Capítulo 7

.: Angustia :.

- Harry, vamos amigo, será mejor que despiertes si no quieres llegar tarde.- Decía Ron mientras trataba infructuosamente de hacer un nudo decente en su corbata.

Harry estaba un poco desorientado. Comenzó a recordar lentamente... sí, estaba en Hogwarts, y sí, estaba en su habitación... claro, pérdida del sentido... "sabía que no debí aplicar más de diez malditas gotas..."

Lentamente, descendió de la cama, y se dirigió a paso robótico al baño. Se duchó y vistió lo más rápido que pudo.

Aún tenía tiempo de ir a desayunar. Así que bajó presuroso las escaleras.

Entró al Gran Comedor, y se acercó aún medio dormido, sentándose pesadamente justo enfrente de Ron y Hermione. Y dando un "Buenos días", cogió un posillo con avena, y comenzó a comerlo lentamente.

- Vaya ánimo... – le dijo Ron, tomando unos bollos.

- Sí... claro, claro... – dijo a modo de respuesta, ahogando un bostezo.

- Chicos, no sé ustedes, pero¿no creen que pasa algo extraño?

- ¿Por qué lo dices?

- Pues, ni Dumbledore, ni Tonks, ni Snape están en la mesa de profesores...

- Por Snape no me molesta...

- ¬¬ Ron, por favor...

- Ah, Hermione, el no verle la cara a Snape a primeras horas del día es algo bueno...

- No seas infantil Ronald Weasley, estoy diciendo algo serio.

- ¿Pero por qué tanto dramatismo, puede que no sea nada importante... no todo tiene que ser una conspiración ni nada que se le parezca...

- ¿Cómo que dramatismo? Lo único que hago es tomarme las cosas en serio. Entiende, es excesivamente raro que los tres se ausentaran al mismo tiempo, y en especial porque hoy inician las clases.- comenzó a explicarle como si de un niño pequeño se tratase.

- Oye, yo sí me tomo las cosas en serio, sólo que tú te pasas de la raya.

- ¿Pero qué dices? Si no lo has notado tampoco, también hay menos estudiantes...

- ¡Pero pudieron quedarse dormidos!

Ambos estaban rojos hasta las orejas. Hermione respiraba entrecortadamente, y Ron parecía apunto de estallar.

- Oigan, oigan... algunos tratamos de desayunar en paz... si quieren pelear, háganlo no tan temprano¿sí? – dijo Harry ya un poco harto.

- ¡Que no estamos peleando! – dijeron éstos molestos.

Era impresionante... desde que habían estado en la Madriguera, no hubo día en que ese par no discutiera, aunque fueran por pequeñeces.

Aunque, a pesar de eso, las palabras de Hermione captaron su atención. Era bastante extraño que los tres, dada la casualidad de su participación activa en la Orden, desaparecieran como si nada... el rostro de McGonagall estaba particularmente serio...

Dio una mirada a las mesas... sí, definitivamente algunas personas faltaban... del curso superior.

De pronto, cientos de lechuzas invadieron el comedor, arrojando cartas, paquetes, y el tan habitual periódico.

Harry ya no lo recibía. Había cancelado la suscripción desde que hacía un año habían comenzado con las injurias hacia él y Dumbledore.

Hermione agarró el suyo, y dándole una mirada poco tranquilizadora, se quedó mirando con detenimiento la portada: "Gran masacre Muggle y captura de mortífagos causantes del caos"

- Oh, no... no puede ser...

Un ejemplar cayó al lado de Harry, y él rápidamente lo abrió, leyendo:

"Anoche, en un suburbio Muggle, en las afueras de Bristol, una comunidad entera fue masacrada bajo las manos de los seguidores de Ya Saben Quien.

Aproximadamente más de 100 personas perecieron, y más de 40 mortífagos fueron atrapados. Ninguno de ellos escapó a la mano de los Aurores. El Ministro, al ser entrevistado, dio las siguientes declaraciones: " Tenemos absolutamente todo bajo control, los responsables de este horroroso crimen pagarán la pena más alta en Azkaban. Es imposible que alguno de ellos escape, pues la seguridad en el recinto se ha visto incrementada desde la última fuga. Por lo que a mi concierne, deberíamos todos de olvidarnos de este penoso hecho, y seguir en la persecución de seguidores de Ya Saben Quien."

Según fuentes anónimas, se dice que existió participación activa de Dementores en toda esta tragedia, pero ninguno de los agentes del Ministerio ha dado declaraciones del caso.

Mientras tanto, la comunidad mágica espera que esto no vuelva a ocurrir, ni aquí ni en ningún otro lado. Y es válido preguntar¿dónde están nuestros defensores, que no logran evitar este tipo de tragedias?... seguiremos dando más información a medida que las audiencias sigan su curso y... "

Harry estaba congelado en su asiento. Ya había ocurrido otra desgracia, y en tan poco tiempo. No podía creerlo realmente.

Dio una mirada a su amiga. Y notó que algo andaba mal con ella.

- Hermione... ¿Hermione, estás bien? – preguntó, mirando preocupado el pálido rostro de su amiga.

Pero ella no respondía. Oh, mierda, lo había olvidado. Sus padres vivían en Bristol... Sin aviso, ella se levantó de la mesa, y se apresuró en salir del Gran Comedor.

Sin perder tiempo, Harry y Ron la siguieron.

Ella corría como quien fuera perseguido por el diablo. No podía creerlo, no quería creerlo. Sus padres estaban bien, no les había pasado nada, estaban bien, estaban vivos. Nadie los había tocado.

De sus ojos comenzaron a caer las lágrimas. Estaba desesperada. Quería ir a su casa, a ver su familia.

Pero tenía miedo.

No quería encontrarse con su casa despedazada, no quería saber que...

No, no es cierto...

Harry apresuró el paso, alcanzándola. La tomó por un brazo, y volteándola, la abrazó.

- Calma, calma Hermy, todo está bien.

Ron los alcanzó poco después. En verdad estaba muy preocupado... ahora se arrepentía de haber pelado con ella por esta estupidez...

Hermione estaba temblando de pies a cabeza. Ambos trataban de calmarla, pero no sabían cómo.

- Vamos, Hermione, no llores... no llores...

- Hermione, escucha, no sabemos cuál suburbio era, puede haber sido otro, no lo sabemos, así que estate tranquila. – le decía Harry, en un intento de darle ánimos a su amiga.

Los tres al final terminaron sentados, apoyados en las paredes de aquel largo y oscuro pasillo, lleno de polvo, y viejas armaduras.

Odiaba esto. Odiaba ver sufrir a la gente que él amaba. Hermione estaba hipando, pero al menos ya no temblaba.

Nunca supieron cuánto tiempo estuvieron ahí, sentados, tratando de reconfortarla.

Pero ella, en el silencio, se los agradecía con toda el alma. Sabía, que ellos estarían con ella... y rogaba, que nunca dejase de ser así.

Sintieron la típica campanada que indicaba la hora del almuerzo. Pero ella, tenía algo que hacer antes.

- Chicos, iré a la oficina del director, no me tardo, lo prometo. – y volvió a marcharse corriendo, pasillo abajo.

- Creo que debería dejar de hacer eso de correr por el castillo, puede lastimarse... – dijo Ron agitado a Harry que solo corría a su lado en silencio.

Hermione dobló en una esquina, donde estaba la gárgola que daba paso a la oficina del director, sin darse cuenta, que alguien estaba justo en su camino.

E irremediablemente chocó con su maestro de pociones.

"Oh, genial, luego de una increíble noche, tienen que atropellarme... " de no ser por los buenos reflejos que poseía el hombre, ambos hubiesen caído al suelo.

- Señorita Granger, el pasillo no es un lugar en el cual usted pueda practicar atletismo... – comenzó con su típico discurso de "odio a cualquier estudiante Gryffindor, y quito puntos a diestra y siniestra por cualquier cosa" pero algo lo detuvo. Un sentimiento extraño en él, que le decía... será mejor que cierres la boca y pudo apreciar que había algo mal. Tenía los ojos hinchados, y enrojecidos, además de lucir muy agitada.

Sólo era cuestión de practicar una ecuación muy sencilla. 2 + 2 4.

Miró al fondo del pasillo, y vio como sus inseparables amigos, Weasley y Potter corrían en esa dirección.

- Lo lamento, señor, pero quisiera ver al Director si pudiera. – comenzó a decir ella, algo temblorosa.

- Mucho me temo, que el director está ocupado para recibirla en estos momentos. – comenzó... pero esta vez, había algo distinto en su voz. Algo... no sabía muy bien qué era...

Harry y Ron se detuvieron en seco, cuando vieron a Snape regañando a Hermione. A Harry le comenzó a hervir la sangre. Si ese hombre la hacía sentir mal, de cualquier forma, él vería lo que era sufrir.

- Pero... es indispensable que hable con él... es un asunto en extremo import... – intentó decir ella, tratando de contener las lágrimas de desesperación.

Entonces, usando el tono de voz más tranquilizante que tenía, y tratando por todos los medios, de sonar... amable, dijo:

- Señorita Granger, cálmese. Su familia se encuentra en perfecto estado. Sé que usted tiene su residencia ubicada en el sector del ataque. Pero yo conozco los nombres de las personas de la lista de fallecidos, y créame, el apellido Granger, no figuraba en ninguna parte.

Hermione solo pudo mirarle consternada. Era la primera vez que él, el profesor, Severus Snape, era... digamos... amable... y trataba bien a un estudiante... ¡A una Gryffindor!... en esos momentos, pudo haberlo abrazado.

- Ahora, sugeriría que se alistara para sus clases. Tengo entendido que tiene una lección de pociones en diez minutos, por lo cual, le recomendaría, que no se le ocurra, faltar. Que tenga buen día. - Dijo Severus, alejándose a paso rápido en dirección a las mazmorras. Estaba un poco shockeado. Había actuado de manera... empalagosa... había algo muy mal con él.

Pero él no era el único sorprendido, pues si él se impactaba, debería haber visto que dejó en estado comatoso a dos jóvenes espectadores.