Capítulo 5
.¿Quién es ella:.
Harry abrió lentamente la puerta de la enfermería. No quería hacer ruido.
Caminó por entre las camas, en dirección a la oficina de Madame Pomfrey. Si tenía suerte, estaría despierta.
Pero algo llamó su atención.
Había alguien en una de las camas.
Parecía una chica.
La distancia era muy grande, y no pudo distinguir su rostro en la penumbra de la sala, y comenzó a acercarse, movido por la curiosidad. Estaba a tan sólo dos metros, cuando una voz por detrás lo detuvo.
- ¡Señor Potter¿Se puede saber qué es lo que hace aquí?. – dijo la enfermera acelerada. Había escuchado ruidos, y se había levantado apresuradamente para evitar "sorpresas desagradables".
Harry se quedó estático por un momento. Se había asustado. La mujer rápidamente colocó una cortina alrededor de la cama, mientras su corazón dejaba poco a poco de latir tan rápido. Ésa fue una indirecta bastante directa de "será mejor que ni te acerques"
- Bueno, muchacho... no llevas ni dos días aquí, y ya vienes a visitarme... esto es una mala costumbre... dime, dime, qué es esta vez.
"Eh, que no es mala costumbre... ¬¬ ni que éste fuera mi lugar preferido de todo el castillo... ideal para situaciones de tensión, sangre y violencia, muy relajante..."
- Lo... lo siento mucho, pero, quería saber, si podía darme una poción para dormir, y bueno... no sabía si estaba despierta... y...
- Oh, ya veo.
La expresión del rostro de la mujer se suavizó un poco. Sabía lo que estaba haciendo ahí. Por lo que lo condujo hasta su oficina, y hurgando entre frascos y potes de un armario, le dio una botellita que contenía un líquido púrpura.
Harry pensaba cómo era posible que tuviese tantas cosas... pero de todas maneras... comparado con la oficina de Snape... aquél armario era una simple caja de fósforos.
Cuando la voz de la enfermera lo trajo de nuevo a la realidad.
- Toma, esto te durará por lo menos dos meses. Debes tomar diez gotas diluidas en un vaso mediano con agua.
- Gra... gracias, muchas gracias – dijo Harry bastante sorprendido de la facilidad con la que había conseguido la bendita poción. De hecho, había sido demasiado fácil.
La enfermera estaba excesivamente pálida. No le convenía tener al chico más tiempo ahí. La muchacha podría despertar en cualquier minuto. Sería mejor darle la poción sin rechistar, aunque supiera a la perfección que en verdad la necesitaba.
Aún recordaba el año anterior, cuando el chico se había metido a hurtadillas para conseguirla... bueno, al menos ahora había tenido la decencia de pedírsela.
- Señora Pomfrey... disculpe... pero¿quién es ella? – dijo lanzándole una mirada de soslayo a la cama cubierta por la cortina. ¿Qué le pasó?.
Madame Pomfrey comenzó a ponerse nerviosa, sus manos temblaban ligeramente. Hasta ahora, ningún estudiante había entrado, y entre tanta población estudiantil, había tenido que ser el señor Potter quien precisamente entrara por esa puerta...
- Es sólo una estudiante... está bien, no tiene nada malo... ahora querido, será mejor que regreses a la cama. No querrás llegar tarde a clases mañana¿Cierto, Muy bien, muy bien, sin quejas, a dormir, ahora jovencito.- dijo mientras lo empujaba hasta la salida.
- Pero... - dijo hasta que sintió cómo la puerta se cerraba suavemente detrás de él.
- Vaya... no era para ponerse así...
Y no pudo evitar pensar... "aquí hay gato encerrado"... ¿Quién sería ella¿Por qué tanto misterio¿Por qué la ocultaban?
Recordó ridículamente la vez que su amiga, por haber agregado en realidad, pelos de una especie diferente a la humana, en una poción, se había transformado en algo similar a una mujer-gato.
Sonrió al ver la imagen de Hermione con cola. Obviamente éste no era el caso... ¿Qué era entonces?
Suspiró. De nada le servía ponerse a investigar a la una de la madrugada, la identidad de la desconocida misteriosa. "Bien... lo averiguaré... eventualmente..."
Ahora debería ir a dormir, pues el sueño estaba ganándole la batalla. Así que, mirando el frasquito con su púrpura contenido en mano, se colocó la capa nuevamente, y se dirigió a su habitación.
