Capítulo Cinco:
The Show Must Go On
Ir a ese concierto suponía un riesgo importante, y era tremendamente estúpido. Sin embargo, ella no podía dejar de ir.
Con cuidado, Cloe salió de su habitación, sigilosamente. Llevaba al hombro una mochila con todo lo que necesitaría. Iba vestida de una manera nada llamativa: unos jeans negros, y un buzo negro con capucha que le cubría el rostro, impidiendo a cualquier ver que era Paris.
Al salir de la Torre T, caminó tranquilamente el largo tramo que le restaba hasta llegar a destino.
Iba tranquila; aunque sabía que se enfrentaría a miles de personas subida a un escenario, eso no le preocupaba. Más bien le preocupaba que Daian intentase algo deshonesto, algo de esperarse tratándose de ella.
Comenzó a repasar mentalmente la lista de las canciones que interpretaría. La banda no era problema; siempre estaban listos para cualquier tema.
Interpretaría "Anywhere". Aquella canción le gustaba como pocas. Luego cantaría algunas melodías movidas, y cerraría con "The last song", y otros lentos.
Todo estaba planificado. Sin embargo, tanto podía salir mal…
—¡Te dije que no vinieras!
Cloe sonrió con picardía.
—Yo también te quiero, Lyla.
Lyla dio un suspiro, negó con la cabeza y le abrió los brazos a su mejor amiga.
—No es eso —musitó—. Estoy preocupada por ti. Tú quisiste irte, y te entiendo… pero ¿malgastar tanto esfuerzo?
La cantante se separó de Lyla, mirándola con seriedad.
—Sé que es una trampa. No dejaré que Daian me haga daño. Te lo prometo —Cloe sonrió nuevamente—. Ahora, ven —le pasó un brazo por los hombros, echando a caminar—. Ayúdame a prepararme.
Lyla la miró extrañada.
Cloe le guiñó un ojo.
—El público espera.
Lyla se echó a reír.
Raven…
Raven… Despierta, Raven…
Hay algo que debes ver…
Sobresaltada, Raven despertó.
Salió de la cama con rapidez, y tomó su espejo. Una de sus personalidades le sonrió desde el vidrio espejado, y ella se tranquilizó al saber quién le había hablado.
Pero, entonces, pensó en el mensaje que le habían susurrado entre sueños.
De la misma manera en que aquél le había llegado, también le llegó un nombre…
Cloe.
Raven se puso su capa sobre los hombros, y salió al corredor, decidida a ir a la habitación de la muchacha.
—Luces preciosa —sonrió la amiga.
La cantante le devolvió la sonrisa, mirándose en el espejo.
Lucía una falda de tablas escocesa, a cuadros rojos y negros, una musculosa negra, el cabello azabache suelto y brillante, y los ojos celestes con rimel. En los pies, zapatos elegantes adornados con delicados moñitos completaban la vestimenta (N/A: si quieren tener una visión de la vestimenta completa, sólo que en otra persona, entren a la imagen principal sobre el banner de la izquierda les mostrará de qué hablo. Ahí me inspiré).
—¿Lista? —inquirió Lyla.
Cloe negó con la cabeza.
—No todavía. Necesito un último favor, Lyla —avisó.
—Sólo tienes que pedirlo.
—Tú conoces todos los pasos que seguirán las coristas y el resto de los coreógrafos. Necesito que me los enseñes en el menor tiempo que puedas.
Del rostro de Lyla se borró la confiada sonrisa.
—Imposible… —dijo, haciendo una pausa dramática. La desilusión se reflejó en los ojos de Cloe—. Imposible es una idea, no un hecho…
La cantante rió, dándole un abrazo a su amiga.
—No hay tiempo que perder.
—¿Cloe? —Raven tocó con suavidad la puerta de la muchacha.
Nadie respondió.
Raven volvió a llamar. Sabía que era tarde, que probablemente ella estuviese dormida, pero necesitaba tener la seguridad de verla… de saber que no se había ido.
Se sentía extraña, inquieta. Por un segundo, se detuvo a analizar sus propios sentimientos y maldijo en voz baja. Estaba sintiendo muchas cosas nuevas, cosas a las que no les podía dar un nombre, y eso le molestaba…
"Basta, Raven", se dijo a sí misma. "Vas a ver que Cloe está ahí, le dirás que creíste oírla llamando a alguien, y cuando te responda que no, te disculparás y te irás a dormir".
Genial. Mentir. Otra cosa nueva.
Volvió a tocar, esta vez olvidando el cuidado y con más fuerza.
De nuevo, nadie respondió.
Entonces, cuando Raven se disponía a irse, la puerta se abrió automáticamente.
Raven viró, y miró hacia el interior de la habitación. La única luz entraba por la ventana, y daba sobre la cama de la muchacha. Una cama impecable, sin desacomodar.
No estaba. No había nadie en aquella habitación.
Raven se quedó petrificada. No era posible…
Entró sin el menor respeto a la intimidad de ella, y empezó a revisar cajones, clósets y lo que hubiera a su alcance.
Había pocas prendas. Pero estaba todo lo que consideraba esencial para la nueva chica. No se había ido. Sólo había salido.
Pero no estaba. Eso era lo que aquella personalidad quería que viera.
Con lentitud, Raven caminó a la ventana. Buscó en la costa, tal vez la muchacha estaría allí. Pero no. No y no.
Muy bien, había salido. Y ella tenía curiosidad.
Raven acomodó todo en la habitación tal y como estaba con sus poderes, y luego se dirigió al living. La esperaría.
—Perfecto, Cloe —dijo Lyla, dando una palmada.
—¿Crees que salió bien? No he practicado ni siquiera quince minutos —Cloe no estaba segura.
Lyla asintió.
—Estoy totalmente segura. No te preocupes —era como la decimoctava vez que repetía aquel pedido—. Ya estás acostumbrada a actuar, y retienes los pasos muy bien.
"Sí, claro", pensó la cantante.
—Gracias, Lyla, por todo. No podría haberlo hecho sin ti —Cloe sonrió, y su amiga le respondió de la misma manera—. Una cosa más: aquí, en el escenario, soy Paris. No lo olvides.
Otra sonrisa cómplice por parte de Lyla.
Cloe miró su reloj. Ya casi era hora de comenzar.
La luna llena era la única compañía de Raven en el living.
El tiempo pasaba, y ella lo seguía con su reloj en la mano. Estaba muy impaciente.
—Vamos… —musitaba.
De pronto, se le ocurrió una idea.
Una de sus personalidades la había llamado. Pero todo eso debía tener una razón.
Entonces, tenía sólo una opción: ir a su mente, hablar con sus personalidades y quitarse todas aquellas dudas. Y, entretanto, ganaba tiempo.
La cantante tarareaba una canción de otro de los artistas que estaba actuando en ese momento, con calma.
No le temía ya a presentarse frente a miles de personas. Al recordar sus temores, sus inseguridades, tuvo una idea.
—¡Lyla! —corrió hacia donde su amiga se hallaba.
—¿Sí?
—Lyla, necesito otro favor —musitó Cloe—. Daian está dirigiéndose hacia acá. De seguro ya sabe que estoy aquí. Tienes que ir con la prensa, y convencerlos de que ella tiene noticias sobre mí. Miénteles; diles que ella me encontró, que estoy en casa, a salvo… ¡¡cualquier cosa!
Lyla apoyó sus manos sobre los hombros de Cloe, tratando de calmarla.
—Distraer a la prensa no será difícil —afirmó—. Creen cualquier cosa que se les ponga delante.
—Bienvenida, Raven —sonrió una de sus personalidades.
Raven no supo si sonreírles, si saludarlas, si darles la mano… se sentía siempre un tanto extraña al estar frente a sí misma… en distintos estados. No era común verse cara a cara con sus propios sentimientos. Ella siempre sentía que le reprocharían el que siempre las tuviera reprimidas, pero no había ninguna otra solución. Al menos, no la había antes. Ahora quizás pudiese ser libre. Pero necesitaba tiempo para acostumbrarse a los cambios.
Había allí, reunidas en un corro, de pie en su mente, cinco de sus personalidades: cada una con una capa de diferente color. Una, la que la había saludado, vestía capa amarilla; otra, capa rosa; la tercera, una capa de color verde oscuro; la cuarta, gris, y la última, vestida de negro.
Raven, la auténtica, conocía a todas ellas. Sabía qué significaba cada una, y hasta lo que probablemente le dirían, pero nada se comparaba a hablar con ellas.
—¿No se supone que todas ustedes deberían ser una sola? —preguntó Raven.
—Pues —se adelantó la de amarillo—, teóricamente es cierto. Sin embargo, estás tan acostumbrada a que estemos dentro de ti como fuerzas independientes, que no puedes hacer que automáticamente nos fusionemos contigo.
—Creí que sería algo automático, después de…
—Derrotar a Trigon —completó la de verde—. Estuvimos geniales. Fue nuestro mayor logro.
La Raven de rosa se rió con buen humor.
La de gris, que comúnmente se la pasaba desanimada y llorando, esta vez estaba diferente. Se la veía algo cambiada, como con más seguridad. No lloraba, y aunque continuaba notándose una cierta vacilación en su actitud, miraba a la original fijamente.
—No. Si hubiese sido automático, primero, no seguiríamos aquí, y segundo, habrías vuelto locos a todos —afirmó de manera fría la amarilla.
Raven se mostró sorprendida, y entonces decidió hablar la de gris.
—Hubieses cambiado tan repentinamente, que ya nadie sabría quién eras. Tus amigos te desconocerían. De pronto, reirías, sonreirías, te mostrarías triste, insegura, deprimida… sería un gran cambio —le dijo, sonriendo suavemente—. A veces los cambios son peligrosos. Más cuando tienen tamaña magnitud.
—No te preocupes —le dijo la alegre Raven, de rosa, dándole una palmadita en la espalda, con una sonrisa—. Pronto te irás acostumbrando a tus nuevas maneras de ser, y tus amigos también. Serás capaz de enfrentar todo. Serás… normal.
La Raven de negro sonrió con suavidad, y cierta benevolencia. Ella no hablaba. Parecía muda, pero no lo era en realidad: escuchaba con atención y pensaba como cualquiera de las otras personalidades, pero guardaba silencio.
—Pero dejemos eso de lado —Inteligente interrumpió el momento de silencio de Raven—. No viniste aquí por eso. Viniste por…
—Por Cloe —aseguró Raven—. Y por otra persona que ustedes conocen… —se sentó en una roca. Las demás la imitaron, quedándose siempre cerca—. ¿Cuál de ustedes podrá ayudarme más?
Todas enmudecieron. Sorpresivamente, la de negro se puso de pie, y se sentó más cerca de Raven.
—Creo que es momento de que hable —dijo, con voz suave y susurrante, al tiempo que todas las demás la miraban con sorpresa—. Yo soy aquella que conserva todo lo que existe en ti, pero que tú no quieres admitir. Yo soy la que no aceptas. Yo existo, y formo parte de ti. Yo soy la Represión. Debí haber desaparecido, y día a día voy haciéndolo, pero tú no me dejas ir. Ahora, soy yo quien te ayudará. Tanto Cloe como Chico Bestia son algo que tú no quieres aceptar.
—¿Hola?
—Señora Daian, Paris ya llegó al recital.
Daian se puso de pie de un salto.
—¿Está seguro?
—Sí. Estoy viéndola en este preciso momento.
—Cuide que permanezca allí. Voy enseguida.
Cerró su teléfono celular, y encendió su automóvil.
—Lo hice —dijo Lyla, con una sonrisa de triunfo—. Daian viene hacia acá, pero los reporteros no dejarán que pase. Tienes al menos una hora de ventaja.
—Una hora para cantar —meditó Cloe en voz baja—. Ahora es mi turno —se puso de pie, acomodándose la ropa.
Tragó saliva.
"No te detengas, Cloe", se dio aliento a sí misma. "No temas. Nada ocurrirá". Vamos.
—El show debe continuar —la cantante sonrió, y caminó con seguridad hacia el escenario.
El estruendo de miles de voces gritando al mismo tiempo, llenas de euforia, la ensordeció. Sin embargo, sonrió de oreja a oreja.
"Estoy en mi hogar", pensó, llena de alegría.
Cloe quedó de pie en medio del escenario, observando fascinada la multitud, con el micrófono en la mano.
—Hola, mi gente… —dijo en voz muy baja, emocionada.
Pero ya era hora de hacer lo que sabía.
Ella se volvió hacia su banda, que la recibieron con sonrisas encantadas. Indicó un número con su mano, y el baterista asintió.
Ya era hora…
Una melodía le llenó los oídos, al tiempo que la cantante marcaba el ritmo con uno de sus pies, y los compases parecían ir paralelos a su corazón.
Mientras se llevaba el micrófono a la boca y daba la primera nota, la multitud volvió a estallar en un ensordecedor grito.
There's people talking
They talk about me
They know my name
They think they know everything
But they don't know anything
About me
Give me a dance floor
Give me a DJ
Play me a record
Forget what they say
'Cos I need to go
Need to getaway tonight
Cantando se sentía libre, se sentía volar. Aquella era su vida, su único amor, la razón por la cual vivía cada día.
Nada ni nadie se lo arrebataría. Por buen o mal camino, lo había conseguido. Se lo debía a Daian, pero llevar aquella vida…
Era increíble que continuase pensando aquello cuando se encontraba cantando frente a millones de personas, mientras no podía dejar de sonreír, mientras veía a adultos y jóvenes corear sus canciones.
"Ya no", se dijo, sonriente.
Ya no pensaría. Sólo disfrutaría.
I put my makeup on a saturday night
I try to make it happen
Try to make it all right
I know I make mistakes
I'm living life day to day
It's never really easy but it's OK
Cloe empezó a sentir a gusto en su ámbito, a sentir que todo estaba bien y regresaba a la normalidad. Aunque la realidad ni siquiera se acercaba a aquel hecho, ella empezó a bailar, poniendo en práctica las hábiles coreografías de Lyla.
Al llegar al estribillo, tanto ella como el público enloquecieron.
Wake up, wake up
On a saturday night
Could be New York
Marbe Hollywood and Vine
London, Paris maybe Tokyo
There's something going on anywhere I go
Tonight
Tonight
Tonight
Poniendo en manifiesto su voz, que tenía la armonía de una exquisito instrumento, y la fuerza de una tormenta, ella continuaba.
—¡Abran paso! —ordenó Daian, furiosa.
Al menos una veintena de molestos paparazzi y reporteros ávidos le cerraban el paso.
—Ya les dije que no sé nada de Paris, señores —Daian fingió calma, y les sonrió con la mayor falsedad posible—. He recibido un aviso de que ella está cantando allí, en el Superdome.
—Eso no es cierto, señora —gritó uno de los reporteros—. Nosotros acabamos de estar allí, y se han presentado todos los artistas… excepto Paris.
Daian se detuvo en seco. Alguno de sus empleados se había atrevido a mentirle. Muy bien, había sido muy estúpido. Ella sabía perfectamente quién era. Antes de que se diera cuenta de lo que sucedía, ya estaría despedido.
Cerca, pero no demasiado, Lyla miraba la escena, riendo.
—¿Cree usted que Paris se encuentre bien? —gritó otro reportero.
—¿Dónde está ella?
—¿Por qué huyó?
—¿Realmente huyó?
—¿Alguien la obligó?
—¿La secuestraron?
Las preguntas comenzaron a enloquecerla. Daian deseaba gritar, sacarse de encima a todos los molestos reporteros, pero sabía que no podía.
Lyla también lo sabía. Daian podía poner en riesgo cualquier cosa, excepto su reputación.
Media hora.
Media hora llevaba Cloe cantando, y ahora interpretaba "Anywhere", una bella historia de amor hecha canción.
Sabía que le quedaba poco tiempo, pero ella no quería bajar de allí.
"Wake up", "Don't bother", "The Getaway", "I must be dreaming", "Metamorphosis", "So close", "Little voice", "Why not?"… perdió la cuenta de todas las canciones que llevaba interpretando. (N/A: para los observadores que se están preguntando si las canciones son inventadas… no, no lo son. Son de distintos autores perdón, autoras, y mezclo mucho todo, no traten de buscar uno solo)
En cada una había puesto el alma, su corazón y cada movimiento del cuerpo.
La banda miraba la interpretación desde sus inmóviles lugares. Nadie lo dudaba: Paris estaba dando un recital sin precedentes. Los había dejado asombrados, a ellos y a cuanta persona la mirase.
Era una profesional. Una pequeña profesional.
En un momento, al terminar la última pieza, Paris dio un suspiro, sonriendo al público.
—Lo siento, pero será todo por hoy… —dijo enfáticamente, sin dejar de sonreír.
Un sonoro "¡No!" resonó en todo el lugar.
Mientras tanto, Paris se había sentado en un banquito, y rió con buen humor al escuchar la respuesta.
—¿No? —continuó hablando, y rió nuevamente, mientras tomaba una guitarra y la colocaba en su falda, en la posición para tocar—. Está bien, de acuerdo… ¿Me ayudan con la última? —sonrió de manera encantadora. Una pantalla sobre el escenario transmitió ese gesto a un tamaño descomunal.
Someday you will find the place
It's a place where love takes over hate
Then you'll see all the things you do
Affect everyone around you
Empezó, dando suaves acordes, casi recitando.
—Ahora ustedes… —Paris tendió el micrófono al resto de a multitud, la cual coreó entusiasmada, junto a ella:
Then you'll see there's no fear at all
You held my hand we took down that wall
As I looked at you with nothing to say
Y ella continuó, con el dúo del micrófono y su voz:
Now I understand why you pushed me away
I looked far and now I see
That the only one I needed was me
That the only one I needed… was me
Al terminar la breve canción, ella sonrió de nuevo, con ese gesto soñador, y se puso de pie.
La banda avanzó hasta formar una línea con ella. Tomándose en un abrazo, desde la cintura, la banda entera y Paris hicieron una reverencia, saludando al público, que no dejaba de vociferar.
Hicieron otra reverencia, y de inmediato ella se soltó, corriendo tras el telón.
Lyla ya estaba allí. Y no traía buen semblante. Estaba pálida.
—¿Qué ocurrió?
Lyla no podía hablar.
Cloe la sacudió con brusquedad.
—¡Dime, Lyla!
Ella negó con la cabeza, y esta vez fue ella quien sacudió a la cantante.
Los pardos ojos de Lyla sólo mostraban preocupación.
—Daian ya está aquí. ¡Vete, Cloe! —le reclamó—. ¡¡Ella te vio cantar, no tarda en llegar aquí!
De golpe, Cloe palideció.
Era hora de que todos sus miedos se volvieran realidad. Si Daian la atrapaba, se despedía de su libertad.
—No… —murmuró, presa del terror.
Le dio un apretón de brazos a Lyla, y corrió hacia la salida, murmurando un "te llamaré".
De salida tomó el buzo negro y la mochilla que llevaba, y se lo puso en un segundo.
De inmediato, ocultó su cabellera y el rostro entre las sombras de la capucha, y se echó a correr.
El público pedía un tema más, sin darse cuenta de que Paris ya no regresaría. La banda había vuelto a sus lugares, en espera del próximo a cantar.
Cloe corrió con desesperación y miedo, sintiendo la adrenalina dentro de sí, como si fuera otro ser.
Mientras bajaba las escaleras a toda prisa, chocó con alguien.
Levantó apenas la mirada, y se horrorizó al ver que era Daian.
Más tranquila, Raven volvió a la sala de estar de la Torre.
La charla la había ayudado un poco. Varias cosas le habían quedado en claro.
Desde que habían vencido a Trigon, no se había atrevido a entrar a su mente. No sabía qué la detenía, pero sentía un miedo indescriptible.
Ahora se había atrevido. Y no había nada que temer.
Salvo enfrentarse a sí misma y a sus propios sentimientos.
Pero al menos lo había logrado, y ahora estaba en paz con ella misma.
En paz, y esperando a Cloe nuevamente.
Cloe se puso de pie con rapidez, y corrió nuevamente escaleras abajo, sin siquiera dar tiempo a que Daian la mirase.
—¡¡Demonios! —maldijo ella al levantarse—. ¡Ten cuidado, mocosa!
Una vez fuera del edificio, Cloe se apoyó contra una pared, y trató de respirar con tranquilidad, pero la agitación le ganaba.
"Ya pasó", se repetía. "Ya pasó…".
Daian ni siquiera había sospechado que esa "mocosa" había sido Paris.
Furiosa, Daian entró al edificio por fin, insultando a cada empleado que la saludaba con simpatía y afabilidad.
Al llegar al camarín, Lyla estaba sentada allí, cantando alegremente un tema de otro artista, que en ese momento se encontraba en el escenario.
Algo pareció romperse en la mente de la mujer, y fuera de control, caminó hasta la muchacha y la tomó de los hombros, sacudiéndola.
—¿¿Dónde demonios está Paris? —inquirió, sin dejar de maltratarla.
—No lo sé —a pesar del dolor que sentía, Lyla permaneció firme.
—¿Dónde está? —Daian no la soltaría hasta obtener una respuesta.
—¡Le dije que no lo sé! —gritó a su vez la chica, tratando de soltarse—. ¡Suélteme! ¡Seguridad! —empezó a gritar. La mirada de aquella mujer la enmudeció. Mostraba rabia, furia, cierto brillo asesino.
Por primera vez, frente a Daian, Lyla temió.
—Te lo preguntaré por última vez, mocosa —advirtió Daian, todavía sosteniéndola de los hombros—. Y me responderás. Lyla, ¿dónde está Cloe?
Lyla tragó saliva, tomó aire y se armó de valor.
—Lo más lejos posible de ti, Daian, donde cualquier persona quisiera estar —le respondió con suavidad.
Daian dio un grito de frustración, y la hizo a un lado con torpeza.
Antes de que pudiese reaccionar de una manera más violenta, Lyla tomó su abrigo y se marchó a toda prisa.
Saliendo de allí, Lyla se cruzó con Nick, tan triste como siempre.
—Nick —llamó Lyla, todavía asustada—. Nick, aléjese de Daian. Enloqueció; está obsesionada.
—Sólo quiere encontrar a nuestra niña —repuso el hombre, encogiéndose de hombros.
—¡No! —Lyla negó con la cabeza—. Escúcheme, por favor… aléjese de ella… Daian no lo quiere, no quiere a Cloe… sólo le importa el dinero…
—Vete a casa, Lyla —dijo Nick, al tiempo que elevaba la mirada al cielo, lacónico.
—Señor, por favor, debe creerme…
—Es tarde. Vete a casa.
La paciencia de Raven estaba llegando a su límite.
Aunque meditar, ir a su mente y mantener esa charla con las otras Raven le había ayudado a "perder el tiempo", ahora no podía evitar mirar el reloj de nuevo.
Cada cinco segundos.
La noche caía cerrada sobre la ciudad mientras una muchacha caminaba en silencio y total soledad.
Iba absorta en sus pensamientos.
Una charla le daba vueltas y vueltas en la cabeza.
F l a s h B a c k»»»»»»»»»»»»»»»
—¿Cloe?
La cantante se volvió, reconociendo de inmediato aquella dulce voz.
—Papá… —la muchacha le sonrió a su padre, su única familia.
De inmediato, se preparó para escuchar una sarta de reclamos, de reproches, propios de su enojo. Pero eso nunca llegó. En su lugar, su padre caminó hasta ella y la abrazó, lleno de angustia.
—¿Estás bien? —le preguntó él—. No puedo creer que estés aquí. No puedo creerlo…
Cloe se aferró a su padre con cariño, sonriendo dulcemente.
—Estoy bien, ya no te preocupes.
—¿Por qué te fuiste? ¿Alguien te obligó? —las preguntas brotaron a borbotones, y Nick perdió el control que había logrado conservar.
De improviso, acosada por las preguntas, las que no podía responder, ella se alejó, soltándolo.
Nick la miró, destrozado, con la tristeza en lo profundo de los ojos. Cloe sintió que se le partía el corazón. Recordaba haber visto esa expresión sólo una vez: cuando Nick hablaba de su madre.
Entonces, le tomó las manos, volviendo a sonreír.
—Papá, no te preocupes —repitió—. Estoy bien. Pronto sabrás toda la verdad —él hizo el intento de interrumpirla, pero ella no lo permitió—. No, ahora no. Todavía no puedo decirte nada, papá. Sí, huí, me fui voluntariamente… y estoy maravillosamente donde estoy. Tengo a mi alrededor gente que es como si familia.
—Pero te extraño… —musitó él.
Cloe rió.
—Lo sé. Yo también te extraño —le dio otro abrazo, y él ya no quiso soltarla—. No le digas a Daian que me viste. Por favor, papá —le rogó en un susurro—. Cuídate. Te prometo que yo también lo haré —lo besó en la mejilla, y lo soltó, yéndose antes de poder arrepentirse.
—Adiós, mi Cloe —musitó Nick, viéndola marcharse a paso apresurado—. Eres tan parecida a tu madre…
Cloe se enjugó una lágrima con disimulo. No se quebraría. No lloraría. Simplemente se marcharía.
Su odio hacia Daian se había renovado. Ella le había quitado a su padre, de una forma en que quizás nunca lo podría recuperar.
Pero lo haría. Volvería a estar junto a su padre, volverían a vivir felices y tranquilos… y sin Daian.
Quizá ésa era su verdadera misión.
«««««««««««««««F i n d e l F l a s h B a c k
—Ay, papá —musitó Cloe. Al levantar la vista, se dio cuenta de que había llegado a la Torre T.
Entró con el mismo sigilo con el que se había marchado, y fue hasta el living.
Estaba cansada, quería beber un vaso de leche y marcharse a dormir de inmediato. Tal vez se diera una ducha, esperando que el agua le ayudara con sus pensamientos, llevándoselos.
Pero al llegar al living, su mundo se derrumbó.
Despierta, con la mirada fija en ella y cruzada de piernas, Raven la estaba esperando.
¡¡Hola a todos!Heme aquí, subiendo el capitulo 5 de Cambios. Perdon a todos los seguidores por la demora,iba a subirlo el fin de semana pasado, pero me engripe y me la pase en cama... tremendo. Pero bueno, aquí se los dejo. Espero por favor que den algunos reviews mas (empiezo a pensar que a la gente no le gusta esta historia...). Aprovecho, de paso, para responder a los que me han dejado sus criticas... Cuidense mucho, nos vemos!
Sligerer: gracias por la bienvenida, gracias por los halagos, y gracias por tu review. n.n No me aburres, ¿cómo puede aburrirme que me digan que les gustó mis historia? Claro que no. Continúa mandándome reviews, por favor. La duda… bueno, ésa es la intención de cada capítulo, hasta que la historia llegue a su final y se acabe… jajaja!
lightfire: la historia continuará, despreocúpate. Ya la tengo terminada y cargada en mi espacio de sólo que no voy a continuar si ustedes no quieren… Entienden mi punto, ¿verdad? Y claro que habrá parejitas… cuáles, ya lo descubrirán (soy medio enigmática, ¿no es cierto?). Nos vemos.
el santo pegaso: no eres molesto, todo lo contrario, es muy halagador que alguien siga con esa firmeza mis historias. No he tenido mucho tiempo, pero ya leeré las tuyas. Gracias por todo… ¡Ah, y es "bienvenida"… / Soy chica…
Argen: tienes un modo muy claro y directo de mostrar tu opinión… pero eso es bueno. Robin ha tenido sus experiencias, y creo que todos sabemos lo obsesivo que es (hasta casi llegó a lastimar a STAR por una de sus obsesiones, imagínate O.o)… Si tengo el honor de que continúes leyendo mi historia, tal vez le encuentres un nuevo sentido.
Nellinda: gracias, de veras muchas gracias por tu fic. Lo de dejar las parejas a imaginación, es para que todos puedan leerlos… Así, de acuerdo el lector/a, es la trama de la historia. Me alegro que te guste.
Cammy13: gracias por tu opinión, Camy. Lo continuaré pronto, lo prometo.
el santo pegaso: no sabía eso de los reviews, así que gracias . Para información de todos, acepto los reviews anónimos ahora. Gracias, de nuevo, por apoyar mi historia como lo haces.
el santo pegaso: esperas con ansias cada actualización, ¿no es así? Jajaja! Gracias, no me canso de decírtelo. No te dejaré con las ganas; actualizaré cada vez que pueda. Eso sí: déjenme review, porque sino me siento como escribiéndole a la computadora… y ¡¡así no vale! Y nuestra Raven… ya tendrá su tiempo para cambiar su postura. En cuanto a Daian, aún no has visto nada… ñ-ñ
Nellinda: no te preocupes, amiga, yo sé lo que es no poder escribir… créeme. De todas formas, gracias por seguirme tanto como el santo pegaso… ¡Continúa leyendo por favor!