Todo lo que ya hayan leído en los libros de JK Rowling es pura y exclusivamente suyo. Todo lo demás, es completamente inventado. Sin fines de lucro.
3. El equilibrio
It could bend or it could break
That's the risk that you take
"What If", Coldplay.
8 de diciembre
"Esa no queda bien ahí, ya hay muchas coloradas de ese lado"
"¿Una verde?"
"Si, esa quedaría mejor"
Era agradable. Finalmente estaban comportándose normalmente con el otro, en una especie de tregua acordada tácitamente. Extrañamente, lo que había pasado el día del cumpleaños de Michael, unos diez días atrás, había creado una especie de puente entre los dos, aunque muy débil. Por supuesto, había reservas. No era como antes, pero se sentía bien. Habían logrado conversar, al menos. Y ese era todo un logro.
"No, esa se destacaría más en la punta¿no te parece?"
"¿Con un moño colorado a un lado?"
"Sí"
Estaban solos, batallando contra todo. Y confiaban en que podrían salir íntegros, a pesar de que ninguno de los dos se lo había dicho al otro.
"La estrella está rota, habrá que comprar otra"
"Lo hago en la tarde"
"¿Dónde irás?"
Tenía que constar que él había preguntado. Ella intentaba evadir el tema, aunque era casi imposible, por supuesto. No quería responderle. Ahí estaría de nuevo el silencio, insaciable. ¿Era necesario que aquel etéreo momento se terminara?
"Ginny me ha comentado que están de rebaja en un local cerca. Yo… aprovecharé a comprar ya algunas cosas para el bebé".
Y ahí estaba. El silencio insaciable, tan profundo y doloroso como siempre, como se había acostumbrado a sentirlo. Como un filo permanente, siempre al asecho. ¿No era suficiente¿Era que estaba condenada a tener que soportarlo por siempre? No, por supuesto. No por siempre. Solamente hasta que ellos se fueran y todo volviera a la normalidad, o a la normalidad que ahora le estaba impuesta.
"Veo"
Se sentía terriblemente mal. ¿Qué podía hacer? Nada. Absolutamente nada. Era completamente irreversible, un cambio que no podría pasar desapercibido por más que ella así lo quisiera. Él sufría. Por ella. Y eso no era algo que le ayudara a sobrellevar su culpa, mucho menos cuando lo tenía cerca todo el día y notar su sufrimiento era algo inevitable.
"Dorada estará bien¿no?"
Y ahí estaba. El silencio insaciable, tan profundo y doloroso como siempre, como se había acostumbrado a sentirlo. Como un filo permanente, siempre al asecho. ¿No era suficiente? No, definitivamente. Siempre habían tenido que sufrir, por separado, juntos, no importaba. Siempre. Primero, habían sido seis largos años de susurros y anhelo escondido, seis largos años esperando una declaración tardía. Luego, la felicidad tan deseada, tan soñada. Tan perfecta que parecía casi irreal, por siete años de ensueño. Y el ahora. El ahora, que parecía desterrar todo lo anterior, sin dejar rastro de lo que había sido, y de lo que podría haber sido.
"No, creo que plateada será mejor"
Ya lo había aceptado. Había sido un error, y lo había olvidado, pero no podía perdonarle. Había algo que se había perdido entre los dos, aunque podía sentir aquella esencia flotando en el aire que los dos respiraban. No tenía arreglo, estaba perdido. Estaba condenado. Condenada ella, también. Los dos habían hecho las cosas mal, eso no estaba en discusión. Simplemente no les había tocado el mejor destino. ¿Había algo que hacer contra eso?
"¿Las borlas¿No quedará muy sobrecargado con todas?"
"Sí, quedará horrible. Mejor pon sólo las campanitas"
"¿Es demasiado necesario¿Justo ahora tienes que irte?"
"Yo no lo decido"
"Pero puedes pedir que manden a otra persona¿no es cierto?"
"Sí, puedo hacerlo, pero no quiero perderme esta misión. Ya sabes eso"
"Hay cosas más importantes que una estúpida misión ahora¿no crees?"
"Puede esperar"
"¿Puede esperar¿Significa eso que yo puedo esperar?"
"No, no estoy diciendo eso"
"¿Qué es entonces? Estás diciendo que nuestra boda puede esperar¿o no?"
Era doloroso. Finalmente estaban comportándose normalmente con el otro, en una especie de tregua acordada tácitamente. Era muy doloroso. ¿No podían tan sólo dejarlo todo, renunciar, y seguir solos? No. Luego de quince años, no habían podido pasar siquiera tres meses separados. Una vida entera era demasiado tiempo.
"¿El adorno de la puerta?"
"…"
"Lo tiraste¿no es cierto?"
"Sabes que sí"
"¿Piensas hacerlo?"
"No lo sé"
Su cabeza era un desastre. El shock había sido completo, después de haber pasado cuatro
meses sin verla. Podía no parecerlo, pero era mucho tiempo. Y era mucho más considerando las circunstancias que los habían separado. Eso convertía, aunque fuera un solo segundo, aquel tiempo en el más eterno, hiriente e insoportable que alguien pudiera alguna vez atravesar.
"Es una locura"
"Lo sé"
Lo sabía. Era una locura. Pero ella estaba tan desesperada… él jamás le había visto así. Había sido algo sumamente alarmante, esa expresión en sus ojos. Era algo realmente grave para ella, a pesar de que cualquier otra persona hubiera considerado aquel planteo como el que hubiera hecho una persona insana.
"¿Piensas hacerlo?"
"No lo sé"
"Tendré que comprar otro esta tarde, entonces"
"Supongo"
Y ahí estaban. El susurro, insaciable, y el filo, amenazante. Las brasas, ardiendo otra vez, como siempre. Como se había acostumbrado a sentirlas, ardientes.
ºººººº
"Michael, no hagas eso" advirtió Ginny a su pequeño hijo, que jugaba con las borlas del árbol de Navidad y amenazaba con romperlas.
El crujido de la puerta al abrirse se escuchó a lo lejos y entonces Michael perdió todo interés en los adornos. Se levantó del suelo, dejando caer las borlas en el proceso, y corrió al vestíbulo. Unos segundos después, regresó colgado del cuello de su padre.
"Michael, con tranquilidad" pidió Ginny, otra vez, al ver que el niño estaba tirándole de los pelos a su padre con mucha fuerza.
"Mami, a papá no le duele" se justificó Michael, haciendo muecas con la boca.
"Sí, mucho" asintió Harry, mientras Michael le daba un cariñoso beso en la mejilla, habiendo cumplido con su parte del ritual de recibimiento.
Harry lo bajó y él volvió a concentrarse en los adornos del árbol, mientras Ginny se levantaba para cumplir con sus propios pasos: una caricia en el cabello, una sonrisa y luego un suave beso en los labios.
"¿Cómo fue todo hoy?" preguntó, al tiempo que desabrochaba los botones de la capa de Harry.
"Bien, creo" fue la escueta respuesta de él.
"¿Qué pasó?" quiso saber ella, con el entrecejo fruncido. Le sacó la capa y la colgó en un perchero que estaba a la derecha, clavado en la pared junto a la chimenea.
"Nada, en realidad" contestó Harry, acomodándose los anteojos sobre el puente de la nariz. "Ron se fue temprano, parece que Hermione no se sentía bien".
Ginny le miró con los ojos muy abiertos. "¿Le llamó?"
"Le mandó una lechuza, y él salió corriendo a casa" contó, levantando las cejas. "No sé qué pasó luego, ya no regresó".
"Papi¿me ayudas a poner esto?" interrumpió la voz de Michael desde el suelo. Harry se agachó y le tomó por debajo de los hombros, levantándole algunos metros. El niño estiró el brazo y colocó en la punta del árbol una estrella dorada muy grande. Aplaudió un par de veces, emocionado. "¡Bájame, bájame!" pidió enérgicamente. Salió corriendo del cuarto no bien sus piecitos volvieron a tocar el suelo y sus padres escucharon algunos segundos más tarde que subía las escaleras con paso lento pero enérgico.
"¿No está demasiado activo hoy?" preguntó Harry con el entrecejo fruncido.
"Navidad, ya sabes" respondió ella simplemente. "Están muy complicados¿no? Creí que Hermione podría controlarse, pero veo que no". Ginny suspiró. Cruzó las manos tras la espalda y se apoyó en la pared contigua a la chimenea. "Van a terminar peor que antes aún. Le dije a Ron que no lo hiciera, pero no me escuchó, y ahora ya no tiene retorno" dijo lastimeramente.
"Ron estaba muy preocupado hoy. No creí que volvería a verlo así por Hermione" agregó Harry, asintiendo lentamente con la cabeza.
"Me prometió que no iba a dejar que nada volviera a surgir entre los dos" comentó Ginny, más para sí que para Harry, volteando el rostro hacia un lado.
"Tal vez no pudo evitarlo" aventuró él, al tiempo que se acercaba unos pasos a ella. Le acarició una mejilla con el dorso de la mano y Ginny cerró los ojos. "Sé que estás muy dolida con ella, y yo también lo estoy" empezó, e hizo una pausa para luego continuar "pero debes, debemos dejar que los dos arreglen sus asuntos solos"
"No quiero que Ron vuelva a sufrir, y tampoco quiero que ella lo haga"
"Está bien, no debes involucrarte en eso. Podrán salir enteros de esto, tranquila"
ººººº
Eran pasadas las doce cuando los señores Granger regresaron. Hermione no sabía dónde habían estado toda la mañana, pero, por como volvieron, podía darse una no muy desacertada idea: paquetes, paquetes, paquetes y más paquetes entraron en procesión tras ellos en dos carritos que conducían muchachos empleados de un negocio conocidísimo de elementos para nuevos nacidos.
"¿Qué significa todo esto?" preguntó, entre sorprendida y sulfurada.
"Regalos, por supuesto, qué más" contestó con entusiasmo Jane.
"Mira ese"
"Es hermoso"
"Tal vez algún día la necesitemos y podremos comprarla entonces¿no?"
"Tal vez"
"¿Nada aún?"
"No, nada. ¿Sabes? Estuve pensando que sería conveniente que visitáramos un médico. Es extraño que después de tanto tiempo…"
"No te preocupes. Ya vendrá"
"Pero no tenían porqué hacer esto. Yo misma iba a encargarme de ello, mamá" reclamó Hermione, observando cómo los dos muchachos descargaban todos los paquetes y los dejaban apilados junto en un rincón del vestíbulo. Charles se acercó a ellos, le dio algunos billetes a cada uno y luego los jóvenes salieron de la casa con sus carritos vacíos.
"Oh, déjalo" soltó Jane para Hermione, moviendo las manos como si estuviera espantando moscas con ellas. "Ven, ven, quiero que veas todo lo que trajimos" pidió, con el mismo entusiasmo imperturbable. "¿Dónde está Ron? Dile que venga, dile que venga".
"Está en el estudio, trabajando. Mejor no le molestamos¿si?".
Lo peor que podía hacerle. Obligarle a participar de un circo aún más nefasto y doloroso que en el que ya estaban participando como las atracciones principales. La gente iba a verlos a ellos, haciendo malabares, equilibrio sobre bolas gigantes. Malabares, equilibrio. Eso era. Equilibrio. Eran los mejores en ese número. Las ovaciones eran descomunales, el público aplaudía de pie. Aquello no se lo hubiera perdonado nunca. Y ya que las cosas entre los dos estaban siendo medianamente transitables, no había razón alguna para arruinarlo de aquel modo. Equilibrio. Si lo perdía, la bola gigante ya no estaría bajo sus pies, y podía considerarse por perdida si llegaba a caer al suelo. Al dueño del circo no le gustaría que eso pasara, no. Él exigía que todo saliera como debía, a la perfección. Ellos lo exigían. Y entonces necesitaba del equilibrio. ¿Valía pendiendo de una cuerda invisible atada al techo? Era equilibrio al fin. El engaño no se veía, los espectadores quedaban contentos y el negocio seguía su curso. Valía.
"Bien, como quieras" aceptó la mujer, sin dejar que su excitación se viera alterada por la extraña actitud de Hermione. "Ven, ven a ver".
"Por favor, necesito tu ayuda"
"No lo haré, estás completamente loca"
"Ron, por favor. Piénsalo al menos"
"He dicho que no. Quiero que te vayas. Y no vuelvas"
Primero rompió el envoltorio del paquete más grande. Hermione sintió que las pulsaciones se duplicaban, que el corazón iba a salírsele del pecho.
"¿No es precioso, hija?" quiso saber Jane, sin dejarle tiempo a procesar aquello.
Estaban cada vez más ansiosos. Lo deseaban cada vez más, pero no llegaba. Al menos les quedaba la boda. Algunos meses más y estarían unidos por siempre, a pesar de que ya lo estaban sin tener que firmarlo. No podía evitarlo: yendo camino al trabajo, pasaba todos los días por el local y se detenía en la vidriera a mirarlo. Era hermoso. Quería comprarlo, y poder usarlo, con su hijo. Estaban cada vez más ansiosos. Lo deseaban cada vez más, pero no llegaba.
"¡Ron, hijo!" escuchó que exclamaba su padre. Parpadeó un par de veces, saliendo del trance en el que había caído involuntariamente y enfocó la vista. Ron se había reunido con ellos en el vestíbulo y estaba saludando a sus padres. "Ven, muchacho, mira lo que les hemos traído" Charles señaló el moisés, y Ron pareció entrar en el mismo trance del que Hermione acababa de salir.
La extrañaba, muchísimo. Jamás habían pasado tanto tiempo separados. Claro que un mes no era tanto tiempo en términos concretos. Pero para él era eternidad. Y todavía quedaban dos meses más. Lo único que lograba consolarle era la certeza de que, cuando volviera, ya no volverían a separarse, ni siquiera por un segundo. Eso era lo único que hacía que aquel tiempo alejados valiera la pena. Contaba los días, como si descontara las horas que faltaban para cumplir una condena. Y lo era. Una real condena. Estaba completamente atado a ella, eso ya lo sabía. Lo que no había notado era la intensidad de ese lazo. Tal, que no le permitía dejar de pensar en ella ni por un instante.
"¿Porqué no dicen nada¿No les ha gustado?" preguntó rápidamente Jane, con una evidente decepción en la voz. "Lo sabía, tendríamos que haber traído el otro, Charles"
"¡No!" exclamó Hermione, sin querer. Su cabeza estaba trabajando demasiado rápido, las imágenes se mezclaban frente a sus ojos y mil palabras luchaban por pronunciarse a la vez. Tomó aire, ordenó sus ideas medianamente y habló: "Sí nos gusta, mucho. Gracias".
Jane sonrió, satisfecha ahora, y Charles también lo hizo. "Eso nos alegra mucho, linda". Se acercó a Hermione y le dio un beso en la cien.
"Debemos irnos, Jane" avisó Charles, hablando con voz complaciente. "Tenemos un almuerzo importante, espero que no les moleste abrir el resto de los paquetes solos" agregó, ahora hablándole a su hija.
"No, tranquilos" respondió ella, sonriéndole forzadamente. Ron seguía allí parado, sin decir nada.
"Maravilloso entonces. Ya nos vamos, no queremos llegar tarde". Los señores Granger saludaron con la mano a Hermione y a Ron antes de salir, pero sólo ella respondió al gesto.
La cueva. Como se había acostumbrado a sentirlas, ardientes. Se habían apaciguado, solo para volver a nacer con más intensidad aún. Más dolorosas que nunca, las brasas, ardientes. No podía seguir con aquello, pero lo había prometido. Una promesa valía mucho más, e importaba mucho más, que lo que pudiera sucederle. Pero los brasas quemaban, más de lo explicable. Y no solo le quemaban a él. También los quemaban a ellos, aunque no lo sintieran. ¿Valía la pena¿Porqué lo hacía? A pesar de la traición, sin siquiera pensarlo. Había cosas más importantes que ese sufrimiento. Ella era más importante. ¿Lo era? Si, mucho más. Más que las brasas, más que la traición, y más que lo explicable. Sólo el equilibrio era, tal vez, más importante. Se rompería, y los dueños del circo no estarían contentos con eso. ¿Valía la pena? Habría que relegar la vida de comodidades, sí, pero las mentiras saldrían del plano. Pero las atracciones no podían faltar, ella se lo hacía dicho, con desesperación. Sin las atracciones, las funciones no se llenaban, el público no aplaudía de pie y las ovaciones no existían. Sí, el equilibrio era importante para ella, muy importante. No para él, pero si para ella. Su arnés, invisible. Valía, de todos modos. Era importante, pero no podía hacerlo sola. Ya no podía mantener el equilibrio sin la ayuda de un arnés que la sostuviera, el equilibrio se rompería de otro modo. Invisible, valía. Valía que quemara, que ardiera. Y la cueva, que les hacía arder sin dolor.
Levantó la cabeza para observarle al tiempo que la puerta de calle se cerraba. Ella miraba hacia otro lado, intentando evitarle. Tan solo unos segundos más tarde, pareció darse cuenta de que no podría hacerlo, pues le miró también.
"No sabía que iban a traer esto" intentó excusarse. Ron no respondió a eso. "No hubiera dejado que lo hicieran si lo hubiera sabido" agregó.
"Están muy contentos, sabes eso" dijo él al fin. Esta vez fue Hermione la que no respondió. Ella abrió y cerró la boca varias veces, pero finalmente desistió. "No deberías engañarles como les engañas" sumó, sin una mínima cuota de expresión en la voz. Giró sobre sus pies para volver al estudio, incapaz de seguir mirándole un segundo más.
"Tú sabes porqué lo hago" se apresuró a contrarrestar ella. Ron se sorprendió al escuchar su voz un poco cortada, algo fría. Se dio cuenta en ese instante que lo poco de la relación que habían logrado recomponer en esos últimos días estaba perdido. Completamente perdido. "Tú también lo haces, además".
"No son mis padres, sino los tuyos" recordó él, sin darse vuelta. "Nada justifica lo que estás haciendo". Calló. No tenía que decirlo, pero las palabras estaban a punto de escapársele de la boca. Podía sentir todo el rencor que había logrado aplacar brotando desde lo más profundo de su ser de nuevo, implacable. "Ni lo que hiciste"
Sintió aquellas palabras como agua helada cayéndole sobre la cabeza. No iba a responder a esa última agresión. Ya había pensado demasiado sobre eso, ya se lo había recriminado a si misma lo suficiente. Ya no tenía fuerzas para seguir rememorando aquello, que tanto daño le causaba. Eso él no lo sabía, por supuesto. Seguramente él creía que ella era inmune a sus ataques, que no le dolía que le estuviera recordando eso que ya sabía todo el tiempo. No iba a responder a eso. Ya lo había respondido bastante. No iba a permitir que él le diera cursos de moral, tampoco, y menos que le dijera lo que tenía o no que hacer. Él estaba ahí, después de todo. ¿No tenía él la misma responsabilidad que ella? No, eso tenía que aceptarlo como falso. Pero había aceptado ayudarle. Eso sí era real. Y sólo llevaba a que él tenía parte de la responsabilidad también. Ella era la que había cometido el error, sí, pero él estaba ayudándole a encubrirlo. Y eso le convertía en tan culpable como ella lo era.
"Tú también lo haces" insistió ella. "Y no vengas con planteos de moral ahora¿si? Deberías haber pensado en cuanta mentira había de por medio antes de aceptar". No iba a permitirlo. Ella no le había obligado, y no iba a dejar que él le hiciera cargar con toda la mochila. Él siguió en silencio, dándole la espalda. "Si tan mal te sientes, deberías irte".
"Estoy aquí para ayudarte, no te olvides de que tú me pediste que lo hiciera" dijo él. Dio unos pasos, alejándose.
"No te obligué" recordó ella ahora. "Tú aceptaste por tu cuenta, Ron. Tampoco te olvides tú de eso".
Aquello terminó por indignarle. Estaba ayudándole, a pesar de todo lo que ella le había hecho pasar, y, como si eso fuera poco, ella estaba dándose el lujo de recriminarle. ¿Tenía eso pies y cabeza? No, definitivamente. Él no tenía porqué estar ahí, y sin embargo allí estaba. A pesar de todo, y parecía que ella no sabía valorar el esfuerzo que él estaba haciendo por sostener aquella situación. No lo iba a permitir.
"Yo no acepté soportar esta ridiculez" replicó gélidamente, dándose vuelta y señalando con un gesto de la mano a la pila de regalos, que seguían cerrados cerca de ellos.
"Si fuera una ridiculez no te afectaría tanto¿o si?" soltó, sin pensarlo. Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, fue demasiado tarde. Estaba molesta, pero había ido demasiado lejos. Eso era algo que le iba a costar trabajo reparar, y lo sabía. En el caso que pudiera repararlo. Sólo tal vez.
Ron levantó la barbilla. Soltó aire con energía por la nariz varias veces. Hermione no dijo nada más, temerosa de errar de nuevo. Estaba demasiado alterada como para pensar correctamente. Sólo se quedó allí parada, mirándole con arrepentimiento. Tan solo por un instante, sintió miedo por la mirada que Ron estaba dirigiéndole. Pero no pudo procesar esa idea por demasiado tiempo.
Antes de que se hubiera dado cuenta, Ron había avanzado hasta ella, le había tomado por nuca con energía, y estaba besándole como nunca antes lo había hecho.
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Rosely: Muchísimas gracias por tus palabras. Espero que estés leyendo esto a pesar de todo el tiempo que pasó desde la última actualización, y que te haya gustado este capitulo. Gracias!
natty: Esas son demasiadas preguntas que no puedo responder! De eso se encargarán la historia y los personajes, perdón! Pero creo que de eso se trata. Espero que estés todavía ahí y que te haya gustado el capitulo. Gracias!
Ana: Puedo responder negativamente a esa teoría, eso no va a cambiar demasiado la situación. Me alegra que disfrutes la historia y ojalá te haya gustado este capitulo. Gracias por el apoyo!
seel: Muchísimas gracias! Espero que aúne estés ahí y que hayas disfrutado este tardío capitulo!
Alicia: Me alegra mucho que te guste la historia. Tus preguntas se responderán, te lo prometo, pero no por ahora. Todavía no es el momento. Espero que estés ahí y que hayas disfrutado el capitulo. Gracias!
No tengo palabras para disculparme con ustedes. Estas semanas que pasaron fueron de lo peor. El colegio se sumó a varias otras cosas generales que estuvieron pasando en mi vida y que me prohibieron terminantemente tocar el teclado. El sábado decidí que un buen auto-regalo de cumpleaños sería una buena cantidad de horas frente al monitor, y así me las regalé, a pesar de que el tiempo en ese momento no terminó de alcanzarme. Ahora mismo debería estar estudiando los dichos de nuestro buen amigo Marx, pero Ron y Hermione no quieren salir de mi cabeza, y yo no logro sacarlos de ahí de ninguna manera. Espero poder concentrarme ahora en lo que tengo que hacer, ya que mi cuenta pendiente está saldada, que me perdonen por hacerles esperar tanto, que hayan disfrutado mucho este capitulo y que me comenten en un bonito review qué les ha parecido (de nuevo millones de gracias a quienes comentaron el capitulo anterior).
Adío!
PD: Sé que el final de este capitulo es de lo más confuso, pero confíen cuando les digo que entenderán lo que pasó cuando lean el próximo.
