Capítulo 3: Confesiones Extrañamente Incómodas
Una tarde, mientras Harry terminaba una carta para Hermione, Ron se le acercó y se sentó frente a él. Se lo veía muy serio, un poco nervioso y tal vez preocupado.
-Harry, podemos hablar? Es importante...
-Claro! Qué sucede Ron?- Harry guardó la carta que escribía y se acomodó para escuchar a su amigo con toda la atención del mundo.
-Es sobre Hermione.. Necesito un consejo..
-Qué pasa? Algo malo?
-No! Noo! Bien... ehh... no se cómo decirlo... ¡ya! ¡Ahí va! Me gusta Hermione...
-Oh! Sí? a mí también...
-Qué? -La cara de Ron mostraba confusión, admiración y molestia, todo al mismo tiempo.
-Ya sabes es una gran amiga... la conocemos desde hace tanto...
-No, Harry... no lo entiendes... me gusta... eh... como más que una amiga...- Al decir esto, la cara de Ron cambio de color notablemente para tomar un tono rojizo...
-Oh... – Harry empezaba a entender lo que su amigo le decía y, la verdad, le incomodaba mucho la conversación- Oh! ya entiendo!.. Y se lo has dicho?
-Nooo! No puedo! Ese es el problema. Tengo miedo de que al decírselo, ella no sienta lo mismo y bueno, no quiero arruinar nuestra amistad.. es algo muy especial y no deseo perderlo.
En realidad, Harry no quería que Ron le contara a Hermione sobre sus sentimientos. No sabía por qué, pero el que sus mejores amigos se convirtieran en algo más que amigos le molestó profundamente. Desechó al instante esos pensamientos y decidió, que apoyar a su compañero era lo que le correspondía
-Creo... creo que deberias decirselo...
-Pero.. y si...?
-Nunca lo sabrás, a menos que lo intentes...
-Tienes razón! Lo haré en cuanto... llegue la próxima semana! Sí! El día de su arribo coincide con tu cumpleaños! Lo haré durante la "cena" sorpresa que mamá te preparará! Será la ocasión perfecta... Gracias! -Harry veía como su amigo se paseaba por toda la sala, como hablando consigo mismo...
-De nada! Para eso estoy aquí! Para darte ánimos y apoyarte en todo!
-A propósito, no le digas a mamá que te dije lo de la fiesta sorpresa...
Esa noche, no pudo dormir. Todo le recordaba a la conversación que había tenido con Ron y le impresionaba lo hipócrita que se había portado. Sabía que muy dentro de él, algo quería que Hermione lo rechazara.
-Madura! –pensó- Si en verdad te importan, querrás verlos felices. Deja de ser tan egoísta!
La semana transcurrió con normalidad. Se levantaban tarde, jugaban quidditch durante un buen rato, conversaban, jugaban ajedrez mágico y hacían una que otra tarea, forzados por la señora Weasley. Se divertían probando voluntaria e involuntariamente los experimentos de Fred y George El mes se escapó volando como el viento y el día en el que Hermione llegaría se aproximaba. Dos días antes del tan esperado día, Harry sorprendió a Ron, varias veces, practicando el discurso que le daría a la chica, lo que, de cierta forma, le hacía sentir peor.
Cuando por fin llegó el día, Harry se sentía tan nervioso como Ron. Era como si fuera él, quien le diría a Hermione lo que sentía... pero... él no sentía nada... Sólo le preocupaba el resultado y la forma que todo tomaría después de ese día. Bajó a tomar desayuno y en la cocina estaban Ron, el señor y la señora Weasley y Ginny.
-Feliz día, Harry!-dijeron todos juntos cuando lo vieron entrar.
-gracias!
-no quería que lo supieras, porque sabía que dirías que no, pero vamos a hacerte una pequeña "cena"especial por tus dieciséis años. ¿qué te parece? sólo la familia y Hermione que llega hoy.- dijo la señora.
-No tenían que molestarse.
-No es ninguna molestia...
después de almuerzo, Harry, Ron y Ginny se sentaron frente a la chimenea a esperar. La madre de Hermione le había escrito a la señora Weasley pidiéndole que se encontraran en el Caldero Chorreante para que Hermione se vaya con ella a la Madriguera por los polvos flu. El carro de su papá se había dañado y no podían llevarla hasta la casa. Cuando finalmente aparecieron en la chimenea, todos se acercaron a saludarla.
-Hola a todos!- dijo en tono alegre.
-hola!- Ginny se le abalanzó y le dio un fuerte abrazo- Genial! Ya tengo con quien estar! Ser la única chica era tan aburrido... la chica le respondió con una sonrisa.
-Hola Hermione. – Harry se acercó y la abrazó con cariño. Tardaron un buen rato en separarse.
-Hola ingrata!- le dijo Ron en tono burlón
-Hola Ron. ¿cómo has estado? Perdón por no escribirte...- le respondió la joven sonreída. Estaba vestida con un pantalón y una blusa de rayas. Su pelo suelto brillaba notablemente. Había cambiado demasiado en solo tres semanas. Estaba alta y delgada como siempre, esbelta, pero se la veía diferente... Quizá, aún más hermosa que el año anterior y todo el mundo parecía notarlo.
