Capítulo Cuatro:

Trampas

—Señora, por favor, le he repetido una y otra vez que no sé dónde está Paris —Lyla suspiró con cierto enfado—. ¿Por qué no acepta simplemente que Cloe huyó?

Un repentino puñetazo de Daian en el escritorio del despacho sobresaltó a la muchacha.

—Porque no dejaré que escape. Ésta es su vida; no puede ni debe ser tan desagradecida.

Lyla la miró. Daian nunca le había agradado, pero en ese momento entendía a su amiga más que nunca.

—Pero… como usted dijo, es su vida.

—¡Es una niña! —la mujer rió con sorna—. ¿Cuánto crees que durará sola por ahí?

—¿Y quién dice que está sola? —Lyla se paró enfrente de la madrastra de su amiga, ya enfadada y dispuesta a enfrentarla. A defender a Cloe.

Con un gesto de repentina suspicacia, Daian sonrió en cierto modo perversamente.

—Eso quiere decir que sabes algo, muchacha —caminó hasta la niña, y con torpeza la sostuvo del brazo—. Y me lo dirás. Ya.

Lyla soltó un gemido de dolor.

—Suélteme. No sé nada de Cloe —aseguró con firmeza. Se zafó con brusquedad—. Y está haciéndome daño.

Daian suspiró frustrada. Aún creía con seguridad que la mocosa sabía algo y no estaba dispuesta a decírselo.

"Debí esperar eso de su mejor amiga", pensó. "Pues bien, si nadie nos ayuda a traer a Cloe de vuelta… deberemos obligarla".

—Puedes irte —exclamó con descortesía a Lyla—. ¡Ah, por cierto! Gracias por tu valioso tiempo.

Aprovechando que estaba de espaldas, Lyla le hizo una mueca grosera a Daian, y se marchó dando un portazo.

Daian tomó su teléfono celular.

—¡Jóvenes Titanes, al ataque! —Robin dio la orden.

Todos se esparcieron en torno a Cinderblock, rodeándolo y atacándolo de diferentes maneras.

Era la prueba de fuego de Cloe. Después de semanas de prácticas y duros entrenamientos, había llegado su primera misión.

De momento permanecía aislada, mirando a todos moverse en torno al descomunal criminal.

En un momento, Robin alzó la mano, y todos se detuvieron a la vez.

—¡Dale con todo, Cloe! —le indicó Cyborg.

—¡Tú puedes, amiga! —la alentó Starfire.

Con un nudo en el estómago, Cloe se dio envión, empezando a correr con rapidez.

Dándose pie con varios objetos (piedras, escombros, etc.) dio un salto, dispuesta a asestarle un fuerte golpe a Cinderblock.

Al aproximarse, se preparó, se dio fuerza… y le asestó el golpe con la mayor fuerza que pudo reunir.

Pero no fue suficiente, y sin desaprovechar la oportunidad, Cinderblock la capturó, arrojándola contra un edificio.

Cloe dio un gemido de dolor al estrellarse, y cayó con lentitud.

—¡¡Suficiente! —Robin corrió a la sala de simulación (N/A: ¿Tienen sala de simulación? Bueno, yo creo que es una tecnología muy usada entre superhéroes… ), al tiempo que Cyborg apagaba los generadores de realidad virtual.

—¿Te encuentras bien? —inquirió el líder, ayudándola a ponerse de pie.

Cloe apenas pudo incorporarse. Sus ropas estaban rasgadas, tenía el cabello revuelto y sentía todos sus huesos rotos… era un desastre.

—No lo creo —musitó. Sin embargo, logró ponerse de pie.

Secundada por Chico Bestia y Starfire, se marchó.

Cyborg ajustaba los controles. Raven se quedó junto a Robin.

—Que adquiera la suficiente agilidad nos tomará siglos —sentenció Robin.

Raven asintió.

Cada paso le dolía como si fuera el primero de una larga recuperación.

Ahora entendía el lado "oscuro" de ser una niña mimada.

"Supongo que llegué a acostumbrarme", pensó. Cada centímetro de su cuerpo le dolía como si los hubieran pisado el genuino Cinderblock.

Escuchó un melodioso sonido, y buscó su celular en uno de los bolsillos de sus destrozados jeans. Al sacarlo, se dijo que era un milagro que no se hubiera hecho añicos.

—¿Hola?

—Cloe, ya no sé cómo seguir mintiendo.

—¡¡Shhh! —la reprendió Cloe, corriendo a su habitación y encerrándose allí—. ¿¿Estás loca? Si no te escucharon en China, fue más lejos todavía. Baja la voz.

Lyla se calmó… o al menos lo intentó.

—De acuerdo. Está bien —dijo—. Bien, te contaré cómo es el panorama por aquí. Daian se enteró de que huiste…

—Lo sé, vi su "llamado desesperado" a la gente por Internet. ¿Qué pretende? ¿Que le crea?

—Eso no importa ahora —prosiguió Lyla—. Tu padre está muy preocupado, pero tranquilizarlo a él con la verdad sería lo mismo que darle a Daian la llave de la Torre de los Titanes.

Cloe escuchaba con atención.

—Toda la gente de aquí te busca. Tus fans han enloquecido. Hacen protestas en las centrales de policía, exigen noticias… están fuera de control. Sin embargo, lo que más me preocupa es Daian.

—¿Por qué? —inquirió Cloe, con curiosidad.

—Ya me interrogó, y por supuesto no dije nada. Pero no se conformó… y conociéndola, va a tratar de ponerte las mil y una trampas. Nadie cree que lo tuyo sea un secuestro. Eso es una realidad.

—¿Entonces? ¿Qué me sugieres?

—Cuídate, amiga. Sólo cuídate… y procura no llamar la atención.

"Eso es imposible", se dijo a sí misma Cloe, al cortar. "Me fui de allí para ser una Titán. Nadie me detendrá".

—¿Pueden asegurarme que todo está listo? —sentada a la cabeza de una mesa directiva en la sala de reuniones de la mansión, Daian miró penetrantemente a cada uno de los citados.

Una muchacha joven y prolijamente vestida se puso de pie.

—Señora, yo me he encargado de todo lo referente al marketing del evento, y la difusión de la próxima realización del recital ha sido totalmente exitosa —afirmó la muchacha.

Daian se quedó impresionada.

—Bien hecho. Muy bien hecho —la felicitó—. ¿Quién más?

Esta vez se puso en pie un muchacho de traje.

—Los principales artistas han sido invitados. Todos aceptaron. La confirmación es inapelable.

Daian asintió, y el chico se sentó.

—El predio está listo —informó otro de los presentes.

—La banda ha sido convocada, y están practicando todas las tardes las melodías a presentar.

—La fundación a beneficiar con el recital ya está decidida. Podemos adicionar al menos dos más en caso de que usted lo desee así, señora.

—Las entradas ya han sido puestas en venta.

Daian rió. Todo marchaba espléndidamente.

—Todo está listo, entonces. ¿La fecha? —preguntó.

—El 15 de noviembre.

Faltaban dos semanas.

—¡Vamos, con más fuerza! —enfatizó Robin.

Como era de esperarse, otra vez Cloe estaba entrenando.

Golpeaba una y otra vez la bolsa frente a sí, poniendo en práctica los movimientos nuevos que había aprendido, la forma de protegerse siempre sus puntos débiles, la actitud de seguridad frente a todo, la incapacidad de vacilar.

No obstante, para Robin aún no le era suficiente.

—¡Sé que puedes hacerlo con más fuerza! —aseguró él. Cloe no supo si era ánimo, o si el tono de su voz era sólo era un reclamo.

—No está funcionando —musitó Raven.

Cloe se detuvo, agitada. Cuando la bolsa dejó de moverse, la usó como apoyo y descansó.

"Necesito… una buena motivación…", pensó. "No mejoraré si no me lo propongo…"

Se obligó a sí misma a concentrarse, a no escuchar los obvios murmullos de Robin que flotaban en torno a su mente.

"¡Daian!", al sentir ese constante y molesto sonido, su mente recordó de pronto a su madrastra. Sus gritos, sus órdenes, sus reclamos…

Cloe sonrió. Y se irguió con la misma sonrisa. Sin que nadie le diera una orden, ni nada similar, arrojó la bolsa con fuerza hacia delante, y cuando el objeto regresó al punto de partida… comenzó a golpearlo.

Patadas, puñetazos, pero diferente: con toda la fuerza que no había podido concentrar antes. Mostró una habilidad que nunca había desempeñado. Se movía con rapidez, esquivando posibles golpes, practicando estrategias, saltando de un lugar a otro.

De súbito, Robin no fue capaz de hacer otra cosa que mirarla. ¿Cómo había podido hacer todo eso en tan poco tiempo?

Starfire dio un pequeño salto, sonriendo alegre.

—¡Bien hecho, amiga, lo lograste! —dijo, llena de júbilo.

—Viejo, ¡¡así se hace! —la alentó Chico Bestia.

—Al parecer, la pequeña no es tan débil como pensábamos —sonrió Cyborg, asintiendo.

Raven la observaba de brazos cruzados.

—Aún no tenemos esa seguridad.

Lyla estaba ensimismada al salir del colegio. Caminaba sin rumbo, pero como siempre, acabaría dando con su casa. La mente estaba tan acostumbrada a esa rutina, que ya la conducía sin prestar atención.

Pero esa tarde, algo la hizo detenerse.

RECITAL CON LOS MEJORES ARTISTAS CONTEMPORÁNEOS, rezaba un cartel. A TOTAL BENEFICIO DE LA CARIDAD. CON LA PRESENTACIÓN DE PARIS.

¿Paris? Oh, no, mala idea. De modo que ése era el plan de Daian. Atraería a Cloe mediante ese recital, y la atraparía allí.

Lyla debía advertirle a su amiga. Y con demasiada prisa. Aunque la trampa era demasiado obvia, Cloe no podría evitar caer en ella.

Paris era demasiado generosa.

Cloe se detuvo, camino a una tienda, frente al mismo cartel que Lyla había visto (obviamente en diferente lugar). Un recital en el que ella participaría, y se enteraba como cualquier futuro espectador. En fin, no iría. Le sonaba claramente a trampa.

Pero, al continuar leyendo, descubrió que era a beneficio. Y de nada menos que la asociación Stradivarius, la misma que su madre había fundado cuando ella era pequeña. Cloe sintió de pronto la bronca de la impotencia. No podía negarse. Casi le pareció que era su madre quien se lo pedía.

Salir de la Torre T no sería difícil. El recital era tarde, y ella aparecía alrededor de las 23. Muchos actuarían antes que ella.

Aquella mañana, la muchacha se levantó más temprano que lo normal, pero no salió de su habitación. No se arriesgaría.

Con un papel y un lápiz en la mano, empezó a hacer la lista de los temas que cantaría esa noche, y los pendientes que tendría esa tarde.

—Buen día —saludó Chico Bestia al entrar a la cocina, con su típica sonrisa alegre.

—Buen día —le respondió Raven, ya sentada con su té de hierbas entre las manos. Su tristeza por lo ocurrido la noche de la llegada de Cloe ya se había disipado.

—¿Y los demás? —inquirió Bestita, acercándose a la heladera para sacar su tofu.

—Star y Robin salieron hace unos minutos. Robin decía que iba a enseñarle algo del mar a Star, pero en realidad… es una cita —curiosamente, Raven sonrió apenas.

—¿Y Cy?

—Con el Auto-T… o jugando en la nueva sala —Raven volvió la mirada al horizonte, tranquila como pocas veces—. Al parecer, nos dejaron solos… —se sintió extraña al decirlo, pero ¿por qué?

—No del todo —Chico Bestia se sentó frente a ella, con su desayuno en un plato—. ¿Qué hay de Cloe?

Raven suspiró.

—Ah, ella —dijo, ciertamente desanimada—. Pues o no salió de su habitación, o aún no despierta. Los entrenamientos de Robin la agotan.

Por unos minutos, no dijeron nada más. Raven tomaba su té con la misma monotonía de siempre, y Chico Bestia masticaba en silencio, comiendo con calma.

—Oye, Raven, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Ya me estás haciendo una…

—Pues entonces, otra…

—Adelante, Chico Bestia —aceptó la chica misteriosa. "Sólo bromeaba", pensó, pero no se atrevió a decirlo.

—¿Qué piensas de Cloe?

Raven no necesitaba pensar para darle una respuesta, pero fingió que pensaba con seriedad.

—Es una persona común. Tiene aptitudes, pero también miedo de explotarlas. Eso aún no lo comprendo. No tiene poderes especiales… En resumen, es uno de esos muchos adolescentes que nos admiran y desean "vencer al crimen" con nosotros, pero ella es una de las pocas que se ha atrevido a llegar tan lejos.

—No me refiero a eso, Raven. Todos conocemos sus características —replicó Chico Bestia—. Preguntaba por ti… —se ruborizó apenas—, por cómo te cae, por tus expectativas, por tus seguridades y… tus miedos.

Era una pregunta mucho más personal que cualquiera que le hubiesen hecho… era una lástima que se refiriera a Cloe, y no a ella misma.

—Aún no acabo de conocerla —repuso Raven, amable—. No he tenido la oportunidad de hablar con ella. No hemos cruzado más que simples palabras.

—Pero, aunque no tengas seguridades, ¿qué opinas?

—No tiene malas intenciones. Su mente es pura; eso lo sé. Estoy segura de que si se esforzara, podría superar todos los entrenamientos. Pero algo la detiene. Tal vez Robin, al ser tan exigente, la haga desistir.

"Tal vez eso quiera", pensó Chico Bestia con tristeza. Cloe era como una hermana ya.

Raven volvió la mirada desviada hacia la costa, y clavó los bellos ojos azules en los verdes del muchacho.

Algo en esa mirada le dio valor.

—Me agrada —dijeron los dos, al mismo tiempo.

Raven, de inmediato, apartó la vista, bajándola. Estaba… ¿ruborizada?

Chico Bestia rió.

—Cielos, eso fue extraño.

Raven le sonrió suavemente y por breves momentos.

—Ahora, ¿puedo preguntarte algo yo? —soltó.

Él asintió.

—Chico Bestia… a ti… ¿te gusta Cloe? —preguntó ella, liberando una de esas inseguridades que le oprimía el pecho.

Chico Bestia sonrió con sinceridad. Su mente le repetía "Raven está celosa", pero él sabía que eso no podía ser cierto. De todas formas, le contestaría con la verdad. Pocas veces charlaban de esa manera, tan íntima, tan abierta, y él no la desaprovecharía de ninguna forma.

—No, Raven. Sólo somos buenos amigos —repuso—. Y, si quieres, puedes entrar a mi mente y corroborarlo.

Ella rió levemente. Después de haber derrotado a Trigon, se permitía pequeñas muestras de sentimientos, pero nunca en exceso. Aún tenía miedo.

—Te creo. Sólo preguntaba.

Por un segundo, se miraron fijamente, ambos con leves sonrisas.

Si tan sólo sus mentes hubiesen podido escucharse en ese preciso instante…