El incidente le dolía todavía y le causaba malestar y confusión, pero debía tratar de superarlo. ¿O acaso era que en el fondo no quería superarlo? ¿Acaso era que en el fondo estaba arrepentido de lo que había pasado? Esbozó una ligera sonrisa mientras miraba su cuaderno el nombre que inconcientemente acababa de escribir, pero al reparar en él su cara cambió hacia un asombro un tanto desagradable. "Káiser". No era lo que esperaba haber escrito… ¿o sí? Levantó la mirada y volteó a su izquierda. Mikael se encontraba sentado con la mirada fija en el profesor, pero al sentir su mirada le volteó a ver y esbozó una sonrisa. Janvier no pudo evitarlo y volvió a bajar la mirada sonrojado.
Hacía ya algún tiempo que él y Mikael eran novios, pero para ello Janvier había tenido que dejar a Káiser. Pero por alguna extraña razón, Janvier estaba ahora arrepentido de ello… en el fondo seguía queriendo a Káiser con todo el corazón. Sin embargo, había todavía algo que lo ataba a Mikael y le evitaba poder volver con Káiser aunque quisiera. Sin quererlo se encontraba dividido entre esos dos amores que poco a poco iban desgastándole el corazón. Sacudió su cabeza y miró el reloj: faltaban menos de cinco minutos para que la clase terminara y el día también. Pero tendría que quedarse al ensayo de la escolta después de clases… una hora más e la escuela, pero a estas alturas era lo que menos le importaba. Cualquier cosa que lograra distraer su mente de Káiser era bienvenida. La campana sonó y todos tomaron de inmediato sus cosas y las guardaron en sus mochilas. Janvier tomó las suyas con lentitud y salió del salón cuando ya todos estaban fuera. Mikael lo esperaba en la puerta, él también estaba en la escolta.
- ¡Ánimo niño! ¿Qué te pasa, te siento algo triste? –le dijo pasándole el brazo por los hombros y acercándolo a él.- ¿Un beso servirá para subirte el ánimo? -.
- Espera, ahora no –dijo Janvier retirándolo suavemente y dejando su mochila a un lado.- Tenemos el ensayo -.
- Podemos darnos unos cinco minutos en lo que están todos listos -.
- Pero hay gente cerca… ya sabes a lo que me refiero -.
- Vamos a un lugar más… oculto, ¿te parece? -.
- No Mikael, ahora no –dijo Janvier dándole una palmadita en el pecho.- Pero te recompensaré luego, lo prometo. Ahora vamos al ensayo antes de que nos digan algo -. A regañadientes, Mikael dejó su mochila y siguió a Janvier por el patio hasta donde sería el ensayo.
El sol era bastante molesto a esa hora del día, pero no tenían otra opción. Después de todo, los ensayos sólo eran una vez a la semana y Janvier pensó que de no ser así sí tendría muchas razones para quejarse. Cuando Janvier volteó la mirad hacia el edificio de la escuela se quedó paralizado. Quizá era una alucinación causada por el calor, quizá estaba confundiendo a alguien, o quizá (esperaba que no fuera así) de verdad estaba ahí: Káiser lo observaba desde la sombra, con una extraña expresión en el rostro.
Desde que lo había cortado, Káiser solía aparecerse muy seguido por la escuela, aún más que cuando andaban. Janvier trataba de evitarlo la mayoría del tiempo, pero no siempre era posible, tomando en cuenta que los amigos de Janvier eran también amigos de Káiser ("¡Demonios! ¿Por qué los presenté?"). Káiser se portaba extraño últimamente, no parecía molesto por lo ocurrido, ni triste, ni alegre, ni confundido… parecía no mostrar sentimiento alguno, excepto una gran indiferencia hacia el asunto. ¿Por qué demonios actuaba así? Esa actitud de "me vale" sacaba a Janvier de sus casillas, no podía evitar molestarse por esa indiferencia excesiva. Hubiera preferido mil veces que se hubiera enojado y buscara venganza o que se mostrara totalmente destrozado y deprimido, hubiera sido una actitud más normal y que cualquiera hubiera esperado. Pero parecía que Káiser no había sido afectado en lo más mínimo por el hecho. ¿Podía eso ser posible, especialmente después de la manera en que se habían amado? Una joven se acercó a saludar a Káiser; posiblemente una vieja amiga ya que Janvier no la conocía y se veía de una edad cercana a la de Káiser. Éste desvió su mirada fría e indiferente de Janvier y se dirigió a la muchacha de una forma muy jovial, o al menos eso revelaba su cara. Janvier desvió su mirada también y se concentró en lo que tenía que hacer.
Durante unos minutos Janvier estuvo sólo concentrado en su ensayo, echando miradas furtivas a Káiser, quien seguía hablando con la muchacha sin prestarle la más mínima atención. Si no iba para verlo, ¿a qué demonios iba entonces? Podía platicar en cualquier otro lugar, no justo enfrente de él. Fue entonces cuando Janvier lo sintió, una extraña sensación que lo incomodaba. No era como algo que hubiera sentido antes, demasiado complejo para poder describirse. Sentía que había algo mal, que algo no andaba bien, pero no podía decir con certeza de que se trataba. Sintió entonces que ese presentimiento apuntaba en una dirección. ¿Acaso se podía que pasara eso? ¿Era algo real o lo estaba imaginando? Volteó hacia donde su presentimiento le indicaba y casi se quedó helado con lo que vio. Un hombre (bueno, suponía que era un hombre) vestido con una capa negra que le cubría el rostro se encontraba en el techo de la escuela. Desenvainó una espada y desapareció, reapareciendo al instante siguiente al lado de Káiser. Entonces, todo pasó demasiado rápido. El brillo de la espada, los gritos, la conmoción, el espanto y el sonido del metal al chocar con otro metal. Káiser había bloqueado la espada del hombre de negro con otra espada.
Fue hasta entonces que Janvier reparó en las ropas de Káiser. Parecían normales a cierta distancia, pero se dio cuenta de que portaba también una capa y un cinturón donde la espada había estado guardada. Su camisa tenía el Símbolo Imperial. El hombre de negro quitó su espada y dio un salto para atrás, descubriendo su cara. Un hombre joven (Janvier calculó que no tendría más de 25 años), de piel clara, cabello oscuro y ojos grises miraba a Káiser con odio. Janvier sintió miedo. Ese hombre era algo extraño.
- No deberías hacer alarde de tu posición dentro del Imperio. Te conviertes en blanco fácil de cualquiera –dijo el hombre de negro.- Esas ropas son demasiado delatoras -.
- No me preocupan mis ropas. A decir verdad, llevaba ya mucho tiempo esperando que llegaras. Creí que un Lord Zair con tu fama sería más rápido y eficaz. Parece que los guerreros de Tazir no son tan buenos como dicen ser –respondió Káiser bajando la espada. Su semblante seguía siendo frío e impasible, tanto que Janvier se preguntó si sería humano.
- Ya quisieras. Si no fuéramos tan buenos no habría sido capaz de descubrir tu verdadera identidad -.dijo el hombre con una sonrisa maligna.
- Con que sí… sí, veo que ya lo sabes. Eres bueno Aser y te felicito por ello. Lástima que no llegues con honores a Tazir -.
- Quizá no llegué, pero al menos tendré el gusto de informarle a Lamar al respecto -. Aser cerró los ojos unos instantes, pero los abrió casi de inmediato con cara de sorpresa.- ¿Qué demonios…? -.
- ¿Creíste que dejaría que lo divulgaras? He cercado esta escuela con mi energía para crear un campo protector. Nadie puede entrar ni salir a menos de que yo lo permita, y eso incluye cualquier mensaje que quieras comunicar telepáticamente. La única manera de que Lamar lo sepa es que salgas de aquí con vida… y dudo mucho que así sea -.
- No me vencerás tan fácil. Yo soy Lord Aser, un Lord de los Jezith Oscuros, ¡el más poderoso de todos! –y al terminar de decir la frase se lanzó sobre Káiser con la espada en alto.
Káiser, impasible, sólo levantó su espada para evitar el golpe de Aser. Aser seguía atacando incesantemente con toda su furia, pero Káiser seguía sin moverse de sus sitio, deteniendo cada golpe de Aser con una habilidad increíble. Aser dio un salto hacia atrás y al caer extendió la mano al tiempo que gritaba "¡Bola de fuego!". Una bola de fuego salió de su mano en dirección de Káiser, pero éste sólo colocó su espada al frente y la bola se deshizo sin hacerle el más mínimo daño.
- Creí que como un Lord tendrías mejores trucos. Eso déjalo para un Anghor o un Zather. Digo, después de todo, ellos apenas se están familiarizando con los poderes del Clan de los Zair -.
- No te burles de mí Káiser. ¡Tornado de fuego! –dijo Aser extendiendo su mano. Un tornado de fuego de gran tamaño apareció frente a él y se dirigió hacia Káiser. La gente huía lo más lejos posible del extraño fenómeno que estaba frente a sus ojos. Ese tornado era sólo una pequeña prueba de los que los guerreros eran capaces de hacer, en especial los Jezith Oscuros (o Zair), los más temidos de todos.
- Nada de lo que hagas tendrá efecto alguno sobre mí. ¡Elemental de agua! -. Frente a Káiser surgió un enorme dragón oriental hecho de agua, el cual rodeó el tornado y lo apagó en un instante. El elemental se deshizo entonces en una pequeña lluvia cálida que calló sobre la escuela. Antes de que Aser pudiera hacer algo más, Káiser extendió su mano y Aser salió expelido varios metros hacia atrás en el patio, dejando caer su espada en el trayecto.
Aser se levantó de inmediato y fue cuando lo vio, una oportunidad excelente. Todo pasó demasiado rápido y Janvier no pudo hacer nada. En un instante sólo sintió que lo apretaban con fuerza y que algo frío estaba en su cuello. Aser le agarraba del cuello con el brazo izquierdo mientras que en la mano derecha tenía una daga, la cual sostenía frente el cuello de Janvier. Mikael y los demás alumnos de la escolta retrocedieron asustados sin saber qué hacer, incluso el profesor se quedó paralizado ante la escena.
- Ahora sí Káiser. Ríndete o tomaré la vida de este joven –dijo Aser con una mirada triunfal. Janvier miró a Káiser con súplica en sus ojos, no quería morir aún. En silencio, le imploró que lo ayudara.
- ¿Y por qué debe interesarme su vida? –dijo mirando fríamente a Janvier. Éste se quedó paralizado con esa respuesta. ¿Acaso ya no le importaba a Káiser? ¿Acaso el amor que una vez le tuvo había desaparecido para siempre? No podía creer lo que acababa de oír.- Sabes muy bien que tú y yo somos iguales Aser. Dime entonces, ¿por qué debe importarme la vida de ese muchacho? Para mí no es más que una persona más, no tiene ningún valor. Puedes hacer con él lo que quieras. Después de todo, en las guerras siempre hay bajas de civiles, ¿no es así? -. Janvier no lo soportó más y unas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Miraba a Káiser con el corazón roto, una mirada llena de la tristeza más profunda.
- Bien Káiser, si así lo dices, así será –dijo Aser levantando la daga. Janvier ya esperaba el golpe fatal con los ojos cerrados, pero un ligero gemido de Aser le hizo abrirlos de nuevo. La daga estaba a unos cuantos centímetros de su cuello, pero no se movía de ahí. Se había detenido a la mitad del camino. Volteó hacia el frente y vio a Káiser con su mirada fría e impasible observando la escena sin hacer nada. Rápidamente se soltó y miró a Aser, pero se sorprendió de lo que vio. Káiser estaba detrás de Aser, con la mano derecha abierta sobre la espalda de Aser y una sonrisa de altanería en su cara.
- Debiste cuidar tu retaguardia Aser. Sabes que un guerrero posé muchas habilidades y no todas son ataques grandes y exhibicionistas. También hay técnicas discretas y sutiles, lástima que no supiste verlo bien -. Mientras el Káiser que estaba atrás de Aser hablaba, el que estaba al frente caminaba a su encuentro lentamente.- Sé que quieres saber qué es lo que he hecho. Bueno, ya que morirás y nadie de Tazir se enterará de lo que pasó aquí, creo que te lo puedo contar sin problemas. Ese que viene allá no es una ilusión, sino un cuerpo real, un Clon. ¿Sorprendido? Seguro que sí, ya que en teoría no somos capaces de controlar esa habilidad en nuestro nivel. Además, te tengo inmovilizado con la técnica de Control de Energía en su segundo nivel –Aser emitió un leve gemido que Janvier interpretó como sorpresa o miedo.- Así es Aser, un técnica prohibida de gran poder manejada por alguien como yo. Creo que algunos tenemos grandes habilidades para esto, mientras que otros… están destinados a morir. -. El clon de Káiser puso la espada en el cuello de Aser, quien sólo podía verlo con temor.- Por cierto, no soy quién crees que soy. La identidad que descubriste es sólo otra máscara, la verdad está más allá -. La espada del clon silbó en el aire y la cabeza de Aser rodó por el suelo.
Con Aser muerto, el clon de Káiser se deshizo en algo que parecía un plasma aqua que se elevaba hacia el cielo. Cuando el clon hubo desaparecido, tres hombres con ropas negras y rojas aparecieron frente a Káiser e hicieron una reverencia ante él. Todos sin excepción portaban máscaras que cubrían sus rostros, cada una decorada con colores y diseños diferentes.
- Señor, hemos acudido en cuanto llamó. ¿Qué ocurre? –dijo el hombre del medio, el más alto de los tres.
- Un Lord Zair de Tazir se infiltró en el Imperio. Ahora está muerto así que ya no es problema, pero quiero que se lleven el cuerpo y envíen un informe a Lamar de que Lord Aser está muerto ya –dijo Káiser con tono autoritario.
- Así será Señor –respondió el hombre tomando el cuerpo de Aser ayudado por uno de los que lo acompañaban. El tercer hombre tomó la cabeza que había rodado no muy lejos del cuerpo, y tan rápido como habían aparecido se esfumaron de ese lugar. Una vez se hubieron ido, Káiser se acercó a Janvier y lo observó unos instantes.
- ¿Estás bien? –preguntó sin quitarle la vista de encima.
- Eh… sí, gracias –dijo Janvier sin poder sostener su mirada. Era demasiado profunda y fuerte. Janvier sentía que casi podía ver dentro de él.
- No hay de qué –dijo Káiser y siguió su camino, pasando al lado de Janvier.
- ¡Espera! –gritó Janvier reaccionando de repente. Káiser volteó y lo observó con curiosidad.
- ¿Qué pasa? -.
- Este… bueno yo… lo que pasa es… -. Janvier no lograba articular bien las palabras, se sentía intimidado por la mirada de Káiser. ¿Por qué le pasaba esto ahora que no andaban? La mirada de Káiser antes siempre era de dulzura, cariño, compasión… era una mirada de amor.- ¿Por qué le dijiste a ese hombre que no te importaba mi vida y luego me salvaste? ¿En verdad no te importa y me salvaste sólo para poder matarlo a él? ¿O me salvaste porque de verdad te importa? -. Káiser lo miró unos momentos fijamente y dio media vuelta.
- Eso lo sabrás en su momento –dijo mientras se iba, sin volver la mirada hacia Janvier, quien lo miraba devastado. Janvier cayó de rodillas y no pudo contener el llanto, que comenzó a caer pos sus mejillas sin que nada lo evitara. Mikael corrió directo a él y lo abrazó, tratando d consolarlo y calmarlo, mientras miraba confundido como Káiser se alejaba de ahí.
La mente de Janvier no había cesado de pensar desde el momento en que Káiser se había alejado. Mil pensamientos pasaban por su mente pero casi ninguno tenía sentido, casi ninguno era un pensamiento agradable. La mayoría eran pensamientos sin sentido pero que le causaban un profundo dolor.
Mikael insistió en acompañarlo hasta su casa, aunque no pudo despedirse de él como deseaba ya que sus padres estarían ahí y no aprobarían la relación de ellos dos si se enteraban (no habían aprobado la de Janvier y Káiser y ahora odiaban a Káiser con toda el alma), así que se limitó a darle un abrazo amistoso y decirle adiós con un apretón de manos. Janvier entró a su casa sin apetito y se dirigió directo a su cuarto, donde se aventó a su cama sin ganas de nada. Ese día había sido demasiado para él, comenzando con sus pensamientos vagos sobre Káiser, siguiendo por haberlo visto, el hecho de que casi muere y la fría actitud d Káiser hacia él. ¿Por qué se portaba así? No podía entenderlo, por más que tratara no podía hacerlo. Káiser era demasiado complejo para él.
Janvier no se levantó de su cama en toda la tarde, su madre incluso entró un par de veces para ver que estuviera bien. No quería que le prendieran las luces ni que le hablaran, quería pasar todo el tiempo posible sumido en la oscuridad de su cuarto, como una réplica a escala de la oscuridad que en ese momento sentía en su corazón. Sólo quería encontrar una explicación a todo, encontrar una solución a lo que sentía. Quería poder unir su corazón dividido en dos.
- Si de verdad no le importo, ¿por qué me salvó? ¿Acaso sólo fui un instrumento en sus planes? ¿Es posible que ya no me ame, que lo haya perdido completamente a causa de lo que hice? ¿Es posible que la persona que más he amado en esta vida ya no sienta nada por mí más que esa fría indiferencia? ¡Que me odie, que me deteste, que quiera matarme! ¡Prefiero mil veces que sienta eso por mí a que le sea indiferente! No puedo soportarlo… -. Sus palabras se ahogaron una vez más en el llanto que no había podido cesar en toda la tarde.
La noche ya había caído hacía unas horas y todo estaba aún más oscuro en el cuarto de Janvier. Cansado de llorar y de quejarse, Janvier finalmente se había quedado dormido hace poco. La luna se filtraba por un pequeño espacio que dejaban las cortinas y afuera el viento soplaba ligeramente, moviendo las hojas del árbol que estaba fuera del cuarto de Janvier. Y entre esas hojas, una figura negra observaba la ventana con atención. Movió su mano derecha y las cortinas se descorrieron, dejando visible al muchacho que estaba tirado en la cama. La figura desapareció del árbol y apareció al lado de la cama de Janvier, observándolo con detenimiento. "Espero que Lord Valgôr no se equivoque con este muchacho.", pensó el hombre y extendió su mano para sacudir a Janvier y despertarlo.
- ¡Janvier! ¡Janvier, despierta! -. Janvier se movió ligeramente pero no despertó.- ¡Janvier! ¡Hazme caso y despiértate ya! -. Janvier finalmente abrió los ojos y miró al hombre que tenía enfrente. Una túnica negra le cubría el cuerpo y parte del rostro, pero se alcanzaba a distinguir que tenía una máscara puesta. Janvier quiso gritar, pero el hombre le tapó la boca con la mano.- No es necesario que grites, no voy a hacerte nada. Sólo necesito que me escuches con atención -.
- ¿Tú…? ¿Tú eres un guerrero verdad? Formas parte de uno de los clanes –dijo Janvier mirando detenidamente la máscara del hombre.
- Sí, así es. Supongo que eso no es gran sorpresa hoy día. Somos muy comunes desde que Lamar se rebeló contra el Imperio y el Consejo. Antes éramos un grupo más selecto… ¡pero espera, a eso no vengo ahora! Mi misión es otra -.
- Y supongo que tiene algo que ver conmigo -.
- Así es. Tiene todo que ver contigo -.
- Pero yo no he hecho nada… ¿qué razón hay para que me busquen? -.
- ¿Quién dijo que tenías que haber hecho algo? -.
- ¿Entonces? -.
- Sólo toma mi manto con la mano y agárrate fuerte. Esto puede ser un poco extraño para ti -.
- ¿De qué estás hab…? -. Janvier dejó las palabras en el aire cuando sintió que era absorbido por alguna extraña fuerza. Sintió que su cuerpo se comprimía y expandía en tan sólo un segundo, y cuando finalmente pudo reaccionar se encontró en una habitación de piedra donde había una cama grande con dosel, un escritorio, estantes con libros y estatuillas, tres armarios, una mesa con sillas (posiblemente un comedor), una pequeña sala, entre otras cosas. Era como un penthouse o algo parecido.
- Ahora esperarás aquí –dijo el hombre de la máscara.
- ¿Esperar? ¿Pero a quién? ¿Dónde estamos? –inquirió Janvier comenzando a tener miedo.
- Eso lo sabrás cuando debas. Por el momento sólo quédate aquí –dijo el hombre dirigiéndose a la puerta. Cuando estaba por salir volteó y dijo:- Por cierto, cuida de no tocar nada. No creo que al Lord le guste que lo hagas -. Y salió cerrando la puerta.
Janvier se quedó solo a la mitad de aquella habitación grande y lujosa. ¿Así era como vivían los guerreros de Imperio? "Pues vaya que se dan la gran vida" pensó Janvier observando con detenimiento el lugar. Se entretuvo un momento viendo los libros y las estatuillas de los estantes (estatuillas diversas, con dragones, caballeros medievales, bustos renacentistas, muñecas de porcelana, animales, etc.), observando los detalles de aquellas que le llamaban más la atención.
- ¡Vaya que debe ser bueno ser un guerrero! Con un cuarto así… ¡pero que buena vida! –dijo mirando con detenimiento las colchas de la cama, que se veían suaves y tentadoras.
- Yo no apostaría tan fácilmente a ello –dijo de repente una voz tras de él. Un hombre vestido con pantalón y camisas negros y una capa que lo cubría por completo estaba parado justo detrás de él. No podía verle el rostro ya que también llevaba puesta una máscara, pero a diferencia de las otras máscaras, ésta dejaba ver la mitad izquierda de su frente y su ojo del mismo lado. El ojo era castaño oscuro y tenía una mirada fría y penetrante.- La vida de un guerrero no es tan buena como aparenta esta habitación Janvier -.
- Lo siento… Señor –dijo Janvier sin encontrar las palabras adecuadas. Se había ruborizado ante la expresión del ojo de ese hombre.
- Yo soy Lord Valgôr, uno de los cinco Lords de los Zair, o Jezith Oscuros como generalmente se les conoce -.
- Mucho gusto Señor –dijo Janvier sin saber en dónde pararía esto.
- Sé qué tienes muchas dudas en tu cabeza en este momento, pero no responderé a todas –dijo Lord Valgôr comenzando a caminar por la habitación.- Me centraré únicamente en el asunto que te trae a mi presencia -.
- ¿De qué se trata Señor? -.
- Voy a querer que te quedes aquí y no salgas, al menos no hasta que estés listo para hacerlo -.
- ¿Qué? -. Janvier no comprendía nada. ¿Encerrado? ¿Qué demonios estaba pasando?
- Lo comprenderás en su totalidad cuando sea su momento. De mientras sólo te diré una cosa: duerme bien, porque el entrenamiento para convertirse en guerrero no es nada sencillo -.
