HARRY POTTER Y EL JARDÍN DE LOS TEMORES
Capítulo 1: Recuerdos, Nostalgia y Emoción
Solo había pasado una semana, dos días y pocas horas, desde que Harry se despedía de sus amigos en la estación de tren, sin embargo el tiempo le pasaba tan lento, que parecían ya meses... Continuaba escribiéndose con ellos e incluso hablaba por teléfono con Hermione, a diario. Su tío se lo permitía sólo por miedo a recibir una visita incomoda de los amigos magos protectores de su sobrino...
Durante este tiempo, Harry se había propuesto no pensar en Voldemort ni en la profecía, ni en Sirius, ni en lo sucedido el año anterior, al menos hasta empezar el siguiente. Había dedicado toda la semana a diseñar un plan de verano... Debía mantenerse ocupado, algo que no resultaría difícil, ya que los deberes del colegio le llevaban mucho tiempo.
Ron le mencionaba en sus cartas, que pronto irían a verlo para llevarlo a la Madriguera. Todo se daría en cuanto Dumbledore lo considerara seguro. Harry solo podía pensar en eso todo el día. Se imaginaba la casa, a la familia Weasley, la comida, ¡todo! Hasta el más mínimo detalle. Tal vez esas cosas le daban esperanzas y fuerzas para seguir adelante. No obstante, tenía que admitir que sus vacaciones habían sido bastante buenas, hasta el momento. Sus tíos lo molestaban menos y Dudley pasaba mucho tiempo fuera de la casa con sus "amigos"; tenía toda la tranquilidad posible...
Una mañana, se encontraba en su cuarto estudiando las leyes para la transformación de seres vivos, cuando una lechuza entró por su ventana abierta. Harry, pensó que era la que le traía el periódico diariamente, pero cuando se acercó al ave, esta no traía consigo el diario, sino un pequeño paquete envuelto en papel café. No tenía remitente. Harry lo abrió y encontró una pequeña caja negra dentro de la cual, había un pequeño trozo de pergamino verde con filos dorados. No tenía nada escrito, sólo un dibujo de una pequeña rosa en la esquina derecha del pergamino.
-Qué extraño!- pensó. No tuvo mucho tiempo para preocuparse por el extraño papel, ya que al instante su tía lo llamó para que baje a almorzar.
La noche siguiente, recibió una carta de parte de Ron. Estaba especialmente entusiasmado. Tenía un buen presentimiento... la abrió con desesperación y la leyó con atención en voz alta:
Hola Harry! Buenas noticias! La Orden se reunió hoy por la mañana y concluyeron que sí era seguro dejarte venir... mañana, alrededor de las tres de la tarde, iremos a verte para traerte a casa, donde perteneces...
Harry se puso a saltar eufórico... se iría! Cuánto lo había estado esperando... Tenía un nuevo plan de verano: pasarla bien junto a su mejor amigo... Continuó leyendo la carta con emoción.
...Hermione también vendrá, pero en dos semanas. Quiere pasar un poco más de tiempo con sus padres y se irá a Italia por cinco días a visitar a su tía que vive en Ravenna. Me pidió que te lo dijera y te mandara saludos. Bueno, te dejo para que empieces a empacar. Adiós!
La felicidad lo invadía. Decidió arreglar sus cosas lo antes posible. Reunió toda su ropa y la metió ordenada, pero apresuradamente en el baúl. Luego, tomó todos los libros y cuando estaba por lanzarlos todos sobre la cama, se le resbalaron de las manos. Se agachó para recogerlos y entre todo, descubrió la pequeña caja negra que había recibido días antes... no le había puesto mucha atención antes y tampoco tenía ganas de revisarla ahora... podría hacerlo otro día.. en ese momento, lo único que quería era pensar en el mundo mágico. Metió todo en su valija, incluyendo la cajita y se acostó en la cama.
Miró al techo y recordó los buenos momentos que había pasado en la Madriguera los años anteriores. De la nada, comenzó a pensar en Sirius y se entristeció muchísimo. Metió su mano bajo la cama y sacó el espejo que su padrino le había entregado el año anterior. Lo miró fijamente. Lo había intentado todo para comunicarse con él, pero no recibía respuesta. Se había dado por vencido. Tomo el espejo y lo envolvió en papel de empaque para que no se dañe. Lo metió en su baúl con cuidado y se acostó a dormir.
Cuando despertó al día siguiente, se encontraba de buen humor. Después de arreglarse, bajó a desayunar a la cocina, donde tío Vernon le platicaba a Dudley acerca del gran futuro que le esperaba en su compañía.
-Buenos días.- Harry no recibió respuesta alguna. Tomó un plato y lo llenó con cereal y leche. Iba a subir a su habitación a comer, cuando su tío lo detiene.
-¿Y qué se supone vas a hacer hoy, muchacho?
-Nada... Unos amigos vienen a verme.- solo lo decía así porque quería ver su reacción, la cual fue exactamente la que esperaba.
-¡Qué! No puedes traer fenómenos a mi casa! Absolutamente no!
-Sólo vendrán a recogerme... Me iré esta tarde.
-Sabes que no podemos dejarte ir!
-Tengo permiso, de Dumbledore y te aseguró que no necesito el tuyo.
-No me hables así!
-No los entiendo. Deberían estar felices de que me vaya. Así no tendrían que soportarme! Pensé que querrían deshacerme de mí!
-No es tan sencillo...
-No me importa! El punto es que me voy hoy y no hay nada que puedas hacer para detenerme.
-¿Sabes qué? Lárgate! Tienes toda la razón! Para qué quiero tener una molestia como tú en mi casa?
-Exacto! Ahora, estaré en mi habitación por si alguno de ustedes desea fastidiarme el día...
La mañana pasó tranquilamente. Tío Vernon salió a trabajar y tía Petunia fue a visitar a unas señoras tan cotorras como ella. Dudley comía frente al televisión. Los únicos sonidos que se escuchaban en toda la casa eran el murmullo de la tele y el crujido de papas fritas.
A las tres de la tarde en punto, el timbre sonó y Harry corrió hacia la puerta. Frente a ella lo esperaban Ron, el señor Weasley y Lupin, todos vestidos en ropas muggles y con una sonrisa en la cara.
-Hola socio! Cuánto tiempo sin vernos!
-Hola Ron, señor Weasley, Profesor Lupin...
-Vamos Harry, vinimos a rescatarte. Trae tus cosas. Todos te están esperando en el auto.
-¿auto?
-Oh! Sí.. es una historia un tanto larga.. te la contaré luego... vamos! Te ayudaré a traer tus cosas...
Dudley no se había inmutado de lo que sucedía, seguía viendo su programa pasivamente. Ni siquiera se dio cuenta cuando Harry salió de la casa con su baúl, la jaula de su lechuza, una escoba y el resto de sus pertenencias.
