Capítulo 1

.: Dementor :.

Era una tarde calurosa.

El sol ya comenzaba a decaer, y las estrellas, ansiosas, querían hacer su aparición, junto con su blanquecina guía luminosa.

Una chica caminaba lentamente por la calle que comenzaba a ser iluminada por la tenue luz del alumbrado público.

Era de contextura delgada, no muy alta. Su cabello poseía un color castaño claro, no muy largo, y sus ojos eran dos lámparas de un tono claro, parecido al verde, destacándose notablemente de su pálido rostro.

Sus ojos miraban detenidamente el camino que pisaban sus pies, sin prestar mucha atención a su entorno.

Había sido aquél, un agotador día en la escuela, por no mencionar lo doloroso y desesperante. Tratando de arreglar las cosas con una de las personas que más le importaba, había fracasado penosamente en su intento.

Ella hizo la pregunta del millón... "¿Me odias?", y el chico, huyendo a su mirada, se alejó sin responderle.

Y ella se quedó ahí, mirando cómo se alejaba dando pisadas tan violentas y pesadas como hierro. Sin saber, qué demonios le había hecho para causar aquello que desconocía por completo.

La historia en sí, sólo fue un tiempo de largo silencio, que ahora ella quería romper, sin entender exactamente el por qué. De igual forma... carecía de importancia, pues por lo demás de estúpida en inútil, no era algo para querer rememorar.

Pero ya no haría nada. Lo había intentado... y él la había alejado. Sólo le quedaba olvidarse de aquél asunto. Aunque no quisiera realmente.

La noche la cubría ahora por completo. Se había desviado sólo un poco del camino a casa, para pensar.

Sus pasos la condujeron a una pequeña plaza. Miró el lugar, sin prestarle mucha atención en verdad.

Había un columpio solitario justo en medio de todo.

Su cuerpo fue dirigido mecánicamente hasta allí, y dando un pequeño saltito, se acomodó en el asiento del columpio.

El viento hizo su aparición de pronto, y comenzó a mecer lentamente el columpio, mientras su ocupante estaba con la mirada perdida en algún lugar del universo.


You can´t evade your destiny, even if you cry or scream.


Una lechuza pasó al lado de su cabeza, tan rápidamente que la sacó de su ensimismamiento.

Ella miró sorprendida... Sí, aquella ave, era sin duda una lechuza. Sabía que sólo aparecían de noche, pero en su vida, jamás había visto una, a excepción de documentales televisivos.

Lo más curioso, es que la dichosa lechuza, se había posado en un poste cercano a ella, y sus ojos marrones le miraban de manera penetrante, como si supiera lo que ella pensaba.

En su pata, había algo que definitivamente era digno de atención. Era una especie de bolsillo de cuero.

"Debe ser alguna lechuza mensajera... es gracioso... creía que ése era trabajo de las palomas..."

Sin previo aviso, la lechuza dio un horrible graznido, y voló hecha un bólido en dirección opuesta de donde había venido, y rápidamente se perdió en el oscuro cielo estrellado.

Parecía que algo la había asustado a muerte. O eso le pareció a ella.

De pronto, un frío estremecedor comenzó a embargarla. Algo bastante extraño, dado que la época era bastante cálida, aún no se acababa el verano.

Un frío que llegaba hasta los huesos, pero más aún, un frío tan profundo, que llegaba a calarle el alma.

Un dolor inimaginable comenzó a emanar de las profundidades de su ser, acompañado de las más horrorosas visiones que en su vida había presenciado. Y no sabía de dónde provenían.

Se sintió débil e indefensa, como si no le quedara ni una sola pizca de felicidad.

Quería correr, llorar, salir cuanto antes de ahí, pero no podía.

Se paró bruscamente del columpio, pero sus piernas no funcionaron, haciéndola caer dolorosamente en el polvoriento suelo.

Ya no veía, todo se estaba volviendo negro. Apenas pudo distinguir una figura negra y encapuchada que se le acercaba. Tenía miedo.

Ya no escuchaba el crujir de las ramas de los árboles moviéndose, ni el rechinar de las cadenas del columpio, sólo una respiración lenta y ruidosa, como si quisiera succionar algo más que aire.

Quería moverse, pero no había caso... Una niebla blanca y espesa la rodeaba, como queriendo introducirse en ella.

Sin remedio, sus ojos se fueron cerrando, y sintiéndose succionada, se dejó arrastrar, hasta perder la conciencia completamente.

- Quieto, quieto, asqueroso dementor. – dijo una voz a lo lejos, mientras que otra persona apuntaba con una varilla de madera, al encapuchado, lanzándole una especie de luz blanca.

El ser inmediatamente retrocedió, dejando a la vista a la chica tendida en el piso.

El hombre que había lanzado la luz se acercó rápidamente al inerte cuerpo. Su rostro mostraba una tensión y preocupación enormes. Se agachó, para tomarle el pulso, y comprobando luego, que aún respiraba, dio un suspiro de alivio.

- Está bien... no alcanzó a hacerle nada.

- Malditas criaturas... lo único que faltaba... que ahora comenzaran una persecución a Muggles.

- Severus... creo que deberemos llevárnosla a Hogwarts o a un lugar más seguro.

- Por Merlín, Lupin, tu heroísmo me conmueve.

- No podemos dejarla simplemente aquí, podría pasarle cualquier cosa...

- Tenemos asuntos que atender, no lo olvides.

- Pero... mírala... – dijo poniendo ojitos de lo que se le suele llamar 'cordero degollado'.

- ¡Nuestra principal tarea es descifrar en dónde demonios se hará la maldita junta! - le respondió el hombre ya algo... cabreado.

Remus sólo le miró de forma reprobatoria. Sabían a la perfección, que aquél lugar estaba próximo a recibir visitas inesperadas e indeseadas.

No podían dejarla ahí como si nada, en espera de la destrucción y el caos. Sería un acto excesivamente cruel, incluso para Severus, él lo sabía, y él sabía que lo sabía.

Snape sólo gruñó en señal de desacuerdo, porque de nada le serviría discutir con aquél sujeto. Sabía que esa chica se iría con ellos al final... y que se convertiría en una carga... maldito niño bueno... un Gryffindor había tenido que ser...

Sus miradas se cruzaron. Era hora de irse de ahí, si no querían retrasar más las cosas. Debían prepararse para el inminente enfrentamiento.

- Muy bien, como gustes, pero tú la cargarás, y le explicarás todo a Dumbledore – gruñó malhumorado.

Remus sólo sonrió, y tomando a la chica en brazos, los tres se desvanecieron en el aire, haciendo un pequeño plop.