de él una vez más.

-El pobre gato de Saki se mareó.

-¿Es decir que UNA ANDANADA DE VÓMITO DE GATO CASI NOS MATA? Ay Dios… -y Shimano fingió que se desmayaba.

-Y después dicen que la curiosidad mató al gato –dijo Darío, negando con la cabeza.

El viaje siguió sin más contratiempos, y al fin llegaron a Yokohama. Debido a que varios de los muchachos del Toho tenían dónde quedarse (algunos en la casa de Ken incluso), Saki y Jun se veían confundidos.

-¿Y dónde nos vamos a quedar nosotros? –preguntó Saki a su amiga.

-Nos vamos a quedar en mi apartamento.

-¿Cómo…? ¿Nos? Fuera de Saki, tú y yo… ¿Quién más? –preguntó Jun, confundido.

-Matías, Darío, Naoko, Imai, Saki, tú y yo… Y obviamente Ta-kuncito lindo.

-Naaa… -dijo el gatito, algo avergonzado de que se acordaran de él, rascándose la cabeza con una patita. Sin embargo, cuando los otros se bajaron de los autos…

-¡¡¡VAMOS A MATAR A ESE GATO! –gritaron Shimano y algunos otros, quienes no se reponían del susto que les causó el pobrecito.

-¿Qué? ¡Eso sobre mi cadáver! –exclamaron Paola y Saki. Algunos de los que no estaban de acuerdo con el 'gaticidio' intentaron detener a la parvada de locos, pero Shimano ya estaba a punto de agarrar a Ta-kun por el pescuezo cuando…

-¡Quieto ahí, Shimano Tadashi! –dijo una voz conocida para todos (casi todos).

-¡Ken! –exclamaron Paola y Saki, contentas.

-¡Wakashimazu! –exclamaron los demás, incluyendo a un asombrado Jun y a un aterrorizado Tadashi, que por poco se hace pis del susto.

-Más te vale que no le toques un pelo a mi amigo, Shimano, o si no te echo a Kaiser encima.

Justamente iba con su mascota ahí.

Rato más tarde, todos estaban en casa de Ken (antes pasaron por la de Paola para dejar las maletas de los gemelos), comentando cómo fue el viaje, sin olvidar la presentación del chico de la cola de caballo.

-Por cierto, Ken-kun, él es mi hermano, Aiza Jun.

-Mucho gusto –dijo el colombiano, a lo cual recibió similar respuesta. –Saki me comentó mucho sobre ti, fuera de lo que ya sabía.

-Claro… No me extraña si eres el famoso gemelo de la 'Soccer Girl.' Además, por lo que cuenta tu hermana, eres un estratega y un mediocampista muy talentoso.

-No es verdad… -y Jun se sonrojó hasta alcanzar el rojo de las rayas de su camisa (llevaba una del Junior de Barranquilla puesta)

-No le digas más cosas… Se avergonzará hasta el punto de querer que lo trague la tierra –dijo Saki en un susurro al Karate Keeper. –Es muy modesto.

Sin embargo, ese momento de distracción le costó caro a Saki, pues Ta-kun, quien iba dentro de su mochila, se escapó y eso alertó a Kaiser, quien se puso a ladrar como loco.

-¡Ta-kun! –exclamaron las chicas.

-¡Kaiser, abajo! –exclamó Ken, como si su perro fuera InuYasha. Sin embargo, tal como había pasado con John, el perro Wakashimazu dejó de ladrar y se acercó al gatito negro, aunque gruñía.

-¿Na, na? –dijo Ta-kun, acercándose con curiosidad… Y al fin estaba morro a morro con Kaiser.

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Ni me acuerdo quién es autor de Inu Yasha, ¿o era autora? Oo el caso es que esa serie tiene derechos reservados

El Junior de Barranquilla es un equipo colombiano de fútbol cuya camiseta es a rayas verticales albicarmesí nn (es el equipo de Saki)