El sol caía directo en el balcón de piedra, haciendo brillar como pequeños diamantes las gotas de rocío que aún quedaban en las plantas que adornaban aquel lugar. Un hombre con capa negra estaba parado recargado en el barandal, observando el paisaje con mucha atención. Janvier llegó sin hacer ruido, pero en cuanto se acercó al balcón el hombre le habló sin siquiera haber desviado su mirada del paisaje.
- Buenos días Janvier, espero hayas tenido una noche confortable -.
- Si Lord Valgôr, muchas gracias -.
- Supongo que para estas horas te habrás hecho ya una idea del por qué te trajeron aquí -.
- Bueno… supongo. A decir verdad no estoy muy seguro de que lo que piense sea cierto -.
- Debido a que Káiser trató de disuadirte de ello y dijo que estaba loco, ¿no es así? -.
- ¿Qué? -. Janvier se quedó helado, ¿cómo supo lo de Káiser?
- Puedo ver dentro de tu mente Janvier, sé lo que pasó en el cuarto esta mañana. No te preocupes, no estoy enojado con Káiser, él suele ser así. Pero déjame decirte que tendré que avisarle que tú estabas en lo correcto -.
- ¿En lo correcto? -.
- Estás aquí para convertirte en un guerrero -.
- Pero, ¿y el Día de Reclutamiento? -.
- Tú no necesitas ese día, eres un caso especial -.
- ¿Especial? ¿Especial en qué sentido? -.
- Tú cumples con los requisitos necesarios para convertirte en guerrero, contigo podemos omitir el mes de entrenamiento que reciben los demás reclutas. Es como en los viejos tiempos, alguien que sea capaz de entrar sin tener que pasar por ese mes. Serías el primero desde que inició la guerra contra Tazir -.
- Pero… ¿por qué yo? ¿Cómo supieron que yo era capaz? -.
- Para serte sincero fue Káiser quien lo supo -. Janvier abrió la boca lleno de sorpresa. ¿Káiser lo supo? Pero si había sido él quien le había dicho que no debería estar ahí.- El día que estuvo en tu escuela fue atacado por un Lord Zair de Tazir como ya sabrás, el mismo Lord Zair que intentó matarte. Bueno, en ese momento fue cuando Káiser lo supo. Tú no te diste cuenta, pero liberaste parte de tu poder, el suficiente para darnos cuenta de que no eres alguien ordinario. Aser también lo supo y se distrajo un momento por ello, eso fue lo que le permitió a Káiser actuar rápido y vencerlo. Cuando regresó y me contó lo ocurrido, mandé que te trajeran conmigo -.
- Pero, ¿no podían haber esperado al Día de Reclutamiento? ¿O al menos avisarme cuando estuviera despierto? -.
- No podíamos esperar hasta el Día de Reclutamiento, aún está lejano como para esperar. Pero podríamos haber esperado a decirte poco después y con más calma, pero había un gran riesgo -.
- ¿Qué riesgo? -. Lord Valgôr dio medio vuelta y quedó frente a frente con Janvier. Seguía usando esa máscara que le dejaba libre un ojo, un ojo que Janvier seguía sintiendo familiar. Lord Valgôr caminó hacia él y se paró a unos centímetros, mirándolo fijamente.
- Por alguna razón, la noticia de tus poderes llegó hasta Lamar. Sabíamos que él te buscaría para entrenarte en Tazir, sería una gran ventaja para él. Así que actuamos rápido y mandé a uno de mis hombres por ti. Afortunadamente, Lamar no te había encontrado aún. Káiser nos facilitó la información de dónde encontrarte, eso fue algo bueno -.
- ¿Pero que tengo de diferente de cualquier otro guerrero? ¿Por qué me buscarían especialmente a mí? -.
- ¿Qué no lo entiendes? –respondió Lord Valgôr en un tono tan frío que heló a Janvier.- Tú tienes dentro de ti un poder que rivaliza con el de los guerreros más famosos de la historia, posiblemente incluso rivalice con el de Eder I, el Padre del Imperio. Se dice que hasta ahora no ha habido nadie tan fuerte como él. -.
- ¿Y cómo pueden saber eso? -.
- Es algo muy sencillo una vez que lo aprendes, aunque al inicio es algo complejo. Mira, te lo diré de una forma fácil. Cada persona tiene dentro de sí una energía vital que es la que le da vida y los guerreros tenemos un nivel mayor que el promedio. Mientras más energía se tenga, estamos más en contacto con la naturaleza y podemos manipular parte de ella a nuestro antojo, de ahí vienen nuestros poderes. Un guerrero es capaz de sentir la energía de otro guerrero y deducir tanto la cantidad que posee como el porcentaje de su energía que está usando. Quizá la misma cantidad de energía en dos guerreros sea para uno el 10 de lo que posee y el 30 para el otro. Entonces, el guerrero que sólo usa 10 de su energía para igualar la energía que libera el otro será más poderoso porque usa menos energía -.
- ¿Y cómo supo Káiser entonces que yo podía ser tan poderoso como me dice usted? -.
- El pudo sentir la energía que liberaste, y fue mucha, una cantidad enorme. No hay medidas para la energía, no podemos clasificarla con una medida como los metros o Watts o cualquier otra, pero el guerrero sabe por instinto cuando es mucha y cuando no. Tú liberaste mucha energía, usando ni siquiera un 10 de lo que tienes. Con el tiempo y un buen entrenamiento, podrías liberar la misma energía usando tan sólo un 1 de lo que tienes o incluso menos -.
- ¿En serio? -. Janvier no sabía qué decir. La explicación lo había mareado un poco y lo había dejado como atontado. No podía creer que él pudiera poseer un poder como el que decía Lord Valgôr, le parecía imposible.
- Es por eso que tuvimos que traerte acá y que no podrás salir de los muros de este castillo hasta nuevo aviso. Es peligroso que estés en el exterior, Lamar ha de estar buscándote -.
- Pero… ¿y mi familia? –dijo Janvier recordando de pronto.- ¿Saben ellos qué fue de mí? ¿Alguien les avisó? ¿Y a mis amigos? -.
- Calma, todo está arreglado. Se hizo un aviso pero no es oficial. Para ello tendremos que ir los dos -.
- ¿Los dos? -.
- Sí, tú para que tus padres vean que estás bien y yo para que vean que todo es verdad. Hasta entonces, no podrás salir de aquí y tampoco después, a menos de que sea necesario -.
- ¿Y mientras, qué haré? Es decir, el Día de Reclutamiento está lejos todavía así que no entrenaré con los demás. ¿Entrenaré aparte o tendré que esperar? -.
- Eso ya lo tengo resuelto. He conseguido a alguien para que te cuide. No te entrenará ya que eso deberás hacerlo con los demás una vez que te sea asignado tu clan, pero te acompañará, te cuidará y podrá enseñarte algunas cosas. Será tu tutor mientras eres asignado a un clan para entrenar con los nuevos guerreros, lo cual no será hasta después del Día de Reclutamiento -.
- ¿Un tutor? Lo siento más bien como un niñero –espetó Janvier. Esperaba ser entrenado pronto.
- ¡Vaya coincidencia! No sería la primera vez que pensamos lo mismo –dijo con cierta burla una voz tras de él, una voz fría y que conocía muy bien. Janvier volteó y su corazón dio un vuelco: Káiser estaba recargado en la pared tras de él.
- ¡Oh, Káiser! Justo a tiempo, como siempre – dijo Lord Valgôr.
- Lo sé. No puedo llegar tarde para que Janvier conozca a su tutor, perdón, niñero… -. Janvier lo fulminó con la mirada. Por un lado le gustaba que Káiser fuera su tutor, pero por otro hubiera preferido mantenerlo alejado.
- Calma Káiser, no deberías comportarte así con él. Lo tendrás a tu cuidado hasta que le sea asignado un clan, así que más vale que se lleven bien -.
- No te preocupes Valgôr, por mi parte no habrá problemas –dijo Káiser sonriendo pícaramente.
- De acuerdo, entonces me retiro. Hasta luego Janvier. Nos vemos Káiser –dijo Lord Valgôr entrando y dejando a los dos muchachos en el balcón.
- Con que serás mi tutor, ¿eh? -.
- Sí, Lord Valgôr así lo quiso. Aunque hubiera preferido esperar hasta el entrenamiento para que supieras lo que es ser un guerrero de verdad -.
- ¿Por qué no me dijiste que tú me habías descubierto, que tu sabías lo de mi poder y se lo dijiste a Lord Valgôr? -.
- ¿Acaso tiene alguna relevancia? La verdad no creo que sea algo importante como para discutirlo -.
- No quiero discutirlo, sólo quiero saber. Quiero que me expliques por qué si lo sabías trataste de disuadirme hace rato de ser un guerrero -.
- ¿Ves? Lo quieres discutir y no lo niegues. Puedo ver en tu mente. Discutirás el hecho de que no te lo haya dicho y que a la vez te haya querido disuadir. Sé que esperas mi respuesta para contraatacar y así desquitarte conmigo, pero no será así porque no pienso hablar del asunto -. Janvier se quedó pálido ante las palabras de Káiser. Había dicho completamente la verdad.
- De acuerdo, admito tu victoria. Ganas. Ya no diré nada más -.
- Tampoco dije que tenías que callarte, pero si así lo quieres por mí no hay problema -.
- ¡Basta ya! ¿Qué acaso no sabes hacer otra cosa que atacarme? -.
- ¿Atacarte? ¿En serio te parece que te ataco? –dijo Káiser mientras se acercaba a Janvier. Éste, desafiante, se irguió con los puños apretados y mirando fijamente a Káiser, sin moverse de su sitio.
- Por supuesto que sí, es lo único que has hecho últimamente. Tú sólo… tú sólo… -. Káiser estaba ahora tan cerca de Janvier que este perdió parte de su actitud desafiante. A tan sólo unos centímetros de distancia, Káiser observaba a Janvier con esa mirada fría y profunda, pero que Janvier encontraba fascinante y seductora a la vez. Quería dejar de verlo, pero a la vez quería posar su mirada en esos ojos por siempre.
- ¿Yo sólo qué nene? – dijo Káiser arqueando un ceja. Janvier estaba perdiendo el control, y más aún con esa palabra.
- Tú sólo… sólo me… -.
- ¿Sólo te…? -. Janvier sólo lo observaba pero ya no podía decir nada, se había quedado paralizado, tanto que no pudo actuar cuando Káiser hizo lo que hizo.
Tomando su cara con una mano y acercándola, los labios de Káiser se plantaron sobre los de Janvier. El contacto de esos labios que Janvier había deseado con tanto fervor desde que cortaran fue para él como una bomba. Lo desarmó por completo, lo dejó sin defensas, no podía responder de ninguna manera, sólo quedarse ahí parado, recibiendo ese beso de su antiguo amante. El tiempo se le hizo eterno, pero finalmente los labios de Káiser se separaron tras sólo unos cuantos segundos. Se hizo el silencio por un momento, un silencio que ninguno de los dos se atrevió a romper. Janvier ya no miraba a Káiser, había dejado su mirada fija en un punto vacío, tratando de captar aún lo que había sucedido.
- Bueno, supongo que me retiro por ahora. Puedes pasear por el castillo, pero cuida de no ir más allá del quinto piso. Te recomiendo los jardines, te entretendrás mucho en ellos. Te busco para comer, nos vemos -. Y antes de que Janvier pudiera reaccionar y decirle algo, Káiser desapareció del balcón.
- ¿Es cierto todo lo que me dice? No lo puedo creer -.
- ¿Y por qué resulta tan increíble? En estos días se ha vuelto más común que hace unos años -.
- Pero dice que el día no ha llegado aún. Entonces, ¿por qué? -.
- Por que son especiales, tú y él. Son algo que no había pasado en mucho tiempo, o quizá, nunca -.
- ¿Y por qué he de ayudarles a ustedes si ni siquiera soy de Tazir? Además, eso significaría luchar contra él y no quiero hacerlo -.
- ¿Estás seguro de que no quieres hacerlo Mikael? A pesar de lo que digas, dentro de ti hay razones para pelear contra él… y aún más razones para luchar contra Káiser, ¿o me equivoco? -.
Mikael observó a Lamar unos momentos. Lamar era un hombre ya maduro, de cabello castaño con toques de gris, una pequeña barba y ojos verdes que lo miraban fijamente. Daba cierto aire de poder, pero no era tan imponente como Mikael pensó que lo sería. Recordó entonces la mirada de Káiser, fría y dura, profunda como el océano. Esa mirada era más imponente que la de Lamar, debía admitirlo, a pesar de su desagrado por él.
- Bien… podría pensarlo -.
- Mikael, no tenemos tiempo para que lo pienses. Debes decidirlo ahora, pero toma en cuenta que tu futuro depende de ello -.
- De acuerdo. Entonces que así sea, me uniré a ustedes -.
- ¡Perfecto! Te puedo asegurar que es la mejor decisión que hayas podido tomar. No te arrepentirás de ello -.
- Eso espero. ¿Ahora, qué debo hacer? -.
- Ven, acércate. Debemos colocarte dentro de uno de los Clanes -. Lamar hizo una seña y uno de sus hombres se acercó con una copa de oro. Dentro de la copa había una extraña luz verde oscuro, como una mezcla de humo, fuego y agua. Mikael pensó en cómo se sentiría al tacto.- Esta copa contiene una reserva de mi energía vital, mezclada con la energía de la Tierra misma. Con esta copa decidiremos qué clan es mejor para ti -.
- ¿Se supone que tomaré lo que está dentro de la copa? –dijo Mikael observándola extrañado.
- ¿Estás loco? ¡Claro que no! -.
- ¿Entonces? ¿Qué debo de hacer? -.
- Es muy sencillo –dijo Lamar sacando una daga de entre su ropas. Mikael lo miró con sorpresa y temor. ¿Qué iba a hacerle? Lamar sonrió levemente.- No temas, es algo muy sencillo. Sólo necesito un poco de tu sangre. Con que dejes caer unas cuantas gotas dentro de la copa será más que suficiente para que podamos designarte en un Clan. Ahora, dame tu mano derecha -.
- ¿Está seguro que es la única forma? –dijo Mikael algo temeroso, extendiendo su mano lentamente.
- No es la única, pero sí la más rápida. Si quieres, puedes esperar como lo hacen los Guerreros de Qattarh, pero eso te llevará mucho tiempo -. Mikael miraba la copa con aprensión y de repente sintió que Lamar tomaba su mano y la extendía.- ¿Qué dices, esperarás? –le dijo Lamar sosteniendo la daga sobre su muñeca.
- No. Que sea ahora -.
- Muy bien –dijo Lamar y pasó la daga por la muñeca de Mikael.
Mikael cerró los ojos y emitió un leve gemido cuando la daga cortó su piel, pero sólo duró un instante. Cuando abrió los ojos, vio cómo su sangre comenzaba a correr por su muñeca, rodeándola para caer del otro lado, sobre la copa. Una, dos, tres, cuatro, cinco… cinco gotas de sangre cayeron en la copa y Lamar retiró la mano la mano de Mikael y colocó la copa en una mesa que tenía a un lado. Mikael tomó un trapo que le ofreció el hombre que había llevado la copa, se lo puso sobre la herida y se acercó a la copa. Dentro, la energía se estaba moviendo, como si un fuerte viento soplara. Tras unos pocos segundos, la energía se disparó hacia arriba y dibujó una figura sobre la copa. Una flama con una estrella naciendo de sus llamas: el símbolo de los Jezith Oscuros.
- ¡Bien, muy bien! Felicidades Mikael, a partir de ahora serás un Zair -.
- ¿Un Zair? –preguntó Mikael sin entender. Nunca había oído sobre ese Clan.
- Un Jezith Oscuro. Es una excentricidad si me lo preguntas –le respondió Lamar.- Los Templarios Oscuros decidieron ser llamados Hassish y los Jezith Oscuros Zair ya que decían que necesitaban una identidad propia, no ser el lado oscuro de otro Clan. Pero a fin de cuentas, son lo mismo -.
- Un Zair… eso suena bien. ¿El hombre que fue a mi escuela para matar a Káiser era un Zair, no es así? -.
- Sí, lo era. Uno de mis mejores hombres –dijo Lamar y su mirada brilló con odio.- Uno de los mejores, asesinado por Káiser. Juro que lo haré pagar por ello y por todos los otros asesinatos -.
- ¿Ha habido más? -.
- Muchos más. Se ha convertido en una molestia. Pero bueno, ahora debemos concentrarnos en ti y en tu entrenamiento. Te asignaré a un Maestro fuera de lo común ya que tengo grandes expectativas contigo. Lord Zarduk se convertirá en tu Maestro, él se encargará de convertirte en un guerrero único -.
- ¿Lord? ¿Seré entrenado por un Lord? –dijo Mikael con cierta emoción.
- Así es. No es algo común, como te dije. Generalmente los entrenamos a todos juntos, y a los que sobresalen les otorgamos un Maestro normal. Pero en tu caso haremos una excepción -.
- Muchas gracias… Señor –dijo Mikael inclinándose frente a Lamar.
- Ahora muchacho, ve y descansa. Mañana comenzarás a entrenar, Cairos te llevará a tu habitación -.
Cairos comenzó a avanzar y Mikael fue tras él. Aún no podía creerlo, era un Zair y sería entrenado por un Lord. Podía estar seguro de que con el tiempo, sería capaz de vencer a Káiser. Vengaría el dolor que le causaba a Janvier y lo quitaría de su camino, lo alejaría para siempre de él. Así, Janvier sería suyo y de nadie más. Todo eso sólo con un poco de paciencia.
