Capítulo doce

Mientras Ken había anunciado lo de ir a surfear, Saki tomó asiento lo más lejos posible de Matías (se sentó al lado de Naoko), incómoda por lo que el argentino había dicho. Por supuesto, no era la única que se sentía incómoda por ello; Jun volteó a ver bruscamente a Matías al oír aquello… Tanto que le dio tortícolis.

-¡Ay! Me lleva el chanfle… -dijo el colombiano, colocando una de sus manos sobre su adolorido cuello.

-Jun, ¿estás bien? –preguntaron Paola y Saki a la vez.

-¿Desde cuándo tener el cuello torcido es estar bien?

-No seas grosero –le recriminó su hermana. –Ya te hago un masaje.

-¿Masaje? –preguntó Kazuki, entre divertido, burlón y confundido.

-¿Qué harías tú si te diera tortícolis? Lo más lógico es masajear la parte adolorida.

-Te aprovechas de lo que sabes porque tu madre es enfermera –dijo Darío antes de tomar un sorbo de café.

-No me aprovecho ni me jacto. Sencillamente hago algo útil por mi hermano.

Esa respuesta de Saki hizo que varios de los presentes se rieran con ganas, sobre todo Kazuki.

-Ay, Darío… Llevás las de perder con los Aiza.

-Callate.

-Callame… Porque sabés que no sos capaz –y Kazuki se echó a reír con ganas, pero Saki le pidió cortésmente que no lo hiciera.

Rato más tarde, todos regresaron a la playa con algunas tablas de surf. Los otros locos de la pandilla del Toho llegaron dos minutos después de Paola y compañía, con más tablas.

-¿Quién trajo los refrescos? –preguntó Naoko, mientras se sentaba a la sombra del paraguas con Misuki, pues el sol estaba demasiado fuerte para la delicada piel de la bebita.

-Kawabe y Koike –dijo Tsubaki.

-Perfecto… ¿Quién va a surfear?

Varios de los muchachos, entre ellos Jun levantaron la mano, mientras que Saki decidió ir a caminar un poco por la playa… Recordando aquella vez en que había caminado por la playa con el minotauro… ¡Uy, lo siento :P! (Demasiada Tsukitis para mí) Con Genzo. Ta-kun la acompañó, cómodamente sentado en la cabeza de la joven… Hasta que se encontró con una persona que nunca se imaginó.

-¡Oi, Sakinha! –escuchó decir a alguien con un marcado acento brasileiro mientras Saki caminaba.

-¿Qué…? No puede ser posible. ¿Carlinho? –dijo la joven colombiana, volteándose. -¡Carlos! É sido um tempo desde que nós vimos um ao outro por último (perdón por el portugués… Es de traductor. Si sabes bien portugués, por fa ayúdame nnU pues para mi que lo escribiste bien)

-Lo sé. ¿Qué haces aquí en Japón? Yo pensé que estarías en Colombia, o incluso en Europa.

-No… Una amiga me invitó a venir con mi hermano.

-¿Con Juninho?

-Ni más ni menos –respondió Saki a su interlocutor, sonriendo. -¿Y tú qué haces por acá?

Saki se había encontrado con nadie más que Carlos Santana. Lo había conocido en un partido del Junior contra Flamengo de la Copa Libertadores y se hicieron buenos amigos, e incluso se escribían con frecuencia, pues para el brasilero no era cosa rara el ver a una menina futebolista ;).

-Bueno, ando de vacaciones como tú… Aunque admito que estar solo aquí es aburrido. No; retiro lo dicho. Ahora no estoy solo… me encontré con una vieja amiga.

-Que no es lo mismo que una amiga vieja, ¿verdad? Por cierto, mi hermano y mis amigos están aquí. Si quieres venir conmigo a saludarlos…

-Si no es problema…

-¿Qué problema va a ser? Antes habemos muchos latinoamericanos e hispanoparlantes en la bola de deschavetados.

Saki y Carlos fueron al lugar donde los del Toho, Paola, Matías, Darío y Jun estaban (bueno… Varios de los del Toho, Darío y Paola surfeaban en ese momento) y fue grata la sorpresa que el colombiano recibió.

-¡Carlos! Qué sorpresa verte por aquí –dijo Jun, divertido.

-Si no hubiera sido por Sakinha, nunca me habría dado cuenta de que ustedes estaban aquí.

-Y dale con Sakinha –rió la aludida.

-Pues a mí no me suena mal.

-¿Carlos Santana? –Matías bufó, atónito. -¿En serio eres Carlos Santana?

-¿El guitarrista o el futbolista? –dijo Jun, sonriendo de oreja a oreja.

-Ni modo que el guitarrista… Me refiero a uno de los mejores futbolistas de Brasil.

-Pues sí… Es nuestro amigo Carlos.

Momentos después, mientras Saki, Jun, Matías, Naoko, Tsubaki, Santana y Ta-kun (sí… me da pesar dejarlo fuera de la lista) conversaban, Paola salió del agua y quedó atónita al ver quién estaba ahí.

-Hola Paola… ¿Ya conoces a mi amigo? –preguntó Saki tranquilamente.

-¿Acaso no… Acaso no es…?

-Bueno, si tú conoces a muchos jugadores europeos, yo tengo el placer de conocer y presentarte a un gran amigo… Carlos Santana, o como le digo, Carlinho.

-¿Carlos Santana? Desde el torneo juvenil no te veía –dijo Ken, llegando al lado de Paola.

-Wakashimadzu Ken… Sí, te recuerdo bastante. Es raro verte fuera de las canchas.

-Opino lo mismo –y tanto el japonés como el brasilero se echaron a reír.

Momentos después, llegaron los otros, y Saki se apresuró a presentar a TODOS los del Toho como debía.

-Ellos son Takashima Tsuneo, Furuta Kiyoshi, Koike Hideto, Matsuki Yutaka, Shimano Tadashi, Imai Hiroshi junto a su esposa Naoko y su hija Misuki, Kawabe Katsuharu, a Sorimachi Kazuki ya lo conoces pero no a Yamaoka Tsubaki (su novia), Darío Penagos que es uruguayo, Matías Dugatkin que es argentino, mi queridísima amiga Paola Wakabayashi y por último pero no en importancia… Ta-kun.

-¿Ta-kun?

-Nanananaaaa… -dijo el diminuto felino, saltando y cayendo en el hombro del brasilero.

-Él es Ta-kun –dijo Jun.

-De haber sabido que era un gato… Aunque supongo que para ser tu mascota debe de ser muy inteligente, Sakinha.

-Acertaste.

-Y por cierto… Tu nombre es Paola Wakabayashi, ¿verdad? –preguntó Carlos, mirando a la aludida. -¿No tendrás algo que ver con Wakabayashi Genzo?

-Para mi desgracia es mi primo –respondió la joven. –Aunque por suerte tengo a una buena 'cuñada.'

-¿Y eso?

-Ya te dije que soy prima de Genzo, y supongo que sabes que él y Saki son novios.

-Se me había olvidado nnU.

-Me sorprende que se te haya olvidado, Carlos –dijo Jun, riéndose.

-Y por lo que puedo ver… También juegas fútbol.

-No tanto como Saki… Ella sí que es una auténtica Soccer Girl.

-Ya no digas eso –dijo Saki, sonrojándose.

-En Brasil hay muchas jóvenes que juegan fútbol, pero muy pocas al nivel que mi amiga aquí… Le digo que intente jugar en algún equipo de Brasil pero se resiste.

-¿Cómo? ¿Y eso por qué? ¿Cómo puedes rechazar una oportunidad de ese calibre? –exclamó Matías, asombrado.

-Porque yo estoy cumpliendo mi sueño –respondió la colombiana automáticamente. –Mi sueño siempre fue jugar en mi equipo favorito… El Junior de Barranquilla.

-Y ni se molesten en reprochárselo porque si no se la ven conmigo –dijo Jun.

Así pasó la mañana, y Carlos (que no tenía plan alguno) decidió pasar el día junto a los locos del Toho y sus amigos colombianos.

Por supuesto, Paola no pudo resistirse la tentación de molestar a Saki con el apuesto (a ver, a ver, nieguen que es un bishonen) brasilero mientras las cuatro chicas se arreglaban para salir (estaban en la casa de Paola).

-¿Por qué no me habías dicho que tenías de amigo a semejante brasilero?

-Porque nunca me lo preguntaste. Siempre me preguntabas sobre mis amigos en Japón. Así que como dicen… ¿Y yo qué culpa?

-Pues si yo fuera tú… Me fijaría más en alguien como él que como Genzo. Porque eso sí… Carlinho está como el Vecino de Arriba manda.

-Se me había olvidado esa expresión –Saki dijo, sacando la lengua. –Pero a Carlos sólo lo veo como un amigo. Además, tengo suficiente de pretendientes.

-¿Y eso?

-¿No escuchaste lo que Matías me dijo?

-¿Lo de esta mañana? Con razón que te sentaste al lado de Naoko.

-Dime algo que no sea obvio. Y además de lo que pasó con Misaki-kun hace un tiempo…

-Oye, ¿y qué de él?

-Pensé que sabrías más que yo. Está en Shizuoka rehabilitándose.

-¿De qué?

-De una lesión que tuvo al salvar a Yoshiko de ser atropellada…

-¿Yoshiko? ¿No es ella la novia de Matsuyama?

-Es otra Yoshiko. Es la media hermana de Misaki-kun.

Entretanto, los muchachos conversaban de cosas varias junto con Carlos en la sala.

-… y Shimano saltó como dos metros y medio del susto –dijo Matías a Carlos, relatándole la pilatuna de la manguera (¿recuerdas? Sí, jaja, cómo olvidarla si yo la creé XD)

-Me provocaba asesinarlos lenta y dolorosamente –admitió el curioso jugador del Toho.

-No me sorprende… Aunque supongo que ustedes tienen muchas anécdotas juntos.

-¿Por qué dices eso, Santana-kun? –preguntó Kazuki.

-Nunca tuve la… oportunidad de vivir cosas como las que me relatan.

-Creo haber oído algo muy parecido al respecto –dijo Darío. –Algo con que un futbolista brasilero había sido torturado para jugar al fútbol.

Carlos tragó saliva. Al parecer Darío sabía lo que le había pasado.

-Sin embargo… Ahora puedo salir con mis amigos y todo eso, aunque en realidad no tenga muchos.

-Hasta donde recuerdo, tus amigos son Leo, Marinho, Marco y Batista, o al menos así es en tu equipo, ¿no? –dijo Jun.

-Se te olvidan dos que no son brasileros, y sí, quizás uno japonés…

-El japonés me imagino que es Ozora Tsubasa pero…

-¿Y acaso tú y Saki qué son para mí? ¿Apenas conocidos? -¿acaso Santana alcanzaba a ser más mordaz que el mismísimo Rey del Sarcasmo?

-Es que bueno… Eres más amigo de mi hermana que mío. Por eso estaba algo confundido.

-¿Más amigo de Saki? –dijo Matías, divertido. –No falta que…

-Lo que sea que pienses, guárdatelo –dijo Santana. –Sakinha es una gran amiga y nada más. Como un famoso comediante colombiano dijo una vez aunque yo lo digo en mi idioma: deixe assim. (La Pelota de Letras ha traumatizado a todo un país… Colombia, y ha extendido sus fronteras. ¿Hay manera de detener esa plaga? Beto…beto a saber XD)

-¿Qué dijiste? Nosotros no entendemos portugués –dijo Imai, confundido.

-Dijo deje así. Es una expresión colombiana muy popular entre los padres de la gente de mi generación… -Jun explicó, divertido.

-Ah, eso lo explica…

-¿Qué discuten ahora? –preguntó Paola, quien después de darse un baño tenía puesta una camisa blanca sin mangas y capris azul oscuro.

-¿Has oído de La Pelota de Letras? –preguntó Jun.

-Algo, pero nunca lo he visto. ¿Por qué?

-Porque Carlos dejó callados a tus amigos con una frase de esa comedia.

-¡Ya dejen de hablar en español! –dijo Furuta, molesto.

-No te enojes, Furuta… -dijo Paola, pellizcándole una mejilla.

-Aunque bueno, él tiene razón –dijo Matías, práctico. –Es decir, Jun, Saki, Kazuki, Darío, Paola y yo hablamos español, y al parecer Ken y Santana lo comprenden, pero los otros no.

-Bueno, el español y el portugués son muy parecidos, así que entiendo lo que dicen con facilidad –dijo Carlos, comprensivo, pero tanto él como otra persona por ahí se quedó estático al ver a Saki llegar… con el cabello suelto y un precioso vestido color arena de dos piezas. El mismo que había usado en las playas de su natal Colombia cuando Genzo fue sólo a verla a ella.

-¡Wow, Saki! –exclamaron muchos de los presentes.

-Si antes dije que no había damas presentes, me retracto por completo –dijo Matías.

-¿No se supone que vamos a ir a bailar? –dijo Naoko, llegando con un top estampado, jeans y sandalias.

-Sí… Pero no sé si el amigo de Saki quiera ir con nosotros –dijo Ken, observando a Santana.

-Por mí no hay problema… ¿Tú qué dices, Sakinha?

-Sería genial que vinieras con nosotros. Si Jun que es algo amargado se ha divertido con ellos, estoy segura que tú también, Carlinho –dijo Saki.

-Vale. Entonces, ¿sería mucha molestia que nos encontremos en la discoteca? Tengo que regresar a mi habitación de hotel.

-Nos vemos después, Carlos.

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Síp, si lo notaron Kazuki y Darío no se llevan ¡pero para nada!

¡Incluir a Santana! o Fue una megaidea de Saki que yo acepté abnegadamente encantada XDD ¡Oh vamos, nieguen que ese brasileño está como quiere! o