Capítulo siete

Así siguieron y se fueron a la playa. Esta vez Ta-kun se aseguró de no mirar por la ventana para no marearse, por lo cual Saki lo felicitó rascándole detrás de las orejotas (no puedo decir orejitas…Él es todo ojos y oídos :P)

-¿Y cómo sigues, Eirina? –preguntó Paola.

-Eh, yo… Bien.

-Sabes a qué nos referimos, Kazuki-kun –preguntó Saki, aprovechando que Tsubaki iba en otro auto.

-Ah eso. Yo… Aún estoy algo confundido. Es decir, quiero mucho a Tsubaki, pero el ver a Eri ayer me dejó sin saber qué hacer o decir.

-Sí, se nota. Si yo fuera tú, le contaría a Tsubaki qué fue lo que pasó.

-¿Ah, sí? ¿Y si me pregunta qué siento en este instante? Estoy tan confundido que ni siquiera sé qué podría decirle a ella.

-Buen punto –dijo Jun, quien había estado algo callado en ese momento. –Sin embargo, a riesgo de parecer repetitivo, ¿qué sientes por cada una?

-Amo a Tsubaki. Eso es obvio. Pero Eri y yo éramos pareja cuando ella se fue, y me temo que ella cree que todavía guardo algún sentimiento por ella.

-Pues si es así, entonces busca a Eri y cuéntale las cosas que han pasado desde que se fue. No busques problemas; busca soluciones –dijo el chico Aiza finalmente.

-Buen punto, Jun –dijo Paola, antes de sacar un chicle de su mochila. –Mejor trata de aclarar las cosas.

Entretanto, en los otros autos conversaban de temas varios, tratando de no tocar temas como el de Eri. Al fin llegaron a la playa, y varios de los más locos se lanzaron de una a las olas. Sin embargo, Paola, Saki, Tsubaki y Naoko se ocuparon de colocar los parasoles y aplicarse bloqueador solar. Sin embargo, la colombiana se tumbó al sol para tomar algo de color… Con un traje de dos piezas azul oscuro que dejó a muchos transeúntes paralizados.

-Saki… Se nota que eres futbolista –dijo Paola, también tumbada al sol.

-¿Por qué lo dices?

-Porque veo a más de uno mirándote.

-Como si tú estuvieras pintada en la pared –dijo Jun, sentado a la sombra mientras se aplicaba un poco de bloqueador y tenía unas gafas oscuras puestas.

-Esas mañas no te las conocía, hermano –dijo Saki, guiñándole un ojo.

-Pues que conste que ni soy raro ni tengo mal gusto.

-Amén a eso –dijo Ken, dudando en entrar al mar. –Aunque a la próxima, no sabré si golpearte o decir que estoy de acuerdo.

-Ken-kun… No te molestes en golpearme porque sabes que lo digo como amigo –dijo el colombiano, mirando por encima de sus gafas de sol.

-Eso espero.

-De eso puedes estar seguro –dijo Saki. –Aunque suena mordaz todo el tiempo, mi hermano es sincero, Ken-kun.

Entretanto, Ta-kun jugaba en la arena, contento de la vida. Aunque era nada más un gatito loco con crisis de identidad, era bastante inteligente y se puso a hacer un castillito de arena, aunque Shimano por despistado lo destruyó al correr fuera del agua, ya que Koike lo perseguía.

-Naaaa… -dijo el pobre gatito, las lágrimas llenando sus ojos.

-¡Shimano, ten más cuidado! –gritó Paola. -¡Destruiste el castillo de Ta-kun!

-¿Qué? ¿Y yo qué culpa?

-La culpa es toda tuya –dijo Matías, apoyando cualquier causa noble. –Mira por donde vas.

-Naaaa… -y Ta-kun de un salto agarró la nariz de Tadashi de un mordisco.

-¡¡AAAAY! ¡Quítenmelo de encima! ¡Quítenmeloooo…! –Shimano corría por toda la playa, con el gatito agarrado a su nariz.

-Al menos debería agradecer que no es un cangrejo el que tiene agarrada su nariz –dijo Jun, riéndose a carcajadas (¡al fin!)

-Amén a eso, hermano –dijo Saki, quien al fin se compadeció de Shimano y lo detuvo, quitándole a Ta-kun de encima.

Por supuesto, los que estaban dentro del mar vieron lo de Shimano y se echaron a reír… Pero alguien tuvo una excelente idea.

-Oigan, ¿les apetece jugar fútbol de playa? –dijo Takashima, sacando una blanquinegra.

-Por mí vale –dijo Paola.

-¡Sí! ¡Fútbol! –exclamaron Shimano y otros cuantos locos.

-¿Qué dices, Jun? -preguntó Saki a su hermano, quien ya había agarrado un poco de color caramelo.

-Hagámosle honor a nuestro apellido y oficio –dijo el chico Aiza, sonriendo.

Momentos después, se habían formado dos equipos de siete jugadores, con Ken en la portería de uno y Paola en el otro (nadie más se le midió a ser arquero) Jun y Saki estaban en un equipo, junto a Shimano, Matías, Darío, Paola y Kazuki. Mejor dicho, era el partido entre hispanohablantes y japoneses.

-¡Saki, pásame el balón! –dijo Jun, al ver que Matsuki corría a intentar quitarle el balón a la chica Aiza, pero ésta elevó el balón con un buen golpe de empeine y el chico de la cola de caballo recibió el balón sin problemas. Jun corrió con la blanquinegra, pero se vio marcado por Kawabe e Imai y no tuvo más remedio que pasarle el balón a Matías.

Excelente pase, Jun! –y Matías disparó, pero Ken detuvo el balón como si nada. Acto seguido el Karate Keeper le pasó el balón a Koike. Sin embargo, la dicha le duró poco, pues Darío le quitó el balón, y de un simple puntapié se lo pasó a Sorimachi, quien después de correr un poco le pasó el balón a Saki. Sin embargo, ella corría con el balón, y uno que otro de los chicos del Toho no se creían capaces de barrerse con todo contra su amiga.

-¡No me tengan consideración sólo porque soy mujer! –exclamó ella, al fin rematando, aunque Ken detuvo su disparo con algo de dificultad.

-No están acostumbrados a jugar contra mujeres, Saki –respondió el Karate Keeper.

-Y eso que Paola también es futbolista.

-Pero ella es arquera –y Ken hizo un pase elevado a Kawabe, pero alguien lo interceptó.

Jun se había interpuesto, y como si nada, hizo el disparo especial de su hermana, cogiendo desprevenido a Ken.

-¡Gol! –exclamaron los gemelos Aiza y los otros hispanoparlantes. Sin embargo…

-¡Oye, Jun! ¿Cómo rayos te atreves a copiarte de la técnica especial de tu hermana? -dijo Paola, fingiendo hacer escándalo.

-No es la primera vez, y además a Saki no le molesta que lo hagamos.

-¿Hagamos?

-Mi hermano mayor, Shinji, también juega fútbol a veces, y también es capaz de hacer mi Tiro del Fénix –dijo Saki.

-Ah, ya –dijo Paola, más aliviada.

Así siguió el partido, y para sorpresa de muchos, el partido terminó 1-1, pues el gol que entró en el pórtico de Paola lo anotó… Ken.

-Bueno, demostraste que los porteros también son goleadores –dijo Jun, chocando palmas con el Karate Keeper. –Me recuerdas a Chilavert e Higuita.

-Mmm… Supongo –dijo Ken, rascándose la cabeza.

-Mejor tomen algo, chicos -Tsubaki dijo, pasándole refrescos a los que habían jugado. –Hace calor y se podrían deshidratar.

-Gracias, Tsubaki-chan –dijo Kazuki, pasándose la helada lata por la frente y acercándose a ella para darle un abrazo.

Sin embargo… Se notaba que ese no sería el día de Sorimachi Kazuki, pues…

-¿Kazu? –dijo una bien timbrada voz de chica, haciendo que el delantero se quedara helado. -¿Eres tú?

-¡Eri! –exclamaron varios de los presentes, reconociendo a la joven.

-Eri… -dijo Kazuki, soltando a Tsubaki. –Tanto tiempo sin verte.

-Lo sé… Has cambiado mucho, Kazu.

-¿Kazu? –murmuró Jun, quien estaba cerca del aludido.

-Siempre me llamó así.

-Hola, Kooda-san –dijo Ken, quien de hecho se la veía venir. -¿Qué andas haciendo por estos lados?

-Aprovecho que estoy de vacaciones también, aunque nunca me esperé encontrarme a todos ustedes aquí… Y con más amigos, por lo que veo.

-Eh sí… Bueno, ellos son Saki y Jun Aiza –dijo Paola señalando a los gemelos.

-Mucho gusto.

-Encantado.

-Hajimemashite (encantada de conocerles) –dijo la ex-estudiante del Toho. -Son extranjeros, ¿verdad?

-¿Se nota? –preguntó Saki, divertida.

-Sí, aunque no tienen acento extranjero al hablar.

-Vivimos un buen tiempo en Japón cuando éramos pequeños –dijo Jun.

-¡Oigan! ¡Se supone que iríamos a pasear en barco! –exclamó Takashima, captando la atención de todos. -¡Vamos que ya se va a ir!

-¡Danos un momento! –exclamó Paola, recogiendo las cosas. –Lo sentimos, Eri, pero vamos a pasear en barco.

-Bueno… Supongo que podré verlos después. Adiós –y la joven se dispuso a irse, pero Kazuki fingió sentirse mal y dijo que se quedaría.

-¿En serio, Eirina?

-Sí… -y en un susurro Sorimachi le explicó a Paola que su intención era quedarse para aclarar las cosas con su ex-novia.

-Está bien. Distraeré a Tsubaki, pero por si acaso le diré a Saki que te deje a Ta-kun.

-¿Y por qué?

-Porque según nuestra querida amiga colombiana, Ta-kun se marea al viajar en barco.

Dicho y hecho; Ta-kun se quedó con Sorimachi, quien aunque no era fanático de los gatos, tampoco le desagradaban. Eri se le quedó viendo, divertida.

-¿Te sientes bien? –preguntó, pues había visto la actuación de su amigo.

-No me gusta mucho ir en barco, ¿sabes?

-Cierto… -y Eri se sentó al lado de él en una roca cercana.

-Ha sido mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, ¿verdad?

-Sí. Nunca pensé que volvería a verte, Kazu.

-Sí, pero tengo muchas cosas que contarte.

Sin darle tiempo a contestar a su amiga, Kazuki le contó todo lo que había vivido. Desde el momento en que ella tuvo que irse, pasando por la vez en que conoció a Tsubaki y todo lo que siguió… hasta los días presentes.

Por supuesto, Eri se sintió un poco decaída al oír que Kazuki estaba felizmente ennoviado, pero sabía que tarde o temprano así sería.

-¿Y tú?

-Bueno… No he tenido tantas aventuras como tú. Como sabes, me vine a vivir a Yokohama con mi madre y mi abuela. La nueva escuela fue algo difícil para mí, porque no conseguí los amigos que tenía en Toho. Sin embargo, me gradué con honores y estoy estudiando Diseño Gráfico, tal como quería. Sobre mis amistades, ahora tengo unas cuantas amigas en la universidad, pero…

-¿Pero?

-Pero sigo sola.

Eso entristeció a Kazuki. Sabía que Eri era tímida y que muy pocos hombres serían capaces de ver la belleza interior de ella, tal como él había notado aquello.

-No te preocupes, Eri-chan. Sé que tarde o temprano encontrarás a ese alguien especial.

-Sí, supongo… Aunque admito que hay algunas cosas que se me dificultan olvidar.

-¿A qué te refieres? –preguntó el muchacho, algo confundido.

-Bueno… No puedo olvidar aquella vez en que fuimos de vacaciones de primavera a Okinawa con tus padres…

-Ah. Eso. Bueno, no tienes que olvidarlas. Sencillamente recuérdalas como algo bonito que te pasó. Así hice yo.

-¿Seguro? –y antes que Kazuki pudiera contestar, Ta-kun saltó de su hombro al regazo de la joven. -¿Y este gatito?

-Ah, es Ta-kun.

-¿Ta-kun?

-Oh… Cierto. Es el gato de mi amiga Saki. No importa cuánta edad tenga él, no crece. Es algo raro, pero es un gato muy inteligente.

-¿Y eso?

-Bueno, Ken tiene un perro, como debes saber, y ese perro odia los gatos hasta el punto de ser capaz de comérselos de un bocado, pero Ta-kun tiene algo especial que hace que ningún perro sea capaz de atacarlo.

-Creo que es por lo kawaii que es –dijo la joven, alzando al gatito y rascándole debajo de la barbilla.

"Gracias por salvarme el pellejo, Ta-kun" –pensó Kazuki, agradecido.

-Naaa… -Ta-kun estaba vuelto una melcocha. Había notado en Eri que tenía un olor a gato, por lo que entendía que a la joven le encantaban los miembros de la especia Felis catus. Rato después, ambos amigos se despidieron con un cordial abrazo, mientras Ta-kun brincaba.

-Na, ¿na? –dijo Ta-kun, mirando al amigo de su dueña.

-Bueno, me alegra que este malentendido se haya arreglado, gatito. Vamos, que Saki y los demás ya deben haber regresado.

-¡Naaaa! –y mientras Sorimachi caminaba tranquilamente, sintiéndose calmado, Ta-kun brincaba y corría como loco, de vez en cuando deteniéndose para examinar alguna conchita o perseguir a algún cangrejo.

-Oye, cuidado te muerde un cangrejo, Ta-kun.

-Na.

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Eto...pues cabe recordar que Saki Aiza es la Soccer girl, y que pues para esas alturas del anterior fic Paola también le dio a las patadas, aunque era portera XDD