El aire fresco le sentó bastante bien. Era agradable poder caminar por los jardines del castillo y despejar así la mente de todo lo que la turbaba. El beso de Káiser había sido más de lo que Janvier podía soportar en esos momentos, pero aún así estaba agradecido de que Káiser lo hubiera hecho. Quizá sólo haya sido por unos instantes, algo insignificante, pero para Janvier significaba más de lo que podía decir. En esos momentos lo daría todo por poder regresar el tiempo y haber actuado, haber devuelto el beso, en vez de haberse quedado estático como lo hizo. A pesar del aire fresco el sol estaba en su cenit y Janvier decidió sentarse bajo un árbol para disfrutar el lugar.

El árbol era enorme, tan ancho que su sombra cubría fácilmente el área de lo que sería una habitación de tamaño mediano. Un riachuelo corría cerca y le daba una atmósfera de paz al lugar con el sonido de su cauce. El viento fresco completaba la perfección de ese lugar. Káiser tenía razón al haberle dicho que los disfrutaría mucho. Janvier miró a su derecha y encontró una flor a su lado, de un rosa pálido tan suave y delicado que parecía como sacada de un sueño. Janvier se recostó en el pasto y se colocó frente a la flor para poder observarla mejor, disfrutando tanto de su belleza como de su aroma.

- Veo que estás muy cómodo -. Janvier volteó en dirección de la voz y se encontró con un joven a lo mucho dos años mayor que él. Era de piel blanca, cabello castaño claro, ligeramente rubio, ojos azul claro y almendrados. Janvier calculó que mediría cerca de 1.75 metros. Tampoco pudo evitar fijarse en su cuerpo, delgado pero se notaba que estaba en forma. A Janvier le recordó a un modelo que había visto una vez.- Los jardines son muy bellos a decir verdad, a mí también me gusta mucho venir aquí de vez en cuando, cada que tengo un rato libre -. El muchacho se acercó y se sentó junto a Janvier.- No te había visto por aquí y el Día de Reclutamiento aún está lejos -.

- Lo sé. Fui llamado por Lord Valgôr, llegué ayer en la noche -.

- ¿Por Lord Valgôr? Eso es algo inusual -.

- Sí, eso me dijeron. Pero Lord Valgôr dijo que tenía que estar aquí. Aún así, no me entrenarán sino hasta que tenga un Clan, y eso será hasta después del Día de Reclutamiento, cuando les den un Clan a los demás -.

- ¡Oh! –dijo el muchacho y bajó la mirada. Hubo silencio unos momentos y entonces volvió a hablar.- Perdona mi falta de educación, no me he presentado. Me llamo Aladar –dijo extendiéndole la mano a Janvier.

- Yo soy Janvier –respondió, incorporándose y tomando la mano de Aladar.

- Mucho gusto Janvier –dijo Aladar sonriendo.- Espero disfrutes estando aquí en lo que te asignan un clan. Aprovecha a conocer la isla y disfrutar todo lo que hay en ella, te será difícil hacerlo una vez que comiences a entrenar -.

- ¿Estamos en una isla? –dijo Janvier sorprendido.

- ¿No te lo habían dicho? -.

- No -.

- ¡Pues vaya que te informan! –rió Aladar. Su risa era suave, cristalina… Janvier quedó como hechizado por unos momentos y sólo reaccionó cuando Aladar volvió a hablar.- El castillo en el que se entrena a los guerreros está ubicado en una isla, en la mitad del Lago Onix. Es difícil llegar a ella por medio del agua, por eso los guerreros aprenden a transportarse para poder salir sin tener que cruzar el lago. Es por seguridad, tú entiendes -.

- ¿Y no podrían los guerreros de Tazir entrar de la misma forma? -.

- No, porque ellos no saben la ubicación de La Academia. Dicen que antes estaba en el Palacio Imperial, pero la cambiaron de lugar a este castillo luego de la traición de Lamar. Supongo que no es tan malo, pero me hubiera gustado ser entrenado en el Palacio -.

- ¡Vaya, en el Palacio! Eso también me hubiera gustado. Supongo que ha de ser más bello y lujoso que el castillo -.

- Sí, es posible. Pero en cuanto pueda salir iré a visitar el Palacio, es uno de mis sueños -.

- ¿Tú tampoco puedes salir? -.

- Nadie que no haya llegado a su tercer nivel de entrenamiento. Es decir, un Caballero en el caso de los Templarios o un Gaarth en el caso de los Jezith. A ellos ya se les permite salir del castillo, pero sólo a las batallas o si van acompañados de su Maestro -.

- Bueno, pero al menos pueden salir y eso es una ventaja. Yo no sé si sea capaz de soportar este encierro -.

- ¡Oh! No te preocupes por eso. Te acostumbrarás a estar aquí, no es tan malo como suena. Entre los entrenamientos, clases y ratos libres (que por cierto ansiarás con toda el alma) no tendrás tiempo para extrañar el exterior. Te acostumbrarás a estar aquí dentro y hasta lo hallarás confortable -.

- Bueno, espero que así sea. Al menos ya conozco a dos personas con las que podría pasar mi tiempo en lo que entro a un Clan… o bueno, quizá sólo sea una -.

- ¿Una? -.

- Sí… tú –dijo Janvier sonrojándose ligeramente, pero Aladar no lo notó.

- Oh, gracias –dijo Aladar sonriendo.- ¿Y qué fue de la otra persona entonces? -.

- Es mi tutor, pero no creo que pueda pasar mucho tiempo con él -.

- ¿Un tutor? ¿Qué no dijiste que no te entrenarían? -.

- No lo harán, pero Lord Valgôr quiere que alguien me cuide y me acompañe hasta que entre a un Clan. Quizá aprenda algunas cosas, pero no creo que sea algo importante, sólo lo básico como para poder encajar aquí -.

- ¿Y por qué dices que no cuenta? ¿Qué acaso está muy ocupado? -.

- No. Bueno, no sé, no creo. Si lo estuviera supongo que no podría ser mi tutor. Lo que pasa es que… bueno, es una larga historia, no quisiera hablar de ello ahorita. Discúlpame -.

- ¡Bah, no te preocupes! No importa, respeto tu privacidad. ¿Pero se puede saber quién es tu tutor? -.

- Káiser -. Ante la mención de ese nombre Aladar abrió mucho los ojos y miró fijamente a Janvier.

- ¿Káiser? ¿Es en serio? -.

- Sí, en serio -.

- ¡Dios mío! ¡No puede ser! -.

- ¿Qué? ¿Acaso es malo que él sea mi tutor? -.

- ¿Malo? ¿Acaso bromeas? ¡Es lo mejor que te pudo haber pasado! -.

- ¿Ah, sí? -.

- ¡Claro! Si supieras cuántos Zair matarían por ser sus pupilos, pero él on ha querido tomar a ninguno bajo su cuidado. Es el guerrero más famoso, después de Lord Valgôr -.

- ¿En serio? -.

- Sí. Supongo que parte de su fama se debe a que encabeza la lista de los más buscados por Lamar. Se ha puesto por su cabeza un precio más alto que por la del Emperador. Todos los caza recompensas de Tazir están tras él, pero todos resultan muertos, y él, sin un rasguño siquiera -.

- ¿Ni uno? ¿Ninguna herida en todas esas batallas? -.

- Ni una sola. Es algo increíble. Se le considera el tercer guerrero más poderoso de todos, depués del Emperador y de Lord Valgôr. Incluso hay quienes rumoran que puede ser más poderoso que ellos, pero son sólo rumores a fin de cuentas. Aún así, no deja de ser un guerrero sobresaliente -.

- Oye, pero si Lord Valgôr es el segundo más poderoso, ¿por qué no es el Gran Maestre de los Zair? -.

- Porque Lord Sass ya era Gran Maestre cuando Lord Valgôr apenas se convertía en un Maestro, y mientras Lord Valgôr pasaba a su puesto en el Consejo como Lord de los Jezith Oscuros, Lord Sass no se ha quitado de su puesto. Todos los puestos dentro del Consejo son vitalicios, y hasta que no muera uno de los miembros no habrá posibilidad de que alguien ocupe su posición. Lord Valgôr podría convertirse en Gran Maestre sólo si Lord Sass muere -.

- ¿Káiser qué título tiene? -.

- Es un Maestro, pero podría ya ser un Lord Zair si hubiera un puesto en el Consejo. Si él y Lord Valgôr estuvieran en el Consejo, estoy seguro de que muchas cosas cambiarían para bien de nuestro Imperio -.

- Y supongo que es por ese poder que Lamar lo busca tan desesperadamente -.

- Por eso y porque es el que le causa más problemas. Lamar sabe que Lord Valgôr y el Emperador son peligrosos para él, pero ninguno de los dos se muestra mucho en público. Son medidas de seguridad que se tomaron. En cambio, Káiser se mueve más fuera de estos muros o los del Palacio y se ha convertido en una molestia muy grande para Lamar -.

- Sí, puedo suponerlo. Después de lo que vi que le hizo a un Lord Zair de Tazir no me queda duda de por qué Lamar lo busca tanto. Supongo que no cualquiera es capaz de asesinar a un Lord Zair -.

- ¿Asesinar un Lord Zair? ¿En serio mató a un Lord Zair? -.

- Sí, lo vi todo. Lo derrotó usando un clon para distraerlo. Estoy seguro que podría haberlo hecho sin el clon, pero debo admitir que fue una estrategia muy buena. La cabeza por encima de la fuerza -.

- ¿Un clon? ¡Wow, qué hombre! No cualquiera es capaz de hacer eso. Tengo entendido que esa técnica sólo la pueden usar los Grandes Maestres y unos pocos Iluminados o Lords -.

- ¿Nada más ellos? Vaya… entonces, es mejor de lo que creí –dijo Janvier bajando su mirada.

- Sí, te digo que es un hombre excepcional. No por nada es la mano derecha de Lord Valgôr -.

- ¿A qué te refieres? -.

- A las Sombras -.

- ¿Las Sombras? ¿Qué demonios es eso? -.

- Bueno… no es algo que nos agrade mucho a los de mi Casta, pero debo reconocer que es útil. Las Sombras es un grupo formado por Guerreros Zair que están especializados en asesinar. Su nombre se deriva de su habilidad, pueden perseguir a su víctima como si fueran su sombra y asesinarla sin que se entere de lo que pasó. La muerte silenciosa es su especialidad. Káiser es el mejor del grupo después de Lord Valgôr, y aunque el trabajo no me parece del todo grato es un trabajo muy bien pagado, quizá el mejor pagado de todos -.

- ¿Y quiénes son sus víctimas? -.

- Otros Guerreros. Mientras los Templarios Oscuros se centran principalmente en los Guerreros de Tazir, Las Sombras buscan principalmente a los Guerreros desertores, es decir, a los guerreros de Qattarh que deciden unirse a Lamar. Pero también se encargan de los guerreros que Lamar recluta -.

- ¿Hay Guerreros que los traicionan? –dijo Janvier sin poder creerlo.

- Sí. Se creía que nadie haría eso, ni siquiera los Zair que son la Casta con peor reputación. Ya sabes, fríos, sin emociones, muy apegados al Lado Oscuro. Sin embargo, todo el Imperio se llevó una gran sorpresa cuando supieron que Lamar, un Iluminado Templario, había traicionado a los suyos. Nadie lo esperaba de un Templario, pero sucedió. Y desde entonces, hay Guerreros que deciden dejar el Imperio y unirse a Lamar, lo cual es muy problemático para nosotros. Afortunadamente, Lord Valgôr creó a Las Sombras para detenerlos. Así evitan que los traidores se unan a Lamar -.

- Ahora veo por qué es un trabajo tan bien pagado. No ha de ser fácil asesinar a alguien que anteriormente fue tu amigo -.

- Los Zair no tienen problema con ello. Ya te dije que son fríos y sin emociones, son la Casta más cruel de todas. Ellos no sienten nada al momento de matar a alguien, simplemente lo hacen. Son asesinos de sangre fría, casi inhumanos. Káiser es el más representativo de todos en ese punto, tanto que ha sido llamado "El Ángel de la Muerte". Otros lo llaman "Témpano de Hielo" por su frialdad excesiva -.

- ¿El Ángel de la Muerte? ¿Por qué Ángel? -.

- Bueno… es que hay que admitirlo, es muy bello –dijo Aladar sonrojándose un poco.- Tan bello que parece un ángel de verdad, pero frío y mortífero como un demonio. Esa es la clase de hombre que… ¡Ay, olvídalo! -. Aladar bajó la mirada y se volteó.

- ¿Acaso te gusta? –dijo Janvier suspicazmente.

- Bueno… -. Aladar volvió a levantar la mirada.- ¿No te incomoda, o sí? -.

- ¿Qué? ¿Incomodarme? -. Janvier palideció. ¿Sabría Aladar algo acerca de lo que pasaba entre él y Káiser?- ¿Por qué lo dices? -.

- Bueno, es que hay hombres que no les gusta oír hablar de eso. Ya sabes, lo sienten algo antinatural y les desagrada -.

- ¡Ah, eso! –dijo Janvier aliviado.- No, no tengo problemas con eso -.

- Gracias –dijo Aladar sonriéndole. Janvier bajó la mirada.

- ¿Es muy común eso aquí? Es decir, los casos como tú -.

- Bueno, un poco. No son muchos, pero de que existen, existen. Incluso hay chavos que no son como yo pero estando aquí tienen al menos una experiencia. Ya sabes, muchos hombres jóvenes encerrados juntos por mucho tiempo… esas cosas llegan a pasar. El Consejo no lo prohíbe afortunadamente, pero cuidan que se mantenga cierta decencia y discreción en ese punto -.

- Sí, supongo que debe ser así. No creo que le hiciera buena fama a los guerreros que se supiera -.

- De hecho, por eso se mantiene oculto. Pero yo hasta ahora no he hecho nada -.

- ¿Nada de nada? -.

- Nada de nada. Estoy esperando por alguien especial, alguien que se robe mi corazón y que yo me robe el suyo. A decir verdad me gustaría mucho que fuera Káiser, pero dicen que en estos momentos no es buena idea mencionarle el tema ya que acaba de tener una mala experiencia con su última pareja. Parece que lo dejó por otro, ¿lo puedes creer? Un tonto si me lo preguntas, no sabe lo que se perdió -. Janvier se sonrojó y apretó los puños, con una mezcla de furia y pena por las palabras de Aladar.- Pero bueno, eso no importa, de cualquier manera no creo que él se vaya a fijar en mí. Sólo soy un Cruzado, aún no alcanzo el nivel de Caballero como para hacerme fama en una batalla o algo parecido. Seguro seguiré invisible para sus ojos -.

- No te preocupes Aladar. Estoy seguro de que puedes hacer algo por que se fije en ti, o en su caso, conseguir a alguien más. Supongo que ha de haber otros chavos que valgan más la pena -. Janvier trataba de parecer amable, pero le costaba trabajo. No sólo se sentía agredido por lo que Aladar había dicho, sino que estaba celoso de que Aladar quisiera quitarle a Káiser.

- ¿Otros que valgan más la pena? No creo que nadie la valga más que Káiser. Él está muy por encima de cualquier otro -.

- Bueno, si tú lo dices -. Janvier bajó su mirada y comenzó a jugar con el pasto. Hubo un momento de silencio entre ambos, hasta que oyeron una voz.

- ¿No se supone que tú deberías estar en camino al comedor? -. Ambos muchachos voltearon. Tras ellos estaba Káiser parado, mirando a Aladar. Aladar se sonrojó y bajó la mirada.

- Lo siento, Señor -.

- ¿Cuál es tu nombre muchacho? -.

- Aladar, Señor -.

- Muy bien Aladar, date prisa en llegar al comedor. Sabes que a tus Maestros no les parecerá que llegues tarde -.

- Sí Señor, con permiso. Hasta luego Janvier -. Aladar se levantó y regresó al castillo con paso rápido, aún con la mirada baja.

- Bien, en cuanto a ti, también es hora de que comas. Ven conmigo -. Káiser dio media vuelta y comenzó a caminar. Janvier se levantó de su sitio y fue tras él. Llegaron así a la orilla de un estanque donde, bajo la sombra de un árbol, estaba un mantel y platos con comida.- Espero te guste, la preparé yo -.

- ¡Oh, gracias! –dijo Janvier sentándose y tomando un plato de arroz con carne.

- Veo que ya comenzaste a socializar -.

- Bueno, no exactamente. Yo estaba bajo el árbol y él se acercó a saludarme -.

- Bueno, pero algo es algo. Te recomiendo que vayas conociendo más gente. Aprovecha todavía que no empiezas a entrenar, porque luego te costará mucho trabajo socializar con alguien que no sean los compañeros que entrenen contigo -.

- ¿Tan duro es el entrenamiento? Aladar me dijo que también debía aprovechar mis ratos libres porque después los extrañaría -.

- Sí, hazle caso. El entrenamiento es bastante pesado, no hay fines de semana ni días festivos. Entrenas todos los días sin parar y con sólo unas cuantas horas de descanso. Muy agotador -. Káiser dio una mordida a su sándwich mientras Janvier seguía comiendo su arroz. Tras unos momentos de silencio, Janvier volvió a hablar.

- ¿No se te hace curioso? -.

- ¿Qué cosa? –respondió Káiser mirando extrañado a Janvier.

- Me proteges porque Lamar está buscándome para entrenarme él, pero tú también eres muy buscado por Lamar. El más buscado según tengo entendido -.

- Sí, bueno, me he ganado mi fama. Pero además, Lamar se merece lo que le he hecho a sus Guerreros y su Imperio -.

- Sí, de eso estoy seguro. Y debo admitir que me sorprende. Nunca creí que serías tan famoso ni tan… único -.

- Aladar te estuvo contando de mí, ¿no es cierto? -.

- Sí -.

- Diciéndote que soy un guerrero único, de los más poderosos, que todos envidian y adoran, soy el ídolo de muchos y la peor pesadilla de Lamar -.

- Pues… sí, en cierto modo sí me dijo eso -.

- Llamándome "Ángel de la Muerte" y "Témpano de Hielo", ¿o no? –añadió Káiser con una mirada fría.

- Sí, también eso –respondió Janvier algo intimidado.

- Bueno, supongo que no podré mantener la vida tranquila que quiero con gente como él -.

- ¿A qué te refieres? -.

- No me importan los halagos que me dan, es más, ni siquiera los quiero. Sólo quiero vivir y ser yo, servir al Imperio como cualquier otro guerrero y llevar una vida normal. No perseguido, ni temido, ni alabado, ni odiado. Sólo quiero ser yo -. Janvier lo miró sin decir nada. Finalmente Káiser se había abierto un poco, había dicho algo de lo que sentía. ¿Hace cuánto que Janvier no lo veía hacer eso? Sonrió para sus adentros y siguió comiendo. "Quizá, tenerlo como tutor no sea tan malo después de todo", pensó mientras miraba a Káiser recostado en el pasto. De verdad era como un ángel.

- ¿Ésta será mi habitación, en serio? -.

Janvier miraba asombrado la habitación a la que Káiser lo había llevado, ubicada en el quinto piso del castillo. Era una habitación un poco más pequeña que la de Lord Valgôr, pero con un aire de más lujo y elegancia. Tenía un ambiente más acogedor, con una chimenea que despedía luz y calor, llenando la habitación de una atmósfera seductora. Era casi como estar hospedado en un hotel de cinco estrellas en las montañas.

- Sí, será ésta. Espero que estés cómodo -.

- Seguro que sí –dijo Janvier embelezado. Reparó entonces en una pequeña vitrina que contenía una espada dentro. Se acercó y la observó con detenimiento, reparando de repente en algo que lo dejó boquiabierto: el mango de la espada tenía escrito el nombre de Káiser. - ¿Es tuya esta espada? –le preguntó volteando a verlo.

- Bueno… sí, lo es. Es la espada que me dieron el día que me convertí en un Gaarth -.

- Entonces… ¡ésta es tu habitación! -.

- Eee… pues sí, lo es –respondió Káiser como tratando de no darle importancia al asunto.

- ¿Y me la estás dando para que me quede en ella hasta que sea asignado a una Casta? -.

- ¿Y qué tiene de extraño? -.

- Pues que… -. Janvier miró a Káiser y se sonrojó.- Que no hacías algo parecido por mí desde hace mucho. Ya sabes… -.

- Desde que andábamos -.

- Eee… sí. Desde que andábamos -.

- Bueno, pues entonces ya no podrás quejarte por un tiempo. Que descanses, buenas noches –dijo Káiser dando media vuelta para salir de la habitación. Sin perder un solo segundo, Janvier corrió hacia él para detenerlo y lo tomó de la mano.

En un abrir y cerrar de ojos, aprovechando la sorpresa de Káiser, Janvier tomó su cara con la mano libre y lo besó, pagando así el beso que Káiser le había dado en la mañana. Káiser no hizo nada durante unos segundos, pero al reaccionar tomó a Janvier por la cintura y lo acercó a él. Ambos muchachos estuvieron así por unos momentos, hasta que al fin Káiser se separó. Miró a Janvier. Tenía lágrimas en los ojos y lo miraba con una mirada tan dulce que sería capaz de derretir hasta las rocas.

- Káiser, te extraño -. La voz de Janvier era baja y hablaba con cierta timidez, pero a la vez con mucho amor.- Sé que me equivoqué y me arrepiento de lo que hice. Fui un tonto, lo acepto. Perdóname por favor -.

- Janvier… -. Káiser sólo lo miraba sin decir nada más. El corazón de Janvier latía muy aprisa.- Janvier, lo siento, pero este no es el momento adecuado para resolver ese asunto -. Káiser bajó la mirada. Janvier estaba sorprendido. ¿Acaso era posible que ese hombre de la mirada fría, ese "Témpano de Hielo", no fuera capaz de soportar su mirada en esta ocasión?

- ¿A qué te refieres con que no es el momento de resolver esto? ¡No hay mejor momento que éste! -.

- No Janvier, éste no es el momento. No debía haberte besado, fui un tonto. ¡Perdóname! -. Antes de que Janvier pudiera hacer algo, Káiser desapareció de la habitación, dejándolo solo en medio de aquel cuarto que Janvier comenzaba a encontrar melancólico.