Capítulo Ocho:

Mentiras y Verdades

Aturdida. Si había una palabra describía cómo se encontraba en ese momento, era aturdida.

Realmente era increíble cómo todo podía cambiar con tal rapidez.

—No lo entiendo —terriblemente confundida, Raven ocultó el rostro entre las manos.

Cloe se le acercó.

—Lo siento… lo siento mucho —rogó ella—. De verdad no quería mentirles… pero es que si yo les decía que era Paris, sería mucho más fácil que Daian me encontrara —negó con la cabeza—. Por favor, Raven, no me entregues… Por favor…

Raven levantó la mirada.

—Entiendo que no me lo hayas dicho al principio —reconoció—. Pero¿y después? Se supone que somos amigas.

—Lo somos —aseguró Cloe, angustiada—. Es sólo que… —bajó la vista— me acostumbré tanto a estar aquí, con todos, que… empecé a creer en mi propia mentira. Olvidé que era una cantante, que tenía cientos de discos vendidos, y fama mundial… Me olvidé de ser Paris… y sólo fui Cloe.

Raven se puso de pie. Continuaba aturdida.

—Necesitas tiempo¿verdad? —preguntó Cloe—. Tómate el que desees. Piensa todo tranquila. Pero no me entregues, por favor…

Raven se puso de pie y se marchó.

Por favor… no.

—Lleva días encerrada.

—Ya perdí la cuenta desde hace cuando no lo hacía.

—¿Alguien sabe por qué?

Cloe negó con la cabeza, aunque se sintió culpable por continuar mintiendo.

—Quizá… nuestra amiga sólo necesite un tiempo a solas —reconoció Starfire, aunque no podía negar que estaba triste.

—Seguramente es eso —trató de alentarlos Robin, sonriendo—. Ya no se preocupen tanto. Todo va a estar bien. Raven saldrá pronto.

Todos asintieron, pero Cloe ya no se sintió capaz.

Chico Bestia se sentía más triste que ningún otro. Fue por eso que esa tarde, casi al anochecer, se dirigió a la terraza.

Allí lo sorprendió Cloe, sumido en mirar el atardecer.

—Hola —saludó con suavidad.

—La extraño —empezó él—. Apenas empezábamos a llevarnos mejor, y ocurre esto…

La cantante sintió que le echaban encima una mochila de plomo.

—Yo… creo que… Raven saldrá pronto de allí, como dijo Robin —sonrió, haciendo un esfuerzo sobrehumano—. Ella saldrá, y será como siempre… Tal vez tenía que resolver algunos asuntos, y necesitaba tiempo a solas, o…

—¿O qué?

Los dos giraron al mismo tiempo hacia la voz que sonaba a sus espaldas.

Los ojos de Chico Bestia se iluminaron.

—¡Raven! —gritó, lanzándose a abrazarla.

Raven rió suavemente, y le devolvió apenas el abrazo.

—¡Esto… deben saberlo los demás! —gritó el muchacho, y se marchó hacia el interior de la Torre.

Raven se sentó junto a Cloe en la cornisa.

—Todos se preocuparon mucho por ti. Yo también… si aún lo crees —le dijo Cloe.

—Estuve pensando mucho —advirtió Raven—. Hablé con mis personalidades, medité mucho, analicé cada opción… y tomé una decisión.

—Sea cual sea, yo la aceptaré —aseguró Cloe con valentía.

—Llegué a la conclusión de… —Raven suspiró— de que sólo querías protegerte, y de que si llegaste a donde estás, es porque te lo merecías —sonrió—. Eres parte del equipo; eres un joven titán… y además, eres mi mejor amiga. Cuentas con mi fidelidad. Tu secreto estará a salvo conmigo. Sin embargo, creo que es propicio que encuentres la forma de decírselo al resto de los chicos.

Cloe la miraba sorprendida.

—¿Hablas en serio?

—Por supuesto —Raven sonrió—. Yo nunca hago bromas; ¿ya lo olvidaste?

Cloe dio un grito de alegría y saltó a abrazarla.

—¡Gracias! —le susurró.

—Descuida —repuso Raven—. ¿Para qué estamos las amigas?

La cantante le dio una mirada de profundo cariño y agradecimiento antes de que todos los Titanes llegaran a ver a Raven, traídos por Chico Bestia.

De modo que todo siguió igual.

Combatiendo a los chicos malos, saliendo victoriosos a pesar de algunos golpes, comiendo pizza y luchando por la última rebanada, entrenando…

Todo como siempre, todo rutinario, aunque ninguno nunca se aburría.

Pero una vez más, recuerden que ni la tranquilidad ni la felicidad pueden durar…

—Ha sido un placer poder negociar con usted —Daian sonrió aunque no había nadie a su alrededor.

Había exigido a todos los empleados que se marcharan a determinada hora, que no volviesen hasta el día siguiente, había cerrado todas las puertas con la máxima seguridad, había esculcado hasta el último milímetro de su oficina en busca de objetos que pudieran arruinar su "plan", y se había aprestado a hacer la llamada. (N/A: Por si ya lo han notado, Daian es un poco obsesiva…)

Estaba sola.

Nick permanecía en su casa. Él no era hombre de negocios; Daian llevaba las riendas de todo, para su propia beneficencia, claro. Y de todas formas, el padre de la cantante estaba demasiado ocupado en extrañar a Cloe como para prestarle atención a esas cosas.

—No se preocupe —contestó la voz impertérrita desde los altavoces, al otro lado de la línea.

—No he conseguido que ninguno de los incompetentes que me rodea haya podido encontrar a mi hija —explicó Daian—. Después de varias consultas a mis más fieles contactos, me señalaron a usted, señor…

—Wilson. (N/A: ¿Quién tiene sospechas? Apuesten, chicos… )

—Señor Wilson —Daian era ávida y muy inteligente; conseguiría lo que quisiera—, tengo la certeza de que usted me ayudará. Necesito encontrar a mi hija Cloe.

Se oyó que el hombre aspiraba con profundidad.

—Permítame decirle, señora Daian, que eso implicará algunas dificultades, dado que es una simple niña perdida en un enorme mundo¿no lo cree? —planteó.

Daian volvió a sonreír.

—Y usted permítame decirle que allí es donde se equivoca —se retrepó en su asiento—. Cloe no es una simple niña… es una niña de fama mundial.

El hombre se aprestó a escuchar con atención.

Media hora después, al terminar la comunicación, Slade se quedó pensativo y en silencio (N/A: ahora díganme¿quién acertó? Jeje… Ü). Se había dado cuenta de que, de una u otra manera, su destino estaba ligado a mocosos problemáticos.

Lyla cuidaba a su hermano menor cuando de pronto sintió un ruido en el techo.

Era de noche, sus padres habían salido y, a excepción del niño de cinco años, ella estaba sola.

Pero no se inmutó.

Primero se fijó a través de la ventana, y no vio a nadie. Luego revisó la puerta, y le echó llave. Hizo lo mismo con la puerta trasera y todas las demás de la casa. También aseguró las ventanas.

Estaba más tranquila, se sentía segura, y se dirigió a la cocina.

De pronto, una voz la paralizó.

—¿De verdad creíste que entraría por la puerta principal?

Lyla se volvió con rapidez, y ahogó un grito al ver aun hombre adulto, de cuerpo entrenado, vestido totalmente de negro y enmascarado.

—¿Quién es usted¿Qué hace aquí? —la muchacha retrocedió, y tomó de reflejo el atizador que se encontraba cercano a la chimenea. Intentó defenderse con él—. ¡Váyase de aquí!

Slade rió con sorna y continuó caminando hacia, manteniendo los brazos detrás de su espalda. Lyla retrocedía.

—No soy un ladrón, pequeña —aclaró él—. Tengo planes mucho más grandes y ambiciosos que ése para mi vida —con extrema facilidad, le quitó el atizador, lo dobló, y lo arrojó a un costado—. Y créeme que cualquier defensa común no servirá conmigo. Tampoco quiero hacerte daño… A menos, claro, que me obligues…

Lyla tragó saliva, y miró de reojo el sofá que estaba cruzando una puerta. Su hermano dormía allí. Disimuló y alejó la vista de inmediato.

—¿Qué busca? —dijo, intentando sonar segura.

Slade hizo un sonido satisfecho (N/A: hagan de cuenta que sonrió, porque ¿cómo se ve cuando este tipo sonríe, si siempre lleva máscara?).

Comenzó a pasearse en círculos. Sabía que Lyla estaría lo suficientemente aterrorizada como para no huir ni intentar atacarlo. Ya la había intimidado.

—He oído que tienes como amiga a una muchacha llamada Cloe Campbell —comenzó—. O lo que es lo mismo, Paris. Y me interesa saber su paradero.

Lyla relacionó todo inmediatamente con Daian.

—Pierde su tiempo —repuso—. No sé dónde está ella. O por lo menos, sé lo que cualquiera: que huyó de su casa.

Slade negó con la cabeza, acompañándolo de un sonido que indicaba desaprobación.

—No debes serle tal fiel a una amiga —recomendó—. Pueden apuñalarte por la espalda cuando menos lo imaginas. Te lo digo por experiencia. Ahora —fijó su penetrante mirada en ella—, sé buena niña, y dime dónde está Paris.

Lyla tragó saliva con fuerza, armándose de valor.

—No… lo sé —dijo, apartando la vista.

Slade retrocedió, pero Lyla no se sintió capaz de mirarlo.

—Me lo dirás. Porque lo sabes, y si bien escapaste de otros, de mí no lo harás —amenazó Slade.

Lyla se volvió, dándole la espalda, intentando mantener la entereza.

—Dije que no lo sé¿cuántas veces debo repetirlo?

—Oh, querida niña, ya no lo repetirás… ya no mentirás —aseguró Slade, y algo en el tono de su voz hizo que Lyla se volviera.

—¡No! —gritó ella, horrorizada al ver que Slade sostenía en brazos a su hermanito, que continuaba dormido—. ¡No, déjelo! —se abalanzó hacia él, intentando arrebatarle al niño. Sin embargo, Slade no lo permitió, haciéndose a un lado y sujetando al niño con un brazo para soltar el otro y atrapar las manos de Lyla.

—Te advertí que no te haría daño a menos que me obligases —Slade la sostenía con firmeza—. Intenté ser amable, Lyla, pero no, tuviste que elegir el modo difícil —Lyla se esforzaba inútilmente por soltarse—. Ahora me dirás dónde está Cloe. ¡Ahora mismo!

Lyla abrió los ojos, dejando de forcejear.

—Sólo debes decirme dónde está —volvió a decir Slade—. Sólo eso, y me iré de aquí, y los dejaré en paz. Puedo prometerte que no sabrás nada más de mí. No busco hacerles daño. Sólo busco a Cloe.

La muchacha apartó la vista, mientras las lágrimas le recorrían las mejillas. ¿Qué opción tenía en realidad?

—Está en Jump City, con los Jóvenes Titanes —dijo, y automáticamente sintió el peso de la culpa. Pero¿qué más podía hacer?

Slade sonrió, le entregó el niño a Lyla, y desapareció tan de improviso como había aparecido.

Lyla estrechó a su hermano llorando.

De pronto, sonó su celular. Ella atendió, aún presa del pánico.

—Olvidé mencionarte, querida niña —era la voz de Slade—, que si te atreves a intentar avisarle a tu amiga de mi visita… ¿Cómo decirlo? Ya no volverás a hablar con ella. ¿Entendido?

Lyla colgó de inmediato, pero Slade supo que el mensaje estaba comprendido.

—¡Bien hecho, Cloe! —dijo Robin, mientras ella descendía de un salto de un edificio con varias joyas en su poder. Joyas que le había arrebatado a Mumbo.

Raven descendió a su lado.

—Buen trabajo —la felicitó.

—¡Boo-yah! —exclamó Cyborg, pleno de felicidad—. ¿Sabes qué haremos ahora? —el resto de los Titanes negó con la cabeza. Cy se unió a Chico Bestia para decir ambos, con grandes sonrisas y notable alegría—. ¡Noche de películas!

Starfire rió.

—Vaya… ¡qué buena idea! —aceptó Cloe, algo sorprendida.

—De acuerdo, chicas —empezó Chico Bestia las empujó levemente—. Ustedes vayan a casa a preparar bocadillos… Nosotros iremos por las películas. Escogeremos algunas buenas, lo prometo.

—Querrás decir… escogerán algunas buenas para ustedes —dijo Raven, simulando seriedad.

Chico Bestia y ella se miraron, y Raven rió.

—Fue una broma —avisó.

Todos, excepto Cloe, la miraron con sorpresa. ¿RAVEN¿¿¿¿UNA BROMA?

—De verdad nos agrada tu cambio, Raven —admitió Robin—. Está bien, nos vemos en la Torre.

—Y¿qué le gusta comer a los muchachos? —preguntó Cloe, mirando la cocina sin saber por dónde empezar.

—Pues… —Starfire tomó la iniciativa—. Una bebida de brillantes colores que se envasa en latas y tiene gas y…

—Soda —aclaró Raven.

—Y bocadillos que parecen motas muy pequeñas de algodón y son dulces o saladas y se hacen con maíz…

—Palomitas —volvió a aclarar Raven.

—Y otras cosas pegajosas y de colores que vienen en entretenidos envoltorios y que pueden masticarse o saborearse —acabó Star, con una gran sonrisa.

—Golosinas —Raven negó con la cabeza, manteniendo una sonrisa.

Cloe rió.

—¿Están acostumbradas a esto, no?

—¡Oh, amiga, es muy divertido! Siempre pasamos tiempo con nuestros amigos… —Starfire estaba muy entusiasmada.

—Ya es normal. Siempre tienen algún plan divertido cuando acabamos temprano con el "trabajo" —dijo Raven, haciendo señas de comillas con los dedos y poniendo más énfasis al llegar a la palabra trabajo—. Tal vez las películas no sean tan buenas siempre, pero siempre hay algo de qué reírse.

—Y ahora que puedes usar tus emociones… —empezó Cloe.

—Pues sí, creo que las usaré esta noche —Raven le sonrió con complicidad a su amiga.

—Oigan, chicas¿qué les parece si preparamos otra sorpresa para los muchachos? —inquirió Cloe, con los ojos centellantes ante una genial idea.

Raven y Starfire se miraron desconcertadas, y la escucharon con atención.

—Tal vez hubiese sido mejor si Cloe y yo nos íbamos y ustedes se quedaban solos en la Torre —mencionó Cyborg de manera traviesa.

Robin y Chico Bestia, que caminaban junto a él, se detuvieron con las respectivas gotitas en la cabeza.

Al ver que no respondían, Cyborg volvió a intentar.

—Ya saben, algo así como una cita doble —sonrió—. Como lo que hicieron el otro día. Creo que ustedes y sus "amiguitas" la pasaron muy bien.

Con el corazón latiendo apresuradamente, ambos se volvieron.

—¡Ellas no son nuestras amiguitas! —aseguraron los dos, con la típica venita latiendo en el corazón por esta vez.

Cyborg rió.

—Vamos, viejo, sólo bromeaba —siguió caminando—. No dudo que lo que tenga que ocurrir, ocurrirá a su debido momento.

Y no se imaginaba cuán cerca estaba algo de ocurrir… y no precisamente algo alegre.

—¿Hola? —Cyborg entró a la Torre y se extrañó al ver las luces apagadas.

—¿Chicas? —llamó Robin.

—¿Dónde habrán ido? —preguntó Chico Bestia.

Los tres miraron el oscuro living. Cy fue hasta las llaves de luz, e intentó encenderlas. Después de probar durante unos minutos, no lo logró.

—¿Qué sucede? —volvió a preguntar Robin.

—¡SORPRESA! —gritaron las tres chicas, encendiendo las luces de pronto.

Prácticamente, los muchachos quedaron clavados en el techo.

Cloe se rió.

—¿Se asustaron? —preguntó, sonriente.

Un poco más repuestos, los tres fueron capaces de apreciar todo. El living estaba adornado como para una fiesta, lleno de globos y otros objetos.

—Fue idea de Cloe —dijo Starfire, mirándola con una sonrisa—. ¿No les parece genial?

Los tres asintieron.

—Pues veamos las películas que trajeron —pidió Raven, y Chico Bestia le entregó una pila de videocasetes.

Las tres revisaron los títulos, y aunque Cloe y Raven no quedaron conformes (Star se conformaba con cualquier cosa), no dijeron nada al respecto. Después de todo¿qué podía esperarse de tres chicos que habían ido al videoclub? (N/A: a los LECTORES, no se me ofendan, chicos, pero es que recuerden que soy mujer… Pero admitámoslo, los dos sexos tienen errores, GRANDES errores para el otro¿o no?)

Star y Cloe se encargaron de traer los bocadillos mientras Raven acomodaba un poco el living y preparaba el televisor. (N/A: ¿Han notado que esta chica es la especialista es tecnología? Gran parte de la serie se la ha visto en una computadora…)

Poco después, todos estaban listos y sentados en el sofá para comenzar a ver una de las películas.

Ya habían pasado cuatros horas, dos películas y era de madrugada.

Acababa de terminar la segunda, y Cy encendió las luces por un segundo.

—Bueno, creo que es un receso. Todos podremos des… —Chico Bestia dejó de estirarse como un gato al ver cómo comenzaba a sonar la alarma— …cansar unos segundos. ¡Demonios¿No podemos tener unas horas de descanso?

Raven corrió a teclear en la computadora para determinar de dónde provenía la señal mientras Robin examinaba la imagen que había aparecido en la pantalla: un plano.

—No, Chico Bestia, no podemos —dijo, seriamente—. ¡Titanes, vamos!

Y de inmediato salieron corriendo.

—¿Un incendio? —preguntó Cloe, cubriéndose los ojos ante la brillante luz de las llamas—. ¿No tienen bomberos aquí? —sonrió.

—No se trata del incendio, Cloe, sino de quién lo provocó —dijo Cyborg, buscando por todo el lugar.

—¡Tanto tiempo, Titanes! —Slade surgió de entre las sombras—. ¿Cuánto ha pasado?

—¡Otra vez tú! —gritó Raven. Sin embargo, antes de que terminara cualquier palabra, Robin ya se había lanzado hacia Slade con su bo metálico. Pero como siempre, no lo tomó desprevenido: Slade tomó el arma con facilidad y Robin salió disparado por el aire.

—¡Robin! —Star se lanzó a atraparlo, pero no llegaría a tiempo. Raven y Cloe lanzaron sendos rayos de sus poderes para atraparlo, lográndolo las dos.

—¡Star, tráelo! —gritó Cyborg—. Chicas, Bestita ¡denle con todo!

Chico Bestia se transformó en un tigre y se lanzó al ataque; Cloe y Raven comenzaron a lanzar más de sus rayos, y Star no tardó en unírseles, luego de dejar a Robin en el suelo.

Cy, por su parte, le lanzó su cañón sónico, y Robin, en cuanto se recuperó, una bomba.

El estallido de todos los poderes creó una nube de humo impresionante, y Chico Bestia se lanzó en medio de ella para atacarlo físicamente.

No obstante, pasó un minuto y él no salía. No se oían ruidos.

—¡Chico Bestia! —gritó Raven.

—¡Slade no está aquí! —respondió él, con rapidez—. ¡Huyó!

Suspendida en el aire, Cloe sintió un escalofrío. Se volvió justo a tiempo para ver cómo Slade se abalanzaba contra ella, para lanzarla al suelo.

—¡No!

Comenzaron a forcejear mientras caían.

Ella recordó los entrenamientos, y antes de golpearse contra el suelo, aferró a Slade con fuerza por los brazos, y lo envió hacia atrás, asestándole una patada al mismo tiempo.

Giró a tiempo para no estrellarse, y sin piedad, continuó lanzándole sus rayos.

Slade no se lastimó. Cayó, apoyó las manos, hizo una voltereta y quedó de pie, esquivando los ataques de Cloe.

Star intentó atacarlo a golpes, desde la espalda, Chico Bestia intentó embestirlo convertido en otro dinosaurio, Raven lo sostuvo con un chaleco de su energía (que Slade rompió), y Robin se lanzó al duelo particular.

Slade corrió, pero no huía: se detuvo a poca distancia y lanzó una bomba de humo.

Sin poder ver, él ganaba tiempo.

—Vaya, Titanes, nada de diálogo, nada de piedad… —se le oyó decir—. ¡Cómo han cambiado las cosas¿Qué fue¿Terra, quizás?

—¡No hables de ella! —exigió Chico Bestia.

—Oh, el eterno enamorado —Slade rió con maldad—. ¡Qué fuerte es este amor! Y, Raven, querida¿cómo has estado¿Y tu padre?

Raven le gruñó, buscándolo con odio en la mirada.

—Pero he visto a alguien más¿no piensas saludar, Cloe?

Ella se horrorizó al oír su nombre.

—¿Cómo…?

—Tu madre te envía saludos… —continuó Slade.

Las miradas de los Titanes recorrían todo a su alrededor, buscándolo.

—¡Yo no tengo madre!

—Y —siguió él, sin prestarle atención— te exige que regreses a casa.

Slade volvió a surgir, en una cornisa no muy alta, con una persona tomada de las manos, que permanecían en la espalda, como esposadas.

Cloe abrió los ojos desmesuradamente.

—¡Papá! —gimió, cubriéndose la boca.

—¿Qué? —preguntó Chico Bestia, confundido.

—¡Déjalo, Slade! —gritó Raven.

—No, no, no —Slade negó con la cabeza—. Vamos, Cloe, contémosles juntos una linda historia para ir a la cama. ¿Por dónde empezamos?

—¿Qué quiere decir, Cloe? —preguntó Robin.

Ella no podía hablar.

—Tan sólo déjalo, por favor —sollozó la muchacha—. No le hagas daño…

—Oh, no quiero hacerle daño… —le aseguró Slade—. Pero vamos, contémosles esa historia…

Cloe negó con la cabeza, sollozando.

—¡No, por favor!

—No quieres¿eh? —preguntó—. Pues bien, yo lo haré: tienen frente a ustedes, Jóvenes Titanes, a nadie menos que Paris, la gran cantante.

Todos la miraron con sorpresa, excepto Raven, que continuó mirando a Slade.

—¡Cierra la boca! —ordenó, preparando sus poderes—. Azarath… Metrion…

—Será mejor que tú cierres la boca, Raven, si no quieres dejar a tu amiga más huérfana de lo que es… —la que intentaba ser la amable voz de Slade se volvió brusca en un segundo. Raven bajó las manos con lentitud—. Eso está mejor. Como les decía, esta niña los engañó, tal y como mi antigua aprendiz. Ella era una niña de ciudad, mimada, y con todos los lujos, que por un capricho quiso unirse a ustedes. Pero no lo intentó con dinero, sino que lo hizo del modo más difícil. Y lo logró. Sus padres no están muertos; de hecho, Nick —lo levantó— es su padre. Y Daian, su madre. Ven aquí —le ordenó.

Sollozando aún, Cloe obedeció.

Bruscamente, Slade le soltó la alta coleta en que ella llevaba recogido el negro cabello, y la sostuvo de los hombros frente a los Titanes.

—¡Mírenla! —Cloe los miró mientras negaba con la cabeza y las lágrimas le corrían por las mejillas—. ¿No es linda? Sí, linda, y una perfecta mentirosa… como Terra.

Todos guardaban silencio. Ni siquiera Chico Bestia pudo reaccionar esta vez.

—Canta, mocosa —le susurró al oído Slade—. Canta, y muéstrales de qué hablo —exigió, ya en voz alta.

Cloe negó con fuerza.

—Bien, sabría que llegaríamos a esto —Slade encendió una pantalla enorme tras de sí, iluminándola. Allí empezaron a correr las imágenes del video "The Getaway", aquel que Raven había visto. Cloe cantaba y gesticulaba desde la pantalla, con una sonrisa fotográfica.

—¡No! —sollozó ella con más fuerza.

—Vamos, Titanes, no los engaño. Sus propios ojos lo ven. Fueron engañados… de nuevo —la soltó. Cloe se desplomó en tierra, y Raven la ayudó a ponerse de pie—. Ahora —Slade continuaba—, ya saben la verdad. Y¿no quieren librarse de ella?

Lentamente, todos negaron con la cabeza.

—¡Vaya, qué sorpresa! —Slade rió nuevamente—. De todas formas, yo me encargaré de eso. Cloe, vas a venir conmigo. Regresarás a casa, con Daian, y seguirás cantando como siempre…

Cloe levantó el rostro; la ira le centelleaba en los ojos.

—No lo haré. Puedo seguir cantando, pero no regresaré con Daian. No lo haré —dijo con firmeza.

—Sí, lo harás —Slade levantó a Nick con brusquedad. Él se encontraba dormido o dopado, porque no reaccionó—. Recuerdas a tu padre¿no es así? —Slade le levantó la cabeza bruscamente, y colocó un cuchillo contra la garganta.

Cloe palideció y se quedó sin voz.

Los Titanes tampoco fueron capaces de hacer nada.

Con lentitud y totalmente aturdida, Cloe empezó a levantar las manos para cubrirse el rostro y cerrar los ojos. Eso era una pesadilla. Sí, eso era. No era posible que eso estuviese ocurriendo en realidad…

Ante tal descontrol de sentimientos, de sus manos surgió una chispa azul cielo, de sus propios poderes, que inmediatamente se dirigió hacia Slade.

—¡No! —Cloe intentó detener sus poderes, pero ya no pudo.

La chispa le dio Slade, quien con una indescriptible mueca macabra pasó el cuchillo por el cuello de Nick.

Slade soltó a Nick, quien se desplomó en el suelo, muerto.

Cloe abrió los ojos con sorpresa, y ya no pudo decir ni hacer nada. Al reaccionar, milésimas de segundos después, se lanzó hacia él, con una llama de poder en la mano lista para lastimar a Slade.

Pero Slade le sostuvo la mano, mientras las mejillas de Cloe se empapaban de llanto.

—¿Vas a convertirte en una asesina? —inquirió, despiadado—. ¿Serás como yo?

Cloe no flaqueaba.

—¿Eso quieres para tu vida?

—¡Cloe, no! —le gritó Chico Bestia—. ¡No lo hagas! —a nadie le preocupaba Slade, simplemente era ella, ella y su futuro.

—Si eso quieres, hazlo… pero vivirás con eso toda la vida —le dijo Slade, desoyendo a cualquier otra persona.

Cloe dio un grito de frustración, y se apartó, golpeando a Slade con toda su fuerza.

Volvió al suelo, y miró a su padre. Se quedó como petrificada, como muerta en vida.

Slade se marchó con rapidez, entre las sombras. Nadie se atrevió a seguirlo.

Cloe se lanzó con rapidez hacia su padre.

—¡Papá, no! —gimió, sollozante—. ¡No te mueras! —ya no pudo continuar. Se apoyó en el pecho de su fallecido padre, mientras lloraba desconsoladamente y los Titanes formaron un corro a su alrededor, sintiendo el dolor de su compañera.

Quizá no importaba todas las verdades reveladas, todas las mentiras descubiertas, todos los engaños de Cloe; ella era, al fin y al cabo, una Joven Titán, y estaba sufriendo en ese momento.

Raven se acercó, y le tendió una mano, que ella aferró con fuerza. Una solitaria lágrima le surcó la mejilla.


¡Hola a todos! Miles de discukpas por la desaparición y por la falta de actualización... les voy a explicar, antes de que intenten matarme: juro y perjuro que creí tener subido a la red el Capítulo Ocho, y cuando me decido a postearlo... O.O ¡NO ESTABA! En fin, de modo que volví a darle formato, y aquí lo tienen... espero que lo disfruten, y no olviden dejarme un comentario (si es que alguien está leyendo esta historia TT.TT).

Cariños...

The Godess of imaginary light