4. Vacío
-¿Mamá?-habló quedamente el joven de ojos esmeraldas, deslizándose dentro del recibidor, cerrando con mucho cuidado la puerta a sus espaldas.
-¿Mamá?-elevó el tono de voz. Un simple vistazo había sido suficiente para saber que allí sucedía algo extraño. Todas las luces encendidas... y la televisión destellando imágenes de la catástrofe en la cocina... Él recordaba haberla apagado cuando se fue a la cama.
Kurama inició unos pasos vacilantes hacia el comedor. Sus ojos se pasearon por todos los muebles y se detuvieron en la escalera. Al fin, pareció reaccionar y subió corriendo, sintiendo como el miedo crecía y crecía, intentando paralizarlo. No podía ser...no era posible...
-¡Mamá!-gritó, frenando justo delante del dormitorio oscuro. Su mano, aferrada al marco de la puerta, estuvo a punto de astillar la madera cuando vio las sábanas revueltas, y el cojín tirado en el piso. Cuando comprendió que su madre había salido a buscarlo.
-¡Mierda!
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Hn...como odiaba todo esto...¿Por qué precisamente a él...?
Yusuke era más precavido que Kurama en las noches de invierno. La ventana estaba cerrada, y por añadidura, con seguro.
-Bueno...¿qué se le va a hacer?-sonrió con ironía-Sintiéndolo mucho tendré qué...-de un suave pero preciso golpe rompió el cristal con el mango de su espada, causando más estrépito del que debería.
Bueno...el detective debía despertarse de todas formas...
Saltó dentro de la residencia de los Urameshi evitando los trozos de vidrio desperdigados por todas partes. Luego, irguiéndose en toda su estatura (que no es mucha... ¬¬) aguardó, esperando ver y oír un joven histérico y enfadado culpándolo de su falta de sueño y de la falta de cristal en su ventana. Pero todo lo que vio fueron unos pies desnudos colgando fuera del cobertor...y más allá una enorme boca abierta que murmuraba algo así como: "Aún me quedan fuerzas...¡venga, ven a por mí Yomi!"
Sus labios se curvaron involuntariamente en otra media sonrisa y sus ojos se abrieron más de la cuenta en incredulidad. ¡Nunca había visto a nadie tan despreocupado! Ladrones ningens podrían entrar a robar...o algún antiguo enemigo derrotado y herido en su orgullo podría intentar acabar con él...¡Y ese estúpido no despertaría! ¡¿Cómo alguien podía llegar a ser tan imbécil!
-Yusuke-llamó imperante.-Vamos, despierta. Yusuke.-Nada. Su torso subía y bajaba, y su boca seguía abriéndose y cerrándose, logrando que pareciera aún más estúpido que normalmente.
-Hn...-empezaba a perder los nervios. Y eso no era bueno...
-¡Yusuke!
-Gññnnmm...mamá, hoy volveré a hacer campana y lo sabes...-el moreno se dio la vuelta y se cubrió la cabeza con la almohada. Poco después Hiei escuchó sus ronquidos acompasados.
Esto sobrepasaba los límites de su paciencia...El youkai, harto de tanta comedia, arrancó de un manotazo sábanas, cojín y mantas, desenfundó su katana, y presionó, débil aunque amenazante, el filo contra el cuello desnudo del reikai tantei.
Ahora sí...Yusuke comenzó a abrir los ojos y parpadeó adormilado. Su cuerpo tembló en un escalofrío general, despojado del caliente refugio.
Entonces, Hiei enfocó el metal de manera que la luz de la luna se reflejase en él, y este brilló deslumbrante sobre la cara del chico. Así pues, el detective no tuvo más remedio que abrir completamente los ojos, a punto de lanzarse sobre el que intentaba despertarle. Pero al recobrar la conciencia y cerciorarse de quién era el que intentaba sacarlo de la cama, pegó un bote tremendo, digno de un felino asustado.
-¡¿Pero qué haces tú aquí!-Hiei se abría echado a reír con ganas si su orgullo no se lo hubiera impedido, y si la situación no fuera tan negra como la había pintado el kitsune. Pero Yusuke tenía toda la razón...¿Qué hacía él allí? ¿Por qué razón había hecho caso a Kurama? ¡¿Desde cuando le importaba lo que pudiera pasarles a esos humanos!
Hiei maldecía bajo su lengua cuando escuchó el grito de Yusuke y tuvo que taparse las orejas.
-¡AAAAH!
-Agh...-¡Qué fastidiosos podían llegar a ser todos juntos!¿Qué le pasaba ahora?
-¡QUÉ HAS HECHO CON MI VENTANA! ¡¿NADIE TE ENSEÑÓ QUE EXISTE UNA COSA LLAMADA PUERTA POR LA QUE SE ...puede entrar!-Yusuke bajó mucho el tono y se tapó repentinamente la boca, recordando que su madre estaba durmiendo la mona en el sofá. Aún así siguió taladrando al demonio, mostrando su mirada más fiera.
En ese momento, Hiei estuvo a punto de largarse. ¿Quién se había creído que era para hablarle de ese modo? Pero entonces recordó lo que había venido a hacer en esa casa de locos. Suspiró. Maldito Kurama...
-Está bien, cállate y escucha, porque sólo lo diré una vez: los extraterrestres están invadiendo la Tierra.-explicó calmadamente, esperando tras sus palabras la típica reacción de un humano en un caso como aquel. Sin embargo Yusuke...¡se estaba riendo!
-¡Jajajajaja! XD ¡¿Esperas que me trague esa bola! Parezco tonto, pero no lo soy. El tonto en esta historia es Kuwabara...o al menos eso creo...ô.o ...ne?
El youkai de fuego hacía mucho que había dejado de escucharle. Estaba intentando localizar ese chisme que mantenía entretenidos a los humanos...mmm, sí, un televisor. Yusuke tenía uno allí.
Hiei apretó el botón que decía "power", como había visto hacer anteriormente al pelirrojo, y esperó a que apareciera alguna imagen. Inmediatamente sus ojos reflejaron uno de esos gigantescos trípodes, rodeado de edificios envueltos en llamas. De fondo se oían los gritos de pánico de los ningens. Exactamente como en esas películas que tanto les gustaba ver a ellos...sólo que ahora era real. Una sonrisa maligna bailaba en los labios del jaganshi. ¡Oh, pero había olvidado ver la expresión de Yusuke!
Sí... ahora sí estaba asustado. Sus ojos sobresalían de sus cuencas y había cerrado la boca de golpe. ¡Qué alivio! Ya había conseguido que le creyera...
-Hiei...-Urameshi estaba en trance, exactamente como Kurama antes. Su voz era casi un murmullo comparada con los berridos habituales. Pero de súbito pegó al colchón con su palma extendida, dejando salir su rabia contenida.
-¡Hiei, debemos hacer algo! ¡Rápido! ¡Llévame dónde estén esos trípodes! ¡Hay que acabar con ellos!-el muchacho ya estaba saliendo por la ventana, aún con el pijama puesto, dispuesto a salvar a la humanidad entera y a acabar con todo bicho viviente.
-¡Podrías callarte y escucharme para variar!-Hiei calló y apretó los puños. ¿Acaso estaba perdiendo él el control por esa tontería? Ugh...Como mínimo Yusuke se había detenido y le prestaba atención...
Hiei volvió a suspirar.
-Está bien, te diré lo que sé: esas cosas cayeron del cielo... como meteoritos. Luego la tierra empezó a temblar y aparecieron esas máquinas enormes. Cada una de ellas cuenta con un láser desintegrador que convierte en polvo todo lo que toca.-el youkai hizo una pausa para recuperar aire. Yusuke no perdía detalle.-Kurama y yo intentamos acabar con ellos, pero también cuentan con un escudo invisible que impide cualquier intromisión.
-¿Eh?...
-Que esas máquinas son invencibles.-murmuró Hiei entre dientes, aunque aún no estaba del todo convencido.
-¿Pero estás seguro? Debe haber alguna forma de...
-No, no la hay.-le cortó en seco, pensando en los ruegos de Kurama acerca de que les enviara al templo de Genkai.
Hn...Sí, quizá sería lo mejor. Que no se entrometieran.
Hiei observó a Yusuke, quien esperaba que dijera algo, sin comprender la incertidumbre del youkai. Finalmente se decidió a hablar.
-Kurama me pidió que os dijera esto: debéis refugiaros en el templo de Genkai, amontonar provisiones y no salir de allí. Llévate contigo a Kuwabara y a las chicas. Insistió en que no intentarais vencer a esas máquinas.-resumió rápidamente, como si a él no le importase todo aquello.
-¿Pero dónde está ahora Kurama?-Yusuke había quedado demasiado asombrado. Demasiada información para él en tan poco tiempo.
-Fue a buscar a su madre. Él también marchará al templo de Genkai.
-Pe-pero...¿esa es la única solución?-insistió incrédulo.
Hiei no dijo nada. Ya había dejado bastante claro que sí. En lugar de responder, saltó al ventanal, a punto de irse.
-¡Espera!-el detective alargó el brazo y dejó su mano suspendida en el aire. Hiei le miró de reojo.
-Haré lo que me dices...¿Pero nos reuniremos en el templo de la vieja contigo y con Kurama?-el demonio no entendía la repentina tristeza en los ojos café de Yusuke. Pero hubo algo en esos ojos que le obligó a asentir, prometiendo en silencio.
-Está bien, voy a prepararlo todo.-ahora había resolución y coraje en su mirada.-¡Adiós Hiei, y suerte!
-Hn...-Hiei cabeceó por inercia y giró completamente para saltar al aire frío de la noche, comenzando a correr otra vez por los tejados y las copas de los árboles.
¿Qué se suponía que debía hacer él ahora? Paró en seco en una robusta rama y abrió el tercer ojo para hacer un reconocimiento de la situación actual. Sabía que Urameshi iría a buscar a Kuwabara; el no mentía. Así pues, se dedicó a buscar al kitsune...aunque no creía que tuviera problemas...
Aha, ahí estaba. Rodeado de una multitud de ningens e intentando abrirse paso. Había miedo en sus ojos verdes...y por los codazos que estaba repartiendo para llegar a donde quiera que fuera, todo indicaba que sí tenía problemas.
-Tsk...tendré que ir a ayudarle...-refunfuñó por lo bajo mientras seguía observando.
Hiei expandió su visión. Había uno de esos trípodes cerca. De eso huía toda esa gente...Pero Kurama iba en dirección contraria...¿Qué diablos estaba haciendo? El demonio fijó su atención en el punto hacia el cual miraban con desesperación los ojos de Kurama. Entonces lo comprendió todo. ¡Su madre humana estaba allí! Pero...
De golpe una humareda de polvo nubló su visión unos segundos. Lo siguiente que vio fue una mueca de horror pintada en las facciones del pelirrojo. Kurama no se movía. No reaccionaba, estupefacto. Pero la amenaza no había desaparecido.
-¿Qué rayos estás haciendo Kitsune? ¡Muévete!-gritó un Hiei furioso a la nada, mientras saltaba a toda velocidad, reanudando la marcha contra el viento que chocaba violentamente contra su cuerpo.
-¡Kurama muévete!-repitió desesperado e impotente al ver como un cable metálico y grueso rodeaba la cintura de su compañero y empezaba a elevarlo por los aires, sin que el youko moviese un solo músculo.-¡Kurama!
