Bajó la presión de sus manos, notó como Kurama tragaba saliva para deshacer el apretado nudo en su cuello, que desgarraba con púas sus cuerdas vocales. El zorro se estaba esforzando por no dejar escapar ni un sonido más. Pero viendo el dolor en sus facciones, Hiei supo que no iba a poder soportarlo por mucho tiempo.
Hiei reclinó el peso del cuerpo en sus piernas y escudriñó la luz que se filtraba por la rendija. Una vaga sombra estática permanecía allí, inmutable, aguardando alguna señal. Serró los dientes, frustrado-"Piensa...piensa..."
El ceño fruncido que denotaba la preocupación en su rostro se diluyó lentamente en una sonrisa cínica. ¡Qué tontería...! El ser que los espiaba estaba solo, y sin campos de protección de por medio que impidieran atravesarle con sus ataques. ¿Por qué no dejaban de jugar al gato y la rata y pasaban a la acción? Eso de ser la víctima cobarde no iba con él.
Hiei retiró una de sus manos para buscar la empuñadura de la katana. Inmediatamente fue detenido por esa temida mano larga y tibia, trémula y debilitada. Lo retenía en su sitio, no sólo por el agarre a su brazo derecho, sino también por la mirada aterrorizada y suplicante que se clavó en su cerebro en forma de astilla envenenada de miedo. Le devolvió una mirada confusa, casi airada. ¿Por qué se comportaba tan obstinadamente como...ningen? ¿Por qué no le dejaba ir, y matar de una vez a todos esos debiluchos desarmados?
Súbitamente una inacabable vibración grave bombardeó sus oídos y repicó en todo recoveco de la cueva, semejante a campanada fúnebre portadora de mal presagio. A su espalda escuchó los gruñidos de un cuerpo pesado revolviéndose, dando marcha atrás. Al ver que la sombra se alejaba del fino reguero de luz, Hiei identificó ese sonido como el cuerno que daba el toque de queda. Todos los exploradores debían regresar para embarcar en sus armatostes. Vía libre. Algo de suerte al fin...
Al cabo de escasos minutos el techo temblaba bajo el desfile interminable de ese temible ejército. Hasta que la última máquina atravesó el paraje, devolviéndoles la quietud. El rumor del agua embarrando la tierra era lo único audible después de la tempestad. Hiei suspiró profundamente y dejó libre al pelirrojo. Kurama se dejó caer hacia delante, fatigado, soportando todo el peso en sus manos. Durante un largísimo lapso de tiempo simplemente estuvo ahí, observando fijamente el polvo frente a sus ojos. La sangre se agolpaba en su frente, latiendo en su sien, mareándolo. El pesado fardo que había logrado contener con esfuerzo estaba subiendo de nuevo por su garganta, y ahora ya no había impedimento que lo detuviese. No podía retenerlo más.
El youkai de fuego contemplaba con curiosidad como los hombros empezaban a temblar ligeramente, y las manos se contraían y estrujaban la arena, y los ojos irritados eran cubiertos por una capa de seda roja. Llegaron a él los primeros y débiles sollozos apagados, que escapaban a borbotones de los finos labios fruncidos. Todo aquello era nuevo, extraño. El kitsune llorando. Nunca se le hubiera pasado por la cabeza, nunca esa faceta tan sensible. ¿Qué se suponía que debía hacer? Desde luego no echárselo en cara, ni sarcasmos ni palabras hirientes. Hiei conocía la palabra dignidad. Podía pisotear la de un enemigo pero no la de un aliado. Eso era de mal gusto, al igual que las bromas. Estaban fuera de lugar. Él no era tan sádico.
Entonces...¿qué? Aquello no lo abarcaba su terreno, se salía de sus dominios habituales. Sólo podía cortar el problema de raíz: fingir no haber visto nada, aparentar calma y olvidar todo el asunto. Era lo mejor que podía hacer para no mancillar el orgullo del youko postrado y derrotado. Su única forma de ayudarle. Tomando la decisión, hizo ademán de levantarse para salir de una vez del escondite. Pero un par de brazos fueron más ávidos y rápidos que sus movimientos, tumbándole de nuevo contra la pared. Una cabeza pelirroja se apretaba sin reparos contra su pecho, impidiéndole escapar con toda la fuerza que pudiera quedarle en el alma.
Hiei contuvo la respiración hasta que se percató de la falta de aire nuevo que llenara sus pulmones. ¿Qué diablos...?
-¿Kurama...?
La única respuesta que obtuvo a cambio fue un fuerte sollozo ahogado en su hombro y un incremento en la presión del puño cerrado entorno al cuello blanco de su traje.
La ira empezó a formarse en sus venas. Quería odiar al kitsune...odiarlo por haber perdido el control...por hacerle eso a él y hacérselo a sí mismo. ¿Por qué se rebajaba así? ¡Era humillante! ¿Dónde estaba su orgullo de youkai? ¿Y su razonamiento lógico? ¡¿Por qué se estaba dejando llevar por las malditas y denigrantes emociones humanas! ¡¿Tan profundo habían anidado en él!
¿Por...por qué le hacía esto?
Realmente quiso odiarlo, lo intentó...pero no pudo. Se sentía incómodo, tenso, fuera de lugar, demasiado próximo a otro cuerpo que no era el suyo...y aún así, por algún motivo, no podía apartar bruscamente a Kurama profiriendo maldiciones y largarse de ese antro oscuro y sofocante. Estaba...en deuda con él. Sí, se trataba de eso y nada más que eso. El kitsune le había salvado la vida cuando se conocieron...no podía dejarlo tirado ahora, ni el peor de los demonios lo haría con un compañero cercano...Demasiado cercano...
Todo el misterio que envolvía al kitsune como un halo de peligro al acecho de quien se atreviera a confiar y relajarse más de la cuenta se estaba esfumando a marchas forzadas. Kurama se separó lentamente del cuello blanco humedecido, sin soltar la tela negra, manos aferrándose como garras. Mantuvieron el contacto visual, mientras lágrimas saladas surcaban las mejillas. Esos ojos boscosos ya no escondían conocimientos milenarios e inalcanzables, ni segundos o terceros significados pulcramente escondidos debajo la fachada amable, ni tretas, ni burlas, ni engaños, ni traiciones planeadas de antemano...
De pronto ya no era un desconocido. Ya no era una máscara perfecta, idealizada, legendaria... Era alguien a quien podía llegar a comprender, alguien más "humano" (a falta de palabra mejor para describirlo). Alguien más fácil de leer. Por primera vez en mucho tiempo Hiei dejó de sentirse desnudo ante la intensa mirada vulpina. Nadie intentaba analizarlo, ni entrar en su mente. El kitsune había bajado la guardia...y sin siquiera darse cuenta, él también lo estaba haciendo...
Lo único que leía ahora en él, aquello que sus ojos gritaban con insistencia, aquello de lo que estaba teñida su aura, era dolor. Dolor y culpa. Impotencia. Rabia. Tristeza. Una por una y todas a la vez. Emociones parecidas a las que él sintió cuando su hermana fue capturada por esa desgracia humana...Tarukane era su nombre...Aquel fue uno de los pocos momentos de debilidad que se había llegado a permitir en público, en que había sido capaz de sentir abiertamente, en que casi revela a Urameshi sus pensamientos...
Sin detenerse a pensar si lo que hacía era correcto o no lo era, Hiei alzó tres dedos para descubrir su jagan. El único modo de entender por completo ese remolino de emociones era saber que fue lo que pasó. Si el kitsune no quería o no tenía fuerzas para contárselo, debería averiguarlo él mismo. La cinta cayó olvidada al suelo mientras su dueño se concentraba en la mente del pelirrojo, quien no puso ninguna objeción a la invasión en su cerebro. Al contrario, parecía aliviado al compartir lo ocurrido aquella noche.
"El youkai recorrió las infestadas calles de la ciudad junto a su compañero. Corriendo entre la multitud llegaron al hogar del zorro, y al subir a las habitaciones vio que la madre ningen no se encontraba en la casa. Dedujo que fue a buscar a su hijo, preocupada por las imágenes que no habían dejado de emitir por televisión. Kurama estaba muy nervioso. Salió corriendo de nuevo sin previo aviso, y Hiei fue detrás de él. Los pasos del kitsune los devolvían al centro, donde se produjeron los ataques. Los ningens se apilaban y gesticulaban como locos, intentando conseguir algún medio de transporte para escapar antes que lo hiciera el vecino. Pero él iba en dirección contraria, repartiendo codazos con energía. Había visto una cara conocida entre la gente: su madre había quedado atrapada en medio de la locura general. El pelinegro vio como, con penas y trabajos, tiraba del brazo de la mujer para sacarla de allí. Finalmente lo consiguió, y se fundieron en un largo abrazo desesperado.
Hiei levantó la mirada, frunciendo el ceño. ¿Acaso no se daban cuenta de que el peligro seguía allí? Uno de esos trípodes se adelantó. De las finas líneas bajo las patas del monstruo salieron infinidad de cables con punta de aguja. El youkai reconoció las trampas que le enviaron en aquella especie de jaula, cuando rescató al pelirrojo. Retorciéndose en el aire, eligieron sus víctimas con calma, clavándose en las espaldas desprotegidas y succionando todo el líquido que pudieran retener. Luego lanzaban el cadáver seco para seguir con su tarea. Y los estúpidos ningens se apretaban más y más los unos contra los otros, demasiado aterrados para hacer algo coherente. Madre e hijo habían quedado encerrados. Entonces vio algo que lo sorprendió. La mirada del kitsune se volvió dura y fría, semejante a la que lucía en su estado de youko. Se llevó la mano a la nuca y rebuscó entre sus cabellos. De allí sacó una diminuta semilla anaranjada. La observó unos instantes, dudando. Luego giró el rostro de su madre hacia él y deslizó la semilla bajo su lengua. Con dulzura le pidió que tragara aquello, que él la protegería, que no había nada que temer...La mujer obedeció dócilmente entre lágrimas, intentando sonreír para su hijo. En pocos segundos cayó en sus brazos sin sentido. El kitsune la abrazó con ternura, escondiendo la cara en el cuello de su madre.
El trípode avanzó un paso más, fulminando a los humanos que quedaban a la izquierda del kitsune. Pero a él no, a él lo envolvió con uno de sus cables y lo elevó, apartándole de la mujer. Kurama no opuso resistencia. Se dejó llevar."
El resto, Hiei ya lo conocía. Cerró el tercer ojo, respirando con fuerza para recuperar el aliento tras el desgaste. Cubrió de nuevo la fuente de su poder. Kurama no hacía ademán de apartarse. Sólo le miraba intensamente. Todas esas emociones seguían allí. Y ahora entendía el porqué, ahora comprendía el significado del extraño comportamiento del zorro. Realmente no podía culparlo por comportarse así.
La distracción y profundidad de esos ojos le nublaba los pensamientos, impidiéndole salir de esa rueda imparable de compasión. Tanto era así que no se percataba de que la distancia entre ellos cada vez era más corta. No se percataba de la proximidad de la respiración caliente, de la energía cambiante que empezaba a envolverles a ambos, elevándose peligrosamente. Tampoco vio el aumento de volumen, ni el cambio en sus cabellos, en su piel, en sus orejas, en sus ojos... hasta que fue demasiado tarde.
Todo fue tan repentino que sólo alcanzó a ver un par de orbes doradas, codiciosas y salvajes antes de que su boca cayera presa, capturada bajo la intrusa. El esbelto y alto cuerpo cubrió el suyo con facilidad, con técnica experimentada, soterrándole bajo pasión angustiada y herida.
Kurama había perdido el control en sus acciones. Hiei en sus respuestas.
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Jijiji...¡Al fin!...Lo siento si están demasiado "fuera de personaje". Realmente no sé hasta dónde podrían aguantar ambos en una situación así...y es difícil explicar todos sus pensamientos y emociones sin irme de su personalidad habitual...
Lo último lo saqué de un episodio de la serie en el que oí al consejero de Yomi (ese ancianito que mide las energías) decir que Kurama cambiaba de humano a youko cuando una emoción muy fuerte lo embargaba y no podía controlarse. Así que esto fue lo que le pasó n.n Y youko viene con ganas de algo más...xD
Críticas (sean buenas o hachazos) serán bien recibidas. En todo caso, yo lo intenté...u.uU...o.o...Porfi, no sean demasiado mals ToT
ReviewsRockergirl-sk: espero no haberte hecho esperar demasiado n.nU Creo que esta vez no me demoré tanto en actualizar...aunque no conté el tiempo o.o En todo caso espero que te agrade el capi. Aunque a mi no me acaba de convencer del todo...u.u Supongo que nunca nos parece del todo bien lo que creamos por mucho que los otros nos digan lo contrario. En fin, ¡sigue posteando plis!
Shunforever: Tengo el mal presentimiento de que a Hiei no le va a gustar la iniciativa de Kurama XD A mi tampoco me gusta martirizar al kitsune ó.ò (a Hiei sí k me gutta n.n) pero es k para acabar juntos tendrán k pasar malos ratos también...sino no se espabilan u.u ¿Tiene sentido ahora la actitud de Kurama o crees que exagerado un poco? ñ.ñU Cuéntame que tal te pareció este capi. ¡Hasta pronto! n.n
Gare: ¡Gracias por dejar review! ¡Espero que continúes interesad hasta el final de este enredo! Nos vemos n.n
Maggie D. : Efectivamente soy yo n.n ¡Cuánto tiempo! No sabía que anduvieras por aquí! Me traes recuerdos del pasado y me pongo sentimental T.T (pasado de hace dos días XD). Me alegra que te guste el fic. No sé si mi estilo narrativo ha cambiado mucho o sigue siendo el mismo, pero si a ti te sigue gustando, entonces está bien n.n ¡Gracias por postear amiga! Espero k te guste este capi! Hiei está un poco rabioso por el final xD Nos vemos-leemos n.n
Hiyu Dreams: Hiei es todo un hombretón y aguantó el tipo XD Y Kurama está off, pero tiene motivos de peso. Aunque creo que con lo último a Hiei se le agotó la paciencia (y no es que tenga mucha XD). Siempre repito lo mismo y luego no es verdad, pero intentaré actualizar pronto n.nU Habrá que tener más paciencia que la que tiene Hiei n.n Nos vemos!
