Capítulo 04

.: En el Sótano :.

- Severus, ¿Podrías ir un poco más despacio? Esto no es una maratón, ¿sabes?

- ¡Maldición, Lupin! Debemos apresurarnos. No sabemos la hora exacta en la cual ellos vayan a hacer su aparición.

Remus pudo notar el tono resentido de su voz. Él también estaba un poco molesto por la discusión que habían tenido hacía un rato afuera del despacho de Dumbledore. Claro que no era el único.

- Mira, Severus... lamento lo de hace un rato... no quise...

Snape le dio una mirada extrañada, esperando... algo, expectante a que continuara.

- No quise... molestarte, ni perturbarte de alguna forma... lo siento de verdad...

Snape estaba impresionado... a él nunca le pedían disculpas sinceras... nunca pensaban en él como una 'persona'... y a juzgar por su mirada... tenía razón... y eso lo hizo sentirse bien...

- Ya, ya, Lupin... deja tus sentimentalismos... "vamos... por una vez que dejes de ser un idiota no te morirás..." bien... yo... yo también lamento lo que dije...

Remus le miró complacido, y dándole una sonrisa... siguieron caminando por el borde de las calles... tratando de ocultarse entre los árboles.

- Por cierto... no crees que tardan demasia... -

Pero el ex-profesor de D.C.A.O. le tapó la boca con la mano, y le susurró: "Escucha, hay alguien cerca... dos personas... creo."

Agudizó más sus oídos. En ciertas oportunidades, era una gran ventaja tener el sentido de la audición más desarrollado que el de una persona normal.

Estaban hablando. Apenas si podía escucharlos.

Tenían las varitas listas para cualquier eventualidad. Estarían bien si no los veían.

- Todo está listo. Los estorbos han sido removidos del lugar, y falta apenas una hora para comenzar.

- Bien, muy bien. Por cierto, ¿En dónde se metieron esas bestias?

- Si a los boca putrefactas te refieres, están dándose un festín en el subterráneo, o al menos eso creo... aunque claro, luego de eso, deberemos limpiar todo... que molesto.

- Vaya, supongo que a los novatos les dejarán el trabajo sucio.

- Pues claro.

- Mira, ya está haciéndose tarde, deberemos hacer la llamada pronto. Asegúrate de que todo esté en orden para cuando regrese.

Ya habían escuchado suficiente.

Decidieron que lo mejor sería contactar a Dumbledore, y hacer que toda la Orden estuviese lista para entrar en acción.

Pasaron varias horas. Los aurores del Ministerio, y los miembros de la Orden del Fénix superaban a los mortífagos en creces, por lo que la tarea de capturar a cuanto encapuchado enmascarado veían, fue bastante fácil...

Luego de miles de hechizos que iban y venían, gritos, golpes y demás... se comenzó con la limpieza de heridos y muertos. Algunos fueron llevados inmediatamente a ser interrogados y enjuiciados, otros, a San Mungo, y algunos con mala suerte, directamente a Azkaban.

La gran sorpresa que les esperaba esa noche, fue cuando decidieron... revisar las casas.

Una a una, las viviendas fueron registradas. No habían sufrido daños, ni faltaba nada... a excepción de un pequeño detalle... los moradores no estaban en ninguna parte...

Todos comenzaron a preocuparse. Los Muggles debían de estar en alguna parte, pero no sabían dónde... ¿Acaso los mortífagos, antes de que llegaran, los habían enviado a otra parte, ¿Qué hacían los dementores merodeando?

Faltaba inspeccionar la última y más grande de las propiedades que estaban en la calle. Cuando uno de los aurores lanzó un Patronus, un centenar de dementores de dispersaron de ahí... puertas, ventanas... la chimenea... de todas partes, ellos salían... dejando inundado el ambiente de tristeza.

Los magos reaccionaron rápido. El sentimiento de terror aumentaba a medida que entraban, y buscaban habitación por habitación.

Lo único que faltaba... era el sótano.

El frío escalofriante se hacía cada vez más intenso, mientras bajaban las escaleras. No podían evitar pensar... que algo andaba mal, muy mal.

Al abrir la puerta... el macabro descubrimiento quedó en evidencia. Reprimiendo una arcada, pudieron apreciar los cadáveres de los que antes fueran los dueños de la zona.

Las expresiones de pavor de los difuntos, daban cuenta de qué tan terrible había sido la masacre.

La mayoría de ellos, estaban desfigurados, con las mandíbulas desencajadas, los ojos desorbitados. Sin hálitos de vida. Sus cuerpos, mutilados por todas partes... hombres mujeres y niños, todos con heridas profundas, justo en la frente, y el corazón, donde las aberturas no tenían más sangre que derramar.

No sólo les habían sacado el alma, si no que también habían hecho un sangriento ritual con ellos.

Con mucho autocontrol, los hombres comenzaron a retirar los cadáveres, y a verificar sus identidades.

Fue un trabajo largo y penoso, sin mencionar que algunos no pudieron soportarlo, desmayándose.

Mientras que otros más afortunados, se dieron a la tarea de ir puerta a puerta, interrogando y modificando memorias.

Deberían hacer un lavado de cerebro severo a casi todos los testigos. No sabían a ciencia cierta cuánto habían visto u oído.

Sin tardar mucho, la policía Muggle apareció en el lugar. Junto con reporteros, y los medios de prensa...

Uno de los vecinos había alertado a la policía de que había escuchado ruidos extraños en una calle cercana... y que no le dejaban dormir por los gritos.

Claro que, el jefe de Aurores, haciendo uso de su tan pulida "diplomacia" mandó a todos de regreso por donde mismo habían llegado, y la historia que les darían luego, era que un grupo terrorista había secuestrado a todos en la manzana, y con sus "metrilladoras" habían matado a todas las personas, ya que se habían rehusado a la negociación. O quizá algo más convincente... eso lo verían después... por ahora estaban demasiado perturbados para pensar en algo más, o decir algo coherente en lo referido a excusas para mantener tranquilos a los Muggles.

La noche pasó lentamente, pues el día prometía ser peor.

Los segundos parecían horas.

Y finalmente, el sol comenzó a aparecer.